4 de enero de 2010

PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO


«Don mono filósofo, ¿qué opinión tiene usted con respecto a la sedicente lucha que el gobierno enarbola a través de sus campañas mediáticas en contra de esa abstracción llamada crimen organizado?»

Buscando la simpatía del hombre de la calle, el gobierno presume que arresta y persigue a los responsables del crimen organizado, pero todo es un blof. Las autoridades son corruptas y oportunistas; y, por ende, sus representantes son tontos, sobornables, solapadores y hasta cómplices de la delincuencia. Además, considérese que «jamás un bribón hace la guerra a otro bribón», como decía don Francisco Zarco. Así que esa lucha es inefectiva, estéril y vana. Ambas partes son una unidad cosificada, cuajada en lo personal y colectivo por poderes abusivos que vuelcan lo negativo en positivo y viceversa. Y si se desmascaran las bribonadas es porque hay conflictos de intereses particulares, falta de concordancia en algunos métodos o desenfrenos de alebrestados que no se han podido domar por medios austeros y persuasivos. Y, si ahora, presidentes, gobernadores y secretarios de estado han dicho que es indispensable limpiar la mugre del establo, lo cual es totalmente ajeno a la justicia y seguridad para el pueblo llano, no hay que fiarse mucho de lo que vociferen, se trata de la acostumbrada demagogia, tan repulsiva y degenerada como la epidemias que dicen que quieren combatir. El gobierno no tiene voluntad política para erradicar o inhibir las acciones criminales. A ver, ¿porqué no comienza por prepararles carracas a Mario Marín, a Ulises Ruiz y a los hijastros de Vicente Fox? En la Baja California se chapotea en los mismos lodazales, pues el virrey Guadalupe Osuna Millán simula que arrecia dura faena en contra de las bandas delictivas, pero en realidad no mueve ni el dedo meñique porque —y esto lo saben hasta los espíritus más comunes, como dijera el Dante Alighieri— su compromiso no es con el pueblo, sino con los capos que, a cambio de recibir concesión de plaza, le patrocinaron la campaña política durante los lindes en que se candidateaba como aspirante a desgobernador del estado. Y ahora que ya no puede deslindarse no le queda otra que demagogiar con la celebrada «Alianza por la Seguridad» y suscribir mentecateces como el mentado «Convenio por la Seguridad, la Justicia y la Convivencia Social en Baja California». O sea que —como diaria el «Charcomen»— la señora Penélope nos quiere hacer creer que ya no teje para su Ulises. Solamente los rehenes de la estupidez pueden darle credibilidad a la runflería llamada «Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad» y que, sin una pizca de calidad moral, Felipe Calderón Hinojosa alza como su principal banderita. Pero eso ya es burla o nequicia.

PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO


«Don mono filósofo, ¿qué le parece la poesía que escribe el Jorge Ortega? Pues, a propósito de este poeta chicalense, dice el gacetillero Enrique Mendoza Hernández que este batillo está bien cabrón. ¿Qué dice usted al respecto?»

Don Enrique Mendoza Hernández debería saber, primero, que hablar de cosas sin entenderlas es lo que se denomina pedantismo; y, ergo, quien las habla es un pedante; y, segundo, que en la nómina oficial y extraoficial de los poetas bajacalifornianos no hay ninguno que pueda ser considerado de primer orden en el preclaro lirismo de la poesía für ewig (o sea, para siempre). No hay pruebas manifiestas de que exista una vitalidad poética en este muladar fronterizo (tanto de Tijuana y Chicali y poblados circunvecinos).
Por lo que toca al chaval que mencionas, el Jorge Orteguín trae arrastrando los defectos del academicismo ramplón, la cosificación del sentir poético que causan los cursitos de poesía en los talleres literarios; maquila versitos por medio de una técnica esquemática, aparentemente repentina y de toque rápido, arremolinado imágenes en ejercicios de abstracción, de expresionismo intelectual que se pudre en el afán emular las voces de los poetas que propenden siempre a la evasión. No puede sacudirse las telarañas metafísicas de la sensibilidad adiestrada. Su poesía es de alcances meramente escolares, acrítica y distinguidamente aburrida, un refractario de la decorología palabrera y la rancia exquisitez de los modelos literarios importados y de segunda mano. En su producción letrera son muchas las intuiciones suyas que pasan de contrabando al contexto de la poesía sin lograr ser poesía, a lo sumo verbalizaciones sicológicas o epistemológicas que impactan a ciertos melolengos que no saben distinguir qué cosa es poesía y qué cosa no lo es. Por la heterogenia del subjetivismo ya casi no hay capacidad de diferenciación.

PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO


«Don mono filósofo, ¿qué nos puede decir con respecto a lo que escribe y hace pasar por literatura don Erasmo Katarino Yépez?»

Te refieres a ese cabroncito metatextualero-mamón-deconstructivista-sofista-neoescolástico de nombre Heriberto Martínez Yépez, ¿verdad, cabrón? Hay que reconocer que el tal Erasmo Katarino es un fulanete asiduo a escribir una prosa amazacotada; y también paridor de una choncha producción letrera («más de una docena de volúmenes de novela, poesía y ensayo», se anota en su blof curricular) pero de escasa validez literaria. Más que literato es un escritor de bulto que pervive en la mecánica rutinaria. Son los lectores los que aupuran la fama de un escritor y el prestigio se determina por el talento y la creatividad imaginativa. El Katarino es un paria en materia de lectores y su talento cuando no cojea se arrastra. Asimismo, para el simple mortal de la perrada bajuna es una estrella apagada en la constelación de los astros rumiantes de la palabra, un ser anónimo o fantasmal que se acurruca en la madriguera de una infracultura de postín. Escritorete desvitalizado, narcisista y oportunista, difusionista de particularismos locales muy desgastados y cuyo discurso, sin cumplimiento estético, va siempre en dirección al vacío, a la nada. Y ahora funge como un técnico especializado en asuntos de enseñanza literaria, pero esa cantaleta no es nada ajena a la demagogia. En la mayor parte de sus libros (que no son obras), prevalece el don del desorden y el refinamiento de estilo es nulo. Ninguno de sus brolis es una creación espléndidamente acabada en el sentido estricto de lo literario. Y la hipótesis se apoya en una vasta evidencia empírica que ya hasta güeva da tener que recalcarla.

PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO


«Don mono filósofo, ¿qué opina del supuesto periodismo cultural de Baja California?»

La crítica periodística del telurismo cultural norbajacaliforniano es un tanto servil, convenenciera, pusilánime, ambigua y contradictoria; a la hora de enjuiciar se apoya en generalidades poco honradas por su oportunismo político. Los críticos lanzan dicterios de ineptitud en contra de las instituciones oficiales y al mismo tiempo las promueven y se sirven de ellas como expositores o usuarios de sus galeras. A sus titulares les arrojan mierda, pero si participan conjuntamente con ellos en algún festejo culturero, les andan besando el culo. O sea, se trata de salvar lo que se pueda del naufragio.

PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO


«Don mono filósofo, ¿qué consejos o sugerencias les podría dar a los jóvenes que formarse como poetas o anhelan ser poetas?»

Teóricos, estudiosos y exégetas de la poética han dicho que la poesía tiene sus propias leyes, fijas y eternas. Lo que supone ya una advertencia para aquellos que se dejan ir por las fintas de los talleres literarios y las cuestiones de los géneros: no se hagan pendejitos, cada quien tiene que descubrir esas leyes por cuenta propia. La mayoría de nuestros insignes poetas jóvenes son gente inexperta que carga un pesado furgón de impulsos subjetivos. Nada más.

PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO


«Don mono filósofo, ¿qué nos puede decir acerca la literatura que se produce en la región fronteriza del noroeste de México, específicamente en la ciudad Tijuana?»

A pesar de que hay más poetas que albañiles, no se da el hálito de una buena poesía; ya no digamos magistral, sino de resonancias típicamente normales. Lo que se tiene como poesía es un lirismo de profusión exageradamente cursi y de repetición de lugares comunes; una lírica de muy escasa calidad, más pastichera que original y con más emoción que talento. En lo que toca a la narrativa (cuento y novela), el panorama se pinta igual de jodido que en la poesía; los escritores no pueden superar el determinismo estéril en el tratamiento de los temas (desierto, border, polleros, migra, ser fronterizo, etcétera); la visión imaginativa del narrador no va más allá de ese telurismo ya tan sobado y manoseado. Y en lo que toca a los (sedicentes) críticos literarios, estos son más rastreros y superficiales; y los que no son así, pues se autocensuran o se autosilencian con los métodos inmanentistas que están de moda (textualismo, metarrelato, metatexto y otras mamadas). Pero hay unos críticos chakas (muy escasos), y a quienes les cierran el griego porque critican con lóbrego tarquín.

PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO


«Don mono filósofo, ¿cuál es la repercusión cultural que ha provocado la destrucción de la unidad del lenguaje a través de la filosofía de Nietzsche y Wittgenstein?»

Te refieres a la desemantización de las formas contenidos críticos en las expresiones del arte y la cultura por parte de los metatextualeros, deconstructivistas y demás mamones de la sofística neoescolástica, ¿verdad, cabrón? Pues, una perrería de mala pécora que mancomuna al arte con la bufonería repugnante, la obstinación cortesana, la creación de famas súbitas, la pedantería arribista y el ejercicio de entretenimiento y banalidad, huérfano de instrumentalización epistemológica y sin condensación estética. Escritores y poetas, de un plumazo, echan a la calle (del olvido) estolos malformados, textos charamusqueros en trance de languidecimiento y de concluida deprecación mental, pues la mayor parte de la producción letrera es vacua e insustancial; un depósito de ignorancia y estupidez en toda su plenitud práctica. Coincido con la idea que expone Eduardo Subirats para remediar ese fenómeno de devaluación del pensamiento; es decir, que «las palabras vuelvan a apropiarse de sus contenidos cognitivos y expresivos, las formas artísticas sean devueltas a una experiencia real, y los lenguajes culturales en general se confronten reflexivamente con aquel proceso de abstracción y racionalización».

PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO



«Don mono filósofo, ¿qué nos puede decir acerca de la igualdad de género y de lo que afirman algunas feministas, en el sentido de que hombres y mujeres nacemos iguales, pero ellas alcanzan una mayor evolución?»


Muy cierto desde el punto de formal, es decir social, político, legal, etc. Pero biológicamente tal tesitura constituye una imposibilidad. Ahora, eso de que ellas alcanzan mayor evolución también es neta: jalan más un par de tetas que dos carretas de bueyes. Sin embargo, tan etérea es la noción del igualitarismo entre las mujeres y los hombres que, siendo abstracción pura, solamente alcanza su máximo grado de concreción cuando es llevado a la cama.

PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO


«Don mono filósofo, ¿cuál es su punto de vista respecto al Centro Cultural Tijuana?»

El CECUT es un infecundo organismo público que se desentiende de sus fines, que únicamente hace ruido, y, a duras penas, presta ayuda a los artistas independientes. Si tiene existencia es solamente para que no se diga que carece de domicilio. Los principales distintivos que ostentan sus —dizque— promotores culturales son la indiferencia, sumergimiento en la mayor pereza del mundo y empeñarse cada día en no hacer nada.

1 de enero de 2010

LA OTREDAD DEL CHOLISMO TIJUANENSE [O CALDITO DE POLLO PARA EL ALMA DE LUIS H. CROSTHWAITE]


CAPÍTULO XXIV
REGÜELDOS TERTULEROS • TOMO 2 •


LA OTREDAD DEL CHOLISMO TIJUANENSE
[O CALDITO DE POLLO PARA EL ALMA DE LUIS H. CROSTHWAITE]


A principios del mes de octubre de 2008, el máster Martín Romero escribió un articulejo intitulado «Sentimientos verbales», haciendo mención del ente —y a mucho orgullo— fronterizo, escribano paridor de la novela «El gran pretender».
El texto de Romero refiere lo siguiente: «Un vecino, lector de “Bitácora Norteña”, me reclamó que no pelara a los escritores locales. “Ay sí, puro Octavio Paz, puro Borges, puro Mario Vargas Llosa rifa en tus textos”, dijo con tono sarcástico. A mi impugnador le mostraré que está equivocado. Comencemos. No hace mucho me enteré que al cuentista Luis Humberto Crosthwaite se lo estaba llevando la chingada. Y ese estado de aguda congoja dicen que hasta su compadre Roberto Castillo Udiarte acudió al llamado de auxilio y el poeta tecatense lo alimentó, por varios días, con caldo de pollo para sanarle el alma, se debió a su divorcio con Teresa Vicencio Álvarez, directora del Centro Cultural Tijuana. ¿Qué le recomiendo al divorciado de Crosthwaite? No rezar porque ya se lo chingaron. Algo mejor: no desesperarse pues de nuevo tendrá la oportunidad de elegir entre miles de nalgas (y otras cosas). Por otro lado, el autor de “No quiero escribir no quiero” tiene algo a su favor: sacar todo el ácido de su cuerpo, dolido y humillado, para transmutarlo en una novela o en un puñado de cuentos. Así, Crosthwaite podría verbalizar su vida sentimental accidentada que, para su mala fortuna, concluye agriamente. Un último consejo: Luis Humberto Crosthwaite debe tener los güevos bien firmes (y si aúllan mejor signo de vitalidad, un aullido histérico capaz de asustar a los perros callejeros de la ciudad) para enfrentarse al Huracán de la Chingada con los puños bien apretados y los labios hinchados de rabia. (Puede usar las espuelas que tengo bien clavadas en las páginas de esta “Bitácora Norteña”. No hay bronca, se las presto.)»

—Sí, caldito de pollo con ayes y lamentaciones sopeadas con moco y lágrima. Todo por un solo precio como en «Gualdos».

Haría bien el bato en aprovechar todos esos «componentes» para literaturizarlos en su momento oportuno, aunque valga más el subjetivismo espiritualizado que trae en boga el autor en su narrativa de divina intercesión, de dualismo ontológico, de mesianismo de supermercado.

—Pero eso qué importa, si el romanticismo es de procedencia extraliteraria y... miren nomás, llegó a consolidarse como el centro neurálgico de la doctrina estética del «sturm und drag», adquiriendo caracteres esencialmente literarios.

Nuestro preocupado narrador, y que sobre los soportes de realismo «front-erizo» "denunciaba" —en el estilo de Arturo Cova de «La Vorágine» de don Eustasio Rivera— la belleza pretérita del cholismo tijuanense, luego de haber sido liberado del yugo marital, ripió en un estado de misticismo que lo colapsó hasta enjaretarle forma literaria.

—¿El resultado, men?

Una noveluca sin marca significativa de identidad que se abre de páginas con el membrete de «Aparta de mí este cáliz» (editorial Tusquets, febrero de 2009). Una especie de cohete cebado de una narrativa en proceso de despegue y que todavía (y por mucho tiempo) seguirá en el proceso de despegue.

CAPÍTULO XXIV del TOMO 2 de la blognovela
«REGÜELDOS TERTULEROS O LA DEFORMACIÓN DE LOS HÉROES LITERARIOS DE LA FRONTERA NORTE DE MÉXICO»


30 de diciembre de 2009

CHUPOPTEROS CULTUREROS


EN RIESGO DE CAER EN LA INDIGENCIA, LOS CULTUROSOS TIJUANACOS CHILLAN Y PATALEAN por el recorte del 50% del presupuesto del Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC). Por mí que lo desaparezcan a ese changarro culturero bueno-para-nada.


Y todas las cuencas me las dieron mal.
Tos y tos son cuadro,
Cuadro y tos sondeéis,
Seis y Dios son Pocho y Pocho decís seis
Pocho vendí cuatro,
Pocho te entra en dos...

28 de diciembre de 2009

CUANDO EL CANTO DEL GALLO ES DE GALLINA PONEDORA [LA COCHINA CONDE, LA MAULA LUNA Y OTROS PRODUCTOS PARA CABALLEROS]


CUANDO EL CANTO DEL GALLO ES DE GALLINA PONEDORA
[LA COCHINA CONDE, LA MAULA LUNA Y OTROS PRODUCTOS PARA CABALLEROS]


El chuzonero y chupóptero del CONACULTA Erasmo Katarino Yépez, como buen machito engreído (dijera Paquita la del Barrio), y a quien no se le enseña que los hombres son iguales que las mujeres (porque son ellas las obligadas a aprender que son iguales que los hombres), en ocasiones le da por celebrar el triunfo político-literario de los seres con heráldica ranura.
Y del espécimen escribano dotado de concha o pepa, el batillo anota esto que a continuación palpan los oclayos:

«Es momento de decirlo: la escritura más arriesgada de Tijuana ha sido femenina. En lo que toca a la generación fundadora de la profesionalización de esta literatura fronteriza, El agente secreto (1990) de Rosina Conde, que la primera vez que lo leí me dejó perplejo y me cambió la forma de ver la literatura» [Heriberto Yépez, suplemento El Mexicano, 22 de junio de 2008].

A los nuevos críticos y analistas del mundo entero, recomendamos que tengan a bien seguir los métodos implementados por este galimatiyador y verán cómo se les facilitará la chamba. Rediez y jolinez: «es momento de decirlo»; «es momento de decirlo»; «es momento de decirlo» y «es momento de decirlo».

—Son chingaderas.
—Tan culto, tan trucha y dizque tan leído que se las nalguea el güey para, finalmente, valer madre.

