12 de julio de 2012

IDEM O ALGO ASÍ COMO EL CHARKITO / por LUPS MEZZ


[UNA BIOGRAFÍA NOVELADA DEL  CHARCOMEN]

 por LUPS MEZZ


En la universidad, conté con el privilegio de haber compartido  el aula con el cerebro más maravilloso que haya conocido nunca; extraordinaria memoria, capacidad de análisis,  elocuencia y sobre todo disposición actoral que absorbía  la atención absoluta de los interlocutores. Podía pasar horas escuchando,  sus temas eran  de  interés innovador, parecía que  las conversaciones abordadas tenían un halo de misticismo, aderezado con aires de cientificidad. Siempre me quedaba con la sensación de que mi historia  de  vida era su inspiración.  Anhelaba los días de clase para escucharlo  al tiempo de percibir un estado hipnótico aunado  con ese letargo de incredulidad que me embargaba. Cuando lo escuchaba siempre me repetía con admiración la elocuencia de ese individuo para narrar lo incognoscible y armar historias de leyenda con la certeza de haberlas vivido.

Un buen día le dije - ¿cómo vez Charquito, me autorizas a narrar tus vivencias? Hazlo me dijo-  Yo  puedo escribir cualquier cosa menos  narrar mi vida - órale le conteste –  tendrás que firmar la autorización para  evitar  demandas en el futuro.

Pasaban los días y una vorágine de  actividades fuera de programa absorbían mi tiempo y la promesa regalada al Charquito, estaba sin cumplir. Como empezar esta historia, era mi preocupación, pensé en darle claridad, orden y por supuesto  dar el primer  paso. Un buen día amanecí con gran entusiasmo  pensé que había llegado el momento de iniciar la narración de esta historia contada por el Charquito pare por darle sentido al apodo que  se autoimpuso. Cuando más conocía su historia más comprendía porque su afamada identidad CHARKITO.BLOGSPOT.COM.


Las historias contadas por Charquito se cuentan por cientos, cada una  tiene, su propia propuesta ubicada en espacio y tiempo.  Cuenta  Charquito que él  siempre ha sido muy perseguido por los seres surrealistas, o tal vez me dijo, de ultratumba- no lo recuerdo de cierto, pero en esencia la historia tiene sus altas y bajas...  Él era un asiduo deportista, y en el campo de alto rendimiento  donde  él y otras personas coincidían en su deporte favorito, correr.

La vanidad del Charquito era extrema, sus tiempos de tener un cuerpo atlético y su juventud preciada ya estaban lejos, sin embargo se aferraba a conservar sus dotes de galán; lo mismo recordaba a sus innumerables aventuras amorosas, como también su incursión en el mundo de la actuación, aunque esta solo haya sido por breve tiempo. Fueron los dólares quienes lo mantuvieron vigente en la industria de cine pornográfico, disfrutaba los dones de la vida, así como el placer de gastar  indiscriminadamente sus  bien ganados billetes verdes.


El correr todos los días, indistintamente del horario que le permitiera su apretada agenda, siempre era un placer estar solo con sus recuerdos. Fue así cuando en una mañana nebulosa corría, como era su costumbre iba ensimismado con   sus recuerdos, lo único legitimo que tenia, y que  defendía para  sí, sin lugar a dudas  eran  aquellos nostálgicos tiempos idos;  daban  sentido a  su existencia, eran su fiel compañía  en los momentos más obscuros de monotonía.  La vida dura que había llevado,  la diplomacia natural y su refinada cultura habían hecho de él un exitoso ejecutivo.  El mantenerse esbelto, guapo y joven era una liturgia que   practicaba con ahínco, su profesión  lo  ameritaba.
Esa mañana  fue un día  muy  especial, sus compañeros fieles y fortuitos no estaban a su lado, fue   extraño, para él  - sin embargo no se desmotivo, continuo corriendo, como era su costumbre.

Cuando había corrido quince kilómetros, consulto la hora en su inseparable reloj de oro, que aun conservaba de aquellos tiempos de bonanza, cuando el actuar en películas no aptas para menores le había dejado una mansión y mucho placer;  que aún ahora después de tanto tiempo, el recuerdo  de los momentos vividos dejaba una placentera sonrisa en su rostro.  Respiró profundamente, cuenta el Charquito, -y prosiguió su carrera,  20 kilómetros  era la meta siempre  cumplida y  ahora no seria la excepción. 


Vio a lo lejos un bulto que corría en sentido contrario a él y pensó- este debe de ser nuevo por aquí, aún no sabe que para estar en armonía con el universo y alcanzar la plenitud, debe correr siguiendo el sentido de las manecillas del reloj. Los que ejercitaba en ese parque lo sabían tal vez porque alguien se los dijo o solo era sentido común; el inicio de la carrera tenía una pendiente de inclinación que favorecía a todos aquellos que aún no  contaban con la energía requerida. Sus pupilentes se habían quedado en casa, la neblina no ayudaba mucho y esa figura humana tampoco le iba a intimidar. Su trote se hizo más persistente, y levantó su mano derecha para regalar  un saludo a tan inesperado deportista.


—Hola ¿cómo va el día?


No tuvo que esperar la contestación, para cuando su piel se le puso chinita y un frio corrió todo su cuerpo, el tiempo se detuvo, la vista se nublo y en su garganta se ahogó un grito desesperado. Ante su vista estaba un ser antropomorfo, ¿Era un puerco? ¿Era una mujer?, eso no importaba, la sensación de estar frente a lo incognoscible aturdió sus sentidos y los segundos se volvieron minutos y los minutos se volvieron horas. Cuando pensó que enloquecía,  pego un grito aterrador, trato de correr sus piernas no lo obedecieron. Ese ser sacado de una película de  terror amenazante con una gran  espada gótica, la hizo  pasar por el suelo, que al rosar con el granito, destellaba chispas como si una grotesca luz de bengala  se incendiara amenazando con devorarlo.  Veía con terror que las chispas golpeaban su cuerpo y el dolor acentuaba su desesperación.

Por su mente pasaron pensamientos que rayaron en la angustia y la desolación tenia que encontrar respuesta y pronto ante tal situación. De pronto las luces se apagaron, el rostro más  grotesco nunca antes visto, se abalanzó hacia  él,  las taquicardias casi lo matan, solo lo mantuvo  en pie las ansias de  vida. Luchaba contra ese  personaje  al cual golpeaba con todas sus fuerzas,   a ese ser movedizo,  sin acertar darle ni un solo golpe. Acrecentaba  su desolación, opto por gritar pidiendo ayuda, el pánico había hecho presa de él.   La vista se nubló.


El Charquito despertó en un cuarto de paredes blancas, su desorientación paso de golpe, al darse cuenta de que estaba postrado en una cama de hospital. Busco el rostro de alguien conocido, a distancia prudente se encontraba una enfermera, esta al percatarse de que había vuelto en si acudió en su ayuda para reclinarlo y adecuar su postura.


—¿Cómo se siente? –preguntó la enfermera.
—¡Bien¡ contestó - eso creo.   
—¿Qué sucedió porqué estoy aquí?, preguntó  


E, inquisitivamente- la enfermera continuó su labor y sólo atinó a decir:


-—En unos minutos estará aquí su médico tratante- ¡espere por favor¡ él dará respuesta a sus preguntas.


El médico atendió al  Charquito, después de ese momento, fue un ir y venir del hospital  a los laboratorios, para realizarle una serie de estudios  con tecnología de punta a fin de  corroborar el diagnóstico. El caso clínico del Charquito creo expectación y desconcierto, fue motivo de juntas médicas y consultorías externas. Simplemente el diagnóstico era incierto. Por momentos  dudo si estaba recibiendo atención médica o era presa de una conspiración policiaca. Repetía una y otra vez lo sucedido, lo más apegado a la realidad o al menos a sus recuerdos.


Después de dos meses de ajetreo, el médico tratante le informó al Charquito que debería someterse a una intervención  quirúrgica, lobotomía tal vez así me dijo- a la brevedad posible. Se realizaron los trámites y permisos del seguro medico, correspondientes y se procedió a realizar la operación directamente al cerebro, a decir verdad, fue intervenido de manera directa el cerebelo.
Al abandonar el hospital se le entregó  al Charquito, un frasco con un pedazo de cerebelo que se le extirpo, que ha decir del  médico, era lo que le sobraba y al no caber en la cavidad  del cerebelo ocasionaba que tuviera esos episodios de esquizofrenia.  Él  se  fue feliz  a casa, recuperado, descansado y convencido de que esa pesadilla pertenecía al pasado.


Las primeras noches durmió con la placidez  propia de un niño, como aquel que tiene a sus pies la gloria celestial.


—¡Ya la hice¡  -pensó para sí.
Pasaron algunos días y le empezaron a perseguir sombras que pasaban con gran rapidez ante su vista, solo veía eso ¡sombras¡  Al principio no le dio mucha importancia, al pasar de los días, empezó a soñar al mismo personaje siniestro causándole tanto o más pánico. En reiteradas ocasiones despertó bañado en sudor, dando gritos y realizando movimientos corporales que parecían forcejeos  con algo invisible.


Al principio, no le dio importancia pensó que pasaría pronto. Asistió al médico tratante, y ordeno se le practicaran otra pila de estudios clínicos para verificar  o descartar la reincidencia de su padecimiento. Los meses transcurrieron, los estudios iban y venían,  y los desconcertados  galenos, solo movían la cabeza,  se veían  unos a otros con implícita frustración. La  vida seguía su curso y el Charquito cada vez más desmejorado.  El impacto se reflejaba  en su vida laboral,  sus ausencias   se habían traducido en una merma salarial y en una acentuada molestia para sus jefes por los frecuentes permisos, que había precisado su enfermedad.


Cansado de tanto intento fallido empezó a indagar por su cuenta, compro un sinfín de libros, relacionados con la activación de la energía, las chacras, las filosofías  orientales  y no quedo ningún libro hebreo que no hubiese sido leído por él. En su desesperación algún amigo afligido por su situación le presto libros sobre la cábala, el cual fue la antesala para llegar a los libros esotéricos.  Para evitar ser molestado por sus demonios,  leía hasta  altas horas de la noche y en mas de alguna ocasión, los rayos matinales saludaron su maltrecho levantar.

