17 de marzo de 2012

Pucha; Panocha; Papaya; Chutama.



Tamal.
Órgano genital de la mujer. También algo grueso y abultado; tal como lo cita el máster, don Raúl Prieto, al referirse al receptáculo de la verba añeja: Debo ahora repetir conmovido, lo que cuenta el preámbulo de esa última edición del tamal de la madre (sic). Contrariamente, en los dos tamales empastados, impresos en 1984, vuelven a salir muchas de las gansadas de la edición anterior. (¡Vuelve la Real Madre Academia!, p. 40 y 51). Construcción: «La ruca, por más que le ajeró, no quiere soltarme el tamal» (Voz popular).
<-(del náhuatl tamali).
Véase: Pucha; Panocha; Papaya; Chutama.

Que puto es el hombre homosexual


Puto. En 1611, seis años después de publicada la primera parte del Quijote, Don Sebastián de Covarrubias saca a flote su obra el Tesoro de la Lengua Castellana o Española donde se niega a definir la entrada correspondiente a la palabra puto. En ella Don Sebas, dice el máster Raúl Prieto, “es afecto a los latines, llegando al extremo de negarse a emplear el castellano al dar cuenta del sentido de cualquier voz que tenga por pecaminosa". En efecto, la dicción en comento queda fijada así: "Puto. Notae significationis et nefande". Concluye al respecto don Raúl que, Covarruvias, "ni valiéndose del latín se atreve a dar la definición exacta". Por su parte, se señala únicamente en el Diccionario de la Real Academia que puto es hombre homosexual, hombre que se prostituye. Pero esta estrechez semántica se queda corta con las alocuciones vertidas por Quevedo en uno de sus tantos poemas célebres: «Puto es el hombre que de putas se fía, / y puto el que sus gustos apetece; / puto es el estipendio que se ofrece / en el pago de su puta compañía. / Puto es el gusto, y puta la alegría / que el rato putaril nos encarece; / y diré que es puto a quien parece / que no sois puta vos, señora mía» (Francisco de Quevedo, Desengaño de las mujeres, Versos de Burlas, Mondadori, 1998).
<-(del italiano ant. puto, putta, muchacho).
Véase: Lencho; Leo; Topu; Culeis; Culebra.

16 de marzo de 2012

No te voy a hacer nada... pero en el hueso


El bueno que le tronó el ejote a la morra fue un batillo de su colonia al que le apodaban el Tintán; cinco años mayor que la ruca. Camellaba de mecánico el güey. Bueno, ni tan güey, pues el gandaya la jugaba al lidercillo de la col; y no está de más decir que el bato se chacalió a la bravota con la jaina. Punto locochón, le tronó el ejote a güevo; la subió a una ranfla y se la llevó a terreno para darle kíler.
—Sino quieres que te ponga unos madrazos me vas a aflojar esa madre —le dijo, mientras ella gritaba que no le hiciera daño.
—¿Cuál madre? —contestó, toda sacada de onda. Y que el bato suelta entonces una carcajada:
—¡Jajajá! —Sin aclararle a qué se refería comenzó a meterle mano a la morra.
—¡Ay, babosa!, ¡qué buen culo tienes! Desde la primera vez que te guaché no pude quitarme el antojo. Es que estás bien buenota, pendeja.
Raquel, impresionada y sin saber qué hacer, sólo alcanzó a decir:
—¡No, por favor, no me hagas nada! —Y el cínico todavía le responde, burlándose de la súplica—:
—Sí, mamacita. No te voy a hacer nada... pero en el hueso —le respondió de cura, soltando otra carcajada, al tiempo que procedió a desvestirla.
—¡Ay, güey, qué nalgotas te cargas, cabrona! Ahora sí me voy a dar las tres contigo.

