18 de julio de 2015

UNA HISTORIA IMPREGNADA DE PLACER Y LUJURIA


 UNA HISTORIA IMPREGNADA DE PLACER Y LUJURIA

Lo que voy narrar es una historia impregnada de placer y lujuria, producto de una mente enferma, cochambrosa y pijotera. Es una fábula llena de palabras sucias, obscenas, descompuestas y podridas; muy de la talla de los gamberros, de gente sin oficio ni beneficio, mal educada y sin pudor, carente de cualidad o virtud, que ha sabido gozar de los placeres más insípidos del mundo y que, más temprano que tarde, siempre acaba ensuciándose de lodo.
Es un asunto que a usted, lector o lectora, no le conviene leer; en él no existe ni una brizna de pensamiento diligente. Créame que nada gana su conciencia en zambullirse en esta urdimbre de palabras que los críticos (es decir los aduladores o defenestradores) consideran metaliteratura, es decir una intentona literaria que quiere hablar acerca de la literatura; una historia dentro de otra historia o muchas historias sacadas de otras tantas historias.
Yo le pido de todo corazón que no lea; le causaría mala digestión a su salubérrima conciencia. Usted perderá sin denuedo el tiempo y nada obtendrá de provecho; son barruntos que no ilustran ni entretienen.
Por tanto, lo conmino a que deje de leer, ya no siga. Por el amor de Dios, no me desoiga. Acuérdese que a arca abierta el justo peca. Es por su bien.
Pero si usted insiste en proseguir la contumacia, solamente le pido que no haga público el pregón que hoy despacho. Guárdelo como un secreto en su memoria.
Por otra parte, quiero deslindar posibles culpas. Si usted, lectora o lector, encuentra algunas dosis de pornografía, considérese afortunada, pues ésta era la intención primigenia. Si algunos pasajes narrativos le provocan náusea, vómitos o excitación sexual, ese es un problema estrictamente suyo. Yo no me hago responsable.

La teoría del caracol que penetra por el oído para escuchar al «otro» por un camino circular.

Examinemos por encimita cómo ciertos  inquisidores disfrazados  de  exegetas  «sui juris» se pasan por los tanatillos  de  la señora  Leda el  "sacrosanto" derecho de discusión e información (eso  sin contar que usurpan atribuciones exclusivas de la Secretaria de Gobernación, quien —dicho sea  de  paso— es la autoridad competente en asuntillos  de  tal  calado).

Así, desparpajadamente se  habla de "sanción",  de "la moral y las buenas costumbres",  de principios  "axiologicos", de  acciones "obscenas", de escenas "perturbadoras", entre otras paparruchas  que ya apestan a mojigaterías e hipocresías  deslavadas. La  reconstruccion  de   lo acontecido es historia o arte; y si la  historia  ha  sido suprimida  y alterada,  entonces  qué  se  puede esperar ya  a  estas  alturas de la  congoja donde   el silencio también es  un proceso  discursivo. O  sea, la   teoría  del caracol  que penetra por el oído para  escuchar  al «otro»  por  un camino  circular.

La porvenir  es  sólo la  idea  de  ser «otro»; pero ese  «otro»  puede  ser un   caradura que —en  mutua pertinencia con la indigencia  mental  y  la ignorancia histórica—   se dedica al oficiar  la pulcritud moral, el    recato y la  decencia. Se  trata  de  una  función redefinidora  de las apariencias ilusorias, un asunto de  muchas ronchas  porque en los avatares  del dominio cultural   se  arraiga   como  una  forma de  represión subyacente  que   reivindica   los  valores  tradicionales y  otras  antiguallas  moralizantes. Figura  de  primera línea  es  el censor  posmoderno, teórico del postindustrialismo que  hace  suyos  los  «juegos  del lenguaje»  wittegesteiniano, la  fijación de  los  registros lingüísticos para  encasillar, apartar, parcializar.

Pero en la  vida  hay  más experiencias que  lo  expresado, que  lo  transcrito como  falsas  disyuntivas, como  recortes  sinuosos,  como  parámetros  que  sofísticamente evalúan las  idiosincrasias. Se  injertan  conceptos  que ya  no  tienen  significado, fórmulas  que  son   expresiones  del  fetichismo.  Proceso de  mimetización de la  ideología  dominante, ubicuidad de  las  cosas  para esconder  su marca de  factoría,  su estatuto ilusorio.

Y en  una  realidad social  —tributaria  de  la  resemantización— se  han infundido  creencias y  actitudes  que  no son  otra  cosa  que  charlatanerías  cultureras,  es  decir,  desvergonadas  calcas  de  los  discursos  de  la  compañías  trasnacionales  (como el  monolítico  discurso seudoizquierdista  de  la  Coca cola. Así,el apologeta y organizador de las  mentalidades  favorables a  la  acumulación del poder, mediante sus  filtros y  catalizadores  diluyentes,  fingiendo  ingenuidad  beata, nos enseña  el camino  de  Damasco;  nos  define lo que es tolerante, lo   que  es  ecológico, lo  que es obsceno, lo que  es  encomiable.

 Palabra  y realidad ya  no concuerdan.  

