11 de diciembre de 2014

un lirismo de profusión exageradamente cursi

A pesar de que hay más poetas que albañiles, no se da el  hálito de una buena poesía; ya no digamos magistral, sino de resonancias típicamente normales. Lo que se tiene como poesía es un lirismo de profusión exageradamente cursi y de repetición de lugares comunes; una lírica de muy  escasa calidad,  más pastichera que original y con más emoción que talento. En lo que toca a la narrativa (cuento y novela), el panorama se pinta igual de jodido que en la poesía; los escritores no pueden superar el determinismo estéril en el tratamiento de los temas (desierto, border, polleros, migra, ser fronterizo, etcétera); la visión imaginativa del narrador  no va más allá de ese telurismo ya tan sobado y manoseado.
Y en lo que toca a los (sedicentes) críticos literarios, estos son más  rastreros y superficiales; y los que no son así, pues se autocensuran o se autosilencian con los métodos inmanentistas que están de moda (textualismo, metarrelato, metatexto y otras mamadas). Pero hay unos críticos chakas  (muy escasos), y  a quienes les  cierran el griego porque critican con lóbrego tarquín.

El éxito es mundano, no espiritual

¿Qué tanta huella en la historia podrá dejar una herramienta abstracta y maleable como es la palabra de un escritor en un mundo donde el discurso, terminado hace un minuto, ya se petrificó vertiginosamente en el olvido de la memoria? Me reservo el escepticismo. Sólo diré que sus productos letreros han sido expropiados por dictados ...del sistema, y luego de figurar nominalmente por unos cuantos días y segundos en el escaparate del reconocimiento público, se perderán en el anonimato que impone la vida trajinera, light y de consumo. Los recuerdos se borran porque todo sucede con rapidez, además ya no importa si la historia inicia a partir del momento presente o del pasado. Nadie se acordará del intelectual, a no ser que se convierta en un genocida, criminal de altos vuelos o títere mediático; y para eso no se requiere ni una pizca de sapiencia. El éxito es mundano, no espiritual; y no se obtiene con la espisteme sino con la doxa.

los literatos que se creen filósofos

A partir del momento histórico que Ángel Rama denominaba «reconstrucción de la retórica», el concepto de ideología se abrió a nuevas formas superestructura les. Se establece la ambigüedad del discurso y la realidad deja de ser natural y objetiva porque la determina la técnica literaria. La sociedad clasista es morfológicamente un modelo cultural y el arte un ejercicio de control social, una confusión de caracteres, de repetición de fantasmas de telepantalla.
 Del hecho concreto se desprendió un flagrante fraude culturero asentado en el poder, los elementos de la confrontación quedaron subordinados a los principios conservadores del sistema dominante y a los referentes igualitarios para tratar de subsanar de manera abstracta, es decir, con meras ilusiones, los desequilibrios culturales y las condiciones de desigualdad económica y social. En el acto de los postulados conceptuales la modernización bifurcó los mismas fórmulas que la tradición duplicada; culta y popular, tecnificada y escueta, refinada y vulgar. El corpus ideológico se propaga como la idea de la entonación, como cliché generado desde de la parte superior de la pirámide. Un lenguaje de configuración asimétrica ocupa la posición hegemónica en lo que Bourdieu llamaba el «campo» o «contexto»; el mito local se fetichiza en un símbolo de universalidad, la parte como el todo: un mismo sentimiento se amolda y se expresa en el conjunto general simbolizado.

—Contextualización global de la idea particular del grupo dominante.
—La globabalización se ha construido con retazos y prestamos simbólicos


 Los grandes exponentes no han sido los filósofos, sino los novelistas y poetas. O mejor dicho, los literatos que se creen filósofos. La crítica literaria se ha politizado, las «desviaciones» de los escritores marcan el rumbo de las valoraciones estéticas y la censura es sinónimo de empresa editorial o asunto de los medios de difusión. En un ámbito culturalmente corrompido y atestado de estupidización banal, el triunfo político es un triunfo literario; y es el destino que saca al escritor del anonimato público, sin que importe ya la integridad intelectual o la calidad artística de la obra

consumo de bienes culturales

Induciendo al consumo de bienes culturales, se parte de la convicción de que la literatura es ahora más chingona; y, a contrapelo de lo que sucedía en otros tiempos, el arte se privilegia como producto de mercado y el canon literario se postula desde la industria editorial. La literatura se contiene en un desaforado discurso —pobre, maltrecho e incoherente— en el que se habla de todo y de nada al mismo tiempo. O sea, la literatura como apéndice de lo que ayer fue literatura

