un lirismo de profusión exageradamente cursi

A pesar de que hay más poetas que albañiles, no se da el  hálito de una buena poesía; ya no digamos magistral, sino de resonancias típicamente normales. Lo que se tiene como poesía es un lirismo de profusión exageradamente cursi y de repetición de lugares comunes; una lírica de muy  escasa calidad,  más pastichera que original y con más emoción que talento. En lo que toca a la narrativa (cuento y novela), el panorama se pinta igual de jodido que en la poesía; los escritores no pueden superar el determinismo estéril en el tratamiento de los temas (desierto, border, polleros, migra, ser fronterizo, etcétera); la visión imaginativa del narrador  no va más allá de ese telurismo ya tan sobado y manoseado.
Y en lo que toca a los (sedicentes) críticos literarios, estos son más  rastreros y superficiales; y los que no son así, pues se autocensuran o se autosilencian con los métodos inmanentistas que están de moda (textualismo, metarrelato, metatexto y otras mamadas). Pero hay unos críticos chakas  (muy escasos), y  a quienes les  cierran el griego porque critican con lóbrego tarquín.

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