18 de diciembre de 2008

PEQUEÑO PERIODISMO MIOPE Y ESTÚPIDO [O EL CUENTO DE LAS MIL Y UNA BARRABASADAS]

PEQUEÑO PERIODISMO MIOPE Y ESTÚPIDO
[O EL CUENTO DE LAS MIL Y UNA BARRABASADAS]



«Se trata de hacer ver que tenemos una cultura, que tenemos un gran filósofo, un gran genio literario, pero que nadie vaya a preguntar qué hay detrás de las páginas que nadie lee».

Eduardo Subirats


FRIOLEROS DE MENTALIDAD GELATINOSA

Los síntomas crecientes de la estupidización gacetillera obligan a plantear si tal estado de melolenguez es meramente una aguda fase transitoria en la corrompida y degenerada actividad periodística de hoy en día. Para barnizar los hechos con simples apariencias, y a falta de alcances cognoscitivos, no queda otra salida que llamarle juicio estético a las vulgares actitudes sicológicas.

—Amargo testamento para los pocos bienpensantes en el devenir histórico cultural.

Y ha de ser un tema muy apasionante interesarse por individuos del yetzet culturoso y bregarles complacencias y algunos cálculos que indiquen hasta el 85 por ciento de lambisconerías.

—Y para eso no se necesita más que invertir la fórmula del huevo y el pollo.

La pretensión de respetabilidad en favor de una minoría de gente improductiva, basándose el gacetillero en un manifiesto de cualidades de circunlocución y obsequiosidad que ni siquiera llegan a configurar verdades a medias. Las cosas que se dicen de algún escritorzuelo o poetastro no se pueden descubrir porque no tienen valor por sí mismas, pues tal valor se haya condicionado por la propaganda. Y ése es el estigma que lleva la actividad periodística, rutina soporífera, de mamacallos que se autonombran periodistas culturales que solamente balbucean espesas babas de facundia.

—Y quién mejor que un periodista para convertir las palabras en fraseología.

Palabra y realidad ya no concuerdan; y todo aquel que se niegue a reconocer la nueva realidad, por estar en contradicción con sus intereses, o acaso incluso con su pereza, se siente amparado por la fraseología, como decía Ernest Fischer.
Referentes igualitarios de la mendacidad periodística son el Jaime Cháidez Bonilla del suplemento «Identidad» del periódico «El Mexicano», la gacetillera del semanario Zeta, Gabriela Olivares Torres, con su «Ezenario cultural», el Enrique Mendoza Hernández (Zeta), el José Israel Ibarra González (El Mexicano), el Armando Cáceda Ochoa (Tijuaneo), el Paco Zavala (La Prensa de San Diego), el Pablo de Sainz (La Prensa de San Diego) y otros frioleros de mentalidad gelatinosa que rondan la cultura del espectáculo.
La profunda formación científica y filosófica que los respalda, y con la que aspiran a alcanzar la totalidad goetheana, equivale a lo que Robert Musil denominaba «multilateral ignorancia».
También son piezas del mismo montaje: el Max Mejía, editor y director de «Arte de vivir», y la Alma Delia Martínez Cobián, directora del hebdomario «Bitácora». [1]
Todos ellos funcionan como difusores de una cultura de folletín, dañina por su influencia nefasta en el proceso de creación de las obras de arte; no distinguen lo que es verdadera cultura (erudita, compleja), de aquello que es cultura de entretenimiento. Han provocado un bochinche de confusión y una chorrada de desorientación, un zafarrancho que incita a los que quieren reflexionar a no reflexionar.
Qué fascinante labor la de engañar a los que quieren informarse, precisamente desinformándolos. Y el agujero negro se encuentra en las páginas de los suplementos y secciones —dizque— culturales de los periódicos; anuncian con debilidad mental (casi patológica) las hazañas y virtudes de los señorones y señoronas de la protoliteratura norbajacaliforniana.
Gacetillas sin consistencia intelectual, reacias al análisis, a la crítica, al debate; pero enriquecidas con los peores esperpentos de la ineptitud, la farsa y la mediocridad brontosáurica; son plataformas publicitarias al servicio de los mismos monaguillos culturosos que se exhiben en el escaparate de las mentiras oficiales. Son mamparas cerradas de fantasmagoría y falsedad; medios propagadores del mito suburbano, del discurso vacío como arma ideológica, esforzados por publicitarle premios y doctorados a los ganadores de las carreras de ratas escribanas.

EN EL ESCAPARATE DE LAS MENTIRAS OFICIALES

Se necesita un gran propaganda de convencimiento para que no colapsen las huecas voces que desde allí decantan y reivindican un cultura —gregaria y facilona— que no mantiene correspondencia ni filiación con las propuestas que alardea, dejando que todo ruede a merced de la inanidad, la estupidez y los escamoteos. Los pocos sedimentos culturales que existen en este muladar fronterizo toman una dirección abstracta de metáforas chuscas y de estrafalaria bisutería cuando el periodismo seudocultural de gacetilla se permite dar relevancia de algún hecho relacionado con las expresiones artísticas. No hay asomo de crítica ni mínimos visos de seriedad intelectual a la hora de imbuirse en las reseñas. Atroces libelos de sensibilidad adiestrada de una cohorte de servidores, buenos para el chantaje y para cobrar lisonjas.
Prensa culturera, tan rapaz como zafia, perpetrada por barzotas que cumplen sus cometidos de acuerdo con los dictados de los machotes y las carpetas salivosas de sus pendejadas. Coja el lector o la lectora un periódico y ábralo en la sección de espectáculos y se dará cuenta de la porquería que los dizque periodistas culturales rotulan en calidad de artículos, comentarios o reseñas sobre asuntos relacionados con la literatura, música o pintura. Y ¿qué es lo que se lee? El neoescolasticismo de las “bellas” recitaciones “poéticas” de salón; el gran gusto estético de la pequeña burguesía, automatizada por la mediocridad del pragmatismo.
Pura estrategia publicitaria y exaltación de la bohemia parasitaria que pregona un desfasado «malditismo» literario de ropero. Elites estetizadas y gacetilleros seudoculturales se influyen mutuamente y perviven en un sistema de alianzas, estandarizados por la secuencia de la política cultural dirigista. Refinada, de buen gusto, dirán ellos. Pero en realidad son las posiciones más ranciadas del culturalismo oficial; actitudes de atraso moral e intelectual que tienen maniatada no sólo a las conciencias sino a las expresiones literarias.

EL ZAMPABOÑIGAS DE JAIME CHÁIDEZ BONILLA

Los espacios culturales deben distribuirse equitativamente, asevera hipócritamente el chupapollas del Jaime Cháidez Bonilla, mientras aborta por el culo sus viejos prejuicios, el arribismo y la puñalada trapera. Es otro de los cabrones zampaboñigas que tampoco titubea en declararse promotor cultural (esto ya lo anoté en parágrafos pretéritos, así que no voy a dar aquí mucho detalle). El tema de la cultura en boca de este topile es pura demagogia y de contenido nominal como el de los programas oficiales que aupuran su inviabilidad. El mamacallos del Jaime Cháidez pertenece al club de los seudointelectuales orgánicos compelidos al deber abstracto de una cultura de pacotilla que le exige ser un fariseo hijo de tapu. Su interferencia en el entorno de la gacetilla papiresca se determina por influencia de la mezquindad y orfandad ética. Es un camaleón de las mutaciones políticas e ideológicas; y más que promotor (como él según se autodenomina) es un ojete obstructor de los escarapelos discursivos contrarios a su credo fundamentalista.
Bien que pedía mi atención crítica para que le metiera hacha a ciertos fulanos que no eran de su agrado ni santos de su capilla; verbigracia el lorocutor Alonso Morales Moncada, a quien el Cháidez trompeaba por la espalda y le aventaba mojicones de cagada, ignoro yo porqué. Y tan puto que en varias ocasiones me solicitó que escribiera un «Vertedero de cretinadas» a propósito de las badulaques que el mentado Morales Moncada garrapatea en calidad de poetastro, «que sea con toda la candela posible, Charkito», todavía me decía el güey. Claro que el pendejo se quedó esperando el texto, pues yo no escribo por consigna. Pero, en cambio, se le aflojaban los goznes del esfínter cada vez que a mis anchuras les rajaba leña a sus cofrades. Y el maricón se acobardaba pidiéndome que por favor le bajara de tono a mis invectivas, eso me lo hacía llegar a través de sutiles y tontos consejos. Recuerdo que el infeliz casi lloraba y se arrodillaba (es más, casi hasta me mamaba la verga) con tal de que no publicara textos en contra de él y de sus compinches. Y a mí que con eso más cuerda me daban. Hasta que dijo amén. No hay cabida para el Charkito en las páginas del suplemento. Lo más burdo, nefasto y repugnante es que el culero jamás tuvo el valor de desafanarme del suplemento a machetazo limpio y sin ningún melindre decirme: «vete a la verga». Eso es mucha gallardía para una gallina como el Cháidez. Recurrió a una intriga telenovelesca y con base en infundíos me atribuyó ser el autor de amenazas en contra de él y de su familia, y hasta publicó un libelo en su pendeja columnita (el baboso no dijo si tales amenazas eran de muerte o simples amagos). Por supuesto que ni los pijoteros de su cuadrilla culturera se la creyeron. Pero obtuvo lo que quería; echarme del suplemento porque mis articulejos le provocaban retorcimientos nerviosos, importándole madres la libertad de expresar las ideas como concepto básico del pensamiento. Y decir que pululan los rufianes de la misma calaña del Cháidez que se proclaman promotores y difusores de la cultura. Porque, como dice el máster Eduardo Subirats: «Es inmoral, por ejemplo, que un periódico decida boicotear a alguien simplemente porque no pertenece a su clan: es antiético. El que hace esto, además de adoptar un gesto propio de la Inquisición, demuestra que no tiene la menor consistencia». [2]
La supuesta fecundidad histórico-cultural de la que tanto presume este mamapijas es una vil soflama, y lo que existe como tal solamente es un desarrollo personal de individuos aislados o semiagrupados en cofradías que no han tenido eficacia ni trascendencia en los procesos sociales; únicamente ha habido protagonismo, vedetismo culturero y bufonadas que se extinguen rápidamente de un día para otro. Puro aislamiento y ebullición momentánea de tautologías literarias e imitaciones de vulgata. Mucha vanidad y poco espíritu creador es lo que se emplasta en los papiruchos seudoculturales.

