9 de junio de 2009

DUELO DE CARROÑEROS O EL FRACASO DE UNA RETÓRICA AUTOMATIZADA POR LA ARISTARQUÍA TIJUANACA



Vertedero de cretinadas


Por Éktor Henrique Martínez




DUELO DE CARROÑEROS O EL FRACASO DE UNA RETÓRICA AUTOMATIZADA POR LA ARISTARQUÍA TIJUANACA



Collones, miedosos, pusilánimes, maritornes, apocados, medrosos, culones, encogidos, irresolutos, gallinas, acoquinados, menguados, pávidos, turbados, cagones, chamaquitas, asustadizos, temerosos, sacatones, cortos, capados, culipandeados, timoratos, temientes, rajones, paniquiados, cerotones, gingirines, jindamas, cangueleros, chavalas, julepes, furifais, mansejones, formidolosos, cuitados, pacatos y mariquitas sin calzones.



UN SIMPÁTICO BRIBONAZO DE SONRISILLA SIMIESCA

Aunque cada vez más carcomida y mordisqueada por la enana colmilluda llamada inmoralidad política, la prelación burocrática se impone como una suerte de «bingo» en favor del zutanete de nombre Virgilio Muñoz, quien pela una sonrisota simiesca porque fue elegido como uno de los subcaciques político-cultureros del CONACULTA. Sonrisota simiesca que suelta no solamente por ser el ungido matacuás del Centro Cultural Tijuana (CECUT), sino que tal mueca le sirve para anunciar a los chillones que le andan moviendo el tapete que se ha columbrado y, por ende, se la han pelado.
En efecto, el ruco ya amacucó el hueso y, por lo que parece, todos los intentos persistentes para tumbarlo del macho han quedado precisamente en eso, en intentos. Y aunque le han colgado en su calaca una chaqueta malandrinesca, nadie se ha encargado de arrojar datos certeros sobre su perdularia conducta; y, si acaso lo han hecho, ha sido por encimita y de un modo muy ligero, con desinformación y escasa reflexión. [1]
Tanto los opositores del ruco (léase, mejor, detractores) y los que le hacen cohorte y procesión, son culturosos que despliegan acciones (y, en su mayoría, por conveniencia de lograr un interés particular) predestinadas a promover y difundir la idea de la cultura oficial. Esperando que brinque la liebre, sus devotos hacen votos para que el perseverante esfuerzo rinda frutos y aviente —ya de perdis— el quichi de las uvas o las tres del tabiro.
He aquí una muestra donde hacen pasarela, desde simpatizantes, allegados, prosélitos, correligionarios y hasta secuaces: el Roberto Limón, el Luis Ituarte, el Fran Ilich Morales, el Carlos Fabián Sarabia, el Alex Zúñiga, el Armando García Orso, el Alfonso López Camacho, el José Galicot Behar, el Leobardo Sarabia, el Manuel del Postigo, el Alfredo Álvarez Cárdenas, el Armando Vidal «El Gume», el Octavio Hernández, la Guadalupe Rivemar, la Vianka R. Santana, el Oscar Ortega, el Mario Castillo, el Mario Ortiz Villacorta Lacave, el Javier Bátiz, el Gabriel Trujillo Muñoz, la Aurely Monraz, el Diego Moreno, el Adolfo Morales Moncada, el Ángel ValRa, el Abyss Borboa, entre otros aplaudidores y corretones de la dádiva.
Entanto que a mí me importa un cacaguate quien meta las pezuñas en la oficina principal de «La Bola», el «club de admiradores» del VM chirigotea con buenos ojos «la designación» del mixturizado burócrata “priísta-panista” como director del establecimiento multicitado; «tijuanense con arraigo y décadas de trabajo en el ámbito educativo y cultural en nuestra región», arguyen los piroperos y panegiristas; y quienes, a través de sus alegorías y loas que le dedican al cañiquero tecnócrata prianista, contraídos por la absorción acrítica y mecanicista de la ingenuidad, el pliegue convenenciero o el cínico arribismo, camelean, choricean cábula e incurren en el mismo onanismo intelectualoso que los defenestradores de don Virgiliano.
Guachen qué putota mentira se avientan:

«El proceso seguido para la designación, iniciado a principios del mes de abril pasado, incluyó propuestas de parte de la comunidad cultural, lo que aportó argumentos a la decisión de la presidencia del Conaculta y le restó unilateralidad, a esa facultad ejecutiva».

Como sabrán los que aún recuerdan, el recién designado director del Centro Cultural Tijuana (CECUT), para hacerse de tal hueso recurrió al parolazo del FECAL por interposición de su hijo (de él, no del Fecal). Así, cuáles propuestas, cuáles argumentos —dizque— para «restarle unilateralidad» al «proceso seguido para la designación».

—¡Ah, qué cabrones los del club del VM! Nos quieren mandar a la panadería con el manual del perfecto comprador de pan y escrito por el mismo panadero que vende el pan.
—Son chingaderas —como decía la Yudit Cosmibitch. [2]




LA COBARDE EXPOSICIÓN EX-NIHILO
[O CUANDO LA CENSURA ES CENSURADA POR LA AUTOCENSURA]


Con su cara de Bart Simpson huehueche, con sus lentes de culo de botella, y amparado en un falsa «resistencia» que apesta a rockstarismo, reproche taimado y cabulita lenguaraz, el Erasmo Katarino Yépez —acompañado de una recua de mamertos, entre los que destacan socios y secuaces, invitados y amigos de ocasión— hace gala de sus marrullerías que, como siempre, sólo devienen en cacareos engreídos.
Con el unto de hisopar giña sobre la calaca del fulanete que apenas comienza a calentar el sillón de machincuepas del Centro Cultural Tijuana (CECUT), esta vez sus inquietantes vértigos se expresan de manera colectiva y mediante esta malograda retórica:

«Consuelo Sáizar Guerrero • Presidenta • Consejo Nacional para la Cultura y las Artes • Por medio de esta carta, los abajo firmantes —artistas, intelectuales, promotores de la cultura, profesionistas y personas interesadas en el devenir de las instituciones de cultura y en las políticas culturales aplicadas por los tres niveles de gobierno en Tijuana— solicitamos atentamente la reconsideración del nombramiento del director del Centro Cultural Tijuana (CECUT)».

—¡Úfame, león! Conque se solicita «atentamente la reconsideración del nombramiento del Centro Cultural Tijuana (CECUT).

Luego, Katarino y sus «firmantes» invitados, en un intento muy vano y suato de cuajar su punto petitorio, apuntalan que el bribonazo prianista del «Virgilio Muñoz es una persona que merece nuestro respeto pero cuya trayectoria no cumple con el perfil indispensable en esta área específica de la cultura».

—Oh, sí… claro. Virgilio Muñoz es una persona que merece nuestro respeto pero… qué chingue a su madre (agregarían en voz-off los susodichos «firmantes»); porque el güey «no cumple con el perfil indispensable» en quién-sa-be-qué «área específica de la cultura».
Antítesis de los desfiles alabatorios: detrás de la aceptación hay un rechazo. Sin la negación no podríamos darnos cuenta que el mundo está podrido. Por eso Hegel, puesto al revés, es un horror para el burgués. Y ahora la pregunta del millón, aparte de querer distinguirse: ¿qué pretende lograr el Erasmo Katarino Yépez con sus arengas y parrafadas? ¿La risa, la burla, la envidia, el odio? Esos ya son instintos primitivos.

«No se trata de un profesionista que haya tenido responsabilidades previas en la gestión cultural o en la administración de instituciones culturales; tampoco cuenta con la presencia activa o el conocimiento de la comunidad cultural y de los creadores artísticos de la región; no ha encabezado ningún proyecto de índole cultural en años recientes; estamos seguros su trabajo ha sido valioso y será valioso en otra áreas, pero la dirección de CECUT requiere de un perfil activo mucho más claro. • Por lo cual solicitamos que se reconsidere la designación».

Como si las mentadas «responsabilidades previas en la gestión cultural o en la administración de instituciones culturales» contarán mucho en el momento del dedazo y de ajuariarse con el hueso.

—¡Esas mamadas son solamente para que se las crean los pendejos que desconocen quién es quién en la grilla! —gritarían al unísono los miembros del gabinete del desgobierno del Felipe Calderón Hinojosa.

Y si el ganón del CECUT «tampoco cuenta con la presencia activa o el conocimiento de la comunidad cultural y de los creadores artísticos de la región», ¿para qué le serviría? Lo que cuenta es la carencia de honradez.

— Y si es ampliamente conocida, pues qué mejor.

Y si el mordisqueador del choncho hueso «no ha encabezado ningún proyecto de índole cultural en años recientes», está demostrado en innumerables situaciones que con la incompetencia y la ineptitud basta. Que no se tenga el mínimo sentido de lo que es cumplir una función pública es algo que le tiene sin cuidado al señorón Muñoz. Y, dada la ambigüedad de las proposiciones blandengues que muestran los respingones en sus faltriqueros desplegados, un «perfil activo mucho más claro» también podría ser entendido en la persona del titular, algo así como gozar de la suculenta chuleta presupuestal, hacer trácalas, soportar acusaciones de gacetilleros muertos-de-hambre y dejar una estela de rapacerías. O, díganme, ¿de qué otra manera puede explicarse que pelafustanes y pelafustanas —charlatanes, corruptos, ignorantes, ineptos o malintencionados, según sea el caso— tales como el Sergio Vela, la Sari Bermúdez, la Elba Esther Gordillo, el Emilio Gamboa Patrón, la Josefina Vázquez Mota, el Luis Carlos Ugalde, el Vicente Fox, el Jesús González Reyes, el Jorge Ramos, etcétera, hagan de las suyas en el arte de la polaca y los asuntos de gobierno?
Más que «artistas, intelectuales, promotores de la cultura, profesionistas y personas interesadas en el devenir de las instituciones de cultura y en las políticas culturales», los sedicentes suscriptores y firmantes del quejumbroso libelo parecen ingenuas máquinas que balbucean absurdos caprichos infantiles; empequeñecidos animales que buscan algo nuevo que adorar, con que contentarse y calmar sus necesidades; oligofrénicos que se arrodillan ante la publicidad y el protagonismo, pidiendo que les suministren sus terroncitos de azúcar, que les meneen el rabo y les toquen campanitas.