—Esto  vale la pena  -pensó el Charquito- si el leer ayuda a mejorar mi calidad de vida  o al menos  ayuda a olvidar.

Nada funcionaba su pobreza iba en aumento, gastaba en comprar libros, luego en adquirir todos los ingredientes de los rituales recomendados, nada le daba resultado. Pasaba el tiempo y  aumentaba su desesperación.


Un buen día, su jefe le dijo- mira este libro lo compre dos veces por error, te regalo uno, ojala te sirva.  El libro era de alquimia: “Los doce alquimistas mas sobresalientes de la Edad Media”  y al llegar a su casa lo dejo en ningún lado, el libro quedo olvidado por  meses.

Charquito, estaba ojeroso, su rostro cada vez más demacrado, su trastorno de sueño había hecho mella en él. Su frustración había mermado su fe en la ciencia y la  terapia  psicológica había sido  infructuosa, realmente se sentía solo.  Paso varios días, postrado en cama, sus energías se habían  agotado de tantas deudas de sueño y  la alimentación  precaria.   Sus compañeros de trabajo habían consumido  sus recursos al tratar de ayudarlo sin obtener resultados; ahora solo tenía en su alma la sensación de orfandad. En eso estaba cuando fijo su vista en el libro de  alquimia, obsequio de su jefe, estiro el brazo para alcanzarlo, muy a su pesar lo empezó a leer, y  dijo para si- total he leído tantos, uno más no importa. Con la salud tan deficiente leyó  por ratos,  con marcado interés.


Continuaba viendo con frecuencia al personaje escalofriante, que no por mucho verlo había mermado su  pavor  extremo.  Su  situación empezó a empeorar,  al  empezar  a somatizar con alucinaciones auditivas.  Escuchaba  ruidos bien localizados, que lo despertaban con toda rapidez, presa del  irreflexivo miedo que calaba hasta los huesos. Un día como tantos, despertó malhumorado, irascible, y envalentonado. Estaba decidido a acabar con esa situación lo más pronto posible, o la situación  acabaría con él.


Pensó en todas las virtudes que él tenia, sus estudios profesionales, vio colgados  en la pared, docenas de títulos honoris causa, y reconocimientos  que el gobierno de la ciudad le había otorgado, por ser digno representante y el mayor divulgador de la cultura regional de la última década. Su rostro se transformo  dejando ese halo de enfermo crónico, para dar paso a un destello de esperanza reflejado en la vivacidad de sus ojos. Pensó para si-- Si esta enfermedad es real; médicos, neurólogos, psiquiatras y psicólogos  no han  podido hacer mayor cosa por mí,  pese a lo innovador de sus tratamientos, entonces, eso quiere decir que debo cambiar la estrategia.  La vida es  grandiosa, la quiero vivir en salud y evitar que me saquen el cerebro por partes. Ese día fue de gran reflexión. Él había determinado que su vida cambiaria, - ¡lo mejor estaba por venir!


El Charquito había dispuesto, que dejaría de lamerse las heridas,  su tiempo estaba comprometido,  lo  dedicaría   por entero a estudiar las causas de su trastorno  psicológico. Se aboco a estudiar la energía atómica, leyó a los iniciados en las células patológicas, indago sobre las aportaciones y legados  de los   alquimistas, y por fin llego a la medicina    tradicional.


Se sometió a innumerables, tratamientos  que sembraron una estela de dolor y pesadumbre, realmente parecían torturas inquisitorias. Fue un paciente dócil y disciplinado, asistía el  día y hora determinada, no importaba que fuera en la montaña, el desierto o el mar a las 12 de la noche, ni que tanto frio o calor hiciera. El Charquito ahí estaba  al pie del cañón. Pese a lo rudo del tratamiento,  su recuperación era incipiente.

Cuando el Charquito hacia un balance sobre su vida, venían recuerdos de sus experiencias vividas, amores fallidos, relaciones sentimentales terminadas abruptamente, por celos o   por la incomprensión de su vida actoral, donde  hicieron  estragos  la  mezcla  fatídica compuesta por la  cultura  local  y la falsa moral.  El Charquito rescato del olvidó a la mujer más hermosa, maravillosa, la más tiernamente amada y la más sentida.


—¿Qué habrá sido de ella?  Mi dulce Jesusa  – exhaló un profundo suspiro.


Todos los días asistía a su tratamiento, su estado de ánimo había mejorado, no así sus visiones, del ente antropomorfo que cada vez le causaba una fobia incontrolable. Estaba cansado de  no dormir y  extrañaba su propia compañía. ¿Cuándo me vestiré a gusto sin sentir que soy observado?-pensaba con gran abatimiento.


El tratamiento fue muy variado, se le solicitaba  ¡cada cosa¡ que por rara y absurda que fuera el siempre cumplía el mandato de su chamán. Un día le solicito que  tenía que poner en su casa en el lugar específico  donde él hubiese sentido la presencia del ente, la cantidad mínima de doce cebollas y que tendrían que ser regaladas por personas desconocidas. La indicación incluía  el requisito de que  tendría que publicitar en los medios de comunicación la solicitud de que cada persona que lo estimara, le obsequiara  una  cebolla, esta la   tendría que colocar en su casa, sin despreciar ninguna. Todas las cebollas  tendrían un espacio  en su casa.

El Charquito, muy obediente, pensó y redacto el mejor mensaje de solicitud, echando mano de su sencillez, elocuencia y diplomacia. Era urgente acertar porque no había una segunda oportunidad, debería colocarse el material  recibido en fecha y hora previamente especificada. El Charquito, envió el mensaje por las redes sociales,  pero como su salud y su vida estaba en juego, no quiso fallar, reforzó a través  del pre-pago,  el derecho de mensajes en la radio, la televisión y en los periódicos locales.

Llego el día esperado, charquito se levantó nostálgico, recordando a su familia, a sus amigos de infancia, compañeros de sus múltiples trabajos, todos ellos estaban presentes en su memoria, a sus novias furtivas de plano no quiso dedicarles ni un solo pensamiento, sólo Jesusa se filtró como la humedad, en su nostálgicos recuerdos.


 –Mi Jesusa, cuánto te quise o tal vez aún te quiero- pensó el Charquito- al tiempo que dejaba escapar al viento  el más tierno suspiro.


Salió debidamente acicalado como aquel que va al encuentro de su primer día de  innovada  existencia,  abrió la puerta principal de su casa,  ¡tal fue su sorpresa!  -ya estaba una fila de cientos tal vez miles de personas, para entregar al Charquito la donación  solicitada,- él no pudo menos que enjugar una lagrima de  felicidad, al darse cuenta de cuan apreciado era. Uno a uno fue entrando para depositar las cebollas,  la  cuál, él no debería de tocar. Se fueron llenando las recamaras, los baños,  la sala, y los voluntarios surgieron por doquier, empezaron a reacomodar  el espacio de cebollas  auxiliándose de palas y algunas tablas para el soporte. Llenado el espacio interior,  el resto se quedo en el patio, el jardín el garaje, todo quedo repleto, tubo como limite  la generosidad  de los innumerables  fan.

El último en salir fue  el Charquito.  Cerró con llave,  dispuso  ir a  dormir al hotel más cercano, pues su casa debería estar sellada por 21 días, en tanto su vida tendría que seguir.


Al día siguiente, el Charquito se levantó más animoso que nunca, pensó- que bonito es recibir el cariño de la gente, fueron miles de cebollas recibidas, la meta mínima era de una docena. Sin lugar a dudas hoy acabo de recuperar la autoestima, yo que pensé que la gente no me apreciaba. Ese día fue de festejos,  la armonía reino en el trabajo. 

El Charquito salió  a comer, como era su costumbre,  noto que la gente le regalaba una sonrisa, algunos le daban la mano y otros le deseaban suerte acompañado de una palmadita en el hombro. Las manifestaciones de afecto  se volvieron  una costumbre. El buen ánimo, la salud, los amigos, el dinero y la suerte; todo volvió ha hospedarse en la vida del Charquito.   

En una ciudad lejana, “El extra de la tarde”, anunciaba la noticia de primera plana,   Jesusa Trezequix, gran ejecutiva y mujer de negocios ha enloquecido, salió desnuda a la calle gritando “estoy encebollada, no soporto este  olor”. 

Noticias subsecuentes, informan que la encebollada ha sido declarada clínicamente  esquizofrénica, de alto riesgo  y peligrosidad, pasara el resto de su vida en tratamiento psiquiátrico, bajo  estrictas normas de seguridad.

ENTREVISTA A EKTOR HENRIQUE MARTÍNEZ, EL CHARKOMEN







«Breve diccionario de tijuanismos» 
como  engendro  del «Diccionario de  caló  en  la  frontera  norte de  México». 


 Entrevista  por  Diez/cuatro

 ¿Cómo surge la idea del diccionario de tijuanismos?

R:  Bueno, primeramente  la  cosa  fue  así: yo  tenía  la edad de  18  años y cursaba  el  segundo  semestre  en la  escuela  de  leyes  en la  UABC; entonces, dentro  de  lo que  respecta  a  la  materia  de  derecho penal se  me prendió la  chompeta de hacer un glosario breve de terminología delincuencial; es  decir, que me puse a recopilar empíricamente los voquibles referentes  a la  jerga  que  utilizan los malandros, los  lúmpenes y  los pelangochos  involucrados en el submundo  del  hampa y la  trácala, específicamente dentro del ámbito contextual fronterizo. El  proyecto   que  iba    armando  rebasó mis  expectativas  y  el resultado del  trabajo de pepenar lunfardos tijuanacos acabó  en un mamotreto de  casi dos mil páginas, y el cual intitulé «Diccionario de  caló  en  la  frontera  norte de  México».  Por  tanto, el «Breve diccionario de tijuanismos», que  publiqué en —no recuerdo si  fue en  2006  o  2007—  viene  a ser como  engendro  del «Diccionario de  caló  en  la  frontera  norte de  México»; o sea,  un pequeño muestrario.

2.- ¿Cuánto tiempo te llevó hacerlo y qué fuentes utilizaste? Entiendo que sobretodo orales, aunque también veo que citas periódicos regionales.