Quiere así indicar que «la escritura más arriesgada de Tijuana ha sido femenina», pero qué le importa al cabrón gastarse chorros de tinta y kilos de papel para referirse a la «Cochina» Conde y —of curs— a su nalguita la «Quihubolesqué»; y a la que trata de emparejar con la primera susodicha.

—¿Qué tiene de extraordinario el guacal literario de la Conde?

Lo suyo sigue siendo el costumbrismo telúrico (perdón por el pleonasmo) que le trasuda el feminismo estereotipado y la plastiquera “subversión” pequeñoburguesa de cafetín y alcoba.

—Elementos que, por cierto, la ruca inmiscuye hasta la nausea en sus macilentos textos como falso porte de mujer cabrona y liberada.

Y en esa transición del “éxito” femenil, en el que hasta la Muerte se viste de mujer, al gallofero no se le podían pasar de tueste las habas y tarde se le hacía ya para sacar a relucir el guardapelo de su manceba. [1]

« Y más recientemente también ha sido una autora la que ha escrito obra interesante: Lo peor de ambos mundos (2006) de Mayra Luna que, según Julio Ortega, es una de las mejores narradoras de su generación en Latinoamérica» [Heriberto Yépez, suplemento El Mexicano, 22 de junio de 2008].

De poco o ningún respeto y distinción deben ser las demás mujeres escribidoras de Tijuana que no merecen ni que se les mencione aunque sea por sus alias, aunque «haigan» sido parte de «la generación fundadora de la profesionalización de esta literatura fronteriza». Y conque su hetaira la Mayra Luna —paridora por lavativa textualera del broli «Lo peor de ambos mundos»— es según los asegunes del Julio Ortega «una de las mejores narradoras de su generación en Latinoamérica».

—¿Y qué? —como dijo el hermano del hijo del papa, o sea, el «Canacas».

A Gabriel García Márquez le otorgaron el premio Nobel porque los académicos suecos creyeron que era de izquierda. Para describir la realidad se conceptualiza con palabras, pero las palabras son insuficientes.
Y hay que ver bajo qué influjos el «opinador» relativiza, desdeña, encomia o lengüetea (pocamadrismo, ignorancia o desconocimiento de métodos y teorías).
Por tanto, conociéndole las ancas al pollo de nuestro corral, se deduce que el “crédito” del tal Ortega fue despachado con mucho ligerismo.

—O sea, que es un crédito sin crédito.

En un breve texto antológico, cuyos protagonistas son Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, Don Emmanuel Carballo explica el punto luminoso de un aforismo de Karl Krauss que se refiere a la irresponsabilidad que por complacencia, arrebato o atolondramiento suscitan las palabras; y mas, si la saeta es verbosamente camelera y lanzada por boca de un jayán o cacagrande. Porque, sentado el precedente es más difícil despegar el chicle. [2]
«Los juicios literarios que emiten escritores famosos en un órgano sofisticado —señala Carballo— se supone que son irrebatibles o, por lo menos que se aproximan a la verdad, a la verdad que el status quo aplaude y el lector común y corriente no osa poner en duda». [3]

—Pues sí, pintan al Diablo con cuernos pero no los tiene.

Pero la torva verdad del estatuskú, llena de bondad y de ilusoria omnipotencia —cuyos merolicos y achimeros son capaces de equiparar la boda y el matrimonio del Nicolás Sarkozy y la Carla Brunin con el pipiripao y el acuilmado concubinato del Erasmo Katarino Yépez y la «Maula» Luna— aquí se la Pérez Prado con todos los de la orquesta.
En cuanto a los tongos churritos del Julio Ortega, ¿qué significación pueden tener para la gente totalmente ajena y apartada de la camada de mamertos yepezianos y demás pajarracos que actúan como los gansos que creen que donde existe un hoyo hay un nido? Lo espetado por Fulano Ortega de llamar a la «Maula» Luna «una de las mejores narradoras de su generación en Latinoamérica», baste decir que es una más de las aberraciones que, seguramente, acostumbra a disparatar cuando se pone muy pedo y mariguano, o en circunstancias en que trae hambre sexual.

—¡Uuuy, sí...! Juuulioortegaaa!

Cabrones como el mentado Julio Ortega se pueden hallar dónde sea. Un literato que se respete no dará mirlos como los que asegura don Katarino que el atento viejo lépero desaguó sobre su advenediza jaina como elocuente riachuelo expresivo.

—Oficios de la caridad y la benevolencia entre los palurdos miembros de una misma casta culturera que se exhiben en el tajuelo de las mentiras oficiales sin remordimiento de conciencia.

Ahora, si el reputado escritor ha trasmitido —con toda cachaza y altanería— las hipócritas adulaciones con las que también se peina el ego el maridazo de la «Maula» Luna, porqué no, titiritándole de ardores y comezones la bichola, podría trasmitir también un enfermedad contagiosa como la venérea gota del soldado y configurar a su receptor en un inmediato candidato a veinte mil unidades de penicilina. [4]
Pero retachémonos a lo que opina el Carballo respecto a ese tipo de rebotes.

«De viva voz, y entre amigos, esos mismos juicios suelen ser menos doctorales y más en mangas de camisa. Los “escritores famosos” comentan en confianza lo que no era correcto afirmar por escrito. El autor estudiado no sólo tiene cualidades “cualidades” sino también “defectos”. Por conveniencia callan la lista de imperfecciones y se esfuerzan por aumentar méritos difíciles de comprobar. A esa crítica hablada no tiene acceso el lector común y corriente, quien comulga con ruedas de molino» [5]

En efecto, quién puede asegurar que el mentado Ortega, ya despabilado y con la mollera serena, no podría haberse retractado y voltear la tortilla, escupiendo hasta lo que no de la pobre melolenga esa.

—Uy, sí, pues, «la escritura más arriesgada de Tijuana ha sido femenina, nomas porque la Mayra Luna le entregó a su ludibrio “promotor” la parte más peludita de su «yo» interno (dijo una profesora tartamuda de la UABC).



NOTAS FINALES O WEVOS DE KOWI


1.- Del gallofero del Erasmo Katarino Yépez que no se le podían pasar de tueste las habas y tarde se le hacía para sacar a relucir el nombre de su mancebita la Mayra Luna; al respecto, véase el «Vertedero de cretinadas» intitulado «COBA Y ADULACIÓN PARA EL COMERCIO DE LA AMISTAD», específicamente los segmentos cabeziados: «LOS METATEXTOS Y EL PENDEJITO DIALOGISMO BAJTINIANO», «SWAIN, CAZESSÚS Y LAS PERRAS DEL ZACAS» y «CUANDO EL CROAR DE UNA RANA ES CANTO DE RUISEÑOR».

2.- Del punto luminoso del aforismo de Karl Krauss en el que se refiere a la irresponsabilidad que por causa de arrebatos estúpidos o inconcientes suscitan las palabras, el escritor austriaco sentenció: «Quien calla una palabra es su dueño, quien la pronuncia es su esclavo».

3.- Emmanuel Carballo, Borges, Bioy y los escritores mexicanos, Revista de la Universidad de México, #43, septiembre de 2007.

4.- De lo que es la venérea gota del soldado que configura a su receptor en un inmediato candidato a veinte mil unidades de penicilina, gota del soldado, llamada también gota militar, se denomina así al padecimiento de un mal por contagio venéreo cuando la enfermedad (gonorrea, por ejemplo), comienza con sus primeros estragos. El infestado, al día siguiente que tuvo el contacto sexual que le acarreó dicha enfermedad, secreta por el orificio penial, conducto de la orina, una sustancia viscosa o babeante de color amarillo, aunada a constantes ardores y comezón en el miembro. El padecimiento se detecta porque la membrana que cubre el pene se adhiere pegajosamente a la glande, así como al calzón. Sinonimia: gomorra; premio; premiado.

5.- Emmanuel Carballo, Borges, Bioy y los escritores mexicanos, Revista de la Universidad de México, #43, septiembre de 2007.

