
12 de julio de 2012
IDEM O ALGO ASÍ COMO EL CHARKITO / por LUPS MEZZ
por LUPS MEZZ
En la universidad, conté con el privilegio de haber compartido el aula con el cerebro más maravilloso que haya conocido nunca; extraordinaria memoria, capacidad de análisis, elocuencia y sobre todo disposición actoral que absorbía la atención absoluta de los interlocutores. Podía pasar horas escuchando, sus temas eran de interés innovador, parecía que las conversaciones abordadas tenían un halo de misticismo, aderezado con aires de cientificidad. Siempre me quedaba con la sensación de que mi historia de vida era su inspiración. Anhelaba los días de clase para escucharlo al tiempo de percibir un estado hipnótico aunado con ese letargo de incredulidad que me embargaba. Cuando lo escuchaba siempre me repetía con admiración la elocuencia de ese individuo para narrar lo incognoscible y armar historias de leyenda con la certeza de haberlas vivido.
Un buen día le dije - ¿cómo vez Charquito, me autorizas a narrar tus vivencias? Hazlo me dijo- Yo puedo escribir cualquier cosa menos narrar mi vida - órale le conteste – tendrás que firmar la autorización para evitar demandas en el futuro.
Pasaban los días y una vorágine de actividades fuera de programa absorbían mi tiempo y la promesa regalada al Charquito, estaba sin cumplir. Como empezar esta historia, era mi preocupación, pensé en darle claridad, orden y por supuesto dar el primer paso. Un buen día amanecí con gran entusiasmo pensé que había llegado el momento de iniciar la narración de esta historia contada por el Charquito pare por darle sentido al apodo que se autoimpuso. Cuando más conocía su historia más comprendía porque su afamada identidad CHARKITO.BLOGSPOT.COM.
Las historias contadas por Charquito se cuentan por cientos, cada una tiene, su propia propuesta ubicada en espacio y tiempo. Cuenta Charquito que él siempre ha sido muy perseguido por los seres surrealistas, o tal vez me dijo, de ultratumba- no lo recuerdo de cierto, pero en esencia la historia tiene sus altas y bajas... Él era un asiduo deportista, y en el campo de alto rendimiento donde él y otras personas coincidían en su deporte favorito, correr.
La vanidad del Charquito era extrema, sus tiempos de tener un cuerpo atlético y su juventud preciada ya estaban lejos, sin embargo se aferraba a conservar sus dotes de galán; lo mismo recordaba a sus innumerables aventuras amorosas, como también su incursión en el mundo de la actuación, aunque esta solo haya sido por breve tiempo. Fueron los dólares quienes lo mantuvieron vigente en la industria de cine pornográfico, disfrutaba los dones de la vida, así como el placer de gastar indiscriminadamente sus bien ganados billetes verdes.
El correr todos los días, indistintamente del horario que le permitiera su apretada agenda, siempre era un placer estar solo con sus recuerdos. Fue así cuando en una mañana nebulosa corría, como era su costumbre iba ensimismado con sus recuerdos, lo único legitimo que tenia, y que defendía para sí, sin lugar a dudas eran aquellos nostálgicos tiempos idos; daban sentido a su existencia, eran su fiel compañía en los momentos más obscuros de monotonía. La vida dura que había llevado, la diplomacia natural y su refinada cultura habían hecho de él un exitoso ejecutivo. El mantenerse esbelto, guapo y joven era una liturgia que practicaba con ahínco, su profesión lo ameritaba.
Esa mañana fue un día muy especial, sus compañeros fieles y fortuitos no estaban a su lado, fue extraño, para él - sin embargo no se desmotivo, continuo corriendo, como era su costumbre.
Cuando había corrido quince kilómetros, consulto la hora en su inseparable reloj de oro, que aun conservaba de aquellos tiempos de bonanza, cuando el actuar en películas no aptas para menores le había dejado una mansión y mucho placer; que aún ahora después de tanto tiempo, el recuerdo de los momentos vividos dejaba una placentera sonrisa en su rostro. Respiró profundamente, cuenta el Charquito, -y prosiguió su carrera, 20 kilómetros era la meta siempre cumplida y ahora no seria la excepción.
Vio a lo lejos un bulto que corría en sentido contrario a él y pensó- este debe de ser nuevo por aquí, aún no sabe que para estar en armonía con el universo y alcanzar la plenitud, debe correr siguiendo el sentido de las manecillas del reloj. Los que ejercitaba en ese parque lo sabían tal vez porque alguien se los dijo o solo era sentido común; el inicio de la carrera tenía una pendiente de inclinación que favorecía a todos aquellos que aún no contaban con la energía requerida. Sus pupilentes se habían quedado en casa, la neblina no ayudaba mucho y esa figura humana tampoco le iba a intimidar. Su trote se hizo más persistente, y levantó su mano derecha para regalar un saludo a tan inesperado deportista.
—Hola ¿cómo va el día?
No tuvo que esperar la contestación, para cuando su piel se le puso chinita y un frio corrió todo su cuerpo, el tiempo se detuvo, la vista se nublo y en su garganta se ahogó un grito desesperado. Ante su vista estaba un ser antropomorfo, ¿Era un puerco? ¿Era una mujer?, eso no importaba, la sensación de estar frente a lo incognoscible aturdió sus sentidos y los segundos se volvieron minutos y los minutos se volvieron horas. Cuando pensó que enloquecía, pego un grito aterrador, trato de correr sus piernas no lo obedecieron. Ese ser sacado de una película de terror amenazante con una gran espada gótica, la hizo pasar por el suelo, que al rosar con el granito, destellaba chispas como si una grotesca luz de bengala se incendiara amenazando con devorarlo. Veía con terror que las chispas golpeaban su cuerpo y el dolor acentuaba su desesperación.
