EL «TIBIO» HUMBERTO FÉLIX BERUMEN: UN ENTENADO O HIJASTRO DE LA MENTIRA SOSPECHOSA


EL «TIBIO» HUMBERTO FÉLIX BERUMEN: UN ENTENADO O HIJASTRO DE LA MENTIRA SOSPECHOSA

El cogesor Humberto Félix Berumen se descolla contando fábulas para agraciar la investidura del poetuco Francisco Morales, dando su versión del alto valor literario de la obra de este vatillo, autor del poemario «La ciudad que recorro», gran interprete, según él, de esta ciudadela.
Y con estas palabras inicia míster HFB su texto:

«En La ciudad que recorro (1986), de Francisco Morales, el primero y único poemario dedicado íntegramente a Tijuana, la ciudad se percibe desde la sensación que resulta de su trasiego cotidiano; un poemario, asimismo, en el cual el fervor personal por Tijuana parece alcanzar su mayor intensidad lírica. Es asimismo el primer poema inequívocamente urbano y moderno de Tijuana» [Tijuana desde la poesía, suplemento «Identidad», 1743, 22 de octubre de 2006].

Más adelantito veremos porqué el don Félix Berumen se siente impulsado a escribir esos comentarios. Por tanto, conviene primero echarle oclayo a las medias verdades que contiene su alocución farolera.
Lo cierto es que la obrita del poeta Morales obedece a un mecánico azar de descripciones de cosas citadinas de este culo de San Diego. Y los poemas que contiene su «plaket» son los brotes tardíos del individualismo esquemático que aplica el autor, cada vez más empobrecido por los nuevos poetas.

—No hay que exagerar, el poeta no tiene ni el suficiente genio ni la suficiente intuición para que se le enzalce de la manera en que lo hace el don Berumen.

Tal parece que la consigna del tlacuilo de la ciudad de Tiyei y académico del Colegio de la Frontera (COLEF) es habilitarlo como todo un chinguetas. El poeta, confeccionador de «La ciudad que recorro» y de «Tijuana tango», se ha aprovechado de la indiferencia que los demás letreadores líricos tienen hacia la «ciri»; porque quienes tenían deudas de arraigo y estaban impelidos a vindicar estéticamente los fantasmas de este pueblucho fronterizo no lo hicieron, y fue, ya sea porque les valió un cacaguate el asunto o porque pelaron gallo o se piraron a la fosa mortuaria.
Y ante tal indisposición o displicencia, aparecieron los «vivillos», deseosos de meterle candela al menjurje, secundados por algunos oportunistas que ya se autoendilgaron la faena de evacuar «el fervor personal por Tijuana» a través de coplitas y estrambotes (el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Gabriel Trujillo, el Víctor Soto Ferrel, el Alfonso García Cortez, el Erasmo Katarino Yépez, el Tijuana Gringo y un longo etcétera).
Son ellos los hermanos putativos, carnalitas samaritanas grotescamente prostituidas; paladines de una literatura-fantasma, tan cercana pero, a la vez, inalcanzable.

—Taxativamente algo prohibitivo, aunque le apliquen el lema holístico niuéch: «no hay literatura, solamente literatos».

Además, en su articulejo «Tijuana desde la poesía», suplemento «Identidad», número 1743, 22 de octubre de 2006, el licenciado HFB, canjeando melcocha por melcocha, magnimiza la medianez literaria de ciertos güeyes vinculados con los menesteres de la lírica, fomentando la ilusión literaria y, mediante una alcahuetería de medias tintas, profesa honores a una pelusa de escribidores cuyos nombres trae apuntados en su listita.

—Los mismos agendados de siempre, y ya mencionados: el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Gabriel Trujillo, el Víctor Soto Ferrel, el Alfonso García Cortez y el Erasmo Katarino Yépez.

Predilección y cuchupo altanero, apriorismo pragmático que congestiona más vicios en la literatura. El pretexto es el tema de la lírica dedicada a la ciudadela-rancho, pero en su trasfondo yace la simbólica mancebía entre el halago, la pleitesía y la panegírica comparsa del «ayúdame-que-yo-después-te-hago-el-paro»; del «tú-me-aplaudes-yo-te-aplaudo».

—Y cómo no lo va a hacer el profe Humberto Félix Berumen, si el batillo es miembrillo de la «Comisión Técnica del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora», junto con una parvada de cretinos y buenosparanada de la catadura del Daniel Serrano, el Sergio Rommel Alfonso Guzmán, el Roberto Rosique, el Manuel Bojórkez, el Rafael Saavedra y la Elizabeth Algrávez.

Y, pues el batillo, tácitamente, debe comportarse según los cánones del oficialismo culturero y estar presto, cuando la ocasión lo amerite, a demagogiar y enhebrar las patrañas que sean pertinentes.

—Circunstancia, entre otras, que condiciona a don Humberto Félix a escribir de manera sofística y retorcida; a suscitar fervores de simpatía convenenciera en favor de su cuadrilla de literatos y hacerse cómplice de la nefasta política cultural para asegurarse la chuleta y el candelabro.

Los objetivos son muy precisos: transformar la ideología en ilusión, especie de desdoblamiento político para la adquisición de estatus por las rutas del «ascetismo estético». La fecunda continuidad del abstraccionismo escolástico como basamento de una crítica limitada y pusilánime.