LA FUENTE MÁS PURA DE LA METÁFORA: DE BESTIAS ESPIRITUALES A MÁQUINAS LEXICOGRÁFICAS


LA FUENTE MÁS PURA DE LA METÁFORA
DE BESTIAS ESPIRITUALES A MÁQUINAS LEXICOGRÁFICAS


Reza el supuesto idealista que en el principio fue el verbo; y, en efecto, la preminencia de la materia humana jamás hubiera alcanzado sus poderes transformadores sin el «logos». La fecundidad de la palabra nos hizo bestias espirituales dotadas de inteligibilidad, del diálogo y los imperativos de la contienda verbal; pero también de la insensatez discursiva y de las formas más repugnantes del retoricismo demagógico y la explosiva fraseología. O sea, desvaríos de la erudición y lenguaje de lo indecible.
El ser humano es un generador, repetidor, tergiversador y destructor de los contenidos significativos de las palabras; una máquina lexicográfica que trasmite y recibe signos denotativos y connotativos dentro de una complejidad comunicativa.
El tramado de las palabras —dice Evodio Escalante— se transfiere a las cosas y el de las cosas a las palabras, de modo que al rato ya no se sabe con claridad donde empiezan unas y terminan las otras. Desde la antigüedad más remota e inimaginable, las palabras se fueron acumulando gradualmente, transitando de una generación a otra hasta formar la memoria colectiva, consolidándose un sistema lingüístico complejo, un lenguaje articulado que fue perdiendo su conexión directa con la actividad real, fáctica, pragmática. Simultáneamente, se ampliaron los horizontes de cognición verbal con mayor aprehensión de la realidad racional, cohesionada por ideas (símbolos, signos, enunciados). La forma oral volcó en escritura.
En los primeros albores de la historia, el lenguaje únicamente se restringía a su función síquica rudimentaria, marcó el nacimiento del lenguaje escrito. Sin tal procedimiento, auxiliar y artificial, no hubiesen sido posibles la civilización y la cultura (un ejemplo típico fue el poema épico, como medio para ayudar a registrar la experiencia de la vida). Hubo la necesidad de crear o "inventar" el lenguaje para describir –codificar- los logros de la sabiduría (no se olvide que algunos dioses, profetas y chamanes eran la personificación del; verbigracia Palas Atenea en los griegos). Poco más tarde los hombres fueron educándose en el arte de la palabra (siglos VII y VI a. de n.e.), cuando las relaciones gentilicio-patriarcales, consagradas por la tradición mitológica, se tornaron hacia nuevas condiciones materiales y conceptuales. Entonces la ingenuidad mística de pasó a un segundo plano a causa del desarrollo de actitudes críticas, al delimitarse con precisión, más o menos relativa, los campos de lo verosímil e inverosímil. Luego la capacidad crítica del pensamiento se convirtió en autocrítica; la evaluación socrática marca este parámetro: "Sólo sé que no sé nada"; que equivale a decir que quien se erige como autoridad suprema de la sapiencia no es más que un cretino, pues nada vale la sabiduría propia. A partir de que el hombre adquirió capacidad crítica, o sea, independencia del intelecto como entidad individual, cuestionando y oponiéndose a los cánones y reglas establecidas, mostrándose capaz de guiar su destino sin la ayuda de oráculos, profecías, sacrificios de animales, u otras determinaciones mágicas que anularan cualquier intento de reflexión o autocontrol de la conciencia. "Toda mitología –apuntó Marx- controla, domina y configura las fuerzas de la naturaleza en la imaginación y a través de ella; en consecuencia, desaparece en cuanto el hombre obtiene el dominio de las fuerzas de la naturaleza." Según las fuentes históricas, el lenguaje surgió hace aproximadamente 800 mil años, en la época del euhomininae heberer. Su punto de partida fueron los sonidos guturales representados por medio de la onomatopeya (ónima = nombre, y poiein = hacer, palabra que imita el sonido de las cosas para significarlas). Este sonido gutural simple marcó la primera señal abstracta del lenguaje como instrumento de comunicación y convivencia social; la interjección y los gestos, como reacciones emotivas del hombre primitivo, también constituyeron sus antecedentes. La oralidad de la palabra dio nacimiento a una de las herramientas más geniales de la humanidad: la escritura. En este proceso discursivo las cosas se ordenaron en abstracto, transformándose en signos arbitrarios y convencionales; y el mito cedió su lugar a la técnica. El orden mítico, ausente de gestos escriturales, limitaba el despliegue histórico, y, por ende, el dominio del mundo y el perfeccionamiento del saber. Hasta la teología sufrió una reducción terminología, asumiendo aspectos teóricos de especulación, mientras en el terreno de la imaginación pagana los poetas se dedicaron explotar el poder de la metáfora.
Porque un lenguaje también puede ser pictórico, figurativo o musical, por estar constreñido a expresiones de la vida artista y cultural. El lenguaje —dice Gramsci— debe ser «entendido no sólo como expresión puramente verbal que en todo momento se ve reflejada en la gramática, sino como conjunto de imágenes y modos de manifestación que no encontramos en la gramática».
Antes de la gran creación civilizadora, los hombres solamente se comunicaban espiritualmente —intuitivamente— con las fuerzas de la naturaleza, se abrazaban a la tierra y miraban al cielo sin comprensión racional de su infinita inmensidad. Las representaciones de los hechos eran precarias metáforas de una razón imaginativa que apenas saca consecuencias prelógicas. Fue el momento histórico en el que la palabra aún no caía en resbaladizo terreno de las dualidades y maniqueísmos, ni adquiría condicionamientos de poder transgresor y manipulador de las conciencias. Después de meras creencias y fantasías ociosas, la palabra dejó de un juego intelectual y, dando paso de la articulación analítica a la mediación del discurso político, se volvió entonces un medio portador de confesiones y culpas, elemento de control y seducción, de adoctrinamiento y exaltación.
En el orden simbólico que prevalece, la realidad se ha desplazado en metonimia y la palabra constituye la fuente más pura de la metáfora que la sustituye.
Somos deudores de los vestigios y de las hazañas del lenguaje.

27 de diciembre de 2009

EL «TIBIO» HUMBERTO FÉLIX BERUMEN: UN ENTENADO O HIJASTRO DE LA MENTIRA SOSPECHOSA


EL «TIBIO» HUMBERTO FÉLIX BERUMEN: UN ENTENADO O HIJASTRO DE LA MENTIRA SOSPECHOSA

El cogesor Humberto Félix Berumen se descolla contando fábulas para agraciar la investidura del poetuco Francisco Morales, dando su versión del alto valor literario de la obra de este vatillo, autor del poemario «La ciudad que recorro», gran interprete, según él, de esta ciudadela.
Y con estas palabras inicia míster HFB su texto:

«En La ciudad que recorro (1986), de Francisco Morales, el primero y único poemario dedicado íntegramente a Tijuana, la ciudad se percibe desde la sensación que resulta de su trasiego cotidiano; un poemario, asimismo, en el cual el fervor personal por Tijuana parece alcanzar su mayor intensidad lírica. Es asimismo el primer poema inequívocamente urbano y moderno de Tijuana» [Tijuana desde la poesía, suplemento «Identidad», 1743, 22 de octubre de 2006].

Más adelantito veremos porqué el don Félix Berumen se siente impulsado a escribir esos comentarios. Por tanto, conviene primero echarle oclayo a las medias verdades que contiene su alocución farolera.
Lo cierto es que la obrita del poeta Morales obedece a un mecánico azar de descripciones de cosas citadinas de este culo de San Diego. Y los poemas que contiene su «plaket» son los brotes tardíos del individualismo esquemático que aplica el autor, cada vez más empobrecido por los nuevos poetas.

—No hay que exagerar, el poeta no tiene ni el suficiente genio ni la suficiente intuición para que se le enzalce de la manera en que lo hace el don Berumen.

Tal parece que la consigna del tlacuilo de la ciudad de Tiyei y académico del Colegio de la Frontera (COLEF) es habilitarlo como todo un chinguetas. El poeta, confeccionador de «La ciudad que recorro» y de «Tijuana tango», se ha aprovechado de la indiferencia que los demás letreadores líricos tienen hacia la «ciri»; porque quienes tenían deudas de arraigo y estaban impelidos a vindicar estéticamente los fantasmas de este pueblucho fronterizo no lo hicieron, y fue, ya sea porque les valió un cacaguate el asunto o porque pelaron gallo o se piraron a la fosa mortuaria.
Y ante tal indisposición o displicencia, aparecieron los «vivillos», deseosos de meterle candela al menjurje, secundados por algunos oportunistas que ya se autoendilgaron la faena de evacuar «el fervor personal por Tijuana» a través de coplitas y estrambotes (el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Gabriel Trujillo, el Víctor Soto Ferrel, el Alfonso García Cortez, el Erasmo Katarino Yépez, el Tijuana Gringo y un longo etcétera).
Son ellos los hermanos putativos, carnalitas samaritanas grotescamente prostituidas; paladines de una literatura-fantasma, tan cercana pero, a la vez, inalcanzable.

—Taxativamente algo prohibitivo, aunque le apliquen el lema holístico niuéch: «no hay literatura, solamente literatos».

Además, en su articulejo «Tijuana desde la poesía», suplemento «Identidad», número 1743, 22 de octubre de 2006, el licenciado HFB, canjeando melcocha por melcocha, magnimiza la medianez literaria de ciertos güeyes vinculados con los menesteres de la lírica, fomentando la ilusión literaria y, mediante una alcahuetería de medias tintas, profesa honores a una pelusa de escribidores cuyos nombres trae apuntados en su listita.

—Los mismos agendados de siempre, y ya mencionados: el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Gabriel Trujillo, el Víctor Soto Ferrel, el Alfonso García Cortez y el Erasmo Katarino Yépez.

