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Mostrando las entradas de enero 23, 2011

Rehenes de la estupidez que le dan credibilidad a la runflería

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uscando la simpatía del hombre de la calle, el gobierno presume que arresta y persigue a los responsables del crimen organizado, pero todo es un blof. Las autoridades son corruptas y oportunistas; y, por ende, sus representantes son tontos, sobornables, solapadores y hasta cómplices de la delincuencia. Así que esa lucha es inefectiva, estéril y vana. Ambas partes son una unidad cosificada, cuajada en lo personal y colectivo por poderes abusivos que vuelcan lo negativo en positivo y viceversa. Y si se desmascaran las bribonadas es porque hay conflictos de intereses particulares, falta de concordancia en algunos métodos o desenfrenos de alebrestados que no se han podido domar por medios austeros y persuasivos. Y, si ahora, presidentes, gobernadores y secretarios de estado han dicho que es indispensable limpiar la mugre del establo, lo cual es totalmente ajeno a la justicia y seguridad para el pueblo llano, no hay que fiarse mucho de lo que vociferen, se trata de la acostumb

«Todas las mujeres son putas, menos mi mamá y mi hermana»

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«Todas las mujeres son putas, menos mi mamá y mi hermana»

Servilismo culturoso y la picaresca intelectual

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Ilusiones refrendadas por una elite cuya concepción del mundo se respalda en la falsedad y el engaño. Afianzamiento conservador y, por ende, deshumanizado de la cultura. Es la vieja necesidad de justificar la mitomanía institucional con el servilismo culturoso y la picaresca intelectual. Pero se requiere más perspicacia para poder electrizar el complejo de inferioridad de los humildes, pues la plusvalía del egocentrismo se solaza sólo en la mente de aquellos imbéciles que creen que la cultura no es elitista.

Rucailo

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En cuestiones de sexo, ya de rucailo uno solamente puede dar dos cosas: o das dinero o das lástima.

bato sicario, güey becario

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En el entorno culturoso, es mil veces preferible ser un bato sicario que un güey becario.

Un poquito de insecticida por aquí, otro poquito de fungicida por allá

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Éktor, mi Éktor no está solo. Somos mas de uno y mas de dos, mamados de soplapollas académicos literantes recalcitrantes petulantes poetizando con la misma sobada insulsa pedantería. De antes. Pero hubo un antes y un después, el problema es que la mayoría de los que venden y consumen no se han enterado. Mundo caduco. Éktor lo sabe y tiene la definición exacta para cualquier jodiondez. Un poquito de insecticida por aquí, otro poquito de fungicida por allá. Sin finuras ni protocolos. Y vuelven las luces. Quevedo a su manera y en su tiempo, ya lo hacía. El lenguaje vuela tanto como la mente, la red. Ya no se aguanta ni los diccionarios. Inventen, inventen ideas, conceptos, palabras, invéntense a si mismos y el gran Éktor, respeta.

Con un fervor parecido al de las pubertas aficionadas a poner el culo sobre el sofá

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Dice la Diana Palaversich que el poeta Francisco Morales «es uno de los escritores tijuanenses que de mejor manera ha sabido captar el pulso de Tijuana y sus múltiples rostros» y que el bato, a través de su cochino libraco «tiene poco interés en la descripción concreta del predicamento del ser humano»; porque en su registro expresivo «la ciudad misma es el protagonista del poema», a quien se evoca como un «ser personificado» y que a instancia de la enunciación que instaura el poeta, la manola —supuesta crítica «corrosiva»— interpreta por vía de «apareamiento» como «ciudad-mimética», «ciudad-texto». En su artículo, «La ciudad que recorro. Un flaneur en Tijuana», la presunta estudiosa del fenómeno cultural fronterizo manifiesta —con un fervor parecido al de las pubertas aficionadas a poner el culo sobre el sofá y prestar las nalgas a quien le haga un iris— que el autor del panfletillo lírico en cuestión, comparado con otros güeyes («muchos otros», dice la ruca) que «escribe

Loca carne pálida franqueada al Sol

No la hubiese encontrado en ningún aparador he aquí la rutilante rubia cabeza de fósforo apreciada por carambola en mi cosechar de retruécanos precipitadamente lenguajera a satisfacción suya y mía manipulando diestramente el vómito de Rimbaud imágenes espumosas / savia de la poesía inmediata hervidero de nervios en la ruta del presagio largos ojos de luz brillante loca carne pálida franqueada al Sol

Cuando escucho la palabra cultura saco mi pistola pa miar

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Invitar a la población a que participe en los programas de cultura concita poco interés; a la perrada, chinchina o jequería, le agobian menesteres más inmediatos que las runflerías que, invocando el determinismo externo, anuncian los jilguerillos del ICBC, pues es la sociedad la que debe imponer al estado las políticas culturales, no al revés. Mientras la responsabilidad social sea un subterfugio, y aunque saquen a relucir todos los artificios, el asunto de la cultura seguirá igual, con nulas perspectivas de progreso materia y espiritual. Artilugios para simular, y al borde de lo grotesco, escurre lo políticamente correcto de los bienpensantes nodosos, portavoces del gobierno, con descarada actuación: el mismo guión, las mismas frases. Por eso yo, parafraseando a Hanns Josht, cuando escucho la palabra cultura saco mi pistola pa miar.

¿La genialidad está estrechamente relacionada con el esperma?

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La mujer que toca la literatura toca los los testículos de Dios. Octavio Paz afirmaba que una perra que se dedique a las letras y pretenda ser buena escritora, debe ponerse bigote y arrojar su feminidad al resumidero. Entonces ¿la genialidad está estrechamente relacionada con el esperma? ¿No es ésta una hipotesis fascista como aquella de Pound que aludía a «la eyaculación de la inteligencia»? Pero si Pound y Paz eran enemigos del fascismo. Sin embargo, Pound escribio estos versos: «Hitler era una Juana de Arco, un santo, un mártir»