CONJETURAS RAMPLONAS DE LENGUAJE

Si el lenguaje interactivo proporciona el contacto con la literatura, por hablar de un caso especifico, la nomenclatura que lo conforma, de acuerdo con cada corte histórico, se relabora y se trasmuta en para dar vida a nuevos contenidos semánticos; y para establecer la comunión lingüística se requiere de un código precedente que sirva de enlace retórico multifuncional que acerque al conocimiento, que revele la verdad, que confronte el pasado con el presente, que sugiera, convenza, informe, narre, poetice y que se anticipe a los hechos.

Arquetipo de la palabra que nos induce a escribir como necesidad. Pero, como dice un poeta salvadoreño, hay lenguaje de la vida y lenguaje metafísico. De un tiempo no muy corta hacia estos días, el isomorfismo, la confusión y la redundancia se han aquilato como forma esnobista de retórica, y las categorías lógicas del pensamiento se diseminan abstracciones que simbolizan contrariamente a los objetos concretos que les dieron origen. 

La razón de este lenguaje absurdo, contradictorio y pretendidamente científico se ha inventado para justificar determinadas acciones e intereses; por eso la ciencia, dice Ernesto Sabato, ha encontrado su lenguaje propio; «totalmente inventado para sus necesidades: una tranquila multitud de símbolos desposeídos de cualquier otro significado que el convenido para sus creadores».

Muy alejado del lenguaje del hombre del montón es el nuevo acervo lingüístico que se rige por las pautas de la mercadotecnia, unidad de elementos expresivos que no rebasan el nivel de una sicología petrificada que presume de lenguaje cosmopolita, muy útil para mantener en vigencia a sofismas decrépitos.
 En esa jerga la interpretación y el significado, ciertos términos no se resuelven con el valor literal que ofrece la etimología o la semántica, y, por tanto, su análisis no puede reducirse a esas disciplinas, ya que el lenguaje empleado en el proceso de homogeneización cultural, como lenguaje tecnocrático y globalizador, es el lenguaje de las mercancías y expresión de un momento histórico que al difundirse -distribuirse- se reproduce como un "imaginario colectivo"; como ilusión que amputa la realidad y domestica la conciencia del aagente receptor (fijémonos en la reducción: hombre-ciudadano-contribuyente-cliente-usuario-consumidor).

Los conceptos de la publicidad como categorías de las formas de control socio-cultural responden a un interés de clase, dominante, cabe afirmar. Separarlos de la relación que guardan con la ideología tecnocrática sería caer en un monismos escuetos, en posturas reduccionistas, como en los que se incurre cuando se estudian aquellos fenómenos de la sociedad reduciendo sus explicaciones a concepciones puramente "legalistas" o "economicistas"; o sea, desde conjeturas ramplonas, propias del determinismo (verbigracia: "libre juego de las fuerzas económicas").

En este caso el problema reside en la identificación fundamental de la relacion bilpolar que surge como una simbiosis en la que resulta casi imposible distinguir las antinomias o separar las antípodas del discurso y de la realidad; es decir, lo que debe ser el concepto (por ejemplo: el amor) y el hecho pertinente (por ejemplo: la mercancía). Señala el máster Antonio Gramsci —en Cuadernos de la cárcel, Tomo I— que tales determinismos conducen a yerros epistemologicos; pues es una bárbara estupidez, creer que que el concepto amor y la belleza son hechos históricamente determinados y que la economía es la naturaleza misma.

17 de julio de 2015

Ñusto corazón de la congoja en flor de chinche

Auroleabale la fama con un credo poético aislado y sin genealogía
Se hinchaba de ruido el silencio
Pero las orejas de trapo estaban rotas
Ñusto corazón de la congoja en flor de chinche
No habla pero mueve los labios
Esos labios pintados de rojo como puerta de pulquería

¡Trucha con esas tías!


Cofradía poética oficial profesando sin verdadera vocación
Cuánta palabra brotaba de su inspiración recolera
Se azotaban con el látigo de la disciplina sin reparar en gastos
Los cilicios apenas dejaban libres las coyunturas de los codos
Acompañadas de unos lobeznos que no temen ni a Dios ni al Diablo
¡Trucha con esas tías!
Fogosas sobre la inflamable poesía
Se hicieron de pencas

Soñando como sueña un libertino para curarse de la dispepsia







Soñando como sueña un libertino para curarse de la dispepsia

La imposibilidad de los posible y el melindroso clamor de la poesía



Escucha bien lo que te voy a decir.  Ya no hay lugar para los estremecimientos y las demagogias sentimentales. Por tanto, es necesario que limpies el cuadrante de tu reloj; por que tu tiempo está desfasado con respecto al tiempo de hoy. La imposibilidad de los posible y el melindroso clamor de la poesía (con las acotaciones anotadas); tan maravilloso y acomodaticio como mi primera enfermedad venérea, como  mi primer    juguete  infantil, como  mi primer  agasajo marinero.

