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"ESTA RUCA HIZO TODO ESTE PANCHO NOMÁS PA QUE ME LA FLETARA" / Un cuento medio colorao

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Un día de no-me-acuerdo-qué-año llegué a una escuela preparatoria –en Tiyei- a pedir trabajo de tícher. La escul todavía opera con la razón social –o giro comercial- de Instituto Educativo del Sagrado Corazón de Jesús . Ahí me topé con la profa Raquel , directora académica y licenciada en derecho. Una ñorsa que frisaba los cincuenta y tantos años de edad (casi pegándole a los sesenta, aunque bien conservada; lo digo porque la ruca tenía las nalgas bien paradas; aguantaba dos que tres cholasos); guapa, alta, esbelta, cabello corto y teñido de rubio escarlata, con lentes a la John Lennon y con la piel a punto de convertirse en hotel de arrugas. Previo el protocolo de rigor, necesitado de chamba, le mostré mi currículum; la ruca lo leyó, mientras yo estudiaba la geografía de su cuerpo (eso es de rigor en un macho; te voy meter la verga, mamacita, pensaba yo). Enterada de mis antecedentes académicos, me citó para que me presentara la semana siguiente. Y el día que la vi nuevamente, ul

REFLEXIONES DE UN ALBAÑIL MARIGUANO.

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No hay que paniquearse con chuchadas. Restándole el fatalismo providencial y sin apechugar la tesis de darvinismo social que estila, podemos parafrasear aquella sentencia de Mariano José de Larra cuando afirmaba que Dios, el Chamuco, o lo que usted quiera, determinó la mortificación de un bicho en la naturaleza de otro bicho: «como crió el sacre para daño de la paloma, la araña para tormento de la mosca, la mosca para el caballo, la mujer para el hombre, y el escribano para todo el mundo, así crió en sus altos juicios a la trapera para el perro, especies que se aborrecen, se ladran, se enganchan y se venden». Efectivamente, hasta el más ortodoxo seminarista está tentado a convertirse en un chulo padroteador de suripantas.

Atrae más un monte púbico que una filosofía

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¡Qué poderoso es el dios-pene! Dos personas apenas se conocen y al cabo de un rato terminan «ensartadas de la vida». La calentura concupiscente no tiene patria ni límites morales. Siempre sucede así, la carne domina. El amor es instintivo, bestial, cuestión de lubricantes. El sexo empieza por la boca, por eso saludamos de a besito. Las personas cuando se conocen apenas se hablan, son perezosas en el parlar. Las atrae más un monte púbico que una filosofía.

El único patrimonio que tengo son tus nalgas

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¡Puta madre! Mi signo del zodiaco es un feto ya podrido. No hay cosa más mala que un escupitajo de Dios. No sé cómo deshacerme de mis sueños; hace días que los escondo bajo la almohada y me persiguen. Me gusta caminar por tus caderas; bailar sobre tu enorme trasero. Me gustan más tus tetas que tu espíritu. El único patrimonio que teng o son tus nalgas. Cuando no estés contenta pellízcate los pezones. Yo te besaré las ingles; lo demás es cuestión de hormonas y semen. Muérdeme el cuello y quítame la tanga. Siento que ardo. Tu clítoris es una flor que mata mi tristeza. —Entonces, ¿qué chingados quieres, baboso? —Yo nada, beibi... (tengo que aprovechar la oportunidad, pensó el lujurioso).

Empequeñecidos animales que buscan algo nuevo que adorar

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Más que «artistas, intelectuales, promotores de la cultura, profesionistas y personas interesadas en el devenir de las instituciones de cultura y en las políticas culturales», los susodichos dicentes parecen ingenuas máquinas que balbucean absurdos caprichos infantiles; empequeñecidos animales que buscan algo nuevo que adorar, con que contentarse y calmar sus necesidades; oligofrénicos que se arrodillan ante la publicidad y el protagonismo, pidiendo que les suministren sus terroncitos de azúcar, que les meneen el rabo y les toquen campanitas. —Bola de mantenidos. No anda errado Julio el Sueco cuando dice que la cultura tijuanense es patrimonio de «una mafia, de una élite que no deja que otras personas ajenas al círculo de dinero que presume cierta clase social de Tijuana entre nada más porque sí. Todos se conocen y todos se pasan el tip en dónde está la beca y así, un largo sinfín de ayudas monetarias para los mal llamados artistas cuya visión de Tijuana gira en torno a

