¿Y LA LIBERTAD DE HACER DEL CULO UN PAPALOTE?

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¿Y LA LIBERTAD DE AUTODETERMINARSE?

¿Y si el guardián de la conciencia fuera un jotonete?; entonces ¿porqué no destaparse y revelar de una vez la verdadera condición de ser un cachagranizo, un gingirín, un lencho, un cuarentaiuno o un cangrejo? Disimular con hombría ficticia una secreta conducta de soplanucas puede acarrear severos traumas y frustraciones.

—Al fin y al cabo, la fórmula sintética de la mayoría de las mengambreas que mueven al mundo viene a ser el SEXO.
—¡Ufame, lión!

Pero sustraerse del estorboso machismo, abstracto y deprimente, de idealizada brutalidad masculina, y ondear en sustitución la bandera de los putones (o sea, soltarse el pelo y gritarle al mundo su mariconeo), equivaldría a perder el honor.

—Un honor que se consigue a vergazos en el reino de la megalomanía.

Amariconarse es perder la ferocidad jesuítica, las virtudes existenciales de la masculinidad. Hay un guato de locas que les aterra salir de clóset y meterse ya de lleno en el cenagal del jotiada. Sin embargo, por causas del prejuicio, el tabú o la cobardía, hay que aceptar el mojigato dogma sexual, porque aceptar la condición de marica es tan deplorable como perder la autoestima, es humillarse, degradarse.

—¿Y la libertad de hacer del culo un papalote?; ¿y la libertad de autodeterminarse?
—Primero están las apariencias y la preservación del el tabú homo fóbico.

«La acusación de homosexualidad —escribe Norman Mailer en The Presidential Papers— suscita una pasión violenta en muchos hombres, que dedican toda su existencia y todas sus fuerzas biológicas a hacerle frente. Existe un tipo de cabrón que, noche tras noche, se pone hasta la madre en algún bar, grita, arma un pedote y acaba haciendo un desmadre en plena calle; las mujeres exclaman: “Por el amor de Dios es un homosexual!, ¿porqué no se hace joto de una vez y pone fin a todo ese sufrimiento?” Y, sin embargo, los demás batos le hacen el paro, lo protegen. Saben que esta luchando consigo mismo para no volverse joto. Sartre comprendió plenamente este fenómeno, cuando dijo que un homosexual es un hombre que practica la homosexualidad. Un hombre que no lo hace no es homosexual: en otras palabras, goza de la dignidad que le confiere su elección. Es preciso reconocer que ha elegido no convertirse en un puto, y que está pagando por ello un elevado precio».

—Sexo, sexo, sexo...
—¿Alguien dijo SEXO? ¡Chrrrrpppp! ¡Aaahhhhhhh!

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