los superdotados de la aristarquía seudoliteraria

El castigo para el literato es una colectividad analfabestia, una gran masa de apáticos no-lectores y un yermo de ágrafos. Y la única regresión al pasado clásico, como los «post-arieles» de Enrique Rodó, es la gran cultura del gran privilegio; el gran gusto de la pequeña burguesía hacia los superdotados de la aristarquía seudoliteraria de los supuestos genios de chafetán

las transformaciones del sistema literario

La «regeneración espiritual» de la literatura se subsume en un medio funcionalista para ilustrar a la masa de ignorantes pelados y en una estrategia publicitaria para escalar niveles sociales y distinción egocéntrica. Cultura que se disfruta como un privilegio, pero que —como decía el máster Aníbal Ponce— envilece tanto como el oro. Más que en una individualización creadora, las transformaciones del sistema literario encuentran su explicación en factores sociales, económicos y políticos; en la secuencial línea cronológica de los asuntos de la hegemonía cultural, más que en la genialidad estética.

El imaginario poder de las palabras

Lo que prevalece es un elitismo homogéneo de difusión masiva y las pocas innovaciones que se proclaman en el enorme arquetipo de las letras se deben a una fractura de los códigos de la escritura y a la ingenuidad de la fantasía. Todo lo demás constituye una excrecencia intelectualoide en las nuevas formas de expresión artística y un academicismo obsoleto aún no superado en las nociones teóricas del arte y la cultura. El imaginario poder de las palabras se ha instrumentalizado en un «constructo» de hipertextualismo deficiente y epizótico que ya no relaciona los hechos literarios con los momentos del tiempo presente.

particularidades del cliché monolítico

Quimérica democracia convencional donde se permiten por un instante ser caballeros del pueblo, pero luego de una exhibición esnobista, y en cuanto el interventor oficial enardece sus sentidos, se ha de retachar a la cuadrilla clasemediera. Huecas voces en el trasplante de las consignas oficiales del poder cultural, donde la conciencia de la posición social siempre está en primer término. La nequicia de la supervisión depende entonces de los estilos de hacer arte y el eje referencial estriba en escamotear la expansión de la cultura y distribuirla sólo en fragmentos, en particularidades del cliché monolítico, de la endogámica mentira.

las condiciones materiales y espirituales de la quintaesencia

Los poetas raramente vinculan la poesía con sus agendas de vida diría. Por lo regular, ni los hipocambos de la lírica les funcionan, pues la mayoría ni siquiera sabe qué cosa es poesía y qué cosa no lo es. Al firmar que existe apertura en el modelismo culturero, claramente se demuestra que ocurre lo contrario, el empeño que la oligarquía dominante impone para aniquilar todo intento de intervención colectiva en las faenas artísticas; los estratos populares son relegados a las condiciones materiales y espirituales de la quintaesencia que les corresponde, es decir, a su pobreza total.

como los muertos que han sido devorados por los gusanos

Condición cultural de la vida intelectual, tan invisible como los muertos que han sido devorados por los gusanos, es una persuasión que implora su propio linaje estético, su tratamiento lingüístico y su imagen icnográfica. Y mientras menos se encuentren dotadas de poder explicativo, esta espiritualización subjetiva resulta más eficiente para mistificar la gramática, para separar la cognición del proceso reflexivo, para evadir con símbolos la pluralidad de los sentidos, para excluir con la reiteración de metáforas los fenómenos de la realidad, para reducir a signo lo tangible.

la evocación clasista en el filo de la noble clarividencia poética y literaria


El arte se consagra a su nivel más abstracto, a lo estrictamente ilusorio, a la correlación de categorías amorfas y que atañen sólo a contenidos lingüísticos. Es decir, a esquemas retóricos estereotipados que se afianzan como cualidades y principios de la creación artística. Sin embargo, se requiere más que perspicacia para detectar la evocación clasista en el filo de la noble clarividencia poética y literaria. Las manifestaciones —eufemísticas, polimorfas y ambiguas— encubren el discurso poético sin hacer patente la llana y notoria significación; se disfrazan los sentimientos con terminología neutral; por ejemplo, «amor de mi vida». Metáfora y símbolo representan los mejores recursos estilísticos para la darle a la palabra significación equívoca, connotación genérica de identidad sustancial en diferentes objetos y una misma nomenclatura para designar conceptos y entidades desiguales («casuística» en la que se descubre el modelo cultural hegemónico, a fin a la concepción del grupos dominante). En el artificio literario las antinomias sólo son apariencias, aun en la tolerancia de aceptar a los seres humanos como son y como actúan, de modo que el odio sea, al mismo tiempo, amor. Pero al final, son las virtudes de la negación las que cobran existencia en las «acciones simbólicas» del ensueño, la fantasía y la imaginación