6 de julio de 2015

Liderazgo cultural que no es otra cosa que una ignorancia zafia

Para hacer alucinar a profanos, según dicen ellos, y algunos de sus compinches, que son promotores (y, además, culturales), pero yo digo que son publicistas del parpajo espectacular y de la defección artistoide. ¿Y quién les envió ese soplo de exquisita sensibilidad prefabricada? Cuando no hay silencio, toda respuesta de su parte queda a merced de la irracionalidad o se reduce a un «chinga tu madre».
Y los verdaderos promotores ¿qué arguyen al respecto?; ¿quién de ellos respinga ante esa inculta desvergüenza que los rebaja al mismo rasero de los falsos? Bueno, algunos alegarán que no es un problema de personas sino conceptual. Y juntos seguirán compartiendo cartel en los intríngulis de una cultura, que no es más que una etiqueta y lujo intelectualoide.

—Pues… sí. ¿A quién le importan esas futilezas experimentales? Si al final el azar y la lógica se enredan y dan fundamento a un contexto de liderazgo cultural que no es otra cosa que una ignorancia zafia.

El Jorge Ortega y sus compinches



Un desprecio hacia la verdad histórica: «cinco o hasta diez años» marcan el límite entre la obscuridad y el brillo del sol. A la bastarda de Chimalguacán, la señorita Sor Juana Inés de la Cruz, le pernoctaron sus versos más de doscientos años, hasta que fue rescatada por unos poetas jotitos del siglo XX; Maquiavelo tuvo que ser redescubierto por Fitche; el marqués de Sade por Guillaume Apollinaire y el borracho de don Edgar Poe por Baudelaire. Y hubo hasta quienes se pegaron un plomazo en la tatema para hacerse de la fama que hoy presumen señoritos como el Jorge Ortega y compinches.

—Es que ahora somos muy veloces.

Y en efecto, los pespuntes de la envergadura triunfal le llegaron al vaporazo y los chavales se ahorraron, según berrean, «cinco o hasta diez años». Así, de pronto, en un abrir y cerrar de ojitos lagañosos, la fama les apareció pintada en una de sus nalguitas.




12 de diciembre de 2014

la mayoría ni siquiera sabe qué cosa es poesía y qué cosa no lo e

Los poetas raramente vinculan la poesía con sus agendas de vida diría. Por lo regular, ni los hipocambos de la lírica les funcionan, pues la mayoría ni siquiera sabe qué cosa es poesía y qué cosa no lo es. Al firmar que existe apertura en el modelismo culturero, claramente se demuestra que ocurre lo contrario, el empeño que la oligarquía dominante impone para aniquilar todo intento de intervención colectiva en las faenas artísticas; los estratos populares son relegados a las condiciones materiales y espirituales de la quintaesencia que les corresponde, es decir, a su pobreza total.

El elitismo académico es una forma de racismo cultural.

El elitismo académico es una forma de racismo cultural.

siempre el elemento sine qua non

En el «corpus poetico» puede estar contenida la política, la moral, la religión, pero debe predominar siempre el elemento sine qua non que lo determina a ser una obra de arte: el factor estético. El arte en la obra como Dios en el Universo, diría Flaubert. No obstante, no se despacha en gran escala una producción letristica, a pesar de que «la gran poesía —como afirma el máster Juan José Saer— es el resultado de una elección del dolor, una búsqueda, una disciplina de la extrañeza que lo borra todo, que consume el mundo, lo sumerge en la oscuridad y lo rescata lavado nítido para una historicidad más alta, menos primitiva. En rigor de verdad, la poesía es 'hecha por todos' porque la poesía está en todos».

Siempre te enamorarás de la persona equivocada

Siempre te enamorarás de la persona equivocada

«Los monstruos no duermen bajo tu cama, ellos viven en tu cabeza en forma de prejuicios» Joaquín Loera ''El Chapo'' Guzmán

«Los monstruos no duermen bajo tu cama, ellos viven en tu cabeza en forma de prejuicios» Joaquín Loera ''El Chapo'' Guzmán

Tú no podrás ser una poeta de verdad si estás limitada por tus inhibiciones.

Tú no podrás ser una poeta de verdad si estás limitada por tus inhibiciones.

¿En qué aprovecha un escritor ganar fama si pierde el alma?

¿En qué aprovecha un escritor ganar fama si pierde el alma?

Cuando un hombre sabe amar el mundo está a su merced

Cuando un hombre sabe amar el mundo está a su merced

La Sarlo: una chaka entre las más chacas

La  Sarlo:  una  chaka  entre las  más  chacas

como palomas a vista de gavilán

Podredumbre poética
Se requiere una fuerza superior a sus vulgares cantaletas
No pueden engañarse ni engañarnos
Pero han hallado por dónde hincar el diente
Se vio con sorpresa que ratón y gato
Ahora ya comen en un mismo plato
Saben cómo y donde el Diablo perdió el poncho
Echaron pelillos al agua y se unieron como uña y dedo
Han tenido su cuartito de hora de fragilidad
Emigraban del salón tertulero como palomas a vista de gavilán
Y echaban más cruces que si hubieran visto al demonio
Faltaba su chichisbeo amoroso
Encontraron momento preciso para pelar la pava
En una asociación de mujeres garabateadoras de arrugas
Viejas como el pecado, feas como chisme
Y con pespuntes de brujas y rufianas
De esas que dan el ala para comerse la pechuga
Y son duchas para sacar provecho de toda calamidad pública
Como si no bastara con la necrología de los periódicos
Se apoderaron de ellas como de plaza conquistada
Olvidándose del precepto que dice:
No haga de gallo quien nació gallina
Se deshacen en cumplidos y salvan las apariencias
Jugando al pin-pin y a la gallina tapujada
Y a la pizpirigaña y al pellizquito de mano •

el amor a la patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional

Hay en la anunciación una gran mentira o desfasamiento entre la idea legislativa y lo que realmente le ocurre al pueblo: «la educación que imparta el estado tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentará en el, a la vez, el amor a la patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia». Dicho de otra manera: se trata de dar batazos sin pelotas, hasta quedar totalmente exhausto o ponchado.