Por su mente pasaron pensamientos que rayaron en la angustia y la desolación tenia que encontrar respuesta y pronto ante tal situación. De pronto las luces se apagaron, el rostro más grotesco nunca antes visto, se abalanzó hacia él, las taquicardias casi lo matan, solo lo mantuvo en pie las ansias de vida. Luchaba contra ese personaje al cual golpeaba con todas sus fuerzas, a ese ser movedizo, sin acertar darle ni un solo golpe. Acrecentaba su desolación, opto por gritar pidiendo ayuda, el pánico había hecho presa de él. La vista se nubló.
El Charquito despertó en un cuarto de paredes blancas, su desorientación paso de golpe, al darse cuenta de que estaba postrado en una cama de hospital. Busco el rostro de alguien conocido, a distancia prudente se encontraba una enfermera, esta al percatarse de que había vuelto en si acudió en su ayuda para reclinarlo y adecuar su postura.
—¿Cómo se siente? –preguntó la enfermera.
—¡Bien¡ contestó - eso creo.
—¿Qué sucedió porqué estoy aquí?, preguntó
E, inquisitivamente- la enfermera continuó su labor y sólo atinó a decir:
-—En unos minutos estará aquí su médico tratante- ¡espere por favor¡ él dará respuesta a sus preguntas.
El médico atendió al Charquito, después de ese momento, fue un ir y venir del hospital a los laboratorios, para realizarle una serie de estudios con tecnología de punta a fin de corroborar el diagnóstico. El caso clínico del Charquito creo expectación y desconcierto, fue motivo de juntas médicas y consultorías externas. Simplemente el diagnóstico era incierto. Por momentos dudo si estaba recibiendo atención médica o era presa de una conspiración policiaca. Repetía una y otra vez lo sucedido, lo más apegado a la realidad o al menos a sus recuerdos.
Después de dos meses de ajetreo, el médico tratante le informó al Charquito que debería someterse a una intervención quirúrgica, lobotomía tal vez así me dijo- a la brevedad posible. Se realizaron los trámites y permisos del seguro medico, correspondientes y se procedió a realizar la operación directamente al cerebro, a decir verdad, fue intervenido de manera directa el cerebelo.
Al abandonar el hospital se le entregó al Charquito, un frasco con un pedazo de cerebelo que se le extirpo, que ha decir del médico, era lo que le sobraba y al no caber en la cavidad del cerebelo ocasionaba que tuviera esos episodios de esquizofrenia. Él se fue feliz a casa, recuperado, descansado y convencido de que esa pesadilla pertenecía al pasado.
Las primeras noches durmió con la placidez propia de un niño, como aquel que tiene a sus pies la gloria celestial.
—¡Ya la hice¡ -pensó para sí.
Pasaron algunos días y le empezaron a perseguir sombras que pasaban con gran rapidez ante su vista, solo veía eso ¡sombras¡ Al principio no le dio mucha importancia, al pasar de los días, empezó a soñar al mismo personaje siniestro causándole tanto o más pánico. En reiteradas ocasiones despertó bañado en sudor, dando gritos y realizando movimientos corporales que parecían forcejeos con algo invisible.
Al principio, no le dio importancia pensó que pasaría pronto. Asistió al médico tratante, y ordeno se le practicaran otra pila de estudios clínicos para verificar o descartar la reincidencia de su padecimiento. Los meses transcurrieron, los estudios iban y venían, y los desconcertados galenos, solo movían la cabeza, se veían unos a otros con implícita frustración. La vida seguía su curso y el Charquito cada vez más desmejorado. El impacto se reflejaba en su vida laboral, sus ausencias se habían traducido en una merma salarial y en una acentuada molestia para sus jefes por los frecuentes permisos, que había precisado su enfermedad.
Cansado de tanto intento fallido empezó a indagar por su cuenta, compro un sinfín de libros, relacionados con la activación de la energía, las chacras, las filosofías orientales y no quedo ningún libro hebreo que no hubiese sido leído por él. En su desesperación algún amigo afligido por su situación le presto libros sobre la cábala, el cual fue la antesala para llegar a los libros esotéricos. Para evitar ser molestado por sus demonios, leía hasta altas horas de la noche y en mas de alguna ocasión, los rayos matinales saludaron su maltrecho levantar.
—Esto vale la pena -pensó el Charquito- si el leer ayuda a mejorar mi calidad de vida o al menos ayuda a olvidar.
Nada funcionaba su pobreza iba en aumento, gastaba en comprar libros, luego en adquirir todos los ingredientes de los rituales recomendados, nada le daba resultado. Pasaba el tiempo y aumentaba su desesperación.
Un buen día, su jefe le dijo- mira este libro lo compre dos veces por error, te regalo uno, ojala te sirva. El libro era de alquimia: “Los doce alquimistas mas sobresalientes de la Edad Media” y al llegar a su casa lo dejo en ningún lado, el libro quedo olvidado por meses.
Charquito, estaba ojeroso, su rostro cada vez más demacrado, su trastorno de sueño había hecho mella en él. Su frustración había mermado su fe en la ciencia y la terapia psicológica había sido infructuosa, realmente se sentía solo. Paso varios días, postrado en cama, sus energías se habían agotado de tantas deudas de sueño y la alimentación precaria. Sus compañeros de trabajo habían consumido sus recursos al tratar de ayudarlo sin obtener resultados; ahora solo tenía en su alma la sensación de orfandad. En eso estaba cuando fijo su vista en el libro de alquimia, obsequio de su jefe, estiro el brazo para alcanzarlo, muy a su pesar lo empezó a leer, y dijo para si- total he leído tantos, uno más no importa. Con la salud tan deficiente leyó por ratos, con marcado interés.
Continuaba viendo con frecuencia al personaje escalofriante, que no por mucho verlo había mermado su pavor extremo. Su situación empezó a empeorar, al empezar a somatizar con alucinaciones auditivas. Escuchaba ruidos bien localizados, que lo despertaban con toda rapidez, presa del irreflexivo miedo que calaba hasta los huesos. Un día como tantos, despertó malhumorado, irascible, y envalentonado. Estaba decidido a acabar con esa situación lo más pronto posible, o la situación acabaría con él.