Prensa culturera, tan rapaz como zafia


Los pocos sedimentos culturales que existen en este muladar fronterizo toman una dirección abstracta de metáforas chuscas y de estrafalaria bisutería cuando el periodismo seudocultural de gacetilla se permite dar relevancia de algún hecho relacionado con las expresiones artísticas. No hay asomo de crítica ni mínimos visos de seriedad intelectual a la hora de imbuirse en las reseñas. Atroces libelos de sensibilidad adiestrada de una cohorte de servidores, buenos para el chantaje y para cobrar lisonjas. Prensa culturera, tan rapaz como zafia, perpetrada por barzotas que cumplen sus cometidos de acuerdo con los dictados de los machotes y las carpetas salivosas de sus pendejadas. Coja el lector o la lectora un periódico y ábralo en la sección de espectáculos y se dará cuenta de la porquería que los dizque periodistas culturales rotulan en calidad de artículos, comentarios o reseñas sobre asuntos relacionados con la literatura, música o pintura. Y ¿qué es lo que se lee? El neoescolasticismo de las “bellas” recitaciones “poéticas” de salón; el gran gusto estético de la pequeña burguesía, automatizada por la mediocridad del pragmatismo.
Pura estrategia publicitaria y exaltación de la bohemia parasitaria que pregona un desfasado «malditismo» literario de ropero. Elites estetizadas y gacetilleros seudoculturales se influyen mutuamente y perviven en un sistema de alianzas, estandarizados por la secuencia de la política cultural dirigista. Refinada, de buen gusto, dirán ellos. Pero en realidad son las posiciones más ranciadas del culturalismo oficial; actitudes de atraso moral e intelectual que tienen maniatada no sólo a las conciencias sino a las expresiones literarias.

A punto de excitarme estaba


En una ocasión mientras charlaba con una profesora de la escuela donde estudiaba me invadieron unas ganas incontenibles de azotarle en la cabeza un florero que estaba sobre un escritorio. Me contuve y el florero se resignó a no morir estrellado en la crisma de la profesora. Me negué a aceptar la locura horrorosa que coqueteaba en mi cerebro aparentando ser una julieta enamorada; me guiñaba un ojo y con una gracia coqueta movía los labios y con voz suave me decía:
—Ven conmigo, tú ya me conoces. Buenas cosas te esperan si aceptas que sea tuya.

Un vestido blanco y largo cubría su cuerpo; la tela casi transparente se plegaba a sus carnes en cada paso que daba. Cuando se acercó a mí lo desabrochó y cayó; distinguí sus hermosas piernas y sujetó con las manos sus provocadores pechos, hermosos y redondos; los levantó un poco y me los ofreció; los pezones eran rosados figurando fresas.

—Son tuyos, tómalos —me dijo con una voz tierna y lánguida.

A punto de excitarme estaba, cuando...

—¡A la verga! —exclamé y sacudí la cabeza.
—¡Qué pasó! —dijo la profesora, extrañada.
—¿Porqué esa grosería?
—Perdón, maestra, no supe lo que dije.
—A ver si cuidas tu boquita.

Sin importarme el incidente de la profe, salí apresuradamente mientras un torrente de ideas se acumulaban en mi mente. Una fantasía creada estando con la conciencia activa, pero sin intencionalidad, y despierto, en vigilia.

—¡No, está cabrón! Eso es un alucine.

Elocuencia liquefacta


Despojémonos del ornamento
para que se vea el esqueleto
el vientre de la madre
es la tumba de la vida
de donde después salimos
a morir la vida
formidable flujo de refractación
elocuencia liquefacta
que sirve de propaganda electorera
las personas desconocidas
la gente de pueblo no se atreve a tanto
¿o sí? ¿o no?
fingen escandalizarse
por las injusticias y los crímenes
hasta los difuntos son aprovechados
por la oligarquía gobernante
en alguna parte de la ciudad
alguien está haciendo lo mismo que ustedes
tratar de meter al mundo por una rendija •

Éktor, gracias por esas palabras tan bellas


—Éktor, te ruego que me disculpes por estar importunándote a estas horas de la noche —balbuceaba, y asumiendo una actitud modocita espetaba—: Creo que ya es hora de irme; tratando de mostrar desinterés respecto al forniqueo que ya traía planeado.

—Esta ruca hace todo este pancho nomás pa que me la flete; anda urgida por un paliacate, sincho —conclusión que deduje sin cranear mucho el birote.
Y en efecto, la ruca traía una hambre de sexo más cabrona que la de un maestro de escuela rural. Ya estaba la doc a merced de la fiera lasciva, y en tal coyuntura le declaré mi admiración y deseos a la usanza romantiquera, y cuyos versos son los flecos de los calzones de Cupido (verbi gratia: señora de hermosura sin igual, envidia de las flores; qué tentación de besar sus labios...). Trabajada así la víbora no hay acción que no siga a las palabras; al escuchar esta verbosidad de terciopelo, seda y tafetán. La doc se estaba viniendo en mierda y se alucinaba en la edad de la pipiola; sentíase la novia de Corinto (bueno, eso digo yo; pero... ¿realmente se tragaría la borrasca?; por lo que aconteció después, yo lo dudo). De cualquier manera, algún efecto debe haber causado el ribete de sainetes, porque ateniéndonos a un adagio quevediano, no hay mujer, por vieja que sea, que tenga tantos años como presunción.