Toda esposa sabe cuando el marido tiene una amante, pero no toda mujer sabe que su amante tiene esposa.

Toda esposa sabe cuando el marido tiene una amante, pero no toda mujer sabe que su amante tiene esposa.

parlando el lenguaje de Esopo

El máster Pepe Revueltas afirma que en el momento en que la razón se disfraza, parlando el lenguaje de Esopo, los filósofos han de convertirse en perros, caballos, elefantes o cabrones que hablan y piensan antropomórficamente a través de una «crítica» elusiva, indirecta, pusilánime y complaciente. Ascesis de escribir sin decir nada o puerta abierta al oportunismo, la doblez y la ambigüedad: el escritorzuelo, articulista o gacetillero, mediante imposturas y falseamientos, se sirve de dicho lenguaje; y cuando es llamado a moverse teóricamente, lo hace aplicando groseras fórmulas anfibológicas o lanzando lisonjas de filisteo con el fin de acomodarse u obtener la prebenda de rigor. De esa manera, su «crítica» merece ser leída o escuchada, se vuelve glorioso ejemplo y se acepta el meritorio discurso porque se ha desprendido del «núcleo racional» —transustanciándose en una «crítica-acrítica»— en la que prevalecen únicamente los raseros de la «superestructura emocional», de una conciencia vacía de contenido que opera con el puro entusiasmo o el optimismo. Entonces, se logra el propósito de que las palabras ya no digan nada. Como afirma Revueltas: «Las palabras pierden por completo la significación que indican, como ocurrió con la ideología cristiana por los tiempos en que el agitador Savonarola intentó restituir las vaciadas significaciones a la pureza original de su antiguo contenido. La horca hizo pagar a Savonarola su osado proyecto de arrancar a la fe religiosa de su optimismo y complacencia ideológicos, y las palabras continuaron vacías» [Dialéctica de la conciencia, libro 20, p. 225].

DE LA MENTIRA MATERIAL A LA VERDAD LEGAL

DE LA MENTIRA MATERIAL A LA VERDAD LEGAL
 

Para entender el «ritual» de la legalidad debemos distinguir qué papel juegan los intereses de la clase capitalista que detenta el control de la de la llamada «soberanía» del consumidor o de la potencial clientela en las relaciones comerciales.

A la facción corporativista y gerencial poco le importan los escrúpulos —digamos que morales— cuando se trata de obtener réditos y ganancias económicas; el individuo de carne y hueso en tal situación —de comprar lo que el mercader le vende— ha de concebirse como un ente relativamente abstracto; dado que la necesidad es una «idea», una tendencia que concuerda con las antiguas formulas metafísicas porque su finalidad es igualmente destruir las ideologías y desintegrar la cualidad de pensar y actuar en forma penetrante y no de manera oscurecida y pasiva.

En este río revuelto de ganancias participan el estado, con su correspondiente division de poderes, y las corporaciones de «mass media» y los accionistas y propietarios legales dedicados a la vendimia en gran escala. Conjuntamente controlan y persuaden a la masa clientelar, promueven sus intereses y consolidan sus poderes y privilegios.


Si los detentadores de poder comercial de gran escala no hicieran uso de mecanismos y estrategias fraudulentas de publicidad, sus ganancias entonces serian magras. Sin los capuchineos y engañifas a los que recurren sus bolsillos no engordaran. Se tima al cliente, se le da gato por liebre, se le embauca para estafarlo. Y gracias al lenguaje de merolicos diestros en el arte de cilindrear al prójimo.

Y la ley a ¿quién protege? Obviamente que al bribón.

La legislación en materia de consumo de bienes y servicios está paralizada y es letra muerta en este aspecto. Y el peso de la ley en este campo de la economía de mercado, cuyos beneficiarios venden engatusando, no tiene más fuerza gravitacional que lo puramente «literario». Veamos un botoncito de muestra.

En el Capítulo III, relativo a «la información y publicidad», de la «Ley Federal de Protección al Consumidor» se establece lo siguiente:

«ARTICULO 32.- La información o publicidad relativa a bienes o servicios que se difundan por cualquier medio o forma, deberán ser veraces, comprobables y exentos de textos, diálogos, sonidos, imágenes y otras descripciones que induzcan o puedan inducir a error o confusión, por su inexactitud».


Sin embargo la práctica demuestra todo lo contrario. Y es que los soportes del leguaje de propaganda comercial están a la vanguardia, mientras que la ley, supuestamente protectora del cliente y del consumidor de bienes y servicios es ridícula y anacrónica. 


Pero como el «quid» del asunto, como lo decía Bertold Brecht, esta en esta dicotómica premisa:

«Todo quiere seguir siendo lo que es y no quiere seguir siendo lo que es».
 