—Bola de mantenidos.

No anda errado Julio el Sueco cuando dice que la cultura tijuanense es patrimonio de «una mafia, de una élite que no deja que otras personas ajenas al círculo de dinero que presume cierta clase social de Tijuana entre nada más porque sí. Todos se conocen y todos se pasan el tip en dónde está la beca y así, un largo sinfín de ayudas monetarias para los mal llamados artistas cuya visión de Tijuana gira en torno a trilladas y regurgitadas expresiones que las quieren vender cual figura de yeso de piolín o bugs bunny en los múltiples puestos de artesanías que la ciudad presume» [Julio Sueco, Tijuana a secas, desde Suecia, 10 de junio de 2006].

Pero continuemos con el divertido disparatario que nos abona la casta de descastados seudointelectuales, quienes ahora se quejan de los mismos topillos que ellos mismos han creado, propiciado y fomentado.

«De ser ratificada, estaríamos corriendo el riesgo de entrar en un largo proceso de división, y se pondría en entredicho los procedimientos de selección de funcionarios por parte de la presente administración y creemos que esto será tomado por un sector considerable de la comunidad de la frontera como un golpe contra el avance de la cultura de la región y contra el propio CECUT».

—¡Ay, santísima Trinidad! Eso sería el colapso de la cultura oficialista y, por consiguiente, el quebrajamiento y ruina de los cánones de fabricación institucionalizada.

Del mismo modo en que el fenómeno de la cultura es una estructura de clase; trasmisor subalterno con su bello estilo de mistificar las relaciones.

«En la ciudad de Tijuana y la región hay personas que cuentan con la preparación profesional, la trayectoria reciente y la experiencia que se requiere para desempeñarse exitosamente como directoras o directores del CECUT».

—Ajá, igual de rufianes que el míster Muñoz y con un carácter burocrático, acostumbrado siempre a recibir órdenes de los de arriba, lamberles las patas y comportarse despóticamente con los de abajo.

Pongan a quien pongan se van a repetir las mismas cosas. Manotearán de lo lindo los ratas recién llegados, se repartirán enormes sumas de morlaca para difundir patrañas, entre los “ilustrados” y la perrada habrá el mismo abismo infranqueable, los oportunistas, parásitos y arribistas hallarán sus caminos de sobrevivencia y los solitarios defenestrados continuarán predicando en el desierto. La crisálida solamente se sacudirá su vieja envoltura y continuará la irresponsabilidad, la hipocresía, el cuatachismo, el prevaricato y demás lacras ancestrales.

—Pero la requisitoria de los inconformes es también cursi y amorosa:

«Pedimos, pues, respetuosamente: • A. Se permita superar la situación de creciente inconformidad entre la comunidad cultural, propiciando y conduciendo una selección comprometida con el desarrollo cultural de la región que favorezca los auténticos consensos con la ciudadanía, por encima de cualquier criterio político. Consideramos que la dirección de CECUT debe quedar en manos de una persona que no ponga en duda la seriedad de las decisiones de su gestión. • B. Que la selección del director del CECUT sea un proceso en el que los nombres y perfiles de los candidatos, la auscultación de los mismos y el nombre de quien resulte seleccionado, sean fases abiertas a la ciudadanía y donde rijan los intereses estrictamente culturales».

La gente sin pretensiones cultureras y que, día tras día, a chingadazos se abre paso en la vida (y que, dicho sea de paso, no está ligada al arte pero tiene un espíritu más sensible que los estetillas pajaronalgonescos), ténganlo por seguro que se mofará de todas esas mamadas.

«Esta carta no está apoyando a ningún candidato alterno. Lo que estamos solicitando es que se transparente una decisión tan importante para esta región».

—¡Bah! ni siquiera tienen los huevitos para aventar su gallo.
—¡Ay, ay!, «esta carta no está apoyando a ningún candidato alterno».
—¿Recomiendan algunas medidas correctivas para el pillazo del Muñoz? Por ejemplo, darle unos doscientos chicotazos en cada nalga.
—Ni como ocurrencia, son unos cobardes.

Los argumentos que espetan los dolidos «firmantes» —con relación al compromiso que dicen tener en el «avance de la cultura de la región» y «en el devenir de las instituciones de cultura y en las políticas culturales»— son semejantes a los que enseguida transcribo:

«Considero que nuestra misión artística tiene una importancia trascendental para el pueblo, en estos momentos en que debemos elevar el espíritu y la mentalidad del pueblo (sic); estoy segura que todos los mexicanos superaremos el presente y habrá un futuro mejor, pero por supuesto se logrará con la colaboración de todos, no es tarea de un hombre únicamente sino de todo un pueblo de fuerza moral».

Son palabras que —como diría el máster Nikito— salieron de la popa de la filósofa «coñosuriana» Thelma Tixou, mientras enseñaba carnes y meneaba el cacharro frente al entrevistador. [3]
Ahora, en el supuesto de que el pipón designado como macizo del CECUT no fuera un nuboso malcarado, sino todo lo contrario; es decir, un compinche de caterva y compatible al celebrado cretinismo de los supuestos “agraviados”, ¿le dedicarían mentadas de madre y le chingarían la borrega con cartitas plieguitos y minutas?

—De ninguna manera, se refrenarían, esconderían la cachava y guardarían compostura de señoritas modosas.

«Sin otro asunto, confiamos en la prudencia de las decisiones a tomar, porque lo que está en juego es algo muy importante y sabemos que no hay necesidad de convertir esta designación en una arena política que se preste al desgaste de las instituciones y al desprestigio de la presente gestión. Le enviamos un cordial saludo».

Nefandos cañamazos. ¿A poco creen que la «bicicleta que anda sola», la Sáizar Guerrero, va a acudir en auxilio de estos pobres güeyes? Y es que traen el culo en la mano, pues temen que el Virgilio Muñoz les aviente al olvido sus privilegios y canonjías. Y ya se escucha el borregazo de que el ruco quiere chingarse a los cabrones que andan soliviantando pendejos. Pues que se agarren los que le han aventado caca y melcocha; ahora sí va cumplir lo que ha dicho (algo que es muy raro en él): que les hará la pinchi vida de cuadritos.

—Y lo peor del caso es que la topografía tijuanense cuenta con pocos lugares para esconderse.

Ahora bien, como se advierte en los rituales de la imperfecta publicidad y militancia de espectáculo, estos son los superdotados genios de chafetán que se han alzado cuales si fueran inquisitivos bichos de cartelera:

NOTA: con escasas excepciones, la mayoría son pájaros cilantreros, cochis con maldiojo y corucos chupapijas.

Melisa Arreola, Mónica Arreola, Hebert Axel González, Mely Barragán, Paty Blake, Álvaro Blancarte, Amaranta Caballero, Flora Calderón, Carmen Campuzano, Roberto Castillo, Carmela Castrejón, Franklin Collao, Rosina Conde, Luis Humberto Crosthwaite, Jaime Cuanalo, Marvin Durán, Alfonso García Cortes, Fidel Ernesto González Hernández, Edmundo Lizardi, Alfredo Lucero-Montaño, Lorena Mancilla, Karla Martínez, Pepe Mogt, Ana Karenina Ochoa, Sidharta Ochoa, Jaime Orozco, Julio Orozco, Roberto Partida, Omar Pimienta, Raquel Presa, Juan Carlos Reyna, Roberto Rosique, Miryam Ruiz, Rafa Saavedra, Víctor Soto Ferrel, Regina Swain, Margarita Valencia, Yvonne Venegas, Adrián Volt Saénz, Heriberto Yépez.

Cabe destacar que ninguno de los baturros y rucas, ni por descuido o efímera laguneta mental— se sustrae del gusto y la vanidad de acompañar los nombres con un montículo de abombadas adjetivaciones como: «ejecutante musical, periodista cultural, videoartista, gestor cultural, artista de performance, promotor binacional, artista multidisciplinario, promotor de nuevas ideas, promotora de la lectura, organizadora comunitaria por justicia ambiental, realizador visual» y etcétera.

—Entonces, que muera el pueblo y viva la culturosada.
—¡Putamá!

Un síntoma para trazar mejor el cuadro de blasonería muy propia de los principados y señoríos de la baja Edad media. Además, pretenden que sus “enjuiciamientos” reprobatorios se mantengan en un nivel de ambigüedad y de simulada parábola ideológica; meollo de la insuflera vida “poética” y “literaria” que —dicho sea de paso— es de podridas flatulencias. Y como bien afirma mi compa el Julio Martínez, «son pocos los que tienen acceso a una literatura que exija un pensamiento crítico, simplemente, es una minoría la que sostiene las riendas de la cultura en México y Tijuana es mi mejor ejemplo para ello porque es nada más de ver qué clase de personas exporta cultura al exterior para darse cuenta de ello. Puro pinche junior que nunca ha visto una escoba de paja en sus manos de señoritas» [Julio Sueco, Tijuana a secas, desde Suecia, 10 de junio de 2006].

