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Mostrando las entradas de marzo 11, 2012
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Sabía yo que era puro pedo eso de la amiguita

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—Ay, Éktor, ¿qué haces por aquí? —Me hospedo en el hotel que está a la vuelta. —¿A poco? —Sí, fíjese —yo le respondía aguantándome las ganas de reír. —Nunca me hubiera imaginado que vivieras por allí. —Ya ve, doctora. Y ¿usted qué hace por aquí? —Vengo a visitar a una amiga que llegó de los Ángeles, pero no la encuentro. —¿Su amiga se hospeda también en el Calinda? —le pregunté, jugándola al ingenuo; sabía yo que era puro pedo eso de la amiguita. —Eres muy buena persona, Éktor. Ya me platicó Paulina que la ayudaste con un dinerito para la operación de su mamá. —Me di tinta que desvió la conversación—. Yo también quiero darte las gracias por el préstamo que me hiciste. Nomás que reúna el dinero te liquido la deuda. —No se apure, doctora. Pasaron los días sin que nada sucediera, hasta que una tarde la doctora me preguntó: —Oye, Éktor, me comentó Paulina que tienes ganas de ir al Bloqui Oh. ¿Es verdad? ¿Qué te parece si vamos hoy en la noche? —¿De veras, sí quiere ir? —¡Claro! Sería un pr

Ay, baboso, mira nomás lo que te vas a comer

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—He tenido meses de mucha angustia, Éktor. Paco, mi marido, ya ni siquiera se fija en mí. Estoy muy triste, pero lo que me consuela ¿sabes qué es?; que, desde que te conocí, tú y yo hemos hecho buena química. ¿Tú me entiendes, verdad? —Sí, sí, doc... perdón, Raquel. —La culpa es que yo me casé con mi marido sin que hubiera amor. Tú nunca te enganches a alguien si no hay amor verdadero; eso es lo más importante. —Tiene razón en lo que dice, pero hay mujeres que son capaces de embrujar a los fulanos con tal de atraparlos, los entoloachan. —Es muy cierto lo que afirmas. Hay gente muy mala; y casi por lo regular el toloache lo ponen en los alimentos. Por eso es bueno que antes de ingerirlos se rece una oración para protegerse. Es un rezo fácil: 'Señor, bendice estos alimentos. Yo te lo pido.' Con esas palabras, veras que nadie te embruja. —Las tomaré en cuenta, Raquel. Gracias. La doctora estaba ensimismada en sus pensamientos. Había un completo silencio en la madrugada. Yo le daba

La tiene zampada hasta el fondo

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La dictadura clitoral se impone. Ella está encima del amasio, dándole la espalda; lo tiene dominado, tumbado en la cama, azota sus nalgas con mucha rapidez y fuerza. La tiene zampada hasta el fondo. Ambos berraquean; pero ella es la que embiste de abajo hacia arriba; luego esos impulsos se invierten; mientras deglute, estruja y exprime, extrayendo el brebaje venéreo, no se detendrá hasta no saquear la última gota de incontinencia. La ramera para eso se adiestró, para dejar al bato como pingajo. Ella se mueve con intensidad y el paroxismo altera el semblante de su monigote; le descolora el rostro. La presteza de sus nalgas... Muda el ritmo, se sosiega, se detiene. Extático, el casquivano supone que la misión ha terminado. Pero el pelele conjetura mal, pues la gamberra multiplica la impulsividad y de nuevo comienzan las embestidas con más virulencia y fogosidad. Los niveles de excitación representan ya un martirio para el enamorado, el fervor copular que lo invadía se soslaya como un cas