Pero las oposiciones son irreductibles.

Comienza uno siendo promiscuo y acaba siendo fiel a una sola mujer

Comienza uno siendo promiscuo y acaba siendo fiel a una sola mujer

A los que no les agradas son dos: los estúpidos y los envidiosos

A los que no les agradas son dos: los estúpidos y los envidiosos

Sólo el que sufre una opresión puede quitérsela de encima.

Sólo el que sufre una opresión puede quitérsela de encima.
El Libro rojo del Cole

fusilando las estructuras joyceanas

Metaficción es, supuestamente, hacer literatura desde la literatura misma. Sí es cierto, pero en forma paródica, humorística y sarcástica. No desde la forma pastichera y fusilando las estructuras joyceanas que se han vuelto ya un cliché. Además, y considerando aparte que la mayoría de la metaficción es literatura terriblemente mala, quienes la escriben son, en su inmensa mayoría, noveles y diletantes que nada más siguen las influencias de dos o tres escritores; y pareciera que solamente han leído al Tito Monterroso, al che Borges y al Julio Cortázar. Más de allí, comercialmente no pasan.

la fatua ingenuidad de papagayos

Acto de simbiosis con el que se pretende adquirir virtudes que no se tienen, imponer un hipócrita código moral, remover las fibras sentimentaloides y alcanzar la satisfacción o placeres sincopados a costa de la desinformación. Conformismo artificial y ficticio de la fatua ingenuidad de papagayos, como refería don Antonio Gramsci. La actitud mental que vislumbran el comentario copiado, no es consecuencia, aunque podría darse el caso, de la incapacidad de articular criterios no imitativos o de posibles daños en la corteza cerebral, el origen de esa impotencia de activar la máquina del discernimiento radica en posturas ortodoxas programadas desde los cánones funcionalistas y los clichés alienantes que se bifurcan en sectarismo malsano y estruendosas intrigas pedantescas

conocerse uno mismo y reconocer las posibilidades y las limitaciones que se poseen

conocerse uno mismo y reconocer las posibilidades y las limitaciones que se poseen

Los seres humanos se enamoran tres veces en la vida

Los seres humanos se enamoran tres veces en la vida: cuando son adolescentes (y que por vez primera se les calienta el chamorro); cuando se casan (sin imaginar deshielo de una concupiscencia sin amor); y, finalmente, cuando huelen la nostalgia sexo (pues la sangre se ha hecho delgada).

11 de diciembre de 2014

un lirismo de profusión exageradamente cursi

A pesar de que hay más poetas que albañiles, no se da el  hálito de una buena poesía; ya no digamos magistral, sino de resonancias típicamente normales. Lo que se tiene como poesía es un lirismo de profusión exageradamente cursi y de repetición de lugares comunes; una lírica de muy  escasa calidad,  más pastichera que original y con más emoción que talento. En lo que toca a la narrativa (cuento y novela), el panorama se pinta igual de jodido que en la poesía; los escritores no pueden superar el determinismo estéril en el tratamiento de los temas (desierto, border, polleros, migra, ser fronterizo, etcétera); la visión imaginativa del narrador  no va más allá de ese telurismo ya tan sobado y manoseado.
Y en lo que toca a los (sedicentes) críticos literarios, estos son más  rastreros y superficiales; y los que no son así, pues se autocensuran o se autosilencian con los métodos inmanentistas que están de moda (textualismo, metarrelato, metatexto y otras mamadas). Pero hay unos críticos chakas  (muy escasos), y  a quienes les  cierran el griego porque critican con lóbrego tarquín.

El éxito es mundano, no espiritual

¿Qué tanta huella en la historia podrá dejar una herramienta abstracta y maleable como es la palabra de un escritor en un mundo donde el discurso, terminado hace un minuto, ya se petrificó vertiginosamente en el olvido de la memoria? Me reservo el escepticismo. Sólo diré que sus productos letreros han sido expropiados por dictados ...del sistema, y luego de figurar nominalmente por unos cuantos días y segundos en el escaparate del reconocimiento público, se perderán en el anonimato que impone la vida trajinera, light y de consumo. Los recuerdos se borran porque todo sucede con rapidez, además ya no importa si la historia inicia a partir del momento presente o del pasado. Nadie se acordará del intelectual, a no ser que se convierta en un genocida, criminal de altos vuelos o títere mediático; y para eso no se requiere ni una pizca de sapiencia. El éxito es mundano, no espiritual; y no se obtiene con la espisteme sino con la doxa.

los literatos que se creen filósofos

A partir del momento histórico que Ángel Rama denominaba «reconstrucción de la retórica», el concepto de ideología se abrió a nuevas formas superestructura les. Se establece la ambigüedad del discurso y la realidad deja de ser natural y objetiva porque la determina la técnica literaria. La sociedad clasista es morfológicamente un modelo cultural y el arte un ejercicio de control social, una confusión de caracteres, de repetición de fantasmas de telepantalla.
 Del hecho concreto se desprendió un flagrante fraude culturero asentado en el poder, los elementos de la confrontación quedaron subordinados a los principios conservadores del sistema dominante y a los referentes igualitarios para tratar de subsanar de manera abstracta, es decir, con meras ilusiones, los desequilibrios culturales y las condiciones de desigualdad económica y social. En el acto de los postulados conceptuales la modernización bifurcó los mismas fórmulas que la tradición duplicada; culta y popular, tecnificada y escueta, refinada y vulgar. El corpus ideológico se propaga como la idea de la entonación, como cliché generado desde de la parte superior de la pirámide. Un lenguaje de configuración asimétrica ocupa la posición hegemónica en lo que Bourdieu llamaba el «campo» o «contexto»; el mito local se fetichiza en un símbolo de universalidad, la parte como el todo: un mismo sentimiento se amolda y se expresa en el conjunto general simbolizado.