—Cabrones. Reaccionan como si se tratara de un pedotete mundial de magnitudes semejante a las del «caso Padilla».
—Pero… dioquis… porque la dirección de los intelectuales en la cosa pública ha perdido influencia en las funciones hegemónicas. [4]

¡Ah!, ya casi se me pasaba. No faltaron algunas almas caritativas que —en calidad de invitados de piedra— se sumaron a la lista de fieles y aceptaron sumisos el disparate. Así, siguiéndoles el rollo a la tropa de cretinos, impúdicamente dieron su anuencia y repitieron el bochinche: el Luigi Amara, el José Vicente Anaya, el Mario Bojórquez, el Luis Cortés Bargalló, el Alberto Chimal, el Felipe Ehrenberg, el Evodio Escalante, el Guillermo Fadanelli, la Eve Gil, el Jorge Moch, el Carlos Monsiváis, el José Emilio Pacheco, el Daniel Sada, el Juan Villoro, el José Javier Villarreal y el Rogelio Villarreal.

—Pues, qué bien. Bendito sea el «contexto» de los constructos mentales en el que la ideología se ha vuelto una entidad etérea, invisible e imperceptible.



NOTAS FINALES O GÜEVOS DE COCHI

1.- En efecto, sólo cositas así pepenadas: «Nota de Reforma y Excélsior. "En 1995, Centro Binacional de Derechos Humanos (CBDH) acusó a Virgilio Muñoz Pérez, entonces delegado regional en Baja California del Instituto Nacional de Migración, de haber participado en el tráfico de personas migrantes. El funcionario fue destituido y se le abrió una investigación"» [EL BLOG DE SIDH. RESEÑA, MINI CASI FICCIONES, 21 de mayo de 2009].

2.- Si desea chutarse completita la cábula, aquí la tiene: «CARTA CECUT. POSTURA COLECTIVA‏ • POR UN CECUT RENOVADO • Mtra. Consuelo Sáizar Guerrero • Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes • A la comunidad cultural de Tijuana • A la opinión pública • Los aquí firmantes, trabajadores, organismos y activistas de la cultura tijuanense, deseamos fijar nuestra postura acerca del proceso de transición que experimenta el Centro Cultural Tijuana (CECUT). La mayoría de nuestros proyectos son de índole independiente y contribuyen a forjar el calendario cultural anual de nuestra ciudad. Por eso nos interesa la marcha de las instituciones gubernamentales de cultura, como contraparte a la energía ciudadana que caracteriza a Tijuana. • 1. Respaldamos la designación del nuevo director del Centro Cultural Tijuana, Virgilio Muñoz, tijuanense con arraigo y décadas de trabajo en el ámbito educativo y cultural en nuestra región. El proceso seguido para la designación, iniciado a principios del mes de abril pasado, incluyó propuestas de parte de la comunidad cultural, lo que aportó argumentos a la decisión de la presidencia del Conaculta y le restó unilateralidad, a esa facultad ejecutiva. • 2. Son válidas e importantes las manifestaciones de sectores universitarios sobre el destino del CECUT; enriquecen la vida cultural de la ciudad. Confiamos que su participación no se limite a coyunturas como ésta y aporten su reflexión crítica en forma permanente. La intervención de personajes culturales foráneos expresa compromiso y buena fe, vínculo con la cultura fronteriza. Estos últimos han sido aliados invariables de la cultura tijuanense y es explicable su aprensión, desde su lejanía y desinformación de lo que sucede en Tijuana. • 3. Las primeras declaraciones del director del CECUT, Virgilio Muñoz son relevantes en el sentido de propiciar una apertura que incluya a todos los sectores. Tomamos nota de su esfuerzo por establecer un diálogo con la comunidad y fomentar los foros públicos para la discusión del proyecto de la institución. Entre otras urgencias advertimos: presentar un programa de trabajo, ampliar el registro de escritores, incorporar artistas visuales a la cartelera mensual, abrir la puerta a jóvenes rockeros y otros géneros musicales, establecer foros de reflexión sobre nuestra cultura e interactuar con proyectos, espacios independientes y festivales locales. La cultura binacional asimismo es una fuente de intensidad y recreación cultural. La ubicación estratégica de Tijuana debe ser aprovechada como cruce de culturas y detonante de proyectos artísticos. Asimismo, el Centro Cultural Tijuana debe realizar un esfuerzo para ser un puente con otras dependencias del orden federal (Fototeca, Festival Cervantino, Centro de la Imagen, INBA, Vinculación Cultural) y atraer parte de la vasta oferta cultural nacional a nuestra ciudad. • 4. Urge impulsar un pacto entre la comunidad cultural y el CECUT, para potenciar lo que se realiza habitualmente en proyectos, espacios independientes, colectivos, festivales y en el activismo cultural binacional. El inicio de esta gestión en el CECUT puede ser el momento de adaptar nuevos esquemas operativos y decisiones no tomadas antaño. Eficacia antes que trama burocrática. Diálogo y proyecto de gestión consensado. Decisiones efectivas para atenuar la centralización cultural. La nueva directiva del CECUT debe activar cauces de comunicación con creadores y promotores. En el cambio, las instituciones se superan y combaten las inercias. Es la oportunidad de contar con un CECUT renovado y al servicio de la enérgica y trepidante cultura tijuanense. • Tijuana, Baja California, 3 de junio de 2009»
3.- Nikito Nipongo, Un culo filósofo, en Museo Nacional de Horrores, editorial Océano, México, 1986.

4.- «La sociedad intelectual no trata problemas de la ciudad porque simplemente no es popular tanto a lo que concierne audiencias e intereses locales como nacionales, simplemente no le conviene a la mafia cultural de país y su títere Tijuana hablar de pobreza, ecología, crimen, abusos otros y cómo es que estas infrahistorias revelan los fracasos de una clase media que se da ínfulas de grandeza en las páginas de Sociales de los periódicos de México ni mucho menos cómo es que Tijuana es cuna de defraudadores especialistas ni cómo es que Tijuana es una gran escuela donde el fraude es una forma de vida cotidiana» [Julio Sueco, Tijuana a secas, desde Suecia, 10 de junio de 2006].





Continuará.

5 de junio de 2009

LA PEQUEÑABURGUESÍA CULTUROSA



LA PEQUEÑABURGUESÍA CULTUROSA

Símbolo vivo de la dimensión sicológica
concentración de inmundicia
epítome del sistema de actitudes parasitarias
sopor de frivolidades que venden al mejor postor
todavía portan el simiente de la doctrina tomista
método de asedio y resbaladiza moral
y en sus extremos fascismo atenuado
aunque suene a indolente fanatismo
el deseo es la madre de las perversiones
sin ningún melindre el mejor ejemplo de metáfora
para representar cuerpo y espíritu son el pedo y culo
pandilla de merengueros como unidad orgánica sustancial
fraternidad y lealtad sólo es posible entre pantaleta y mierda
ni siquiera pedacitos de minúscula poesía
¿será verdad que la imaginación se pierde en abstracciones
en la medida que se enciman los años?
dichosa María que tuvo al mesías quedó como señorita •


El que disimula no necesariamente es un bato hipócrita o prejuicioso; puede ser un mentecato que va caminado por la vida como si fuera un pollo espinado.

LA PEQUEÑABURGUESÍA CULTUROSA



LA PEQUEÑABURGUESÍA CULTUROSA


«Que fácil es trascender con fama de original
pero se sabe que entre los ciegos el tuerto suele mandar
que fácil de apuntalar sale la vieja moral
que se disfraza de barricada
de los que nunca tuvieron nada
qué bien prepara su máscara el pequeño burgués»


Silvio Rodríguez, Canción en harapos



Porción de raza usurpadora
y de una parte de su cuerpo al arte
imitadores que se parecen al mono que imitan
merolicos que no se entienden ni ellos mismos
ensalivando el diálogo con mucha frescura
manojos de patrañerías, borbollonadas de turulateces
figuras de dicción y proverbios sustantivados
deben demandar a las musas cuando no les sale la poesía
loca sublimación de personajes jactanciosos
otra atmósfera sentimental
el placer por las fantasías más puras
expresan algo para liberarse de algo
y con la espuma en la boca replican que son artistas
necesitan creer en la necesidad de aquello que no es necesario
para las emociones centrales de la vida
verdadero berenjenal de galimatías y antifaz de seudoliterato
hay quienes se hacen las víctimas para despertar lastima
por omisiones y abusos en materia de derechos culturales
pero no hay que ser… como dijo el compadre Cantinflas
cuando el resentimiento llega a ser un poderoso motivador poético •


Hay que aprender a soportar a los poetas malos para que éstos no puedan ser soportados por los buenos poetas.