R: Utilicé fuentes hemerográficas, bibliográficas y orales. Se sustenta más que nada en la evidencia empírica para encontrar el verdadero sentido de las palabras. Citando textualmente lo que  refiere la  contraportada de  ese breve diccionario de tijuanismos —y que forma parte de un trabajo lexicográfico-lingüístico más amplio y realizado a lo largo de veintitantos años— registra las voces más usuales y elementales de la parla informal de  la región fronteriza del norte de México denominada Tijuana y que se diseminan por interacción sociolingüística hacia regiones circunvecinas. Las palabras registradas contienen definiciones, variantes ortográficas, analogías por deformación, etimologías y ejemplos comparados. Es el resultado de una investigación empírico-teórica mediante la cual su autor ha recopilado los conceptos hoy en uso que integran las diversas jergas particulares del caló o slang fronterizo (burra, gotera, jaipo, tango), términos espanglés (guaifa, guaino, guara, clinear), códigos gramaticales derivados de abreviaturas (pipope, erre, rb), onomatopeyas (kikirikí, guacaramácara, éitale) y palíndromos (diofun, tápuer, rope, topu), así como palabras de origen náhuatl (tecolota, tlacote), cahita (bichi, cachorón, güico) y purépecha (gingirín). Lexiconcito que es una muestra telúrica de la  manera en que evoluciona el lenguaje y, por antonomasia, el proceso de comunicación entre los seres sociales.

3.' ¿Es el primer documento lexicográfico que se ocupa del slang tijuanero o ya había ejercicios similares?  

R: Como  dice  una  feminista chespiriana: pa que  te digo que no, si sí (o mejor  dicho, al revés).  A principios  de  los años ochenta, cuando  yo comcencé mi faena  lexicográfica, no  había ni nada. Solamente, y como especie de  glosario, existía el incipiente  trabajo  del doctor Manuel  Valenzuela Arce, alias «el cholólogo», y quien en ese  entonces  apenas  empezaba su talacha  con el  broli  «A la  brava, ese» (por  cierto, e  bato y  yo  compartimos  información). Pero el  doc Valenzuela  nunca  llegó a  consumar  un jale  propiamente  lexicográfico (el bato, después que  se  extinguieron los  cholos  y  los punks, se  dedico a  escribir  mamadas  del  Piporro y  chalineces  de  la narco-cultura. En ese  tiempo, también guache otros  diccionarios maquilados  por  autores  chicanos y  gringos; pero no me  llenaron el ojo, no pasaban de  ser refritos  académicos sin  consistencia, metodología  rigurosa  y experiencias  de  campo empírico. Pura basura la  mayor parte. Pero el que  si me  llamó  la atención fue  el «Diccionario de  caló  de  Ciudad  Juárez», ese  sí  era  un  trabajo perrón (no  recuerdo el nombre de  su  autor, pero  se  trataba  de  otro académico  ostión  que  camellaba desde  su gabinetillo abstracto).


4.- El lenguaje no se detiene. ¿Hay planes de continuar con una segunda edición del diccionario?

R: Sí, y como petición de  principio, como bien lo dices: el lenguaje no se detiene, es  algo  vivo, dinámico; en cuanto hay un guataclán más de vocabulario que merece la pena rescatar. Pero eso  a mí ya  no me interesa y, a  estas alturas, es  algo  que me  tiene  sin cuidado. Duré  más  de  un cuarto de  siglo  trabajando  en  ese  armatoste lingüístico y me chuté alrededor —no exagero— más  de  veinte  mil dólares  en gastos  operativos. Firula  que yo  mismo  me auspicié  como  fruto  de  mi  trabajo abogadil. Fue  un trabajo  exhaustivo  de  recopilación de  campo (meterme  a  los  picaderos, yongos y recintos clochard, en grado tal  que tuve  que  ponerme  de novio  con  una  chola  durante  tres años, hacerme jomless, otros tres, consumir alcohol y enervantes en cantidades  industriales, rondar  por  prisiones, dormir  en  carros  viejos o  debajo de  los  puentes  de  la  canalización del rio Tijuana). Después procedí a redactar todo el material  en documento word, de  esto más  o menos me  llevó un  año, luego dedicarle tiempo a la investigación académica de análisis  filológico, etimológico, sintáctico, prosódico, etcétera. Hacer  sinonimia y dar ejemplos   comparados  en el  lenguaje  popular de  la  oralidad  callejera, transcribir citas y demás  mengambreas. En sí, fue  un pedote  mundial  (aunque, al mismo  tiempo de  que fue un pasaje  de  vida  tétrica, también fue  un acto  de libertad, purificador, de  gozosa  catarsis). No fueron mamaditas  de  cubículo de  académico  ostión  eso  que   hice; yo me  metí hasta  el fondo  mismo  del pantano; y  fue difícil  salir  de  ese fangal. Con decirte que, hoy, apenas  estoy  recomponiendo  mi vida.  Como  agregado, hay un poema en mi sitio güeb [http://elcharkito-poesis.blogspot.mx/], que  se  titula «La  noche  es  un cielo  con gafas», en  el  que  narro parte  de  esta  experiencia vivida  en el  subsuelo norfronterizo [http://elcharkito-poesis.blogspot.mx/2006/09/la-noche-es-un-cielo-con-gafas.html/].
                                                       

5. Personalmente qué palabras son las que más te gustan y por qué.

R:  Todas, porque  ante el lenguaje  estandarizado e instucionalemente  “correcto”,  más me  laika  el caló, antiguamente conocido como el lenguaje de los gitanos (y también llamado germanía, lunfardo, argot, slang), por que es  imaginativo, alegre, punzante, escatológico y porque siempre   está  en constante renovación; toda  vez  que  no es un habla moderna sino una jerigonza bárbara nacida desde antaño en los estratos sociales miserables. Hoy en día ese  caliche es conocido como el dialecto de los chulos, rufianes y prostitutas, y cohabita con el lenguaje "decente", lo vuelve pícaro, contestatario y antisocial. En especial, la expresión  calichera que  más me pasa  y que  suelo usar, después  de  «¡vete a  la   verga»,   es «¡chinga  tu  madre!» Nadie debería sentirse ofendido al recibir una mentada de madre, pero, no obstante, hasta los huérfanos se enojan con tal imprecación.  Y es que las palabras no significan nada herético o inmoral, pero la estúpida tradición —beateril, mojigata y prejuiciosa— las ha estigmatizado encasillándolas como voces malsonantes, en palabrotas, retahila de groserías, peladeces, leperadas.  Con el caló se refleja la rudeza del lenguaje, se muestra la ignorancia del insolentillo que quiere encubrir su incultura, se manifiesta la conducta antisocial del rencor, del rechazo y de la miseria humana. En esa jerigonza no sólo se externa la inconformidad sino que también se revelan el saber popular, los usos y las costumbres de un pueblo dotado con un bagaje de refranes, albures, modismos, neologismos, construcciones y deconstrucciones morfológicas y sintácticas.  Asimismo,  representa la búsqueda de una forma de comunicación e identidad.

6.-  Parece que para unos el lenguaje de la frontera es una ventaja (ya sabes, mamadas como el verbo beyondear, del Rafa Saavedra) pero para otros, una desventaja. Al menos para los puristas del lenguaje. ¿Es necesario un balance en todo esto o es justificable escribir como se habla en la región?

R: Como  tú  lo  has  dicho, esa  son puras  mamadas, trinos de pájaros nalgones. Lo importante es escribir sobre el origen y por ende, el sentido de las palabras, para comprender la razón de sus modificaciones su contexto espacial y temporal.   Nuestro  caló es una variedad lingüística del idioma español, un subtipo de expresión idiomática que se ha venido configurando y evolucionando a partir de innovaciones y alteraciones léxicas del lenguaje formal. Su dominio o manejo es distinto según sean los niveles de cultura, educación o estratificación socioeconómica de sus hablantes. El caliche es verba brava del habla popular, se constituye de expresiones ausentes de toda formalidad donde se advierte la corrupción del lenguaje. Digamos que caló es lenguaje vulgar y distorsionado, pero sabroso, chusco y divertido. Sus voces son ambivalentes porque, según la euforia o la pasión de los parlantes, puede representar insultos o halagos. Acritud y crudeza el lenguaje siempre ha tenido. Si no se habla pelangochamente el entusiasmo se entibia. Qué importa que digan que hablar en caló sea más feo que tirarse un pedo en misa. Pero el que sabe caló y no lo parla es como el que no se tira un pedo por miedo a cagarse. El caló, slang, lengua vulgar, especie de jerga y de dialecto, patrimonio lingüístico de la perrada, es la verdadera creación del lenguaje,

7.- ¿Qué valor consideras que tiene el diccionario para la región o incluso para el castellano o pochoñol?

R: Es, como  ya  dije, primordialmente un trabajo  de campo, es  decir, empírico,  aterrizado en la  realidad  concreta de  este  muladar  fronterizo, y   además sistemáticamente  documentado (ya que cuenta con una metodología bien definida); y que representa las derivaciones —deformaciones  e  innovaciones— que han tenido palabras del idioma español e inglés, además  de otras o lenguas o dialectos  como el náhuatl y el  cahíta, que al mezclarse han dado como resultado una particular forma de comunicarse. Esas degeneraciones lingüísticas al ser consideradas representan muchos de los rasgos socioculturales de la región; es un buen punto de partida para realizar novedosas investigaciones que rescaten el lenguaje marginal, todavía  no contaminado  por el  veneno parafernálico  y oportunista  de los  «mass-media».  Ahora, siendo  más  extensivo sobre  este asunto, no precisamente en cuanto al lexiconcito referido, sino —por  antonomasia—  a la cuestión del lenguaje caliche  o  caló, para  ello cito textualmente lo que refiere en tal sentido don Mario Teruggi  en  «Panorama  del lunfardo».  Pues bien, esta jerigonza, igual que el lunfardo, tiene  su  origen en un desafío espontáneo a la cultura dominante, y comparte con los otros argots, mediante sus creaciones lexicológicas, la característica fundamental de que trata de denigrar los preceptos y valores esenciales de las clases superiores. Pues se  trata de  un  vehiculo lingüístico  que desafía verbalmente a la sociedad establecida y, en esa lucha de vocablos, busca rebajar y humillar lo que la cultura dominante considera lo más venerado y sagrado. De esa manera se produce lo que Guiraud llama la 'denigración de los valores', que finalmente conduce a la formación de una 'moralidad al revés'... que invierte los valores de la sociedad rectora.... Y es  innegable que no hace excepción porque, efectivamente, contiene abundantes vocablos de mofa y burla, que apuntan precisamente a rebajar lo que la cultura 'oficial' defiende y  trata  de  preservar   como  un  anquilosamiento  cultura. Diría de  otra manera don  Nikito  Nipongo: «Es preferible ser ladrón y hablar en caló que ser pedante y hablar en galimatías».