No le molesta que el macho se sienta menos

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Ella salta como un resorte encima del chafalote; empina y deja el culo caer hasta el fondo; luego lo baja, lo sube; anillada en la enhiesta macana, la desentierra un poco, enseguida se la introduce al extremo. Se la traga, pero domina la situación; el sexo en sus manos es todo un arte; un paso hacia la total liberación sexual. Verdadera fiera lasciva que se compagina en la cama; ella se llama experiencia y se apellida excitación. No le molesta que el macho se sienta menos, pues tiene la inteligencia suficiente para dominar y gozar. Es ella quien se lo está cogiendo y se está volviendo loca de placer; se está deshaciendo a gritos, y no para de embestir. La velocidad con la que se mueve le provoca llanto, y el llanto se ahoga y se transforma en súplica; le encanta su papel de zorra; y se niega a abandonar la faena. Jadeante se retuerce del gusto y no se detiene hasta que siente un caliente chorro de quelites invadiéndole abajito. La gamberra aún quiere más y nuevamente procede a revivir

La cogedera es su mejor cartera crediticia

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Esas nalgas, esas piernas, esos muslos y ese cacharro no le van a durar para siempre. Si darse tinta, y en un parpadeo, su vida se ha transformado en un coito, enj una de incompasiva faena mordelona. ¿Qué sentirá, y dirá, la ruca cuando ya no pegue el chicle con los buscadores de complacencia sexual? ¿La excitación viril demandará sus servicios como lo hace ahora? Ella lo piensa, pero prefiere no resolver la interrogante que su conciencia, inconcientemente, le plantea. Opta mejor por el éxtasis y no deja que la angustia la atosigue. Por el momento la cogedera es su mejor cartera crediticia. Lo cierto es que cuando la ruca termine de trasquilar su chango, ya tendrá tiempo de pensar qué otra cosa hará pa ganarse la vida. Si la pucha no es eterna, pues tampoco el chile dura toda la vida. Bueno, pero a la ruca todavía le cuelga una buena madre de kilometraje para finiquitar eso que más le fascina: matar la cochi.

¿Qué me ves, pendejo?

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—¡Tripea las ubres que tiene esa pinche puta, carnal! —le dijo, sorprendido, un bato al compa que lo acompañaba, cuando se toparon con la ruca. —¡Chup, chup! ¡Slurp, eslurp! —le piropeaban a la fémina. Pero como no traían firula solamente les esperaba lo mismo que al chinito: nomás milal. —¡Qué pinchi borrachera láctea me iba pegar con esas tetotas!, pero ando raiz, sin un quinto. —¿Qué me ves, pendejo? —le reclamó la doctora al mirón menos prudente, y éste le contesta: —Es que te pareces a una vieja que busco pa terminarme de criar. —¡Pendejo! —¿Pa qué andas de exhibicionista, culera! —¡Pinchi puta, cara de guajolota con chorro! —¡Tú puta y reguanga madre, joto, que ya quisiera tener chupones como los míos! ¡Las chichis de tu puta madre que te aventó al mundo, de seguro han de ser dos picadas de mosco! ¡Y tu pinche padre, marica, ni cuenta se ha dado porque le gusta la verga!

Después de 10 años de putería.

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La ñorsa todavía estaba buenera, aunque el billete que aperingaba soltando el relingo en el jardín Juárez estaba medio cacicón. Pues casi puros gendarmes, albañiles, y uno que otro universitario bajado de la sierra de Cumpas, Caborca o de la Colorada, eran los que formaban el listado de su nómina putaril. Elegía a Belcebú, en lugar de Dios, en la hora de invocar que le cayera algo clientela. Y, no se puede negar que la fulanita tenía su pegue pal arrimón; ni siquiera los más roñosos le hacían el fuchi, ya que al guachar las tamañas bolotas que por detroit y por delante se cargaba la ruca, temblaban de lujuria. Semanas más tarde, demasiadas, la ñorsa ya no se hundiría en encorajinamientos del calado ya descrito, y no sería porque la pelusa se hubiera amansado en esos menesteres tan braveros, sino porque soltó las amarras que la tenían anclada al parque Tijuanita. La jaina mudó sus encantos la frontera, tras un proceso de convencimiento por parte de una de sus colegas suripantas, le cayó