—Y ¿su pasado comunistoide?
—Ah, ése sólo es un dato prexistente del arrugado pretérito que su memoria proustiana, a duras penas, recuerda. Erráticos ardores juveniles de bolcheviques arrepentidos y marxianos coptados por la dorada estirpe que gobierna el «Paraisodelanada».

Más que un texto de análisis concienzudo, el articulejo del profesor Berumen es un pretexto para sacar la pandereta, los confetis, las «urras» y los aplausos —y de forma «viapís»— para sus ponderados cofrades. El propósito primordial no es traer a colación el tema de la ciudad, sino los aditamentos subjetivos del elenco enlistado en su miniensayito.

—Al tiquitaca, de lo que se trata es de amarrarse a Juanita en la fiesta y no hacer buracos.

Y, en cuanto a la contribución histórico-literaria ¿qué hay de eso? Pues, sin ser muy grosero, despreciativo e insultante, diré que son datos de su programa, «engagement» que disloca la paradoja en el acto escritural, o sea, «desmitificar» «mitificando», que significa rumiar sin la voluntad de superar las antinomias y la exhibición de méritos.

El crítico es un escritor que habla de otro escritor (claro, de su altar literario), asumiendo un compromiso ambiguo y desfigurado, tamizado de cautelas para no lesionar los egos e intereses de los pichones y palomas que surcan los cielos de la burocracia estatal y del empresariado cultural.

—Y en cuanto al otro monito, men?

La poética del Pancho Morales, pura pasión cultural de espíritu libresco, se encuentra muy lejos de marcar hitos de agudeza crítica porque su talante estética cumple una función «heurística» que se engendra con el solemne propósito de gambetear las divisas del oficialismo cultural que promueve la literatura como cuquería de mecenazgo, el buen nombre y la impoluta fama.
En rigor, culminación lógica de la ilustración revertida, o dicho de otra manera: cuadrarse en un estilo, más o menos insulso, para generarse ventajas como poeta cortesano que ha aprendido a rizar el cristal de los lagos en las buenas ordenanzas.

—Y tan eficaces que, si se aplican al pie de la letra, hasta los perros aprenden a bailar, las gallinas a silbar, los gatos a cantar y los pericos a dar la hora.

Y, en efecto, el citado hombre de letras forma parte de los «eméritos» que no desdeñan los honores literarios y tampoco los estímulos que, en especie o firula, otorgan los meneadores de la cosa pública por vía del oficialismo cultural.

—Y, ante tal objeto de apetencias y deseos, no hay manera de decir ¡nogales!

Entonces, viendo el muerto y soltando el llanto; y, como dijera el Gonzalo Rojas, no hay puta que no diga palabras del tamaño de esa complacencia. Así opera la construcción del consenso y la funcionalidad piramidal en la política de cultura; dinámica de institucionalización para los plácemes en los nuevos posicionamientos ideológicos.

—Muchos agraciados afirman que no hay manera de escapar a tal conversión (todo sea por matar al monstruo desde sus entrañas, jeje), en el que se perjura el canon de lo permitido y el valor polisémico de las palabras.

Para no dar pauta a malos entendidos, no siempre habrá lugar para todos —becarios, premiados, adeptos de capilla— es un espacio de excepción, un segundo nivel en la cultura urbana y con nuevo formato en sus viejos contenidos. Cultura tradicional incorporada a la cultura del espectáculo, una suerte de perfección tecnológica para nuestra intuición superyóica.

—Ni un paso atrás, el pasado es el pasado; no lo toquen más. Nuevo apotegma de amplitud de criterios.
—¿Quieres hablar? Todo esta permitido. Hablemos de sexo, de putas…

No hay más sujeción que la libertad. Pero, aclaremos, no hay cabida para todos, la estafeta, la concesión y el incentivo son para la clase media ilustrada. Para la muchedumbre la nota roja, para los creadores el refinado esteticismo.

—Si eres del pueblo no eres nadie; no vales; nadie te pela.
—Ay, pero eso nosotros somos diferentes a la mayoría.

Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporciona sus instrumentos teóricos y recursos retóricos para un mejor proveer, sin causa de resquemor, diatriba o reproche; sin anatema despreciativo o rebeldía desbocada.

—Pues, una vez timado, acomodado, apapachado, aleccionado, escindido de sus convicciones, cauterizado en su radicalismo y reconciliado con el «estatuskú», el men, como buen hijo de la perezosa ciudad, adopta entonces un airecito de unción y bobería como el que refleja un ángel de retablo.

Ya lo dijo Adorno: ni el arte ni literatura pueden ser terrenos neutros.

«Pobres débiles criaturas, ¡cuán cobarde y traidoramente se les seduce!» [cantaba Mefistófeles a Fausto].

Todo depende de las adhesiones y rechazos viscerales. Primero van los genios del espectáculo cultural, después, ya veremos quién mama el pito como condición «sine qua non» para que le publiquen su seudo, cuasi, semi, meta, proto o anti... poema, en un libro de edicion tramposa y excluyente que ni siquiera alcanza a disipar o eludir las lacras politiqueras del cuchupo y apalabre.

Entradas más populares de este blog

DOSSIER CARLOS LÓPEZ DZUR [TROZOS POÉTICOS]

«NUESTRA CAMA ES DE FLORES» O EL AGUACHIRLE SENTIMENTAL CLASEMEDIERO

EVA JORDÁ O EL RE-SENTIMIENTO DE UNA POESÍA QUE SE TRASMUTA EN ANTIPOESÍA