LA NOCHE ES UN CIELO CON GAFAS

Algunos detalles inscritos en mis lagunas mentales
apenas nadan unos cuantos recuerdos
cuatro meses sin ver la telera
quemé mi pasaporte
forjé un zepelín con mis viejos diplomas
que obtuve por aprovechamiento escolar
eyaculé esperma de veladora en la boca de unja virgen
cuando ella le rezaba al Dios de los cojones
participé en misas satánicas y leí la biblia negra
fornicaba con una vagina portátil y sin pelos
(un pedazo de bofe con orificio)
le partí la madre a mi ranfla para andar a pie
para ventear el olor a pacuso de las calafias y taxis
me enamoré de una vagabunda perfumada
con orines añejos y semen rancio
acampé veintitantas semanas en la calle
vestido con un abrigo de cartón.
y sucedió que una noche soñé que yo era yo
foto de carne y no de papel
con los mismos calcetines y calzones
¡qué libertad!
me di cuenta que la noche es un cielo con gafas
que agoniza al despertar el Sol
docudrama de gente feliz
especie en extinción
y lo más excitante fue para un desarraigado
provocarle asco a las mujeres.
en contrapartida se paga con carcajadas
mis compas los jomles
ellos tienen musas que son moscas
a ellos les dedico este antipoema
para estar en sus catacumbas urbanas
plenitud de suciedad y libertad embriagadora
sin sus consejos yo no pasaría por aquí •

Éktor Henrique Martínez

8 de junio de 2012

Sacando lumbre de nuestros cuerpos

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 Por todo lo que me has dado
 algún día te voy a hacer un cheque en blanco
(como dice paquita la del barrio)
 imagínate qué emoción
cuando estemos ensartados de la vida
y me estés diciendo: soy tu perra
y escuches al oído mis palabras de amor
mientra estamos coge y coge
sacando lumbre  de  nuestros  cuerpos.
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17 de marzo de 2012

Sabía yo que era puro pedo eso de la amiguita



—Ay, Éktor, ¿qué haces por aquí?
—Me hospedo en el hotel que está a la vuelta.
—¿A poco?
—Sí, fíjese —yo le respondía aguantándome las ganas de reír.
—Nunca me hubiera imaginado que vivieras por allí.
—Ya ve, doctora. Y ¿usted qué hace por aquí?
—Vengo a visitar a una amiga que llegó de los Ángeles, pero no la encuentro.
—¿Su amiga se hospeda también en el Calinda? —le pregunté, jugándola al ingenuo; sabía yo que era puro pedo eso de la amiguita.
—Eres muy buena persona, Éktor. Ya me platicó Paulina que la ayudaste con un dinerito para la operación de su mamá. —Me di tinta que desvió la conversación—. Yo también quiero darte las gracias por el préstamo que me hiciste. Nomás que reúna el dinero te liquido la deuda.
—No se apure, doctora.

Pasaron los días sin que nada sucediera, hasta que una tarde la doctora me preguntó:

—Oye, Éktor, me comentó Paulina que tienes ganas de ir al Bloqui Oh. ¿Es verdad? ¿Qué te parece si vamos hoy en la noche?
—¿De veras, sí quiere ir?
—¡Claro! Sería un privilegio salir contigo.
—No exagere, doctora.
—Mira, como ya somos amigos no me digas doctora, llámame Raquel.
—Está bien, Raquel.

Y sucedió lo que tenía que suceder... y como canta el corrido: cayó en las redes el león •

Ay, baboso, mira nomás lo que te vas a comer


—He tenido meses de mucha angustia, Éktor. Paco, mi marido, ya ni siquiera se fija en mí. Estoy muy triste, pero lo que me consuela ¿sabes qué es?; que, desde que te conocí, tú y yo hemos hecho buena química. ¿Tú me entiendes, verdad?
—Sí, sí, doc... perdón, Raquel.
—La culpa es que yo me casé con mi marido sin que hubiera amor. Tú nunca te enganches a alguien si no hay amor verdadero; eso es lo más importante.
—Tiene razón en lo que dice, pero hay mujeres que son capaces de embrujar a los fulanos con tal de atraparlos, los entoloachan.
—Es muy cierto lo que afirmas. Hay gente muy mala; y casi por lo regular el toloache lo ponen en los alimentos. Por eso es bueno que antes de ingerirlos se rece una oración para protegerse. Es un rezo fácil: 'Señor, bendice estos alimentos. Yo te lo pido.' Con esas palabras, veras que nadie te embruja.
—Las tomaré en cuenta, Raquel. Gracias.

La doctora estaba ensimismada en sus pensamientos. Había un completo silencio en la madrugada. Yo le daba la espalda mientras preparaba las siguientes bebidas, entonces ella me rodeó con sus brazos la cintura y repegó su rostro debajo de uno de mis hombros; enseguida me dio un beso en el cuello. Me di vuelta para responder a su caricia y vi que la ruca, ni tarda ni perezosa, ya estaba más puesta que un nuevo calcetín de cartero callento; desnuda me afocaba el mono; completamente bichi se abalanzó sobre mi calaca y, abrazándome, sin que lo manifestara, pedía una zarandeada de tanates debajo de su tarántula.

—Ay, baboso, mira nomás lo que te vas a comer —me dije—. Te voy a dar lo que quieres, mamacita.

Ya no hubo palabras que pronunciar, nada nos dijimos. Debido a la excitación que nos invadía, nuestros cuerpos eran los que hablaban sin hablar •

La tiene zampada hasta el fondo


La dictadura clitoral se impone. Ella está encima del amasio, dándole la espalda; lo tiene dominado, tumbado en la cama, azota sus nalgas con mucha rapidez y fuerza. La tiene zampada hasta el fondo. Ambos berraquean; pero ella es la que embiste de abajo hacia arriba; luego esos impulsos se invierten; mientras deglute, estruja y exprime, extrayendo el brebaje venéreo, no se detendrá hasta no saquear la última gota de incontinencia. La ramera para eso se adiestró, para dejar al bato como pingajo. Ella se mueve con intensidad y el paroxismo altera el semblante de su monigote; le descolora el rostro. La presteza de sus nalgas... Muda el ritmo, se sosiega, se detiene. Extático, el casquivano supone que la misión ha terminado. Pero el pelele conjetura mal, pues la gamberra multiplica la impulsividad y de nuevo comienzan las embestidas con más virulencia y fogosidad. Los niveles de excitación representan ya un martirio para el enamorado, el fervor copular que lo invadía se soslaya como un castigo y pide esquina. Los gemidos de ella hacen comparsa con los de homo cachondus, suben de tono, aumentan de intensidad, se transforma en gritos; ambos cuerpos se tensan y entran en convulsiones, parece que les están aplicando electrochocs. Los gritos de ella no cesan, sigue moviéndose frenéticamente, está loca de placer, aúlla. Él se está deshaciendo, le aprisiona la verga, lo tiene atrapado, ya no le quedan fuerzas, los orgasmos se multiplican y entonces viene la descarga, el electrochoc seminal. Decrece la erección y el pene decae en flacidez. ¿Hemos llegado al final de la fajina? El enamorado piensa que sí, porque las convulsiones han cesado. Sin embargo, la ruca quiere más pedo, el canchanchán se ha quedado getón, parece un guiñapo tirado en la cama con el culo parriba. Se le acabó la pila. Ya está roncando el güey, bien dompeado el culero; todo deslechado lo dejó la matadora •

No le molesta que el macho se sienta menos


Ella salta como un resorte encima del chafalote; empina y deja el culo caer hasta el fondo; luego lo baja, lo sube; anillada en la enhiesta macana, la desentierra un poco, enseguida se la introduce al extremo. Se la traga, pero domina la situación; el sexo en sus manos es todo un arte; un paso hacia la total liberación sexual. Verdadera fiera lasciva que se compagina en la cama; ella se llama experiencia y se apellida excitación. No le molesta que el macho se sienta menos, pues tiene la inteligencia suficiente para dominar y gozar. Es ella quien se lo está cogiendo y se está volviendo loca de placer; se está deshaciendo a gritos, y no para de embestir. La velocidad con la que se mueve le provoca llanto, y el llanto se ahoga y se transforma en súplica; le encanta su papel de zorra; y se niega a abandonar la faena. Jadeante se retuerce del gusto y no se detiene hasta que siente un caliente chorro de quelites invadiéndole abajito. La gamberra aún quiere más y nuevamente procede a revivir al príapo moribundo. Cuando la operación lasciva llegue a su fin, del amasio solamente quedará una pingüe piltrafa. Quería coger, ahora se aguanta. Y no hay manera de zafarse, le tiene pillada la mengambrea y de seguro al pobre cabrón le va sacar hasta los sesos.

La cogedera es su mejor cartera crediticia


Esas nalgas, esas piernas, esos muslos y ese cacharro no le van a durar para siempre. Si darse tinta, y en un parpadeo, su vida se ha transformado en un coito, enj una de incompasiva faena mordelona. ¿Qué sentirá, y dirá, la ruca cuando ya no pegue el chicle con los buscadores de complacencia sexual? ¿La excitación viril demandará sus servicios como lo hace ahora? Ella lo piensa, pero prefiere no resolver la interrogante que su conciencia, inconcientemente, le plantea. Opta mejor por el éxtasis y no deja que la angustia la atosigue. Por el momento la cogedera es su mejor cartera crediticia. Lo cierto es que cuando la ruca termine de trasquilar su chango, ya tendrá tiempo de pensar qué otra cosa hará pa ganarse la vida. Si la pucha no es eterna, pues tampoco el chile dura toda la vida. Bueno, pero a la ruca todavía le cuelga una buena madre de kilometraje para finiquitar eso que más le fascina: matar la cochi.