—Bueno, dejemos en paz a este mamarracho del Cháidez y pasemos a otra cosa.

LITERATURA ENCLENQUE Y PERSONAJES DE PABELLÓN
A poco de ventear por el submundo de la cultura, surge con claridad la existencia de las entidades literarias y poéticas que lo constituyen, pero que sin embargo participan en los asuntos del arte de modo muy diferente a lo que podría ser una actividad estética. Y aunque tales personeros están inexorablemente incluidos como enunciadores y trasmisores de tales manifestaciones, cabe afirmar que se encuentran apartados de los axiomas fundamentales de la creación; pues la idea o eje que los mueve suele ser una pretensión de éxito; la esencia real de los «logros» encuentra la justificación en estímulos de codicia y prioridades que son compatibles con las artimañas políticas y la sicología tradicional que da abolengo y prestigio hasta en el lúgubre fango. Y los perfilamientos que matizan promueven mediáticamente a estas figuras relumbronas del submundo culturero son más de las veces perogrulladas o sutilezas de circunstancias triviales. En la unción de la ignorancia y las cursilerías emotivas, librar una lucha en vano contra la estupidez y fustigar contra los cacareos engreídos es lo que a mí me toca.
Ni pedo. Ya lo decía el máster Rubén Vizcaíno, «alguien tiene que recoger la basura del callejón; y ese jale te tocó a ti, men». Y con la cero tolerancia de la crítica que los pone en jaque, pues a uno lo miran como si apestara a mierda.

—Vayamos entonces a ver quién boquea dicharachos.
—Juega el pollo.

En la edición del semanario «Zeta», correspondiente a la «semana del 5 al 11 de diciembre de 2008», se pone de pechito la parafernalia de los forliculeros que atienden los supuestos menesteres de la cultura. Y en efecto, el ritual de la perfecta publicidad como acción de espectáculo corre por cuenta del gacetillero quitapelillos Enrique Mendoza Hernández, quien vuelve a hacer de las suyas, y esta vez con una baratija letrera intitulada «En la poesía de Jorge Ortega» (páginas 14-B y 15-B), en la que acomete con una terrible fiebre lisonjera que introduce en la plana como si fueran universales de cagatintas medievales.
El incomunicador, en vez de periodista parece un mozo de botica, y hasta me atrevo a decir que en lugar de cerebro trae un Frutilupis metido en la sesera, pues el articulejo que publica es un mullido glosario de insensateces y un vaivén de holgado besaculos. [3]
Y guachen hasta dónde llega su atrevimiento de franquear el trasero cuando colma de gracias a su invitado:

«Así como Baja California tiene a uno de sus máximos representantes de narrativa en la pluma de Daniel Sada, el estado también puede presumir a un poeta de altos vuelos: Jorge Ortega. Al menos el aval de los premios así lo indica: Ambos cachanillas han sido reconocidos por editoriales españolas de añeja tradición, como Anagrama e Hiperión, respectivamente».

—Detengamos aquí. ¿Qué le pasa a ese cabrón?; ¿está enfermo de la cabeza o tiene el culo lleno de gaguanos?

El Jorge Ortega, «un poeta de altos vuelos», y ¿por obra de qué piltrafa desmadejada? Taradez extrema.

—Cuando alguien quiera disfrazarse de pendejo, pídale la cara prestada a este güey del Enrique Mendoza Hernández que casi suspira como cucufata en procesión papal.

Y ya que andamos en cosa del escusado y de idealismos cursilones, y respecto del «aval de los premios» conque le dan «reconocimientos» al Ortega las «editoriales españolas de añeja tradición», ¿sabrá el besamanos del gacetillero de marras que las mencionadas empresas editoras forman parte de una apabullante corporación trasnacional de la industria del libro y que su fuerte no es tanto la calidad estética de una obra ni el virtuosismo del los literatos, sino ensartar las cuñas publicitarias en los valores literarios para convertirlos en valores de mercado?
Además, considérese la metamorfosis del intelectual; es decir, con los cambios de perspectivas estéticas y culturales el escritor provinciano ha dejado ya de existir. O sea, la marginalidad como punto de estrategia en el discurso es aprovechada por industrialización de la creación literaria. Después de América Latina, cuando ya se anunciaba la muerte del «bum» a principios de los años setenta, le tocó a España, específicamente a Barcelona, partir el bacalao en la circulación del discurso literario por vía de la distribución masiva. El libro se volvió un negocio muy redituable de las compañías multinacionales, sin que importara para ello el bajo perfil intelectual de los autores. Y no importaba porque el renacimiento letrero apuntaba a una banalización cultural, a la falacia editorial, que situaba a la literatura en el mundo del espectáculo y convertía a los escritores en personajes de farándula y televisión.

—Pero como nuestro gacetillero invitado es bien babas, ni cuenta se había dado de eso.

El Jorge Ortega ha sido galardonado con premios y ¿qué?; eso no garantiza la chingonería. Kafka padecía insomnio y cefalalgia, y después se enfermó de tuberculosis. He ahí lo que para el escritor checo fueron unos auténticos premios.
[4]
El incomunicador Enrique Mendoza Hernández sin ningún melindre acepta y reproduce la inflada magnificencia del merenguero poeta chicalense y poco le falta para considerarlo a la par de Jubal, hijo de Lamech y padre de los poetas.
Tripeen:

«Hay que empezar diciendo que Jorge Ortega (Mexicali, 1972) fue finalista único del Premio de poesía Hiperión 2005 en la Península Ibérica, otorgado por la editorial homónima, uno de los sellos de mayor prestigio en el mundo hispano».

Es que ahora son tenues y casi imperceptibles las diferencias que hay entre un poeta y un cantante maricón. Pues, en ambos prevalecen la verborrea grácil, ligereza y el mal gusto. Con decirles que hasta una caca de perro alcanza la expresión totalizadora del trascendente mérito artístico.

—¿Y qué regolda y perora el cretino presupuestívoro del Jorge Ortega con relación a la «obtención de semejante distinción»?

—A ver, escupe, Lupe.

«Ser finalista único del Premio Hiperión le ha dado a mi trabajo una visibilidad que no hubiera tenido sin este galardón; premios de esta naturaleza, premios trasatlánticos como el Herralde de Anagrama, que recibió Daniel Sada; el Premio Hiperión , en este caso del cual resulté favorecido, no puedo negar que la principal ventaja o el principal privilegio que esto concede, es que la obra de la noche a la mañana adquiere una visibilidad que quizá le hubiera tomado cinco o hasta diez años alcanzarla, esto abre muchas puertas»

Vaya forma de comportarse como todo un mamoncete y escurrirle de la mamadora un rosario de cuchufletas bulcheteras.

—Ay, sí, muge el poetastro, «premios trasatlánticos».

LA PERTINENCIA DEL SERMÓN PAJARONALGONESCO

«Premios trasatlánticos» que para Jean Paul Sartre o Rómulo Gallegos serían ejemplos de la peor basura, y para el batillo se equiparan a un puto «privilegio» o «ventaja», toda vez que por ellos su disparatario protopoético «de la noche a la mañana adquiere una visibilidad que quizá le hubiera tomado cinco o hasta diez años alcanzarla».

—Mejor dicho esa «visibilidad» fue gracias a una nalgona que en calidad de cabildera le ayudó al bato a que le dieran el trofeo cinco vejetes que de seguro ni siquiera leyeron el bodrio.

Un desprecio hacia la verdad histórica: «cinco o hasta diez años» marcan el límite entre la obscuridad y el brillo del sol. A la bastarda de Chimalguacán, la señorita Sor Juana Inés de la Cruz, le pernoctaron sus versos más de doscientos años, hasta que fue rescatada por unos poetas jotitos del siglo XX; Maquiavelo tuvo que ser redescubierto por Fitche; el marqués de Sade por Guillaume Apollinaire y el borracho de don Edgar por Baudelaire. Y hubo hasta quienes se pegaron un plomazo en la tatema para hacerse de la fama que hoy presume el señorito Ortega.

—Es que ahora somos muy veloces.

Y en efecto, los pespuntes de la envergadura triunfal le llegaron al vaporazo y el chaval se ahorró, según berrea, «cinco o hasta diez años». Así, de pronto, en un abrir y cerrar de ojitos lagañosos, la fama le apareció pintada en una de sus nalguitas.

—Bah, puras runflerías.

¿Y sino la hubiera librado en ese tiempo tan preciso? Porque, déjenme decirles, que ese pobre rapaversos ni siquiera es capaz de elaborar una poesía digna de nuestro tiempo, como tampoco puede armar con pertinencia su sermón pajaronalgonesco, menos puede pronosticarle un destino inmediato a las malacancheces que garrapatea. Es más, yo creo que el infeliz ni siquiera sabe qué cosas hará dentro de los siguientes 60 minutos.

—Sin embargo, una pinche bagatela basta para desatar una torrencial baba de faroladas, jactancias y petulancias mamonas.

Leamos otras líneas que efundió la puñetera manita de nuestro ganso del periodismo repetitivo y adulador que ya siente que hasta le arden los tanates de la pura emoción que le causa encomiar al zamugo agraciado.