Predilección y cuchupo altanero, apriorismo pragmático que congestiona más vicios en la literatura. El pretexto es el tema de la lírica dedicada a la ciudadela-rancho, pero en su trasfondo yace la simbólica mancebía entre el halago, la pleitesía y la panegírica comparsa del «ayúdame-que-yo-después-te-hago-el-paro»; del «tú-me-aplaudes-yo-te-aplaudo».

—Y cómo no lo va a hacer el profe Humberto Félix Berumen, si el batillo es miembrillo de la «Comisión Técnica del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora», junto con una parvada de cretinos y buenosparanada de la catadura del Daniel Serrano, el Sergio Rommel Alfonso Guzmán, el Roberto Rosique, el Manuel Bojórkez, el Rafael Saavedra y la Elizabeth Algrávez.

Y, pues el batillo, tácitamente, debe comportarse según los cánones del oficialismo culturero y estar presto, cuando la ocasión lo amerite, a demagogiar y enhebrar las patrañas que sean pertinentes.

—Circunstancia, entre otras, que condiciona a don Humberto Félix a escribir de manera sofística y retorcida; a suscitar fervores de simpatía convenenciera en favor de su cuadrilla de literatos y hacerse cómplice de la nefasta política cultural para asegurarse la chuleta y el candelabro.

Los objetivos son muy precisos: transformar la ideología en ilusión, especie de desdoblamiento político para la adquisición de estatus por las rutas del «ascetismo estético». La fecunda continuidad del abstraccionismo escolástico como basamento de una crítica limitada y pusilánime.

—Y ¿su pasado comunistoide?
—Ah, ése sólo es un dato prexistente del arrugado pretérito que su memoria proustiana, a duras penas, recuerda. Erráticos ardores juveniles de bolcheviques arrepentidos y marxianos coptados por la dorada estirpe que gobierna el «Paraisodelanada».

Más que un texto de análisis concienzudo, el articulejo del profesor Berumen es un pretexto para sacar la pandereta, los confetis, las «urras» y los aplausos —y de forma «viapís»— para sus ponderados cofrades. El propósito primordial no es traer a colación el tema de la ciudad, sino los aditamentos subjetivos del elenco enlistado en su miniensayito.

—Al tiquitaca, de lo que se trata es de amarrarse a Juanita en la fiesta y no hacer buracos.

Y, en cuanto a la contribución histórico-literaria ¿qué hay de eso? Pues, sin ser muy grosero, despreciativo e insultante, diré que son datos de su programa, «engagement» que disloca la paradoja en el acto escritural, o sea, «desmitificar» «mitificando», que significa rumiar sin la voluntad de superar las antinomias y la exhibición de méritos.

El crítico es un escritor que habla de otro escritor (claro, de su altar literario), asumiendo un compromiso ambiguo y desfigurado, tamizado de cautelas para no lesionar los egos e intereses de los pichones y palomas que surcan los cielos de la burocracia estatal y del empresariado cultural.

—Y en cuanto al otro monito, men?

La poética del Pancho Morales, pura pasión cultural de espíritu libresco, se encuentra muy lejos de marcar hitos de agudeza crítica porque su talante estética cumple una función «heurística» que se engendra con el solemne propósito de gambetear las divisas del oficialismo cultural que promueve la literatura como cuquería de mecenazgo, el buen nombre y la impoluta fama.
En rigor, culminación lógica de la ilustración revertida, o dicho de otra manera: cuadrarse en un estilo, más o menos insulso, para generarse ventajas como poeta cortesano que ha aprendido a rizar el cristal de los lagos en las buenas ordenanzas.

—Y tan eficaces que, si se aplican al pie de la letra, hasta los perros aprenden a bailar, las gallinas a silbar, los gatos a cantar y los pericos a dar la hora.

Y, en efecto, el citado hombre de letras forma parte de los «eméritos» que no desdeñan los honores literarios y tampoco los estímulos que, en especie o firula, otorgan los meneadores de la cosa pública por vía del oficialismo cultural.

—Y, ante tal objeto de apetencias y deseos, no hay manera de decir ¡nogales!

Entonces, viendo el muerto y soltando el llanto; y, como dijera el Gonzalo Rojas, no hay puta que no diga palabras del tamaño de esa complacencia. Así opera la construcción del consenso y la funcionalidad piramidal en la política de cultura; dinámica de institucionalización para los plácemes en los nuevos posicionamientos ideológicos.

—Muchos agraciados afirman que no hay manera de escapar a tal conversión (todo sea por matar al monstruo desde sus entrañas, jeje), en el que se perjura el canon de lo permitido y el valor polisémico de las palabras.

Para no dar pauta a malos entendidos, no siempre habrá lugar para todos —becarios, premiados, adeptos de capilla— es un espacio de excepción, un segundo nivel en la cultura urbana y con nuevo formato en sus viejos contenidos. Cultura tradicional incorporada a la cultura del espectáculo, una suerte de perfección tecnológica para nuestra intuición superyóica.

—Ni un paso atrás, el pasado es el pasado; no lo toquen más. Nuevo apotegma de amplitud de criterios.
—¿Quieres hablar? Todo esta permitido. Hablemos de sexo, de putas…

No hay más sujeción que la libertad. Pero, aclaremos, no hay cabida para todos, la estafeta, la concesión y el incentivo son para la clase media ilustrada. Para la muchedumbre la nota roja, para los creadores el refinado esteticismo.

—Si eres del pueblo no eres nadie; no vales; nadie te pela.
—Ay, pero eso nosotros somos diferentes a la mayoría.

Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporciona sus instrumentos teóricos y recursos retóricos para un mejor proveer, sin causa de resquemor, diatriba o reproche; sin anatema despreciativo o rebeldía desbocada.

—Pues, una vez timado, acomodado, apapachado, aleccionado, escindido de sus convicciones, cauterizado en su radicalismo y reconciliado con el «estatuskú», el men, como buen hijo de la perezosa ciudad, adopta entonces un airecito de unción y bobería como el que refleja un ángel de retablo.

Ya lo dijo Adorno: ni el arte ni literatura pueden ser terrenos neutros.

«Pobres débiles criaturas, ¡cuán cobarde y traidoramente se les seduce!» [cantaba Mefistófeles a Fausto].

Todo depende de las adhesiones y rechazos viscerales. Primero van los genios del espectáculo cultural, después, ya veremos quién mama el pito como condición «sine qua non» para que le publiquen su seudo, cuasi, semi, meta, proto o anti... poema, en un libro de edicion tramposa y excluyente que ni siquiera alcanza a disipar o eludir las lacras politiqueras del cuchupo y apalabre.

EL ROBERTO JIMÉNEZ (ALIAS «EL ROSIQUE»): DEL FACILISMO HUERO A LA IMPOSTURA ZALAMERA



EL ROBERTO JIMÉNEZ (ALIAS «EL ROSIQUE»): DEL FACILISMO HUERO A LA IMPOSTURA ZALAMERA

Entre los muchos y tantos baladreros que pontifician ese alelamiento cretino y comparación falaz de considerar a Tijuana como una megalópolis de la cultura y las artes, a mas de otras mariguanadas de igual calibre, podemos citar a otro batillo que se esmera en urdir disparates de igual calado que los batillos y minas que he pasdo por hacha en mis tantos «Vertederos de cretinadas».
Me refiero al Roberto Jiménez Rosique, pintor que se pudre de ganas de ser escritor y quien, en sus ratos en que deja de pastichear monitos y círculos concéntricos, emulando pachorrudamente la metafísica figurativa de Chirico y las fisonomías geométricas del cubismo picassiano, se dedica a redactar algunas margallatesces que se atreve a publicar en dos tres suplementos y revistas culturales.
Este zagalón de la escritura se acomoda entre la bandada de seudoliteratos y se desmadeja exhibiendo un somnoliento texto que se titula «Tijuana: ciudad creativa», y publicado en el fanzín sarabiano «Tijuana Metro», volumen 6, número 43, de fecha agosto-septiembre de 2006.
Más esmerado en añadir disparates, decapitando la sindéresis y partiéndole la madre a la prosodia, el Rosique despacha su articulejo reverenciando la misma chuchería propalada con el objeto de atribuirle a este mingitorio fronterizo una relevancia que no le corresponde, en el sentido de considerarlo como un «epicentro» del arte y la cultura, a la par de ciudades como Berlín, París, Londres o Bruselas.
Éste es un ejemplo de algunos referentes y despropósitos suyos que anotó en el textito faltriquero y que sacó a la colada:

«El evidente progreso del arte bajacaliforniano observado en los últimos años va en concordancia con el acelerado desarrollo social y económico de la región…» [Roberto Rosique, Tijuana: ciudad creativa, Tijuana Metro, volumen 6, número 43, agosto-septiembre de 2006, página 17].