Es más chilo entregarse a los placeres concupiscentes

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Sucedió que una mañana, la ñorsa se despertó con una terrible náusea existencial. Una especie de tedio le devoraba el alma, un desaliento. No tenía amigos ni relaciones; tampoco amaba ni la amaba nadie. El infortunio y la duda la atosigan, le martirizan la mente. La invade un dolor moral. —¿No podré yo cambiar mi destino? —pensó. De repente su chompeta generó la idea lanzarse otra vez por el sendero que veinte años atrás había borrado; ejercer su chamba, no de puta sino de siquiatra. La ruca se quiso dar la oportunidad de ejercer nuevamente su profesión de curandera de las anomalías y afecciones de la sique. Sin embargo hasta la ilusión más barata se empaña. Y en efecto, ocurrió que al tocar un sinnúmero de puertas en clínicas y hospitales, en ninguno le capearon, no le dieron cabida. Ya estaba muy rucaila y la política laboral tiene sus reglas, pues solamente contratan a jovenzuelas. Ah, e incluso si son madres solteras o traen tatuajes también quedan descartadas. Contra toda esperanz

Controlan Tijuana como se manipula a una mujer completamente ebria

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—No es fácil cambiar de estilo —pensó Raquel—. Y peor tantito, en un lugar como Tijuana; aquí las cosas son diferentes. Aquí son más pinchis y la ciudad más ruda, llena de gente requetegoísta y bien culerona. Pero el colmo es que aquí, hasta el más matón se cree inocente y el demagogo, un dechado de sabiduría. Y los mequetrefes que gobiernan hacen y deshacen a sus anchas, a tal grado que controlan Tijuana como se manipula a una mujer completamente ebria. A veces la hacen pasar por loca o pendeja. Si aquí la peor ramera finge ser una gran dama, ¿por qué yo no he de hacer lo mismo? Si las putas son putas, no por ello les esta vedado el derecho de evadirse momentáneamente del paraíso perdido. —Dios sabe que lo intenté —dijo para consolarse y emprendió camino a reanudar la actividad de gamberra—. Bueno, el fracaso es como el placer, un nubarrón momentáneo que ya se disipará. El mundo es una favela de dolor con caminos llenos de espinas, veneno y mierda; y sus delicias son pasajeras como la

No soy mujer para un sólo hombre

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Acongojada y enciscada por los vituperios que le lanzaba el marido, la jaina le cuenta el pedo a una amiga, pidiéndole algún consejo al respecto. —Uuuhhh. Ni que los putos huevos de ese cabrón fueran dos pepitas de oro —le contesta la amiga—. Lo que debes hacer es olvidarte de ese pendejo, amiga. Ya llegará a tu corral un gallo al que sí le gusten las tipas como tú. Ahora, de lo que me comentas en cuanto hombre se te insinúa te olvidas de tu esposo y te vas a la cama con el fulano que te pide las nalgas, si eso te hace feliz no te mortifiques ni te compliques la existencia, gorda. —Pues sí.. Lo que yo hago es darle vuelo a la hilacha que solamente se vive una vez. —Exacto. ¿Qué culpa tienes tú que tu marido sea un sempiterno pendejo de huevitos tibios y tú, una fogosa? —Yo siempre he dicho que no soy mujer para un sólo hombre. —Así es. Además eso tu esposo ya lo sabía y lo aceptó, ¿porqué hasta ahora salió con esos estúpidos reparos? —Ya ves cómo son de posesivos estos cabrones. —Lo ún

Intelectuales sometidos a la dictadura del mercado

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«En un discurso de 1957, Mao Tsetung cifraba en cinco millones el número de intelectuales de China, el 90% de los cuales ―aseguraba― apoyaban en distinto grado la revolución. Cinco millones de intelectuales chinos sometidos a la dictadura del Partido es una idea, sin duda, amenazadora. Pero la imagen de cinco millones de intelectuales europeos ―estrellas del deporte, echadores de cartas, actores de culebrón, presentadoras de televisión, periodistas de salón, cómicos y vips, sexólogos, cocineros, modistos, y sus imitadores filósofos― la imagen de cinco millones de intelectuales europeos ―digo― sometidos a la dictadura del mercado, debería parecernos no menos aterradora». Santiago Alba Rico, Los intelectuales y la política: de vuelta a la realidad