—Éktor, gracias por esas palabras tan bellas. ¿Son versos, verdad? ¿Tú los creaste?

—No, bueno fuera. Son fragmentos que recordé y me gustaron mucho. Pertenecen a Shakespeare. —(puro pedo; se trata de puras pinchis frases de telenovelas).

“Gran Señorona”


En la verborrea de varios cretinos de por acá, puede captarse fácilmente el rebasamiento del «objeto» —la literatura tijuanense— sobre el «sujeto» —el escritor tijuanense—; es decir, un fenómeno-esencia con voluntad propia y que se subsume en un acto resuelto sin la génesis del individuo. Entonces, la “Miss Literatura Tijuanense” queda convertida en una “Gran Señorona” que existe con independencia respecto de la opción del sujeto, poniéndose en marcha ella misma, caminando de un lugar a otro (por «un camino distinto» del que recorre la vieja chanclera llamada “Doña Canónica”), haciéndoles iris a quienes la chulean o le avientan piropos, meneando las nalgas como si fuera una mujer que ha dejado de ser una tinéyer y de pronto se descubre hembra de un macho, con autonomía, entusiasmo y «una valentía prácticamente única en todo el país».

—¡Óoorale!, el asunto está tan mazacotudo que parece una práxis del más allá.
—Bien dicen que cuando abunda la fantasía los enigmas están a peso y a tostón.

Vaya mariguanada de incongruentes y pretenciosos


Hay una infinidad de sandeces, melolengueces o suatadas que ya forman un complejo disparatario teórico por suponer la mafufesca idea de que ciudades como Tijuana, por su situación geográfica de vecindario o mingitorio de los Estados Unidos, constituyen «privilegiados espacios de experimentación». Y parloteando el «cantus firmus» de un cretinismo llano y ritual, corifeos y payasos monocordes —como el Roberto Jiménez Rosique, el Pedro Ochoa Palacios, el Patricio Bayardo Gómez, el Mario Ortiz Villacorta, el Roberto Navarro, el José Vicente Anaya, el Jaime Cháidez Bonilla, el Erasmo Katarino Yépez, el Antonio Navalón, la Diana Palaversich, el Adolfo Nodal, el Alejandro Rodríguez y otros— que palpitan de emoción cuando se tragan y dan a tragar la cábula de que este rancho gigante es una especie de «epítome universal de la cultura y las artes», una «hibridación de múltiples factores socioculturales». Celebran la garrullería de un imaginario «cosmopolitismo» que únicamente existe en sus enfermizas mentes y, asimismo, llegan al extremo sostener como certeza sociológica la barrabasada de que dicho «cosmopolitismo» («efusión de culturas», dicen los mamones), «trasciende condicionamientos de clase, género o raza»; concibiéndose a este territorial culazo como parte un «fenómeno capaz de funcionar como “modelo de alternativa cultural” para el mundo entero».

—Vaya mariguanada de incongruentes y pretenciosos.

Amigas suripantas


Gisela, se llamaba la morra que protegía y cuidaba a la Raquel; jaina con encargo de velar por sus huesos. En realidad una chamaca de 16 abriles que parecía su niñera. Se había iniciado en el sexo a la edad de once años. Gisela era la cuarta de seis hermanas; no contaba con padrote; dormía bichi y se masturbaba escuchando las rolas del grupo Indio. Una amiga suya apodada la Gorda fue quien la encarriló por el camino de la putería. La gorda era una mina a quien también se le chorrearon los frenos desde muy temprana edad. Par de jariosonas. La gorda se había retirado y gracias a un delegado de la SEP que la estuvo pisando un rato. Ella, sin estudiar, se hizo maestra de kínder. Decían que se la rifaba para los mamelucos. Raquel y la Gisela se acoplaron. La gorda en ocasiones caía al parque Juárez a visitar a sus amigas suripantas. Un batillo güevón graduado en trapeología le estaba matando la rata a la ruca. Ella no podía agarrar mejor barco que un macuarro porque tenía un chingo de granos en la cara y unas nalgas que parecían de chango tuberculoso. Puro batos sarreados andaban sobre su cacharro. En cambio la Gisela, aunque se cargaba una careta de melolenga, tenía lo suyo: unas tetitas bien paraditas, unas nailon de aquellas, unas piernas de princesa fina y unos muslos de quinceañera cherri.

