Bisutería espirtual: Vianka Santana y demás ungüentos culturales


Bisutería espirtual: Vianka Santana y demás ungüentos culturales
Cebados por la paráfrasis, invocando fraseología, con los sentimientos perturbados y guiados por el «aura anónima», asistimos a la disolución del mundo en el «yo»; hombres y cosas ya no son diferentes, se suceden en sus esencias. Sujeto y objeto se erigen en apariencias y no se reconocen sus particularidades («cambios» y «recambios» facilitaron «la fractura»); un modo de «alotropía» en la que cambia la forma pero no el contenido («el quehacer artístico» les ha dado «una clara noción»); lo opuesto a lo concreto no es solamente lo abstracto, sino lo disperso.

La autoconciencia se encuentra delimitada por el objeto y el individuo ha capitulado ante el poder de las cosas («un sitio» que promete una importante «oferta»).

Y en el discurso que hace suyo la «singular mujer» (de «deslumbrante personalidad, y de un «dechado de virtudes») se despliegan entidades abstractas que adquieren una fuerza motriz autónoma («el optimismo» y «las cuentas alegres» enrarecen «la obligada reflexión»; «las acciones de gobierno» llevan «el aprovechar»), objetos con voluntad propia que se sobrepujan en seres animados («resultados obtenidos» le dan a la ciudad «liderazgo», «el 2009» trae «la llegada» y «el arribo»).

Personificación de los objetos que se mueven por su cuenta como los sapitos de voluntad infatigable, como los desenfrenados esponsales en su primera etapa conyugal, como las chamaquitas de mal vivir, como el alma en pena de un muerto que no fue enterrado en el panteón o como el padrote en el acto de esquilar suripantas.

—En los individuos y las cosas se han invertido las funciones. [4]

En los tantos articulejos de la Santana, publicados en el suplemento del Eligio Valencia Roque, son abundantes los ejemplos que ponen al descubierto el proceso histórico de la enajenación del hombre como sujeto que ha sido desplazado por el objeto (la realidad que se diluye en el «yo»); objetivación deformada de un mundo en el que se vive de apariencias; fenómeno de despersonalización no sólo discursiva, sino de la vida y los sentimientos (se puede regalar el alma, no así el dinero).

Y para expresar la andanada de despropósitos y demás desfiguraciones teoréticas, la supernietzscheana leidi tijuanaca arma su «weltanshauung» utilizando los recursos estilísticos y retóricos de la distorsión lingüística y la dislocación gramatical.
Así, embaulando palabras, sintagmas y enunciados que acaban en notas periodiqueras de un mismo color y sabor; luego, «evacuatio fit» en el suplemento dominguero que padrotea el gingirín del Jaime Cháidez Bonilla; y, ya en cuadro de publicación, la ñorsa Robles Santana informa (o, mejor dicho, desinforma) que «la actual situación de vulnerabilidad social y económica» y «la visible confrontación de las fracciones parlamentarias», cual si fueren peleoneras marimachas que se lían a moquetes con cuanto cabrón se ponga en frente, dejando estrellitas funestas en el aire, ojos de cotorra, labios partidos y jetas hinchadas, «han golpeado de manera significativa al sector de la cultura».

Me imagino que la hija putativa del arqui Cleofas Veloz fue la primera mona a quien ese par de gandulas (dos cholas malandrinas que, como ya dijimos, responden a los nombres de «actual situación de vulnerabilidad» y «visible confrontación»), le arrimaron tortazos, patadas y zopapos. [5]

—¡Ay, qué momentos tan graves!

El estilacho retórico y, por antonomasia, esa forma de armar un discurso sustancialmente disparatado, yuxtapuesto con costras de una lengua erigida como una inconmensurable columna y barnizada con una dorada capa de mierda, fraseología para el embrollo del sinsentido y ornamentar el crimen, promover el turismo o anunciar la llegada del besaculos. Y fraseología es la lengua que utiliza la prensa para difuminar la realidad y espantar los sucesos con clichés.

Un envilecimiento de la palabrería esponjosa que Karl Krauss, antes de que estallara la primera gran peste de 1914, combatió en solitario a la prensa, a la sociedad burguesa, al fantasmal imperio austriaco, al estilo de vida de esa época con jedor a fraseología y putrefacción moral; desenmascarando las capas más profundas de la engañifa, la mentira, la hipocresía.

«He tenido una visión terrible:
veía yo cómo un léxico de conversación iba hacia un erudito y se ponía a abrirlo y hojearlo».


De la manera en que las circunstancias, los acontecimientos y las cosas sepultan a sus protagonistas y hacedores; individuos arrejolados en su alienación, desrealizados y sustituidos por una realidad que sólo es vapor, cosa etérea, fantasmal.

Y este fenómeno de alienación lingüística y de proposiciones clichés no es privativo del discurso que expone nuestra invitada; por tanto, consideremos los siguientes enunciados, cabezales del periódico Frontera (martes 27 de marzo de 2009), y observemos que la mediación «sujeto-objeto» se verifica en los mismos términos ya expuestos; es decir, la realidad, como un objeto abstracto, disuelve al «yo», despersonalizando al sujeto y sustituyéndolo por un mundo de simples apariencias. [6]

«Cuidan hogares gasto y cambian consumo» [12-A]


«Sobrevive altar de Santa Muerte» [14-A]


«Revela escuela conflicto» [14-A]


«Sin novedad reportan cámaras» [14-A]


«Arranca festival de teatro en Tijuana» [11-B]


«Repuntan las bolsas por nuevo rescate» [16-A]


«Llegan ‘esperanzas’ a Chile» [25-A]


«Desatan camisetas repudio en Israel» [25-A]


«Arranca festival de teatro en Tijuana» [14-A]


Ahora, toda vez que la noción del antitético binomio sujeto-objeto suele ser un caldo para muchas cucharadas, procedamos a echarles mirugiada a otro birote.

[Nota: para ahondar con precisión en las cuestiones del fenómeno de las extrapolaciones semánticas, remito a los lectores interesados a los análisis que Timpamaro, Rossi-Landa, Broch, Lukács y Brecht llevan a cabo en respectivos textos].

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