Nunca me había enamorado tanto así de una perra

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Ningún güey de la familia me tragaba; los jefes no aceptaban la relación y el cuñado n me podía ver ni e papel china, dos tres veces intentó madrearme para que me desafanara de su carnala. Como le faltaban güevitos, mandaba a otros sayos pa que me partieran la madre. No pudieron cincharme porque le sacaban al parche los culeros; sabían que yo traía un cuete fajado en la cintura. Tiro por viaje me la hacían de pedo. A mí nada me costaba buscarle trazas por lado, y dejarles la víbora chillando, pues uno tiene sus límites. Pero me aferré, porque nunca me había enamorado tanto así de una perra...

Pucha; Panocha; Papaya; Chutama.

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Tamal. Órgano genital de la mujer. También algo grueso y abultado; tal como lo cita el máster, don Raúl Prieto, al referirse al receptáculo de la verba añeja: Debo ahora repetir conmovido, lo que cuenta el preámbulo de esa última edición del tamal de la madre (sic). Contrariamente, en los dos tamales empastados, impresos en 1984, vuelven a salir muchas de las gansadas de la edición anterior. (¡Vuelve la Real Madre Academia!, p. 40 y 51). Construcción: «La ruca, por más que le ajeró, no quiere soltarme el tamal» (Voz popular). <-(del náhuatl tamali). Véase: Pucha; Panocha; Papaya; Chutama.

Que puto es el hombre homosexual

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Puto . En 1611, seis años después de publicada la primera parte del Quijote, Don Sebastián de Covarrubias saca a flote su obra el Tesoro de la Lengua Castellana o Española donde se niega a definir la entrada correspondiente a la palabra puto. En ella Don Sebas, dice el máster Raúl Prieto, “es afecto a los latines, llegando al extremo de negarse a emplear el castellano al dar cuenta del sentido de cualquier voz que tenga por pecaminosa". En efecto, la dicción en comento queda fijada así: "Puto. Notae significationis et nefande". Concluye al respecto don Raúl que, Covarruvias, "ni valiéndose del latín se atreve a dar la definición exacta". Por su parte, se señala únicamente en el Diccionario de la Real Academia que puto es hombre homosexual, hombre que se prostituye. Pero esta estrechez semántica se queda corta con las alocuciones vertidas por Quevedo en uno de sus tantos poemas célebres: «Puto es el hombre que de putas se fía, / y puto el que sus gustos apetece;

No te voy a hacer nada... pero en el hueso

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El bueno que le tronó el ejote a la morra fue un batillo de su colonia al que le apodaban el Tintán; cinco años mayor que la ruca. Camellaba de mecánico el güey. Bueno, ni tan güey, pues el gandaya la jugaba al lidercillo de la col; y no está de más decir que el bato se chacalió a la bravota con la jaina. Punto locochón, le tronó el ejote a güevo; la subió a una ranfla y se la llevó a terreno para darle kíler. —Sino quieres que te ponga unos madrazos me vas a aflojar esa madre —le dijo, mientras ella gritaba que no le hiciera daño. —¿Cuál madre? —contestó, toda sacada de onda. Y que el bato suelta entonces una carcajada: —¡Jajajá! —Sin aclararle a qué se refería comenzó a meterle mano a la morra. —¡Ay, babosa!, ¡qué buen culo tienes! Desde la primera vez que te guaché no pude quitarme el antojo. Es que estás bien buenota, pendeja. Raquel, impresionada y sin saber qué hacer, sólo alcanzó a decir: —¡No, por favor, no me hagas nada! —Y el cínico todavía le responde, burlándose de la súpli

