GABRIEL TRUJILLO CAMBIA LA LITERATURA POR EL APLAUDÍMETRO


GABRIEL TRUJILLO CAMBIA LA LITERATURA POR EL APLAUDÍMETRO

En el ejemplar 453 del semanario esotéricoseudoliterario «Bitácora», correspondiente al 28 de septiembre de 2005, apareció publicado en la página tres un ensayito del chamán de las letras chicalenses, o séase, del doctor Gabriel Trujillo Muñoz, titulado «Los datos duros de la cultura mexicalense». El cabezal del articulejo maquilado por míster Gabriel parece que anuncia un grandioso acontecimiento en la historia de la cultura regional; pero una vez que nos adentramos en su lectura nos damos cuenta que el autor ha sobrevalorado los aspectos con un blof escritural; tal vez influido por las simpatías que le guarda a dos julanas de nombres Luz María y Lupe, ambas de apellidos Ortega, académicas ostionas, adscritas a la facultad de ciencias humanas —todas las ciencias son humanas, joder—, y al Instituto de Investigaciones Sociales de la UABC; respectivamente.
Pues, estas dos rucas, según palabrea Trujillo, «han decidido explorar, con datos cuantificables y en un contexto periférico, el consumo de bienes culturales en sectores populares de la urbe en que viven y trabajan: Mexicali, ciudad fronteriza y capital del estado de Baja California. Y han bautizado a tal investigación con el sugestivo titulo de Donde empieza la carne asada, como una forma irónica de exponer que los habitantes del norte de México, ese territorio también conocido como aridoamérica, carecen, según la frase acuñada por José Vasconcelos, de una cultura tan sofisticada y profunda como la del altiplano central, pleno de pirámides prehispánicas y palacios coloniales, de cocina ricamente sazonada y proyectos artísticos al por mayor» [Gabriel Trujillo Muñoz, Los datos duros de la cultura mexicalense].
El Virgilio de las letras del desierto cachanillesco casi nos dice que las ñoras de marras, depositarias de sus porras, y que han parido un chirajo, resultado de sus “exploraciones”, en el que revelan —casi casi como primicia— una cruda verdad que nadie antes había expurgado en los lares terregosos de Chicali.
Guachen:

«Luz María y Guadalupe Ortega Villa decidieron poner a prueba este mito tenaz que tiene su contraparte moderna en que Mexicali no es sólo una ciudad norteña sino una metrópoli fronteriza. Y fronteriza es, en el imaginario nacional, un lugar de paso, un trampolín hacia el paraíso de los dólares y la diversión garantizada que son los Estados Unidos de América (sic).
No tengo dudas de que Luz María y Guadalupe Ortega Villa en la calle, recorriendo las colonias populares de la ciudad o en sus respectivos cubículos universitarios, no han perdido de vista que para que una comunidad crezca y progrese en todos los ámbitos de su quehacer social requiere tener acceso a los bienes, servicios y actividades culturales que estimulen tal desarrollo comunal. Y es aquí donde ambas autoras reconocen la brecha existente entre los sectores populares y aquellos otros que poseen capital económico y político (resic).
Como muy pocas investigaciones regionales que se llevan a cabo en la actualidad, el trabajo de Luz María y Guadalupe Ortega Villa es una señal de alarma ante una radiografía que no oculta nuestras malformaciones y enfermedades (recontrasic)» [Gabriel Trujillo Muñoz, Los datos duros de la cultura mexicalense].

Nada más hay que decirle una cosa al bacalao chicalense: que todo el titipuchal de datos cuantificables —todos los datos son cuantificables— son simples camellitos de rutina escolar que pasan por jales fastuosos y que antes de anteantier ya les había caído el juanete y el velacho. Es decir, tipología de «loci comunnes» y tan repetidas como la borrachera de un dipsómano. Y de ello hay constancia en abundantes pápiros, fanzines, libracos y hojas polvorientas, sin interés para la morrada de la generación de los efectos especiales y para los analfabetos funcionales, nacidos en la era del Chavo del ocho.

Entradas más populares de este blog

DOSSIER CARLOS LÓPEZ DZUR [TROZOS POÉTICOS]

«NUESTRA CAMA ES DE FLORES» O EL AGUACHIRLE SENTIMENTAL CLASEMEDIERO

EVA JORDÁ O EL RE-SENTIMIENTO DE UNA POESÍA QUE SE TRASMUTA EN ANTIPOESÍA