monstruosa falsificación histórica

Enquistados en las instituciones oficiales o enganchados a pulpos empresariales que difunden chatarra mediática, los intelectuales pretenden justificar un papel de independencia crítica, una posición progresista, pero esa «ilusión activa» choca con la realidad del drama social y su monstruosa falsificación histórica; y en el momento de que se ven impelidos a afrontar las contradicciones y a dar prueba de su legitimidad supuestamente marxista, sino se van por el camino de los viejos utopismos (de «los sueños gelatinosos», como decía Gramsci), entonces incurren en la reabsorción convenenciera de materialismo dialéctico y, a la manera de la ortodoxia, sólo toman el método, «adecuando» la teoría de Marx en grado tal que pueda coincidir con cualquier corriente política, sea ésta agnóstica, liberal o reaccionaria.

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