Prensa culturera, tan rapaz como zafia

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Los pocos sedimentos culturales que existen en este muladar fronterizo toman una dirección abstracta de metáforas chuscas y de estrafalaria bisutería cuando el periodismo seudocultural de gacetilla se permite dar relevancia de algún hecho relacionado con las expresiones artísticas. No hay asomo de crítica ni mínimos visos de seriedad intelectual a la hora de imbuirse en las reseñas. Atroces libelos de sensibilidad adiestrada de una cohorte de servidores, buenos para el chantaje y para cobrar lisonjas. Prensa culturera, tan rapaz como zafia, perpetrada por barzotas que cumplen sus cometidos de acuerdo con los dictados de los machotes y las carpetas salivosas de sus pendejadas. Coja el lector o la lectora un periódico y ábralo en la sección de espectáculos y se dará cuenta de la porquería que los dizque periodistas culturales rotulan en calidad de artículos, comentarios o reseñas sobre asuntos relacionados con la literatura, música o pintura. Y ¿qué es lo que se lee? El neoescolasticismo

A punto de excitarme estaba

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En una ocasión mientras charlaba con una profesora de la escuela donde estudiaba me invadieron unas ganas incontenibles de azotarle en la cabeza un florero que estaba sobre un escritorio. Me contuve y el florero se resignó a no morir estrellado en la crisma de la profesora. Me negué a aceptar la locura horrorosa que coqueteaba en mi cerebro aparentando ser una julieta enamorada; me guiñaba un ojo y con una gracia coqueta movía los labios y con voz suave me decía: —Ven conmigo, tú ya me conoces. Buenas cosas te esperan si aceptas que sea tuya. Un vestido blanco y largo cubría su cuerpo; la tela casi transparente se plegaba a sus carnes en cada paso que daba. Cuando se acercó a mí lo desabrochó y cayó; distinguí sus hermosas piernas y sujetó con las manos sus provocadores pechos, hermosos y redondos; los levantó un poco y me los ofreció; los pezones eran rosados figurando fresas. —Son tuyos, tómalos —me dijo con una voz tierna y lánguida. A punto de excitarme estaba, cuando... —¡A la ver

Elocuencia liquefacta

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Despojémonos del ornamento para que se vea el esqueleto el vientre de la madre es la tumba de la vida de donde después salimos a morir la vida formidable flujo de refractación elocuencia liquefacta que sirve de propaganda electorera las personas desconocidas la gente de pueblo no se atreve a tanto ¿o sí? ¿o no? fingen escandalizarse por las injusticias y los crímenes hasta los difuntos son aprovechados por la oligarquía gobernante en alguna parte de la ciudad alguien está haciendo lo mismo que ustedes tratar de meter al mundo por una rendija •

Éktor, gracias por esas palabras tan bellas

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—Éktor, te ruego que me disculpes por estar importunándote a estas horas de la noche —balbuceaba, y asumiendo una actitud modocita espetaba—: Creo que ya es hora de irme; tratando de mostrar desinterés respecto al forniqueo que ya traía planeado. —Esta ruca hace todo este pancho nomás pa que me la flete; anda urgida por un paliacate, sincho —conclusión que deduje sin cranear mucho el birote. Y en efecto, la ruca traía una hambre de sexo más cabrona que la de un maestro de escuela rural. Ya estaba la doc a merced de la fiera lasciva, y en tal coyuntura le declaré mi admiración y deseos a la usanza romantiquera, y cuyos versos son los flecos de los calzones de Cupido (verbi gratia: señora de hermosura sin igual, envidia de las flores; qué tentación de besar sus labios...). Trabajada así la víbora no hay acción que no siga a las palabras; al escuchar esta verbosidad de terciopelo, seda y tafetán. La doc se estaba viniendo en mierda y se alucinaba en la edad de la pipiola; sentíase la novi

“Gran Señorona”

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En la verborrea de varios cretinos de por acá, puede captarse fácilmente el rebasamiento del «objeto» —la literatura tijuanense— sobre el «sujeto» —el escritor tijuanense—; es decir, un fenómeno-esencia con voluntad propia y que se subsume en un acto resuelto sin la génesis del individuo. Entonces, la “Miss Literatura Tijuanense” queda convertida en una “Gran Señorona” que existe con independencia respecto de la opción del sujeto, poniéndose en marcha ella misma, caminando de un lugar a otro (por «un camino distinto» del que recorre la vieja chanclera llamada “Doña Canónica”), haciéndoles iris a quienes la chulean o le avientan piropos, meneando las nalgas como si fuera una mujer que ha dejado de ser una tinéyer y de pronto se descubre hembra de un macho, con autonomía, entusiasmo y «una valentía prácticamente única en todo el país». —¡Óoorale!, el asunto está tan mazacotudo que parece una práxis del más allá. —Bien dicen que cuando abunda la fantasía los enigmas están a peso y a tostó

Vaya mariguanada de incongruentes y pretenciosos

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Hay una infinidad de sandeces, melolengueces o suatadas que ya forman un complejo disparatario teórico por suponer la mafufesca idea de que ciudades como Tijuana, por su situación geográfica de vecindario o mingitorio de los Estados Unidos, constituyen «privilegiados espacios de experimentación». Y parloteando el «cantus firmus» de un cretinismo llano y ritual, corifeos y payasos monocordes —como el Roberto Jiménez Rosique, el Pedro Ochoa Palacios, el Patricio Bayardo Gómez, el Mario Ortiz Villacorta, el Roberto Navarro, el José Vicente Anaya, el Jaime Cháidez Bonilla, el Erasmo Katarino Yépez, el Antonio Navalón, la Diana Palaversich, el Adolfo Nodal, el Alejandro Rodríguez y otros— que palpitan de emoción cuando se tragan y dan a tragar la cábula de que este rancho gigante es una especie de «epítome universal de la cultura y las artes», una «hibridación de múltiples factores socioculturales». Celebran la garrullería de un imaginario «cosmopolitismo» que únicamente existe en sus enfer

Amigas suripantas

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Gisela, se llamaba la morra que protegía y cuidaba a la Raquel; jaina con encargo de velar por sus huesos. En realidad una chamaca de 16 abriles que parecía su niñera. Se había iniciado en el sexo a la edad de once años. Gisela era la cuarta de seis hermanas; no contaba con padrote; dormía bichi y se masturbaba escuchando las rolas del grupo Indio. Una amiga suya apodada la Gorda fue quien la encarriló por el camino de la putería. La gorda era una mina a quien también se le chorrearon los frenos desde muy temprana edad. Par de jariosonas. La gorda se había retirado y gracias a un delegado de la SEP que la estuvo pisando un rato. Ella, sin estudiar, se hizo maestra de kínder. Decían que se la rifaba para los mamelucos. Raquel y la Gisela se acoplaron. La gorda en ocasiones caía al parque Juárez a visitar a sus amigas suripantas. Un batillo güevón graduado en trapeología le estaba matando la rata a la ruca. Ella no podía agarrar mejor barco que un macuarro porque tenía un chingo de grano

Uy, sí. Una Tijuana llena de arte. (—¡No mames, güey!)

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Uy, sí. Una Tijuana llena de arte. (—¡No mames, güey!) El arte está hoy abierto a las arbitrariedades y todos quieren ser artistas, poetas, escritores o periodistas culturales. Y la utilería publicitaria sirve muy bien como propaganda mediatizadora para vender, embaucar, atolondrar, manipular, ofuscar y castrar la tesitura lógica, permitiendo que viles descerebrados, neolalistas y diletantes sean encumbrados como auténticos hacedores de arte y productos culturales. ¿En nombre de que marsellesa se predican tales despropósitos? El negocio es falcar extravagancias y maquillar las cosas simples con mafufadas inverosímiles para darse tartarín. ¿Y quienes coadyuvan a promover ese tipo de insensateces? Contradictoriamente los mismos que las cuestionan, siempre y cuando no se trate de los ángeles de su devoción. Y un ejemplo palpable, a parte de otros cretinos de doble cara, lo encarna la persona misma del gacetillero de farándula culturosa Jaime Cháidez Bonilla, mejor conocido como la «Paty C