28 de diciembre de 2009

LA FUENTE MÁS PURA DE LA METÁFORA: DE BESTIAS ESPIRITUALES A MÁQUINAS LEXICOGRÁFICAS


LA FUENTE MÁS PURA DE LA METÁFORA
DE BESTIAS ESPIRITUALES A MÁQUINAS LEXICOGRÁFICAS


Reza el supuesto idealista que en el principio fue el verbo; y, en efecto, la preminencia de la materia humana jamás hubiera alcanzado sus poderes transformadores sin el «logos». La fecundidad de la palabra nos hizo bestias espirituales dotadas de inteligibilidad, del diálogo y los imperativos de la contienda verbal; pero también de la insensatez discursiva y de las formas más repugnantes del retoricismo demagógico y la explosiva fraseología. O sea, desvaríos de la erudición y lenguaje de lo indecible.
El ser humano es un generador, repetidor, tergiversador y destructor de los contenidos significativos de las palabras; una máquina lexicográfica que trasmite y recibe signos denotativos y connotativos dentro de una complejidad comunicativa.
El tramado de las palabras —dice Evodio Escalante— se transfiere a las cosas y el de las cosas a las palabras, de modo que al rato ya no se sabe con claridad donde empiezan unas y terminan las otras. Desde la antigüedad más remota e inimaginable, las palabras se fueron acumulando gradualmente, transitando de una generación a otra hasta formar la memoria colectiva, consolidándose un sistema lingüístico complejo, un lenguaje articulado que fue perdiendo su conexión directa con la actividad real, fáctica, pragmática. Simultáneamente, se ampliaron los horizontes de cognición verbal con mayor aprehensión de la realidad racional, cohesionada por ideas (símbolos, signos, enunciados). La forma oral volcó en escritura.
En los primeros albores de la historia, el lenguaje únicamente se restringía a su función síquica rudimentaria, marcó el nacimiento del lenguaje escrito. Sin tal procedimiento, auxiliar y artificial, no hubiesen sido posibles la civilización y la cultura (un ejemplo típico fue el poema épico, como medio para ayudar a registrar la experiencia de la vida). Hubo la necesidad de crear o "inventar" el lenguaje para describir –codificar- los logros de la sabiduría (no se olvide que algunos dioses, profetas y chamanes eran la personificación del; verbigracia Palas Atenea en los griegos). Poco más tarde los hombres fueron educándose en el arte de la palabra (siglos VII y VI a. de n.e.), cuando las relaciones gentilicio-patriarcales, consagradas por la tradición mitológica, se tornaron hacia nuevas condiciones materiales y conceptuales. Entonces la ingenuidad mística de pasó a un segundo plano a causa del desarrollo de actitudes críticas, al delimitarse con precisión, más o menos relativa, los campos de lo verosímil e inverosímil. Luego la capacidad crítica del pensamiento se convirtió en autocrítica; la evaluación socrática marca este parámetro: "Sólo sé que no sé nada"; que equivale a decir que quien se erige como autoridad suprema de la sapiencia no es más que un cretino, pues nada vale la sabiduría propia. A partir de que el hombre adquirió capacidad crítica, o sea, independencia del intelecto como entidad individual, cuestionando y oponiéndose a los cánones y reglas establecidas, mostrándose capaz de guiar su destino sin la ayuda de oráculos, profecías, sacrificios de animales, u otras determinaciones mágicas que anularan cualquier intento de reflexión o autocontrol de la conciencia. "Toda mitología –apuntó Marx- controla, domina y configura las fuerzas de la naturaleza en la imaginación y a través de ella; en consecuencia, desaparece en cuanto el hombre obtiene el dominio de las fuerzas de la naturaleza." Según las fuentes históricas, el lenguaje surgió hace aproximadamente 800 mil años, en la época del euhomininae heberer. Su punto de partida fueron los sonidos guturales representados por medio de la onomatopeya (ónima = nombre, y poiein = hacer, palabra que imita el sonido de las cosas para significarlas). Este sonido gutural simple marcó la primera señal abstracta del lenguaje como instrumento de comunicación y convivencia social; la interjección y los gestos, como reacciones emotivas del hombre primitivo, también constituyeron sus antecedentes. La oralidad de la palabra dio nacimiento a una de las herramientas más geniales de la humanidad: la escritura. En este proceso discursivo las cosas se ordenaron en abstracto, transformándose en signos arbitrarios y convencionales; y el mito cedió su lugar a la técnica. El orden mítico, ausente de gestos escriturales, limitaba el despliegue histórico, y, por ende, el dominio del mundo y el perfeccionamiento del saber. Hasta la teología sufrió una reducción terminología, asumiendo aspectos teóricos de especulación, mientras en el terreno de la imaginación pagana los poetas se dedicaron explotar el poder de la metáfora.
Porque un lenguaje también puede ser pictórico, figurativo o musical, por estar constreñido a expresiones de la vida artista y cultural. El lenguaje —dice Gramsci— debe ser «entendido no sólo como expresión puramente verbal que en todo momento se ve reflejada en la gramática, sino como conjunto de imágenes y modos de manifestación que no encontramos en la gramática».
Antes de la gran creación civilizadora, los hombres solamente se comunicaban espiritualmente —intuitivamente— con las fuerzas de la naturaleza, se abrazaban a la tierra y miraban al cielo sin comprensión racional de su infinita inmensidad. Las representaciones de los hechos eran precarias metáforas de una razón imaginativa que apenas saca consecuencias prelógicas. Fue el momento histórico en el que la palabra aún no caía en resbaladizo terreno de las dualidades y maniqueísmos, ni adquiría condicionamientos de poder transgresor y manipulador de las conciencias. Después de meras creencias y fantasías ociosas, la palabra dejó de un juego intelectual y, dando paso de la articulación analítica a la mediación del discurso político, se volvió entonces un medio portador de confesiones y culpas, elemento de control y seducción, de adoctrinamiento y exaltación.
En el orden simbólico que prevalece, la realidad se ha desplazado en metonimia y la palabra constituye la fuente más pura de la metáfora que la sustituye.
Somos deudores de los vestigios y de las hazañas del lenguaje.

27 de diciembre de 2009

EL «TIBIO» HUMBERTO FÉLIX BERUMEN: UN ENTENADO O HIJASTRO DE LA MENTIRA SOSPECHOSA


EL «TIBIO» HUMBERTO FÉLIX BERUMEN: UN ENTENADO O HIJASTRO DE LA MENTIRA SOSPECHOSA

El cogesor Humberto Félix Berumen se descolla contando fábulas para agraciar la investidura del poetuco Francisco Morales, dando su versión del alto valor literario de la obra de este vatillo, autor del poemario «La ciudad que recorro», gran interprete, según él, de esta ciudadela.
Y con estas palabras inicia míster HFB su texto:

«En La ciudad que recorro (1986), de Francisco Morales, el primero y único poemario dedicado íntegramente a Tijuana, la ciudad se percibe desde la sensación que resulta de su trasiego cotidiano; un poemario, asimismo, en el cual el fervor personal por Tijuana parece alcanzar su mayor intensidad lírica. Es asimismo el primer poema inequívocamente urbano y moderno de Tijuana» [Tijuana desde la poesía, suplemento «Identidad», 1743, 22 de octubre de 2006].

Más adelantito veremos porqué el don Félix Berumen se siente impulsado a escribir esos comentarios. Por tanto, conviene primero echarle oclayo a las medias verdades que contiene su alocución farolera.
Lo cierto es que la obrita del poeta Morales obedece a un mecánico azar de descripciones de cosas citadinas de este culo de San Diego. Y los poemas que contiene su «plaket» son los brotes tardíos del individualismo esquemático que aplica el autor, cada vez más empobrecido por los nuevos poetas.

—No hay que exagerar, el poeta no tiene ni el suficiente genio ni la suficiente intuición para que se le enzalce de la manera en que lo hace el don Berumen.

Tal parece que la consigna del tlacuilo de la ciudad de Tiyei y académico del Colegio de la Frontera (COLEF) es habilitarlo como todo un chinguetas. El poeta, confeccionador de «La ciudad que recorro» y de «Tijuana tango», se ha aprovechado de la indiferencia que los demás letreadores líricos tienen hacia la «ciri»; porque quienes tenían deudas de arraigo y estaban impelidos a vindicar estéticamente los fantasmas de este pueblucho fronterizo no lo hicieron, y fue, ya sea porque les valió un cacaguate el asunto o porque pelaron gallo o se piraron a la fosa mortuaria.
Y ante tal indisposición o displicencia, aparecieron los «vivillos», deseosos de meterle candela al menjurje, secundados por algunos oportunistas que ya se autoendilgaron la faena de evacuar «el fervor personal por Tijuana» a través de coplitas y estrambotes (el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Gabriel Trujillo, el Víctor Soto Ferrel, el Alfonso García Cortez, el Erasmo Katarino Yépez, el Tijuana Gringo y un longo etcétera).
Son ellos los hermanos putativos, carnalitas samaritanas grotescamente prostituidas; paladines de una literatura-fantasma, tan cercana pero, a la vez, inalcanzable.

—Taxativamente algo prohibitivo, aunque le apliquen el lema holístico niuéch: «no hay literatura, solamente literatos».

Además, en su articulejo «Tijuana desde la poesía», suplemento «Identidad», número 1743, 22 de octubre de 2006, el licenciado HFB, canjeando melcocha por melcocha, magnimiza la medianez literaria de ciertos güeyes vinculados con los menesteres de la lírica, fomentando la ilusión literaria y, mediante una alcahuetería de medias tintas, profesa honores a una pelusa de escribidores cuyos nombres trae apuntados en su listita.

—Los mismos agendados de siempre, y ya mencionados: el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Gabriel Trujillo, el Víctor Soto Ferrel, el Alfonso García Cortez y el Erasmo Katarino Yépez.

Predilección y cuchupo altanero, apriorismo pragmático que congestiona más vicios en la literatura. El pretexto es el tema de la lírica dedicada a la ciudadela-rancho, pero en su trasfondo yace la simbólica mancebía entre el halago, la pleitesía y la panegírica comparsa del «ayúdame-que-yo-después-te-hago-el-paro»; del «tú-me-aplaudes-yo-te-aplaudo».

—Y cómo no lo va a hacer el profe Humberto Félix Berumen, si el batillo es miembrillo de la «Comisión Técnica del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora», junto con una parvada de cretinos y buenosparanada de la catadura del Daniel Serrano, el Sergio Rommel Alfonso Guzmán, el Roberto Rosique, el Manuel Bojórkez, el Rafael Saavedra y la Elizabeth Algrávez.

Y, pues el batillo, tácitamente, debe comportarse según los cánones del oficialismo culturero y estar presto, cuando la ocasión lo amerite, a demagogiar y enhebrar las patrañas que sean pertinentes.

—Circunstancia, entre otras, que condiciona a don Humberto Félix a escribir de manera sofística y retorcida; a suscitar fervores de simpatía convenenciera en favor de su cuadrilla de literatos y hacerse cómplice de la nefasta política cultural para asegurarse la chuleta y el candelabro.

Los objetivos son muy precisos: transformar la ideología en ilusión, especie de desdoblamiento político para la adquisición de estatus por las rutas del «ascetismo estético». La fecunda continuidad del abstraccionismo escolástico como basamento de una crítica limitada y pusilánime.

—Y ¿su pasado comunistoide?
—Ah, ése sólo es un dato prexistente del arrugado pretérito que su memoria proustiana, a duras penas, recuerda. Erráticos ardores juveniles de bolcheviques arrepentidos y marxianos coptados por la dorada estirpe que gobierna el «Paraisodelanada».

Más que un texto de análisis concienzudo, el articulejo del profesor Berumen es un pretexto para sacar la pandereta, los confetis, las «urras» y los aplausos —y de forma «viapís»— para sus ponderados cofrades. El propósito primordial no es traer a colación el tema de la ciudad, sino los aditamentos subjetivos del elenco enlistado en su miniensayito.

—Al tiquitaca, de lo que se trata es de amarrarse a Juanita en la fiesta y no hacer buracos.

Y, en cuanto a la contribución histórico-literaria ¿qué hay de eso? Pues, sin ser muy grosero, despreciativo e insultante, diré que son datos de su programa, «engagement» que disloca la paradoja en el acto escritural, o sea, «desmitificar» «mitificando», que significa rumiar sin la voluntad de superar las antinomias y la exhibición de méritos.

El crítico es un escritor que habla de otro escritor (claro, de su altar literario), asumiendo un compromiso ambiguo y desfigurado, tamizado de cautelas para no lesionar los egos e intereses de los pichones y palomas que surcan los cielos de la burocracia estatal y del empresariado cultural.

—Y en cuanto al otro monito, men?

La poética del Pancho Morales, pura pasión cultural de espíritu libresco, se encuentra muy lejos de marcar hitos de agudeza crítica porque su talante estética cumple una función «heurística» que se engendra con el solemne propósito de gambetear las divisas del oficialismo cultural que promueve la literatura como cuquería de mecenazgo, el buen nombre y la impoluta fama.
En rigor, culminación lógica de la ilustración revertida, o dicho de otra manera: cuadrarse en un estilo, más o menos insulso, para generarse ventajas como poeta cortesano que ha aprendido a rizar el cristal de los lagos en las buenas ordenanzas.

—Y tan eficaces que, si se aplican al pie de la letra, hasta los perros aprenden a bailar, las gallinas a silbar, los gatos a cantar y los pericos a dar la hora.

Y, en efecto, el citado hombre de letras forma parte de los «eméritos» que no desdeñan los honores literarios y tampoco los estímulos que, en especie o firula, otorgan los meneadores de la cosa pública por vía del oficialismo cultural.

—Y, ante tal objeto de apetencias y deseos, no hay manera de decir ¡nogales!

Entonces, viendo el muerto y soltando el llanto; y, como dijera el Gonzalo Rojas, no hay puta que no diga palabras del tamaño de esa complacencia. Así opera la construcción del consenso y la funcionalidad piramidal en la política de cultura; dinámica de institucionalización para los plácemes en los nuevos posicionamientos ideológicos.

—Muchos agraciados afirman que no hay manera de escapar a tal conversión (todo sea por matar al monstruo desde sus entrañas, jeje), en el que se perjura el canon de lo permitido y el valor polisémico de las palabras.

Para no dar pauta a malos entendidos, no siempre habrá lugar para todos —becarios, premiados, adeptos de capilla— es un espacio de excepción, un segundo nivel en la cultura urbana y con nuevo formato en sus viejos contenidos. Cultura tradicional incorporada a la cultura del espectáculo, una suerte de perfección tecnológica para nuestra intuición superyóica.

—Ni un paso atrás, el pasado es el pasado; no lo toquen más. Nuevo apotegma de amplitud de criterios.
—¿Quieres hablar? Todo esta permitido. Hablemos de sexo, de putas…

No hay más sujeción que la libertad. Pero, aclaremos, no hay cabida para todos, la estafeta, la concesión y el incentivo son para la clase media ilustrada. Para la muchedumbre la nota roja, para los creadores el refinado esteticismo.

—Si eres del pueblo no eres nadie; no vales; nadie te pela.
—Ay, pero eso nosotros somos diferentes a la mayoría.

Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporciona sus instrumentos teóricos y recursos retóricos para un mejor proveer, sin causa de resquemor, diatriba o reproche; sin anatema despreciativo o rebeldía desbocada.

—Pues, una vez timado, acomodado, apapachado, aleccionado, escindido de sus convicciones, cauterizado en su radicalismo y reconciliado con el «estatuskú», el men, como buen hijo de la perezosa ciudad, adopta entonces un airecito de unción y bobería como el que refleja un ángel de retablo.

Ya lo dijo Adorno: ni el arte ni literatura pueden ser terrenos neutros.

«Pobres débiles criaturas, ¡cuán cobarde y traidoramente se les seduce!» [cantaba Mefistófeles a Fausto].

Todo depende de las adhesiones y rechazos viscerales. Primero van los genios del espectáculo cultural, después, ya veremos quién mama el pito como condición «sine qua non» para que le publiquen su seudo, cuasi, semi, meta, proto o anti... poema, en un libro de edicion tramposa y excluyente que ni siquiera alcanza a disipar o eludir las lacras politiqueras del cuchupo y apalabre.

EL ROBERTO JIMÉNEZ (ALIAS «EL ROSIQUE»): DEL FACILISMO HUERO A LA IMPOSTURA ZALAMERA



EL ROBERTO JIMÉNEZ (ALIAS «EL ROSIQUE»): DEL FACILISMO HUERO A LA IMPOSTURA ZALAMERA

Entre los muchos y tantos baladreros que pontifician ese alelamiento cretino y comparación falaz de considerar a Tijuana como una megalópolis de la cultura y las artes, a mas de otras mariguanadas de igual calibre, podemos citar a otro batillo que se esmera en urdir disparates de igual calado que los batillos y minas que he pasdo por hacha en mis tantos «Vertederos de cretinadas».
Me refiero al Roberto Jiménez Rosique, pintor que se pudre de ganas de ser escritor y quien, en sus ratos en que deja de pastichear monitos y círculos concéntricos, emulando pachorrudamente la metafísica figurativa de Chirico y las fisonomías geométricas del cubismo picassiano, se dedica a redactar algunas margallatesces que se atreve a publicar en dos tres suplementos y revistas culturales.
Este zagalón de la escritura se acomoda entre la bandada de seudoliteratos y se desmadeja exhibiendo un somnoliento texto que se titula «Tijuana: ciudad creativa», y publicado en el fanzín sarabiano «Tijuana Metro», volumen 6, número 43, de fecha agosto-septiembre de 2006.
Más esmerado en añadir disparates, decapitando la sindéresis y partiéndole la madre a la prosodia, el Rosique despacha su articulejo reverenciando la misma chuchería propalada con el objeto de atribuirle a este mingitorio fronterizo una relevancia que no le corresponde, en el sentido de considerarlo como un «epicentro» del arte y la cultura, a la par de ciudades como Berlín, París, Londres o Bruselas.
Éste es un ejemplo de algunos referentes y despropósitos suyos que anotó en el textito faltriquero y que sacó a la colada:

«El evidente progreso del arte bajacaliforniano observado en los últimos años va en concordancia con el acelerado desarrollo social y económico de la región…» [Roberto Rosique, Tijuana: ciudad creativa, Tijuana Metro, volumen 6, número 43, agosto-septiembre de 2006, página 17].

Como el articulejo del bato está plagado de contradicciones e incongruencias, me limitaré únicamente a transcribir otro fragmento de sus inconsistencias antiteoréticas:

«…el surgimiento de proyectos definitorios y controversiales como inSITE, Salón internacional de Estandartes y Tijuana la Tercera Nación, entre otros, que han incrementado el interés por el acontecer cultural de la frontera, y que a pesar de las carencias de espacios culturales, la pobreza de un mercado local ara el artes y la ausencia de una crítica especializada para el mismo, entre tantas cosas más, se ha ido conformando, al paso del tiempo, un arte plural, incluyente y ambicioso, congruente al dinamismo social en que se desarrolla» [Roberto Rosique, Tijuana: ciudad creativa, Tijuana Metro, volumen 6, número 43, agosto-septiembre de 2006, página 17].

Vaya manera de hacer el recuento de sus ensueños y viajes al paraíso. Cantarle loas a Tijuana porque ya es una «meca» del arte.

—Bueno sería que yo tuviera el tiempo libre que la vida otorga para ejercer esa talacha de llenar libretas y cuadernos de cuanta mamada y media vengan a la cabeza.

Si andan promoviendo la pena de muerte hasta en los libros de texto de escuelas primarias, quienes se arriman al asunto de tales apologías también deberían ser buenos para exhortar al retiro voluntario de ineptos en el terreno de la cultura.

—Qué expectante resulta saber que en este tafanario del turismo de a dólar existe «un arte plural, incluyente y ambicioso».

Y miren si no: Tijuana está saturada de sedicentes artistas con obras absolutamente inanes, gente burda e ignorante, pretenciosa y sin tradición literaria; en su mayoría, artistillas que lastran escuetas líneas o pintan cositas sin relevancia, atendiendo más a caprichos, modas e imitaciones que a cualidades estéticas.
Bisoños concesionarios de una cultura abstracta, libresca, individualista, de casta y que solamente alcanzan a concatenar en su existencia podredumbres artísticas y nociones acríticas de la realidad, aceptando como principios vitales y valores fundamentales las apetencias que impone la psicología mediática y el oficialismo culturoso.

—Para ellos, da lo mismo dónde se introduzcan las ideas, en el culo o en la conciencia. No hay distingo, mi buen.

Desguangüilada cultura con grávidos síntomas de estupidez, engreimiento y petulancia cretina.

¿Esa es la pluralidad del arte que pretende mitificar el Roberto Jiménez Rosique?

Ahora, quienquiera salir de los confines del ninguneo y subir al pedestal de alabastro o, simplemente, que lo acepten en determinada cofradía; que le concedan algún espacio para montar una exposición de pintura o conseguir que le publiquen un libro, es menester, sino se tiene otra opción, recorrer caminos fecalosos.
Y como siempre hay una deuda que saldar, considerando que la dignidad y la ética se han malbaratado, la mendicación requiere debutar de cobero, contagiarse de lambisconería y hasta andar oliendo las erupciones de las nalgas para encontrar cabida en los nichos y mafias tertuleras.

—Y, además, sin reparar en gastos, el chiripero debe estar en la mejor disposición, en grado tal, hasta de cogerse a Dios por el culo.

Todo sea por el anhelo de erigirse en un personaje célebre o, por lo menos, comenzar a comer con manteca. Ya no importa tanto el talento y camellar como galeote, pues para armarla en estos lares se depende de los apalabres y el pitazo de la recomendación en la elección de los ungidos y de los agraciados.

¿Eso significa decir que el arte es incluyente?

El mérito de los artistas y escritores no está en su profundidad sino en su finalidad. No intentan ofrecer algo más que no sean obritas afectadas con lo más rancio, podrido y vetusto que hay en las academias, escuelas de arte y talleres de literatura.
En cuanto a los que se jactan de ser escritores, su actividad letrera es pura pedorrera, miserias escriturales revelan en sus textos raquíticos y superficiales. Por ejemplo, las poetas, en su mayoría, son unas bobas de notoria incultura, paridoras de vacuidades, más preocupadas por el glamur sempiterno que por el talento y la creatividad. Niñitas pequeñoburguesas que viven —y malviven— perdidamente enamoradas de la holganza parasitaria y son adictas duras de la banalidad.

—Y todavía anuncian que el monte es todo de orégano y que Baja California está rebozando de literatos y pintores chinguetas. Pero lo cierto es que estamos casi en trance de muerte.

La mediocridad intelectual, el protagonismo de diva, el feminismo aburguesado y la frivolidad cínica, son lacras que tienen a la pintura y a la literatura al borde del abismo.

¿Eso puede entenderse como arte ambicioso?

Lo que en realidad campea en el ámbito cultural y artístico de Tijuana, y poblaciones circunvecinas de la Baja California, además de lo banal, es un provincianismo rascuacho que agobia a quienes se dedican a la artisteada y a los asuntos vinculados con la literatura, la pintura o la poesía.
Puede que en acciones y conciencia sean proclives al cosmopolitismo pero, al final de cuentas, se delatan como lo que son: aldeanos sin convicción ni compromiso serio con los rollos de la estética. Y ya se sabe que, al final de la comedia, una vez desenmascarada la concha de nácar, aparece la penuria localista de seres simplones, rústicos, vulgares y pueblerinos que explayan el recogimiento individualista y la cerrazón telúrica (es decir, sicológica) de un entorno sociocultural donde solamente —algunos pocos— tienen derecho a ostentar la membresía del club de literatos, el carnet de capilla de pintores o la cartilla que los habrá de legitimar como afiliados a determinada ganga de anacoretas y jaraneros del absolutismo ilustrado. Una minoría de privilegiados cada vez más exigua, entes fantásticos hechos a remiendos, encumbrados en una nube de pedos y rebosando en sus propias heces.

—Y aunque muchos renieguen de tal condición telúrica, el ribete solaz y parroquiano lo llevan inserto hasta el tuétano. Es patente ver en cualquier exposición de pintura, en un festival de literatura, en un encuentro de escritores o en equis simposio de hacedores de arte, trolas que no son más que pachangones y mojigangas en los que, a pura flor de piel, barbotan el cortejo trepador, la alabanza hipócrita, el halago noño, el galanteo ruin y la insulsa frivolidad.

Nula es la calidad plástica de las expresiones del llamado arte visual y la producción de la literatura fronteriza que continúan nadando en sus seis y hundiéndose en los mismos lagos prosopopéyicos.
Por su parte, la lírica agoniza, reproduciendo con profusión los mismos y repetidos lugares comunes, centelleando confusiones babélicas. Poesía que no es ya poesía, pasticheramente abortada por amanuenses con más emoción que talento.
La pintura y la literatura siguen siendo productos de autoconsumo, petulantes cretinadas sostenidas sobre una base de quiméricas naderías.
Editores de suplementos y fanzines son fieles seguidores de la farándula y el espectáculo, mas que culturales son empresas titiriteras que publican lo impublicable.
Los gacetilleros se han vuelto “críticos” al vapor y sólo hablan de un autor cuando éste ya ha sido reconocido por la crítica elogiosa, escrita por comentaristas rastreros y superficiales, quienes, en un abrir y cerrar de ojos, con postulados de «sofistería» discursiva y lenguaje encriptado, anhelan convertir lo mostrenco en cosmopolita.


TIJUANA EN UN LARGO CAMELO DE OCURRENCIAS

Podría pasarse de largo el camelo ese de que Tijuana ya es una “metrópoli” del arte y la cultura, y considerarse como una ocurrencia romántica, sino fuera porque mamadas como esas son elevadas a teorías axiológicas que seducen a la borregada que se cree esos panchos.
Vivir de ensueños y de pedorreras es un candor de optimistas bobalicones, pero lo gacho de tales tontejadas es que luego se convierten en arcanos de la alineación y pasan al subconsciente histórico nacional. No se trata solamente de un frenesí idealista —como el de aquella ficticia «Ciudad de Dios» que ideó el indiscreto africano que usaba solamente la sandalia izquierda—, es una utilería política de vivales y arribistas, o sea, propaganda mediatizadora empotrada en el circuito de la vendimia para embaucar, atolondrar, manipular, ofuscar y castrar la tesitura lógica de la conciencia.

— Pero cada quien está en su derecho de tragarse el camote o descreer en el alijo que inventan los mercenarios del arte.

Pedante bobería que —por estupidez, ingenuidad o conveniencia— un buen carajal de fabulistas, farsantes metidos a trabajadores de la cultura y demás pájaros cilantreros, rematan con petulancia en pápiro y telera.

—Uy, sí. Tijuana es una capital cultural donde hay mucha creación artística de vanguardia, dice, muy fufurufo, el Alejandro Rodríguez, exdirector del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Tijuana.
—Uy, sí. Tijuana esta llena de arte y el CECUT es ahora un zócalo de la alegría, dice el Jaime Cháidez Bonilla, padrotín del suplemento «Identidad» [3].

¿A qué obedece tanta bazofia lingüística?, ¿porqué exaltan un cúmulo de virtudes y peripecias artísticas como si cayeran del cielo por toneladas?
El «meollo» del birote está en el negocio de falcar glosas extravagantes y difundir mafufadas inverosímiles para darse tartarín y subirse a la mula parda. Y quienes se suman a la balaca de jugarla como promotores de este tipo de farolerías y gazpachos insensatos son bastantes y muchos. ¿Qué se puede hacer ante estas fabulaciones que se pregonan como el «desiderátum» de una verdad histórica, siendo, desde luego, todo lo contrario? Vulgata en boga, a juzgar por las reseñas que se hacen, la máquina cultural del «establichment» no deja titere con cabeza cuando lanza a los boquiabiertos el atractivo cebo y pone el bozal al desbozalado.

—Ruin es la verdad, mezquina la realidad y la artimaña, hipócrita.

Conmueven y convencen las directrices del «mainstream» y los postulados del libre comercio en la cultura. Arribismo de cultureros, compaginado con la audacia de mercaderes que, por razones de reconocimiento y de rentabilidad, incursionan en las artes y en el ámbito de la cultura, transfigurados, desde los oscuros sótanos de la trivialidad, la frivolidad y la ignorancia, en reverberos de la vaciedad burocrática y en pelanduscas del cretinismo. La mayor parte del ambiente cultural y artístico que prevalece en Baja California equivale a una letrina de panboleros, la cultura se haya regenteada por bribones calabobos y las expresiones estéticas son una oquedad de la que brotan chasquidos de mediocridades, vocecitas marrulleras, miméticas y acartonadas.

—En resumidas cuentas: facilismo, simplificación; ornamento bobo; pendejez y oportunismo.

POR LA SALVAGUARDA DE LA SALUD MENTAL DE NUESTROS JÓVENES Y DE LAS FUTURAS GENERACIONES



POR LA SALVAGUARDA DE LA SALUD MENTAL DE NUESTROS JÓVENES Y DE LAS FUTURAS GENERACIONES

Gazmoñonudamente se sublima el efecto sicológico de las palabras con atávicos fariseísmos: el sida es ahora el «cáncer rosa», los vejetes, «ancianos en plenitud». Agüevo se quiere pulir la prosa bárbara del pueblo con un lenguaje oropelesco, confeccionado para sustituir o amainar los contenidos significativos y naturales de palabras tan directas como lupanares, antros, prostíbulos y puteras con locuciones cretinas como esa de «giros negros», invento de peritos en el truco de la farsa.
El lenguaje mojigato y de rapavela, a diferencia de la parla mal hablada o soez que usa por la perrada, no surge por espontaneidad como éste, sino que se expande desde las cúpulas de los aparatos reproductores de la ideología dominante y aterriza en la conciencia colectiva como anuncio revestido de puritanismo, de discurso deslavado y fraudulento. Es un lenguaje confeccionado, redefinido y manipulado como estrategia mediatizadora.
Se reprueba y se censura el lenguaje majadero, ofensivo y escatológico porque es sincero, irreverente y liberador, derivado de una afirmación rebelde y contestataria. La prejuiciosa ñoñería y el credo mojigato se sustentan una pedantería de los reaccionarios que restringen, impiden, coartan y reprimen las libertades y derechos de todos los individuos habidos y por haber. Pero fiscalizar y coartar tales prerrogativas no significa la salvaguarda de la salud mental de la juventud, ni de preservar los valores y principios de fundamentales de la sociedad. En realidad, se trata de inducir a la estupidez y al inculca miento de los retrógrados estigmas de culpa, pecado y represión familiar e institucional.


Culo, panocha, verga, puñeta y puto son palabras sucias que no merecen aparecer en «Blóguer» o en «Feizbuk».

MORAL Y BUENAS COSTUMBRES



MORAL Y BUENAS COSTUMBRES

Moral y buenas costumbres equivalen a las tantas paparruchas ultrareaccionarias que apestan a cucufatez, a prejuicio taimado, a ignorancia e hipocresía.
¿Cómo se define lo obsceno? ¿Obscenidad es lo que yo vierto y posteo en mis textos e imágenes? Para afirmarlo no solamente se requiere un rasero moral, también se necesita echar manos de los criterios estéticos.
Pero ¿cómo determinar la supuesta obscenidad? ¿Mirar a una pareja en el pleno ayuntamiento carnal es obsceno? ¿Acaso con la supresión del flujo informativo y el aniquilamiento de páginas virtuales se a salvará a la juventud de las garras de la perdición?
¿Acaso no hay obscenidad, inmoralidad y atentado a las buenas costumbres en las acciones de los ineptos y corruptos desgobernantes de la cosa pública en el momento entregan a la oligarquía financiera y a las transnacionales las riquezas de los mexicanos, el petróleo y la energía eléctrica?
¿No fue una inmoralidad, agravio a las buenas costumbres y una obscenidad la conducta desplegada por Vicente Fox al recibir dinero de procedencia dudosa del extranjero y pisotear ley federal electoral durante su campaña como candidato presidencial?
¿Fue muy moral y apegado a las buenas costumbres que un presidente usurpador elimine de un chingadazo la fuente de trabajo de 20 mil trabajadores electricistas?
¿No es obsceno e inmoral el entreguismo descarado del FECAL, cómplices y achichincles hacia las corporaciones trasnacionales?
Seguramente cometer fechoría y media, explotar al trabajador y hundir al pueblo en la miseria y la ignorancia han de ser acciones muy morales. Sin duda saquear al país, ensangrentarlo, arruinar el peso y dejar deudas de poca madre han de ser buenas costumbres.
Justicieramente se valora «lo que sí» y «lo que no» debe aparecer en «Feizbuk» o en «Blóguer». Así se ponen las cosas en su lugar; porque sólo después de esos reajustes pueden continuar las cosas como deben proseguir; sólo así puede ser posible el espíritu inaugurado por Petrarca y retomado por Erasmo y Voltaire para reanudar la marcha.

O sea, para que siga supurando pus la llaga de la reacción.

EL ADOLFO V. NODAL • OTRO CHORERO EN LAS COMARCAS CULTURERAS DE TIYEI


TIJUANA EN LOS EFLUVIOS DE CANTALETAS DE CODONGOS

Se sabe que, por vía del «díctum» culturero, choreros y condongos reiteran constantemente la cantaleta de que este culo de San Diego (y al que también se le denomina Tijuana) —a partir de un par de decenios atrás— se engrumece como una especie de “capitolio internacional de las artes”.

—Pura labia,.

Exacto, burda construcción mediática de objetos meramente conceptuales sin certeza lógica; sobrada zalamería que aplasta la verdad de las cosas.

—Y los sedicentes «críticos» de la realidad fronteriza ¿qué dicen al respecto?

Arambel de palabras, la mayoría de ellos no quieren salir de sus madrigueras tan siquiera para saludar.

Algunos de esos supuestos «escribanos» aquilatan la bambolla como cierta, otros hacen mutis y se vuelven herméticos depositarios del silencio, evitando el flemón para que no los vayan a tildar de buhoneros o cobistas. Dominados por el mutismo, éstos acoquinados (no-opinadores) y promotores del autismo cultural valen lo mismo que los infatuados fandongueros que vocinglean —con ridículas u oportunistas pretensiones— la insultante mofeta de que nuestras miserias locales relampaguean como prototipo universal del desarrollo cultural y artístico del planeta.

La «crítica», contentadiza y abúlica (y que, a decir verdad, no es crítica), en vez de articular un discurso reflexivo para refutar esa chaladura y desmentir con argumentos convincentes a la runfla de pelotilleros, se conforma con chipotear frivolidades y farolear a los pajecillos y cortesanas en turno que intentan hacerse parte del canon. Y es que aquí, como en otras partes, la «crítica» apesta a propaganda y no anuncia otra cosa que las ganas de vomitar; sus opiniones encajan maravillosamente como flor del ojal de la tartufería artística, pues enchiquera como suyas las consignas rutinarias del marketing: sumisión no discusión, aceptación no debate.

Y es que solamente se justifica la idea sin ejercicio, pues no el lícito ni decente hacerles la vida de cuadritos a los gargantudos con los cuales mantienen vínculos de corto compromiso político.

—En ese deslumbrante manojo de patrañas aparece la simbiosis como parte del gesto mediático.

Los «unos» y los «otros», gandules y achichincles, conjugando mezquindades y aviesos intereses, reclaman el reparto de medias rotas para sus piernas con várices, haciendo parir las antinomias que servirán para dar respaldo a los borbollones de patrañas y engreídos cacareos.

—Recurren a las antinomias sirven para legitimar la llana desvergüenza, la retórica almidonada y la repugnante desmesura con las que se ensalza a este pueblo como “epítome del arte y la cultura”.

¿Qué secretos hay detrás de todo ese ruido de sonajas? ¿Reacción emocional por el gusto del tema?, ¿efluvios de un «tout court» idealista?, ¿sueños de tontos que siguen soñando que están despiertos?

—Usted dirá, lector o lectora.

Mientras responde vayamos a inspeccionar algunos rollos de esa sicología pintoresca, charoleada con la misma metodología del milagro de los panes.



SE DIVULGA EL CAMELO POR LAS COMARCAS DE LA TÍA JUANA

Lo que enseguida se lee son parte de las puerilidades y complacencias discursivas que, sin controlar palabras, emoción y pensamiento, escribió a tal respecto el señorón de nombre Adolfo V. Nodal, cositas pretextiadas con motivo de una exhibición —digamos— artística de folklore barato en la que participaron una runfla de mamacallos que conculcan en el campo de las llamadas artes plásticas o visuales.

De su redrojo pancheril, que además se atrevió a publicar en el revistón sarabiano «Tijuana Metro» (volumen 6, número 43, de fecha agosto-septiembre de 2006), reproduzco un cachirul, ribeteado con el fulgente cabezal de «Tijuana cruda».

«Esta muestra ofrece a un grupo pequeño de catorce hombres y mujeres de la gran selección de artistas visuales que están viviendo y trabajando en Tijuana hoy: es un ejemplo de la energía cruda que esta encendiendo la producción del arte en el México norteño y la California del sur. El trabajo de estos artistas que se esfuerzan en la línea delantera de las líneas fronterizas, que está detonando en un movimiento cultural internacional poderoso que pone un nuevo tejido de influencias e interdependencias de Baja a San Francisco. El hecho que ellos todos son creadores que han puesto sus raíces en y han sido en mucho parte de una escena bulliciosa de arte floreciente de Tijuana que hace a esa ciudad extraordinaria el sitio de una nueva era de globalización de cultura que antes nunca se ha visto» [Adolfo V. Nodal, Tijuana Metro, volumen 6, número 43, agosto-septiembre de 2006, página 10].

Pero qué ocurrencias de suscitar esos ecos febriles, persecución vana de la gloria. Si Tijuana apenas es una dacha de la juerga cultural en la que abundan la mediocridad intelectual, el talento inflado y la exhibición de intimidades que los corifeos diletantes suponen que es arte.

—Crédulos de lo pirronesco que, por hecho de ver gatos negros, ya se imaginan que por ai anda la bruja.

Esa es la malograda información que nos brinda el fulano de apellido Nodal, quien —muy al tono de un discípulo de Cantinflas— redacta su tartajo con expedita dislexia escritural. Además de agredir a la sintaxis y cocinar con una prosa bárbara su camote, entre pujidos de «colapsus linguae», el tipo no hace otra cosa que disparar tonterías.

En qué cabeza cabe pregonar el infundio de que en este muladar fronterizo se «está detonando en un movimiento cultural internacional poderoso» y que Tijuana es un «ejemplo de la energía cruda que está encendiendo la producción del arte en el México norteño» y blablablá.

—El güey hace lo mismo que la gente que vive del oficialismo cultural: puras macanas.

Veamos otro pedazo de su cadena de insensateces:

«…la cultura de Tijuana parece ilimitada y preparada para extender su influencia hacia el norte y hacia el más allá. Este nuevo caballo de fuerza en las artes ha evolucionado al mismo tiempo que Tijuana toma su lugar como uno de los centros culturales bohemios de verdad para los artistas visuales mexicanos y otros intelectuales y pensadores en muchos campos de persecución creativa y puntos similares. Atrayendo pensadores creativos principalmente de San Diego, Los Ángeles y otros puntos del norte y de Europa. Tijuana es también un sifón de talento de México, Centro y Sudamérica que cuela con dirección norte durante las últimas décadas» [Adolfo V. Nodal, Tijuana Metro, volumen 6, número 43, agosto-septiembre de 2006, página 10].

—¡Ay, güey! «Sifón de talento», «nuevo caballo de fuerza en las artes».
—Qué pasado de riatas.

El infeliz gamberro culturoso no tiene idea de lo que rumia y parece que pertenecen a esa clase de individuos que sufren una atrofia evolutiva en sus mecanismos cerebrales de cognición. Su percepción de la realidad es corta y miope, subjetivismo idealista inducido por un fetichismo que antepone la mistificación a la verdad histórica y material.

Son de ese mismo corte y catadura gacetilleros y publirrelacionistas como el Jaime Cháidez, el Sergio Rommel Alfonso Guzmán, el Daniel Serrano, el Roberto Castillo Udiarte, el Rafa Saavedra, el Roberto Jiménez Rosique, la Regina Swain, el Erasmo Katarino Yépez, la Aída Méndez, el Gerardo Navarro, el Gilberto Licona, el Mario Ortiz Villacorta, el Alejandro Rodríguez, el José Vicente Anaya, el Roberto Navarro y demás ralea de turiferos. Estimulados por una asombrosa ignorancia, son incontables los individuos y las individuas que repiten las mismas taras que los anteriores gestadores de cretinismos fraudulentos. [1]

—Para ellos la realidad comienza en sus tatemas y no en los avatares de la fenomenología del mundo material.
—Lo cierto es que aquí, como en muchas partes, dejan que la cultura se consolide por inercia, mientras los chichos que supuestamente la promueven y la menean se van a jaranear a las tascas.

Gracias al negocio de propaganda trinquetera que desponja el mentado Adolfo V. Nodal, cualquier cabrón llega a convertirse en artista y sus cochinadas pasan por obras de arte.
Y prueba de ello es que, de toda la perrada que integra el «grupo pequeño de catorce hombres y mujeres de la gran selección de artistas visuales» que presenta en su redrojo, solamente unos cuantos son dignos de ser considerados verdaderos hacedores de arte. Pues, la mayoría de estos estetas, si acaso tienen sensibilidad artística, la tienen embotada, deformada y fetichizada.

—Y no hablemos ya de talento porque allí la cosa anda de la chingada.

A pesar de que se barbote que son «un ejemplo de la energía cruda que está encendiendo la producción del arte en el México norteño y la California del sur».

—Robusta taradez.
—Sin el impulso propagandístico esos pobres suatos no serían más que sombras.

Veamos la pasarela que engalana el registro de payasadas que confecciona el Adolfo N. Nodal y que adorna las páginas del revistón sarabiano: Mely Barragán, Tania Candini, Roberto Córdoba-Leyva, Antonio Escalante, Gabriela Escárcega, Charles Glaubitz, Aldo Guerra, Alfredo Gutiérrez, Franco Méndez Calvillo, Julio Orozco, Irma Sofía Poeter, Roberto Rosique, Daniel Ruanova y Ricardo Sanders. De la primera y el penúltimo, o sea, la pareja pictórica Barragán-Ruanova, ya me he ocupado de escribir algo en «Vertederos de cretinadas» anteriores. [2]

—De los demás, como dijo la Juanga, no vale la pena pasarlos por hacha. Son gatos que maúllan a la luz de la misma luna a la que le chilla la parejita en mención.



PARA NOTAS DE PIE O HUEVOS DE COCHI

1.- De todos los turiferos ya mencionados, basta sacar a la colada las memeces de dos publirrelacionista. Esto dijo el AR, o sea, el Alejandro Rodríguez :

«Yo creo que en Tijuana nos ven desde el centro de la república, y de otras latitudes, como una capital cultural, en donde la creación artística tiene matices muy importantes. En primer lugar hay mucha creación artística, y en segundo lugar es una creación de vanguardia, en la cual los artistas están desarrollando expresiones en distintas disciplinas que no son las tradicionales que no ves normalmente en el centro del país, sino que van un poco más de la mano de las vanguardias que se dan en otras partes del mundo» [Alejandro Rodríguez, entrevista en la revista Tijuaneo, Número 9, octubre de 2007, página 28].

Rumió esto el JCHB:

«La reciente versión de Entijuanarte fue un éxito en cantidad, los tijuanenses lo han hecho propio. (sic). Por lo pronto, felicitaciones a todos los que formaron parte de una fiesta colectiva que hizo del Cecut un Zócalo de alegría, de amigos mutuos, del encuentro con extraños que posiblemente nunca coincidirían en otro lugar, pero aquí, en un festival interdisciplinario, todos tienen permiso de mirar, de tocar, de formar parte de una Tijuana llena de arte» [Jaime Cháidez Bonilla, Frivolitos de la olla, Identidad, 1793, domingo 14 de octubre de 2007].

2.- Tocante a la cuestión de la «pareja pictórica» Ruanova-Barragán, remito a los lectores a dos articulejos del «Vertedero de cretinadas» que se intitulan «EL PINTORCILLO DANIEL RUANOVA: ¿PAYASO INGENUO O BUFÓN HIPÓCRITA?» y «LA MELY BARRAGÁN: UNA TOMADURA DE PELO CASI PERFECTA».

PORQUÉ EL FAMOSO ROLLO CHINO DE CORTÁZAR ACABÓ EN PAPEL DE ESCUSADO


PORQUÉ EL FAMOSO ROLLO CHINO DE CORTÁZAR ACABÓ EN PAPEL DE ESCUSADO

El textualismo, más que una estilizacion de la preceptiva estetica es una estrategia es discursiva, es decir, política, y en cuya esencia está la fraseología que denunciaba Kart Krauss como continuo traqueteo de la lengua:

«la cosa ha sido podrida por la fraseología. La época hiede ya a “frase”».

«La fraseología —escribe Ernest Fischer— hace desaparecer la diferencia entre un idiota general, un libertino capitán de caballería y un soldado moribundo, haciendo de todos ellos héroes».

—En la literatura sirve muy bien para justificar la grafomanía mediocre e inflar los talentos de menguada calidad.

El sistema de la gran retórica para la funcionalidad social, para la sustancia sin verdad, para la multiplicación de equívocos. En el trasfondo son imposturas, falseamientos y ocultamientos de la materia hablada que ya ha perdido sentido. «En situaciones de crisis históricas parece que domina la tendencia a retener mediante un lenguaje cifrado o bien mediante fórmulas tradicionales a un mundo que va de camino hacia lo desconocido.Surgiendo, de este modo, por una parte, un dogmatismo que se aferra a fórmulas tradicionales, y que prefiere liquidar a la realidad antes que al edificio doctrinario; por otra parte, un ser hermafrodita, a base de positivismo y misticismo, un hacer valer sólo a lo inmediatamente percibido, un reconocer, como si fuera la única realidad, a lo cifrado, al símbolo, a la imagen ambigua. Este hablar en ciframiento es algo característico para muchos escritores de entre los escritores de más talento en el mundo capitalista; esto permite permanecer en la indeterminación e irresolución, y significa correr un velo de enigmas a lo banal; un estado de suspensión en el espacio, en lugar de tener un punto de vista , como expresión de una decepción general , de una desesperación común, como rechazo conciente de todo lo que recuerde lo más mínimo a una forma de agitación que todo lo simplifica» [Ernest Fischer, Literatura y crisis, pagina, 166].

Tal parece que delinear con precisión teórica es algo prohibitivo, anteponiendo la sacralización de lo no-inteligible y la refundición de la incoherencia en el ejercicio verbal. La parte más vital proceso de entendimiento lingüístico ha sido absorbida por las nuevas dicotomías «antiliterarias» que, desde principios del siglo XX, se iniciaron con el dogma del «caos».

La negación de la afirmación de las primeras vanguardias —que representaban una protesta liberadora en sus inicios, y que acabaron como viejas chancludas reaccionarios— acabó en aquello de detestaba, en falsa realidad.

—El famoso «rollo chino» de Julio Cortazar terminó convertido en un papel de escusado.

El despiadado escrutinio crítico se convirtió en su reverso mismo, en un ilusionismo retórico y de pantalla. Nació entonces la suprarrealidad emotiva en y el callejón invisible de las antinomias quedaron atrapados en sus propias contradicciones los viejos renegados de los movimientos (políticos, sociales y culturales) y corrientes de avanzada estética.
La primera línea de demarcación la trazó Nietzsche cuando mandó al basurero tecnológico el expediente completo del «caso Sócrates». Secundaron a la revalorización nietzscheana de los instintos irracionales los primeros vanguardistas europeos (dadaístas, surrealistas, y futuristas italianos), descoyuntando los rígidos valores y preceptos de la vieja guardia (ideológica); luego, después de una lentísima caída de transición entre guerras y posguerras, vinieron los alquimistas de la «deconstrucción posmoderna», abriéndole camino a la superstición y a la ignorancia.
Se desfondaron los signos de la creación en una horrenda catástrofe que parecida a una monumental carpa de circo, más risible y repugnante que el teatro de la metafísica antigua que imperaba como organización lingüística y reproductora de ideas o concepciones del mundo. Las acciones humanas en que circundaban la anarquía y su caos condescendieron en simpatías y filiaciones ante los convencionalismos burgueses, confundiendo a los difuntos con los vivientes.
Después de Becket y los existencialistas ateos el golpe ya estaba dado, luego vino la castración con los luditas seguidores de Lacan, Barthes, y Foucault, quedando el artista reducido en un pobre eunuco, el filósofo en un charlatán teledirigido, el pintor en un acartonado diseñador de objetos basurientos y el poeta en un maniquí del soliloquio que ya no tiene literatura.
En el rumbo que se sigue no hay nitidez y se engrupa cualquier la mierda como obra de arte. La presunta revolución antiliteraria, ayer impetuosa de fuerza trasmutadora, hoy es una garnacha de esnobistas y de un oscurantismo delirante.
Si el lenguaje interactivo proporciona el contacto con la literatura, en un caso especifico, la nomenclatura que lo conforma y de acuerdo con cada corte histórico, se relabora y se trasmuta en para dar vida a nuevos contenidos semánticos. Para establecer la comunión lingüística se requiere de un código precedente que sirva de enlace retórico multifuncional que acerque al conocimiento, que revele la verdad, que confronte el pasado con el presente, que sugiera, convenza, informe, narre, poetice y que se anticipe a los hechos.

—Arquetipo de la palabra que nos induce a escribir como necesidad.

Pero, como dice un poeta salvadoreño, hay lenguaje de la vida y lenguaje metafísico. De un tiempo no muy corta hacia estos días, el isomorfismo, la confusión y la redundancia se han aquilato como forma esnobista de retórica, y las categorías lógicas del pensamiento se diseminan abstracciones que simbolizan contrariamente a los objetos concretos que les dieron origen.
La razón de este lenguaje absurdo, contradictorio y pretendidamente científico se ha inventado para justificar determinadas acciones e intereses; por eso la ciencia, dice Ernesto Sabato, ha encontrado su lenguaje propio; «totalmente inventado para sus necesidades: una tranquila multitud de símbolos desposeídos de cualquier otro significado que el convenido para sus creadores».
Muy alejado del lenguaje del hombre del montón es el nuevo acervo lingüístico que se rige por las pautas de la mercadotecnia, unidad de elementos expresivos que no rebasan el nivel de una sicología petrificada que presume de lenguaje cosmopolita, muy útil para mantener en vigencia a sofismas decrépitos.
En esta jerga la interpretación y el significado ciertos términos no se resuelven con el valor literal que ofrece la etimología o la semántica, y, por tanto, su análisis no puede reducirse a esas disciplinas, ya que el lenguaje empleado en el proceso de homogeneización cultural, como lenguaje tecnocrático y globalizador, es el lenguaje de las mercancías y expresión de un momento histórico que al difundirse --distribuirse-- se reproduce como un "imaginario colectivo"; como ilusión que amputa la realidad y domestica la conciencia del receptor (fijémonos en la reducción: hombre-ciudadano-contribuyente-cliente-usuario-consumidor).
Los conceptos de la publicidad seudocultural responden a un interés de clase, dominante, cabe afirmar. Separarlos de la relación que guardan con la ideología tecnocrática sería caer en un monismo reduccionista, de la misma manera en que se incurre cuando se estudia la sociedad reduciéndose a la concepción "economicista", o sea con un determinismo del "libre juego de las fuerzas económicas".
En este caso el problema reside en la identificación fundamental de lo debe ser el concepto (por ejemplo: el amor) y el hecho pertinente (por ejemplo: la mercancía). Creer que el concepto amor y la belleza son hechos históricamente determinados y que la economía es la naturaleza se comete una barbaridad. [Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, Tomo IV].
Ninguna acción social e histórica puede operar en el vacío ideológico; el lenguaje, sistema de representación de signos y expresión del pensamiento es un determinante que hace posible la construcción y reproducción de la ideología.
Todo lenguaje —señala Alfonso Reyes— lleva implícita una interpretación del mundo. Todo saber se encuentra cimentado sobre el lenguaje. La expresión verbal no sólo contiene una significación o fija una representación; la fuerza de las palabras activa la voluntad, violenta el orden, subvierte, mueve la materia, produce reacciones, a veces inesperadas.
Ahora veamos la terminología que los ángeles digitales envían desde el ciberespacio, aderezados con dos tres voquibles en respectiva versión pochoñola: "firewall" (cortafuego), "pyme", "hash" (algoritmos de resumen), "PIN" (clave de identificación), "chat" (conversación), "navigator" (usuario), "hosting" (alojamiento), etc.

—Burocracia tecnocrática que administra su lenguaje vertical y lo convierte en una mercancía-sueño.

Estos quistes semánticos portan una carga ideológica, llevan implícita una interpretación del mundo, una identificación nominal que se separa la materialidad de los objetos o artículos que las corporaciones dirigen a sus posibles compradores, siempre y cuando se trate de clientes de la clase media o de su mismo estrato, porque la gente humilde, polo opuesto en la relación dominante del vertical proceso tecnocrático, no podrá adquirir dichos productos porque, en primer lugar, no están destinados a su clase social.

—Fueron hechos para el uso y disfrute de la pequeñaburguesía o para la burguesía.

Un sujeto, sin otro patrimonio que la pobreza heredada por generaciones y que apenas sobrevive con frijoles, únicamente en sueños podrá adquirirlos. Y al enfrentarse a esa realidad inalcanzable, no tendrá otra opción que apresar la quimera que le ofrecen: una realidad virtual, conceptual y de naturaleza puramente abstracta que representa sólo fetiches, toda vez que el sujeto expoliado (léase oprimido, jodido, prángana, piojo, etc) conoce el objeto pero no puede acceder a él porque es un ente pasivo, apartado, alienado, cuya aprehensión de la cosa únicamente logra mediante una ilusión.

Los productos que la mercadotecnia ofrece son símbolos refractarios de la ideología burguesa, mitificados y armados en abstracto mediante una dialéctica perversa.

—Estos son los síntomas de la alienación neoliberal, la globalización que nos espera con los brazos abiertos.

En los «Cuadernos de la cárcel» señaló Gramsci esta tendencia de volver 'subjetivo' lo que es dado como 'objetivo'. En los parámetros de la información de la cultura de masas subyace la teoría de los condicionamientos ideológicos; se trata de ritual autoritario que ha cerrado todos los canales de comunicación decente porque su mensaje es unilateral, y su discurso, pura saliva.
La aserción de este fenómeno lo explica Mattelart: «A cada crisis del capitalismo, los poderes han pedido a la técnica un suplemento para el alma. El campo del saber y de la comunicación tecnológica es hoy el campo donde el poder trata de reforzar su aparato de hegemonía».

4 de diciembre de 2009

EL FEMINISMO Y SU BAUTISMO DE FUEGO



EL FEMINISMO Y SU BAUTISMO DE FUEGO

Las mujeres no decidieron ser feministas. Su presunta liberación no es más que una concesión burguesa otorgada por el orden establecido. Y precisamente por el orden político militar fueron desarraigadas de su lugar y lanzadas al mercado debido a la depauperización.
A principios de los años cuarenta esta procreadora de la vida fue reclutada como obrera en las fábricas de artefactos de guerra de los Estados Unidos. No habiendo machines que maquilaran los artículos de la milicia, la mujer suplió al hombre que se encontraba en el frente.

—Ése fue su bautismo de fuego; la muerte misma de la femineidad.

Y los derechos que la mujer adquirió se fundamentan en la determinación de agresión imperialista. El estado la chantajeó para que rompiera con el contrato social del matrimonio, y ella, creyendo en una supuesta liberación, salió de su nicho ancestral.
En Alemania, milicias de mujeres llamadas las rexisas colaboraron con los nazis durante la ocupación de Bélgica. En su necesidad geopolítica de la expansión, el estado como un organismo vivo debía crecer y la mujer, renunciando al cuidado de sus hijos, coadyuvó a redimensionar sus tentáculos; es decir, a preservarlo y protegerlo. Ese fue el fundamento del pangermanismo de Kjellén, teórico precursor del nacionalsocialismo.

—Gracias al poder militar las mujeres se libraron del reducto esclavizante del hogar.

He ahí el desplazamiento del instinto maternal: la mujer ya no carga un bebe sino una arma. Por su esfuerzo y sacrificio fue recompensada con los valores viriles, al mismo tiempo que recibía la androginia del ejército. Ahora ya no quiere regresar al lugar donde era una perdedora, un ser hacinado y pasivo a disposición del macho.

—Por eso la femineidad nació muerta.

Ahora, sino hay guerra ella será utilizada de otra manera, por decirlo, en los avatares de la moda, en los anuncios comerciales como gancho sicológico o carnada sexual para jalar con lascivia a los potenciales clientes. Entonces modela en los aparadores, sino es desde afuera, será adentro, bobeando en el shopping. Ahora el poder despiadado del consumismo es quien la denigra; le arranca el vestido y en calzones y la coloca sobre el cofre de un carro para que anuncie la venta de esos artefactos. Se sube a la tarima y baila, poseída por un vértigo de lujuria artificial; y cuando termina la pieza recoge del piso los billetes que le lanzaron los borrachos.

—Qué importa dónde pueda estar; en la empresa, en la escuela, en un laboratorio, en un bar, en una sala de masajes. Es un ser colectivo que debe ir hacia adelante en espiral, hacia el progreso.

El momento histórico que la creo y la justificó, dotándola de derechos y poder, hay que nulificarlo, borrarlo de la memoria. Cuando la nueva economía en que hoy vive —y para la que vive— se depaupere, surgirán otras expectativas y nuevas orientaciones comerciales fijarán el rumbo que tendrá que seguir. Es decir, otros rumbos de consumo, otra ideología que garantice su seguridad femenina.

—A estas alturas, confunde su liberación con la competencia económica. Ése ha sido el signo del feminismo moderno y ahora continúa en la postmodernidad.

El feminismo, como categoría sociológica, es más falso que la sonrisa de un charlatán en plena faena engatusadora. Tocante a que las mujeres no decidieron ser feministas, dice Javier Sicilia, en un articulejo que publicó la revista «Proceso» (edición 1364 del 22 de diciembre de 2002), que «la explotación de la mujer (sea en el mundo indígena o en el mundo posmoderno) se debe a que cuando la economía, como lo ha demostrado muy bien su tocayo Karl Polany en La gran transformación, se desincrustó del orden social en donde convivía complementariamente con otros valores (religiosos, sociales, alimentarios, políticos, etcétera) y se convirtió en el valor supremo, del cual nuestras sociedades modernas son su rostro más acabado, todo, incluso el Estado, se supeditó a ella. Así, quien tiene el poder económico en la familia (semejante a los que tienen el control del poder económico en las sociedades globalizadas o no globalizadas) se convierte en denominador. 'Quien paga manda', dice un espantoso adagio moderno».

—Ergo, el feminismo inconscientemente reproduce el deseo masculino de dominio.

MOJIGATERÍAS «OPENMAIND»



MOJIGATERÍAS «OPENMAIND»

Hay gente mojigata que presume de muy "open mind", pero lo cierto es que nada tiene de liberal. Muchas veces detrás de una fémina que muy mofletuda se las madrea de progresista, manumitida y desoprimida de moralinas, se esconde una rapavelas de tres barandas, traumada hasta el tuétano por los convencionalismos absurdos que se carga.

—Cuántas manolas no hay con doble máscara porque se avergüenzan de pertenecer a los cucufatos.

Cuando se descubre el prejuicio ultraconservador en las palabras no hay manera de tapar el dedo con el sol (como diría el Roberto Putacazo). Y por más que zangoloteen las cucarachas peludas para anunciar que se es de mente abierta, de avanzada, en el discurso brota la rancia gazmoñería que controla.
Un ejemplo de esta doblez lo denota la plastiquera actricilla Ana de la Reguera (que pese a todo, la ruca tiene un culito muy aceptable, dicho sea de paso); y es que la mina susodicha omite llamar a las cosas por su nombre, mientras se ostenta de "muy alivianada".
Ella dice "intimidad" para no mencionar lo que la perrada conoce como culiadera, cogedera, cochadera, parchadera, acueste, revolcón, matar la rata, playar, enfierrar, echar pata, ponerle, fletar, etcé.

—Sino quería quemarse de raspa, mejor hubiera dicho acto sexual, y san camaleón.

Para no hacer muy largo el cuento, el caso es que una gacetillera de la farándula le preguntó a la ruca si es picarona y le gusta hablar en doble sentido. Y la jaina manifestó:

"La verdad es que soy media pelada, en la intimidad [quiso decir a la hora de estar cogiendo, o ¿me equivoco?] y con gente de mucha confianza. Sí soy calientona" [o sea que le encanta la fanta; y suelta prenda, mas no con cualquiera].

—¡Bendito sea Dios!

28 de noviembre de 2009

HAY QUE CALENTAR LA HORNILLA ANTES DE HACERLA ESTALLAR



El capital —dice el viejo Marx— es la potencia económica de la sociedad burguesa que lo domina todo. Opresión y explotación, superabundancia y pauperismo; y las clases, estamentos y grupos, corrompidos moral y socialmente. Concretamente, «el capitalismo —dice Rubén Zardoya Loureda— sigue siendo el régimen de la esclavitud asalariada y de la marginación social, de la sumisión de la sociedad y los individuos a las leyes de la producción de plusvalía; sigue siendo la forma de organización de las relaciones entre los hombres que se construye sobre la contradicción flagrante entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación; el espacio de la concentración y centralización progresiva de la riqueza, la propiedad y el poder[...], de la conversión de los productos de la actividad en fuerzas hostiles e incontrolables que oprimen a sus propios productores» [Gramsci y el capitalismo contemporáneo].
La «tranquilidad interna», o sea, «el grado y la intensidad de la función hegemónica de la clase dirigente», se ha convertido en un bramido de miedo, cólera e impotencia. Y después de unos tantos centenares de cadáveres triturados, hasta ahora el carnicero se ha dado cuenta que el molino de carne que manipulaba es una máquina infernal que escupe plomo y corta cabezas.
Los victimarios ahora se dicen víctimas y oficialmente se han puesto al servicio de la lucha contra la peste que días antes ayudaran a difundir entre cuchareros, pillos y socuchos de la última broza.

—Y no les extrañe que además manifiesten responsabilidad ciudadana como buenos pedagogos de la moral y las buenas costumbres, cuando en un pasado no muy mediato aleteaban la leperada, el sahumerio con olor a mota y hasta estornudaban por el trasero.

Caballeros dicen que no, caballeros dicen que sí a la ornamentación del crimen. La violencia se ha convertido en una causa de sí misma y la intervención selectiva del estado sólo representa para las bandas y organizaciones criminales una restricción eventual que ha causado dispersiones y reacomodos, pero no su eliminación o expugnación.