4 de junio de 2009

AUTOTÉLICO MENSAJE ELECTRONICO



AUTOTÉLICO MENSAJE ELECTRONICO

Va esta aclaración en dirección post-fáctum, es decir, por consecuencia y no por alegato apriorístico de querer ser lo que no se quiere ni se puede ser. Las señales obscenas de un sistema semiótico verbal, por más que se pretendan ocultar o camuflar, siempre llevan el sello distintivo-estilístico de quien redacta un texto con el que se intenta atribuirle la autoría alguien que nada tuvo que ver con su redacción.
¿A qué me refiero? A que algún ser incróspidamente melolengo y de cultura cerril, ostentándose con el nombre de «Héktor Henríque, Charcomen» (y no Éktor Henrique Martínez, alias el Charcomen, como yo rubrico mis reseñas o articulejos), se ha dado ha la gran faena de abrir la cuenta de correo (charkoman@gmail.com) para enviar un libelo, supuestamente, escrito y firmado por miguel (o sea, por mí); y en el que —pasticheándose algunas expresiones usuales de mi cosecha verbística— despotrica contra el recién nombrado director del CECUT, contra la anterior titular de dicho organismo buenoparanada y contra la casta culturera tijuanaca.
Nada de lo que contiene el referido libelo es de mi autoría ni de mis proporciones imprecativas.
Advierto que mis dos cuentas de correo electrónico son estas:

ektorcharkito@yahoo.com.mx y ektorcharkito@hotmail.com; y nunca de los nunca jamases he abierto alguna otra con gmail.com.

Por otra parte, es cierto que soy cabronamente grosero, pero tengo mi estilacho, y, a no ser que míster Crósguait fuera mi enemigo o, bien, un perfecto pendejo para elaborar literatura, me atreveria a decirle «huevos de cochi», pues es uno de los pocos letreadores que respeto; como tampoco proferiria en contra de la madre de sus hijos, su exguaifa la doña Tere Vicencio, el epíteto de tapu. Y en lo que toca a la ruca de nombre Ernestina Fidelia Gónadas, ni en el mundo la hago y nada tengo en contra de ella para llamarla malparida (hasta ahora sé de su existencia).
Cuando encañono mis baterías cretinescas lo hago en contra los cretinos que se lo merecen y, además, como ya lo he dicho en uno de tantos textículos que he redactado, la crítica de los asuntos de la literatura y el arte no se puede orientar con simples melindres y bagatelas cuando no dispone de armas teóricas, ya que toda faena escritural exige cuando menos un poco seso y contener elementos demostrativos para no quedar en la contumelia, el baldón y el gazpacho clamorero.
El discurso que contiene el ímeil del supuesto y apócrifo «Héktor Henríque» se haya fraguado bajo formas expresivas que parecen extraídas de un larvario estado mental, infantilismo primitivo y pobretería mental, arrogancia, un apasionamiento insensato por simples estupideces. Y no está de más decir que lo que «mi doble» empitona es una puerilidad nefasta, un desplante de sinrazón, un nihilismo de reproche taimado, o sea, politiquería barata como ajuste de cuentas. Y todo para no instalar el cerebro en una polémica o debate de ideas.
Es verdad que una «crítica» ejercitada con balizajes estrepitosos es la que yo me impongo, una crítica rompedora de madres, pero siempre tratando de argumentar mis posiciones (teóricas, sociales o sexuales, según sea el caso).
Y cito lo que ya he dicho antes: hay libertad para escupir sobre quién sea, faltaba más. Yo mismo lo he estado haciendo, lo hago y lo seguiré haciendo. Pero al desplegar la contundencia sobre el sujeto que critico, siempre me he puesto frente a él, procurando no zarandear las cenizas que ya ardieron.
Mi punto de partida es el producto que elabora el bato o la ruca a quien le aviento putacazo. Todo parte del objeto analizado, y la declarada tendencia de hacerlo figurar como un papanatas, babosete, blofero o cretino —espetándole en su cara todo tipo de descalificativos, imprecaciones o virulencias verbales— es por desmérito propio y no porque a mí se me antoje decir tales chingaderas o porque las suelte nomás de puras barbas.
Si he despotricado en contra de un guataclán de cabrones —escritores, supuestos intelectuales, estetas de fibracel, cretinos inflados de chinguetas, etc— lo hago porque me respaldan argumentos válidos para ello. Y si tildo de chupapollas, zampaboñigas, vergueros o sarreados a ciertos huéspedes de mis cretinadas, es porque tengo mis razones fundadas: he leído, releído, analizado y espulgado pormenorizadamente lo que escriben mis «criticados» y sé lo que representan como hacedores de productos culturales. Suficiente motivo tengo para decirles a dos tres cabrones que son pendejetes o chinguetas, según sea el caso.
Bastantes razones hay de mi parte para esgrimir que el fulano o zutano es un charlatán de la literatura o un babiecas cuando ejerce su talacha escritural.
Las mismas razones fundadas para arremeter contra oportunistas y malabaristas del lenguaje y demás mamertos. Y para legitimar la escupidera que aviento no me baso en simples especulaciones o deducciones de bajo perfil sicologista (aunque sirven como elementos auxiliares pero no son suficientes para justificar el discurso). Me sirvo de la fuente teórica o empírica para que el manojo de palabras no se sostenga solamente con ganzúas hipotéticas o con probabilidades de escasa concreción expositiva.
Por último, cabe destacar que el autor del texto es un ignorantazo del calado del Gerardo Navarro que no sabe ni siquiera como se escriben los términos voluptuoso («voluptuso»), excremento («escremento») y sesera («cesera»); inserta apóstrofo y pluraliza indebidamente el adjetivo numeral sustantivado 90 («90’s») y, además, mete acentos donde no corresponden («Henríque») y omite colocarlos donde la entonación silábica lo requiere, verbigracia: «cuñaaa, cuñaaa...», que correctamente debe escribirse cuñá. A mas de otros desarreglos gráficos, tales como apuntalar letras mayúsculas donde no corresponden: «Grilla», «Azote», por no tratarse de nombres propios ni apelativos que así lo requieran. Y lo más vergonzoso —y párele, usted de contar— resultar ser que el infeliz «usurpador» no sabe conjugar en tiempo pretérito el infinitivo verter, palabreja que verbaliza de esta manera: «vertieron», cuando debe anotarse virtieron (igual que el verbo venir, vinieron).
He aquí algunas expresiones del estúpido infantilismo que contiene el referido epistolario cibernético:

«la malparida Ernestina Fidelia Gónadas, alias el Azote del FOCUC»
«huevos de cochi Eleache Crósguait»
«la puta de closet y hoy directora del cecut, Virgilia Muñones»
«son nacidos sin culo ni cesera»
«el Katarino Yépez abriéndose el culo que lleva un sello MATASELLOS PANISTA, y nos saca una lengüetina de excremento indignado por la puta que ha dejado la silla a un padrote priísta»
«Y El FOCUC está en 200 bajo cero de escremento de cochi»
«al firmar este documentillo victimario, lo hacen con la finalidad de reafirmar su “pertenencia” a la yetzetero escusado culturoso de Tijuana»
«se la pasan “picando piedra” en la sopa cultural, haciendo presencia en cafés, presentaciones de libros y exposiciones sólo para exhibir su voluptuso culo putañero»
«Todos los firmantes son “PUTAS” de la cultura»
«se les acabó la chichi, cuñaaa, cuñaaa...»


El bato que se hizo pasar por miguel, seguramente, ha de creer que su adaptación es bastante provechosa para sí mismo. Pero como decía mi jefita, el que es buey hasta las coyundas lambe.

Posdata: a mí me da igual el mono que designen como macizo del CECUT; que pongan al frente de tal changarro al «Tío» que vende tacos de birria en las afueras de la delegación de San Antonio de los Buenos o el trapeólo del bar «La Capirucha» es una cosa que me tiene sin cuidado. Aunque debo decir que la persona quien mejor desempeñaría ese cargo, sería el Pancho del tugurio el Zacazonapan, amortiguaría bien los enconados intereses de los resentidos picacabras.




22 de mayo de 2009

AVISOTE DEL CHARCO MEN


En lo que editorial «EL CHARKITO» prepara las nuevas preseas, y cuyos galardonados habrán de ser, ni más ni menos, que el Gerardo Navarro y la Sidharta Ochoa, agraciados del «PREMIO SINTAXIS DE VERDULERA 2009»; asimismo, la Regina Swain y el Erasmo Katarino Yépez como merecedores del «PREMIO ESTUPIDEZ LITERARIA 2009», el titular de esta teta de vidrio entrará en semestre sabático, y por razones de chamba y firula el horno de «Vertedero de cretinadas» no estará por un tiempo para bollos. El "impasse" se debe a que el cretino autor se dedicará a elaborar un compendio de filosofía del derecho.

Saludotes y que descansen una temporada.


Posdata: si el «altísimo» (billete) me da licencia, estaré publicando aquí merengues de gamesa.


