Nunca me había enamorado tanto así de una perra
Ningún güey de la familia me tragaba; los jefes no aceptaban la relación y el cuñado n me podía ver ni e papel china, dos tres veces intentó madrearme para que me desafanara de su carnala. Como le faltaban güevitos, mandaba a otros sayos pa que me partieran la madre. No pudieron cincharme porque le sacaban al parche los culeros; sabían que yo traía un cuete fajado en la cintura. Tiro por viaje me la hacían de pedo. A mí nada me costaba buscarle trazas por lado, y dejarles la víbora chillando, pues uno tiene sus límites. Pero me aferré, porque nunca me había enamorado tanto así de una perra...