«Jorge Ortega se ha ganado el reconocimiento internacional por el uso exacto e irónico de versos octosílabos, endecasílabos, alejandrinos; aun cuando hoy en día lo que abunda entre los poetas es el verso libre».

Y a esas rumiaciones se les llama periodismo literario. Sin un pujo de reflexión, y prorrumpiendo mucha ignorancia en cuestiones de crítica literaria, el gacetillero nos sale con la gracejada de que míster Ortega «se ha ganado el reconocimiento internacional por el uso exacto e irónico de versos octosílabos, endecasílabos, alejandrinos». Y ¿qué? Como si versificar fuera cosa del otro mundo.

Ovidio confesaba que cualquier cosa que decía la hablaba en verso.

Hemos de advertir que si el camelo que refiere el periodiquero es el «ábrete-sésamo»de los sulfatos poéticos, con poca confianza y algo de caridad, seguramente el autor de los siguientes versos quedaría por «ipso facto» habilitado para recibir honras y alabanzas, y con «némine discrepanti», o sea, con todos los votos del jurado, hacer que las glándulas semióticas alcancen la cuadratura internacional.

«Ahora si tengo por cierto
que la muerte viene al trote
pues siempre va el zopilote
en pos del caballo muerto».


En el suave retiro del academicismo ostión y bajo el abrigo de la filantropía política —habilitada en beca para payo que no es desarrapado— el Jorge Ortega metió en el molde de la métrica las golillas de sus costuras y retazos polisémicos a la manera de un baratillero neobarroco; y embozado en ese viejo capote salió a vocinglear sus rimas. Tales menudencias apantallaron a ciertos majes que condescendieron a la reverencia, creyendo que los calzones del poeta Ortega eran de holanes con hilos de plata. Gracias al idiotismo duro, de ahí pal real la cosa fue facilona. Y como el bato es muy dado a pedantear, resultó lo que tenía que resultar: los gallináceos comenzaron a oviparar publicidad; quesque el «reconocimiento internacional por el uso exacto e irónico de versos octosílabos, endecasílabos, alejandrinos» y demás antiguallas. Y en el «hic et nuc» el güey tuvo su «in primis» porque «hoy en día lo que abunda entre los poetas es el verso libre».
Para lograr un acertado tino poético no es necesario ceñirse a los dictados de la tradición morfosintáctica y a los esquemas culteranos. El estrofismo rígido representa una limitación y hasta una pinche ucronía. Aunque para un fauto empachado de teoría el afán puede que sea plausible; sin embargo, hoy carece de la eficiencia que antaño tenía, es estorboso, retrogrado y ni siquiera aporta nuevos cánones metodológicos en las estructuras líricas. Por eso se explica que los poetas prefieran mendigar en la pitanza del verso libre. [5]

—¿A quién quiere convencer el gacetillero con tales burradas?; pues, según mis cuentas, sin el canillazo de la mafia literaria el Ortega no hubiera recibido por sus botargas ni un puto premio y seguiría siendo lo que es: un bufón propenso a la milonga, un don nadie.
—Y a esas rumiaciones se le llaman periodismo literario. Joder.

Don Enrique Mendoza Hernández debería saber, primero, que hablar de cosas sin entenderlas es lo que se denomina pedantismo, y quien las habla es un pedante; y, segundo, que en la nómina oficial y extraoficial de los poetas bajacalifornianos no hay ninguno que pueda ser considerado de primer orden en el preclaro lirismo de la poesía für ewig (o sea, para siempre). No hay pruebas manifiestas de que exista una vitalidad poética. [6]
El Jorge Orteguín trae arrastrando los defectos del academicismo ramplón, la cosificación del sentir poético que causan los cursitos de poesía en los talleres literarios; maquila versitos por medio de una técnica esquemática, aparentemente repentina y de toque rápido, arremolinado imágenes en ejercicios de abstracción, de expresionismo intelectual que se pudre en el afán emular las voces de los poetas que propenden siempre a la evasión. No puede sacudirse las telarañas metafísicas de la sensibilidad adiestrada. Su poesía es de alcances meramente escolares, acrítica y distinguidamente aburrida, un refractario de la decorología palabrera y la rancia exquisitez de los modelos literarios importados y de segunda mano. En su producción letrera son muchas las intuiciones suyas que pasan de contrabando al contexto de la poesía sin lograr ser poesía, a lo sumo verbalizaciones sicológicas o epistemológicas que impactan a ciertos melolengos que no saben distinguir qué cosa es poesía y qué cosa no lo es. Por la heterogenia del subjetivismo ya casi no hay capacidad de diferenciación.

—Y mira tú, señor periodiquero, lo que te platicaré. Hará cosa de no pocos años, cuando yo era todavía un niño, jugaba y jugaba a veces con un trompo y en ocasiones seguidas también con un yoyo. A esa edad yo ignoraba que los movimientos del trompo y el yoyo eran unas tautologías, Y ahora que ya lo sé solamente conservo las tautologías.


NOTAS FINALES
[O GÜEVOS DE COCHI]


1.- En «Vertedero de cretinadas», véase también el articulejo «JAIME CHÁIDEZ BONILLA Y JORGE ORTEGA • O LAS ARGAMANCIAS DE LA CULTURILLA LOCA» y «MOMENTOS DE SATRAPÍAS CULTURALES [ALEJANDRO RODRÍGUEZ Y JAIME CHÁIDEZ BONILLA]».
Respecto a la tozuda gacetillera del semanario Zeta, Gabriela Olivares Torres, véase el textículo «DELEITÁNDOSE COMO DUQUESA ASIDUA A CUENTOS COCHINOS • BARATIJAS PERIODÍSTICAS DE GABRIELA OLIVARES»
Para dar constancia de los arrumacos que discursea el señorón Max Mejía en su fanzín «Arte de vivir», véase el articulejo «ALICUIJES DEPENDIENTES DE LA CULTURA OFICIAL»
Con relación al discurso terciado por la directora del semanario «Bitácora», véase el articulejo «ALMA DELIA MARTÍNEZ COBIÁN • CULTUROSOS CONTRA PARROQUIANOS»

2.- En «Vertedero de cretinadas», véase el articulejo «JAIME CHÁIDEZ BONILLA Y JORGE ORTEGA • O LAS ARGAMANCIAS DE LA CULTURILLA LOCA».

3.- Para ahondar un poco más en los menjurjes del gacetillero de nombre Enrique Mendoza, y confirmar de qué modo el batillo palmotea los garlochos de abierta apología de las instituciones de la cultura oficial y sus correspectivos personajes cultureros, remito a los lectores al «Vertedero de cretinadas» intitulado «EL ÁNGEL NORZAGARAY SE LAS VUELVE A TRAGAR ARDIENDO EN UNA ENTREVISTA PALACIEGA».

4.- En «Vertedero de cretinadas», véase el articulejo «JAIME CHÁIDEZ BONILLA Y JORGE ORTEGA • O LAS ARGAMANCIAS DE LA CULTURILLA LOCA».

5.- Para que el gacetillero no ande con vaguedades y se instruya un poquito, cuando su y cuando su salopada parafernalia se lo permita, reproduzco aquí algunos ELEMENTOS FORMALES DE LA VERSIFICACIÓN TRADICIONAL O CLÁSICA, para que alardee con legitimidad y conocimiento de causa.

METRO: medida de un verso en cantidad.
Arte menor: de dos sílabas a 8.
Arte mayor: de más de 9 sílabas.

LICENCIAS POÉTICAS
Sinalefa: vocales finales de una palabra e iniciales de otra formando una silaba.
Hiato: separación de vocales finales e iniciales de palabras.
Sinéresis: se forma un diptongo forzado donde no existe.
Diéresis: se deshace un diptongo formando 2 sílabas.
RIMA: igualdad o semejanza habida entre las ultimas silabas de los versos de un poema.
Consonante: cuando a partir de la última vocal acentuada son iguales tanto las vocales como las consonantes.
Asonante: cuando solo son iguales las vocales de un poema.

RITMO: es el movimiento armónico que existe en el verso.
ESTROFA: unión de varios versos con características determinadas.
de 2 versos:
Pareado.
de 3 versos:
Terceto.
de 4 versos: Cuaderna Vía = 14 sílabas, una sola rima.
Cuarteta = 8 sílabas, rima ABAB.
Serventesio = 11 sílabas, rima ABAB.
Redondilla = 8 sílabas, rima ABBA.
Cuarteto = 11 sílabas, rima ABBA.
de 5 versos:
Quintilla = (8 sílabas).
Quinteto = (11 sílabas).
de 6 versos:
Sextil.
LIRA.
de 7 versos:
Seguidilla.
de 8 versos:
Octava real (11 sílabas) y Octavilla (8 sílabas).
de 10 versos:
Décima.
de 14 versos:
Soneto: distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos, con una rima ABBA los cuartetos y los tercetos al arbitrio del poeta.

6.- Se trata de un padrón dado por las musas en favor de los prominentes y reputados poetas que representan a la poesía de Baja California en los jardines de Parnaso oficial; y la lista corresponde al sitio de internet «Literatura de Baja California», localizable en http://larc.sdsu.edu/baja/index.html.
Véase al respecto «PADRÓN ESTATAL DE POETAS DE LA BAJA CALIFORNIA»

10 de diciembre de 2008

PAULA PEYSERÉ O LA DESINTEGRACIÓN DEL EGO



Discípula de sí

No va a darse por camino diferente al epistolar
el amor de la generación capicúa,
y no va a darse por camino diferente al corporal
el ritmo creciente y desproporcionado del escriba
¿cuán ajena resulta la fuerza literaria
al crecimiento del rubro construcción en Capital?

Creemos que se mueve el ajetreo
de lunes a lunes aunque no llega el paquete
al buzón de la esquina de Manuel Rodríguez.
El cansancio imprime un registro
fotográfico en tu cabeza:
talleres mecánicos, paredes pintadas,
tapas de luz arrancadas para reventa,
basura mal puesta alrededor de la manzana.