Quesque el Jorge Ortega ya es doctor

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Contrariando las coordenadas, ¿qué provecho habrá de obtener de don Jorge Ortega el pueblo contribuyente y a cuyas expensas fue becado? ¿Pagará con el almodrote infumable de 927 páginas?, ¿o con trabajo en favor de la comunidad en un país con poca tradición democrática y escaso desarrollo cultural? Mediante la ayuda prespuestívora, la autopromoción mediática y las componendas de la jerarquía se adquieren los nuevos títulos nobiliarios y se construyen los privilegios, recibiendo los trozos de la plusvalía que los capitalistas extraen de la estratos pobres en el proceso productivo, sin tiempo para ilustrarse o beneficiarse de los productos de la alta cultura. El populacho, la canalla, la jaquería, muy lejos está de ser retribuida por el doctorcito Ortega, pues el bato, no tiene más providencia que prestar servicio en la alcurnia burocrática de academia o servir en calidad de cortesano estatal. No hay oportunidades de empleo (o escasean), el ingreso de la mayoría es paupérri

figuras relumbronas del submundo culturero

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A poco de ventear por el submundo de la cultura, surge con claridad la existencia de las entidades literarias y poéticas que lo constituyen, pero que sin embargo participan en los asuntos del arte de modo muy diferente a lo que podría ser una actividad estética. Y aunque tales personeros están inexorablemente incluidos como enunciadores y trasmisores de tales manifestaciones, cabe afirmar que se encuentran apartados de los axiomas fundamentales de la creación; pues la idea o eje que los mueve suele ser una pretensión de éxito; la esencia real de los «logros» encuentra la justificación en estímulos de codicia y prioridades que son compatibles con las artimañas políticas y la sicología tradicional que da abolengo y prestigio hasta en el lúgubre fango. Y los perfilamientos que matizan promueven mediáticamente a estas figuras relumbronas del submundo culturero son más de las veces perogrulladas o sutilezas de circunstancias triviales. En la unción de la ignorancia y las cursi

Promoción cimentada en líneas de obstrucción

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Promotoría cultural o nomenclatura vomitada por merolicos de ocurrencias disparatadas para designar de alguna manera una labor baladí. Se construye una «casuística» de falacias que conviene a la incapacidad y a la insuficiencia, ya sea en el talento artístico o en las instancias del sistema cultural unitario. O sea, cultura significa en este caso relativismo, oportunismo moral e ideológico; forma banal de subjetivarse a través de sofismas y supercherías escolásticas. Y la postura de promotor o promotora cultural se ha venido embrollando con las mismas fórmulas que aplican los aparatos oficiales de la política cultural, orientadas a impedir que la clase dominada pueda allegarse de los beneficios —tanto materiales como espirituales— de las expresiones del arte y la cultura. Promoción cimentada en líneas de obstrucción, y cultura como forma diletante de apasionamiento por las artes. Promotores y promotoras culturales que tienen un campo de proyección estrictamente localista

burocracia cultural o provisión de turismo culturero

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No voy a negar que existan en estos lares auténticos promotores culturales, pero la justificación ha de buscarse en el plano empírico y no en la simple vertiente nominal, porque en esta última el calificativo no representa valor alguno. La palabra cultura figura entre aquellas más utilizadas y de las cuales más se ha venido abusando; y el mero hecho de promoverla supone a la vez una forma de propaganda ideológica con auxilio de las tensiones emocionales que proporcionan las bellas artes y el refinamiento estético. Igual que los apologetas que ya no reconocen a su sociedad como capitalista, paralelamente así está la cuestión de la promotoría cultural. No se le pueden ya reconocer sus propiedades ni expresar en su favor una actitud positiva. ¿Por qué? Por los efectos ilusorios que hay detrás de su estructura semántica, además de las divergencias de opinión que se adoptan en cuanto a su función significativa in abstracto. De ahí que al sintagma nominal promotor cultural sea

