No le molesta que el macho se sienta menos
Ella salta como un resorte encima del chafalote; empina y deja el culo caer hasta el fondo; luego lo baja, lo sube; anillada en la enhiesta macana, la desentierra un poco, enseguida se la introduce al extremo. Se la traga, pero domina la situación; el sexo en sus manos es todo un arte; un paso hacia la total liberación sexual. Verdadera fiera lasciva que se compagina en la cama; ella se llama experiencia y se apellida excitación. No le molesta que el macho se sienta menos, pues tiene la inteligencia suficiente para dominar y gozar. Es ella quien se lo está cogiendo y se está volviendo loca de placer; se está deshaciendo a gritos, y no para de embestir. La velocidad con la que se mueve le provoca llanto, y el llanto se ahoga y se transforma en súplica; le encanta su papel de zorra; y se niega a abandonar la faena. Jadeante se retuerce del gusto y no se detiene hasta que siente un caliente chorro de quelites invadiéndole abajito. La gamberra aún quiere más y nuevamente procede a revivir al príapo moribundo. Cuando la operación lasciva llegue a su fin, del amasio solamente quedará una pingüe piltrafa. Quería coger, ahora se aguanta. Y no hay manera de zafarse, le tiene pillada la mengambrea y de seguro al pobre cabrón le va sacar hasta los sesos.