PREGUNTAS A DON MONO FILÓSOFO


«Don mono filósofo, ¿qué nos puede decir con respecto a lo que escribe y hace pasar por literatura don Erasmo Katarino Yépez?»

Te refieres a ese cabroncito metatextualero-mamón-deconstructivista-sofista-neoescolástico de nombre Heriberto Martínez Yépez, ¿verdad, cabrón? Hay que reconocer que el tal Erasmo Katarino es un fulanete asiduo a escribir una prosa amazacotada; y también paridor de una choncha producción letrera («más de una docena de volúmenes de novela, poesía y ensayo», se anota en su blof curricular) pero de escasa validez literaria. Más que literato es un escritor de bulto que pervive en la mecánica rutinaria. Son los lectores los que aupuran la fama de un escritor y el prestigio se determina por el talento y la creatividad imaginativa. El Katarino es un paria en materia de lectores y su talento cuando no cojea se arrastra. Asimismo, para el simple mortal de la perrada bajuna es una estrella apagada en la constelación de los astros rumiantes de la palabra, un ser anónimo o fantasmal que se acurruca en la madriguera de una infracultura de postín. Escritorete desvitalizado, narcisista y oportunista, difusionista de particularismos locales muy desgastados y cuyo discurso, sin cumplimiento estético, va siempre en dirección al vacío, a la nada. Y ahora funge como un técnico especializado en asuntos de enseñanza literaria, pero esa cantaleta no es nada ajena a la demagogia. En la mayor parte de sus libros (que no son obras), prevalece el don del desorden y el refinamiento de estilo es nulo. Ninguno de sus brolis es una creación espléndidamente acabada en el sentido estricto de lo literario. Y la hipótesis se apoya en una vasta evidencia empírica que ya hasta güeva da tener que recalcarla.

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