Pensó en todas las virtudes que él tenia, sus estudios profesionales, vio colgados en la pared, docenas de títulos honoris causa, y reconocimientos que el gobierno de la ciudad le había otorgado, por ser digno representante y el mayor divulgador de la cultura regional de la última década. Su rostro se transformo dejando ese halo de enfermo crónico, para dar paso a un destello de esperanza reflejado en la vivacidad de sus ojos. Pensó para si-- Si esta enfermedad es real; médicos, neurólogos, psiquiatras y psicólogos no han podido hacer mayor cosa por mí, pese a lo innovador de sus tratamientos, entonces, eso quiere decir que debo cambiar la estrategia. La vida es grandiosa, la quiero vivir en salud y evitar que me saquen el cerebro por partes. Ese día fue de gran reflexión. Él había determinado que su vida cambiaria, - ¡lo mejor estaba por venir!
El Charquito había dispuesto, que dejaría de lamerse las heridas, su tiempo estaba comprometido, lo dedicaría por entero a estudiar las causas de su trastorno psicológico. Se aboco a estudiar la energía atómica, leyó a los iniciados en las células patológicas, indago sobre las aportaciones y legados de los alquimistas, y por fin llego a la medicina tradicional.
Se sometió a innumerables, tratamientos que sembraron una estela de dolor y pesadumbre, realmente parecían torturas inquisitorias. Fue un paciente dócil y disciplinado, asistía el día y hora determinada, no importaba que fuera en la montaña, el desierto o el mar a las 12 de la noche, ni que tanto frio o calor hiciera. El Charquito ahí estaba al pie del cañón. Pese a lo rudo del tratamiento, su recuperación era incipiente.
Cuando el Charquito hacia un balance sobre su vida, venían recuerdos de sus experiencias vividas, amores fallidos, relaciones sentimentales terminadas abruptamente, por celos o por la incomprensión de su vida actoral, donde hicieron estragos la mezcla fatídica compuesta por la cultura local y la falsa moral. El Charquito rescato del olvidó a la mujer más hermosa, maravillosa, la más tiernamente amada y la más sentida.
—¿Qué habrá sido de ella? Mi dulce Jesusa – exhaló un profundo suspiro.
Todos los días asistía a su tratamiento, su estado de ánimo había mejorado, no así sus visiones, del ente antropomorfo que cada vez le causaba una fobia incontrolable. Estaba cansado de no dormir y extrañaba su propia compañía. ¿Cuándo me vestiré a gusto sin sentir que soy observado?-pensaba con gran abatimiento.
El tratamiento fue muy variado, se le solicitaba ¡cada cosa¡ que por rara y absurda que fuera el siempre cumplía el mandato de su chamán. Un día le solicito que tenía que poner en su casa en el lugar específico donde él hubiese sentido la presencia del ente, la cantidad mínima de doce cebollas y que tendrían que ser regaladas por personas desconocidas. La indicación incluía el requisito de que tendría que publicitar en los medios de comunicación la solicitud de que cada persona que lo estimara, le obsequiara una cebolla, esta la tendría que colocar en su casa, sin despreciar ninguna. Todas las cebollas tendrían un espacio en su casa.
El Charquito, muy obediente, pensó y redacto el mejor mensaje de solicitud, echando mano de su sencillez, elocuencia y diplomacia. Era urgente acertar porque no había una segunda oportunidad, debería colocarse el material recibido en fecha y hora previamente especificada. El Charquito, envió el mensaje por las redes sociales, pero como su salud y su vida estaba en juego, no quiso fallar, reforzó a través del pre-pago, el derecho de mensajes en la radio, la televisión y en los periódicos locales.
Llego el día esperado, charquito se levantó nostálgico, recordando a su familia, a sus amigos de infancia, compañeros de sus múltiples trabajos, todos ellos estaban presentes en su memoria, a sus novias furtivas de plano no quiso dedicarles ni un solo pensamiento, sólo Jesusa se filtró como la humedad, en su nostálgicos recuerdos.
–Mi Jesusa, cuánto te quise o tal vez aún te quiero- pensó el Charquito- al tiempo que dejaba escapar al viento el más tierno suspiro.
Salió debidamente acicalado como aquel que va al encuentro de su primer día de innovada existencia, abrió la puerta principal de su casa, ¡tal fue su sorpresa! -ya estaba una fila de cientos tal vez miles de personas, para entregar al Charquito la donación solicitada,- él no pudo menos que enjugar una lagrima de felicidad, al darse cuenta de cuan apreciado era. Uno a uno fue entrando para depositar las cebollas, la cuál, él no debería de tocar. Se fueron llenando las recamaras, los baños, la sala, y los voluntarios surgieron por doquier, empezaron a reacomodar el espacio de cebollas auxiliándose de palas y algunas tablas para el soporte. Llenado el espacio interior, el resto se quedo en el patio, el jardín el garaje, todo quedo repleto, tubo como limite la generosidad de los innumerables fan.
El último en salir fue el Charquito. Cerró con llave, dispuso ir a dormir al hotel más cercano, pues su casa debería estar sellada por 21 días, en tanto su vida tendría que seguir.
Al día siguiente, el Charquito se levantó más animoso que nunca, pensó- que bonito es recibir el cariño de la gente, fueron miles de cebollas recibidas, la meta mínima era de una docena. Sin lugar a dudas hoy acabo de recuperar la autoestima, yo que pensé que la gente no me apreciaba. Ese día fue de festejos, la armonía reino en el trabajo.
El Charquito salió a comer, como era su costumbre, noto que la gente le regalaba una sonrisa, algunos le daban la mano y otros le deseaban suerte acompañado de una palmadita en el hombro. Las manifestaciones de afecto se volvieron una costumbre. El buen ánimo, la salud, los amigos, el dinero y la suerte; todo volvió ha hospedarse en la vida del Charquito.
En una ciudad lejana, “El extra de la tarde”, anunciaba la noticia de primera plana, Jesusa Trezequix, gran ejecutiva y mujer de negocios ha enloquecido, salió desnuda a la calle gritando “estoy encebollada, no soporto este olor”.