-Desde la avenida se veía muy distinto
que desde el puente Juan B. Justo -De un lado
hay planificación de sobras y chapa, del otro
el tránsito es una mancha salvaje

Leemos SABE REÍRSE en la fachada del almacén
y cómo termina la obra:
médanos de arena,
baldes y motores de mezcla trabajan.


Futuro

Se acopla a un Suplemento;
quiere darle el alma al país, porque sí.
Porque mantener viva la llama de la información
es como mantener el deseo. Un matrimonio.
Una bola de nieve.
Se domina una sección para que después
se acaben las armas, los números,
se acaben los tanques en la revista del domingo.

¿Cómo hacer para regularte, hipertensión?
Te desplazás con ese bozal de perro que impone
a diámetro, simétricamente,
medio metro de distancia.

Cuando suena el teléfono
la oficina se transforma en una balsa,
el llano de una ruta de agua: el Quilpo.
Podés ver desnudas
las piernas que te llevan; se articulan con una gracia
animal, naturalmente.
Te trepás al escritorio,
con la palma sobre la frente haciendo techo:
estás interpretando
la llegada de un aliado imaginario.

Paula Peyseré

PAULA PEYSERÉ O LA DESINTEGRACIÓN DEL EGO



Entro a mi casa a los golpes.
La puerta de hierro también se hincha con la humedad.
Escalones, mensajes de teléfono, mandarinas,
toallas, camisetas y medias de invierno
negras y de colores no se mezclen para lavar.
No puedo contar todo el tiempo...
Soy una que ordena. Soy otra que se deja ordenar.
Dorian no se decide a refaccionar la gotera:
parece que algo muy pesado hubiera impactado
en la esquina del techo de nuestro dormitorio.
Una máquina de planeamiento urbano que repite
y repite al gotear

esto ya lo sé, Planeamiento...
lo digo parecido y lo pienso cada vez
sólo un poco diferente, pero es un fondo igual...

La gata busca echarse al lado del artefacto que más calor tire.
Acá me acuerdo de Dorian diciendo con razón
«Hay alguien que da y alguien que recibe».
La gata es del segundo grupo; un escándalo por la mañana
y cuando lueve
su plato de migajas concentra el olor del alimento balanceado.
Para el desayuno, vitamina C. Ácido ascórbico en un pote perfecto.
Si quisiéramos clasificar tornillos, clavos y tacos Fisher
usaríamos estas latas de vitamina vacías. Y al lado de las latas
las bolsas de yamaní, arroz integral, burgol;
fila de los alimentos que llevan
más tiempo del habitual en cocerse.

A la tarde viene un tal Alejandro
a darnos el presupuesto para rehacer el techo del patio.
Policarbonato, chapa plegada;
más de novecientas búsquedas en google;

voy a tener suerte
contra la palabra Techista.
Dorian escribe en rojo, con la palma en diagonal,
como tapando, un diálogo aéreo en este momento con Descalzo.
Está al otro lado de la ciudad leyendo la misma novela en fotocopia
pero aplica la trama de la desintegración del ego, Descalzo.
Multiplica la historia en sus amigos
bajo máscaras de próceres chinos y corsarios recorriendo Europa.
Todos los amigos arriba de una mesa
empuñando varas y palos de escoba.
Dorian escribe «¿Acá me tengo?» en rojo.
Tan corto momento en que presiente
está quedando maldecido por un libro que relata
la obsesión de un tipo que lee.
No avanza ni retrocede porque Maldecido
es el tiempo de las inauguraciones eternas.
Corrige: «Va a salvarnos meter mano a un objeto visible»,
acomodar la falsa escuadra en los estantes que se caen,
remojar el repasador en lavandina.
Delinea una parte de su cuerpo en el aire, con el índice.
Unas alas delanteras irrigando hacia los pectorales,
un hueso que sobresale a la altura del esternón.

Paula Peyseré

PARA ESCRIBIR UN TRATADO ACERCA DEL CULO DEL MUNDO [LA IDEOLOGÍA COMO SISTEMA CULTURAL]


LA IDEOLOGÍA COMO SISTEMA CULTURAL

Desde que finiquitó la inteligibilidad objetiva del estructuralismo, en el entrecruzamiento de lo moderno y lo posmoderno, se relativizaron los fetiches de la historia, se aligeraron los aparatos conceptuales de la crítica y los teóricos se apartaron del estudio de las contradicciones del sistema literario y centraron su atención en los fenómenos particulares de la hegemonía neoliberal (industria del libro, objetos textuales, equidad de género, etcétera); exagerando las particularidades, el arte comenzó a expresar la vivencia del aislamiento y la cultura la heterogeneidad persuadida por las pautas y los roles dominantes de un idealismo disolvedor. Del hecho concreto se desprendió un flagrante fraude culturero asentado en el poder, los elementos de la confrontación quedaron subordinados a los principios conservadores del sistema dominante y a los referentes igualitarios para tratar de subsanar de manera abstracta, es decir, con meras ilusiones, los desequilibrios culturales y las condiciones de desigualdad económica y social. En el acto de los postulados conceptuales la modernización bifurcó los mismas fórmulas que la tradición duplicada; culta y popular, tecnificada y escueta, refinada y vulgar. El corpus ideológico se propaga como la idea de la entonación, como cliché generado desde de la parte superior de la pirámide. Un lenguaje de configuración asimétrica ocupa la posición hegemónica en lo que Bourdieu llamaba el «campo» o «contexto»; el mito local se fetichiza en un símbolo de universalidad, la parte como el todo: un mismo sentimiento se amolda y se expresa en el conjunto general simbolizado.

—Contextualización global de la idea particular del grupo dominante.
—La globabalización se ha construido con retazos y prestamos simbólicos.

Los grandes exponentes no han sido los filósofos, sino los novelistas poetas. O mejor dicho, los literatos que se creen filósofos.La crítica literaria se ha politizado, las «desviaciones» de los escritores marcan el rumbo de las valoraciones estéticas y la censura es sinónimo de empresa editorial o asunto de los medios de difusión. En un ámbito culturalmente corrompido y atestado de estupidización banal, el triunfo político es un triunfo literario; y es el destino que saca al escritor del anonimato público, sin que importe ya la integridad intelectual o la calidad artística de la obra. A partir del momento histórico que Ángel Rama denominaba «reconstrucción de la retórica», el concepto de ideología se abrió a nuevas formas superestructura les. Se establece la ambigüedad del discurso y la realidad deja de ser natural y objetiva porque la determina la técnica literaria. La sociedad clasista es morfológicamente un modelo cultural y el arte un ejercicio de control social, una confusión de caracteres, de repetición de fantasmas de telepantalla.
Induciendo al consumo de bienes culturales, se parte de la convicción de que la literatura es ahora más chingona; y, a contrapelo de lo que sucedía en otros tiempos, el arte se privilegia como producto de mercado y el canon literario se postula desde la industria editorial. La literatura se contiene en un desaforado discurso —pobre, maltrecho e incoherente— en el que se habla de todo y de nada al mismo tiempo. O sea, la literatura como apéndice de lo que ayer fue literatura. El castigo para el literato es una colectividad analfabestia, una gran masa de apáticos no-lectores y un yermo de ágrafos. Y la única regresión al pasado clásico, como los «post-arieles» de Enrique Rodó, es la gran cultura del gran privilegio; el gran gusto de la pequeña burguesía hacia los superdotados de la aristarquía seudoliteraria de los supuestos genios de chafetán.
La «regeneración espiritual» de la literatura se subsume en un medio funcionalista para ilustrar a la masa de ignorantes pelados y en una estrategia publicitaria para escalar niveles sociales y distinción egocéntrica. Cultura que se disfruta como un privilegio, pero que —como decía el máster Aníbal Ponce— envilece tanto como el oro. Más que en una individualización creadora, las transformaciones del sistema literario encuentran su explicación en factores sociales, económicos y políticos; en la secuencial línea cronológica de los asuntos de la hegemonía cultural, más que en la genialidad estética. Lo que prevalece es un elitismo homogéneo de difusión masiva y las pocas innovaciones que se proclaman en el enorme arquetipo de las letras se deben a una fractura de los códigos de la escritura y a la ingenuidad de la fantasía. Todo lo demás constituye una excrecencia intelectualoide en las nuevas formas de expresión artística y un academicismo obsoleto aún no superado en las nociones teóricas del arte y la cultura. El imaginario poder de las palabras se ha instrumentalizado en un «constructo» de hipertextualismo deficiente y epizótico que ya no relaciona los hechos literarios con los momentos del tiempo presente.
Del textualismo palabrero y mamón se mofaba con angustia Karl Krauss a través de sus aforismos: «he tenido una visión terrible: veía yo como un léxico de conversación iba hacia un erudito y se ponía a abrirlo y hojearlo».
En lo que se refiere a la estructura mental en la que se copa la «visión de mundo» como abolición de la historia, y extendida tal noción hacia el ámbito de lo literario, en sus equivalencias cosmogónicas, filosóficas y sociológicas, el escritor narra y relata su historia ficcionada, asignándole a las palabras sus modos de resistencia o asimilación ante la lógica dominante y las valores hegemónicos de los procesos socioculturales que se exigen por tradición de sometimiento o conformidad con las directrices oficiales de la cultura. Los poetas raramente vinculan la poesía con sus agendas de vida diría. Por lo regular, ni los hipocambos de la lírica les funcionan, pues la mayoría ni siquiera sabe qué cosa es poesía y qué cosa no lo es. Al firmar que existe apertura en el modelismo culturero, claramente se demuestra que ocurre lo contrario, el empeño que la oligarquía dominante impone para aniquilar todo intento de intervención colectiva en las faenas artísticas; los estratos populares son relegados a las condiciones materiales y espirituales de la quintaesencia que les corresponde, es decir, a su pobreza total. Quimérica democracia convencional donde se permiten por un instante ser caballeros del pueblo, pero luego de una exhibición esnobista, y en cuanto el interventor oficial enardece sus sentidos, se ha de retachar a la cuadrilla clasemediera. Huecas voces en el trasplante de las consignas oficiales del poder cultural, donde la conciencia de la posición social siempre está en primer término. La nequicia de la supervisión depende entonces de los estilos de hacer arte y el eje referencial estriba en escamotear la expansión de la cultura y distribuirla sólo en fragmentos, en particularidades del cliché monolítico, de la endogámica mentira.
No hay fecundidad histórico-cultural, solamente individualismo de cofradías, ebullición momentánea de grupúsculos asilados sin trascendencia ni aportación en los procesos sociales y estéticos; inconsecuencia de literatos que quieren superar el presente con los ojos volteando hacia el pasado; hierocracia pedante de poetastros, adscritos a herméticos cenáculos cuyos versitos, tautológicos, copiones y de poco ingenio, apestan a retórica desfasada y vetusta cursilería. Y así se reactivan sus aflicciones, sin sustancia lírica en las entrañas y en un quehacer que concibe la literatura como objeto de veneración fetichista y no como forma plausible de expresión, conocimiento y reflexión estética. La mayoría de quienes han sido llamados a parir versitos, son precisamente los que han desacreditado la poesía; y creen que estimulando la irracionalidad se llega a ser poeta.