—Contextualización global de la idea particular del grupo dominante.
—La globabalización se ha construido con retazos y prestamos simbólicos


 Los grandes exponentes no han sido los filósofos, sino los novelistas y poetas. O mejor dicho, los literatos que se creen filósofos. La crítica literaria se ha politizado, las «desviaciones» de los escritores marcan el rumbo de las valoraciones estéticas y la censura es sinónimo de empresa editorial o asunto de los medios de difusión. En un ámbito culturalmente corrompido y atestado de estupidización banal, el triunfo político es un triunfo literario; y es el destino que saca al escritor del anonimato público, sin que importe ya la integridad intelectual o la calidad artística de la obra

consumo de bienes culturales

Induciendo al consumo de bienes culturales, se parte de la convicción de que la literatura es ahora más chingona; y, a contrapelo de lo que sucedía en otros tiempos, el arte se privilegia como producto de mercado y el canon literario se postula desde la industria editorial. La literatura se contiene en un desaforado discurso —pobre, maltrecho e incoherente— en el que se habla de todo y de nada al mismo tiempo. O sea, la literatura como apéndice de lo que ayer fue literatura

los superdotados de la aristarquía seudoliteraria

El castigo para el literato es una colectividad analfabestia, una gran masa de apáticos no-lectores y un yermo de ágrafos. Y la única regresión al pasado clásico, como los «post-arieles» de Enrique Rodó, es la gran cultura del gran privilegio; el gran gusto de la pequeña burguesía hacia los superdotados de la aristarquía seudoliteraria de los supuestos genios de chafetán

las transformaciones del sistema literario

La «regeneración espiritual» de la literatura se subsume en un medio funcionalista para ilustrar a la masa de ignorantes pelados y en una estrategia publicitaria para escalar niveles sociales y distinción egocéntrica. Cultura que se disfruta como un privilegio, pero que —como decía el máster Aníbal Ponce— envilece tanto como el oro. Más que en una individualización creadora, las transformaciones del sistema literario encuentran su explicación en factores sociales, económicos y políticos; en la secuencial línea cronológica de los asuntos de la hegemonía cultural, más que en la genialidad estética.

El imaginario poder de las palabras

Lo que prevalece es un elitismo homogéneo de difusión masiva y las pocas innovaciones que se proclaman en el enorme arquetipo de las letras se deben a una fractura de los códigos de la escritura y a la ingenuidad de la fantasía. Todo lo demás constituye una excrecencia intelectualoide en las nuevas formas de expresión artística y un academicismo obsoleto aún no superado en las nociones teóricas del arte y la cultura. El imaginario poder de las palabras se ha instrumentalizado en un «constructo» de hipertextualismo deficiente y epizótico que ya no relaciona los hechos literarios con los momentos del tiempo presente.

particularidades del cliché monolítico

Quimérica democracia convencional donde se permiten por un instante ser caballeros del pueblo, pero luego de una exhibición esnobista, y en cuanto el interventor oficial enardece sus sentidos, se ha de retachar a la cuadrilla clasemediera. Huecas voces en el trasplante de las consignas oficiales del poder cultural, donde la conciencia de la posición social siempre está en primer término. La nequicia de la supervisión depende entonces de los estilos de hacer arte y el eje referencial estriba en escamotear la expansión de la cultura y distribuirla sólo en fragmentos, en particularidades del cliché monolítico, de la endogámica mentira.

las condiciones materiales y espirituales de la quintaesencia

Los poetas raramente vinculan la poesía con sus agendas de vida diría. Por lo regular, ni los hipocambos de la lírica les funcionan, pues la mayoría ni siquiera sabe qué cosa es poesía y qué cosa no lo es. Al firmar que existe apertura en el modelismo culturero, claramente se demuestra que ocurre lo contrario, el empeño que la oligarquía dominante impone para aniquilar todo intento de intervención colectiva en las faenas artísticas; los estratos populares son relegados a las condiciones materiales y espirituales de la quintaesencia que les corresponde, es decir, a su pobreza total.

como los muertos que han sido devorados por los gusanos

Condición cultural de la vida intelectual, tan invisible como los muertos que han sido devorados por los gusanos, es una persuasión que implora su propio linaje estético, su tratamiento lingüístico y su imagen icnográfica. Y mientras menos se encuentren dotadas de poder explicativo, esta espiritualización subjetiva resulta más eficiente para mistificar la gramática, para separar la cognición del proceso reflexivo, para evadir con símbolos la pluralidad de los sentidos, para excluir con la reiteración de metáforas los fenómenos de la realidad, para reducir a signo lo tangible.