Noticias subsecuentes, informan que la encebollada ha sido declarada clínicamente esquizofrénica, de alto riesgo y peligrosidad, pasara el resto de su vida en tratamiento psiquiátrico, bajo estrictas normas de seguridad.
ENTREVISTA A EKTOR HENRIQUE MARTÍNEZ, EL CHARKOMEN
«Breve diccionario de tijuanismos»
como engendro del «Diccionario de caló en la frontera norte de México».
Entrevista por Diez/cuatro
¿Cómo surge la idea del diccionario de tijuanismos?
R: Bueno, primeramente la cosa fue así: yo tenía la edad de 18 años y cursaba el segundo semestre en la escuela de leyes en la UABC; entonces, dentro de lo que respecta a la materia de derecho penal se me prendió la chompeta de hacer un glosario breve de terminología delincuencial; es decir, que me puse a recopilar empíricamente los voquibles referentes a la jerga que utilizan los malandros, los lúmpenes y los pelangochos involucrados en el submundo del hampa y la trácala, específicamente dentro del ámbito contextual fronterizo. El proyecto que iba armando rebasó mis expectativas y el resultado del trabajo de pepenar lunfardos tijuanacos acabó en un mamotreto de casi dos mil páginas, y el cual intitulé «Diccionario de caló en la frontera norte de México». Por tanto, el «Breve diccionario de tijuanismos», que publiqué en —no recuerdo si fue en 2006 o 2007— viene a ser como engendro del «Diccionario de caló en la frontera norte de México»; o sea, un pequeño muestrario.
2.- ¿Cuánto tiempo te llevó hacerlo y qué fuentes utilizaste? Entiendo que sobretodo orales, aunque también veo que citas periódicos regionales.
R: Utilicé fuentes hemerográficas, bibliográficas y orales. Se sustenta más que nada en la evidencia empírica para encontrar el verdadero sentido de las palabras. Citando textualmente lo que refiere la contraportada de ese breve diccionario de tijuanismos —y que forma parte de un trabajo lexicográfico-lingüístico más amplio y realizado a lo largo de veintitantos años— registra las voces más usuales y elementales de la parla informal de la región fronteriza del norte de México denominada Tijuana y que se diseminan por interacción sociolingüística hacia regiones circunvecinas. Las palabras registradas contienen definiciones, variantes ortográficas, analogías por deformación, etimologías y ejemplos comparados. Es el resultado de una investigación empírico-teórica mediante la cual su autor ha recopilado los conceptos hoy en uso que integran las diversas jergas particulares del caló o slang fronterizo (burra, gotera, jaipo, tango), términos espanglés (guaifa, guaino, guara, clinear), códigos gramaticales derivados de abreviaturas (pipope, erre, rb), onomatopeyas (kikirikí, guacaramácara, éitale) y palíndromos (diofun, tápuer, rope, topu), así como palabras de origen náhuatl (tecolota, tlacote), cahita (bichi, cachorón, güico) y purépecha (gingirín). Lexiconcito que es una muestra telúrica de la manera en que evoluciona el lenguaje y, por antonomasia, el proceso de comunicación entre los seres sociales.
3.' ¿Es el primer documento lexicográfico que se ocupa del slang tijuanero o ya había ejercicios similares?
R: Como dice una feminista chespiriana: pa que te digo que no, si sí (o mejor dicho, al revés). A principios de los años ochenta, cuando yo comcencé mi faena lexicográfica, no había ni nada. Solamente, y como especie de glosario, existía el incipiente trabajo del doctor Manuel Valenzuela Arce, alias «el cholólogo», y quien en ese entonces apenas empezaba su talacha con el broli «A la brava, ese» (por cierto, e bato y yo compartimos información). Pero el doc Valenzuela nunca llegó a consumar un jale propiamente lexicográfico (el bato, después que se extinguieron los cholos y los punks, se dedico a escribir mamadas del Piporro y chalineces de la narco-cultura. En ese tiempo, también guache otros diccionarios maquilados por autores chicanos y gringos; pero no me llenaron el ojo, no pasaban de ser refritos académicos sin consistencia, metodología rigurosa y experiencias de campo empírico. Pura basura la mayor parte. Pero el que si me llamó la atención fue el «Diccionario de caló de Ciudad Juárez», ese sí era un trabajo perrón (no recuerdo el nombre de su autor, pero se trataba de otro académico ostión que camellaba desde su gabinetillo abstracto).
4.- El lenguaje no se detiene. ¿Hay planes de continuar con una segunda edición del diccionario?
R: Sí, y como petición de principio, como bien lo dices: el lenguaje no se detiene, es algo vivo, dinámico; en cuanto hay un guataclán más de vocabulario que merece la pena rescatar. Pero eso a mí ya no me interesa y, a estas alturas, es algo que me tiene sin cuidado. Duré más de un cuarto de siglo trabajando en ese armatoste lingüístico y me chuté alrededor —no exagero— más de veinte mil dólares en gastos operativos. Firula que yo mismo me auspicié como fruto de mi trabajo abogadil. Fue un trabajo exhaustivo de recopilación de campo (meterme a los picaderos, yongos y recintos clochard, en grado tal que tuve que ponerme de novio con una chola durante tres años, hacerme jomless, otros tres, consumir alcohol y enervantes en cantidades industriales, rondar por prisiones, dormir en carros viejos o debajo de los puentes de la canalización del rio Tijuana). Después procedí a redactar todo el material en documento word, de esto más o menos me llevó un año, luego dedicarle tiempo a la investigación académica de análisis filológico, etimológico, sintáctico, prosódico, etcétera. Hacer sinonimia y dar ejemplos comparados en el lenguaje popular de la oralidad callejera, transcribir citas y demás mengambreas. En sí, fue un pedote mundial (aunque, al mismo tiempo de que fue un pasaje de vida tétrica, también fue un acto de libertad, purificador, de gozosa catarsis). No fueron mamaditas de cubículo de académico ostión eso que hice; yo me metí hasta el fondo mismo del pantano; y fue difícil salir de ese fangal. Con decirte que, hoy, apenas estoy recomponiendo mi vida. Como agregado, hay un poema en mi sitio güeb [http://elcharkito-poesis.blogspot.mx/], que se titula «La noche es un cielo con gafas», en el que narro parte de esta experiencia vivida en el subsuelo norfronterizo [http://elcharkito-poesis.blogspot.mx/2006/09/la-noche-es-un-cielo-con-gafas.html/].