—Cursi lirismo «chef d’ouvre», excrecencia que se pretenden elevar a la categoría de la obra maestra.

Y con tal jodidez se malvalora cualquier fregadera como si en verdad fueran objetos de artes, pues ya queda nada qué hacer en el mundo por la estética. Ante el desbarajuste de la crisis y degradación de la cultura, la entelequia de la vida artística está cumplida y los literatos andan enloquecidos como cangrejos sin tenazas.

—Ya veremos cuáles habrán de ser sus grandes aportaciones literarias.

Nomás falta que en su hipostasiado idealismo culturero escriban un tratado acerca del culo del mundo.

ALIANZA PARA LA SEGURIDAD Y OTRAS MENTECATECES



Los victimarios ahora se dicen víctimas y oficialmente se han puesto al servicio de la lucha contra la peste que días antes ayudaran a difundir entre cuchareros, pillos y socuchos de la última broza; y no les extrañe que además manifiesten responsabilidad ciudadana como buenos pedagogos de la moral y las buenas costumbres, cuando en un pasado no muy mediato aleteaban la leperada, el sahumerio con olor a mota y hasta estornudaban por el trasero.

—¡Qué barbaridad!; ¿quién les aliviará el lastre?
—Qué años tan felices eran aquellos.
—Ya ni siquiera se puede fomentar el turismo de a dólar.

La erección de los personajes que roban y matan; secuestran y trafican droga. Semejante destino está abierto a quienquiera mejor plato de comida y ropa de marca.

—Caballeros dicen que no, caballeros dicen que sí.

El gobierno no tiene voluntad política para erradicar o inhibir las acciones criminales. A ver, ¿porqué no comienza por prepararles carracas a Mario Marín, a Ulises Ruiz y a los hijastros de Vicente Fox?
En la Baja California se chapotea en los mismos lodazales, pues el virrey Guadalupe Osuna Millán simula que arrecia dura faena en contra de las bandas delictivas, pero en realidad no mueve ni el dedo meñique porque —y esto lo saben hasta los espíritus más comunes, como dijera el Dante Alighieri— su compromiso no es con el pueblo, sino con los capos que, a cambio de recibir concesión de plaza, le patrocinaron la campaña política durante los lindes en que se candidateaba como aspirante a desgobernador del estado. Y ahora que ya no puede deslindarse no le queda otra que demagogiar con la celebrada «Alianza por la Seguridad» y suscribir mentecateces como el mentado «Convenio por la Seguridad, la Justicia y la Convivencia Social en Baja California».

—O sea que la señora Penélope nos quiere hacer creer que ya no teje para su Ulises.

Solamente los rehenes de la estupidez pueden darle credibilidad a la runflería llamada «Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad» y que, sin una pizca de calidad moral, Felipe Calderón Hinojosa alza como su principal banderita.

—Eso ya es burla o nequicia.

Los planes y programas para hacerle frente a las mafias paramilitarizadas son garridas transverberaciones de pantalla; se encubre la función real del control mediatizado con discursos oficiales, plagados de contradicciones y mentiras. Pero de una u otra forma los trapitos siempre salen a la colada.
Y los borregazos no son infundados, pues hay una oculta complicidad gubernamental en los negocios delictivos. «Los dirigentes e integrantes de los cárteles —escribe Marta Lamas— han tejido alianzas familiares y económicas, que se han traducido, por un lado, en una fuerte corrupción de funcionarios y de ciertos mandos de las fuerzas armadas y de la policía, y por el otro, en una bonanza económica en distintas poblaciones, muchas de ellas olvidadas por el gobierno. (sic) Hablar de “guerra contra las drogas” es pura retórica política para intentar calmar la angustia e impotencia que siente la ciudadanía» [Mi guerra perdida, Proceso #1666, 5 de octubre de 2008].
¿Quién no recuerda al general Jesús Gutiérrez Rebollo?, el excomisionado del desaparecido Instituto Nacional para el Combate a las Drogas (INCD) que le voltearon el chirrión, y lo refundieron en la cárcel de Almoloya de Juárez, porque investigaba a generales de la SEDENA que estaban involucrados en el narcotráfico, y además solapados y protegidos por el entonces presidente Ernesto Zedillo. Y ya que hablamos de don Neto, saquemos a flote los antecedentes de oprobio de su señor suegro, Fernando Velasco, a quien la DEA lo vinculaba con los hermanos Amezcua, conocidos en su natal Colima como «los reyes de la efedrina». Inmersos en la complicidad de los trasiegos del narco y el lavado de dinero, son innumerables los personajes y prohombres que se pueden mencionar como florecitas de ojal; digamos que un Raúl Salinas de Gortari, un Diego Fernández de Cevallos, un Lázaro Cárdenas Batel, un Eduardo Bours Castelo, o los panistas embarrados con el empresario metanfetaminero Zhenli Ye Gon en blanqueos de capitales.
Lo anterior sin omitir a los altos mandos de la extinta Dirección Federal de Seguridad, protegiendo a mañosos como Rafael Caro Quintero, Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca, quienes portaban credenciales de agentes en activo al servicio de dicha institución. Y si de ominosa injerencia se trata la cosa, cabe destacar aquí a Ismael Zambada, quien —como dice Ricardo Ravelo— «ha mostrado su poderío y su capacidad de infiltrarse crecientemente en las instituciones durante los sexenios de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón: más de 35 agentes del Ministerio Público Federal adscritos a la SIEDO eran sus empleados, y cada uno recibía entre 350 y 400 mil dólares mensuales por filtrarle información sobre expedientes consignados y averiguaciones previas en curso contra miembros de su organización» [Vínculos García Luna-“El Mayo”, Proceso #1672, 16 de noviembre de 2008].
Asimismo, Ricardo Ravelo, en un artículo titulado «Hasta lo más alto...» (Proceso #1670, 2 de noviembre de 2008), refiere que «policías federales, particularmente de la Agencia Federal de Investigación (AFI), acusan a García Luna de estar coludido con el cártel de Sinaloa desde el sexenio pasado, cuando fungía como director de la AFI».

—Y Felipe Calderón no dice ni pío ni miau.

«Los señalamientos de que García Luna sirve a los intereses del narco —agrega Ravelo— han surgido por varias vías, pero de nada han servido pues él sigue en el cargo, a pesar de todo». O sea, a pesar de que ni los guachos ni el clero lo tragan como titular de la PFP. En su libro «Los cómplices del presidente», así lo apuntala Anabel Hernández: «El nombramiento de Genaro García Luna no sólo no fue bienvenido por el Ejército y la Iglesia, sino por los narcotraficantes rivales del cártel de Sinaloa».
Como dijera alguna vez don Cantinflas, en la mendacidad moral, en el cinismo desbozalado, en la impunidad y en las promesas chinas de las mediocres criaturas políticas que tienen la gloriosa deshonra de desgobernar la «societas rerum» está el detalle.
Ahora, qué le puede importar a Felipe Calderón tener en su gabinete de gobierno a un malandrinazo de la talla de Genaro García Luna, si el 95 por ciento de los delitos cometidos en México quedan impunes de castigo; y considerando que la mayoría de esos actos delictivos son cometidos por agentes o exagentes de las corporaciones policíacas, entonces el asunto del contubernio y las licenciosas conexiones de don Genaro con la mafia trafiquera son solamente ligerezas que se aceptan sin chistar, defectillos que cualquiera pueda cargar en su existencia.

5 de diciembre de 2008

CRIMEN Y ASESINATO COMO ANTITÉTICOS SOUVENIRS


CRIMEN Y ASESINATO COMO ANTITÉTICOS SOUVENIRS
[O MANGUEREANDO LAS UTOPÍAS CON LA VIOLENCIA]



«El esfuerzo por adquirir poderío social aniquila todo sentimiento de comunidad... Lo que persiste es la sociedad clasista. Cada vez que los desposeídos recapacitan sobre su ser más íntimo y genuino, sus reflexiones llevan a la sublevación y rebeldía contra esta ordenación social. Los abandonados, prostitutas, rufianes, ladrones, malhechores, pervertidos, suicidas, todos los que intentan rehusar acatamiento a esta comunidad, pagan su defección, su rebeldía, su hostilidad a ella con la propia ruina».

