lo que hace falta ante esta confusión degradante

Los problemas culturales que ocurren en la conciencia y el entorno de las clases pobres, marginadas, paupérrimas y miserables de las sociedades latinoamericanas, y en las que el grueso de la población se constituye por mestizos e indígenas, son cuestiones centrales en los —hoy de moda— estudios culturales. Y no está de más decir que dicha labor académica se disfraza como lucha literaria desde las entrañas de la burocracia político cultural. Y vaya manera de incursionar en las insensateces y los cretinismos. Fingiendo que promueven el bienestar cultural para las clases desposeídas, y abogando fórmulas y recetas totalmente erróneas, cuando no ridículas y disparatadas, olvidan la verdad artística (o sea, histórica) y en sus conclusiones no ofrecen nada que no sea una actividad “cultural” de güevonería intelectual encaminada a matar el tiempo y a desmoralizar a la plebe que quiere organizar su vida en alternancia con una evolución cultural. Futilezas y más futilezas en íntima relación con la subcultura chatarra. Esa es la lógica cultural del capitalismo tardío, como dice Fredric Jameson. Pero, como sentencia un teórico renuente a renunciar al marxismo, lo que hace falta ante esta confusión degradante, es un desafío directo al orden existente en la política y en el arte, una verdadera rendición del mundo por medio de cualquier modo formal que el artista disponga. Esto significa, en primer lugar, vencer la crisis actual que existe en la perspectiva artística.