Uy, sí. Una Tijuana llena de arte. (—¡No mames, güey!)


Uy, sí. Una Tijuana llena de arte. (—¡No mames, güey!)

El arte está hoy abierto a las arbitrariedades y todos quieren ser artistas, poetas, escritores o periodistas culturales. Y la utilería publicitaria sirve muy bien como propaganda mediatizadora para vender, embaucar, atolondrar, manipular, ofuscar y castrar la tesitura lógica, permitiendo que viles descerebrados, neolalistas y diletantes sean encumbrados como auténticos hacedores de arte y productos culturales.

¿En nombre de que marsellesa se predican tales despropósitos? El negocio es falcar extravagancias y maquillar las cosas simples con mafufadas inverosímiles para darse tartarín.

¿Y quienes coadyuvan a promover ese tipo de insensateces? Contradictoriamente los mismos que las cuestionan, siempre y cuando no se trate de los ángeles de su devoción. Y un ejemplo palpable, a parte de otros cretinos de doble cara, lo encarna la persona misma del gacetillero de farándula culturosa Jaime Cháidez Bonilla, mejor conocido como la «Paty Chapoy» de la cultura tijuanense (o el Daniel Bisogno del periodismo cultural, dixit Fidel Ernesto González) [1].

Con la desvergüenza moral que lo distingue y en calidad de cofirmante “indignado”, Jaime Cháidez Bonilla se sumó a disimulo teatrero que el Foro Cultural Ciudadano de Tijuana (FOCUC) desplegó en un manifiesto de fecha 7 de febrero de 2005, el cual contiene este posicionamiento ambiguo y ambivalente:

«Ante la nula tradición critica y de participación ciudadana efectiva en los asuntos culturales, los poderes burocráticos lejos de abrirse a la sociedad se vuelven cada vez más herméticos y rehuyen, inexplicablemente, el diálogo. Eso es lo que ha venido comprobando el FOCUC en su breve vida pública en los meses recientes. Los miembros de este organismo ciudadano, lo suficientemente acreditados como artistas y promotores culturales en Tijuana, reafirmamos nuestro legítimo derecho a participar en los asuntos culturales que nos incumben, realizando para ello una crítica constructiva como desde un principio lo hemos venido haciendo» [Identidad, edición del domingo 13 de febrero de 2005].

Bien dicen que cuando el lobo se harta de carne se mete de fraile. Jaime Cháidez Bonilla, muy campante, se rasca los testículos para hacer suya la anterior displicencia y ha de creer que posee las credenciales necesarias para ostentarse como «promotor cultural», suficientemente acreditado para abrirse al diálogo y dar cabida a la participación ciudadana en los asuntos de la cultura.

Engrudo de letras en un hombre desleal a sus convicciones. Así arregla sus enjuagues la inteligencia alquilada de Jaime Cháidez, mientras a borbollones le brota la hipocresía. Instantánea y vertiginosa es su charlatanería, pues en sustancia ejerce lo que el FOCUC cuestiona y critica: el hermetismo y el monopolio de capilla en favor de la pandilla de merengueros a los que rinde coba. Y, aunque suene literariamente escandalosa, esa es la verdad. El güey magnifica e hincha lo que, por ética periodística, debería de cuestionar. Pero le gana la obstinación cortesana en sus rumiaciones de promotor cultural, relegado al limbo de los lambiscones como ganso del periodismo repetitivo y adulador.
Guachen:

«La reciente versión de Entijuanarte fue un éxito en cantidad, los tijuanenses lo han hecho propio. (sic). Por lo pronto, felicitaciones a todos los que formaron parte de una fiesta colectiva que hizo del Cecut un Zócalo de alegría, de amigos mutuos, del encuentro con extraños que posiblemente nunca coincidirían en otro lugar, pero aquí, en un festival interdisciplinario, todos tienen permiso de mirar, de tocar, de formar parte de una Tijuana llena de arte» [Jaime Cháidez Bonilla, Frivolitos de la olla, Identidad, 1793, domingo 14 de octubre de 2007].

—Uy, sí. Una Tijuana llena de arte.

Vaya metodología para desdecirse de lo que antes se dijo. Ahora, uno de esos poderes burocráticos como el CECUT, que lejos está de abrirse a la sociedad —cada vez más hermético y que rehuye al diálogo— ahora se ha vuelto un “Zócalo de alegría y de amigos mutuos”.