Otto Rühle, El niño proletario


LA PARTERA DE LA HISTORIA Y EL CAPITALISMO POSMODERNO

La formación antagónica de la historia aborta sus engendros, lacras y contradicciones. La escalada de actos delincuenciales, la impactante violencia criminal, el resquebrajamiento de los valores éticos, el temor traumático y el artero egoísmo, entre otras calamidades, conforman una respuesta de superación negativa a las sucesivas y ciclotímicas crisis del llamado capitalismo posmoderno. El capital —dice Marx— es la potencia e económica de la sociedad burguesa que lo domina todo. Opresión y explotación, superabundancia y pauperismo; y las clases, estamentos y grupos, corrompidos moral y socialmente. Concretamente, refiere Rubén Zardoya Loureda, «el capitalismo sigue siendo el régimen de la esclavitud asalariada y de la marginación social, de la sumisión de la sociedad y los individuos a las leyes de la producción de plusvalía; sigue siendo la forma de organización de las relaciones entre los hombres que se construye sobre la contradicción flagrante entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación; el espacio de la concentración y centralización progresiva de la riqueza, la propiedad y el poder; de la reproducción cada vez ampliada del Estado como una maquinaria de violencia material y espiritual sobre los seres humanos, acorazada (invirtamos la expresión gramsciana) de hegemonía cultural e ideológica; de la igualdad formal ante la ley de grupos sociales e individuos profundamente desiguales por su posición en el sistema de la producción social y las formas y cuotas de apropiación de la riqueza; de la conversión de los productos de la actividad en fuerzas hostiles e incontrolables que oprimen a sus propios productores» [Rubén Zardoya Loureda, Gramsci y el capitalismo contemporáneo].
Siguiendo a Gramsci, cabe decir que la «tranquilidad interna», o sea, «el grado y la intensidad de la función hegemónica de la clase dirigente», se ha convertido en un bramido de miedo, cólera e impotencia. Después de unos tantos centenares de cadáveres triturados, hasta ahora el carnicero se ha dado cuenta que el molino de carne que manipulaba es una máquina infernal que escupe plomo y corta cabezas. Los victimarios ahora se dicen víctimas y oficialmente se han puesto al servicio de la lucha contra la peste que días antes ayudaran a difundir; y manifiestan su responsabilidad ciudadana como buenos pedagogos de la moral y las buenas costumbres.

—¡Qué barbaridad! Ya ni siquiera se puede fomentar el turismo de a dólar.
—Qué años tan felices eran aquellos.

Se anuncia la ornamentación del crimen en el opaco aparato de gobierno federal, estatal y municipal. El estucado de la desesperación y el olor a agonía. Las pudientes familias trasladan sus residencias y el crimen y la violencia tienen que hacerlo a uno productivo, aunque se pierda la sensibilidad y la fantasía. Las cosas son perecederas, la vida circunstancial y la sociedad burguesa se compone por dos tipos de personas; las que dicen que en alguna parte se ha acabado con un picadero o una tiendita, y los que se lamentan por haberse enterado demasiado tarde de la dirección de tales puchaderos. Y «esta clasificación —como dijera Karl Krauss— tiene la ventaja de que se realiza también en una misma persona, al no ser en esto decisivo el hecho de que sea contradictoria la manera de ver las cosas, sino sólo las circunstancias y consideraciones del momento. a la hora de elegir un punto de vista u otro» [Moralidad y criminalidad].
En México el advenimiento de los sucesos delincuenciales, estrechamente ligados a acciones violentas de gran proporción, se agudiza como fenómeno sociopolítico a partir del salinato, es decir, en el momento histórico de su inserción al mundo globalizado; y que además coincide con la efervescencia de las pandillas o gangas en los Estados Unidos, particularmente en estados como California, donde existe un población latina muy abundante. En su vitrina bloguera, el máster Carlos López Dzur cita los datos que proporciona Alejandro A. Tagliavini en su artículo «Las pandillas latinas en Estados Unidos», y concuerda con el investigador al indicar que a mediados de los años ochenta en Los Ángeles... grupos norteamericanos como los Creeps and Blood comenzaron a atacar a los inmigrantes mexicanos, quienes decidieron crear sus propias pandillas. Es la fecha en que las pandillas mexicanas / hispánicas / se declaran abiertamente criminales. Años antes funcionaban como palomillas y organizaciones de acción social». En los Estados Unidos a los latinos se les atribuye la responsabilidad de actos criminales en contra de los negros, pero la verdad es otra, como refiere López Dzur al señalar el montaje de ese simulacro de opinión. «Históricamente, quienes más daño, agresiones y muertes, han cometido contra los afroamericanos son los blancos con sus agendas racistas. Estas acciones son la fuente instructora y oculta del pandillismo y la criminalidad que se condonan a sí mismos estas mentes criminales» [Carlos López Dzur, La juventud como víctima, La Naranja, 20 de junio de 2008, ocnaranja.blogspot.com].
La violencia se ha convertido en una causa de sí misma y la intervención selectiva del estado sólo representa para las bandas y organizaciones criminales una restricción eventual que ha causado dispersiones y reacomodos, pero no su eliminación o expugnación. ¿Porqué? Por la sencilla razón de que los malandros —de bajo y alto rango— acreditaron sus señoríos vinculándose a las estructuras del poder político, descollándose además, con la profusión de los billetes sucios y fortunas malhabidas, como socios inversores de los reputados miembros de las confederaciones patronales y gremios empresariales. Mientras tanto, el grueso de la pequeña burguesía se ha tirado de cuclillas a lamberle las botas a la soldadesca y ruega por la militarización de su terruño para que se violen las mismas leyes que se supone se deben de respetar.

—Más perjuicios para la jericaya popular.

Junto al vacío de poder que existe, concurren y se agregan los desbarajustes de la ineficiencia, la corrupción y lo estúpidos despilfarros, los atropellos de la impunidad y la abyecta complicidad entre autoridades, las gavillas de secuestradores, sicarios, lavadores de dinero y narcotraficantes. «Podría decirse —señala Gramsci— que cuanto más fuerte es la policía política y en general la policía, tanto más débil es el ejercito, y cuanto más débil (o sea, relativamente inútil) la policía, tanto más fuerte es el ejercito» [Cuadernos de la cárcel, libro III].
Doña Vianka Santana refiere que en la «dinámica de ejecuciones, balaceras, secuestros y ajustes de cuentas» cualquiera se puede morir en el intento de ser poeta. «Los encabezados de los diarios y las primeras planas día a día llevan la cuenta acuciosa de los ejecutados, los entambados, decapitados, los asesinados a sangre fría ya no sólo en la periferia de la ciudad o al cobijo de la noche y la desolada madrugada, sino en las plazas comerciales, zonas escolares, las principales vialidades, y donde incluso las salas de cine se han vuelto escenario del despliegue ostentoso —y cada vez más cínico— alarde de impunidad de las fuerzas del crimen organizado» [La creación artística en los tiempos de indiferencia, gacetilla de El Mexicano, 9 de noviembre de 2008].
El 5 de febrero de 1924, con anticipado vaticinio, Richard Lansing, secretario de estado del gobierno norteamericano, escribió en su diario la desvaída situación de desgobierno que hoy hacen hogaño los desenvueltos y temerarios churumos del crimen organizado y desorganizado: «México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar a un sólo hombre, el presidente».

HAY QUE CALENTAR LA HORNILLA ANTES DE HACERLA ESTALLAR

Muchos caraduras hablan de la violencia y la criminalidad como si tales fenómenos derivaran de fuentes ajenas al sistema que los ha engendrado; como si se trataran de monstruosos inventos, creados por seres que no tienen pinta ni vela en los entierros del conglomerado social.

— Si hasta los dioses se alimentaban con sangre.
—Y Octavio Paz decía que la vida se prolonga en la muerte.
—Y los ilustrados monjes de la cristiandad decían que la muerte es la puerta para entrar al reino de los cielos.