21 de mayo de 2009

«INTELLIGENTZIA» ALQUILADA [O EN BUSCA DE LA SOCIEDAD DE LOS TRASEROS]



«INTELLIGENTZIA» ALQUILADA [O EN BUSCA DE LA SOCIEDAD DE LOS TRASEROS]

Al analizar y documentar con perspicacia las lacras de las instituciones fantasmagóricas, el máster Raúl Prieto de la Loza, en su libro «Madre Academia» (editorial Grijalbo, 1981), acertadamente apunta que «México es un país que hizo una revolución para darse gobiernos de contrarrevolucionarios, es un país que emprendió la reforma agraria para que los hacendados porfiristas fueran sustituidos por los pequeñopropietariolatifundistas, y es un país que instauró la democracia para fundamentar a la plutocracia oligárquica más hipócrita de la historia» [La Academia Naca, página 684].
Y son pan de cada día los practicismos clientelistas que agudizan la desigualdad social y los privilegios, como en los vaivenes de la cultura oficial prevalece todavía eficacia de sugestión para estimular e impulsar los perendengues de la «intelligentzia» alquilada a la distrófica razón de estado.
O sea, una «práxis» político-cultural de astucia mezquina y de fariseísmo intelectual que —sin desvalorizar las correspondientes virtudes de sus obras literarias— pudiera encontrar sus primeras ramificaciones en figuras del calado de Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Payno, Federico Gamboa, pasando por los actuales “intelectuales orgánicos” como Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Homero Aridjis, Fernando Benítez, Héctor Aguilar Camín, Hugo Hiriart, Rolando Cordera, Adolfo Castañón, Sealtiel Alatriste, Víctor Flores Olea, Ignacio Solares, Arnoldo Kraus, Jorge Volpi y un fárragoso etcétera.
Desde el sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) se hizo alarde de fomentar y promover en favor la sociedad mexicana una cultura democrática, crítica y popular. Y prueba de ello fue que, en 1973, la Secretaría de Educación Pública, a través de la Dirección de Información y Relaciones Públicas, sacó a balcón un folleto titulado «Los intelectuales, las instituciones de estudios superiores y el Estado Mexicano», en el que destacan (con la evidencia ocular de flachazo fotográfico) gran parte de los intelectuales «orgánicos» que, cegados por el «aufklarung» del cesarismo echeverriano, se extraviaron en el asilo de los invidentes y los mudos.
Y entre los señorones prebendados y coptados en el protectorado de esa galerna, so pretexto —idiota, ingenuo o farsesco— de llevar a la práxis la XI tesis de Febuerbach (o sea, transformar al mundo de sus antípodas clasemedieras), quedaron matriculados para la complicidad indirecta de la ignominia, los chichudos que a continuación arriban a pasarela: Rodolfo Usigli, Juan O’Gorman, Luis Sánchez Medal, Antonio González Ochoa, Isaac Costero Tudanca, Federico Bracamontes, Eugenio Méndez Docurro, Julio Bobadilla Peña, Roger Díaz de Cossío, Leopoldo Zea, Rufino Tamayo, Raúl Anguiano, Ricardo Martínez, Carlos Chávez y Pablo González Casanova, entre otros que no dieron causa de desaire ni se atrevieron tan siquiera a sacudirse sus propias moscas (verbigracia: José Luis Cuevas, Carlos Fuentes).

—Como las matronas que arrullan a sus hijos y los cachetean cuando se portan mal, así se condujo Luis Echeverría con ellos.

Y he aquí, tipografiada la hilaridad de las emociones de un escritor que alguna vez se creyó comunista y que no tuvo reparos en arrastrase ante los pies del señor presidente y daba espectáculo de mísera ofrenda.

«Siento que en esta solemne circunstancia no sólo debo dar voz emocionada a mi agradecimiento personal por el palio de honor que se extiende sobre mi cabeza y las de mis hijos —tan limpiamente mexicanos todos— y nos dispensa una grata y refrescante sombra, sino que me convierte a la vez en un deudos obligado a corresponder de algún modo, a la altísima distinción que hoy recae en un hijo de emigrantes europeos, mexicano de primera generación que h dado lo bastante para agradecer la savia, el alimento terrestre que ha permitido vivir, y a ser libres, de todos los hombres del mundo. Por eso solicito la venia de usted, señor Presidente, para confiar a una institución fiduciaria la mitad del monto del Premio Nacional que se destinará a la creación de una beca para jóvenes poetas dramáticos que tendrá por nombre Beca México Teatro» [palabras de Rodolfo Usigli, Los intelectuales, las instituciones de estudios superiores y el Estado Mexicano, página 30].

El sexenio de bonapartismo echeverriano fue un periodo de conversión de infieles y en el que brotaron a chorrazos gigantescos los manantiales de mentiras y de abyección demagógica. Moros y cristianos, patricios y manumitidos, fueron metidos a la misma barcaza, saboreando por adelantado el estipendio y perdiendo el último tren de la dignidad tercermundista. A los rejegos que le turbaban el sueño, el tlatoani los mandó como embajadores a lejanos países de África o Asia; y a los más quisquillosos e indomables, les reservó una carraca en la chirona y a otros, sencillamente, los reventó en sangre y mierda.
Venderse como putas baratas equivale a lo que el máster Leopoldo Alas Clarín denominó la falsa gárrula de la filantropía moderna; la alianza nefasta con el poder —trabajada en complicidad recíproca— mediante una gruesa costra ideológica de metafisica para soliviantar (y no enfrentar) los problemas pragmáticos de una sociedad que al tambalearse se saca provecho personal de las conmociones que se sufren.

—Como el degenerado que se aprovecha de una mujer completamente ebria para saciar sus apetencias lúbricas.

En los pasajes que siguen se encontrarán fragmentos de las alocuciones que escupió Luis Echeverría para solazarse de tal contubernio:

«Reuniones como estas deben ser oportunidad, señores y señoras, para hacer hincapié en algunas preocupaciones de nuestros días, en que el Estado Mexicano necesita de la colaboración y la opinión independiente y crítica de la comunidad intelectual y artística de nuestro México» [palabras de Luis Echeverría Álvarez, Los intelectuales, las instituciones de estudios superiores y el Estado Mexicano, página 50].

Y una vez incubada la estratagema del truco político, viene el zarpazo que aguijonea la pata de palo de la vanidad:

«Cuando la nación premia a sus intelectuales, a sus científicos, a sus hombres de letras, reconoce lo mejor de sus esencias. El concepto de héroe en una sociedad moderna ya no puede ser el que nació en la época medieval, sino que debe referirse a quienes proporcionan a la sociedad instrumentos para su liberación, para la elevación de su espíritu» [Mario Moya Valencia, Los intelectuales, las instituciones de estudios superiores y el Estado Mexicano, página 90].

La concertación entre el echeverriato y la «intelligentzia» fue un asunto de cotización en el que influyeron predisposiciones que ya estaban trazadas por la situación histórica del momento; y el motivo de tal maridaje no era la búsqueda estética-cultural (o sea, moral) por la vía de la cosificación y el fetichismo. Para usar palabras de la escuela de Francfort, no fue un proceso de “identificación” masoquista con los “agresores” tecnológicos colectivistas, como sucedió en el caso de los intelectuales que participaron en la procesión triunfal de Carlos Salinas de Gortari. El consenso aún se nutría con los determinismos volitivos de las viejas ideologías y el sistema político funcionaba a través de un habilidoso y vulgar populismo, aplicado al hecho económico y que aparentaba ser una versión latinoamericana del «welfare state», vinculada a una retórica choricera, a un tupido discurso de embaucamiento nacionalista, más próximo a la estructura que a las superestructuras (anacrónico ya para nuestro tiempo) que recurría a interpretaciones fraudulentas del marxismo legal para legitimar a la burguesía dominante como un bloque dirigente democrático.
Y el trabajo de los teóricos y cabezas pensantes, consistió en disfrazar a los manejadores del aparato estatal en «turiferarios de todos los santos consagrados del capitalismo», como los llamaba Gramsci. Todo el sexenio echeverrista fue «globo hinchado de retórica demagógica» con la raída bandera del izquierdismo cuchupletero, moldeado alrededor del sistema presidencialista e igual de sangriento y corrupto que los posteriores y sucedáneos gobiernos.
Pero hoy —gracias a la amnesia vacía del «yo» genérico y a la uniformidad benéfica de la cultura y las artes— ha nacido el antiminotauro, un monigote de la pequeña burguesía que, secundando la virtud que recomienda Mahoma y piden los Evangelios, busca un amo que le patee el culo.

—O sea, que se lo fabiruchee.


Fabiruchis.

«DE COMO NO POCOS CRÍTICOS LITERARIOS —SINTIÉNDOSE COMO MÓNICA LEWINSKI— CREEN QUE GARCÍA MÁRQUEZ ES UNA ENCARNACIÓN MACONDIANA DE BILL CLINTON



Es anoréxica y raquítica la comprensión de las novelas y demás textos narrativos de Gabriel García Márquez; la mayoría de los lectores que figuran como críticos literarios llevan a cabo una lectura literal, seria, sin ludismo alegórico y casi ausente de toda sensibilidad. Se deslumbran con lo superficial sin profundizar en lo más mínimo en el carapazón de las apariencias. En vez de producirse en ellos un alumbramiento estético, lo que se provoca es un legrado de academia en la valoración de las obras del colombiano. En la mayoría de los análisis lo medular, lo importante, lo chacaloso, no se dice ni se descubre.
Uno, cuando decide acudir a los estudios de las obras garciamarquianas, no tiene más remedio que abrir las obras como si quisiera abrir una lata de conservas sin utilizar abrelatas.

—Hágale, usted, como pueda —parecen decir los pedantes y acartonados críticos literarios.
—Chingada madre. Eso sí que está cabrón.

El ruco es un buen escritor porque a su edad, y en lo que respecta al plano de lo literario y de la creación estética, ya no tiene tiempo para equivocarse. A la edad de los veintitantos años, García Márquez (Aracataca, Colombia, 6 de marzo de 1927) se inició en los menesteres de la escritura, interesado por el mito y la literatura, específicamente la de corte norteamericano y la producida por los predecesores del realismo mágico y que dieron a las letras latinoamericanas un nuevo giro estético (Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias), aunque se afirma que durante los años cuarenta, don Gabriel comenzó a esbozar su primera novela a la que tentativamente intitularía «La casa», y en la que inauguraba la literatura no realista. Sin embrago, habrá de ser la obrita «Isabel viendo llover en Macondo» el preludio de su primera novela, «La hojarasca» (1955), un texto monológico de raigambre cuasiautobiográfico y en el que se denota marcadamente influencia de William Faulkner.