La Sidharta Ochoa • Una pequeña escritorzuela tonta

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Esta ruca, la Sidharta Ochoa (angelesidharta.blogspot.com), se erige en las barruntas cultureras como otro de los engendros metaficcioneros del gallofero Erasmo Katarino Yépez (académicamente hablando, claro está, y no al intercambio de semen y jugos vaginales); y por las secuelas que produce la estúpida idolatría, recurre al cómodo sistemita inculcado por su mentor y que puede emplearse hasta en las papelinas de los baños y meaderos del lumpendesarrollo tijuanaco. Y con los mismos clichés lingüísticos de un Rafadro o de un Erasmo Katarino Yépez, es lo que insufla en sus apuntitos. Puertas mágicas de la insensatez. Se trata del afán de causar enredos (desde los conceptuales hasta los sintácticos), amontonar meras impresiones sacadas de retacitos de lecturas, sin emitir juicio ni dar explicaciones; pues ni siquiera un roñoso criterio quintopatiero alcanza a vislumbrase en los textículos de esta sirvienta de las artes metaficcioneras. Sin duda que aprendió sin

escritores como personajes de farándula y televisión

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Considérese la metamorfosis del intelectual; es decir, con los cambios de perspectivas estéticas y culturales el escritor provinciano ha dejado ya de existir. O sea, la marginalidad como punto de estrategia en el discurso es aprovechada por industrialización de la creación literaria. Después de América Latina, cuando ya se anunciaba la muerte del «bum» a principios de los años setenta, le tocó a España, específicamente a Barcelona, partir el bacalao en la circulación del discurso literario por vía de la distribución masiva. El libro se volvió un negocio muy redituable de las compañías multinacionales, sin que importara para ello el bajo perfil intelectual de los autores. Y no importaba porque el renacimiento letrero apuntaba a una banalización cultural, a la falacia editorial, que situaba a la literatura en el mundo del espectáculo y convertía a los escritores en personajes de farándula y televisión.

Talacheros del preservacionismo subliterario

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El Humberto Félix Berumen , quien forma parte del ejército de macutenos cultureros de la coima y que, debido a que éticamente padecen una especie de hibernación moral, son los encargados de poner emplaste, maquillaje, engrudo y papel a los muñecos y monas de cartón-yeso que se exhiben en los escaparates de la subcultura tijuanense. Talacheros del preservacionismo subliterario y del decorado banal en las miserias culturales, planchadores de imágenes fitichizadas que no usan la plancha sino la lengua. —Y en el entendido de que ésta (o sea, la lengua) no es complemento para hablar, sino para tirar brochazo sobre el morral de escroto a la mera hora del guagüis, como dijera la Yeny Rivera.

los movimientos del trompo y el yoyo

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Y mira tú, señor periodiquero, lo que te platicaré. Hará cosa de no pocos años, cuando yo era todavía un niño, jugaba y jugaba a veces con un trompo y en ocasiones seguidas también con un yoyo. A esa edad yo ignoraba que los movimientos del trompo y el yoyo eran unas tautologías, Y ahora que ya lo sé solamente conservo las tautologías.

la hija de su jefe

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De una cosa sí va a estar orgullosa la hija de su jefe; de que el bato siempre tuvo los güevitos bien puestos a la hora de menjurje crítico-literario y que jamás de los jamaces fue «coptado» como puta barata por el oficialismo culturero...

la mitomanía institucional del servilismo culturoso

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Ilusiones refrendadas por una elite cuya concepción del mundo se respalda en la falsedad y el engaño. Afianzamiento conservador y, por ende, deshumanizado de la cultura. Es la vieja necesidad de justificar la mitomanía institucional con el servilismo culturoso y la picaresca intelectual. Pero se requiere más perspicacia para poder electrizar el complejo de inferioridad de los humildes, pues la plusvalía del egocentrismo se solaza sólo en la mente de aquellos imbéciles que creen que la cultura no es elitista.

