EVA JORDÁ O EL RE-SENTIMIENTO DE UNA POESÍA QUE SE TRASMUTA EN ANTIPOESÍA
EVA
JORDÁ O
EL RE-SENTIMIENTO DE UNA POESÍA
QUE SE TRASMUTA EN ANTIPOESÍA
primera parte
ANTPOESÍA EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA
Este textículo es un pequeño tributo a la labor escritural de una
poeta llamada Eva Sánchez Jordá, mitad
latina, mitad caucásica; una ruca mejor conocida
como la Heva Inilla y madmuasela que regentea el blog «Drala». Y, desde
los recovecos más oscuros de su acción
mental, la Jordá sustantifica las imágenes motrices de la palabra, los
giros de la silepsis y la elipsis
en el verbo decantado y lleno de
sortilegios emocionales:
«Tengo
la garganta transmutada, ahumada, caverna neolítica, gemido de animal herido,
de estar callada, de tragarte. De ti. Afonía por glóbulos rojos crecidos.
Resollada. Síndrome sexual anémico pernicioso.
Variabilidad
transhumada de cabra, con el cambio de estación.
No
somos las muchachas de hermosos tobillos con quienes bailó Zaratustra en un
burdel
Pero
tenemos tobillos ligeros porque bailamos de noche, allein,
no
vamos al baño en coche, ni de 2 en 2, ni de 3 en 3.
No
somos docentes, ni cajeras, ni operarias, ni trabajadoras del sexo, ni esclavas
del amor, ni asistentas, ni imprescindibles, ni necesarias, ni empastamos el
forraje del humus social con familiar paciencia y compasión. Somos neuróticas
temerarias, gárgolas resentidas que te escupen al pasar. Podemos hasta ser la
escoria con la que quisieras encontrarte y perderte. Y olvidar».
Eva S. Jordá, Tabernera y mortal
El abstracto mundo de la poeta de Eva
Sánchez Jordá: el principio unificador
de la heterogeneidad las
cosas y las alamas; una poesía para
aligerar el fardo de la existencia; una poesía
contra el romanticismo ilusorio, contra la ligereza y la tontería; lo que la mitología pone en los
sueños de las mujeres. Recia expresión de una conciencia lingüística de mucha temperatura y
alejada de los lugares comunes. Es más, la Sánchez
Jordá es una poeta que ni
siquiera se sorprende de su propia audacia literaria, dedicada a la «santa
prostitución de las almas»:
«Como veo que ni
multitud ni nadie me sigue en mi delirio escriturial, -excepto algunos
gladiators- voy a transmutarme al estilo sencillo, coloquial. En realidad, no
tengo nada importante que decir pero eso no es ninguna novedad. Y cuando creo
tener algo relevante nadie me lo entiende.
Pavese poeta era de
entraña dolida. Punto Pavese.
Así que, por hacer algo
o por entraña dolida -quien sabe-, aunque no venga a colación, para ganarme el
sustento en forma de leve gratificación personal, seguir propiciando mi nula
afiliación a la brigada pro-suicidio y porque lo anuncié, hablaré del cuervo
blanco o corneja que vigilaba a Corónide cuando Apolo la preñó y se largó a
Delfos a despachar sus asuntos diosísticos.
Y aunque la dejó en
vigilancia con el bicho feo, ella que no era tonta, le puso los cuernos con el
mortal Isquis -hijo de Élato-, que estaba tremendo y recitaba a Antonio Gala de
memoria.
La corneja bocazas voló
hasta Apolo y le puso al día de los tórridos asuntos que con su mujer se
acontecían y este como era un buen hombre con los animales, solo enviudó al
cuervo, condenándole al luto de por existencia, que en estos casos es mas largo
que de por vida.
Luego y después como no
era tan bueno con las diosas, mató a Corónide, y antes de ahumarla, eso sí,
extrajo el semifeto que quedó en la persona de Esclepio, que como se vio
contrahecho consagró su vida al enfermo y al desgraciado. Mientras su hermana
Artemisa que era harto arpía también como Constance la de Pavese, tramaba toda
una serie de asquerosidades para ponerle más literatura al asunto.
Eva S. Jordá, Imprecar a Pavese y a Esclepio
Y, en efecto, se trata de una límpida prosa poética que late
desde las vísceras, un cuadro descriptivo de muchas antinomias filosóficas
que se trasmutan en tonalidades liricas;
y con un ritmo de musicalidad que se
arremolina en la sangre, como se
arrejuntan en el ser la soledad,
el llanto, la tristeza o la nada:
«Hasta
me acostumbré a la tibia tristeza
y
no me resulta tan mezquina.
Pero
se extraña la dicha, su luz y sus mentiras
más
futiles que un sol de invierno.
Se
extraña sentirse acompañado
y
duele que el otro no lo extrañe
O
tal vez, ya ni pueda, que sería mayor dolor.
En
la tristeza hay una semi consciencia
que
sabe recordar y es un bálsamo para el alma.
Por
lo menos, el que extraña, recuerda.