—Qué poca madre.

Con esa serie de farolerías y gazpachos insensatos el autor de «Frivolitos de la olla» y ojete «cordinador» del suplemento «Identidad», “suficientemente acreditado como promotor cultural” y reafirmando su “legítimo derecho a participar en los asuntos culturales que le incumben”, cogido (y bien cogido) por las tenazas del periodismo mercenario, y sin chistar ni hacer pucheros, se suma a la balaca de los poderes burocráticos herméticos, al fruto podrido de las calamidades, inventando desvergonzados trucos teóricos en la intentona de acomodarse en el consenso culturoso con lisonjas de filisteo para no incomodar al aliado.

—Hijo de la chingada.

Qué execrable perorar. Y así quiere dedicar su torcuata y retorcida vida a la promoción del arte y la cultura

—¡No mames, güey!

¿Son esas las nuevas vertientes de su supuesta «crítica constructiva»? La libertad de crítica ya no se funda en el principio de la democracia cognoscitiva. El derecho de oposición y la facultad de refutar subvertir tendencias u opiniones contrarias se suplen por meras macanas de gacetilla finsemanera.

—¡No mames, güey!

7 de enero de 2012

Abolengo y prestigio hasta en el lúgubre fango


A poco de ventear por el submundo de la cultura, surge con claridad la existencia de las entidades literarias y poéticas que lo constituyen, pero que sin embargo participan en los asuntos del arte de modo muy diferente a lo que podría ser una actividad estética. Y aunque tales personeros están inexorablemente incluidos como enunciadores y trasmisores de tales manifestaciones, cabe afirmar que se encuentran apartados de los axiomas fundamentales de la creación; pues la idea o eje que los mueve suele ser una pretensión de éxito; la esencia real de los «logros» encuentra la justificación en estímulos de codicia y prioridades que son compatibles con las artimañas políticas y la sicología tradicional que da abolengo y prestigio hasta en el lúgubre fango. Y los perfilamientos que matizan promueven mediáticamente a estas figuras relumbronas del submundo culturero son más de las veces perogrulladas o sutilezas de circunstancias triviales. En la unción de la ignorancia y las cursilerías emotivas, librar una lucha en vano contra la estupidez y fustigar contra los cacareos engreídos es lo que a mí me toca. Ni pedo.

5 de enero de 2012

Imposibilidad de enderezar lo torcido


Con una cultura dominadora que impone la falsedad de sus monigotes ya no se le puede devolver al arte la inocencia creativa, su libre ejercicio espiritual. Y ante tal imposibilidad de enderezar lo torcido, la única salida de combate ha de ser entonces una crítica despiadada y de carnicería analítica en el tratamiento de los temas.

Sanguijuelas gigantes de la culturosada


Si se sienten o se consideran muy «independientes», ¿porqué, en su acusado esnobismo y formidable influjo de refractación pluridimensional del arte, mantienen una actitud satélite con las instituciones de la cultura oficial? Hasta donde yo sé, no se realiza ningún proyecto, programa o festival artístico sino es de acuerdo con las necesidades históricas y materiales de los intereses de la oligarquía dominante. Entonces, ¿para qué jalarse los pelos y gargarear que son independientes si estiran la mano para recibir el óbolo del IMAC, del ICBC o del CONACULTA? Sí, «periodistas culturales independientes» moflean nuestros ilustres carroñeros; y que no pierden la oportunidad de transustanciarse en gacetilleros seudoculturales dependientes. Y sus fanzines, un espacios míticos en el monopolio petrificado de la culturilla local, vestales cuasioficiales del prianismo culturero. ¿Para qué hacerse maje con esa cantaleta de «independencia»? No nos autoengañemos, los forliculeros, gacetilleros y demás sanguijuelas gigantes de la artisteada, solamente pueden ser independientes si preponderan ellos mismos sus propias vituallas de poder económico, como fue el caso de los intelectuales en la época del sacro imperio romano.

29 de diciembre de 2011

Los victimarios ahora se dicen víctimas


Siguiendo a Gramsci, cabe decir que la «tranquilidad interna», o sea, «el grado y la intensidad de la función hegemónica de la clase dirigente», se ha convertido en un bramido de miedo, cólera e impotencia. Después de unos tantos centenares de cadáveres triturados, hasta ahora el carnicero se ha dado cuenta que el molino de carne que manipulaba es una máquina infernal que escupe plomo y corta cabezas. Los victimarios ahora se dicen víctimas y oficialmente se han puesto al servicio de la lucha contra la peste que días antes ayudaran a difundir; y manifiestan su responsabilidad ciudadana como buenos pedagogos de la moral y las buenas costumbres.

