. TABERNERA Y MORTAL Tengo la garganta transmutada, ahumada, caverna neolítica, gemido de animal herido, de estar callada, de tragarte. De ti. Afonía por glóbulos rojos crecidos. Resollada. Síndrome sexual anémico pernicioso. Variabilidad transhumada de cabra, con el cambio de estación. No somos las muchachas de hermosos tobillos con quienes bailó Zaratustra en un burdel pero tenemos tobillos ligeros porque bailamos de noche, allein, no vamos al baño en coche, ni de 2 en 2, ni de 3 en 3. No somos docentes, ni cajeras, ni operarias, ni trabajadoras del sexo, ni esclavas del amor, ni asistentas, ni imprescindibles, ni necesarias, ni empastamos el forraje del humus social con familiar paciencia y compasión. Somos neuróticas temerarias, gárgolas resentidas que te escupen al pasar. Podemos hasta ser la escoria con la que quisieras encontrarte y perderte. Y olvidar. Arrímate a mi cariño, si quieres te asesino lentamente. Tienes tantas caras y tantos nombres que me convertirías en serial kill