Perdonando el retruécano, al esencializar lo absoluto o al absolutizar la esencia de la literatura garciamarquiana, siempre se afirma lo mismo: que sus cuentos y novelas se hayan estructurados mediante parábolas, símbolos, recursos poéticos y encriptamientos de signos míticos y políticos y mensajes de crítica social, y blablablá; que no han sido elaborados con un lenguaje directo, es decir, literal, sino a través de una estupenda fenomenología simbólica que, en su nivel antropológico, se presenta como una hermenéutica de la historia latinoamericana, y blablablá.


LOS PERICLITADOS ÉMULOS GARCIAMARQUIANOS Y CUANDO SE CONFUNDE AL PREMIO CON EL PREMIADO


LOS PERICLITADOS ÉMULOS GARCIAMARQUIANOS
Y CUANDO SE CONFUNDE AL PREMIO CON EL PREMIADO


En torno a la literatura del «bum» se ha forjado una generación de discípulos cuyas obras son de menor aliento que las producidas por los maestros que las sustentan y avalan. Particularmente no hay todavía en ellos ningún escritor que supere a Gabriel García Márquez. La mayoría de los émulos letreros son repetidores mediocres que no aportan ni dicen nada, nada verdaderamente nuevo, nada verdaderamente actual. Lo que más abunda y permea en los ámbitos literarios son producciones de hechuras relativamente facilonas, corpus de escrituras que no tendrán memoria histórica. Una retórica de elocuencia kitch y sin rigor fenomenológico que se reduce a una serie de impresiones que ya guardan poca relación con los referentes metafóricos de una gran literatura.

—Y así esta la situación del presente tiempo letrado e iletrado de la postmodernidad.

La mayor parte de toda esa literatura está de la chingada, jodidísima. Y para acabarla de amolar, por si fuera poco, al bato —sujeto enunciador del discurso narrativo —y de una corriente literaria que marcó hitos en las literaturas intercontinentales— se le confunde con el objeto y se le hipostasia su chingonometría narrativa más de lo que vale (aclarando que dicha obra vale mucho, faltaba más).

—Y así se burrifica, confundiendo al premio con el premiado:

«Literaturas.com no podía pasar por alto el merecido homenaje a una de las obras cumbres de la literatura universal: Cien años de soledad, del Premio Nóbel Gabriel García Márquez» [Cien años de soledad, Gabriel García Márquez, Alfaguara, 2007, http://www.literaturas.com/].


GRANDEZA Y PEQUEÑEZ EN LAS OBRAS DE GABRIEL GARCÌA MARQUEZ


«MEMORIA DE MIS PUTAS TRISTES»

Gabriel García Márquez saca al mercado «Memoria de mis putas tristes» en el año 2004; novela centrada en los deseos de un hombre que al cumplir noventa años de edad se propone a fornicar con una adolescente. A simple vista podría tratarse de un asunto de pederastia en el comportamiento del personaje. Con una abstinencia sexual de veinte años, el protagonista quiere cogerse a chamaca quintita, es decir, una doncella o virgencita. Pero el ruco termina enamorado de la chicuilina y entonces el amor se vuelve sano, extirpando así la culpa de la tentación pecaminosa.

—Y ya.

En el libro «Memoria de mis putas tristes» la sublimación entusiasta del narrador colombiano no llega a tener la fuerza ni el encanto de las anteriores novelas, pero las sobrepasa en el valor social de mercancía. La expresión heterodoxa del titulo resulta seductor para el morbo; asegura los engranajes sicológicos en el organigrama de la compraventa. O ¿acaso el autor se ha servido del término «putas» para fijar otras demarcaciones que no sean las de un rótulo de propaganda?

—Los cambios de intención; lo que antes era un fin, hoy es un medio.

Además de afirmar que en el aracataquense se trasluce ya una ideología deslavada, Víctor Farías acota: «García Márquez, que había partido en búsqueda de la solidaridad y la dignidad humana, termina por describir la degradación como única alternativa fáctica. Descubre incluso la pederastia virtual de un anciano que celebra sus noventa años desflorando una prostituta aún niña. La joven, sacada de una novela ("el único libro por el que he sentido envidia") de un japonés suicida, es pobre, muy pobre. La negación de la solidaridad llega así a su penúltima fase de la espiral negativa» [Víctor Farías, Gabriel García Márquez y sus “Cien años de soledad”, El Mercurio, 24 de febrero de 2007].
Se acusa al «Guayabito» de merodear en la novela del escritor japacho Yasanuri Kawabata, «La casa de las bellas duermientes» y, guevonamente, usarla como trampolín para maquilar su broli. Y en efecto, el colombiano la ha trasvasado y adaptado a sus incumbencias literarias, apelando al inexorable principio de influencia, pastiche o lo que sea. Y ante las reacciones, don Gabrielín no ha cejado de aclarar que su novela, «Memoria de mis putas tristes», publicada en 1984, es un homenaje a la obra de Yasanuri Kawabata.

—Pues qué le queda decir al bato.



«EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA»

El ludismo de las alegorías y el deslumbramiento de las simbologías que se despliegan en las obras narrativas de Gabriel García Márquez resulta ser una experiencia decisiva para penetrar en el conocimiento de la forma de novelar que tiene en su narrativa el susodicho escritor colombiano. Se confirma la médula de excelsitud narrativa en el arte de novelar el mito y la literatura, de oscilar entre la innovación estética y la decrepitud posmoderna de las letras latinoamericanas; el exilio de lo real hacia lo fantástico, las meditaciones fantasmagóricas, el sarcasmo hacia los valores de sacralidad cristiana, las parábolas de la farsa y las alegorías ante la muerte de las utopías, la subrepticia agudeza critica del devaluado mensaje social que pocos ya escuchan o reivindican con decencia.
La injusticia de un pueblo, que puede estar localizado en cualquier país, se representa en la obra de una manera muy original y cargada de símbolos. El coronel, principal personaje de la novela, espera la llegada de una carta por un lapso de quince años. Su actitud es por demás absurda, ridícula y hasta de compasiva lástima. Se trata de la pensión de jubilación por retiro militar que el gobierno le prometió desde hace cincuenta y seis años, cuando termino la ultima guerra civil. La obra refleja la insensibilidad burocrática y la injusticia del gobierno que no le cumple a sus mártires. Mientras ilusamente espera su pensión, el coronel, viejo tesorero de la milicia, se dedica a criar un gallo que le pertenecía a su hijo Agustín, animal al que le prodiga sumos cuidados, al grado de privarse de sus alimentos para dárselos al gallo, símbolo de la lucha, la reivindicación, la venganza, resistencia del pueblo, desafío a la autoridad, la trasgresión al orden legal y de la libertad ante la opresión. En el entorno no suceden muertes naturales, todas son violentas, productos de la violencia y el estado de sitio. La censura periodística y cinematográfica es propalada por la autoridad eclesiástica, y por conducto del cura de la parroquia de la circunscripción de Macondo, el padre Ángel. El pueblo que se describe es una comunidad aislada que vive atosigado de angustia y perplejidades emocionales por los constantes estados de sitio que las autoridades decretan, toque de queda declarado a veces por simples caprichos. Los cuídanos que habitan la comarca pueblerina no tienen acceso a la información y les está vedado el derecho de reunión y discusión de las ideas políticas o moralmente incorrectas. La Iglesia constituye la fuerza regresiva y de represión, órgano censor de las ideas y principal agiotista en los negocios de préstamo pecuniario, aun en las cosas más sagradas como los anillos de boda.



«CIEN AÑOS DE SOLEDAD»

Mario Vargas Llosa —en el prólogo que redacta, por petición de la editorial Alfaguara para la edición conmemorativa— afirma que la grandeza de «Cien años de soledad» estriba en que se trata de una obra autosuficiente porque agota un mundo de ficción que el autor destruye después de edificarlo. «Cien años de soledad es una novela total, en la línea de esas creaciones demencialmente ambiciosas que compiten con la realidad real de igual a igual, enfrentándole una imagen de una vitalidad, vastedad y complejidad cualitativamente equivalentes. Esta totalidad se manifiesta ante todo en la naturaleza plural de la novela, que es, simultáneamente, cosas que se creían antinómicas: tradicional y moderna, localista y universal, imaginaria y realista». Y en sus elogios agrega: «La historia total de Macondo se refracta —como la vida de un cuerpo en el corazón— en ese órgano vital de Macondo que es la estirpe de los Buendía: ambas entidades nacen, florecen y mueren juntas, entrecruzándose sus destinos en todas las etapas de la historia común. Esta operación, confundir el destino de una comunidad con el de una familia, aparece en La hojarasca y en Los funerales de la Mamá Grande, pero solo en Cien años de soledad alcanza su plena eficacia: aquí sí es evidente que la interdependencia de la historia del pueblo y la de los Buendía es absoluta». Para Vargas Llosa la novela es un modelo global fragmentado en ciclos de evolución lineal (nacimiento, crecimientito y muerte): «Como la familia Buendía sintetiza y refleja a Macondo, Macondo sintetiza y refleja (al tiempo que niega) a la realidad real: su historia condensa la historia humana, los estadios por los que atraviesa corresponden, en sus grandes lineamientos, a los de cualquier sociedad, y en sus detalles, a los de cualquier sociedad subdesarrollada, aunque más específicamente a las latinoamericanas. Este proceso está “totalizado”; podemos seguir la evolución, desde los orígenes de esta sociedad, hasta su extinción: esos cien años de vida reproducen la peripecia de toda civilización (nacimiento, desarrollo, apogeo, decadencia, muerte), y, más precisamente, las etapas por las que han pasado (o están pasando) la mayoría de las sociedades del tercer mundo, los países neocoloniales».


UN HOMME DE LETTRES LLAMADO GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


UN HOMME DE LETTRES LLAMADO GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Gabriel García Márquez forma parte de la mal llamada generación del «boom» de la narrativa latinoamericana y que también se conoce con el motete de «realismo mágico». El «Guayabito» colombiano, como lo apodan algunos tirriosos colegas, estudió derecho —sin concluir la carrera— en la Universidad Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá; época en que comenzó a escribir sus primeros cuentos y que aparecieron publicados en la empresa periodística donde chambeaba, o sea, en «El Espectador». Esos relatos fueron compilados más tarde en el libro titulado «Ojos de perro azul». Como ya se sabe, don Gabriel combinó su actividad literaria con la labor periodística. En 1955 publicó su primera novela «La Hojarasca», después «El coronel no tiene quien le escriba». Simultáneamente, en 1962, publica dos libros, «La mala hora» y «Los funerales de Mamá Grande», que son el tercero y cuarto de su producción letrera.
Luego, y tras una pausa intermedia, en 1967 sale a estantes de librería la obra que lo encumbraría, «Cien años de soledad», novela ganadora del premio «Nobel de Literatura» en 1982.
Desde los primeros hasta los últimos textos literarios, el mito y el símbolo han sido las versiones históricas de realidad semántica en la que ha preferido vivir míster García Márquez; porque en la otra realidad, la del acontecer universal, Dios ha dejado de ser el escritor omnisciente que se dedicaba escribir novelas burguesas con un final ya predeterminado. Don Gabo ha afirmado reiteradamente en algunas entrevistas que en la literatura las cosas se magnifican y que él, como escritor, no puede exclusivamente ceñirse a la realidad histórica; hay que acomodarla a las dimensiones míticas del libro, a la transposición cifrada de la realidad, porque ahora la leyenda, según sus palabras, se ha aceptado como historia.
No obstante que la obra monumental de Gabriel García Márquez se adscribe a una concepción del mundo, muy lejos está de ser «la viga maestra de la reflexión histórico-filosófica» de los pueblos latinoamericanos, aunque así se le considere. El apuntalamiento narrativo contenido en sus obras es una visión del pasado sobre el presente, es historia que no se marca con los empirismos cronológicos de la viñeta o la descripción pintoresca. O, mejor dicho, sus textos cargados de isotopías (magia, ideología), de hiperbolizaciones del acto amoroso, de repentinas antítesis, de seres purgados de espiritualidad que proyectan la conversión de la historia en ficción narrativa. Se le admira y se reconocen sus méritos porque ha sabido articular eficazmente el «emploment» multifacético; es decir, la trama histórica que condesciende a la generalidad de tópicos. Su literatura es el resultado de un encadenamiento de sucesos —míticos y reales— donde confluye todo un aparato conceptual armado con una estructura metafórica y con un híbrido discurso que —dotado de símbolos, parábolas y alegorías— circunda desde lo más sublime hasta lo más cruento y violento que hay en las historias noveladas; asimétricas relaciones erótico-sexuales entre un anciano y una puberta, crímenes pasionales, parricidios, incestos, ayuntamientos carnales entre curas y monjas, maldiciones obsesiones, manías, furores y todo aquello que corresponda a las perentorias crisis espirituales y materiales. Aunque al mismo tiempo hay en su práxis escritural una unidad inseparable de crónica, epístola, leyenda, acción, verso, canto y relato, el discurso textual de Gabriel García Márquez suele ser unívoco, no monolítico, y sin regresión a los arquetipos del pasado clásico. Tampoco recurre al ideal del progreso como lo hacían los autores de la novela histórica, prefiere incursionar en el ludismo de las parábolas ideológicas, empedarse con su «yo-fantástico» en la cantina de los inverosímiles, afrontar los problemas del mundo con el espliego de un misticismo que no mata la razón (pero sí la apendeja); y por tales rumbos de heterogeneidad subjetiva llegar al núcleo de la reconstrucción histórica, tal como lo hicieron novelistas decimonónicos, sólo que éstos emprendieron la marcha por otras vías y en tiempos en que la burguesía todavía no estaba completamente fuera de sí ni tenía los nervios hechos de pólvora.
El temperamento expresivo de Gabriel García Márquez haya sus prototipos e influencias estéticas en una amplísimo entramado de obras y experiencias empírico-teóricas que oscilan entre la —remota, antigua y clásica— tradición literaria, pasando por los vericuetos del discurso barroco, la exaltación romántica, la fría contundencia naturalista, la plasticidad metafórica y simbolista de los modernistas, la narrativa de folletín, el costumbrismo, la literatura social, sicológica, las vanguardias y etcétera y más etcéteras.
Aludiendo a las influencias literarias prevalecientes en la idiosincrasia de don Gabriel. «Estas —escribe Roberto González Echeverría— son visibles, citadas, aludidas, incorporadas sin mayor recato ni respeto. Estas eran: Borges, con sus ardides literarios y laberintos; Carpentier, su ficcionalización de la historia latinoamericana y lo que vino a llamarse el “realismo mágico”; Rulfo y su Comala, pueblo de fantasmas locuaces; Cervantes, desde luego, con su ironía y juegos autorales; Neruda, con su Canto general, abarcadora épica continental; Octavio Paz y sus ideas sobre el amor y la psicología de la soledad; Faulkner, con su fatalismo rural, pero a través de todos ellos la tradición occidental entera, pasando por Dante y llegando a Homero y muy especialmente la tragedia griega. También se notaba la influencia de la literatura gnóstica y el ocultismo profético de Nostradamus y sus muchos seguidores, la alquimia, y un denso acervo de tradiciones y creencias populares colombianas, latinoamericanas y en última instancia españolas –contemporáneas, vigentes, pero con un espesor histórico que se remonta a la Conquista y por ahí a la Edad Media, mientras que mediante lo africano y lo indígena incorpora todo el tesoro de mitos y creencias en los orígenes mismos de lo humano» [Roberto González Echevarría, Gabriel García Márquez: cuatro décadas, Letras libres, septiembre de 2008].
Víctor Farías afirma que para escribir «Cien años de soledad», García Márquez «acumuló una inmensa cantidad de datos de geografía, cartografía, alquimia, filosofías ocultas, las predicciones de Nostradamus, la más arcana ciencia de adivinación y cosmología de los gitanos, leyendas de místicos alemanes y viajeros fantásticos. Con todo ello y engarzándolo en la historia política, económica y cultural de su país y nuestro subcontinente, construyó algo tan profundo que bien puede ser considerado como la viga maestra de la reflexión histórico-filosófica propiamente nuestra».


19 de mayo de 2009

USUFRUCTUANDO SITUACIONES DEL AMOR


Amar es castrar a quien se ama.



Deseamos siempre que el amor nos llame, aunque estemos sordos y sepamos que no existe.



Sólo la nostalgia salva al amor; pues su ímpetu es destruccion.



Un hombre viejo es aquel que va perdiendo el derecho de que las mujeres lo amen por puro amor.



Los que han amado no saben que no han amado.



El amor cuando existe, siempre nace deforme o dividido.

18 de mayo de 2009

SEUDOPOEMA PROTOPELOTUDO PARA LA ANTONIETA VILLAMIL (A PROPÓSITO DE SU DISERTACIÓN EN LA FERIA DEL LIBRO DE TIJUANA)




SEUDOPOEMA PROTOPELOTUDO
PARA LA ANTONIETA VILLAMIL
(A PROPÓSITO DE SU DISERTACIÓN EN LA FERIA DEL LIBRO DE TIJUANA)