en el acmé de la catarsis

 

en el acmé de la catarsis

Soplo de la torpeza
Se limitan a llenar un hueco cavando otro hueco
Y así sucesivamente
El menosprecio de los ignorantes
Con mucha extensión en el pregón
Estilos análogos en distintos niveles de espiritualidad
De modo que andan a un mismo paso
Placebos inocuos y un montón de estiércol seco
Ya no hay discernimiento entre pureza e impureza
Ni siquiera ellos saben dónde quedan
Como dijo un prologuista de Darío
Dios no se arrepiente de haber creado al gavilán
Aunque éste se chingue a las palomas
Preciosa configuración de monerías artísticas
Torcidas e inadecuadas
A vuelco de sensiblerías verso enclenque y reseco
Como la bestia feroz con quien no se debe tener ningún contacto
Vociferan más cursilerías que los ardientes enamorados
No se ajustan a los hitos cronológicos
Andan ya tatarabueleando en los negocios de la concupiscencia
Pero aun así dan y quitan ofrenda en el acmé de la catarsis
Lanzarse a ese abismo sin fondo se ha de llamar inspiración poética
Como Marco Antonio en brazos de Cleopatra
Como Sor Juana ante los caprichos de la duquesa de Aveiro
Como el Santo Sínodo excomulgando a Tolstoi
Obligados están a hacer algo extraordinario
Ojalá y no se les ocurra irse a Sinaloa para determinar
Si acaso Jesús Malverde debe ser o no canonizado





21 de octubre de 2014

Pirujeando en la «Tijuanita»


Pirujeando en la «Tijuanita»

Ahora solamente cargaba unos cuantos chelines en la roñosa billetera. Quién lo hubiera imaginado, había sido yo el dueño de una pesada marmaja que valió madre en seis meses. Los siniestros amores cuestan un alto precio y son efímeros.

Por falta de morlaca la relación erótico-pasional llegó hasta donde llegó el último dólar. Lo mejor era pintar venado para otros lares. Ya nada había qué hacer en Hermosillo.

Por lo que ya se sabe, las circunstancias en que se encontraba la Raquel no eran dignas de jactancia vocinglera por acrisolados «logros» que se obtienen en la vida. No, más bien lo que su alma develaba era pesadumbre y animo acongojado.

La doctora taloneaba el billete en la puteada, y no precisamente en un bulo de categoría, sino en el jardín Juárez, un parque donde crecen verdes enredaderas y pechugonas rameras; un lugarejo mejor conocido como la «Tijuanita».
De aquella exitosa mujer, decente, talentosa, trabajadora, responsable y disciplinada en sus quehaceres personales y profesionales, ya sólo divisaba el bulto de una piruja trituradora de falos.

—¿¡Qué, jefa!? ¿Cuánto me cobra por aventarle un paliacate? —le preguntó a la Raquel un jovenzuelo de escasos 16 años, estudiante de preparatoria, como lo evidenciaban las libretas escolares que portaba.

La Raquel todavía estaba buenera, pero el billete que aperingaba por soltar soltando el relingo en la «Tijuanita» (o jardín Juárez) estaba medio cacicón. El grueso de la clientela cogelonesca, compradora de manceba satisfacción, se integraba por gendarmes inferior jerarquía, albañiles, tamemes y uno que otro universitario bajado de la sierra de Cumpas, Ures, Caborca o de la Colorada. Estos eran los que, en su mayoría, formaban el listado de su nómina putaril.

Se elegía a Belcebú en lugar de Dios en la hora de invocar para que cayera algo clientela. Y una cosa no se puede negar: la doctora tenía su pegue pal arrimón; y ni siquiera los más roñosos le hacían el fuchi, ya que al guachar las tamañas bolotas que por detroit y por delante la ruca se cargaba, cualquier cabrón temblaba de lujuria.

—¡Tripea las ubres que tiene esa pinche puta, carnal! —le dijo, sorprendido, un bato al compa que lo acompañaba, cuando se toparon con la ruca.

—¡Chup, chup! ¡Slurp, eslurp! —le piropeaban a la fémina.

Pero como no traían firula solamente les esperaba lo mismo que al chinito: nomás milal.

—¡Qué pinchi borrachera láctea me iba pegar con esas tetotas!, pero ando raiz, sin un quinto.