la evocación clasista en el filo de la noble clarividencia poética y literaria


El arte se consagra a su nivel más abstracto, a lo estrictamente ilusorio, a la correlación de categorías amorfas y que atañen sólo a contenidos lingüísticos. Es decir, a esquemas retóricos estereotipados que se afianzan como cualidades y principios de la creación artística. Sin embargo, se requiere más que perspicacia para detectar la evocación clasista en el filo de la noble clarividencia poética y literaria. Las manifestaciones —eufemísticas, polimorfas y ambiguas— encubren el discurso poético sin hacer patente la llana y notoria significación; se disfrazan los sentimientos con terminología neutral; por ejemplo, «amor de mi vida». Metáfora y símbolo representan los mejores recursos estilísticos para la darle a la palabra significación equívoca, connotación genérica de identidad sustancial en diferentes objetos y una misma nomenclatura para designar conceptos y entidades desiguales («casuística» en la que se descubre el modelo cultural hegemónico, a fin a la concepción del grupos dominante). En el artificio literario las antinomias sólo son apariencias, aun en la tolerancia de aceptar a los seres humanos como son y como actúan, de modo que el odio sea, al mismo tiempo, amor. Pero al final, son las virtudes de la negación las que cobran existencia en las «acciones simbólicas» del ensueño, la fantasía y la imaginación

en el acmé de la catarsis

 

en el acmé de la catarsis

Soplo de la torpeza
Se limitan a llenar un hueco cavando otro hueco
Y así sucesivamente
El menosprecio de los ignorantes
Con mucha extensión en el pregón
Estilos análogos en distintos niveles de espiritualidad
De modo que andan a un mismo paso
Placebos inocuos y un montón de estiércol seco
Ya no hay discernimiento entre pureza e impureza
Ni siquiera ellos saben dónde quedan
Como dijo un prologuista de Darío
Dios no se arrepiente de haber creado al gavilán
Aunque éste se chingue a las palomas
Preciosa configuración de monerías artísticas
Torcidas e inadecuadas
A vuelco de sensiblerías verso enclenque y reseco
Como la bestia feroz con quien no se debe tener ningún contacto
Vociferan más cursilerías que los ardientes enamorados
No se ajustan a los hitos cronológicos
Andan ya tatarabueleando en los negocios de la concupiscencia
Pero aun así dan y quitan ofrenda en el acmé de la catarsis
Lanzarse a ese abismo sin fondo se ha de llamar inspiración poética
Como Marco Antonio en brazos de Cleopatra
Como Sor Juana ante los caprichos de la duquesa de Aveiro
Como el Santo Sínodo excomulgando a Tolstoi
Obligados están a hacer algo extraordinario
Ojalá y no se les ocurra irse a Sinaloa para determinar
Si acaso Jesús Malverde debe ser o no canonizado





21 de octubre de 2014

Pirujeando en la «Tijuanita»


Pirujeando en la «Tijuanita»

Ahora solamente cargaba unos cuantos chelines en la roñosa billetera. Quién lo hubiera imaginado, había sido yo el dueño de una pesada marmaja que valió madre en seis meses. Los siniestros amores cuestan un alto precio y son efímeros.

Por falta de morlaca la relación erótico-pasional llegó hasta donde llegó el último dólar. Lo mejor era pintar venado para otros lares. Ya nada había qué hacer en Hermosillo.

Por lo que ya se sabe, las circunstancias en que se encontraba la Raquel no eran dignas de jactancia vocinglera por acrisolados «logros» que se obtienen en la vida. No, más bien lo que su alma develaba era pesadumbre y animo acongojado.

La doctora taloneaba el billete en la puteada, y no precisamente en un bulo de categoría, sino en el jardín Juárez, un parque donde crecen verdes enredaderas y pechugonas rameras; un lugarejo mejor conocido como la «Tijuanita».
De aquella exitosa mujer, decente, talentosa, trabajadora, responsable y disciplinada en sus quehaceres personales y profesionales, ya sólo divisaba el bulto de una piruja trituradora de falos.

—¿¡Qué, jefa!? ¿Cuánto me cobra por aventarle un paliacate? —le preguntó a la Raquel un jovenzuelo de escasos 16 años, estudiante de preparatoria, como lo evidenciaban las libretas escolares que portaba.

La Raquel todavía estaba buenera, pero el billete que aperingaba por soltar soltando el relingo en la «Tijuanita» (o jardín Juárez) estaba medio cacicón. El grueso de la clientela cogelonesca, compradora de manceba satisfacción, se integraba por gendarmes inferior jerarquía, albañiles, tamemes y uno que otro universitario bajado de la sierra de Cumpas, Ures, Caborca o de la Colorada. Estos eran los que, en su mayoría, formaban el listado de su nómina putaril.

Se elegía a Belcebú en lugar de Dios en la hora de invocar para que cayera algo clientela. Y una cosa no se puede negar: la doctora tenía su pegue pal arrimón; y ni siquiera los más roñosos le hacían el fuchi, ya que al guachar las tamañas bolotas que por detroit y por delante la ruca se cargaba, cualquier cabrón temblaba de lujuria.

—¡Tripea las ubres que tiene esa pinche puta, carnal! —le dijo, sorprendido, un bato al compa que lo acompañaba, cuando se toparon con la ruca.