¿Qué me ves, pendejo?


—¡Tripea las ubres que tiene esa pinche puta, carnal! —le dijo, sorprendido, un bato al compa que lo acompañaba, cuando se toparon con la ruca.
—¡Chup, chup! ¡Slurp, eslurp! —le piropeaban a la fémina. Pero como no traían firula solamente les esperaba lo mismo que al chinito: nomás milal.
—¡Qué pinchi borrachera láctea me iba pegar con esas tetotas!, pero ando raiz, sin un quinto.
—¿Qué me ves, pendejo? —le reclamó la doctora al mirón menos prudente, y éste le contesta:
—Es que te pareces a una vieja que busco pa terminarme de criar.
—¡Pendejo!
—¿Pa qué andas de exhibicionista, culera!
—¡Pinchi puta, cara de guajolota con chorro!
—¡Tú puta y reguanga madre, joto, que ya quisiera tener chupones como los míos!
¡Las chichis de tu puta madre que te aventó al mundo, de seguro han de ser dos picadas de mosco! ¡Y tu pinche padre, marica, ni cuenta se ha dado porque le gusta la verga!

Después de 10 años de putería.


La ñorsa todavía estaba buenera, aunque el billete que aperingaba soltando el relingo en el jardín Juárez estaba medio cacicón. Pues casi puros gendarmes, albañiles, y uno que otro universitario bajado de la sierra de Cumpas, Caborca o de la Colorada, eran los que formaban el listado de su nómina putaril. Elegía a Belcebú, en lugar de Dios, en la hora de invocar que le cayera algo clientela. Y, no se puede negar que la fulanita tenía su pegue pal arrimón; ni siquiera los más roñosos le hacían el fuchi, ya que al guachar las tamañas bolotas que por detroit y por delante se cargaba la ruca, temblaban de lujuria.
Semanas más tarde, demasiadas, la ñorsa ya no se hundiría en encorajinamientos del calado ya descrito, y no sería porque la pelusa se hubiera amansado en esos menesteres tan braveros, sino porque soltó las amarras que la tenían anclada al parque Tijuanita. La jaina mudó sus encantos la frontera, tras un proceso de convencimiento por parte de una de sus colegas suripantas, le cayó a Tijuana. Pero tal viaje lo cuajo después de 10 años de putería.
Así que la ruca, cuando aterrizó en el mero Cagüilazo ya frisaba los 60 abriles •

Es más chilo entregarse a los placeres concupiscentes


Sucedió que una mañana, la ñorsa se despertó con una terrible náusea existencial. Una especie de tedio le devoraba el alma, un desaliento. No tenía amigos ni relaciones; tampoco amaba ni la amaba nadie. El infortunio y la duda la atosigan, le martirizan la mente. La invade un dolor moral.

—¿No podré yo cambiar mi destino? —pensó.
De repente su chompeta generó la idea lanzarse otra vez por el sendero que veinte años atrás había borrado; ejercer su chamba, no de puta sino de siquiatra. La ruca se quiso dar la oportunidad de ejercer nuevamente su profesión de curandera de las anomalías y afecciones de la sique. Sin embargo hasta la ilusión más barata se empaña. Y en efecto, ocurrió que al tocar un sinnúmero de puertas en clínicas y hospitales, en ninguno le capearon, no le dieron cabida. Ya estaba muy rucaila y la política laboral tiene sus reglas, pues solamente contratan a jovenzuelas. Ah, e incluso si son madres solteras o traen tatuajes también quedan descartadas.
Contra toda esperanza y sabiendo que las probabilidades de camellar en sus menesteres profesionales, la doc se resignó a continuar en el talón; y es que —perdonando la trillada metáfora—, en su caso, el horno ya no estaba para bollos. Bueno, es más chilo entregarse a los placeres concupiscentes que andar en intentonas de enderezar a piratones y guasiados.

Controlan Tijuana como se manipula a una mujer completamente ebria


—No es fácil cambiar de estilo —pensó Raquel—. Y peor tantito, en un lugar como Tijuana; aquí las cosas son diferentes. Aquí son más pinchis y la ciudad más ruda, llena de gente requetegoísta y bien culerona. Pero el colmo es que aquí, hasta el más matón se cree inocente y el demagogo, un dechado de sabiduría. Y los mequetrefes que gobiernan hacen y deshacen a sus anchas, a tal grado que controlan Tijuana como se manipula a una mujer completamente ebria. A veces la hacen pasar por loca o pendeja. Si aquí la peor ramera finge ser una gran dama, ¿por qué yo no he de hacer lo mismo? Si las putas son putas, no por ello les esta vedado el derecho de evadirse momentáneamente del paraíso perdido.

—Dios sabe que lo intenté —dijo para consolarse y emprendió camino a reanudar la actividad de gamberra—. Bueno, el fracaso es como el placer, un nubarrón momentáneo que ya se disipará. El mundo es una favela de dolor con caminos llenos de espinas, veneno y mierda; y sus delicias son pasajeras como la vida misma.
No hay razón para hacerse mala sangre. Si hay borrachos es porque hay caguamas; ergo, si hay coños es que hay putas.

No soy mujer para un sólo hombre


Acongojada y enciscada por los vituperios que le lanzaba el marido, la jaina le cuenta el pedo a una amiga, pidiéndole algún consejo al respecto.

—Uuuhhh. Ni que los putos huevos de ese cabrón fueran dos pepitas de oro —le contesta la amiga—. Lo que debes hacer es olvidarte de ese pendejo, amiga. Ya llegará a tu corral un gallo al que sí le gusten las tipas como tú.
Ahora, de lo que me comentas en cuanto hombre se te insinúa te olvidas de tu esposo y te vas a la cama con el fulano que te pide las nalgas, si eso te hace feliz no te mortifiques ni te compliques la existencia, gorda.
—Pues sí.. Lo que yo hago es darle vuelo a la hilacha que solamente se vive una vez.
—Exacto. ¿Qué culpa tienes tú que tu marido sea un sempiterno pendejo de huevitos tibios y tú, una fogosa?
—Yo siempre he dicho que no soy mujer para un sólo hombre.
—Así es. Además eso tu esposo ya lo sabía y lo aceptó, ¿porqué hasta ahora salió con esos estúpidos reparos?
—Ya ves cómo son de posesivos estos cabrones.
—Lo único que yo puedo aconsejarte para bien tuyo es que lo mandes mucho a chingar a su madre. Ojalá que pronto encuentres a alguien que te desfleme como lo mereces.

Intelectuales sometidos a la dictadura del mercado


«En un discurso de 1957, Mao Tsetung cifraba en cinco millones el número de intelectuales de China, el 90% de los cuales ―aseguraba― apoyaban en distinto grado la revolución. Cinco millones de intelectuales chinos sometidos a la dictadura del Partido es una idea, sin duda, amenazadora. Pero la imagen de cinco millones de intelectuales europeos ―estrellas del deporte, echadores de cartas, actores de culebrón, presentadoras de televisión, periodistas de salón, cómicos y vips, sexólogos, cocineros, modistos, y sus imitadores filósofos― la imagen de cinco millones de intelectuales europeos ―digo― sometidos a la dictadura del mercado, debería parecernos no menos aterradora».
Santiago Alba Rico, Los intelectuales y la política: de vuelta a la realidad

Nunca me había enamorado tanto así de una perra


Ningún güey de la familia me tragaba; los jefes no aceptaban la relación y el cuñado n me podía ver ni e papel china, dos tres veces intentó madrearme para que me desafanara de su carnala. Como le faltaban güevitos, mandaba a otros sayos pa que me partieran la madre. No pudieron cincharme porque le sacaban al parche los culeros; sabían que yo traía un cuete fajado en la cintura. Tiro por viaje me la hacían de pedo. A mí nada me costaba buscarle trazas por lado, y dejarles la víbora chillando, pues uno tiene sus límites. Pero me aferré, porque nunca me había enamorado tanto así de una perra...

Pucha; Panocha; Papaya; Chutama.



Tamal.
Órgano genital de la mujer. También algo grueso y abultado; tal como lo cita el máster, don Raúl Prieto, al referirse al receptáculo de la verba añeja: Debo ahora repetir conmovido, lo que cuenta el preámbulo de esa última edición del tamal de la madre (sic). Contrariamente, en los dos tamales empastados, impresos en 1984, vuelven a salir muchas de las gansadas de la edición anterior. (¡Vuelve la Real Madre Academia!, p. 40 y 51). Construcción: «La ruca, por más que le ajeró, no quiere soltarme el tamal» (Voz popular).
<-(del náhuatl tamali).
Véase: Pucha; Panocha; Papaya; Chutama.

Que puto es el hombre homosexual


Puto. En 1611, seis años después de publicada la primera parte del Quijote, Don Sebastián de Covarrubias saca a flote su obra el Tesoro de la Lengua Castellana o Española donde se niega a definir la entrada correspondiente a la palabra puto. En ella Don Sebas, dice el máster Raúl Prieto, “es afecto a los latines, llegando al extremo de negarse a emplear el castellano al dar cuenta del sentido de cualquier voz que tenga por pecaminosa". En efecto, la dicción en comento queda fijada así: "Puto. Notae significationis et nefande". Concluye al respecto don Raúl que, Covarruvias, "ni valiéndose del latín se atreve a dar la definición exacta". Por su parte, se señala únicamente en el Diccionario de la Real Academia que puto es hombre homosexual, hombre que se prostituye. Pero esta estrechez semántica se queda corta con las alocuciones vertidas por Quevedo en uno de sus tantos poemas célebres: «Puto es el hombre que de putas se fía, / y puto el que sus gustos apetece; / puto es el estipendio que se ofrece / en el pago de su puta compañía. / Puto es el gusto, y puta la alegría / que el rato putaril nos encarece; / y diré que es puto a quien parece / que no sois puta vos, señora mía» (Francisco de Quevedo, Desengaño de las mujeres, Versos de Burlas, Mondadori, 1998).
<-(del italiano ant. puto, putta, muchacho).
Véase: Lencho; Leo; Topu; Culeis; Culebra.

16 de marzo de 2012

No te voy a hacer nada... pero en el hueso


El bueno que le tronó el ejote a la morra fue un batillo de su colonia al que le apodaban el Tintán; cinco años mayor que la ruca. Camellaba de mecánico el güey. Bueno, ni tan güey, pues el gandaya la jugaba al lidercillo de la col; y no está de más decir que el bato se chacalió a la bravota con la jaina. Punto locochón, le tronó el ejote a güevo; la subió a una ranfla y se la llevó a terreno para darle kíler.
—Sino quieres que te ponga unos madrazos me vas a aflojar esa madre —le dijo, mientras ella gritaba que no le hiciera daño.
—¿Cuál madre? —contestó, toda sacada de onda. Y que el bato suelta entonces una carcajada:
—¡Jajajá! —Sin aclararle a qué se refería comenzó a meterle mano a la morra.
—¡Ay, babosa!, ¡qué buen culo tienes! Desde la primera vez que te guaché no pude quitarme el antojo. Es que estás bien buenota, pendeja.
Raquel, impresionada y sin saber qué hacer, sólo alcanzó a decir:
—¡No, por favor, no me hagas nada! —Y el cínico todavía le responde, burlándose de la súplica—:
—Sí, mamacita. No te voy a hacer nada... pero en el hueso —le respondió de cura, soltando otra carcajada, al tiempo que procedió a desvestirla.
—¡Ay, güey, qué nalgotas te cargas, cabrona! Ahora sí me voy a dar las tres contigo.

Prensa culturera, tan rapaz como zafia


Los pocos sedimentos culturales que existen en este muladar fronterizo toman una dirección abstracta de metáforas chuscas y de estrafalaria bisutería cuando el periodismo seudocultural de gacetilla se permite dar relevancia de algún hecho relacionado con las expresiones artísticas. No hay asomo de crítica ni mínimos visos de seriedad intelectual a la hora de imbuirse en las reseñas. Atroces libelos de sensibilidad adiestrada de una cohorte de servidores, buenos para el chantaje y para cobrar lisonjas. Prensa culturera, tan rapaz como zafia, perpetrada por barzotas que cumplen sus cometidos de acuerdo con los dictados de los machotes y las carpetas salivosas de sus pendejadas. Coja el lector o la lectora un periódico y ábralo en la sección de espectáculos y se dará cuenta de la porquería que los dizque periodistas culturales rotulan en calidad de artículos, comentarios o reseñas sobre asuntos relacionados con la literatura, música o pintura. Y ¿qué es lo que se lee? El neoescolasticismo de las “bellas” recitaciones “poéticas” de salón; el gran gusto estético de la pequeña burguesía, automatizada por la mediocridad del pragmatismo.
Pura estrategia publicitaria y exaltación de la bohemia parasitaria que pregona un desfasado «malditismo» literario de ropero. Elites estetizadas y gacetilleros seudoculturales se influyen mutuamente y perviven en un sistema de alianzas, estandarizados por la secuencia de la política cultural dirigista. Refinada, de buen gusto, dirán ellos. Pero en realidad son las posiciones más ranciadas del culturalismo oficial; actitudes de atraso moral e intelectual que tienen maniatada no sólo a las conciencias sino a las expresiones literarias.

A punto de excitarme estaba


En una ocasión mientras charlaba con una profesora de la escuela donde estudiaba me invadieron unas ganas incontenibles de azotarle en la cabeza un florero que estaba sobre un escritorio. Me contuve y el florero se resignó a no morir estrellado en la crisma de la profesora. Me negué a aceptar la locura horrorosa que coqueteaba en mi cerebro aparentando ser una julieta enamorada; me guiñaba un ojo y con una gracia coqueta movía los labios y con voz suave me decía:
—Ven conmigo, tú ya me conoces. Buenas cosas te esperan si aceptas que sea tuya.

Un vestido blanco y largo cubría su cuerpo; la tela casi transparente se plegaba a sus carnes en cada paso que daba. Cuando se acercó a mí lo desabrochó y cayó; distinguí sus hermosas piernas y sujetó con las manos sus provocadores pechos, hermosos y redondos; los levantó un poco y me los ofreció; los pezones eran rosados figurando fresas.

—Son tuyos, tómalos —me dijo con una voz tierna y lánguida.

A punto de excitarme estaba, cuando...

—¡A la verga! —exclamé y sacudí la cabeza.
—¡Qué pasó! —dijo la profesora, extrañada.
—¿Porqué esa grosería?
—Perdón, maestra, no supe lo que dije.
—A ver si cuidas tu boquita.

Sin importarme el incidente de la profe, salí apresuradamente mientras un torrente de ideas se acumulaban en mi mente. Una fantasía creada estando con la conciencia activa, pero sin intencionalidad, y despierto, en vigilia.

—¡No, está cabrón! Eso es un alucine.

Elocuencia liquefacta


Despojémonos del ornamento
para que se vea el esqueleto
el vientre de la madre
es la tumba de la vida
de donde después salimos
a morir la vida
formidable flujo de refractación
elocuencia liquefacta
que sirve de propaganda electorera
las personas desconocidas
la gente de pueblo no se atreve a tanto
¿o sí? ¿o no?
fingen escandalizarse
por las injusticias y los crímenes
hasta los difuntos son aprovechados
por la oligarquía gobernante
en alguna parte de la ciudad
alguien está haciendo lo mismo que ustedes
tratar de meter al mundo por una rendija •

Éktor, gracias por esas palabras tan bellas


—Éktor, te ruego que me disculpes por estar importunándote a estas horas de la noche —balbuceaba, y asumiendo una actitud modocita espetaba—: Creo que ya es hora de irme; tratando de mostrar desinterés respecto al forniqueo que ya traía planeado.

—Esta ruca hace todo este pancho nomás pa que me la flete; anda urgida por un paliacate, sincho —conclusión que deduje sin cranear mucho el birote.
Y en efecto, la ruca traía una hambre de sexo más cabrona que la de un maestro de escuela rural. Ya estaba la doc a merced de la fiera lasciva, y en tal coyuntura le declaré mi admiración y deseos a la usanza romantiquera, y cuyos versos son los flecos de los calzones de Cupido (verbi gratia: señora de hermosura sin igual, envidia de las flores; qué tentación de besar sus labios...). Trabajada así la víbora no hay acción que no siga a las palabras; al escuchar esta verbosidad de terciopelo, seda y tafetán. La doc se estaba viniendo en mierda y se alucinaba en la edad de la pipiola; sentíase la novia de Corinto (bueno, eso digo yo; pero... ¿realmente se tragaría la borrasca?; por lo que aconteció después, yo lo dudo). De cualquier manera, algún efecto debe haber causado el ribete de sainetes, porque ateniéndonos a un adagio quevediano, no hay mujer, por vieja que sea, que tenga tantos años como presunción.

—Éktor, gracias por esas palabras tan bellas. ¿Son versos, verdad? ¿Tú los creaste?

—No, bueno fuera. Son fragmentos que recordé y me gustaron mucho. Pertenecen a Shakespeare. —(puro pedo; se trata de puras pinchis frases de telenovelas).

“Gran Señorona”


En la verborrea de varios cretinos de por acá, puede captarse fácilmente el rebasamiento del «objeto» —la literatura tijuanense— sobre el «sujeto» —el escritor tijuanense—; es decir, un fenómeno-esencia con voluntad propia y que se subsume en un acto resuelto sin la génesis del individuo. Entonces, la “Miss Literatura Tijuanense” queda convertida en una “Gran Señorona” que existe con independencia respecto de la opción del sujeto, poniéndose en marcha ella misma, caminando de un lugar a otro (por «un camino distinto» del que recorre la vieja chanclera llamada “Doña Canónica”), haciéndoles iris a quienes la chulean o le avientan piropos, meneando las nalgas como si fuera una mujer que ha dejado de ser una tinéyer y de pronto se descubre hembra de un macho, con autonomía, entusiasmo y «una valentía prácticamente única en todo el país».

—¡Óoorale!, el asunto está tan mazacotudo que parece una práxis del más allá.
—Bien dicen que cuando abunda la fantasía los enigmas están a peso y a tostón.

Vaya mariguanada de incongruentes y pretenciosos


Hay una infinidad de sandeces, melolengueces o suatadas que ya forman un complejo disparatario teórico por suponer la mafufesca idea de que ciudades como Tijuana, por su situación geográfica de vecindario o mingitorio de los Estados Unidos, constituyen «privilegiados espacios de experimentación». Y parloteando el «cantus firmus» de un cretinismo llano y ritual, corifeos y payasos monocordes —como el Roberto Jiménez Rosique, el Pedro Ochoa Palacios, el Patricio Bayardo Gómez, el Mario Ortiz Villacorta, el Roberto Navarro, el José Vicente Anaya, el Jaime Cháidez Bonilla, el Erasmo Katarino Yépez, el Antonio Navalón, la Diana Palaversich, el Adolfo Nodal, el Alejandro Rodríguez y otros— que palpitan de emoción cuando se tragan y dan a tragar la cábula de que este rancho gigante es una especie de «epítome universal de la cultura y las artes», una «hibridación de múltiples factores socioculturales». Celebran la garrullería de un imaginario «cosmopolitismo» que únicamente existe en sus enfermizas mentes y, asimismo, llegan al extremo sostener como certeza sociológica la barrabasada de que dicho «cosmopolitismo» («efusión de culturas», dicen los mamones), «trasciende condicionamientos de clase, género o raza»; concibiéndose a este territorial culazo como parte un «fenómeno capaz de funcionar como “modelo de alternativa cultural” para el mundo entero».

—Vaya mariguanada de incongruentes y pretenciosos.

Amigas suripantas


Gisela, se llamaba la morra que protegía y cuidaba a la Raquel; jaina con encargo de velar por sus huesos. En realidad una chamaca de 16 abriles que parecía su niñera. Se había iniciado en el sexo a la edad de once años. Gisela era la cuarta de seis hermanas; no contaba con padrote; dormía bichi y se masturbaba escuchando las rolas del grupo Indio. Una amiga suya apodada la Gorda fue quien la encarriló por el camino de la putería. La gorda era una mina a quien también se le chorrearon los frenos desde muy temprana edad. Par de jariosonas. La gorda se había retirado y gracias a un delegado de la SEP que la estuvo pisando un rato. Ella, sin estudiar, se hizo maestra de kínder. Decían que se la rifaba para los mamelucos. Raquel y la Gisela se acoplaron. La gorda en ocasiones caía al parque Juárez a visitar a sus amigas suripantas. Un batillo güevón graduado en trapeología le estaba matando la rata a la ruca. Ella no podía agarrar mejor barco que un macuarro porque tenía un chingo de granos en la cara y unas nalgas que parecían de chango tuberculoso. Puro batos sarreados andaban sobre su cacharro. En cambio la Gisela, aunque se cargaba una careta de melolenga, tenía lo suyo: unas tetitas bien paraditas, unas nailon de aquellas, unas piernas de princesa fina y unos muslos de quinceañera cherri.

Uy, sí. Una Tijuana llena de arte. (—¡No mames, güey!)


Uy, sí. Una Tijuana llena de arte. (—¡No mames, güey!)

El arte está hoy abierto a las arbitrariedades y todos quieren ser artistas, poetas, escritores o periodistas culturales. Y la utilería publicitaria sirve muy bien como propaganda mediatizadora para vender, embaucar, atolondrar, manipular, ofuscar y castrar la tesitura lógica, permitiendo que viles descerebrados, neolalistas y diletantes sean encumbrados como auténticos hacedores de arte y productos culturales.

¿En nombre de que marsellesa se predican tales despropósitos? El negocio es falcar extravagancias y maquillar las cosas simples con mafufadas inverosímiles para darse tartarín.

¿Y quienes coadyuvan a promover ese tipo de insensateces? Contradictoriamente los mismos que las cuestionan, siempre y cuando no se trate de los ángeles de su devoción. Y un ejemplo palpable, a parte de otros cretinos de doble cara, lo encarna la persona misma del gacetillero de farándula culturosa Jaime Cháidez Bonilla, mejor conocido como la «Paty Chapoy» de la cultura tijuanense (o el Daniel Bisogno del periodismo cultural, dixit Fidel Ernesto González) [1].

Con la desvergüenza moral que lo distingue y en calidad de cofirmante “indignado”, Jaime Cháidez Bonilla se sumó a disimulo teatrero que el Foro Cultural Ciudadano de Tijuana (FOCUC) desplegó en un manifiesto de fecha 7 de febrero de 2005, el cual contiene este posicionamiento ambiguo y ambivalente:

«Ante la nula tradición critica y de participación ciudadana efectiva en los asuntos culturales, los poderes burocráticos lejos de abrirse a la sociedad se vuelven cada vez más herméticos y rehuyen, inexplicablemente, el diálogo. Eso es lo que ha venido comprobando el FOCUC en su breve vida pública en los meses recientes. Los miembros de este organismo ciudadano, lo suficientemente acreditados como artistas y promotores culturales en Tijuana, reafirmamos nuestro legítimo derecho a participar en los asuntos culturales que nos incumben, realizando para ello una crítica constructiva como desde un principio lo hemos venido haciendo» [Identidad, edición del domingo 13 de febrero de 2005].

Bien dicen que cuando el lobo se harta de carne se mete de fraile. Jaime Cháidez Bonilla, muy campante, se rasca los testículos para hacer suya la anterior displicencia y ha de creer que posee las credenciales necesarias para ostentarse como «promotor cultural», suficientemente acreditado para abrirse al diálogo y dar cabida a la participación ciudadana en los asuntos de la cultura.

Engrudo de letras en un hombre desleal a sus convicciones. Así arregla sus enjuagues la inteligencia alquilada de Jaime Cháidez, mientras a borbollones le brota la hipocresía. Instantánea y vertiginosa es su charlatanería, pues en sustancia ejerce lo que el FOCUC cuestiona y critica: el hermetismo y el monopolio de capilla en favor de la pandilla de merengueros a los que rinde coba. Y, aunque suene literariamente escandalosa, esa es la verdad. El güey magnifica e hincha lo que, por ética periodística, debería de cuestionar. Pero le gana la obstinación cortesana en sus rumiaciones de promotor cultural, relegado al limbo de los lambiscones como ganso del periodismo repetitivo y adulador.
Guachen:

«La reciente versión de Entijuanarte fue un éxito en cantidad, los tijuanenses lo han hecho propio. (sic). Por lo pronto, felicitaciones a todos los que formaron parte de una fiesta colectiva que hizo del Cecut un Zócalo de alegría, de amigos mutuos, del encuentro con extraños que posiblemente nunca coincidirían en otro lugar, pero aquí, en un festival interdisciplinario, todos tienen permiso de mirar, de tocar, de formar parte de una Tijuana llena de arte» [Jaime Cháidez Bonilla, Frivolitos de la olla, Identidad, 1793, domingo 14 de octubre de 2007].

—Uy, sí. Una Tijuana llena de arte.

Vaya metodología para desdecirse de lo que antes se dijo. Ahora, uno de esos poderes burocráticos como el CECUT, que lejos está de abrirse a la sociedad —cada vez más hermético y que rehuye al diálogo— ahora se ha vuelto un “Zócalo de alegría y de amigos mutuos”.

—Qué poca madre.

Con esa serie de farolerías y gazpachos insensatos el autor de «Frivolitos de la olla» y ojete «cordinador» del suplemento «Identidad», “suficientemente acreditado como promotor cultural” y reafirmando su “legítimo derecho a participar en los asuntos culturales que le incumben”, cogido (y bien cogido) por las tenazas del periodismo mercenario, y sin chistar ni hacer pucheros, se suma a la balaca de los poderes burocráticos herméticos, al fruto podrido de las calamidades, inventando desvergonzados trucos teóricos en la intentona de acomodarse en el consenso culturoso con lisonjas de filisteo para no incomodar al aliado.

—Hijo de la chingada.

Qué execrable perorar. Y así quiere dedicar su torcuata y retorcida vida a la promoción del arte y la cultura

—¡No mames, güey!

¿Son esas las nuevas vertientes de su supuesta «crítica constructiva»? La libertad de crítica ya no se funda en el principio de la democracia cognoscitiva. El derecho de oposición y la facultad de refutar subvertir tendencias u opiniones contrarias se suplen por meras macanas de gacetilla finsemanera.

—¡No mames, güey!

7 de enero de 2012

Abolengo y prestigio hasta en el lúgubre fango


A poco de ventear por el submundo de la cultura, surge con claridad la existencia de las entidades literarias y poéticas que lo constituyen, pero que sin embargo participan en los asuntos del arte de modo muy diferente a lo que podría ser una actividad estética. Y aunque tales personeros están inexorablemente incluidos como enunciadores y trasmisores de tales manifestaciones, cabe afirmar que se encuentran apartados de los axiomas fundamentales de la creación; pues la idea o eje que los mueve suele ser una pretensión de éxito; la esencia real de los «logros» encuentra la justificación en estímulos de codicia y prioridades que son compatibles con las artimañas políticas y la sicología tradicional que da abolengo y prestigio hasta en el lúgubre fango. Y los perfilamientos que matizan promueven mediáticamente a estas figuras relumbronas del submundo culturero son más de las veces perogrulladas o sutilezas de circunstancias triviales. En la unción de la ignorancia y las cursilerías emotivas, librar una lucha en vano contra la estupidez y fustigar contra los cacareos engreídos es lo que a mí me toca. Ni pedo.

5 de enero de 2012

Imposibilidad de enderezar lo torcido


Con una cultura dominadora que impone la falsedad de sus monigotes ya no se le puede devolver al arte la inocencia creativa, su libre ejercicio espiritual. Y ante tal imposibilidad de enderezar lo torcido, la única salida de combate ha de ser entonces una crítica despiadada y de carnicería analítica en el tratamiento de los temas.

Sanguijuelas gigantes de la culturosada


Si se sienten o se consideran muy «independientes», ¿porqué, en su acusado esnobismo y formidable influjo de refractación pluridimensional del arte, mantienen una actitud satélite con las instituciones de la cultura oficial? Hasta donde yo sé, no se realiza ningún proyecto, programa o festival artístico sino es de acuerdo con las necesidades históricas y materiales de los intereses de la oligarquía dominante. Entonces, ¿para qué jalarse los pelos y gargarear que son independientes si estiran la mano para recibir el óbolo del IMAC, del ICBC o del CONACULTA? Sí, «periodistas culturales independientes» moflean nuestros ilustres carroñeros; y que no pierden la oportunidad de transustanciarse en gacetilleros seudoculturales dependientes. Y sus fanzines, un espacios míticos en el monopolio petrificado de la culturilla local, vestales cuasioficiales del prianismo culturero. ¿Para qué hacerse maje con esa cantaleta de «independencia»? No nos autoengañemos, los forliculeros, gacetilleros y demás sanguijuelas gigantes de la artisteada, solamente pueden ser independientes si preponderan ellos mismos sus propias vituallas de poder económico, como fue el caso de los intelectuales en la época del sacro imperio romano.

29 de diciembre de 2011

Los victimarios ahora se dicen víctimas


Siguiendo a Gramsci, cabe decir que la «tranquilidad interna», o sea, «el grado y la intensidad de la función hegemónica de la clase dirigente», se ha convertido en un bramido de miedo, cólera e impotencia. Después de unos tantos centenares de cadáveres triturados, hasta ahora el carnicero se ha dado cuenta que el molino de carne que manipulaba es una máquina infernal que escupe plomo y corta cabezas. Los victimarios ahora se dicen víctimas y oficialmente se han puesto al servicio de la lucha contra la peste que días antes ayudaran a difundir; y manifiestan su responsabilidad ciudadana como buenos pedagogos de la moral y las buenas costumbres.

—¡Qué barbaridad! Ya ni siquiera se puede fomentar el turismo de a dólar.
—Qué años tan felices eran aquellos.

Interpretación del mundo


Ninguna acción social e histórica puede operar en el vacío ideológico; el lenguaje, sistema de representación de signos y expresión del pensamiento es un determinante que hace posible la construcción y reproducción de la ideología. Todo lenguaje —señala Alfonso Reyes— lleva implícita una interpretación del mundo. Todo saber se encuentra cimentado sobre el lenguaje. La expresión verbal no sólo contiene una significación o fija una representación; la fuerza de las palabras activa la voluntad, violenta el orden, subvierte, mueve la materia, produce reacciones, a veces inesperadas.

Tranquila multitud de símbolos desposeídos


Arquetipos de la palabra que nos inducen a escribir. Pero, como dice un poeta salvadoreño, hay lenguaje de la vida y lenguaje metafísico. De un tiempo no muy corto hacia estos días, el isomorfismo, la confusión y la redundancia se han aquilato como forma esnobista de retórica, y las categorías lógicas del pensamiento se diseminan abstracciones que simbolizan contrariamente a los objetos concretos que les dieron origen. La razón de este lenguaje absurdo, contradictorio y pretendidamente científico se ha inventado para justificar determinadas acciones e intereses; por eso la ciencia, dice Ernesto Sabato, ha encontrado su lenguaje propio; «totalmente inventado para sus necesidades: una tranquila multitud de símbolos desposeídos de cualquier otro significado que el convenido para sus creadores». Muy alejado del lenguaje del hombre del montón es el nuevo acervo lingüístico que se rige por las pautas de la mercadotecnia, unidad de elementos expresivos que no rebasan el nivel de una sicología petrificada que presume de lenguaje cosmopolita, muy útil para mantener en vigencia a sofismas decrépitos.

dinero o lástima

Cuando uno está viejo solamente puede dar dos cosas: o das dinero o das lástima..

El diablo es tan optimista


«El diablo es tan optimista que cree que puede hacer peores a los hombres» Karl Kraus

Vieja cochina y chapucera


Tocante a tal Evelina Gil, ¿cómo es posible que esta vieja cochina y chapucera se diga seguidora de Simone de Beauvoir y perogrulle luchas feministas y debates de género?; cuando, a decir verdad, su tono defensivo es una afirmación machista de tomo y lomo en tales cuestiones Con lambisconería explicita y ha hecho muladares asquerosos en el submundo de las letras, consolidando aún más los mezquinos intereses y las inmoralidades de las mafias cultureras. Pasa a primer plano en asuntos del cuchupo y los arreglos debajo del agua para privilegiar a gente de su capilla. Ha surgido de la escoria misma de la artisticidad literaria que da cartas de privilegio a los fanfarrones que se hinchan en el vacío de la túrgida charlatanería. La julana se ha erigido como una de las principales pandereteras de los grupúsculos seudoliterarios que predominan en la escena tertulera de este tafanario fronterizo. En páginas del suplemento «Identidad», no pierde ocasión para deslenguarse en hipertrofiados textos en los que grulla la mediación chapucera y la lambisconería desbozalada. Y no hay articulejo de esta tía en el que no se lea repugiña de adulación rastrera en favor de ciertas madmuaselas y cretinos que como escritores o versificadoras andan muy tirados al catre. Y la pelafustana se entrega en cuerpo y alma (lo cual no quiere decir que con seriedad intelectual) a su iconoclastia de párvulo, atestando sus libelos con chatarra idolátrica de ciertos bichos fantásticos, pertenecientes a las ya consabidas bandas de seudoliteratos. Bueno, al menos la maula le saca provecho a la imbecilidad cultural. Meterse a fullero tiene su chiste y también cansa, pues hay que recoger en un tambo de 200 litros la baba de los bulcheteros. Hay que reconocerle a la ruca dos cosas: su desfachatez para abrevar la coima en nombre del prevaricato cultural y la capacidad para decantar la máquina reverbera con longos chorizales grafológicos por los senderos de la mediocridad y la complacencia.

A la crianza de gallinas


Desgraciados, desventurados, miserables, míseros, pusilánimes, necesitados, mendigos, desafortunados, infelices, infaustos, fatales, aciagos, lacerados, fatídicos, deplorables y fúnebres. Palabras que suenan a golpeteos nerviosos de mujeres solteronas y rurales que dedican vida entera, junto con sus madres y abuelas, a la crianza de gallinas.

La primera ley de la naturaleza


Ya lo decía Voltaire cuando hablaba de la tolerancia: «Todos estamos amasados con debilidades y errores; perdonémonos recíprocamente nuestras tonterías, tal es la primera ley de la naturaleza».

El máximo grado de concreción


La igualdad en un mundo roñoso como este que nos endosan como patrimonio global, no se funda en la justicia sino en el oportunismo, o sea en los condicionamientos culturales y en las relaciones políticas-sexuales verticales, manejadas por una minoría. Y tan etérea es la noción del igualitarismo entre las mujeres y los hombres que, siendo abstracción pura, solamente alcanza su máximo grado de concreción cuando es llevado a la cama.

Por la gracia de Dios


Como en los tiempos de Martín Lutero, si la Biblia sirvió para justificar el poder de la monarquía por la gracia de Dios, ahora la culturología, como un híbrido artificial de arte, ciencia y mitología, en sus manifestaciones masivas y elitistas, sirve para dar forma y sentido a los motivos e intereses de la existencia habitual en el espíritu de la sociedad burguesa. Culturología que es la forma extrema de la enajenación de la cultura y negación de su verdadera predestinación humana. O sea, en sus límites históricos estrechos, ruptura entre sociedad y cultura, como la separación existente entre el trabajo y el capital. Canon de la culturología donde la cultura se vuelve un elemento imprescindible para el sistema de dominio.

28 de diciembre de 2011

escribidor de fábulas pendejas


«…en tijuana ser poeta o escritor es más fácil que conseguir un permiso de volatinero o de vendedor ambulante en la 5 y 10. …mediocridad artística [de] esos que pretenden vivir de la literatura con trabajos de aprendices… el mayor daño que le han causado a la literatura es culpa de los escritores y de la vida estética que persiguen como perros en celo: pobres: eunucos. y los hay, desde aquí en la frontera, desde el más enano y escribidor de fábulas pendejas, hasta el más ínclito pontificador poseso de escalafones y escaños por demás oprobiosos». Papasquiaro, literalengua.blogspot.com

contradictoria la manera de ver las cosas


El crimen y la violencia tienen que hacerlo a uno productivo, aunque se pierda la sensibilidad y la fantasía. Las cosas son perecederas, la vida circunstancial y la sociedad burguesa se compone por dos tipos de personas; las que dicen que en alguna parte se ha acabado con un picadero o una tiendita, y los que se lamentan por haberse enterado demasiado tarde de la dirección de tales puchaderos. Y «esta clasificación —como dijera Karl Krauss— tiene la ventaja de que se realiza también en una misma persona, al no ser en esto decisivo el hecho de que sea contradictoria la manera de ver las cosas, sino sólo las circunstancias y consideraciones del momento. a la hora de elegir un punto de vista u otro» [Moralidad y criminalidad].

ya no se sabe quiénes son los léperos


Revueltos todos en viejas y nuevas camarillas donde ya no se sabe quiénes son los léperos y los hombres de talento. Cualquiera sabe cómo se precisa el “apoyo” o la parola hacia los protegidos y recomendados, es decir, la complicidad de capilla, simplemente se les pide a la terna de los «dadores» en turno la dejadez de su responsabilidad moral en aras del prevaricato y la arbitrariedad. Con una cultura dominadora que impone la falsedad de sus monigotes ya no se le puede devolver al arte la inocencia creativa, su libre ejercicio espiritual. Y ante tal imposibilidad de enderezar lo torcido, la única salida de combate ha de ser entonces una crítica despiadada y de carnicería analítica en el tratamiento de los temas.

flamígera espada del demonio


Y qué ingenioso y avezado trasgresor del «establishment» debe ser don Rafa Saavedra. Y no faltará quien diga que ha heredado la bilis, el coraje y la verbosidad exaltada de los poetas malditos, la flamígera espada del demonio palabrero. Porque, de acuerdo con el pitorreo biográfico suyo que se consigna en la página 135 del librejo número 3 de «El margen reversible» (IMAC, 2003), se lee lo que sigue: «RAFA SAAVEDRA. Nació en Tijuana en 1967. Es narrador y uno de los promotores más entusiastas de la cultura underground desde principios de los años ochenta. Ha publicado Esto no es una salida. Postcards de ocio y odio (1996), Buten Smileys (1997) y Lejos del Noise (2003). Ha sido colaborador de diversas publicaciones periódicas y es considerado un autor de culto» [página 135].

—De seguro que el batillo ha de ser tan respetado como Bukowski o Karmelo Iribarren.

Pepenemos algunos cretinismos: promotor entusiasta, chico “underground” y “autor de culto”. Y, aparte de sus joterías, ¿qué más ha aportado al desarrollo de la literatura nuestro promotor entusiasta? ¿Pensará el bato que con sus cochinos libros ya la tiene cuajada en los aparejos de la literatura universal y por ello se considera que es un “autor de culto”? Promotoría es moverse guiñolescamente; entusiasmo equivale a una especie de valemadrismo y escribir al garete, sin textura apropiada para fortalecer los puntos medulares del relato. Seguramente que, por su escueta e insípida prosa, los calabobos lo han de tener en su catálogo como uno de los más conspicuos y singulares componedores de magistrales textículos narrativos. Pero, por mucho que así pudiera parecer tal remame de virtud, lo que destaca en la escritura del Rafa Saavedra es un surtido de palabrejas que parecen haber salido de la parte baja y trasera del tubo digestivo.

—Lastima que esos brolis («Postcards de ocio y odio», «Buten Smileys» y «Lejos del Noise») no traigan una bolsa para vomitar.

una simple intoxicación de palabras


Una simple intoxicación de palabras:
todos aquellos que se han extraviado en el tiempo se creen vanguardistas.
Los ensambladores del verbo se han expresado muy bien:
la resignación es el antecedente de la desdicha, la sustancia del sufrimiento.
¿Se trata de un espejismo que se desdobla en una segunda persona?
—¡Tú, cabrón!

la verdadera creación del lenguaje


¿Qué es el pudor?
Vergüenza, recato, timidez.
O lo que quiera el impúdico
que no tiene recato en todo aquello que se refiere al sexo.
Pero aquí las partes pudendas equivalen a miembros genitales,
a pornográficas peroreras de incontinencia carnal,
a la execrable disposición de meter la polla en un coño
y a otras majaderías de menor renombre.
La poesía es una enfermedad neurológica de espasmos emocionales, glioblastoma que incita a sentirse como un extranjero
en el propio vientre de la puta madre que a uno lo parió.
Lo inasible no tiene nombre, es la verdadera creación del lenguaje.

Tijuana es el culo de San Diego

Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...