Las antípodas de las contradicciones y conflictos que dan origen a los acicates de la violencia también se explican por los alcances simbólicos que tienen desde los «mass-media» como categorías amorfas de la cultura visual. Por ejemplo, si «Bob Esponja» es la encarnación del chamaco «lúser», carismático pero estúpido; y si el jilguero es símbolo de la pena y el sufrimiento, entonces ¿qué representa para los chalinos y mangueras el emblema seudomítico de Jesús Malverde colgado del cuello?; o bien, ¿qué influjo de identidad representa la imagen en forma de equis de dos metralletas AK-27 en la hebilla de un cinto pitiado o en una camisa chera?
El máster Dzur advierte cómo y dónde se indigesta la idiosincrasia para concebir el crimen y la violencia como fenómenos cotidianos. «La esencia de las historias e imágenes que la televisión y el cine patrocina (que son esencialmente mensajes de codicia, celos, ambiciones incoherentes, deslealtad, individualismo y violencia emocional) se traducen en la vida real en violencia real: asesinato, robo, pánico, etc. Los mensajes de gratificación son el sexo y el dinero. A principios de los '90, si se encuesta a la gente en cuanto a qué contenido le parecería el más indeseable o problemático en una película que viese en el cine o la TV, posiblemente, el 44% diría la violencia, frente al sexo explícito (18%). Hoy por hoy, hay menos sensibilidad. Ser listo e inteligente es no extrañarse de nada. La sociedad es más violenta y los valores han sido transvalorados. Se vale el morbo. Que su imagen visual sustituya al lenguaje porque, en ese mundo de percepciones, la realidad no existe. Un estudio de expertos en violencia juvenil explica: ‘Los niños expuestos a la violencia virtual de los medios electrónicos son más propensos a creer que la violencia es un buen medio para resolver conflictos interpersonales. Ellos también son más propensos a creer que el mundo es peligroso y malo y juzgar las situaciones ambiguas como amenazantes... Cálculos aproximados indican que en promedio el niño y el adolescente estadounidense observa más de 10,000 asesinatos, ultrajes sexuales y asaltos por año en la televisión. Esto es un promedio de 24 actos de violencia por día. Los medios hacen de la violencia un lugar común’» [Carlos López Dzur, La juventud como víctima, La Naranja, 20 de junio de 2008, ocnaranja.blogspot.com].
En el plano de los contrapesos de soberanía y consenso, el estado —como órgano de control social y jurídico— tiene asignada una hegemonía que se bifurca en poder persuasivo y disuasivo; detenta precisamente el monopolio legal de la violencia, es decir, es titular de la coerción que aplica sobre un territorio determinado, y a través del ejército y la policía, o sea, un «grupo de hombres especializados en el empleo de la represión», como anotara Engels.
Con relación a las organizaciones criminales, bandas delincuenciales y cárteles de narcotraficantes, los medios de coerción estatal no parecen cumplir con el axioma regulador. El fenómeno de la criminalidad no puede considerarse como un problema marginal. Los grupos delictivos operan impunemente al margen de toda acción punitiva y sustrayéndose de la coerción persecutoria del aparato represivo. Del ineficaz resultado parece deducirse una protección o, bien, una alianza del gobierno y las corporaciones criminales. Entre 1920 y 1922, Gramsci fue testigo presencial de un caso de asimetría similar en Italia, cuando los «squadristi», pandillas paramilitares fascistas, saqueaban y asaltaban con la anuencia de la policía (pero sólo a la gente y bienes del proletariado). Gramsci consignó los hechos en sus cuadernos: «En la luchas actuales, ocurre con frecuencia que una máquina estatal debilitada es como un ejército que vacila: los comandos o las organizaciones armadas privadas, entran en el campo de batalla para realizar dos tareas —utilizar la ilegalidad mientras el estado parece permanecer dentro de la legalidad, y de este modo reorganizar el estado mismo» » [Cuadernos de la cárcel, libro I]. Gramsci explica las razones de la avenencia y laxitud del orden político estatal: «No podía haber “guerra civil” alguna entre el estado y el movimiento, solamente una acción violenta esporádica para modificar la dirección del estado y reformar su aparato administrativo. En la lucha de guerrillas civil, el movimiento fascista no estaba contra el estado, sino aliado con él» » [Cuadernos de la cárcel, libro II].
En el poder acarreador de la muerte, ¿quién lleva la voz cantante de la guerra, el terrorismo, la violencia, el asesinato y demás atrocidades? Sabemos quien recibe el sebo derretido de las veladoras, pero no precisamos con certeza al dueño de la culpa; porque —como le comentaba Kafka a Janouch— aunque sepamos que «el hombre gordo domina al pobre en el marco de un sistema determinado. Pero él no es el sistema en sí. Ni siquiera es él un dominador. Al contrario: el hombre gordo lleva también cadenas... El capitalismo es un sistema de dependencias, que van de dentro para afuera, de fuera para dentro, de arriba para abajo y de abajo para arriba. Todo es en é dependiente, todo está encadenado. El capitalismo es un estadio del mundo y del alma...».
Buscando la simpatía del hombre de la calle, el gobierno presume que arresta y persigue a los responsables del crimen organizado, pero todo es un blof. Las autoridades son corruptas y oportunistas; y, por ende, sus representantes son tontos, sobornables, solapadores y hasta cómplices de la delincuencia. Además, considérese que «jamás un bribón hace la guerra a otro bribón», como decía don Francisco Zarco. Así que esa lucha es infectiva, estéril y vana. Ambas partes son una unidad cosificada, cuajada en lo personal y colectivo por poderes abusivos que vuelcan lo negativo en positivo y viceversa. Y si se desmascaran las bribonadas es porque hay conflictos de intereses particulares, falta de concordancia en algunos métodos o desenfrenos de alebrestados que no se han podido domar por medios austeros y persuasivos. Y, si ahora, presidentes, gobernadores y secretarios de estado han dicho que es indispensable limpiar la mugre del establo, lo cual es totalmente ajeno a la justicia y seguridad para el pueblo llano, no hay que fiarse mucho de lo que vociferen, se trata de la acostumbrada demagogia, repulsiva y degenerada como el fenómeno que dicen que quieren combatir.

EN UN ASESINO SISTEMA SOCIAL LAS COSAS SE HACEN ASESINAS

Aunque en principio suele ser triste y repugnante, la esencia metafísica que subyace en el acto criminal se disuelve en la rutina social y desemboca en una tesis de poder que subvierte la moral burguesa. No es una suerte de «weltanschauung», pero su aplicación práctica destruye valores (y su reacción es rápida si son los chalinos o los mangueras quienes le den pábulo). Sus efectos síquicos se trasladan al proceso social para encontrar fundamento y justificación en cuestiones muy prácticas y concretas, es decir, objetivos inmediatos que revisten el carácter de crimen organizado o desorganizado.
Si dos fulanos «A» y «B» carecen de empleo, están en la vil ruina y no tienen expectativas laborales en la estructura formal de las relaciones sociales de trabajo; uno podrá resignarse a no robar, a no secuestrar o no despachar a un tercero a la tumba; en cambio, el otro quebrantará la ley y cometerá delito. Aunque la voluntariedad del segundo repugne, su intención es más firme y de mayor energía para afrontar la vida que la del segundo, que sin chistar se queda en el miserable atolladero que la moral burguesa le ha reservado y que de nada sirven para satisfacer sus necesidades más elementales. Y aquí sale a colación Wilhelm Reich cuando decía que «todo lo que actualmente se llama moral o ética esta, sin excepciona, al servicio de la opresión de la humanidad trabajadora».
Al rato —cuando más vivos queden reducidos en muertos— el crimen (como sinónimo de homicidio o dolosa privación de la vida) tal vez no pierda su tipicidad de acción u omisión antijurídica y sancionada por el «ius puniendi», pero sí su carácter refractario de «causa eventual», desposeyéndose tanto el asesino y su comisión homicida del rasgo de ser un «un hecho excepcional» de la existencia cotidiana; o sea, de esa «situación» a la que Raymond Chandler en su literatura negra, metafóricamente, la comparaba con «una papa de cuatro kilos o un ternero con dos cabezas», mientras apuntalaba en su novela «Un largo adiós» la metafísica del acto criminal como inmanencia del mal:
«Un asesino es siempre irreal en cuanto uno sabe que es un asesino. Hay gente que mata por odio, o miedo o codicia. Están los asesinos astutos que planean y esperan salir bien. Están los asesinos violentos que no piensan en nada. Y están los asesinos enamorados de la muerte, para quienes el asesinato es una clase de suicidio remoto. En cierto sentido, todos son insanos...».

—Todos son insanos... Hasta el mismísimo Salvador Díaz Mirón.

Si el pesimismo cósmico ya no se cura con la homologación de las catáforas epizóticas de la blenorragia, y en sus afiebrados cerebros se están muriendo las ilusiones, entonces pídanle a la ciudad les ayude a soñar sus pesadillas; y que siga con sus troquelados ritmos fronterizos y desenfrenos binacionales, que al cabo ningún matón es superior al incestuoso Caín, al negro Otelo, al esperpéntico Freddy Krugar o al borracho Constantino.

—Por lo pronto, ai se las van dando con las personas que están compartiendo sus corazoncitos.

3 de diciembre de 2008

CHINCHINA POPULAR Y PROBLEMAS CULTUREROS



Los problemas culturales que ocurren en la conciencia y el entorno de las clases pobres, marginadas, paupérrimas y miserables de las sociedades latinoamericanas, y en las que el grueso de la población se constituye por mestizos e indígenas, son cuestiones centrales en los —hoy de moda— estudios culturales. Y no está de más decir que dicha labor académica se disfraza como lucha literaria desde las entrañas de la burocracia político cultural. Y vaya manera de incursionar en las insensateces y los cretinismos. Fingiendo que promueven el bienestar cultural para las clases desposeídas, y abogando fórmulas y recetas totalmente erróneas, cuando no ridículas y disparatadas, olvidan la verdad artística (o sea, histórica) y en sus conclusiones no ofrecen nada que no sea una actividad “cultural” de güevonería intelectual encaminada a matar el tiempo y a desmoralizar a la plebe que quiere organizar su vida en alternancia con una evolución cultural. Futilezas y más futilezas en íntima relación con la subcultura chatarra. Esa es la lógica cultural del capitalismo tardío, como dice Fredric Jameson. Pero, como sentencia un teórico renuente a renunciar al marxismo, lo que hace falta ante esta confusión degradante, es un desafío directo al orden existente en la política y en el arte, una verdadera rendición del mundo por medio de cualquier modo formal que el artista disponga. Esto significa, en primer lugar, vencer la crisis actual que existe en la perspectiva artística.

LA PEQUEÑA BURGUESÍA DEL YETZET CULTURERO



LA PEQUEÑA BURGUESÍA DEL YETZET CULTURERO


«El pequeñoburgués no puede salirse de sí mismo, comprenderse a sí mismo, igual que el imbécil no puede comprender que es imbécil (sin demostrar de esa manera que es un hombre inteligente), por lo que son imbéciles aquellos que no saben que lo son y son pequeñoburgueses los filisteos que no saben que lo son».

Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel


En 1924, durante la crisis política producida por el asesinato de Matteotti, Grasmci analizó los síntomas de la impotencia de la pequeña burguesía para enfrentar el fascismo y que se manifestaban en falsos quejumbros, muy útiles para usufructuar delicadas y graves situaciones. «Se trata en sustancia de un grupo de aprovechados no menos nefastos que los otros, que bajo la máscara de la indignación (…) y en nombre de la "justicia", van hacia el abordaje de las cajas del Estado. El momento es bueno, y naturalmente no hay que dejarlo escapar» [La crisis de la pequeña burguesía].