—¡Qué barbaridad! Ya ni siquiera se puede fomentar el turismo de a dólar.
—Qué años tan felices eran aquellos.

Interpretación del mundo


Ninguna acción social e histórica puede operar en el vacío ideológico; el lenguaje, sistema de representación de signos y expresión del pensamiento es un determinante que hace posible la construcción y reproducción de la ideología. Todo lenguaje —señala Alfonso Reyes— lleva implícita una interpretación del mundo. Todo saber se encuentra cimentado sobre el lenguaje. La expresión verbal no sólo contiene una significación o fija una representación; la fuerza de las palabras activa la voluntad, violenta el orden, subvierte, mueve la materia, produce reacciones, a veces inesperadas.

Tranquila multitud de símbolos desposeídos


Arquetipos de la palabra que nos inducen a escribir. Pero, como dice un poeta salvadoreño, hay lenguaje de la vida y lenguaje metafísico. De un tiempo no muy corto hacia estos días, el isomorfismo, la confusión y la redundancia se han aquilato como forma esnobista de retórica, y las categorías lógicas del pensamiento se diseminan abstracciones que simbolizan contrariamente a los objetos concretos que les dieron origen. La razón de este lenguaje absurdo, contradictorio y pretendidamente científico se ha inventado para justificar determinadas acciones e intereses; por eso la ciencia, dice Ernesto Sabato, ha encontrado su lenguaje propio; «totalmente inventado para sus necesidades: una tranquila multitud de símbolos desposeídos de cualquier otro significado que el convenido para sus creadores». Muy alejado del lenguaje del hombre del montón es el nuevo acervo lingüístico que se rige por las pautas de la mercadotecnia, unidad de elementos expresivos que no rebasan el nivel de una sicología petrificada que presume de lenguaje cosmopolita, muy útil para mantener en vigencia a sofismas decrépitos.

dinero o lástima

Cuando uno está viejo solamente puede dar dos cosas: o das dinero o das lástima..

El diablo es tan optimista


«El diablo es tan optimista que cree que puede hacer peores a los hombres» Karl Kraus

Vieja cochina y chapucera


Tocante a tal Evelina Gil, ¿cómo es posible que esta vieja cochina y chapucera se diga seguidora de Simone de Beauvoir y perogrulle luchas feministas y debates de género?; cuando, a decir verdad, su tono defensivo es una afirmación machista de tomo y lomo en tales cuestiones Con lambisconería explicita y ha hecho muladares asquerosos en el submundo de las letras, consolidando aún más los mezquinos intereses y las inmoralidades de las mafias cultureras. Pasa a primer plano en asuntos del cuchupo y los arreglos debajo del agua para privilegiar a gente de su capilla. Ha surgido de la escoria misma de la artisticidad literaria que da cartas de privilegio a los fanfarrones que se hinchan en el vacío de la túrgida charlatanería. La julana se ha erigido como una de las principales pandereteras de los grupúsculos seudoliterarios que predominan en la escena tertulera de este tafanario fronterizo. En páginas del suplemento «Identidad», no pierde ocasión para deslenguarse en hipertrofiados textos en los que grulla la mediación chapucera y la lambisconería desbozalada. Y no hay articulejo de esta tía en el que no se lea repugiña de adulación rastrera en favor de ciertas madmuaselas y cretinos que como escritores o versificadoras andan muy tirados al catre. Y la pelafustana se entrega en cuerpo y alma (lo cual no quiere decir que con seriedad intelectual) a su iconoclastia de párvulo, atestando sus libelos con chatarra idolátrica de ciertos bichos fantásticos, pertenecientes a las ya consabidas bandas de seudoliteratos. Bueno, al menos la maula le saca provecho a la imbecilidad cultural. Meterse a fullero tiene su chiste y también cansa, pues hay que recoger en un tambo de 200 litros la baba de los bulcheteros. Hay que reconocerle a la ruca dos cosas: su desfachatez para abrevar la coima en nombre del prevaricato cultural y la capacidad para decantar la máquina reverbera con longos chorizales grafológicos por los senderos de la mediocridad y la complacencia.

Tijuana es el culo de San Diego

Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...