«NUESTRA CAMA ES DE FLORES» O EL AGUACHIRLE SENTIMENTAL CLASEMEDIERO


NUESTRA CAMA ES DE FLORES
O EL AGUACHIRLE SENTIMENTAL CLASEMEDIERO

«Es el no importa cómo escribas,
lo que importa es lo que digas.
Tú tira tu rollo, que al final de cuentas
todos los rollos vienen a ser lo mismo.
No te preocupes por trabajar tu lenguaje poético
(qué chingados es eso),
sino por estar en el lado correcto de la historia»

Gabriel Trujillo Muñoz

PRIMERA DE VEINTITANTAS PARTES

Autoras: Diversas poetas, protopoetas y seudopoetas afincadas en la Baja California
Título: Nuestra cama es de flores. Our bed is made of flowers.
Editor: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y Centro Cultural Tijuana
Lugar: Tijuana, Baja California, 2007
Número de páginas: 118
Precio: 130 pesos o 12.70 bacs


CAMA DE FLÁGÜERS O PURO PRODUCTO PARA CABALLEROS


Siguiendo la tradición del mecenazgo institucional y el apalabre de los forúnculos y capillas tertuleras, en el mes de octubre de 2007, con motivo —o por motivo— del cuarto de siglo de existencia del Centro Cultural Tijuana (CECUT), y bajo el auspicio firulero del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), salió a flote, en edición bilingüe, un libraco de antología poética mujeril, cursimente intitulado «Nuestra cama es de flores. Our bed is made of flowers».
Así lo anunciaba en su vitrina bloguera uno de los principales merolicos y publirrelacionistas que tiene a su cargo el CECUT.

«Dentro de las celebraciones por el 25 aniversario del CECUT se presentará la antología de poesía erótica femenina Nuestra cama es de flores. Our bed is made of flowers. El evento contará con la presencia de algunas de las escritoras antologadas (Ruth Vargas Leyva, Karina Vázquez, Miryam Ruiz, Elizabeth Algrávez, Lorena Cienfuegos, Elizabeth Cazessus), así como los traductores Francisco Bustos, Alfonso García Cortez, Dinorah Guadiana-Costa, Olga Gutiérrez, Luisa Elena Ruiz Pulido, Daniel Charles Thomas y el compilador y escritor Roberto Castillo. Jueves 25 de octubre a las 7 p.m. @ Sala de Usos Múltiples del Cecut, entrada libre» [Rafa Saavedra, crossfader.blogspot.com].

Apretujadas, en un grosor de 118 páginas, se dan cita en el libraco que capitanea su antologador, Roberto Castillo Udiarte, cuarentaidós madmuaselas, siendo éstas, y por orden de aparición:

Gloria Ortiz, Esalí, María Edma Gómez, Ruth Vargas Leyva, Ana María Fernández, Delia Valdivia, Rosina Conde, Ivonne Arballo, Chuyita Yuriar, Aglae Margalli, Martha Edna Castillo, Mara Longoria, Elizabeth Cazessús, Floridalma Alfonzo, Matilde López, Gloria Arenal, Alma Delia Martínez, Flora Calderón, Adriana Sing, Guadalupe Esparza, Paulina de la Cueva, Rosa Espinoza, Isabel Velázquez, Karina Vázquez, Elizabeth Villa, Alejandra Rioseco, Elizabeth Algrávez, Bibi Padilla, Dulce Selene García, Amaranta Caballero, Abril Castro, Elizabeth Sobarzo, Violeta Villavicencio, Brenda Yáñez, Paula Elena Castillo Hurtado, Paty Blake, Elizabeth Salcedo, Diana Licéaga, Miryam Ruiz, Mariana Martínez, Margarita Valencia Triana y Lorena Cienfuegos.