—¿Qué me ves, pendejo? —le reclamó la doctora al mirón menos prudente, y éste le contesta: —Es que te pareces a una vieja que busco pa terminarme de criar.

—¡Pendejo!
—¿Pa qué andas de exhibicionista, culera!
—¡Pinchi puta, cara de guajolota con chorro!
—¡Tu puta y reguanga madre, joto, que ya quisiera tener chupones como los míos!

¡Las chichis de tu puta madre que te aventó al mundo, de seguro han de ser dos picadas de mosco! ¡Y tu pinche padre, marica, ni cuenta se ha dado porque le gusta la verga!

Semanas más tarde, demasiadas, la Raquel ya no se hundiría en encorajinamientos del calado antes descrito; y no sería porque la pelusa se hubiera amansado en tales menesteres tan braveros, sino porque soltó las amarras que la tenían anclada al parque la «Tijuanita».

La jaina mudó sus encantos a la frontera de arriba; y, tras un proceso de convencimiento por parte de una de sus colegas suripantas, le cayó a Tijuana. Viaje que se lo cuajó después de 10 años de putería.

Así que cuando la Raquel cuando aterrizó en el mero Cagüilazo ya frisaba los 60 abriles.

Hastiada y huyendo como quien se escapa de la persecución de un ejército de abejas africanas, la Raquel salió de Hermosillo, y lo hizo sin despedirse de sus colegas. En realidad, trataba de huir del algo de lo que fatalmente nadie como ella puede esquivar.

Las ratas de un barco, aunque estén en todo su derecho de abandonarlo no lo pueden ejercer. Todo esfuerzo será en vano, también se ahogarán. Y ella no será la primera rata que logre salir viva del barco ese, a punto de hundirse.

Salió de Sodoma para entrar en Gomorra.

Cuando la Raquel abordó el autobús que la llevaría a Tijuana, el chofer de la burra, al guachar el trasero de la doc, sintió unas inmensas de sobarle las tepalcuanas. Y es que —a sus sesenta años de edad— la ruca todavía estaba de antojo. Si el bato que piloteaba el bus la hubiera conocido dos decenios atrás, en el tiempo que yo me la andaba fletando, el güey, de cincho, que se habría cagado pa dentro.

Me cae que sí. Pero con ese culo, la ruca ya no estaba en condiciones de competir con las paraditas que rifaban en la Zona Norte de Tijuas; morras entre los 15 y 20 abriles.

Así que la cosa no iba a ser muy fácil para ella. Bueno, pero una ventaja sí tenía sobre esas leandras: la Raquelona era una experta consumada en el arte de la cochadera y, además, poseía un aparato cochador que —si bien, ya no servía para maquilar chilpayates— funcionaba al ciento por ciento a la hora aventar pajuelazo. Un poco resecón al iniciar el enjuague, debido a los efectos de la menopausia; lo cual representaba un detalle muy mínimo, pues para la lubricación del chango sobran las cremas y jaleas. Y que lo digan los que ya se habían acostado con ella.

Ardorosa y turgente, la Raquel aún mantenía su soberbia figura femenina; y a pesar de la edad avanzada, despertaba ardientes pensamientos en el prójimo.

Minutos antes de que amaneciera, y durante una madrugada de verano, la doctora, después de 13 horas de viaje, llegó a Tijuana.

No sé si aquí seré mejor o peor de lo que soy —pensó, mientras caminaba siguiendo, casi por inercia, los pasos de la gente que se disponía a salir de la central camionera.

—¿Le puedo ayudar con su maleta? —le preguntó un ruco acarreador de equipaje.
—No, gracias. Yo la puedo cargar —le contestó.
—Le creo, señora. Que le vaya bien.
—Muchas Gracias. Que Dios lo bendiga.

El primer coraje que su bilis registró fue por causa de los taxistas:

—Pinchis ratas. Ciento cincuenta pesos al centro. Tan pendejos los babosos. Tomaré un pesero».

En cuanto se apeó de la burra, ya metida en las entrañas de la ciudad, entró a formar parte animación callejera, el jolgorio y de todo el movimiento que suscitaban los obreros, los estudiantes, los comerciantes y los trasnochados que obedecían las ordenes de una día más de rutina o francachela. Era la segunda vez que estaba en Tijuana, la primera fue cuando vino a un congreso de siquiatría, cuando recién había egresado de la universidad. Pero aquella vez no pudo darse cuenta del aspecto enfermo que mostraba la ciudad: harapientos tirados en las banquetas, borrachos tumbados en la parada de los taxis, pirujas rumbo a su casa, malillones corriendo hacia ninguna parte en busca de la cura, malandrines a expensas de chingar a quien se le duerma el gallo, etc. Semejante espectáculo no la inmutó; son los convites de una noche de farra, algo normal.