Antoñeta Villamil
Madmuasela que se libera por medio de la efusión lírica
De sus «convicciones» izquierdosas
El noventa por ciento de los escritores son burgueses
Y muestran simpatías hacia aquellos que quieren desposeerlos
Dijo su tocayo Gramsci
Innovadoras transformaciones apartadas de Vallejo y Darío
Poesía como musicalidad
Colorismo y melancolía
Elementos sensoriales
Adjetivación brillante
Mezclas y promiscuidades de la cosa etérea llamada poesía
Ella también comete maniqueísmos
Y a veces se topa con textos que son sólo espejismos
Y la ruca grita: «¡aquí hay poesía!»(pero no hay)
Ensalivar la justeza de la emoción es lo que le queda
Cuando no hay solvencia poética
Empresa cultural proyecto cultural
¿Cómo será engullida destruida y abaratada?
¿Cuáles son los puntos de referencia para una crítica acertada?
Muchas veces apostamos en vacío
Desatinado versolibrismo sin contenido vital
Destinado a aumentar las montañas de basura
Obras que son abortos de las circunstancias
Apenas gatean en el mundo de las palabras y ya quieren ser poetas
El deseo no hace al poeta
El proyecto requiere de un mínimo de calidad
No hay una política coherente en materia de ediciones
Hay una pelea de féminas que se disputan el privilegio de ser publicadas
Y escasamente surge un resquicio para el talento
El lector debe acceder a un buen texto
Es hora de que la joven editora comience a convivir con el talento y la calidad
Porque el poeta en turno camina por brechas estercoleras
Naturaleza de la edición del género menor
Los escasos lectores
La especificidad de la creación
La promoción y la difusión
La falta de recursos
Y por supuesto dar sentido a lo que se publica
Ofrecer al lector una selección decente
El criterio de concebir la poesía como literatura
Desde que se fundó la empresa
Ella no ha visto la luz
En su mayoría libros pobretones
Y un perfecto desconocido burlábase de las agraciadas
¿Qué inquietudes animan a un poeta para ser publicado?
Se han creado las camarillas y los grupúsculos cerrados
No hay muchas esperanzas para los noveles que no comulgan en su capilla
Llega a sus manos el objeto-poemario
Y el emisor-poeta está en expectativa
Cree en lo que dice la convocante-editora
Allí nacerá como incipiente escritor
(Y el libro no existe hasta que alguien lo lee)
Por supuesto alguien ajeno al autor
Algunos agentes receptores obran como simples facherosos
El desconocido y efebo lirista se impacienta
No obstante que abriga la esperanza de que su libraco será publicado
Duda especula se inquieta
De la buena fe de la editora
¿Habrá en ella sincera voluntad?
Pero resulta que un broli que no merecía publicarse salió a la luz
(Se trataba de alguien allegado a la colombiana)
¿Qué reparos puede poner el solicitante cuando lo mandaron hacer puñetas?
No le quedó más remedio que tragarse su frustración
Berrinches que mitiga en su casa
Se emocionó en vano
El borrador termina acucarachándose en un rincón del mueble
Donde la Antoñeta guarda sus condones y sus carrujos
Los ramitos de cabellos y las tangas de ocasión
La editora no tiene tiempo de responder a los e-mails del malogrado debutante
¡Qué bah!
Ni siquiera tiene tiempo para leerse los bodrios
Recibe pestes y maldiciones
El comité calificador señaló con su pulgar hacia abajo
No ha lugar a publicarse
Aparece un mensaje de correo que es eliminado
Uno y otro más eliminados
El poeta en ciernes se levanta emputado
Respuesta nada positiva
¡Chinguen a sus madres!
Luego lo abate la decepción
Buscaré trazas por otro lado
Y hace como que solamente quería saber
Qué se siente traer la amargura en el paladar
La editora ni leyó el material de ese pobre baboso
Se hizo ilusiones
Si alguien lo hubiera recomendado otro gallo le hubiera cantado
Más tarde le confiesan por mediación de una chismosa culturera
Que acá —entre nos— la fulanita no lo eligió
Porque le caía de a madres por mamón joto y orejón
Y así se repite el círculo vicioso con uno y otro postulante
Pendiente pendiente
Qué espere el pendejo
Ya le agotaron la paciencia a la pobre Antoñeta
No la chinguen más con lloriqueos
Ella les dará oportunidad cuando se ele hinche la pepa
Pero si yo estaba segurísimo que sería publicado
Pues la publicación no depende del talento —chulito
Primeramente están en primera filas las amigochas de la ruca del lunar coqueto
¿Tú quién eres? —un perfecto extraño
Que para el colmo les caes mal a sus colaboradores y achichincles
Y los derechos de autoría ¿quién los detenta?
¿A quién se le reconocerá el proyecto?
Mejor ni hablar de eso
Artesanía cultural
Los primeros en publicar serán aquellos que no entienden nada de literatura
Insensibles que no aman el arte y la cultura
Presentación llamativa y hermosa
Los manuscritos que caen sobre la mesa no merecen ni posar en ella
Desastre sin paliativos para el ego
Pleonasmo y reiterada persistencia
¡No le publiques a ese güey! •


14 de mayo de 2009

SOLO, COMO UN PERRO QUE ANDA SOLO


SOLO, COMO UN PERRO QUE ANDA SOLO

La María Amparo Escandón es una escritora nacida en la Ciudad de México y que a la edad de 24 años se mudó a los Ángeles, California. El hecho de residir en el suroeste de los Estados Unidos le dio autoridad a esta chilanga renegada para denominarse escritora chicana.

—Qué cretinismos tiene la vida.

Yo llegué a Tijuana cuando tenía 17 años, solo como un perro que anda solo. Vine a estudiar la carrera de leyes en la Universidad Autónoma de Baja California porque la UNISON de Hermosillo, cada mitad del año se paralizaba por el estallido del sinnúmero de huelgas que se suscitaban una tras otra. Allí, una carrera se concluía en el doble del tiempo que requería. Así que el lugar más propicio para estudiar era este culo de San Diego. Y, después de haber calado dos tres sitios para sentar mis reales, aquí me quedé. Aquí comencé a formalizar mis mengambreas literarias; pues, desde edad muy temprana, cuando apenas era yo un mozalbete de escasos diez u once años, ya traía fijada en la tatema la idea de acto escritural. Y, a casi un cuarto de siglo de distancia cronológica, jamás (como dijo la Noelia) me he sentido ni creído un ser fronterizo. Esa especulación de miniatura es algo que siempre me ha valido verga. Pero he visto que a mucha gente la etiqueta de «fronterizo» les ha servido como indispensable tramoya, como una manera de fanfarronear, de ostentarse de frívola ilusión. Un gasto de irrealidad.

—Sí, un gasto de irrealidad.

¿Qué tiene de especial autorrefutarse su primigenia condición telúrica, oponerse enconadamente a su origen chilango, a sus acabados de guachos mexiquenses, a su estridente código postal de sureño? Pareciera ser una premeditación presuntuosa negar la cruz de su parroquia, prejuiciosamente, como si se tratara la cosa de una moralidad de fábula a la que se recurre estúpidamente para distinguir los virtuosos de los licenciosos.

«Tijuas-baja-califas. Aquí mero. Barrio Diecisiete. Rifa Konsafos. Y qué».


—Dijo el exmariachi de la Tere Vicencio.

O, como dirían los académicos ostiones, lo «extradiegético» se trasvasa en lo «diegético»; que en términos mundanos significa que lo ficticio se trasplanta a lo real.

13 de mayo de 2009

COLACHITOS DE UN ESPEJO RESQUEBRAJADO

COLACHITOS DE UN ESPEJO RESQUEBRAJADO




La historia de un solo hombre acaba sendo siempre el recuerdo de muchos. Yo tengo un pretexto para comenzar a contar y desdecir historias. Digamos, si se prefiere, historias a veces hipotéticas y que se generan por inquietud literaria. Pero en algunas escenas, no obstante, me montaré en mis verdades por que son vivencias que por derecho testimonial me corresponden.





«El peor analfabeto es el analfabeto político
No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.
El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales»
[Bertolt Brecht].





En México han sucedido cosas increíbles; como ésa de que haya habido un presidente de la república que —en lugar de tener conectada la boca con el cerebro— la tiene todavía conectada con el culo.





La palabra poética es plurivalente y tan escurridiza que escapa de la objetividad; y no permite fijar un significado específico. La palabra común, no poética, es contraria a la enunciación intrínseca; y como imposición que viene de afuera lo único que hace es dislocar o destruir aquello que pedestremente se conoce como el instinto orientador de la poesía. Y cada palabra puede ser cifrada según convenga a los prejuicios o intereses del enunciador.





En la ficción el discurso literario se encuentra en comunión orgiástica con la fantasía, en pacto con la primigenia magia de la palabra. Y en la línea experimental de la novela moderna están Marcel Proust y James Joyce.





Como si se tratara de un asunto de muñecas rusas, la mayor parte de los críticos literarios se erigen en hipercríticos literarios de otros críticos también literarios. Y son los posteriores sobre los anteriores, y así sucesivamente, los que quieren consagrarse en la categoría de clásicos.





Los críticos hacen de las obras clásicas metaliteratura por que son incapaces de llegar comprenderlas de forma cabal. La crítica debe revisar sus categorías de ficción, historia, valor estético, literatura alta y literatura popular. La mayoría de los críticos no asumen la condición de verdaderos críticos, las consideran en como un hecho dado y natural. Esto les impide indagar en los orígenes de la constitución "inmanente" de la literatura y postulan lecturas cuyo fin más inmediato consiste en una lucha por la primacía en el campo intelectual (lucha de egos, claro está).





Yo tenía guardados debajo de mi cama veinte ladrillos de barro para construir los arquetipos de mi pueblo, los lazos consanguíneos de mi raza, peruana, mexicana, argentina, chilena o colombiana. Pero todo terminó en un juego de violencia intrafamiliar, de emociones pudibundas, de angustias, de almas desnutridas. Cantos polifónicos en las entrañas del inconciente colectivo, de hacendoso intelecto humano que a veces no puede pensar. Sabiduría del obrero, burrada del hombre de ciencia, mansedumbre de los sádicos y problemas de salud misticoide. Y ¿qué decir del amor? Ese anhelo extraplanetario que no existe más que en las telenovelas. Instituto de los besos que se conjuntan con las pasiones de los testarudos y cursilones. Improntitud de los apapachos y de consensuales actos del ayuntamiento carnal. Las profecías incumplidas y los milagros del supermercado... guardados debajo de las camas.
Veinte ladrillos de barro para construir los arquetipos que no hemos podido encontrar ni con la ayuda de la lámpara de Diógenes.


Tijuana es el culo de San Diego

Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...