5. Personalmente qué palabras son las que más te gustan y por qué.
R: Todas, porque ante el lenguaje estandarizado e instucionalemente “correcto”, más me laika el caló, antiguamente conocido como el lenguaje de los gitanos (y también llamado germanía, lunfardo, argot, slang), por que es imaginativo, alegre, punzante, escatológico y porque siempre está en constante renovación; toda vez que no es un habla moderna sino una jerigonza bárbara nacida desde antaño en los estratos sociales miserables. Hoy en día ese caliche es conocido como el dialecto de los chulos, rufianes y prostitutas, y cohabita con el lenguaje "decente", lo vuelve pícaro, contestatario y antisocial. En especial, la expresión calichera que más me pasa y que suelo usar, después de «¡vete a la verga», es «¡chinga tu madre!» Nadie debería sentirse ofendido al recibir una mentada de madre, pero, no obstante, hasta los huérfanos se enojan con tal imprecación. Y es que las palabras no significan nada herético o inmoral, pero la estúpida tradición —beateril, mojigata y prejuiciosa— las ha estigmatizado encasillándolas como voces malsonantes, en palabrotas, retahila de groserías, peladeces, leperadas. Con el caló se refleja la rudeza del lenguaje, se muestra la ignorancia del insolentillo que quiere encubrir su incultura, se manifiesta la conducta antisocial del rencor, del rechazo y de la miseria humana. En esa jerigonza no sólo se externa la inconformidad sino que también se revelan el saber popular, los usos y las costumbres de un pueblo dotado con un bagaje de refranes, albures, modismos, neologismos, construcciones y deconstrucciones morfológicas y sintácticas. Asimismo, representa la búsqueda de una forma de comunicación e identidad.
6.- Parece que para unos el lenguaje de la frontera es una ventaja (ya sabes, mamadas como el verbo beyondear, del Rafa Saavedra) pero para otros, una desventaja. Al menos para los puristas del lenguaje. ¿Es necesario un balance en todo esto o es justificable escribir como se habla en la región?
R: Como tú lo has dicho, esa son puras mamadas, trinos de pájaros nalgones. Lo importante es escribir sobre el origen y por ende, el sentido de las palabras, para comprender la razón de sus modificaciones su contexto espacial y temporal. Nuestro caló es una variedad lingüística del idioma español, un subtipo de expresión idiomática que se ha venido configurando y evolucionando a partir de innovaciones y alteraciones léxicas del lenguaje formal. Su dominio o manejo es distinto según sean los niveles de cultura, educación o estratificación socioeconómica de sus hablantes. El caliche es verba brava del habla popular, se constituye de expresiones ausentes de toda formalidad donde se advierte la corrupción del lenguaje. Digamos que caló es lenguaje vulgar y distorsionado, pero sabroso, chusco y divertido. Sus voces son ambivalentes porque, según la euforia o la pasión de los parlantes, puede representar insultos o halagos. Acritud y crudeza el lenguaje siempre ha tenido. Si no se habla pelangochamente el entusiasmo se entibia. Qué importa que digan que hablar en caló sea más feo que tirarse un pedo en misa. Pero el que sabe caló y no lo parla es como el que no se tira un pedo por miedo a cagarse. El caló, slang, lengua vulgar, especie de jerga y de dialecto, patrimonio lingüístico de la perrada, es la verdadera creación del lenguaje,
7.- ¿Qué valor consideras que tiene el diccionario para la región o incluso para el castellano o pochoñol?
R: Es, como ya dije, primordialmente un trabajo de campo, es decir, empírico, aterrizado en la realidad concreta de este muladar fronterizo, y además sistemáticamente documentado (ya que cuenta con una metodología bien definida); y que representa las derivaciones —deformaciones e innovaciones— que han tenido palabras del idioma español e inglés, además de otras o lenguas o dialectos como el náhuatl y el cahíta, que al mezclarse han dado como resultado una particular forma de comunicarse. Esas degeneraciones lingüísticas al ser consideradas representan muchos de los rasgos socioculturales de la región; es un buen punto de partida para realizar novedosas investigaciones que rescaten el lenguaje marginal, todavía no contaminado por el veneno parafernálico y oportunista de los «mass-media». Ahora, siendo más extensivo sobre este asunto, no precisamente en cuanto al lexiconcito referido, sino —por antonomasia— a la cuestión del lenguaje caliche o caló, para ello cito textualmente lo que refiere en tal sentido don Mario Teruggi en «Panorama del lunfardo». Pues bien, esta jerigonza, igual que el lunfardo, tiene su origen en un desafío espontáneo a la cultura dominante, y comparte con los otros argots, mediante sus creaciones lexicológicas, la característica fundamental de que trata de denigrar los preceptos y valores esenciales de las clases superiores. Pues se trata de un vehiculo lingüístico que desafía verbalmente a la sociedad establecida y, en esa lucha de vocablos, busca rebajar y humillar lo que la cultura dominante considera lo más venerado y sagrado. De esa manera se produce lo que Guiraud llama la 'denigración de los valores', que finalmente conduce a la formación de una 'moralidad al revés'... que invierte los valores de la sociedad rectora.... Y es innegable que no hace excepción porque, efectivamente, contiene abundantes vocablos de mofa y burla, que apuntan precisamente a rebajar lo que la cultura 'oficial' defiende y trata de preservar como un anquilosamiento cultura. Diría de otra manera don Nikito Nipongo: «Es preferible ser ladrón y hablar en caló que ser pedante y hablar en galimatías».