Como el articulejo del bato está plagado de contradicciones e incongruencias, me limitaré únicamente a transcribir otro fragmento de sus inconsistencias antiteoréticas:

«…el surgimiento de proyectos definitorios y controversiales como inSITE, Salón internacional de Estandartes y Tijuana la Tercera Nación, entre otros, que han incrementado el interés por el acontecer cultural de la frontera, y que a pesar de las carencias de espacios culturales, la pobreza de un mercado local ara el artes y la ausencia de una crítica especializada para el mismo, entre tantas cosas más, se ha ido conformando, al paso del tiempo, un arte plural, incluyente y ambicioso, congruente al dinamismo social en que se desarrolla» [Roberto Rosique, Tijuana: ciudad creativa, Tijuana Metro, volumen 6, número 43, agosto-septiembre de 2006, página 17].

Vaya manera de hacer el recuento de sus ensueños y viajes al paraíso. Cantarle loas a Tijuana porque ya es una «meca» del arte.

—Bueno sería que yo tuviera el tiempo libre que la vida otorga para ejercer esa talacha de llenar libretas y cuadernos de cuanta mamada y media vengan a la cabeza.

Si andan promoviendo la pena de muerte hasta en los libros de texto de escuelas primarias, quienes se arriman al asunto de tales apologías también deberían ser buenos para exhortar al retiro voluntario de ineptos en el terreno de la cultura.

—Qué expectante resulta saber que en este tafanario del turismo de a dólar existe «un arte plural, incluyente y ambicioso».

Y miren si no: Tijuana está saturada de sedicentes artistas con obras absolutamente inanes, gente burda e ignorante, pretenciosa y sin tradición literaria; en su mayoría, artistillas que lastran escuetas líneas o pintan cositas sin relevancia, atendiendo más a caprichos, modas e imitaciones que a cualidades estéticas.
Bisoños concesionarios de una cultura abstracta, libresca, individualista, de casta y que solamente alcanzan a concatenar en su existencia podredumbres artísticas y nociones acríticas de la realidad, aceptando como principios vitales y valores fundamentales las apetencias que impone la psicología mediática y el oficialismo culturoso.

—Para ellos, da lo mismo dónde se introduzcan las ideas, en el culo o en la conciencia. No hay distingo, mi buen.

Desguangüilada cultura con grávidos síntomas de estupidez, engreimiento y petulancia cretina.

¿Esa es la pluralidad del arte que pretende mitificar el Roberto Jiménez Rosique?

Ahora, quienquiera salir de los confines del ninguneo y subir al pedestal de alabastro o, simplemente, que lo acepten en determinada cofradía; que le concedan algún espacio para montar una exposición de pintura o conseguir que le publiquen un libro, es menester, sino se tiene otra opción, recorrer caminos fecalosos.
Y como siempre hay una deuda que saldar, considerando que la dignidad y la ética se han malbaratado, la mendicación requiere debutar de cobero, contagiarse de lambisconería y hasta andar oliendo las erupciones de las nalgas para encontrar cabida en los nichos y mafias tertuleras.

—Y, además, sin reparar en gastos, el chiripero debe estar en la mejor disposición, en grado tal, hasta de cogerse a Dios por el culo.

Todo sea por el anhelo de erigirse en un personaje célebre o, por lo menos, comenzar a comer con manteca. Ya no importa tanto el talento y camellar como galeote, pues para armarla en estos lares se depende de los apalabres y el pitazo de la recomendación en la elección de los ungidos y de los agraciados.

¿Eso significa decir que el arte es incluyente?

El mérito de los artistas y escritores no está en su profundidad sino en su finalidad. No intentan ofrecer algo más que no sean obritas afectadas con lo más rancio, podrido y vetusto que hay en las academias, escuelas de arte y talleres de literatura.
En cuanto a los que se jactan de ser escritores, su actividad letrera es pura pedorrera, miserias escriturales revelan en sus textos raquíticos y superficiales. Por ejemplo, las poetas, en su mayoría, son unas bobas de notoria incultura, paridoras de vacuidades, más preocupadas por el glamur sempiterno que por el talento y la creatividad. Niñitas pequeñoburguesas que viven —y malviven— perdidamente enamoradas de la holganza parasitaria y son adictas duras de la banalidad.

—Y todavía anuncian que el monte es todo de orégano y que Baja California está rebozando de literatos y pintores chinguetas. Pero lo cierto es que estamos casi en trance de muerte.

La mediocridad intelectual, el protagonismo de diva, el feminismo aburguesado y la frivolidad cínica, son lacras que tienen a la pintura y a la literatura al borde del abismo.

¿Eso puede entenderse como arte ambicioso?

Lo que en realidad campea en el ámbito cultural y artístico de Tijuana, y poblaciones circunvecinas de la Baja California, además de lo banal, es un provincianismo rascuacho que agobia a quienes se dedican a la artisteada y a los asuntos vinculados con la literatura, la pintura o la poesía.
Puede que en acciones y conciencia sean proclives al cosmopolitismo pero, al final de cuentas, se delatan como lo que son: aldeanos sin convicción ni compromiso serio con los rollos de la estética. Y ya se sabe que, al final de la comedia, una vez desenmascarada la concha de nácar, aparece la penuria localista de seres simplones, rústicos, vulgares y pueblerinos que explayan el recogimiento individualista y la cerrazón telúrica (es decir, sicológica) de un entorno sociocultural donde solamente —algunos pocos— tienen derecho a ostentar la membresía del club de literatos, el carnet de capilla de pintores o la cartilla que los habrá de legitimar como afiliados a determinada ganga de anacoretas y jaraneros del absolutismo ilustrado. Una minoría de privilegiados cada vez más exigua, entes fantásticos hechos a remiendos, encumbrados en una nube de pedos y rebosando en sus propias heces.

—Y aunque muchos renieguen de tal condición telúrica, el ribete solaz y parroquiano lo llevan inserto hasta el tuétano. Es patente ver en cualquier exposición de pintura, en un festival de literatura, en un encuentro de escritores o en equis simposio de hacedores de arte, trolas que no son más que pachangones y mojigangas en los que, a pura flor de piel, barbotan el cortejo trepador, la alabanza hipócrita, el halago noño, el galanteo ruin y la insulsa frivolidad.

Nula es la calidad plástica de las expresiones del llamado arte visual y la producción de la literatura fronteriza que continúan nadando en sus seis y hundiéndose en los mismos lagos prosopopéyicos.
Por su parte, la lírica agoniza, reproduciendo con profusión los mismos y repetidos lugares comunes, centelleando confusiones babélicas. Poesía que no es ya poesía, pasticheramente abortada por amanuenses con más emoción que talento.
La pintura y la literatura siguen siendo productos de autoconsumo, petulantes cretinadas sostenidas sobre una base de quiméricas naderías.
Editores de suplementos y fanzines son fieles seguidores de la farándula y el espectáculo, mas que culturales son empresas titiriteras que publican lo impublicable.
Los gacetilleros se han vuelto “críticos” al vapor y sólo hablan de un autor cuando éste ya ha sido reconocido por la crítica elogiosa, escrita por comentaristas rastreros y superficiales, quienes, en un abrir y cerrar de ojos, con postulados de «sofistería» discursiva y lenguaje encriptado, anhelan convertir lo mostrenco en cosmopolita.


TIJUANA EN UN LARGO CAMELO DE OCURRENCIAS

Podría pasarse de largo el camelo ese de que Tijuana ya es una “metrópoli” del arte y la cultura, y considerarse como una ocurrencia romántica, sino fuera porque mamadas como esas son elevadas a teorías axiológicas que seducen a la borregada que se cree esos panchos.
Vivir de ensueños y de pedorreras es un candor de optimistas bobalicones, pero lo gacho de tales tontejadas es que luego se convierten en arcanos de la alineación y pasan al subconsciente histórico nacional. No se trata solamente de un frenesí idealista —como el de aquella ficticia «Ciudad de Dios» que ideó el indiscreto africano que usaba solamente la sandalia izquierda—, es una utilería política de vivales y arribistas, o sea, propaganda mediatizadora empotrada en el circuito de la vendimia para embaucar, atolondrar, manipular, ofuscar y castrar la tesitura lógica de la conciencia.

— Pero cada quien está en su derecho de tragarse el camote o descreer en el alijo que inventan los mercenarios del arte.

Pedante bobería que —por estupidez, ingenuidad o conveniencia— un buen carajal de fabulistas, farsantes metidos a trabajadores de la cultura y demás pájaros cilantreros, rematan con petulancia en pápiro y telera.

—Uy, sí. Tijuana es una capital cultural donde hay mucha creación artística de vanguardia, dice, muy fufurufo, el Alejandro Rodríguez, exdirector del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Tijuana.
—Uy, sí. Tijuana esta llena de arte y el CECUT es ahora un zócalo de la alegría, dice el Jaime Cháidez Bonilla, padrotín del suplemento «Identidad» [3].