Para ella eso era inaudible e invisible. Lo único que le caía como patada de mula en la boca del estómago, era ese pinche olor a mierda que brotaba de las alcantarillas.

26 de julio de 2014

UN MOMENTO LITERARIAMENTE INSÍPIDO [COMO LA PARAFERNALIA DEL MOÑITO ROSA DEL CÁNCER]




 
UN  MOMENTO LITERARIAMENTE  INSÍPIDO
[COMO LA   PARAFERNALIA  DEL  MOÑITO  ROSA  DEL  CÁNCER]

Sócrates    y  la  mayéutica
                                               lo  simple   es  lo más  difícil
a  mayor  mansedumbre,  mayor  felicidad
credulidad  embaucada
                                            el eros  universal  del  dinero
arcaicas  fuerzas  libidinales
cuando la   pornografía  es  la  única   solución  a  la  monogamia
apelo  a  mi  sentido de  superioridad
no  importa  si es  una   pulgada  o una   milla
Julio  Cesar  y  Nicomedes
                                                 clamidia    herpes  y  gonorrea
bajo  los    estragos  de  la    euforia    etílica
sicograma  de  malvados   universales
                                 se  han ganado el cielo  por  su  devoción
estado  posterior   a    la   muerte
                                        un  momento literariamente  insípido
como la   parafernalia  del  moñito  rosa  del  cáncer
trauma   o  redención
                                       los  idiotas   superlativos
cabezas  pensantes  del sistema
                                         que  se  han  enamorado de  la mentira
para  lograr  la mejor  posición en la  cadena  alimenticia
asilo  de  perturbados mentales
¿el dinero   viene  después  del  poder?
                                         ¿o el poder  viene  después  del dinero?
abyectos  cuando  fracasan
                                                 e  insolentes   cuando  triunfan
por  eso las   cosas   no son lo que  son
                                                sino  como la  gente  las  ve  que  son
desgracia  polarizada  por el  grave  conflicto de   la  alienación
                     el adormecido pueblo ni se  entera de  los  nimios  hechos
                     como un triste  pajarito que  se  cayó  del  nido
                    y  acaba  sumiso
                 como el  Dostoievski que  no quiere   regresar  a  Siberia
esperando  que  las  fabulillas  se  conviertan  en  verdades
el  cajón  de sastre hegeliano
                                                     el decrépito envoltorio
todo apunta  a  una  inclusión
                                           al  axioma   oculto de  la   miopía  moral
mientras  se  difunde  la  convicción mística 
                                                                de  que  todo  vale  madre
iletrada   estulticia
                              pretensión que también es  una  humillación
anécdota  de las  caras  largas
                                   una    nueva clase  de  enfermedad social
búsqueda  del arcano
                                              cuando  alguien es  realista 
es  porque se  conforma con la realidad  circundante
sin embargo
                       puedes   estar  sólo motivado por  sueños  guajiros
las  fulgurantes   iluminaciones
                                   quiero lavar  mis  culpas  imaginarias
platicar  con  los  muertos 
                                            y  con los  que  aún no  han  nacido
ceremonia  verbal
                                      a  4000 años  de    distancia
del alumbramiento de   la  virgen
                     digan  si  tienen algún  remordimiento de  conciencia
anhelo  mistificado de  querer  ser  lo que no se  puede  ser
mujeres  demasiado   viejas  para  el  juego sexual
celebración  de   tertulias   como si  fueran oficios  divinos
confrontación de  zonas   eróticas  y  señales  obscenas
bouquet  verbal
                                flor  de  la  retórica
implacable
                          repentina  y  definitiva
como la  conversión de  chamaquita  linda  en  vejestorio
sustantivación del universo cuando la  ganancia   es igual a  cero
acción mental y  muscular
                                                 suntuosa  dilapidación
la  felicidad  como añagaza  en el subsuelo de la  conciencia 
antaño  muchos   esclavos  eran también   felices
¿por qué  necesita usted  hacer  estas  cosas?
sacarle  el mejor  partido a un  asunto  que ya  está jodido
espiritualizarse   para   poder  volar  como un pichoncito
¿no se  siente  afeminado cuando  escribe?
la  palabra  pervertida 
                                        la  gran   prostituta
vaya   pifia  en un país  de  tantos    tontos •



Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales

Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporc...