19 de abril de 2011

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El que se va con la rama de laurel


Acepto los fetiches, pues a mí me enseñaron a respetar las quimeras, siempre y cuando fueren propuestas de innovador empuje y no premisas de porvenir dudoso. Lo digo porque no siempre es la coherencia la que triunfa; regularmente —y por desgracia— suelen ser las acciones elásticas y mediocres las que salen avante, debido a que cumplen muy bien su compromiso con el idealismo. O sea, el que se va con la rama de laurel es un don nadie o un esnobista. Mientras aquellos que permanecen en la retaguardia y en los rincones oscuros de la fama son gente como Joaquín Fernández de Lizardi o Francisco Zarco.

CULTUROSAS BORDERLINE


CULTUROSAS BORDERLINE

Despilfarrando frases y blasfemando sobre el cáliz
Las mandaron con el traje que usaba el tonto Adán antes de la golosina
Decididamente el cuerpo les pedía jarana
No se encontró noticia alguna que no fuere aceptada
A pie juntillas como verdad evangélica
Cofradía poética oficial profesando sin verdadera vocación
Cuánta palabra brotaba de su inspiración recolera
Se azotaban con el látigo de la disciplina sin reparar en gastos
Los cilicios apenas dejaban libres las coyunturas de los codos
Acompañadas de unos lobeznos que no temen ni a Dios ni al Diablo
¡Trucha con esas tías!
Fogosas sobre la inflamable poesía
Se hicieron de pencas
Pero el escándalo surgía en el momento de cobrar primicias
Las femeniles dolamas eran más feas que una excomunión
Sin embargo esas mujeres eran como el mismo pie de Judas
Se afanaban en dar al Diablo la carne para ofrecer a Dios los huesos
Soñando como sueña un libertino para curarse de la dispepsia
Lo grave del asunto es que realizan una promoción inútil
Un trabajo como el de Sísifo: dirigido a todos y a ninguno
Dándole las mismas vueltas a la noria
Sin sugestionar el espíritu hicieron juramento encima del cuerpo
Quieren lograr la poesía a fuerza de vapulear el talento
Auroleabales la fama con un credo poético aislado y sin genealogía
Se hinchaba de ruido el silencio
Pero las orejas de trapo estaban rotas
Ñusto corazón de la congoja en flor de chinche
No hablan pero mueven los labios
Esos labios pintados de rojo como puerta de pulquería
Sentimiento de vómito ineluctable
No hay absolución para las camas huérfanas
Y en el danzar no hay peligro si la intención no es libidinosa
Muy andadas y de pata ancha
Electricidad de la simpatía
No han pegado golpes en el pericardio del corazón
Habrían quedado en su gloriosa farsa
Sin un cretino no las hubiera metido al ajo
Toparon con hueso como dijo el Piporro
Un putacazo para azonzarlas
Un putacazo para tumbarlas
Y otro para terminar de cincharlas
Se revolcaban como un demonio mojado con agua bendita
Se les da la versiada como cualquier sarna que rascar
Como si se tratara de cualquier fritanga de mercadería
Sopa boba de los talleres literarios
Llevan tiempo reptando en la alta suciedad de la poesía •

Estulta propaganda mezquina y estrecha


La crítica de hoy rebaja o adula, pero esa actitud sicológica bien sabemos que es insuficiente para constituir una verdadera crítica; su significado es parcial y no contribuye a crear una auténtica crítica. Ahora, agréguese el diletantismo, las descocadas afirmaciones arbitrarias, la turbación de la conciencia provocada por los problemas existenciales, la errónea o desviada percepción de la realidad que se tenga, las fulgurantes crisis morales, la limitada capacidad de discernimiento, etcétera. Sumando todo este bagaje ¿qué es lo que se obtiene? Un mazacote de palabras que no rebasa el nivel de una estulta propaganda, mezquina y estrecha. El máster Gramsci decía que la cualidad más delicada, incomprendida y, sin embargo, esencial del critico de las ideas y del analista de desarrollo histórico consiste en saber encontrar la verdadera identidad bajo la diferenciación y la contradicción aparentes, y en encontrar la diversidad sustantiva bajo la identidad aparente [Cultura y literatura, p. 99].

Proferir burla y escarnio


¿Se puede hablar de crítica cuando lo que se hace es proferir burla y escarnio? Han existido personajes que equivocadamente manejaron esas fórmulas llanas, pero al hacerlo contaban con la suficiente autoridad para lanzarse como hienas hambrientas sobre sus víctimas; caso singular fue León Tolstoi, quien dijo que la obra de Shakespeare era una mierda y su autor un pinchi plagiador. El tiempo le dio la razón al creador de Otelo. ¿Porqué Tolstoi al criticar a Shakespeare lo embadurna de giña? Porque Shakespeare no fue moralmente superior a la época que vivía. Porque en la obra del escritor inglés no encontramos una sola palabra que muestre simpatía por el pueblo. Shakespeare se colocó al lado de la clase alta; sus dramas son esencialmente aristocráticos. «Cuando introduce en escena a burgueses y hombres de pueblo —dice Gramsci— los presenta casi siempre en forma despreciable o repugnante, los convierte en tema de burla». La opinión de Tolstoi a este respecto ¿estaba correcta o el ruco la cagó? Como dirían los chilangos: sí y no. La crítica de Tolstoi no fue elaborada desde una perspectiva estética, o sea literaria, sino desde una vertiente moral. El autor de La guerra y la paz criticó al Shakespeare pensador y no al Shakespeare literato.

Balizajes estrepitosos


Una «crítica» ejercitada con balizajes estrepitosos es la que yo me impongo; una critica rompedora de madres. Se trata de combatir el carácter trascendentalista y epifenoménico del discurso mamón y pendejo que abunda; despojar de su abstracción esa retórica hueca, frívola y mezquina que repiten los promotores y los agentes publicistas del establecimiento cultural oficial y empresarial y ofrecen como panacea absoluta de la engañosa libertad de expresión; hipérbole de la humillación y la segregación cultural. Palabrería encubierta como un mojigato remedo de la tradición estética y artimaña del superego despiadado y del conformismo social disfrazado de erudición postiza. Por otra parte, hay que evitar los trucos del amiguismo y las estrategias de socialización. Aunque esto, a mí ni me va ni me viene.

En el más ruin discurso escolástico.


La coerción, la mediatización y la imposición de valores inicia en los niveles superestructura les de la cultura. Los proyectos culturales adquieren connotaciones políticas casi imperceptibles que refuerzan los bastiones del poder. Si la cultura se ha de entender como sociedad (capitalista) de relaciones pervertidas y sublimadas, entonces los intelectuales, desde el punto de vista ideológico, son coincidentes con los intereses de las clases dominantes. A un manojo de mitos que son una serie de contradicciones le intenta dar el nombre de uniformidad cultural. El punto de arranque para toda consideración histórica-cultural sigue siendo la mistificación y la falsedad, degradación de las cualidades creativas del arte en el más ruin discurso escolástico.

Borrando las fronteras entre el uno y el otro


¿Qué pasa con los políticos? Pues ahora son mercaderes, y éstos, políticos. Qué tiempos los de antaño. Ahora los que mandan no se saben comportar decentemente, ni siquiera al hablar o escribir. Pero su discurso funciona bien, copta a millones de despistados y los envuelve en su telaraña mediática. Su ideología opera fusionando el binomio aliado-vasallo, borrando las fronteras entre el uno y el otro con un engañoso diálogo que permite mantener bajo dominio a la borregada, al rebaño silencioso solamente sigue las instrucciones. Esos huérfanos de conocimiento, a quienes no les queda más recurso que abrazar el orden establecido y seguir las encomiendas que les dicta la máquina mediatizadora.

Contrabandeando los simulacros de capilla


Los culturosos ya no sirven a la cultura, sino que se sirven de ella. Subsiste en el fondo una sociología de difusión del engaño, un rótulo anfibológico con el que se pretende seguir contrabandeando los simulacros de capilla y cofradía en un pueblo de ignorantes y desposeídos, una simulada idealización del problema cultural en manos de ilusos que, vanamente, creen que pueden hacer lo que los políticos no hacen. El quehacer intelectual ya no tiene sentido ni ubicación precisa, se ha descongestionado. Y el cambio de intención que antes era un fin, hoy es un medio. Y la vida culturosa es un banquete o una inanición. Y más ahora que hay portentosa hambruna de artistas, intelectuales y promotores independientes.

Adaptación social y el proceso de aculturamiento


No es un ninguna exageración, los bienes inmateriales que se producen con acelerada velocidad en la sociedad post-industrial deben ser fiscalizados para asegurar la adaptación social y el proceso de aculturamiento, donde un criminal de guerra, gracias a la manipulación ideológica, se transforma de la noche a la mañana en un ídolo de las masas; donde una pandilla de corruptos brilla como representante de la democracia y portavoz de las buenas costumbres y los valores morales. Los medios son fuente de purificación y metamorfosis de intereses mezquinos y pregonan falsamente ideales de justicia social ahuecada. La inmaculación la determina la publicidad, acepción grotesca de la posmodernidad. Hoy puedo ser empleado de banco y mañana un gran artista. Dos realidades perfectamente combinadas y casi imposibles de distinguirse: el mundo fenomenológico y la realidad virtual, el mundo de los sentidos y la ilusión cibernética carecen de líneas divisorias. Una existencia asimétrica, la alegría y la tristeza metidas en un solo paquete para que nadie sienta la diferencia y confunda el placer mundano con la felicidad. El verbomotor del discurso y la representación de la imagen suelen ser rápidas, fugaces. La tragedia de hoy mañana se olvida. la información llega fragmentada, en pedazos, para impedir la anagnorisis (transformación de la ignorancia en conocimiento). La velocidad y fragmentación del discurso tienen su razón de ser: creer que se emprende una carrera en búsqueda de la verdad, cuando la única meta es llegar a concebir la mentira como si fuera la verdad misma.

7 de abril de 2011

"ESTA RUCA HIZO TODO ESTE PANCHO NOMÁS PA QUE ME LA FLETARA" / Un cuento medio colorao


Un día de no-me-acuerdo-qué-año llegué a una escuela preparatoria –en Tiyei- a pedir trabajo de tícher. La escul todavía opera con la razón social –o giro comercial- de Instituto Educativo del Sagrado Corazón de Jesús. Ahí me topé con la profa Raquel, directora académica y licenciada en derecho. Una ñorsa que frisaba los cincuenta y tantos años de edad (casi pegándole a los sesenta, aunque bien conservada; lo digo porque la ruca tenía las nalgas bien paradas; aguantaba dos que tres cholasos); guapa, alta, esbelta, cabello corto y teñido de rubio escarlata, con lentes a la John Lennon y con la piel a punto de convertirse en hotel de arrugas.

Previo el protocolo de rigor, necesitado de chamba, le mostré mi currículum; la ruca lo leyó, mientras yo estudiaba la geografía de su cuerpo (eso es de rigor en un macho; te voy meter la verga, mamacita, pensaba yo). Enterada de mis antecedentes académicos, me citó para que me presentara la semana siguiente. Y el día que la vi nuevamente, ultimamos detalles acerca de la asignatura que iba a impartir y sobre el número de de clases. Luego conversamos sobre asuntos referentes a la vida personal tanto del uno como del otro. La maestra era un ser bípedo a quien le sobraban las desdichas. Confundía los dictados de la Providencia con los caprichos del azar. A veces se confundía y no sabía quién era ella; la fatalidad le daba mil nombres. Era perversa e ingenua. No había forma de definirla porque la virtud que mide la moral estaba sucia


[No hay vicio u orfandad que no hayan nacido del bien. Cualquiera que sea la virtud todo acaba en una estúpida frivolidad, en una conducta desenfrenada].


Me contó, entre otras cosas, que estaba a punto de divorciarse porque su marido le era infiel. Lo único que yo pude agregar era que lo sentía y que era una lastima que su esposo no valorara la calidad su cónyuge.


[Decíamos lo contrario: la hiperactividad es la matrona de todos los vicios. El mal y el bien son, al fin de cuentas, incentivos morales de igual proporcion].



Una tarde la profa Raquel llegó muy alterada a la escuela y por más que trataba de disimular el problema que traía, su semblante la delataba. Le pregunté si en algo podía yo ayudarle y me contestó, agradecidamente, que una vez que terminara de dar mis clases la esperara para conversar. Intuí que se trataba del algún problema de índole familiar. Y así fue, pasadas la nueve de la noche la profa Raquel nuevamente me agradeció que la hubiese esperado para platicar. Salimos de la institución y nos dirigimos a una café internet ubicado cerca de la escuela. Después de aludir una serie de pormenores a cerca de mi existencia, verbigracia: que yo le había caído bien; que había despertado confianza en ella; que le recordaba a un novio que había tenido en la preparatoria, etcétera, etcétera. Por mi condición de viejo lobo, tinto viejo en el oficio, de volada deduje que las intenciones de la profa rebasaban los lineamientos de una simple charla o peticion de consejos.

Dado que la ruca era beata de hueso colorado, ya entrados en gürigüiri y el chacoteo y medio le recité de memoria pasajes de la Biblia (específicamente lo relativo al libro de Job), que había macheteado en mis tiempos de monaguillo. La maestra quedó encantada con los churros místicos que yo le aventaba. Después de que terminamos de parlar, y dado que yo no traía carro, la señora se ofreció a darme un raite a mi cantona. Por supuesto que acepté, no sin antes rechazar tal propuesta jugándola al cochi con maldiojo, y desde luego dándole gracias por tal cometido, después de hacerme el interesante. Abordamos su vehículo y durante el trayecto me pidió, de favor, que si podía acompañarla al departamento que habitaba para recoger ciertas cosas –ropa y libros-, ya que después de la conversación que tuvimos había tomado la decisión de mudarse de dicho lugar para irse, por un tiempo, con su madre mientras conseguía un sitio donde residir. Obviamente acepté a ayudarle y nos dirigimos al citado departamento. Cuando llegamos al lugar la profa se puso muy nostálgica debido a que empezó a hacer remembranza de los años felices que vivió durante su matrimonio; veía las fotografías de su boda y le brotaban las lágrimas. Yo me sentía consternado ante tal situación y lo único que le decía era que se tranquilizara y que ya no llorara. La abracé tratando de consolarla para darle ánimo. Me dijo que se sentía muy sola porque su esposo la había abandonado haciéndola menos –y cambiándola- por una jovencita de veintitantos años.

Después me enteré que la amantona del marido de la profa era nada más y nada menos que la secretaria del ruco. Entre moqueo y moqueo, la profa, de forma reiterada, me decía que sufría mucho, mientras yo la consolaba con abrazos y arrullos. De pronto, la profa acercó su rostro al mío, parecía que sus labios buscaban mis labios. Yo me desconcerté (momentáneamente), y pensé: "esta ruca hizo todo este pancho nomás pa que me la fletara" (anda urgida por un paliacate, sincho). Y en efecto, así fue. Después que nos besamos y nos manoseamos recíprocamente, procedimos a desnudarnos. Una vez que yo me quité la camisa comenzó a besarme el pecho; me desabrochó el zíper del pantalón y agarró mi pene fuertemente; lo apretujaba y lo meneaba, y una vez erecto, comenzó a lamerlo. Estrepitosamente me chupaba la verga, desde la glande hasta debajo de los huevos. Mientras daba lengüetazo tras lengüetazo, yo me deleitaba gozaba, mandando a chingar a sus madres a todos los filósofos y teólogos como Platón, Orígenes, San Agustín y santo Tomás y sólo alcanzaban a pensar: "qué puta es la maestra"

REFLEXIONES DE UN ALBAÑIL MARIGUANO.


No hay que paniquearse con chuchadas. Restándole el fatalismo providencial y sin apechugar la tesis de darvinismo social que estila, podemos parafrasear aquella sentencia de Mariano José de Larra cuando afirmaba que Dios, el Chamuco, o lo que usted quiera, determinó la mortificación de un bicho en la naturaleza de otro bicho: «como crió el sacre para daño de la paloma, la araña para tormento de la mosca, la mosca para el caballo, la mujer para el hombre, y el escribano para todo el mundo, así crió en sus altos juicios a la trapera para el perro, especies que se aborrecen, se ladran, se enganchan y se venden».
Efectivamente, hasta el más ortodoxo seminarista está tentado a convertirse en un chulo padroteador de suripantas.

Atrae más un monte púbico que una filosofía


¡Qué poderoso es el dios-pene! Dos personas apenas se conocen y al cabo de un rato terminan «ensartadas de la vida». La calentura concupiscente no tiene patria ni límites morales. Siempre sucede así, la carne domina. El amor es instintivo, bestial, cuestión de lubricantes. El sexo empieza por la boca, por eso saludamos de a besito. Las personas cuando se conocen apenas se hablan, son perezosas en el parlar. Las atrae más un monte púbico que una filosofía.

El único patrimonio que tengo son tus nalgas


¡Puta madre! Mi signo del zodiaco es un feto ya podrido. No hay cosa más mala que un escupitajo de Dios. No sé cómo deshacerme de mis sueños; hace días que los escondo bajo la almohada y me persiguen. Me gusta caminar por tus caderas; bailar sobre tu enorme trasero. Me gustan más tus tetas que tu espíritu. El único patrimonio que tengo son tus nalgas. Cuando no estés contenta pellízcate los pezones. Yo te besaré las ingles; lo demás es cuestión de hormonas y semen. Muérdeme el cuello y quítame la tanga. Siento que ardo. Tu clítoris es una flor que mata mi tristeza.

—Entonces, ¿qué chingados quieres, baboso?
—Yo nada, beibi... (tengo que aprovechar la oportunidad, pensó el lujurioso).

19 de marzo de 2011

Empequeñecidos animales que buscan algo nuevo que adorar


Más que «artistas, intelectuales, promotores de la cultura, profesionistas y personas interesadas en el devenir de las instituciones de cultura y en las políticas culturales», los susodichos dicentes parecen ingenuas máquinas que balbucean absurdos caprichos infantiles; empequeñecidos animales que buscan algo nuevo que adorar, con que contentarse y calmar sus necesidades; oligofrénicos que se arrodillan ante la publicidad y el protagonismo, pidiendo que les suministren sus terroncitos de azúcar, que les meneen el rabo y les toquen campanitas.

—Bola de mantenidos.

No anda errado Julio el Sueco cuando dice que la cultura tijuanense es patrimonio de «una mafia, de una élite que no deja que otras personas ajenas al círculo de dinero que presume cierta clase social de Tijuana entre nada más porque sí. Todos se conocen y todos se pasan el tip en dónde está la beca y así, un largo sinfín de ayudas monetarias para los mal llamados artistas cuya visión de Tijuana gira en torno a trilladas y regurgitadas expresiones que las quieren vender cual figura de yeso de piolín o bugs bunny en los múltiples puestos de artesanías que la ciudad presume».

9 de marzo de 2011

Quesque el Jorge Ortega ya es doctor


Contrariando las coordenadas, ¿qué provecho habrá de obtener de don Jorge Ortega el pueblo contribuyente y a cuyas expensas fue becado? ¿Pagará con el almodrote infumable de 927 páginas?, ¿o con trabajo en favor de la comunidad en un país con poca tradición democrática y escaso desarrollo cultural? Mediante la ayuda prespuestívora, la autopromoción mediática y las componendas de la jerarquía se adquieren los nuevos títulos nobiliarios y se construyen los privilegios, recibiendo los trozos de la plusvalía que los capitalistas extraen de la estratos pobres en el proceso productivo, sin tiempo para ilustrarse o beneficiarse de los productos de la alta cultura. El populacho, la canalla, la jaquería, muy lejos está de ser retribuida por el doctorcito Ortega, pues el bato, no tiene más providencia que prestar servicio en la alcurnia burocrática de academia o servir en calidad de cortesano estatal. No hay oportunidades de empleo (o escasean), el ingreso de la mayoría es paupérrimo, los estándares de vida son deplorables, los servicios públicos son magros, uno de cada tres habitantes urbanos no cuenta con recursos o ingresos para satisfacer las necesidades más elementales, mientras el crimen, la impunidad, la corrupción y la ineficiencia laceran todo el entramado social. Pero qué importa que se sigan engendrando infamias, Jorge Ortega ya es doctor y, a costa de los contribuyentes mexicanos, seguirá mamando la chichi del «Sistema Nacional de Creadores de Arte» (SNCA), conciente de su posición social y condición lacayuna en el medio cortesano, de sangre y abolengo.

figuras relumbronas del submundo culturero


A poco de ventear por el submundo de la cultura, surge con claridad la existencia de las entidades literarias y poéticas que lo constituyen, pero que sin embargo participan en los asuntos del arte de modo muy diferente a lo que podría ser una actividad estética. Y aunque tales personeros están inexorablemente incluidos como enunciadores y trasmisores de tales manifestaciones, cabe afirmar que se encuentran apartados de los axiomas fundamentales de la creación; pues la idea o eje que los mueve suele ser una pretensión de éxito; la esencia real de los «logros» encuentra la justificación en estímulos de codicia y prioridades que son compatibles con las artimañas políticas y la sicología tradicional que da abolengo y prestigio hasta en el lúgubre fango. Y los perfilamientos que matizan promueven mediáticamente a estas figuras relumbronas del submundo culturero son más de las veces perogrulladas o sutilezas de circunstancias triviales. En la unción de la ignorancia y las cursilerías emotivas, librar una lucha en vano contra la estupidez y fustigar contra los cacareos engreídos es lo que a mí me toca. Ni pedo. Ya lo decía el máster Rubén Vizcaíno, «alguien tiene que recoger la basura del callejón; y ese jale te tocó a ti, men». Y con la cero tolerancia de la crítica que los pone en jaque, pues a uno lo miran como si apestara a mierda.

Promoción cimentada en líneas de obstrucción


Promotoría cultural o nomenclatura vomitada por merolicos de ocurrencias disparatadas para designar de alguna manera una labor baladí. Se construye una «casuística» de falacias que conviene a la incapacidad y a la insuficiencia, ya sea en el talento artístico o en las instancias del sistema cultural unitario. O sea, cultura significa en este caso relativismo, oportunismo moral e ideológico; forma banal de subjetivarse a través de sofismas y supercherías escolásticas. Y la postura de promotor o promotora cultural se ha venido embrollando con las mismas fórmulas que aplican los aparatos oficiales de la política cultural, orientadas a impedir que la clase dominada pueda allegarse de los beneficios —tanto materiales como espirituales— de las expresiones del arte y la cultura. Promoción cimentada en líneas de obstrucción, y cultura como forma diletante de apasionamiento por las artes. Promotores y promotoras culturales que tienen un campo de proyección estrictamente localista, excluyente y clasemediero; difusores y difusoras que actúan por conveniencia o por emoción, tratando de llenar el vacío con la deformación arbitraria de la noción de cultura, restringiéndola a una expresión artística de casta, de camarillas y cenáculos herméticos.

burocracia cultural o provisión de turismo culturero


No voy a negar que existan en estos lares auténticos promotores culturales, pero la justificación ha de buscarse en el plano empírico y no en la simple vertiente nominal, porque en esta última el calificativo no representa valor alguno. La palabra cultura figura entre aquellas más utilizadas y de las cuales más se ha venido abusando; y el mero hecho de promoverla supone a la vez una forma de propaganda ideológica con auxilio de las tensiones emocionales que proporcionan las bellas artes y el refinamiento estético. Igual que los apologetas que ya no reconocen a su sociedad como capitalista, paralelamente así está la cuestión de la promotoría cultural. No se le pueden ya reconocer sus propiedades ni expresar en su favor una actitud positiva. ¿Por qué? Por los efectos ilusorios que hay detrás de su estructura semántica, además de las divergencias de opinión que se adoptan en cuanto a su función significativa in abstracto. De ahí que al sintagma nominal promotor cultural sea nada más una definición “persuasiva”, motivada más por la metafísica que por el intelecto. Y es que fuera de la concreción ya dada, la definición parece no tener fin y su extensión se utiliza infundadamente, al grado hasta de confundirse con burocracia cultural, provisión de turismo culturero, suministro de clientela a determinados espectáculos, democracia cultural sin pueblo, etcétera.

La Sidharta Ochoa • Una pequeña escritorzuela tonta


Esta ruca, la Sidharta Ochoa (angelesidharta.blogspot.com), se erige en las barruntas cultureras como otro de los engendros metaficcioneros del gallofero Erasmo Katarino Yépez (académicamente hablando, claro está, y no al intercambio de semen y jugos vaginales); y por las secuelas que produce la estúpida idolatría, recurre al cómodo sistemita inculcado por su mentor y que puede emplearse hasta en las papelinas de los baños y meaderos del lumpendesarrollo tijuanaco.

Y con los mismos clichés lingüísticos de un Rafadro o de un Erasmo Katarino Yépez, es lo que insufla en sus apuntitos. Puertas mágicas de la insensatez. Se trata del afán de causar enredos (desde los conceptuales hasta los sintácticos), amontonar meras impresiones sacadas de retacitos de lecturas, sin emitir juicio ni dar explicaciones; pues ni siquiera un roñoso criterio quintopatiero alcanza a vislumbrase en los textículos de esta sirvienta de las artes metaficcioneras. Sin duda que aprendió sintaxis y lógica, entre risitas, cuchicheos y sobaditas de panocha, trepándose en el camastro de alguna lobera. Al menos las llamadas mujeres ociosas de antaño parían chilpayates a lo baboso. La chamaca no es más que una pequeña escritorzuela tonta y… quién sabe si, acaso, con entrenamiento sexual.

escritores como personajes de farándula y televisión


Considérese la metamorfosis del intelectual; es decir, con los cambios de perspectivas estéticas y culturales el escritor provinciano ha dejado ya de existir. O sea, la marginalidad como punto de estrategia en el discurso es aprovechada por industrialización de la creación literaria. Después de América Latina, cuando ya se anunciaba la muerte del «bum» a principios de los años setenta, le tocó a España, específicamente a Barcelona, partir el bacalao en la circulación del discurso literario por vía de la distribución masiva. El libro se volvió un negocio muy redituable de las compañías multinacionales, sin que importara para ello el bajo perfil intelectual de los autores. Y no importaba porque el renacimiento letrero apuntaba a una banalización cultural, a la falacia editorial, que situaba a la literatura en el mundo del espectáculo y convertía a los escritores en personajes de farándula y televisión.

Talacheros del preservacionismo subliterario


El Humberto Félix Berumen, quien forma parte del ejército de macutenos cultureros de la coima y que, debido a que éticamente padecen una especie de hibernación moral, son los encargados de poner emplaste, maquillaje, engrudo y papel a los muñecos y monas de cartón-yeso que se exhiben en los escaparates de la subcultura tijuanense. Talacheros del preservacionismo subliterario y del decorado banal en las miserias culturales, planchadores de imágenes fitichizadas que no usan la plancha sino la lengua.
—Y en el entendido de que ésta (o sea, la lengua) no es complemento para hablar, sino para tirar brochazo sobre el morral de escroto a la mera hora del guagüis, como dijera la Yeny Rivera.

los movimientos del trompo y el yoyo


Y mira tú, señor periodiquero, lo que te platicaré. Hará cosa de no pocos años, cuando yo era todavía un niño, jugaba y jugaba a veces con un trompo y en ocasiones seguidas también con un yoyo. A esa edad yo ignoraba que los movimientos del trompo y el yoyo eran unas tautologías, Y ahora que ya lo sé solamente conservo las tautologías.

la hija de su jefe


De una cosa sí va a estar orgullosa la hija de su jefe; de que el bato siempre tuvo los güevitos bien puestos a la hora de menjurje crítico-literario y que jamás de los jamaces fue «coptado» como puta barata por el oficialismo culturero...

la mitomanía institucional del servilismo culturoso


Ilusiones refrendadas por una elite cuya concepción del mundo se respalda en la falsedad y el engaño. Afianzamiento conservador y, por ende, deshumanizado de la cultura. Es la vieja necesidad de justificar la mitomanía institucional con el servilismo culturoso y la picaresca intelectual. Pero se requiere más perspicacia para poder electrizar el complejo de inferioridad de los humildes, pues la plusvalía del egocentrismo se solaza sólo en la mente de aquellos imbéciles que creen que la cultura no es elitista.

Campoamor


«La poesía verdaderamente lírica debe reflejar los sentimientos personales del autor en relación con los problemas propios de la época: no es posible vivir en un tiempo y respirar en otro» Campoamor

una vieja taimada que busca yernos


Una definición ex-post-facto: la literatura es una vieja taimada que busca yernos con harta pasta para consolidar una base de expresión que sea caricia a priori y onanismo a posteriori. Diálogo y dinero para el uso particular del hombre pícaro de las letras que se sermonea a sí mismo; moción de la gracia y la oportunidad, de acuerdo con los factores económicos.

EL RAFADRO, EL CHARKITO Y DON GORGOJO TECHUNPALO


Un miembro menos versátil que el miembro viril es el señorito —puro, casto y honesto— Rafaelín Saavedra, alias el Rafadro; ujier del Centro Cultural Tijuana (CECUT), donde —revestido con la capa de panbolero— triscaba la carroña del “apoyo” becaril y el «scortum» de las subvenciones para zánganos, zanganillos y zanganotes. Ahora con la llegada del Virgiliano Muñoz al changarro culturero, por andar de grillero y sacalepunta con esa mamadita del «mundo pequeño», tendrá que ponerse a zurcir sus calcetines mientras encuentra a quien cargarle el santo de las limosnas.

A este partidario de la autofagia institucional de la cultura (que, contradictoriamente, la juega de muy underground), y quien, además, no anda muy sólido en los procustos de la literatura.

Hace poco menos de seis años, y ya prevenido (aunque sin imaginarse el tamaño de la solfa), el cangalloso Rafaelito Saavedra posteaba en su chichi de vidrio la certidumbre de su incertidumbre, anotando lo que sigue:

Leyendo blogs me entero que:

Que ya tengo nuevo apodo.*

EL PRÍNCIPE DEL POCHOÑOL

El día de hoy en una conversación con el mismísimo Éktor, el controversial editor de El Charquito, aprendí que Rafadro tiene un nuevo epíteto.

-Ya estoy cocinando la crítica para “El Príncipe Pochoñol” –exclamó Éktor con una sonrisa.

-“¿Príncipe de Pochoñol?” –Pregunté confundido – ¿qué es eso?

-Es él… ¿cómo se llama?… el mano derecha de Yépez

-¿Rafa Saavedra?

-Ése mero.

Las cosas se ponen interesantes

—Bueno, ya me cansé de decir que mis textos no entran en el «pocho style»… (no offense, but it´s true); lo de «príncipe» tiene su gracia. Lo de «el mano derecha del Yépez», ni al caso (somos compas, pero hasta ahí). BTW, espero con cierto entusiasmo la crítica (no creo que me vaya peor que a Aurely Monraz. O si?).

[Rafa Saavedra, 4 de noviembre de 2003, http://crossfadernetwork.wordpress.com/].

—Se hará lo que se pueda, señor Rafaelo —le dijo don Gorgojo Techunpalo que, en ese momento, asomaba la cabeza desde una bolsas de palomitas ranciadas.

Y fueron los siguientes articulejos los que le rasgaron el velo de su aurora:

«EL RAFA SAAVEDRA Y SUS “RADIANTES” ENGENDROS», «LA GERETA DE LOS CALCAÑOS LE ABRE LAS NALGAS AL ATARDECER [EL RAFA SAAVEDRA, LA PATY BLAKE Y OTROS PÁJAROS CILANTREROS]» y «LA TRADICIÓN LITERARIA DE TIJUANA [SE FUNDA EN UNA BIG Y PUTOTA FALSEDAD]: LOS BOCADILLOS DE JAEZ DEL RAFA SAAVEDRA [MUY AL ESTILO DE LOS METATEXTOS DE LA JUANITA JIMÉNEZ]»

—¡Uf!

Al padrotín del «Tijuana bloguita front» no le fue mejor que la protopoeta existirosa Aurely Monraz. Sin embargo, quédale a nuestro invitado el consuelo de saborear, por siempre jamás, y por importancia a las atenciones que merece su merced, las mencionadas tanditas de «Vertedero de cretinadas».

—¡Uf!

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LUIS HUMBERTO CROSTHWAITE • UN ESCRITOR DE SEGUNDA CATEGORÍA / Por Rubén Vizcaíno Valencia


«A los escritores tijuanenses no les gusta escribir sobre Tijuana. Y si lo hacen, por ejemplo, en el caso de Crosthwaite, lo hacen en una forma divertida. Y lo que es más, se preocupan especialmente por las cosas más populacheras, más típicas. A veces, incluso, por las cosas perfectamente más folklóricas de la ciudad. ¿Qué quiero decir con eso? O sea, que él, Crosthwaite, quisiera penetrar en sí, en un cierto campo no sólo del lenguaje, si no de la realidad. De hecho, lo ha tocado.

Para mí, no ha logrado, hasta ahora, nada muy trascendente. Sin embargo, yo…

Un día me lo encontré y le dije: mira, a mí siempre me has parecido un escritor de segunda categoría. Espero que un día me des una obra definitiva, una verdadera gran obra, una obra tuya, madura.
Si, de un tiempo acá, he vuelto a releer tus cosas, te podría decir que, a lo mejor, sin que tú te lo hayas propuesto, y con el afán de encontrar cosas típicas, curiosas y divertidas, simpáticas de la ciudad (que es lo que a ti más te atrae), a sabiendas, o no, has encontrado ciertos tipos humanos a los que no les has podido sacar provecho; porque solamente lo encuentras en la realidad, una realidad que tú no conoces a fondo; porque no te quieres involucrar en ese medio; porque tú ni siquiera tienes carácter para eso. Pero a ti te producen una gran curiosidad ciertos agujeros de la ciudad de Tijuana, ciertos callejones, ciertos rincones, ciertos basureros.

Ciertas cosas que te parecen muy simpáticas y muy divertidas. Y no creo que las conozcas a fondo; no te interesan; las ves un poco desde afuera.

Pero, independientemente de eso, creo que eres uno de los primeros escritores que ha cubierto un cierto tipo de sujetos; algunos que aparecen periódicamente por los dictados de las modas de vestir, de peinarse, de hablar, de giros, etcétera, etcétera; y los has captado un poco superficialmente.

Pero, independientemente de eso, leyendo las cosas que has escrito —ya en los últimos años—, digo que —quién sabe—, si ahí, en esos pequeños atisbos haya algo que alguna otra persona pueda profundizar donde tú dejaste una chispita, un hallazgo, una lucecita, donde tú has querido hacer literatura; y en donde has querido, o no, has descubierto una verdad. Y eso es valioso» [Rubén Vizcaíno Valencia, de la biografía Un moralista en casa de putas, broli casi terminado a cargo del Éktor Henrique Martínez, alias el Charcomen].

1 de febrero de 2011

EL POETA QUE ARRASTRA LAS PATAS


Nadie puede negar el éxtasis que experimenta «el poeta que arrastra las patas» cuando, en tertulias y centros de reunión social, se foguea con tipazos como el Bruno Ruiz, el Rafa Saavedra, el Erasmo Katarino, el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Tijuana Gringo, el Juan Carlos Reyna (a quienes, antes de obtener membresía en el forúnculo «Apancho y laurel», no bajaba de batos vergueros, mecos y puñeteros) o con excelsas poetizas como la Aída Méndez o la Petra Bonilla (y a quienes, antes de obtener la membresía de «apancholaurelero» no bajaba de viejas piratonas y putañeras). Más que poeta, este charanguero posee el egregio mérito de ser un besamanos, un chupapollas y un zampaboñigas. Y desde que se convirtió en un detractor de «El Charkito», la «práxis» de su apostolado —de arribismo ideológico-político y repugnante justificación de doble moral— se ha desarrollado casi al último extremo como una especie de «causa sui» de sus propias actitudes (políticas, religiosas, morales, estéticas), perfiladas en deslealtad, charlatanería, oportunismo, pusilanimidad, exacerbada lambisconería y demás lacras y patologías.

—Como quien dice, todo un gañan que no respeta ni cumple los sacramentos que jura en voz alta.

Y en cuanto a los dizque poemas que escribe, los fundamentos de su lirismo son muy angostos, la forma literaria descuidada y los versitos que contienen se hayan alimentados con la culequera más deslavada del romanticismo. En vuelco de sensiblería, el poetastro junta las palabras y va escribiendo lo que se le viene en mente; y, así, por medio de notitas descriptivas, producto de sensaciones visuales y boberías que lo turban y lo emocionan, se ciñe el objeto de la lírica.
En definitiva, se trata de composiciones hinchadas de naderías y de cursilerías extremadamente patéticas. Guachen el baladro de quinterías que enseguida copio:

MEJOR

los relámpagos de tu hermosura me han dejado moribundo destellos de belleza coros del cielo que anuncian tu destreza movimientos celestes fotos con el flash del mundo cuando miras el cielo se ilumina con tu sonrisa y la noche parpadea como un ciervo sorprendido los canes aúllan y yo prefiero contestarles con silencio

Juan Martínez http://deljuan.blogspot.com/

—¡Ay, miren cómo le salen los versitos al pillete!

¡Pero qué tontería! Ahora resulta que dejan también yertos de moribundez, no solamente las acciones de los sicarios, de los matones, de los maridos golpeadores, los accidentes automovilísticos, los atropellamientos, las picaduras de alacranes, las enfermedades y las guerras, sino los «relámpagos de la hermosura». El refitolero debe haber sentido que esos «relámpagos» de «hermosura» le picaban el corazón, le tostaban la mollera, le quemaban el rabo y casi lo mandan a velorio. La belleza inextricable es la que está a punto de causarle la muerte al cachichán hacedor de triviales versitos; «los relámpagos de tu hermosura me han dejado moribundo». Y esparciendo estos vahos se llega a ser poeta: «destellos de belleza», «coros del cielo», «movimientos celestes» y gua-gua-guá. Y entre todo ese chorizal de lugares comunes, ni guiñapo de auténtica poesía que sirva para cubrir el alma; únicamente pellejuelos de puerilidades; síntomas de un trabajo poetizado muy a la brava, de tonalidades y ritmos baratos. No hay manera de engañar a la poesía, a su fuerza contenedora no se le enmascara con expresiones verbales de una voz falsa e imitadora y en la que no subsiste un mínimo de dirección en el sentido de la disposición que debe tener un buen poema. Pero aquí la transfiguración lírica, injertada de misticismo, estalla en incoherencias soltadas a boca-jarro: «cuando miras / el cielo / se ilumina con tu sonrisa / y la noche parpadea / como un ciervo sorprendido».

—¡Qué maravilla! El símil habla de un «un ciervo sorprendido» que «parpadea».

Habrase visto semejante idiotez; ésa de que un ciervo sorprendido (y, por ende, asustado) puede parpadear. La saturación emocional encara lo que la razón debería de dictarle a la conciencia; pues, ni el venado, ni la gacela, ni el ñu, ni el conejo o la liebre, estando en tal situación de “sorpresa” no pueden reaccionar parpadeando ante tal estímulo.

—A veces, ni siquiera las chamacas de mirada pizpireta hacen eso; se quedan pelando tamaños ojotes. Pero... en fin. Pasemos a otro rollo.

De los arcanos de la confusión surge un mundo de «hiperconciencia», un espíritu que se potencializa como objeto (una sonrisa hace que el cielo se ilumine y que la noche parpadee); transposiciones sin fondo real, signos de negación como determinaciones arbitrarias de un mecanicismo metafísico que muda a idealismo místico platónico, y viceversa. Se trata de un círculo viciosamente repetitivo en el que, instantáneamente, el objeto pasa a ser sujeto (la noche que parpadea) y luego el sujeto se convierte en objeto (la hermosura que deja moribundo), y así sucesivamente.

—Además de un zaratán de cursis miriñaques y zalamerías chabacanas, ¿qué se ofrece con esas imágenes?

Un extrañamiento del hombre que, como poeta (y que arrastra las patas), ensimismado por la inercia de sus sentidos, por la conciencia enajenada, acaba expresando solamente las fantasías e ilusiones de un paraíso enajenado. Y esta enajenación de los sentidos, en términos de «ensimismamiento» —afirma el máster Revueltas— no únicamente se refiere a la incapacidad de inteligir, sino a la imposibilidad de activar la imaginación real de los sentidos; siendo «el acto que permite transformar la memoria en una creación libre del espíritu: una sinfonía, un poema, una ciudad; imaginación que «ha sido realmente mediatizada por la ilusión sensible de un conocimiento extraviado en las cosas, y él mismo cosificado en ellas» [José Revueltas, Dialéctica de la conciencia, en Obras completas].

El último berrido del poema finaliza con este coto de debilidad mental: «los canes aúllan y yo / prefiero contestarles con silencio». Pobres perros, ni golpeando la puerta van a hacer atendidos. Es más, ni siquiera ejerciendo la «perrogativa» constitucional —que establece el artículo 8 como derecho de petición— van a recibir respuesta.

—O sea que el bato canta con voz sorda.

Un hombre que no tenga güevitos y dignidad en el momento preciso de retachar copa, fácilmente puede convertirse en objeto de desprecio y ridículo; porque contestar con silencio, consabido está que significa no contestar.

—Y, a propósito, esos perros, tú; ¿no serán «Luzbel» y «Belial»?

EL POETA QUE ARRASTRA LAS PATAS


Estando los asuntos de la poesía como ya se ha ha visto que están, he aquí lo que es pertinente hacer, y esto lo vuelvo a repetir una vez más: avocarse con una crítica despiadada de las estrecheces, lacras, melolengadas y contradicciones que vive la culturosada local. El arte impele a trasmitir calidad, pero aquí no hay linaje estético. Más que expresiones y productos del arte lo que se contrabandea en los círculos, agrupaciones e instituciones dedicadas a tal menester, parece una vengadora desfiguración del talento y la imaginación artística.
Seamos testigos de las altas efusiones que barbotan de este genio creador y cuyos principios y presupuestos estéticos (por llamarlos de algún modo) provienen de la precariedad, la ligereza y de la conciencia del desorden.


PISTA

tu calma tu más fuerte virtud tus manos esquinas de mi alma tus ojos se enfocan para discernir el futuro porque la mitad de tu sonrisa es americana la energía de tus pensamientos puede plantar ciudades modificar nubes mostrar los secretos del corazón desatar los ayes del día alas de palabras que no dejas despegar

Juan Martínez
http://deljuan.blogspot.com/

—Pero eso no es poesía, son únicamente signos de fugaz abstracción en el cerebro.

Y, efectivamente, en su sentido total no vale como expresión del arte. Si acaso, como partículas de símbolos que ya no encajan en los niveles de lo real. Ni un germen de originalidad creadora se vislumbra en cualquiera de sus piececitas subliterarias que, en conjunto homogéneo, no valen como arte pero bastan para recordarnos y dar fe que, hoy en día, cualquier pendejo puede hacerla gacha y figurar como poeta.

LUIS HUMBERTO CROSTHWAITE • UN ESTILO DE GUSTOS EXTRAVIADOS Y OTRAS NADERÍAS


Jorge Munguía Espitia es un sedicente "crítico literario” que, semana tras semana, amontona confituras en la revista Proceso, y en cuyas páginas deja caer repetitivas cascadas de babas, queriéndonos hacer creer que una perra embarazada es capaz de parir lechones. Y en efecto, de manera tan ladina el mentado reseñista solapero dispara ...ta con frenesí, y sin saber cómo corre el agua, su opinión respecto de la obra literaria de nuestro paisano Lewis Júmbert Crosguait: «Las novelas y cuentos de Luis Humberto Crosthwaite recuperan las maneras de vivir, comer, beber, cantar» [vivo de tres animales..., ta-ra-rá], «amar y morir» [sí, amar y mamar, porque el mundo se va acabar; calaqueando como los caguamos, es decir, arriba de guayabo, o cuitiar bien pasado, por haberse picado la venada con una erre hasta el culo de chiva pura, traída de "Meca de la goma", o sea, de Badiraguato, Sinaloa] «de los de abajo». Y no crean ustedes que la chercha aduladora de míster Munguía para allí, endenantes; pues el chilango reseñista, desconocedor —tergiversador— de la realidad fronteriza, en un estado de conmoción cerebral, y casi a punto de quemar incienso con olor de violetas africanas, se hincha de pasión efímera —la que, por cierto, le es ajena— dejando caimán sobre la nuca de los despistados leyedores. Y esta la tomadura de pelo con la que, diatiro se pasa de riatas: «La gran fidelidad lograda es producto no únicamente de la imaginación y el oficio, sino de la actitud del escritor que lo ha llevado a estar en permanente contacto con obreros» [¡sí, señor!; los trescientos sesentaicinco días del año vemos a LHC en las afueras de las maquiladoras de la Mesa de Otay, agarrando cura y compartiendo vivencias con los explotados proletarios], «emigrantes» [¡sí, todos los paisas y pollos, arremolinados desde el Cañón Zapata, en la Líber, hasta la Dairy Mart, en San Ysidro, saben quién es Luis Humberto; ¡joder!], «cholos» [que, por cierto, ya casi no hay; y los que quedaban se volvieron metrosexuales o los acaparó el excachorro del Jorge Bustamante, es decir, el “Cholólogo” Manuel Valenzuela, por que ellos —o sea, los cholillos, no los investigadores ostiones antes mencionados que se dedican a folklorearlos— están en vía de extinción, iguanas como estaban la vaquita y la totoaba], «cantores» [¡uuuy!, qué pasado de riatas, pues el único que yo creo que conoce al Crósguait ha de ser el panzón Gume Vidal, porque los rascaguirnaldas y tololocheros, parquiados en la Plaza Santa Cecilia de este culo de San Diego, ni fu ni fa], «prostitutas» [¡redíez con estas suripantosas!, de cincho, han de ser las putillas incultas que desprestigian la literatura con sus diletantismos panocheros al abortar galimatías tremebundos, porque las paraditas del Cagüilón ni en el mundo lo hacen] «y drogadictos de la frontera» [claro, empezando por los morros tinacos, mocochangos, tacheros, chemostriles, artanes, captagones, robotriles, reinos, morisquetos, jaiporrones, cocodrilos, peyoteros y un longo etcétera de locochones, sin contar a los saicos que ya se quedaron encaramados con tanta mierda, o los superlocos que ya cuitiaron por andarse golosiando con la loquera que rola]. Al reseñista Munguía Espitia nomás le faltó mencionar a los pulmones y mayates [¡ah!, y a los padrotes, olso]. La esponjosa mafufada que, en horas de pereza mental, fragua ese pillín camelero del Jorge Murguía Espitia, no es más que una cretinada tendiente a embaucar mirones. El mampirri, o ignora la realidad, o bien —mejor dicho mal— pretende dar pellejo por chuleta cuando afirma que la narrativa del Crosthwaite recupera las maneras de vivir, comer, beber, cantar, amar y morir de "los de abajo" y que su "actitud" lo ha llevado a estar en permanente contacto con obreros (¡jaja!) y emigrantes (¡jojó!), campesinos (¡jijí!), cholos (¡jujú!), cantores (¡jijú!), prostitutas y drogadictos (¡jují!). Pobre batillo, no sabe el güey que Luis Humberto es ajeno a todo ese pedernal, pues su relación con la clica de nivel macuarro es tan lejana como la distancia que hay entre Tijuas a Yucatán; a no ser que con tal verbena salivosa se refiera al "contacto permanente" que el escritor tijuanense mantiene con su chacha.

23 de enero de 2011

Rehenes de la estupidez que le dan credibilidad a la runflería


uscando la simpatía del hombre de la calle, el gobierno presume que arresta y persigue a los responsables del crimen organizado, pero todo es un blof. Las autoridades son corruptas y oportunistas; y, por ende, sus representantes son tontos, sobornables, solapadores y hasta cómplices de la delincuencia. Así que esa lucha es inefectiva, estéril y vana. Ambas partes son una unidad cosificada, cuajada en lo personal y colectivo por poderes abusivos que vuelcan lo negativo en positivo y viceversa. Y si se desmascaran las bribonadas es porque hay conflictos de intereses particulares, falta de concordancia en algunos métodos o desenfrenos de alebrestados que no se han podido domar por medios austeros y persuasivos. Y, si ahora, presidentes, gobernadores y secretarios de estado han dicho que es indispensable limpiar la mugre del establo, lo cual es totalmente ajeno a la justicia y seguridad para el pueblo llano, no hay que fiarse mucho de lo que vociferen, se trata de la acostumbrada demagogia, tan repulsiva y degenerada como la epidemias que dicen que quieren combatir. El gobierno no tiene voluntad política para erradicar o inhibir las acciones criminales. A ver, ¿porqué no comienza por prepararles carracas a Mario Marín, a Ulises Ruiz y a los hijastros de Vicente Fox? En la Baja California se chapotea en los mismos lodazales, pues el virrey Guadalupe Osuna Millán simula que arrecia dura faena en contra de las bandas delictivas, pero en realidad no mueve ni el dedo meñique porque —y esto lo saben hasta los espíritus más comunes, como dijera el Dante Alighieri— su compromiso no es con el pueblo, sino con los capos que, a cambio de recibir concesión de plaza, le patrocinaron la campaña política durante los lindes en que se candidateaba como aspirante a desgobernador del estado. Y ahora que ya no puede deslindarse no le queda otra que demagogiar con la celebrada «Alianza por la Seguridad» y suscribir mentecateces como el mentado «Convenio por la Seguridad, la Justicia y la Convivencia Social en Baja California». Solamente los rehenes de la estupidez pueden darle credibilidad a la runflería llamada «Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad» y que, sin una pizca de calidad moral, Felipe Calderón Hinojosa alza como su principal banderita.

«Todas las mujeres son putas, menos mi mamá y mi hermana»


«Todas las mujeres son putas, menos mi mamá y mi hermana»

Tijuana es el culo de San Diego

Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...