Campoamor

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«La poesía verdaderamente lírica debe reflejar los sentimientos personales del autor en relación con los problemas propios de la época: no es posible vivir en un tiempo y respirar en otro» Campoamor

una vieja taimada que busca yernos

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Una definición ex-post-facto: la literatura es una vieja taimada que busca yernos con harta pasta para consolidar una base de expresión que sea caricia a priori y onanismo a posteriori. Diálogo y dinero para el uso particular del hombre pícaro de las letras que se sermonea a sí mismo; moción de la gracia y la oportunidad, de acuerdo con los factores económicos.

EL RAFADRO, EL CHARKITO Y DON GORGOJO TECHUNPALO

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Un miembro menos versátil que el miembro viril es el señorito —puro, casto y honesto— Rafaelín Saavedra , alias el Rafadro ; ujier del Centro Cultural Tijuana ( CECUT ), donde —revestido con la capa de panbolero— triscaba la carroña del “apoyo” becaril y el «scortum» de las subvenciones para zánganos, zanganillos y zanganotes. Ahora con la llegada del Virgiliano Muñoz al changarro culturero, por andar de grillero y sacalepunta con esa mamadita del «mundo pequeño» , tendrá que ponerse a zurcir sus calcetines mientras encuentra a quien cargarle el santo de las limosnas. A este partidario de la autofagia institucional de la cultura (que, contradictoriamente, la juega de muy underground ), y quien, además, no anda muy sólido en los procustos de la literatura. Hace poco menos de seis años, y ya prevenido (aunque sin imaginarse el tamaño de la solfa), el cangalloso Rafaelito Saavedra posteaba en su chichi de vidrio la certidumbre de su incertidumbre, anotando lo que sigue

LUIS HUMBERTO CROSTHWAITE • UN ESCRITOR DE SEGUNDA CATEGORÍA / Por Rubén Vizcaíno Valencia

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«A los escritores tijuanenses no les gusta escribir sobre Tijuana. Y si lo hacen, por ejemplo, en el caso de Crosthwaite, lo hacen en una forma divertida. Y lo que es más, se preocupan especialmente por las cosas más populacheras, más típicas. A veces, incluso, por las cosas perfectamente más folklóricas de la ciudad. ¿Qué quiero decir con eso? O sea, que él, Crosthwaite, quisiera penetrar en sí, en un cierto campo no sólo del lenguaje, si no de la realidad. De hecho, lo ha tocado. Para mí, no ha logrado, hasta ahora, nada muy trascendente. Sin embargo, yo… Un día me lo encontré y le dije: mira, a mí siempre me has parecido un escritor de segunda categoría. Espero que un día me des una obra definitiva, una verdadera gran obra, una obra tuya, madura. Si, de un tiempo acá, he vuelto a releer tus cosas, te podría decir que, a lo mejor, sin que tú te lo hayas propuesto, y con el afán de encontrar cosas típicas, curiosas y divertidas, simpáticas de la ciudad (que es lo que a ti más te atr

EL POETA QUE ARRASTRA LAS PATAS

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Nadie puede negar el éxtasis que experimenta «el poeta que arrastra las patas» cuando, en tertulias y centros de reunión social, se foguea con tipazos como el Bruno Ruiz, el Rafa Saavedra, el Erasmo Katarino, el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Tijuana Gringo, el Juan Carlos Reyna (a quienes, antes de obtener membresía en el forúnculo «Apancho y laurel», no bajaba de batos vergueros, mecos y puñeteros) o con excelsas poetizas como la Aída Méndez o la Petra Bonilla (y a quienes, antes de obtener la membresía de «apancholaurelero» no bajaba de viejas piratonas y putañeras). Más que poeta, este charanguero posee el egregio mérito de ser un besamanos, un chupapollas y un zampaboñigas. Y desde que se convirtió en un detractor de «El Charkito», la «práxis» de su apostolado —de arribismo ideológico-político y repugnante justificación de doble moral— se ha desarrollado casi al último extremo como una especie de «causa sui» de sus propias actitudes (política