Por lo que se avizora, quienes participan en el broli de poemas compilados por el “jesuita” Luperco Castillo, en su mayoría y entre las cuales hay algunas ya muy tostoneadas en el menjurje literario, son las exintegrantes de la mafia —ya dispersa— del taller de literatura de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), tanto de Chicali como de Tijuana [verbigracia: la Esalí (Tlaquepaque, Jalisco, 1944) la María Edma Gómez (Ciudad de México, 1945), la Ruth Vargas Leyva (Culiacán, Sinaloa, 1946), la Delia Valdivia (Mexicali, B.C, 1953), la Rosina Conde (Mexicali, B.C, 1954), la Aglae Margalli (Villahermosa, Tabasco, 1957), la Mara Longoria (Mexicali, B.C., 1959), la Matilde López (Ciudad de México, 1963), la Alejandra Rioseco (Mexicali, B.C., 1970) y la Paula Elena Castillo Hurtado (Mexicali, B.C., 1978); las secundan las «fresitas de la Ibero» y «luditas guaveceras» que se equivocaron de perrera [verbigracia: la Adriana Sing (Mexicali, B.C., 1967), la Karina Vázquez, la Paty Blake (Ciudad Obregón, Sonora, 1978), la Lorena Cienfuegos (Ciudad de México, 1981), la Dulce Selene García, la Mariana Martínez, y hasta presuntuosas dizque poetas «visuales» [Bibi Padilla (Tjuana, B.C., 1974). Se incrustan textos de rucailas que solamente sus madres y matacuaces saben de sus estornudos [verbigracia: la Ana María Fernández, la Chuyita Yuriar, la Martha Edna Castillo, la Floridalma Alfonzo, la Gloria Arenal, la Guadalupe Esparza, la Paulina de la Cueva, la Rosa Espinoza, la Isabel Velázquez, la Elizabeth Sobarzo, la Elizabeth Salcedo, la Violeta Villavicencio y la Brenda Yáñez). Asimismo, aparecen poemitas de algunas jainas desvalagadas pero con buena trayectoria literaria (la Elizabeth Villa), miembrillas de conventillos cultureros [la Elizabeth Cazessús (Tijuana, B.C., 1960), la Alma Delia Martínez (Tijuana, B.C., 1967)] o minas enchufadas al presupuesto estatista cultural [verbigracia: la Flora Calderón (Ciudad de México, 1967), la Elizabeth Algrávez (Mexicali, B.C., 1970)]. Por otra parte, pero en la misma secuencia, y de acuerdo con los nombres y poemas que apuntala en su mechoncitos de letras don Luperco Castillo Udiarte, nos enteramos que algunas féminas ya entregaron pantaletas en el «Masayá» [verbigracia: la Gloria Ortiz (Manzanillo, Colima, 1943-Ensenada, B.C., 1994). Dos tres más, de la noche a la mañana, se volvieron poetas [verbigracia: la Delia Valdivia (periodista y socióloga), la Ivonne Arballo (crítica de arte), la Amaranta Caballero (Guanajuato, Guanajuato, 1973), la Abril Castro (Tijuana, B.C., 1976) y la Margarita Valencia Triana (Tijuana, B.C., 1980).

—Ni las más vetarras se comparan, en calidad estética, con doña Margarita Rocanrolo, ni las más morras con poetas jovencitas y chacalonas como la Paula Peyseré o la Lupita Muro. Por nombrar tres boluditas de la tierra de Jorge Luis Borges.
—Pero las minas su luchita le hacen.
—Ansina es.

Como el producto que nos entrega míster Luperco está requetesabroso, pues ha llegado la hora de despellejar a cada una de las poetas, protopoetas y seudopoetas que engalanan el libraco «Nuestra cama es de flores. Our bed is made of flowers».

Nota: Remitiré sólo a referencias de mis «Vertederos de cretinadas» a aquellas madmuaselas de quienes ya me he ocupado en tiempos pretéritos. Pero antes vayamos a ver qué nos informa el «compilador» acerca de su broli.

—Ya estás peinado patrás.



EL PROLOGUITO O EL GUARACHE ANTES DE ESPINARSE

Muy cacicona es la nota introductoria que don Luperco Castillo ofrece a manera de prologo en la obrita que regentea.

—Ha de haber andado muy apresurado por irse a echar unas cubas el batillo.

«Si bien existen apenas unas décadas de escritura femenina en Baja California, por lo demás nada abundante, la de tema amoroso lo es menos. Por otra parte, la crítica regional casi siempre se ha ensañado contra ellas utilizando los siguientes argumentos: falta de oficio, demasiado realismo, ausencia de metáforas, feminismo resentido, escritura atrabancada, etcétera» [detengamos aquí por un momentito].

—¿Pero que se trae míster Castillo? Parece un autista. Sería bueno que nos aclarara contra quiénes, específicamente, se ha ensañado la «crítica regional», pues solamente el bato dice: «contra ellas», cuando, si bien es cierto, está refiriéndose a las «décadas de escritura femenina». Ahora, en cuanto a la «falta de oficio, demasiado realismo, ausencia de metáforas, feminismo resentido, escritura atrabancada», pues estas peculiaridades no son argumentos sino características o rasgos propios de las poetas y poetillas antologadas.

—Y ya entrados en gastos, estaría bien que nos dijera también quién es esa señora llamada la «crítica regional». Joder.

Continuemos repasando el prologuillo (pero ahora meteré entre corchetes los comentarios que sean pertinentes o impertinentes, según sea el caso):

«Frente a este panorama» [¿cuál panorama, don Luperco?] «llegó la oportunidad de trabajar este libro que, literariamente» [glup], «fue un placer realizar» [bueno, con un prólogo así, pues quién no]; «los requisitos fueron que los textos ya hubieran sido publicados en formato de antología, libro, revista o periódico» [uhhh, pues así que a toda madre; más peladita no se puede la cosa; muy ad-hoc pa la güevonitis aguda], «y que no fueran inéditos ni publicados en páginas virtuales» [¡cataplop!].

—Don Luperco ni de chiste da las razones de tales exigencias.

El prologuín termina con dos parrafitos igual de mamones que los ya transcritos. Así que mejor que aquí muera la cosa.

Continuará

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