—Ah, y cuando fingen indignarse hasta se portan como si fueran gitanas legítimas.
—Señoritos de mierda que salen a darse baños de pueblo, restregándole al desmesurado espíritu la unción de la ignorancia y la plañidera cursilería.

Con el devenir histórico y los nuevos trasiegos de la vida, esos escombros mentales han adquirido tonalidades de imagen artística y propiedades de inicua propaganda; símbolos que todavía llevan implícitas la marcas del lloriqueo y las ganancia que les reportan a los hatillos de peregrinadores clasemedieros que se hacen llamar «opinión pública» y en su peor desfachatez “sociedad civil”. Pero lo cierto es que se trata de «la pequeña burguesía y en parte a aquellas capas de la burguesía que, viviendo al margen de la plutocracia dominante, padecen en parte las consecuencias de su predominio absoluto y aplastante en la vida económica y financiera del país» [La crisis de la pequeña burguesía].
Pareciera que la pequeña burguesía no tiene modo de superarse. Sus miembros se creen muy supersensibles cuando hacen ruido con sus trompetas y falsean deliberadamente su nihilismo, pavoneándose en la protesta como descarados esnobistas. Son como los monos enjaulados que buscan encontrar la salida para hacerse hombres; no quieren libertad, solamente una salida, sea hacia la derecha o la izquierda; por donde esté no importa. En el ambiente del «yetzet» culturero aparecen como tipos solidarios que luchan en abstracto por las causas sociales en favor de los pránganas; pero lo hacen sin conciencia de clase, dada su condición clasemediera.

—¿Y qué sucedió con aquella intelectualidad de la izquierda sesentaiochera y setentera que bramaba consignas muy «progress» y anhelaba dar el leninista «salto cualitativo»?
—Pues viraron sus canturreos subversivos, aclimatándose al evangelio neoliberal que empezaba a hacer estragos pasados los años.

Y a partir de esa derrota o seducción, sus «elaboraciones» teóricas se deconstruyeron y «comenzaron a ser producidas en relación y en concordancia con la clase dominante (…) que los nutre y los mantiene luego de haberlos apaleado a su gusto. A pesar de que su discurso representaba aparentemente una trasgresión al orden neocolonial, la clase dominante los conquistó, los sedujo y corrompió de mil maneras y convirtió el discurso de la trasgresión izquierdista en uno de legitimación del orden neoliberal: se les permitió que lo expresasen de manera discursiva, mas no se aceptó que lo convirtiesen en acción transformadora de la realidad» [Mario Sanoja Obediente e Iraida Vargas-Arenas, El fascismo y la vieja intelectualidad venezolana, en Voltaire, Red de Prensa, 22 de septiembre de 2004].

—En cualquier parte todo sigue siendo agua de borrajas.

Tanto en el aspecto socioeconómico y en su dinámica culturosa, la pequeña burguesía se haya condicionado porque así conviene a sus intereses materiales e ideológicos, por una parte, por la política cultural del oficialismo institucional, inducida por la dádiva, la artificiosa promoción mediática y el cuatachismo; y, por la otra, en razón de la incapacidad de lograr por méritos propios abrirse como grupo independiente y proyectarse mas allá de la periferia por medio de sus talentos y virtudes. Su actividad no relumbraría —ni la pueden llevar a cabo— sin la ayuda y colaboración de las instituciones culturales y de sectores dominantes de la iniciativa privada (Conaculta, Coca Cola, Televisa, etc). Sólo así son capaces de hacer ruido y sentirse los protagonistas del ilusorio auge cultural que vive la frontera norte de México, un espejismo que consideran una hecho cierto, sin darse cuenta que se trata de una engañifa más de la oligarquía que detenta y controla rumbos de la cosa pública; y que, dicho sea de paso, considera al trabajo creativo y estético solamente como otra forma de negocio privado.
Como lo corroboran Mario Sanoja Obediente e Iraida Vargas-Arenas, se sabe que los intelectuales pequeñoburgueses se han convertido en «los gestores del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político, del aparato de coerción estatal que aseguraba la sumisión de los dominados. Dicho en palabras de Gramsci, de estar en conexión con los grupos sociales mayoritarios y empobrecidos, pasaron a estarlo con los grupos sociales dominantes; transformándose muchos de ellos de intelectuales orgánicos en técnicos y repetidores» [El fascismo y la vieja intelectualidad venezolana, en Voltaire, Red de Prensa, 22 de septiembre de 2004].
Y, en efecto, los intelectuales son mezquinos porque se ligan al poder, cumpliendo la función de difusores de una cultura abstracta, individualista y de casta. Artistas y escritores viven estrujados por las contradicciones, usando como parapeto la «sensibilidad» y fiados por la una filosofía de «intuición», pretenden estar fuera del rol político. La amalgama de los «orgánicos» es gorda, hay ingenuos, seudoizquierdistas trinqueteros, neutralizados eméritos, relativistas del cinismo y la incongruencia, fantoches de la reivindicación cultural, tribuladores indecentes que se disfrazan de consejeros, etcétera. Monerías variopintas de ayer y hoy, que gracias a la dádiva institucional y la usura empresarial se funden en una sola pieza. Además, como sujetos fetichizados viven el autoengaño de una mística de abstracta personificación, creyendo que son ajenos a la sujeción e intereses de la oligarquía que detenta el poder y controla los destinos políticos de los dirigidos. «Dentro del pensamiento idealista liberal, los intelectuales se consideran ellos mismos como autónomos e independientes de la realidad social. Sin embargo, tal como señala Gramsci, no existe tal autonomía, los intelectuales son, decía el pensador italiano, seres sociales, seres inscritos en relaciones sociales concretas» [Mario Sanoja Obediente e Iraida Vargas-Arenas, El fascismo y la vieja intelectualidad venezolana, en Voltaire, Red de Prensa, 22 de septiembre de 2004].

1 de diciembre de 2008

EL LEOBARDO SARABIA [O LA COEXISTENCIA DEL GUAJOLOTE Y EL CISNE]


EL LEOBARDO SARABIA
[O LA COEXISTENCIA DEL GUAJOLOTE Y EL CISNE]



«Acaso haya aprendido yo de usted más de lo que uno debe aprender para poder seguir siendo independiente…».

Arnold Schönberg
dedicatoria a Karl Krauss en el Tratado de la armonía


LA ESPONJOSA FRASEOLOGÍA DE SER INDEPENDIENTE


Con el presuntuoso y exagerado cabezal «Celebran Vitalidad cultural de Tijuana», en la sección «Mosaico» del pápiro «Frontera», correspondiente a la edición del día jueves 18 de septiembre de 2008, se publicó un articulejo en el que la gacetillera Silvia Chia anuncia el «El Festival de la Ciudad, Tijuana Interzona 2008», y haciendo constar en su ocurso desinformativo una declaración testimoniada por el buenazo del Leobardo Sarabia, principal orquestador del menjurje culturoso referido, y que se transcribe en los términos en que fue emitida, cuando —supongo— que la ruca le preguntó al Sarabín bróder cuál era el «quid», propósito, birote, asunto, «leitmotif» o mengambrea de su actividad como responsable de dicho festivalito:

«Trabajar desde la trinchera independiente y con las instituciones, celebrar la vitalidad de la ciudad, muy sabida y conocida que se da en las diversas disciplinas».

—O sea, dos golpazos a un mismo tiempo; uno en el margen y el otro en el centro.
—O, también, como diría el buscapleitos de barrio al exponerle a sus compinches sus destrezas golpeadoras para salir airoso en las trifulcas callejeras, un putacazo plantado en el hocico y luego un patadón en los güevos.

Lo que Sarabia espichea confirma la conjetura de que la independencia cultural es dicotómica y contradictoriamente funcionalista. Ni hablar, se trata de ser independiente pero sin dejar de ser dependiente. Coexistencia del guajolote y el cisne en las batallas de la emancipación culturera. Y por tal motivo eran los reproches que a Karl Krauss un colaborador de «Die Fackel» le espetaba. «¡No se engañe usted! Sólo desde un punto de vista académico, no político-práctico, le queda a usted otro camino que no sea o bien la afirmación de todo lo establecido o bien la anexión de corazón a las nuevas fuerzas motrices, es decir, o bien se queda usted con el mezquino burgués, que usted desprecia, o bien con el pueblo, que usted no conoce en absoluto…».

—¡Independiente? ¡Ah, chingao!, qué lenguaje.
—Un colchón entre dos cristales.

12 de noviembre de 2008

LOS GLÓBULOS PROMISCUOS DE LA LITERATURIADA


¡Ay, miren nomas cómo no morimos de orgullo por nuestras "poetas"!



¡Puta madre! Ya no se sabe si hay más escritores que lectores.



Se le caían los calzones de la pura emoción; ademas, los traía bien empapados.



Han hecho pura caca con el arte.



Con una panza de perro de mercado y viendo puras tiras de chorizo por literatura.



Casi hasta el más chingón se las traga que es poeta.



Es de esas cabronas que creen que sus pedos no apestan.



Los glóbulos promiscuos de la poesía soltando amarras de semen.

POETAS Y POETOS ARGENTINENSES

Paula Peyseré


Selva Dispaquale


Silvio Mattoni


Soledad Castresana


Susana Villalba


Teresa Arijón


Valeria Meiller


Walter Cassara


Osvaldo Bossi


Nurit Kasztelan

Noelia Vera


Mariana Suozzo

Mariana Terrón


Luis Tedesco


Lisa Cargnelutti


Joaquín Oreña


Gidi Loza


Germán Rosati


Gabriela Franco


Gabriel Reches


Fabián Casas


Diana Bellesi


Daniel Durand


Claudia Masín


Beatriz Vignoli


Andi Nachón


Agostina López

Tijuana es el culo de San Diego

Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...