COLACHITOS DE UN ESPEJO RESQUEBRAJADO

COLACHITOS DE UN ESPEJO RESQUEBRAJADO




La historia de un solo hombre acaba sendo siempre el recuerdo de muchos. Yo tengo un pretexto para comenzar a contar y desdecir historias. Digamos, si se prefiere, historias a veces hipotéticas y que se generan por inquietud literaria. Pero en algunas escenas, no obstante, me montaré en mis verdades por que son vivencias que por derecho testimonial me corresponden.





«El peor analfabeto es el analfabeto político
No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.
El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales»
[Bertolt Brecht].





En México han sucedido cosas increíbles; como ésa de que haya habido un presidente de la república que —en lugar de tener conectada la boca con el cerebro— la tiene todavía conectada con el culo.





La palabra poética es plurivalente y tan escurridiza que escapa de la objetividad; y no permite fijar un significado específico. La palabra común, no poética, es contraria a la enunciación intrínseca; y como imposición que viene de afuera lo único que hace es dislocar o destruir aquello que pedestremente se conoce como el instinto orientador de la poesía. Y cada palabra puede ser cifrada según convenga a los prejuicios o intereses del enunciador.





En la ficción el discurso literario se encuentra en comunión orgiástica con la fantasía, en pacto con la primigenia magia de la palabra. Y en la línea experimental de la novela moderna están Marcel Proust y James Joyce.





Como si se tratara de un asunto de muñecas rusas, la mayor parte de los críticos literarios se erigen en hipercríticos literarios de otros críticos también literarios. Y son los posteriores sobre los anteriores, y así sucesivamente, los que quieren consagrarse en la categoría de clásicos.





Los críticos hacen de las obras clásicas metaliteratura por que son incapaces de llegar comprenderlas de forma cabal. La crítica debe revisar sus categorías de ficción, historia, valor estético, literatura alta y literatura popular. La mayoría de los críticos no asumen la condición de verdaderos críticos, las consideran en como un hecho dado y natural. Esto les impide indagar en los orígenes de la constitución "inmanente" de la literatura y postulan lecturas cuyo fin más inmediato consiste en una lucha por la primacía en el campo intelectual (lucha de egos, claro está).





Yo tenía guardados debajo de mi cama veinte ladrillos de barro para construir los arquetipos de mi pueblo, los lazos consanguíneos de mi raza, peruana, mexicana, argentina, chilena o colombiana. Pero todo terminó en un juego de violencia intrafamiliar, de emociones pudibundas, de angustias, de almas desnutridas. Cantos polifónicos en las entrañas del inconciente colectivo, de hacendoso intelecto humano que a veces no puede pensar. Sabiduría del obrero, burrada del hombre de ciencia, mansedumbre de los sádicos y problemas de salud misticoide. Y ¿qué decir del amor? Ese anhelo extraplanetario que no existe más que en las telenovelas. Instituto de los besos que se conjuntan con las pasiones de los testarudos y cursilones. Improntitud de los apapachos y de consensuales actos del ayuntamiento carnal. Las profecías incumplidas y los milagros del supermercado... guardados debajo de las camas.
Veinte ladrillos de barro para construir los arquetipos que no hemos podido encontrar ni con la ayuda de la lámpara de Diógenes.


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