LAS ADULACIONES RASTRERAS DE DAVID PIÑERA
LAS ADULACIONES RASTRERAS DE DAVID PIÑERA Y qué tal el tratamiento cortesano que los «intelectuales» aplican como esponjoso prolegómeno de lambisconería cuando dirigen palabras de alabanza plastiquera a quienes encarnan las supremas autoridades. Voluptuoso es el deslengüe que arrojan en calidad de lisonja rastrera. Y, en cambio, les importa un sorbete la atención que merezca la vil perrada. —Aunque se trate de hipotéticos lectores suyos. —A la chinchina que la parta un rayo, no así al señor presidente y al señor gobernador; seres todopoderosos de quienes han recibido de rodillas y mirando al cielo, sudorosos y jadeando, la marmaja catorcenal, la beca, las aguas frescas, el filete de res bourgignon, el boleto del bingo, las tanguitas de «Jorton Plaza», el pomo de pisto levantado en la UETA de San Isidro, las comilonas de gorrión y demás chuchulucos. —Y todo eso ¿en contraprestación de qué? —Pues del gesto mojigato, la pleitesía obligada, y de lo más importante, de la pr