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Para mí, no saber escribir es como no saber afeitarse o no saber planchar una camisa.

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Para mí, no saber escribir es c omo no saber afeitarse o no saber planchar una camisa.

una vieja ajada que brilla como reina

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¿Dónde está el diagnostico de la miseria? se invita a la familia a acampar en el cielo un soporte inactivo de reivindicación vicaria también los escritores imaginan que tienen muchos lectores vaya generosidad de aquellos que prefieren ponerse en cuclillas para que les dejen surcos de semen por los orificios corporales vitrina de la represión patriarcal rebelarse es a veces hundirse más en el cieno la producción de emociones lúbricas desde el seno familiar la maledicencia hacia el padre puede ser muy fuerte proyecto de malograda eucaristía en el estrato de los perros rastreros sólo la coliflor es un mar vegetal —decía Chesterton la única manera de perfeccionar la vida es muriéndose y una vieja ajada que brilla como reina le pregunta su hijo ¿te llenaste? ¿o te guiso un huevito?•

convicciones, anhelos, frustraciones, odios, emociones, miedos y angustia

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El ser humano requiere de un discurso como expresión de su conciencia, es decir, de un lenguaje que nos traiciona y se vuelve cómplice de nuestros enemigos. El lenguaje, siendo lo más íntimo y cercano a nosotros, al ser expresado nos abandona y transformado en discurso ya no nos pertenece. Nuestras palabras son la mejor arma que un enemigo puede usar en contra de nosotros. Nos damos a conocer por medio de la palabra, lo que permite saber de cuál patea cojeamos; medir fuerza y temperamento, y prever qué posibilidades existen para un triunfo o una derrota. La palabra siempre guarda un sentido, aun siendo incoherente exige interpretación; es un resultado de lo que somos, una dispersión de nuestra existencia, es parte de la vida. Las palabras son una huella de nuestras convicciones, anhelos, frustraciones, odios, emociones, miedos y angustias. Revelan los secretos más recónditos. La única manera de evadirse de ellas es a través de la muerte, pero esa ruptura de nada sirve porque ell

las encomiendas dicta la máquina mediatizadora

¿Qué pasa con los políticos? Pues ahora son mercaderes, y éstos, políticos. Qué tiempos los de antaño. Ahora los que mandan no se saben comportar decentemente, ni siquiera al hablar o escribir. Pero su discurso funciona bien, copta a millones de despistados y los envuelve en su telaraña mediática. Su ideología opera fusionando el binomio aliado-vasallo, borrando las fronteras entre el uno y el otro con un engañoso diálogo que permite mantener bajo dominio a la borregada, al rebaño silencioso solamente sigue las instrucciones. Esos huérfanos de conocimiento, a quienes no les queda más recurso que abrazar el orden establecido y seguir las encomiendas que les dicta la máquina mediatizadora.

Qué iluso Walter Benjamin

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No es un ninguna exageración, los bienes inmateriales que se producen con acelerada velocidad en la sociedad post-industrial deben ser fiscalizados para asegurar la adaptación social y el proceso de aculturamiento, donde un criminal de guerra, gracias a la manipulación ideológica, se transforma de la noche a la mañana en un ídolo de las masas; donde una pandilla de corruptos brilla como representante de la democracia y portavoz de las buenas costumbres y los valores morales. Los medios son fuente de purificación y metamorfosis de intereses mezquinos y pregonan falsamente ideales de justicia social ahuecada. La inmaculación la determina la publicidad, acepción grotesca de la posmodernidad. Hoy puedo ser empleado de banco y mañana un gran artista. Dos realidades perfectamente combinadas y casi imposibles de distinguirse: el mundo fenomenológico y la realidad virtual, el mundo de los sentidos y la ilusión cibernética carecen de líneas divisorias. Una existencia asimétrica, la alegr

La estética oficial de los frutos podridos

La engañifada de que los esquemas ideológicos se han derrumbado para adaptarse a las reglas del juego. Lo que ha habido es un cambio de maquillaje para ocultar las viejas manchas… La estética oficial de los frutos podridos. Vaya pifia en un mundo de buti tontoculos...