El
que no puede es un hueco en su historia,
un
recipiente vacío, una tragedia tonta,
un
pesar con ortopedia. Un ser para la nada,
como
un insecto tendido al sol, resecado,
camuflado,
ahumado, insustancial».
Eva S. Jordá, R.I.P.
La práctica social prepara la mentalidad del
individuo que habrá de vislumbrarse como
un troglodita del amor, en tontuelo de la nefanda pasión no correspondida; conceptualizándose
así la visión del mundo en forma negativa e
impura; es decir, la weltanschauung
del sentido excluyente de la
percepción total de las intuiciones que se
convierten en ideas, en imágenes,
y después en poesía para ser leída en
país de los sonámbulos, antipoesía en el territorio del borrego-mátrix como si
fuera un video-clip que «intima» en docudrama:
«Arrímate
a mi cariño, si quieres te asesino lentamente. Tienes tantas caras y tantos
nombres que me convertirías en serial killer.
Nos
abruma la pobredumbre del mundo por lo que vivimos ocultas en los pliegues de
lo atroz.
Aunque
al final nos reímos de todo, no somos de vida alegre, más bien de vida triste.
Ahora
que te esfumaste con e de eva-por, not found. O te espanté yo,
me
dedicaré a mirar el ombligo de los limbos y no mi propio ombligo.
Si
Artaud lo hizo, lo haces tú, lo hago yo.
¡Cómo
me resultas sensual y patético! Como un anuncio de perfume.
Tu
mezquina soledad te convierte en un ser superiormente despreciable, no apto
para compartir nada, que lo mejor lo guarda para sí».
Eva S. Jordá, Tabernera y mortal
Y así es el canto de la Eva
Sánchez Jordá, una especie de elegía lacerante que también viene del
feminismo desarraigado, exhibiendo toda la
energía que proporcionan las imágenes visuales y motrices. Poesía que a veces (¿o casi siempre?) discurre hacia un lirismo de patética musicalidad,
antipoesía de voluptuosa
sonoridad; efervescencia de
los sentidos, desviada por
los demonios de la palabra. Poesía
(mejor dicho, antipoesía) de verso
abrupto y de ritmo duro y precipitado:
«Macho
guacho. Me das pavor.
Te
sostengo muy lisamente entre las piernas sobre la silla, con mi gorra verde de
las SS, tirantes rojos sobre mis poros rotos, tengo frío, erotismo militar, mi
sangrante labio mordido no va a mejorar la situación.
Ahora
que ya se que no eres mi Redentor mesiánico, hago de tu perverso córtex
complejo, un municipio de agresión, suburbios sin maquillaje.
Konzentrieren
Sie, Bastard!»
Eva S. Jordá, Tabernera y mortal
El lenguaje de
las sensaciones siempre
es un lenguaje confuso. ¿En qué linaje
puede situarse! Ambivalencia
baudelaireana, el fluido
espiritual de los poderes sugestivos,
los raptos y reflujos del alma, conductores del
flujo poéticos. A fin de cuentas, se trata de una poesía que
hierve y chorrea como ácido:
«Vamos
a ser duros, amor.
Por
los cabellos me atiendes y sostienes la rabia.
Inyección
intracardiaca. Bruxismo. Compulsión.
Mírame,
pendejo. Ahora mando yo».
Eva S. Jordá, Tabernera y
mortal
Aparato verbal preciso, de voz remachante y de ruda sonoridad.
Antipoesía tan síquica como sentimental. Hay en sus versos
un dinamismo de intenso y, ante
todo, la visión simbólica del
mundo:
«…el amor, que no es
nada
se parece a una
transacción bancaria:
a mullido capital
para arrojar a los buitres con desprecio
mejores prestaciones
sin embargo, no hay
clemencia con el pobre obrero
que confía todos sus
ahorros que es como decir nada/amor
de
un modo u otro, se lo acaban tirando».
Eva S.
Jordá, Parecer, estar o ser
El delirio como método para
no dejarse llevar por los instintos de una poesía
que discurre hacia un lirismo que se mantiene en un tono
musical y patético, de una voluptuosa sinceridad:
«Mis
mentiras son tan ciertas como tus verdades que tambalean de frente, en la
cuerda floja sosteniendo la mirada y los brazos extendidos como una flor, para
mantener el equilibrio de tus pies de barro Nabucodonosor, un pie seguro y otro
en la vorágine.
Te
has reconvertido en mi mísera musa, recluso que espera la sentencia para que le
anden al purgatorio, ser tu verdugo me da placer. No hay clemencia, ni habeas
corpus.
Sin
embargo yo, soy y he sido víctima en todas tus escenas de película muda, la
mujer que turbas con palabras sin sonido, con ojos de búho y kolh, peinado
Gardel a la brillantina».
Eva S. Jordá, Tabernera y mortal
Sencillamente una poeta
excepcional y esperpéntica, de inteligencia critica, con una pericia escritural
claramente definida y que no se pone en
duda; simplemente porque en sus poemas las palabras son conjuros del gusto,
expresiones de una necesidad histórica,
de los
datos de los sentidos, de
los acicates de la incontinencia verbal, del lirismo metafísico
y de la relación neurótica que existe entre el poeta, el mundo y la literatura.