LA NOCHE ES UN CIELO CON GAFAS
Algunos detalles inscritos en mis lagunas mentales
apenas nadan unos cuantos recuerdos
cuatro meses sin ver la telera
quemé mi pasaporte
forjé un zepelín con mis viejos diplomas
que obtuve por aprovechamiento escolar
eyaculé esperma de veladora en la boca de unja virgen
cuando ella le rezaba al Dios de los cojones
participé en misas satánicas y leí la biblia negra
fornicaba con una vagina portátil y sin pelos
(un pedazo de bofe con orificio)
le partí la madre a mi ranfla para andar a pie
para ventear el olor a pacuso de las calafias y taxis
me enamoré de una vagabunda perfumada
con orines añejos y semen rancio
acampé veintitantas semanas en la calle
vestido con un abrigo de cartón.
y sucedió que una noche soñé que yo era yo
foto de carne y no de papel
con los mismos calcetines y calzones
¡qué libertad!
me di cuenta que la noche es un cielo con gafas
que agoniza al despertar el Sol
docudrama de gente feliz
especie en extinción
y lo más excitante fue para un desarraigado
provocarle asco a las mujeres.
en contrapartida se paga con carcajadas
mis compas los jomles
ellos tienen musas que son moscas
a ellos les dedico este antipoema
para estar en sus catacumbas urbanas
plenitud de suciedad y libertad embriagadora
sin sus consejos yo no pasaría por aquí •
Éktor Henrique Martínez
8 de junio de 2012
Sacando lumbre de nuestros cuerpos
.
Por todo lo que me has dado
algún día te voy a hacer un cheque en blanco
(como dice paquita la del barrio)
imagínate qué emoción
cuando estemos ensartados de la vida
y me estés diciendo: soy tu perra
y escuches al oído mis palabras de amor
mientra estamos coge y coge
sacando lumbre de nuestros cuerpos.
.
Por todo lo que me has dado
algún día te voy a hacer un cheque en blanco
(como dice paquita la del barrio)
imagínate qué emoción
cuando estemos ensartados de la vida
y me estés diciendo: soy tu perra
y escuches al oído mis palabras de amor
mientra estamos coge y coge
sacando lumbre de nuestros cuerpos.
.
17 de marzo de 2012
Sabía yo que era puro pedo eso de la amiguita

—Ay, Éktor, ¿qué haces por aquí?
—Me hospedo en el hotel que está a la vuelta.
—¿A poco?
—Sí, fíjese —yo le respondía aguantándome las ganas de reír.
—Nunca me hubiera imaginado que vivieras por allí.
—Ya ve, doctora. Y ¿usted qué hace por aquí?
—Vengo a visitar a una amiga que llegó de los Ángeles, pero no la encuentro.
—¿Su amiga se hospeda también en el Calinda? —le pregunté, jugándola al ingenuo; sabía yo que era puro pedo eso de la amiguita.
—Eres muy buena persona, Éktor. Ya me platicó Paulina que la ayudaste con un dinerito para la operación de su mamá. —Me di tinta que desvió la conversación—. Yo también quiero darte las gracias por el préstamo que me hiciste. Nomás que reúna el dinero te liquido la deuda.
—No se apure, doctora.
Pasaron los días sin que nada sucediera, hasta que una tarde la doctora me preguntó:
—Oye, Éktor, me comentó Paulina que tienes ganas de ir al Bloqui Oh. ¿Es verdad? ¿Qué te parece si vamos hoy en la noche?
—¿De veras, sí quiere ir?
—¡Claro! Sería un privilegio salir contigo.
—No exagere, doctora.
—Mira, como ya somos amigos no me digas doctora, llámame Raquel.
—Está bien, Raquel.
Y sucedió lo que tenía que suceder... y como canta el corrido: cayó en las redes el león •
Ay, baboso, mira nomás lo que te vas a comer

—He tenido meses de mucha angustia, Éktor. Paco, mi marido, ya ni siquiera se fija en mí. Estoy muy triste, pero lo que me consuela ¿sabes qué es?; que, desde que te conocí, tú y yo hemos hecho buena química. ¿Tú me entiendes, verdad?
—Sí, sí, doc... perdón, Raquel.
—La culpa es que yo me casé con mi marido sin que hubiera amor. Tú nunca te enganches a alguien si no hay amor verdadero; eso es lo más importante.
—Tiene razón en lo que dice, pero hay mujeres que son capaces de embrujar a los fulanos con tal de atraparlos, los entoloachan.
—Es muy cierto lo que afirmas. Hay gente muy mala; y casi por lo regular el toloache lo ponen en los alimentos. Por eso es bueno que antes de ingerirlos se rece una oración para protegerse. Es un rezo fácil: 'Señor, bendice estos alimentos. Yo te lo pido.' Con esas palabras, veras que nadie te embruja.
—Las tomaré en cuenta, Raquel. Gracias.
La doctora estaba ensimismada en sus pensamientos. Había un completo silencio en la madrugada. Yo le daba la espalda mientras preparaba las siguientes bebidas, entonces ella me rodeó con sus brazos la cintura y repegó su rostro debajo de uno de mis hombros; enseguida me dio un beso en el cuello. Me di vuelta para responder a su caricia y vi que la ruca, ni tarda ni perezosa, ya estaba más puesta que un nuevo calcetín de cartero callento; desnuda me afocaba el mono; completamente bichi se abalanzó sobre mi calaca y, abrazándome, sin que lo manifestara, pedía una zarandeada de tanates debajo de su tarántula.
—Ay, baboso, mira nomás lo que te vas a comer —me dije—. Te voy a dar lo que quieres, mamacita.
