Qué iluso Walter Benjamin
No es un ninguna exageración, los bienes
inmateriales que se producen con acelerada velocidad en la sociedad
post-industrial deben ser fiscalizados para asegurar la adaptación social y el
proceso de aculturamiento, donde un criminal de guerra, gracias a la
manipulación ideológica, se transforma de la noche a la mañana en un ídolo de
las masas; donde una pandilla de corruptos brilla como representante de la democracia
y portavoz de las buenas costumbres y los valores morales. Los medios son
fuente de purificación y metamorfosis de intereses mezquinos y pregonan
falsamente ideales de justicia social ahuecada. La inmaculación la determina la
publicidad, acepción grotesca de la posmodernidad. Hoy puedo ser empleado de
banco y mañana un gran artista. Dos realidades perfectamente combinadas y casi
imposibles de distinguirse: el mundo fenomenológico y la realidad virtual, el
mundo de los sentidos y la ilusión cibernética carecen de líneas divisorias.
Una existencia asimétrica, la alegría y la tristeza metidas en un solo paquete
para que nadie sienta la diferencia y confunda el placer mundano con la
felicidad. El verbomotor del discurso y la representación de la imagen suelen
ser rápidas, fugaces. La tragedia de hoy mañana se olvida. la información llega
fragmentada, en pedazos, para impedir la anagnorisis (transformación de la
ignorancia en conocimiento). La velocidad y fragmentación del discurso tienen
su razón de ser: creer que se emprende una carrera en búsqueda de la verdad,
cuando la única meta es llegar a concebir la mentira como si fuera la verdad
misma.
Qué iluso Walter Benjamin cuando propuso una crítica
a los medios para quitarles el poder de manipulación. En fin, eso fue parte de
las elucubraciones de la teoría crítica o la ciencia melancólica.