¿A qué obedece tanta bazofia lingüística?, ¿porqué exaltan un cúmulo de virtudes y peripecias artísticas como si cayeran del cielo por toneladas?
El «meollo» del birote está en el negocio de falcar glosas extravagantes y difundir mafufadas inverosímiles para darse tartarín y subirse a la mula parda. Y quienes se suman a la balaca de jugarla como promotores de este tipo de farolerías y gazpachos insensatos son bastantes y muchos. ¿Qué se puede hacer ante estas fabulaciones que se pregonan como el «desiderátum» de una verdad histórica, siendo, desde luego, todo lo contrario? Vulgata en boga, a juzgar por las reseñas que se hacen, la máquina cultural del «establichment» no deja titere con cabeza cuando lanza a los boquiabiertos el atractivo cebo y pone el bozal al desbozalado.

—Ruin es la verdad, mezquina la realidad y la artimaña, hipócrita.

Conmueven y convencen las directrices del «mainstream» y los postulados del libre comercio en la cultura. Arribismo de cultureros, compaginado con la audacia de mercaderes que, por razones de reconocimiento y de rentabilidad, incursionan en las artes y en el ámbito de la cultura, transfigurados, desde los oscuros sótanos de la trivialidad, la frivolidad y la ignorancia, en reverberos de la vaciedad burocrática y en pelanduscas del cretinismo. La mayor parte del ambiente cultural y artístico que prevalece en Baja California equivale a una letrina de panboleros, la cultura se haya regenteada por bribones calabobos y las expresiones estéticas son una oquedad de la que brotan chasquidos de mediocridades, vocecitas marrulleras, miméticas y acartonadas.

—En resumidas cuentas: facilismo, simplificación; ornamento bobo; pendejez y oportunismo.

POR LA SALVAGUARDA DE LA SALUD MENTAL DE NUESTROS JÓVENES Y DE LAS FUTURAS GENERACIONES



POR LA SALVAGUARDA DE LA SALUD MENTAL DE NUESTROS JÓVENES Y DE LAS FUTURAS GENERACIONES

Gazmoñonudamente se sublima el efecto sicológico de las palabras con atávicos fariseísmos: el sida es ahora el «cáncer rosa», los vejetes, «ancianos en plenitud». Agüevo se quiere pulir la prosa bárbara del pueblo con un lenguaje oropelesco, confeccionado para sustituir o amainar los contenidos significativos y naturales de palabras tan directas como lupanares, antros, prostíbulos y puteras con locuciones cretinas como esa de «giros negros», invento de peritos en el truco de la farsa.
El lenguaje mojigato y de rapavela, a diferencia de la parla mal hablada o soez que usa por la perrada, no surge por espontaneidad como éste, sino que se expande desde las cúpulas de los aparatos reproductores de la ideología dominante y aterriza en la conciencia colectiva como anuncio revestido de puritanismo, de discurso deslavado y fraudulento. Es un lenguaje confeccionado, redefinido y manipulado como estrategia mediatizadora.
Se reprueba y se censura el lenguaje majadero, ofensivo y escatológico porque es sincero, irreverente y liberador, derivado de una afirmación rebelde y contestataria. La prejuiciosa ñoñería y el credo mojigato se sustentan una pedantería de los reaccionarios que restringen, impiden, coartan y reprimen las libertades y derechos de todos los individuos habidos y por haber. Pero fiscalizar y coartar tales prerrogativas no significa la salvaguarda de la salud mental de la juventud, ni de preservar los valores y principios de fundamentales de la sociedad. En realidad, se trata de inducir a la estupidez y al inculca miento de los retrógrados estigmas de culpa, pecado y represión familiar e institucional.


Culo, panocha, verga, puñeta y puto son palabras sucias que no merecen aparecer en «Blóguer» o en «Feizbuk».

MORAL Y BUENAS COSTUMBRES



MORAL Y BUENAS COSTUMBRES

Moral y buenas costumbres equivalen a las tantas paparruchas ultrareaccionarias que apestan a cucufatez, a prejuicio taimado, a ignorancia e hipocresía.
¿Cómo se define lo obsceno? ¿Obscenidad es lo que yo vierto y posteo en mis textos e imágenes? Para afirmarlo no solamente se requiere un rasero moral, también se necesita echar manos de los criterios estéticos.
Pero ¿cómo determinar la supuesta obscenidad? ¿Mirar a una pareja en el pleno ayuntamiento carnal es obsceno? ¿Acaso con la supresión del flujo informativo y el aniquilamiento de páginas virtuales se a salvará a la juventud de las garras de la perdición?
¿Acaso no hay obscenidad, inmoralidad y atentado a las buenas costumbres en las acciones de los ineptos y corruptos desgobernantes de la cosa pública en el momento entregan a la oligarquía financiera y a las transnacionales las riquezas de los mexicanos, el petróleo y la energía eléctrica?
¿No fue una inmoralidad, agravio a las buenas costumbres y una obscenidad la conducta desplegada por Vicente Fox al recibir dinero de procedencia dudosa del extranjero y pisotear ley federal electoral durante su campaña como candidato presidencial?
¿Fue muy moral y apegado a las buenas costumbres que un presidente usurpador elimine de un chingadazo la fuente de trabajo de 20 mil trabajadores electricistas?
¿No es obsceno e inmoral el entreguismo descarado del FECAL, cómplices y achichincles hacia las corporaciones trasnacionales?
Seguramente cometer fechoría y media, explotar al trabajador y hundir al pueblo en la miseria y la ignorancia han de ser acciones muy morales. Sin duda saquear al país, ensangrentarlo, arruinar el peso y dejar deudas de poca madre han de ser buenas costumbres.
Justicieramente se valora «lo que sí» y «lo que no» debe aparecer en «Feizbuk» o en «Blóguer». Así se ponen las cosas en su lugar; porque sólo después de esos reajustes pueden continuar las cosas como deben proseguir; sólo así puede ser posible el espíritu inaugurado por Petrarca y retomado por Erasmo y Voltaire para reanudar la marcha.

O sea, para que siga supurando pus la llaga de la reacción.

EL ADOLFO V. NODAL • OTRO CHORERO EN LAS COMARCAS CULTURERAS DE TIYEI


TIJUANA EN LOS EFLUVIOS DE CANTALETAS DE CODONGOS

Se sabe que, por vía del «díctum» culturero, choreros y condongos reiteran constantemente la cantaleta de que este culo de San Diego (y al que también se le denomina Tijuana) —a partir de un par de decenios atrás— se engrumece como una especie de “capitolio internacional de las artes”.

—Pura labia,.

Exacto, burda construcción mediática de objetos meramente conceptuales sin certeza lógica; sobrada zalamería que aplasta la verdad de las cosas.

—Y los sedicentes «críticos» de la realidad fronteriza ¿qué dicen al respecto?

Arambel de palabras, la mayoría de ellos no quieren salir de sus madrigueras tan siquiera para saludar.

Algunos de esos supuestos «escribanos» aquilatan la bambolla como cierta, otros hacen mutis y se vuelven herméticos depositarios del silencio, evitando el flemón para que no los vayan a tildar de buhoneros o cobistas. Dominados por el mutismo, éstos acoquinados (no-opinadores) y promotores del autismo cultural valen lo mismo que los infatuados fandongueros que vocinglean —con ridículas u oportunistas pretensiones— la insultante mofeta de que nuestras miserias locales relampaguean como prototipo universal del desarrollo cultural y artístico del planeta.

La «crítica», contentadiza y abúlica (y que, a decir verdad, no es crítica), en vez de articular un discurso reflexivo para refutar esa chaladura y desmentir con argumentos convincentes a la runfla de pelotilleros, se conforma con chipotear frivolidades y farolear a los pajecillos y cortesanas en turno que intentan hacerse parte del canon. Y es que aquí, como en otras partes, la «crítica» apesta a propaganda y no anuncia otra cosa que las ganas de vomitar; sus opiniones encajan maravillosamente como flor del ojal de la tartufería artística, pues enchiquera como suyas las consignas rutinarias del marketing: sumisión no discusión, aceptación no debate.

Y es que solamente se justifica la idea sin ejercicio, pues no el lícito ni decente hacerles la vida de cuadritos a los gargantudos con los cuales mantienen vínculos de corto compromiso político.

—En ese deslumbrante manojo de patrañas aparece la simbiosis como parte del gesto mediático.

Los «unos» y los «otros», gandules y achichincles, conjugando mezquindades y aviesos intereses, reclaman el reparto de medias rotas para sus piernas con várices, haciendo parir las antinomias que servirán para dar respaldo a los borbollones de patrañas y engreídos cacareos.

—Recurren a las antinomias sirven para legitimar la llana desvergüenza, la retórica almidonada y la repugnante desmesura con las que se ensalza a este pueblo como “epítome del arte y la cultura”.