Ya no hubo palabras que pronunciar, nada nos dijimos. Debido a la excitación que nos invadía, nuestros cuerpos eran los que hablaban sin hablar •
La tiene zampada hasta el fondo

La dictadura clitoral se impone. Ella está encima del amasio, dándole la espalda; lo tiene dominado, tumbado en la cama, azota sus nalgas con mucha rapidez y fuerza. La tiene zampada hasta el fondo. Ambos berraquean; pero ella es la que embiste de abajo hacia arriba; luego esos impulsos se invierten; mientras deglute, estruja y exprime, extrayendo el brebaje venéreo, no se detendrá hasta no saquear la última gota de incontinencia. La ramera para eso se adiestró, para dejar al bato como pingajo. Ella se mueve con intensidad y el paroxismo altera el semblante de su monigote; le descolora el rostro. La presteza de sus nalgas... Muda el ritmo, se sosiega, se detiene. Extático, el casquivano supone que la misión ha terminado. Pero el pelele conjetura mal, pues la gamberra multiplica la impulsividad y de nuevo comienzan las embestidas con más virulencia y fogosidad. Los niveles de excitación representan ya un martirio para el enamorado, el fervor copular que lo invadía se soslaya como un castigo y pide esquina. Los gemidos de ella hacen comparsa con los de homo cachondus, suben de tono, aumentan de intensidad, se transforma en gritos; ambos cuerpos se tensan y entran en convulsiones, parece que les están aplicando electrochocs. Los gritos de ella no cesan, sigue moviéndose frenéticamente, está loca de placer, aúlla. Él se está deshaciendo, le aprisiona la verga, lo tiene atrapado, ya no le quedan fuerzas, los orgasmos se multiplican y entonces viene la descarga, el electrochoc seminal. Decrece la erección y el pene decae en flacidez. ¿Hemos llegado al final de la fajina? El enamorado piensa que sí, porque las convulsiones han cesado. Sin embargo, la ruca quiere más pedo, el canchanchán se ha quedado getón, parece un guiñapo tirado en la cama con el culo parriba. Se le acabó la pila. Ya está roncando el güey, bien dompeado el culero; todo deslechado lo dejó la matadora •
No le molesta que el macho se sienta menos

Ella salta como un resorte encima del chafalote; empina y deja el culo caer hasta el fondo; luego lo baja, lo sube; anillada en la enhiesta macana, la desentierra un poco, enseguida se la introduce al extremo. Se la traga, pero domina la situación; el sexo en sus manos es todo un arte; un paso hacia la total liberación sexual. Verdadera fiera lasciva que se compagina en la cama; ella se llama experiencia y se apellida excitación. No le molesta que el macho se sienta menos, pues tiene la inteligencia suficiente para dominar y gozar. Es ella quien se lo está cogiendo y se está volviendo loca de placer; se está deshaciendo a gritos, y no para de embestir. La velocidad con la que se mueve le provoca llanto, y el llanto se ahoga y se transforma en súplica; le encanta su papel de zorra; y se niega a abandonar la faena. Jadeante se retuerce del gusto y no se detiene hasta que siente un caliente chorro de quelites invadiéndole abajito. La gamberra aún quiere más y nuevamente procede a revivir al príapo moribundo. Cuando la operación lasciva llegue a su fin, del amasio solamente quedará una pingüe piltrafa. Quería coger, ahora se aguanta. Y no hay manera de zafarse, le tiene pillada la mengambrea y de seguro al pobre cabrón le va sacar hasta los sesos.
La cogedera es su mejor cartera crediticia

Esas nalgas, esas piernas, esos muslos y ese cacharro no le van a durar para siempre. Si darse tinta, y en un parpadeo, su vida se ha transformado en un coito, enj una de incompasiva faena mordelona. ¿Qué sentirá, y dirá, la ruca cuando ya no pegue el chicle con los buscadores de complacencia sexual? ¿La excitación viril demandará sus servicios como lo hace ahora? Ella lo piensa, pero prefiere no resolver la interrogante que su conciencia, inconcientemente, le plantea. Opta mejor por el éxtasis y no deja que la angustia la atosigue. Por el momento la cogedera es su mejor cartera crediticia. Lo cierto es que cuando la ruca termine de trasquilar su chango, ya tendrá tiempo de pensar qué otra cosa hará pa ganarse la vida. Si la pucha no es eterna, pues tampoco el chile dura toda la vida. Bueno, pero a la ruca todavía le cuelga una buena madre de kilometraje para finiquitar eso que más le fascina: matar la cochi.
¿Qué me ves, pendejo?

—¡Tripea las ubres que tiene esa pinche puta, carnal! —le dijo, sorprendido, un bato al compa que lo acompañaba, cuando se toparon con la ruca.
—¡Chup, chup! ¡Slurp, eslurp! —le piropeaban a la fémina. Pero como no traían firula solamente les esperaba lo mismo que al chinito: nomás milal.
—¡Qué pinchi borrachera láctea me iba pegar con esas tetotas!, pero ando raiz, sin un quinto.
—¿Qué me ves, pendejo? —le reclamó la doctora al mirón menos prudente, y éste le contesta:
—Es que te pareces a una vieja que busco pa terminarme de criar.
—¡Pendejo!
—¿Pa qué andas de exhibicionista, culera!
—¡Pinchi puta, cara de guajolota con chorro!
—¡Tú puta y reguanga madre, joto, que ya quisiera tener chupones como los míos!
¡Las chichis de tu puta madre que te aventó al mundo, de seguro han de ser dos picadas de mosco! ¡Y tu pinche padre, marica, ni cuenta se ha dado porque le gusta la verga!
Después de 10 años de putería.

La ñorsa todavía estaba buenera, aunque el billete que aperingaba soltando el relingo en el jardín Juárez estaba medio cacicón. Pues casi puros gendarmes, albañiles, y uno que otro universitario bajado de la sierra de Cumpas, Caborca o de la Colorada, eran los que formaban el listado de su nómina putaril. Elegía a Belcebú, en lugar de Dios, en la hora de invocar que le cayera algo clientela. Y, no se puede negar que la fulanita tenía su pegue pal arrimón; ni siquiera los más roñosos le hacían el fuchi, ya que al guachar las tamañas bolotas que por detroit y por delante se cargaba la ruca, temblaban de lujuria.