—Y la violencia tiene que hacerlo a uno productivo, aunque se pierda la sensibilidad y la fantasía.

Las cosas son perecederas, la vida circunstancial; y la sociedad burguesa se compone por dos tipos de personas; las que dicen que en alguna parte de la ciudad han tronado un picadero o una tiendita, y las que se lamentan por haberse enterado demasiado tarde del domicilio de tal puchadero. Y «esta clasificación —afirma Karl Krauss— tiene la ventaja de que se realiza también en una misma persona, al no ser en esto decisivo el hecho de que sea contradictoria la manera de ver las cosas, sino sólo las circunstancias y consideraciones del momento a la hora de elegir un punto de vista u otro» [Moralidad y criminalidad].
Malandros —de bajo y alto rango— acreditaron sus señoríos vinculándose a las estructuras del poder político, descollándose además, con la profusión de los billetes sucios y fortunas malhabidas, como socios inversores de los reputados miembros de las confederaciones patronales y los gremios empresariales. Mientras tanto, el grueso de la pequeña burguesía se ha tirado de cuclillas a lamberle las botas a la soldadesca y ruega por la militarización de su terruño para que se violen las mismas leyes que se supone se deben de respetar.
Muchos soñadores, ilusos, ingenuos y caraduras hablan de la violencia y la criminalidad como si tales fenómenos derivaran de fuentes ajenas al sistema que los ha engendrado; como si se trataran de monstruosos inventos, creados por seres que no tienen pinta ni vela en los entierros del conglomerado social. Las antípodas de las contradicciones y conflictos que dan origen a los acicates de la violencia también se explican por los alcances simbólicos; y si nos remitimos al pasado mitológico de las sociedades precolombinas, encontramos que allí hasta los dioses se alimentaban con sangre.

—Octavio Paz decía que la vida se prolonga en la muerte; y los ilustrados monjes de la cristiandad argüían que la muerte es la puerta para entrar al reino de los cielos.

En el poder acarreador de la muerte, ¿quién lleva la voz cantante de la guerra, el terrorismo, la violencia, el asesinato y demás atrocidades? Sabemos quien recibe el sebo derretido de las veladoras, pero no precisamos con certeza al dueño de la culpa; porque —como le comentaba Kafka a Janouch— aunque sepamos que «el hombre gordo domina al pobre en el marco de un sistema determinado. Pero él no es el sistema en sí. Ni siquiera es él un dominador. Al contrario: el hombre gordo lleva también cadenas... El capitalismo es un sistema de dependencias, que van de dentro para afuera, de fuera para dentro, de arriba para abajo y de abajo para arriba. Todo es en él dependiente, todo está encadenado. El capitalismo es un estadio del mundo y del alma...».
La esencia metafísica que subyace en el acto criminal se disuelve en la rutina social y desemboca en una tesis de poder que subvierte la moral burguesa. No es una suerte de «weltanschauung», pero su aplicación práctica destruye valores, altera idiosincrasias, compra conciencias, etcétera; y sus efectos síquicos se trasladan al proceso social para encontrar fundamento y justificación en cuestiones muy prácticas y concretas, es decir, objetivos inmediatos que revisten el carácter de crimen (organizado o desorganizado, según sea el caso).
De acuerdo con la idea naturalista de la realidad, si dos fulanos «A» y «B» carecen de empleo, están en la vil ruina y no tienen expectativas laborales en la estructura formal de las relaciones sociales de trabajo; uno podrá resignarse a no robar, a no secuestrar o no despachar a un tercero a la tumba; en cambio, el otro quebrantará la ley y cometerá delito.
Aunque la voluntariedad del segundo repugne, su intención es más firme y de mayor energía para afrontar la vida que la del segundo, que sin chistar se queda en el miserable atolladero que la moral burguesa le ha reservado y que de nada servirá para satisfacer sus necesidades más elementales. Y aquí sale a colación Wilhelm Reich cuando decía que «todo lo que actualmente se llama moral o ética esta, sin excepciona, al servicio de la opresión de la humanidad trabajadora».
Cuando muchos vivos queden reducidos en muertos— el crimen (como sinónimo de homicidio o dolosa privación de la vida) ya no tendrá ese carácter refractario de «causa eventual», desposeyéndose tanto el asesino y su comisión homicida del rasgo de ser un «un hecho excepcional» de la existencia cotidiana.

—O sea, esa «situación» a la que Raymond Chandler en su literatura negra, metafóricamente, comparaba con «una papa de cuatro kilos o un ternero con dos cabezas».

Chandler apuntalaba en su novela «Un largo adiós» la metafísica del acto criminal como inmanencia del mal:

«Un asesino es siempre irreal en cuanto uno sabe que es un asesino. Hay gente que mata por odio, o miedo o codicia. Están los asesinos astutos que planean y esperan salir bien. Están los asesinos violentos que no piensan en nada. Y están los asesinos enamorados de la muerte, para quienes el asesinato es una clase de suicidio remoto. En cierto sentido, todos son insanos...».

Si el pesimismo cósmico ya no se cura con la homologación de las catáforas epizóticas de la blenorragia, y en sus afiebrados cerebros se están muriendo las ilusiones, entonces pídanle a la ciudad les ayude a soñar sus pesadillas; y que siga con sus troquelados ritmos fronterizos y desenfrenos binacionales, que al cabo ningún matón es superior al incestuoso Caín, al negro Otelo, al esperpéntico Freddy Krugar o al borracho Constantino.

—Por lo pronto, ai se las van dando con las personas que están compartiendo sus corazoncitos.

27 de noviembre de 2009

LA INMORALIDAD CULTUROSA DE DON FRANCISCO [raúl] ACEVEDO SAVIN



Qué aburriddo es este puto. Don Francisco Raúl Acevedo Savín, alias también el Jeff Durango, debería ser tan entretenido en estos menesteres de la lectura, como lo es gateando por las noches en el piso de pasillos y cuartos de hoteles para chingarse a alguna culturosa que asiste a sus ya afamadas, (digo) amafiadas, «Horas de junio».

http://www.youtube.com/watch?v=oaHg0Xnqdfk&feature=player_embedded

Este cabrón caradura del Savín es de lo que firmó en contra del Virgilio Muñoz y, pues ai lo tenemos mamando ahora del Cecut, bañadito y recién talquiado, presentándose en el Festival de literatura del noroeste.

Por eso yo... de lengua me como un taco.

EL POETA QUE ARRASTRA LAS PATAS ANTES QUE SE DESDIJERA DE LA CRETINADAS CHARKIANAS



Juan Martínez, alias el poeta que arrastra las patas, antes de convertirse en detractor del «Charkito», era de los mismos chupapollas que decían (como la Peggy Bonilla y el Bruno Ruiz): «Ay, Ektor, yo no sé que haríamos sin tus Vertederos de cretinadas». Y nomás le cayó bola negra, chingó a su madre el Charcomen.

Guachen:

LETRAS DE CACTUS ©2005 POETRY WITH A MEXICAN ACCENT
JUAN JOSÉ MARTÍNEZ, POETA Y TRADUCTOR, VIVE EN PLAYAS DE ROSARITO CON SU ESPOSA Y SUS DOS HIJOS. E-MAIL SKYPILGRIM@MSN.CO
M

WEDNESDAY, OCTOBER 29, 2003

LAS FAENAS DEL CHARQUITO

La crítica a Yépez y a otros, me recuerda un incidente de hace años. Al salir de un bar con una amistad, observamos como uno de los clientes, en un estado supra-ebrio, ofendía las madres de todos los presentes. Esto no fue suficiente para el ofensor, porque prosiguió al peligroso bulevar de la 5 y 10, se detuvo en plena vía de tráfico, y continuó con sus proclamaciones.
Los autos pasaban cercas de él y le pitaban para evitar atropellarlo. Muchos autos lo esquivaron. Hasta que se detuvo un carro blanco, último modelo, en su interior iba una pareja de mediana edad. Se bajó el conductor, un señor alto y corpulento, se acercó al ebrio y le soltó dos puñetazos. Nunca olvidaré el sonido de esos golpes porque se escuchó mejor que en las películas. El ebrio cesó de proferir sus maldiciones y se acerco hacia la acera. Me miró a los ojos y me dijo: “Ya me partieron la madre… ya me calmé”
Aunque los métodos del motorista hayan parecidos rudos, fueron éstos los que probablemente le salvaron la vida al borracho. En realidad el motorista es un héroe. Un altruista. Le salvó la vida una persona, que a razón de los excesos, perdió la capacidad de cuidarse a si mismo.
El Charquito usa procedimientos similares en el área de la semántica. Sus críticas son precisamente para salvarlos del error, para ayudarles a mejorar. Aunque esto parezca una paradoja, El Charquito los ama.


POSTED BY MARTÍNEZ AT 3:39 PM

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26 de noviembre de 2009

EL POETA QUE ARRASTRA LAS PATAS

Ser puto no es ningún pecado ni delito, pero esto ya es una chingadera:

Después de un divorcio, este wey [deljuan.blogspot.com] ya se hizo bisexual... y va papu... que vuela.

Tijuana es el culo de San Diego

Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...