—¡Chup, chup! ¡Slurp, eslurp! —le piropeaban a la fémina.

Pero como no traían firula solamente les esperaba lo mismo que al chinito: nomás milal.

—¡Qué pinchi borrachera láctea me iba pegar con esas tetotas!, pero ando raiz, sin un quinto.

—¿Qué me ves, pendejo? —le reclamó la doctora al mirón menos prudente, y éste le contesta: —Es que te pareces a una vieja que busco pa terminarme de criar.

—¡Pendejo!
—¿Pa qué andas de exhibicionista, culera!
—¡Pinchi puta, cara de guajolota con chorro!
—¡Tu puta y reguanga madre, joto, que ya quisiera tener chupones como los míos!

¡Las chichis de tu puta madre que te aventó al mundo, de seguro han de ser dos picadas de mosco! ¡Y tu pinche padre, marica, ni cuenta se ha dado porque le gusta la verga!

Semanas más tarde, demasiadas, la Raquel ya no se hundiría en encorajinamientos del calado antes descrito; y no sería porque la pelusa se hubiera amansado en tales menesteres tan braveros, sino porque soltó las amarras que la tenían anclada al parque la «Tijuanita».

La jaina mudó sus encantos a la frontera de arriba; y, tras un proceso de convencimiento por parte de una de sus colegas suripantas, le cayó a Tijuana. Viaje que se lo cuajó después de 10 años de putería.

Así que cuando la Raquel cuando aterrizó en el mero Cagüilazo ya frisaba los 60 abriles.

Hastiada y huyendo como quien se escapa de la persecución de un ejército de abejas africanas, la Raquel salió de Hermosillo, y lo hizo sin despedirse de sus colegas. En realidad, trataba de huir del algo de lo que fatalmente nadie como ella puede esquivar.

Las ratas de un barco, aunque estén en todo su derecho de abandonarlo no lo pueden ejercer. Todo esfuerzo será en vano, también se ahogarán. Y ella no será la primera rata que logre salir viva del barco ese, a punto de hundirse.

Salió de Sodoma para entrar en Gomorra.

Cuando la Raquel abordó el autobús que la llevaría a Tijuana, el chofer de la burra, al guachar el trasero de la doc, sintió unas inmensas de sobarle las tepalcuanas. Y es que —a sus sesenta años de edad— la ruca todavía estaba de antojo. Si el bato que piloteaba el bus la hubiera conocido dos decenios atrás, en el tiempo que yo me la andaba fletando, el güey, de cincho, que se habría cagado pa dentro.

Me cae que sí. Pero con ese culo, la ruca ya no estaba en condiciones de competir con las paraditas que rifaban en la Zona Norte de Tijuas; morras entre los 15 y 20 abriles.

Así que la cosa no iba a ser muy fácil para ella. Bueno, pero una ventaja sí tenía sobre esas leandras: la Raquelona era una experta consumada en el arte de la cochadera y, además, poseía un aparato cochador que —si bien, ya no servía para maquilar chilpayates— funcionaba al ciento por ciento a la hora aventar pajuelazo. Un poco resecón al iniciar el enjuague, debido a los efectos de la menopausia; lo cual representaba un detalle muy mínimo, pues para la lubricación del chango sobran las cremas y jaleas. Y que lo digan los que ya se habían acostado con ella.

Ardorosa y turgente, la Raquel aún mantenía su soberbia figura femenina; y a pesar de la edad avanzada, despertaba ardientes pensamientos en el prójimo.

Minutos antes de que amaneciera, y durante una madrugada de verano, la doctora, después de 13 horas de viaje, llegó a Tijuana.

No sé si aquí seré mejor o peor de lo que soy —pensó, mientras caminaba siguiendo, casi por inercia, los pasos de la gente que se disponía a salir de la central camionera.

—¿Le puedo ayudar con su maleta? —le preguntó un ruco acarreador de equipaje.
—No, gracias. Yo la puedo cargar —le contestó.
—Le creo, señora. Que le vaya bien.
—Muchas Gracias. Que Dios lo bendiga.

El primer coraje que su bilis registró fue por causa de los taxistas:

—Pinchis ratas. Ciento cincuenta pesos al centro. Tan pendejos los babosos. Tomaré un pesero».

En cuanto se apeó de la burra, ya metida en las entrañas de la ciudad, entró a formar parte animación callejera, el jolgorio y de todo el movimiento que suscitaban los obreros, los estudiantes, los comerciantes y los trasnochados que obedecían las ordenes de una día más de rutina o francachela. Era la segunda vez que estaba en Tijuana, la primera fue cuando vino a un congreso de siquiatría, cuando recién había egresado de la universidad. Pero aquella vez no pudo darse cuenta del aspecto enfermo que mostraba la ciudad: harapientos tirados en las banquetas, borrachos tumbados en la parada de los taxis, pirujas rumbo a su casa, malillones corriendo hacia ninguna parte en busca de la cura, malandrines a expensas de chingar a quien se le duerma el gallo, etc. Semejante espectáculo no la inmutó; son los convites de una noche de farra, algo normal.

Para ella eso era inaudible e invisible. Lo único que le caía como patada de mula en la boca del estómago, era ese pinche olor a mierda que brotaba de las alcantarillas.

Tijuana es el culo de San Diego

Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...