Semanas más tarde, demasiadas, la ñorsa ya no se hundiría en encorajinamientos del calado ya descrito, y no sería porque la pelusa se hubiera amansado en esos menesteres tan braveros, sino porque soltó las amarras que la tenían anclada al parque Tijuanita. La jaina mudó sus encantos la frontera, tras un proceso de convencimiento por parte de una de sus colegas suripantas, le cayó a Tijuana. Pero tal viaje lo cuajo después de 10 años de putería.
Así que la ruca, cuando aterrizó en el mero Cagüilazo ya frisaba los 60 abriles •
Es más chilo entregarse a los placeres concupiscentes

Sucedió que una mañana, la ñorsa se despertó con una terrible náusea existencial. Una especie de tedio le devoraba el alma, un desaliento. No tenía amigos ni relaciones; tampoco amaba ni la amaba nadie. El infortunio y la duda la atosigan, le martirizan la mente. La invade un dolor moral.
—¿No podré yo cambiar mi destino? —pensó.
De repente su chompeta generó la idea lanzarse otra vez por el sendero que veinte años atrás había borrado; ejercer su chamba, no de puta sino de siquiatra. La ruca se quiso dar la oportunidad de ejercer nuevamente su profesión de curandera de las anomalías y afecciones de la sique. Sin embargo hasta la ilusión más barata se empaña. Y en efecto, ocurrió que al tocar un sinnúmero de puertas en clínicas y hospitales, en ninguno le capearon, no le dieron cabida. Ya estaba muy rucaila y la política laboral tiene sus reglas, pues solamente contratan a jovenzuelas. Ah, e incluso si son madres solteras o traen tatuajes también quedan descartadas.
Contra toda esperanza y sabiendo que las probabilidades de camellar en sus menesteres profesionales, la doc se resignó a continuar en el talón; y es que —perdonando la trillada metáfora—, en su caso, el horno ya no estaba para bollos. Bueno, es más chilo entregarse a los placeres concupiscentes que andar en intentonas de enderezar a piratones y guasiados.
Controlan Tijuana como se manipula a una mujer completamente ebria

—No es fácil cambiar de estilo —pensó Raquel—. Y peor tantito, en un lugar como Tijuana; aquí las cosas son diferentes. Aquí son más pinchis y la ciudad más ruda, llena de gente requetegoísta y bien culerona. Pero el colmo es que aquí, hasta el más matón se cree inocente y el demagogo, un dechado de sabiduría. Y los mequetrefes que gobiernan hacen y deshacen a sus anchas, a tal grado que controlan Tijuana como se manipula a una mujer completamente ebria. A veces la hacen pasar por loca o pendeja. Si aquí la peor ramera finge ser una gran dama, ¿por qué yo no he de hacer lo mismo? Si las putas son putas, no por ello les esta vedado el derecho de evadirse momentáneamente del paraíso perdido.
—Dios sabe que lo intenté —dijo para consolarse y emprendió camino a reanudar la actividad de gamberra—. Bueno, el fracaso es como el placer, un nubarrón momentáneo que ya se disipará. El mundo es una favela de dolor con caminos llenos de espinas, veneno y mierda; y sus delicias son pasajeras como la vida misma.
No hay razón para hacerse mala sangre. Si hay borrachos es porque hay caguamas; ergo, si hay coños es que hay putas.
No soy mujer para un sólo hombre

Acongojada y enciscada por los vituperios que le lanzaba el marido, la jaina le cuenta el pedo a una amiga, pidiéndole algún consejo al respecto.
—Uuuhhh. Ni que los putos huevos de ese cabrón fueran dos pepitas de oro —le contesta la amiga—. Lo que debes hacer es olvidarte de ese pendejo, amiga. Ya llegará a tu corral un gallo al que sí le gusten las tipas como tú.
Ahora, de lo que me comentas en cuanto hombre se te insinúa te olvidas de tu esposo y te vas a la cama con el fulano que te pide las nalgas, si eso te hace feliz no te mortifiques ni te compliques la existencia, gorda.
—Pues sí.. Lo que yo hago es darle vuelo a la hilacha que solamente se vive una vez.
—Exacto. ¿Qué culpa tienes tú que tu marido sea un sempiterno pendejo de huevitos tibios y tú, una fogosa?
—Yo siempre he dicho que no soy mujer para un sólo hombre.
—Así es. Además eso tu esposo ya lo sabía y lo aceptó, ¿porqué hasta ahora salió con esos estúpidos reparos?
—Ya ves cómo son de posesivos estos cabrones.
—Lo único que yo puedo aconsejarte para bien tuyo es que lo mandes mucho a chingar a su madre. Ojalá que pronto encuentres a alguien que te desfleme como lo mereces.
Intelectuales sometidos a la dictadura del mercado
«En un discurso de 1957, Mao Tsetung cifraba en cinco millones el número de intelectuales de China, el 90% de los cuales ―aseguraba― apoyaban en distinto grado la revolución. Cinco millones de intelectuales chinos sometidos a la dictadura del Partido es una idea, sin duda, amenazadora. Pero la imagen de cinco millones de intelectuales europeos ―estrellas del deporte, echadores de cartas, actores de culebrón, presentadoras de televisión, periodistas de salón, cómicos y vips, sexólogos, cocineros, modistos, y sus imitadores filósofos― la imagen de cinco millones de intelectuales europeos ―digo― sometidos a la dictadura del mercado, debería parecernos no menos aterradora».
Santiago Alba Rico, Los intelectuales y la política: de vuelta a la realidad
Nunca me había enamorado tanto así de una perra

Ningún güey de la familia me tragaba; los jefes no aceptaban la relación y el cuñado n me podía ver ni e papel china, dos tres veces intentó madrearme para que me desafanara de su carnala. Como le faltaban güevitos, mandaba a otros sayos pa que me partieran la madre. No pudieron cincharme porque le sacaban al parche los culeros; sabían que yo traía un cuete fajado en la cintura. Tiro por viaje me la hacían de pedo. A mí nada me costaba buscarle trazas por lado, y dejarles la víbora chillando, pues uno tiene sus límites. Pero me aferré, porque nunca me había enamorado tanto así de una perra...
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