¿Qué secretos hay detrás de todo ese ruido de sonajas? ¿Reacción emocional por el gusto del tema?, ¿efluvios de un «tout court» idealista?, ¿sueños de tontos que siguen soñando que están despiertos?

—Usted dirá, lector o lectora.

Mientras responde vayamos a inspeccionar algunos rollos de esa sicología pintoresca, charoleada con la misma metodología del milagro de los panes.



SE DIVULGA EL CAMELO POR LAS COMARCAS DE LA TÍA JUANA

Lo que enseguida se lee son parte de las puerilidades y complacencias discursivas que, sin controlar palabras, emoción y pensamiento, escribió a tal respecto el señorón de nombre Adolfo V. Nodal, cositas pretextiadas con motivo de una exhibición —digamos— artística de folklore barato en la que participaron una runfla de mamacallos que conculcan en el campo de las llamadas artes plásticas o visuales.

De su redrojo pancheril, que además se atrevió a publicar en el revistón sarabiano «Tijuana Metro» (volumen 6, número 43, de fecha agosto-septiembre de 2006), reproduzco un cachirul, ribeteado con el fulgente cabezal de «Tijuana cruda».

«Esta muestra ofrece a un grupo pequeño de catorce hombres y mujeres de la gran selección de artistas visuales que están viviendo y trabajando en Tijuana hoy: es un ejemplo de la energía cruda que esta encendiendo la producción del arte en el México norteño y la California del sur. El trabajo de estos artistas que se esfuerzan en la línea delantera de las líneas fronterizas, que está detonando en un movimiento cultural internacional poderoso que pone un nuevo tejido de influencias e interdependencias de Baja a San Francisco. El hecho que ellos todos son creadores que han puesto sus raíces en y han sido en mucho parte de una escena bulliciosa de arte floreciente de Tijuana que hace a esa ciudad extraordinaria el sitio de una nueva era de globalización de cultura que antes nunca se ha visto» [Adolfo V. Nodal, Tijuana Metro, volumen 6, número 43, agosto-septiembre de 2006, página 10].

Pero qué ocurrencias de suscitar esos ecos febriles, persecución vana de la gloria. Si Tijuana apenas es una dacha de la juerga cultural en la que abundan la mediocridad intelectual, el talento inflado y la exhibición de intimidades que los corifeos diletantes suponen que es arte.

—Crédulos de lo pirronesco que, por hecho de ver gatos negros, ya se imaginan que por ai anda la bruja.

Esa es la malograda información que nos brinda el fulano de apellido Nodal, quien —muy al tono de un discípulo de Cantinflas— redacta su tartajo con expedita dislexia escritural. Además de agredir a la sintaxis y cocinar con una prosa bárbara su camote, entre pujidos de «colapsus linguae», el tipo no hace otra cosa que disparar tonterías.

En qué cabeza cabe pregonar el infundio de que en este muladar fronterizo se «está detonando en un movimiento cultural internacional poderoso» y que Tijuana es un «ejemplo de la energía cruda que está encendiendo la producción del arte en el México norteño» y blablablá.

—El güey hace lo mismo que la gente que vive del oficialismo cultural: puras macanas.

Veamos otro pedazo de su cadena de insensateces:

«…la cultura de Tijuana parece ilimitada y preparada para extender su influencia hacia el norte y hacia el más allá. Este nuevo caballo de fuerza en las artes ha evolucionado al mismo tiempo que Tijuana toma su lugar como uno de los centros culturales bohemios de verdad para los artistas visuales mexicanos y otros intelectuales y pensadores en muchos campos de persecución creativa y puntos similares. Atrayendo pensadores creativos principalmente de San Diego, Los Ángeles y otros puntos del norte y de Europa. Tijuana es también un sifón de talento de México, Centro y Sudamérica que cuela con dirección norte durante las últimas décadas» [Adolfo V. Nodal, Tijuana Metro, volumen 6, número 43, agosto-septiembre de 2006, página 10].

—¡Ay, güey! «Sifón de talento», «nuevo caballo de fuerza en las artes».
—Qué pasado de riatas.

El infeliz gamberro culturoso no tiene idea de lo que rumia y parece que pertenecen a esa clase de individuos que sufren una atrofia evolutiva en sus mecanismos cerebrales de cognición. Su percepción de la realidad es corta y miope, subjetivismo idealista inducido por un fetichismo que antepone la mistificación a la verdad histórica y material.

Son de ese mismo corte y catadura gacetilleros y publirrelacionistas como el Jaime Cháidez, el Sergio Rommel Alfonso Guzmán, el Daniel Serrano, el Roberto Castillo Udiarte, el Rafa Saavedra, el Roberto Jiménez Rosique, la Regina Swain, el Erasmo Katarino Yépez, la Aída Méndez, el Gerardo Navarro, el Gilberto Licona, el Mario Ortiz Villacorta, el Alejandro Rodríguez, el José Vicente Anaya, el Roberto Navarro y demás ralea de turiferos. Estimulados por una asombrosa ignorancia, son incontables los individuos y las individuas que repiten las mismas taras que los anteriores gestadores de cretinismos fraudulentos. [1]

—Para ellos la realidad comienza en sus tatemas y no en los avatares de la fenomenología del mundo material.
—Lo cierto es que aquí, como en muchas partes, dejan que la cultura se consolide por inercia, mientras los chichos que supuestamente la promueven y la menean se van a jaranear a las tascas.

Gracias al negocio de propaganda trinquetera que desponja el mentado Adolfo V. Nodal, cualquier cabrón llega a convertirse en artista y sus cochinadas pasan por obras de arte.
Y prueba de ello es que, de toda la perrada que integra el «grupo pequeño de catorce hombres y mujeres de la gran selección de artistas visuales» que presenta en su redrojo, solamente unos cuantos son dignos de ser considerados verdaderos hacedores de arte. Pues, la mayoría de estos estetas, si acaso tienen sensibilidad artística, la tienen embotada, deformada y fetichizada.

—Y no hablemos ya de talento porque allí la cosa anda de la chingada.

A pesar de que se barbote que son «un ejemplo de la energía cruda que está encendiendo la producción del arte en el México norteño y la California del sur».

—Robusta taradez.
—Sin el impulso propagandístico esos pobres suatos no serían más que sombras.

Veamos la pasarela que engalana el registro de payasadas que confecciona el Adolfo N. Nodal y que adorna las páginas del revistón sarabiano: Mely Barragán, Tania Candini, Roberto Córdoba-Leyva, Antonio Escalante, Gabriela Escárcega, Charles Glaubitz, Aldo Guerra, Alfredo Gutiérrez, Franco Méndez Calvillo, Julio Orozco, Irma Sofía Poeter, Roberto Rosique, Daniel Ruanova y Ricardo Sanders. De la primera y el penúltimo, o sea, la pareja pictórica Barragán-Ruanova, ya me he ocupado de escribir algo en «Vertederos de cretinadas» anteriores. [2]

—De los demás, como dijo la Juanga, no vale la pena pasarlos por hacha. Son gatos que maúllan a la luz de la misma luna a la que le chilla la parejita en mención.



PARA NOTAS DE PIE O HUEVOS DE COCHI

1.- De todos los turiferos ya mencionados, basta sacar a la colada las memeces de dos publirrelacionista. Esto dijo el AR, o sea, el Alejandro Rodríguez :

«Yo creo que en Tijuana nos ven desde el centro de la república, y de otras latitudes, como una capital cultural, en donde la creación artística tiene matices muy importantes. En primer lugar hay mucha creación artística, y en segundo lugar es una creación de vanguardia, en la cual los artistas están desarrollando expresiones en distintas disciplinas que no son las tradicionales que no ves normalmente en el centro del país, sino que van un poco más de la mano de las vanguardias que se dan en otras partes del mundo» [Alejandro Rodríguez, entrevista en la revista Tijuaneo, Número 9, octubre de 2007, página 28].

Rumió esto el JCHB:

«La reciente versión de Entijuanarte fue un éxito en cantidad, los tijuanenses lo han hecho propio. (sic). Por lo pronto, felicitaciones a todos los que formaron parte de una fiesta colectiva que hizo del Cecut un Zócalo de alegría, de amigos mutuos, del encuentro con extraños que posiblemente nunca coincidirían en otro lugar, pero aquí, en un festival interdisciplinario, todos tienen permiso de mirar, de tocar, de formar parte de una Tijuana llena de arte» [Jaime Cháidez Bonilla, Frivolitos de la olla, Identidad, 1793, domingo 14 de octubre de 2007].

2.- Tocante a la cuestión de la «pareja pictórica» Ruanova-Barragán, remito a los lectores a dos articulejos del «Vertedero de cretinadas» que se intitulan «EL PINTORCILLO DANIEL RUANOVA: ¿PAYASO INGENUO O BUFÓN HIPÓCRITA?» y «LA MELY BARRAGÁN: UNA TOMADURA DE PELO CASI PERFECTA».

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