22 de junio de 2009

SOMOS UN MUNDO PEQUEÑO COMO NUESTRO MIERDOSO CEREBRO PEQUEÑOBURGUÉS

Los pequeñoburgueses culturosos de Tijuana no son contrarios a los inquisidores medievales que castigaban la herejía, ni a los mismísimos persecutores de la ciencia y de las ideas de vanguardia, pues se comportan como duros fundamentalistas que hacen de las suyas en estos tiempos de pútrido posmodernismo en que todo se mezcla y se confunde entre el «ser» y el «no-ser».



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos —de mentalidad pequeñoburguesa— acostumbrados a negar o sublimar las contradicciones sociales que marcan su involución histórica con actitudes tramposas y de suma ignorancia; no nada más por el hecho de reducir a categoría simplista un concepto tan polisémico como el de cultura, sino por sus espíritus de cretinos oportunistas que siempre fastidian con estúpidas muletillas a las que les anteponen la palabra «cultura», vindicando bajo esta tesitura chingaderas irrelevantes e intrascendentes, chamullando el término hasta dejarlo rebajado a cliché de propaganda política marquetera.



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos que una y otra vez se repiten el desaguisado: «cultura», «cultura», «cultura», «cultura», etcétera y más etcéteras de «cultura», «cultura», «cultura»; como si con eso se expurgaran la inferioridad intelectual de suyos cabrones y cabronas que hacen de la palabra cultura propaganda hueca.



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos para quienes problema de la cultura ya no es una cuestión de elevación, como decía el Marx hegeliano, tampoco un fenómeno que merezca debatirse; se trata un asunto para hacer negocio e insuflar los egos. Porque para esta runfla de papanatas el arte y la cultura se vertebran a partir de lo que dicta la moda, la imitación servil o la inercia mental.



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos que ayer ostentaban muy orondos credenciales cecutianas y aparecían en las nóminas de becarios como buenos progobiernistas. Ahora presumen de tránsfugas y se han convertido en camaleones y cínicamente hacen eco estéril con su batea de mamarrachadas cultureras.



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos que en el momento en que se ven impelidos a afrontar las contradicciones y dar prueba de su legitimidad supuestamente contestataria, se van por el camino de los viejos utopismos (de «los sueños gelatinosos», como decía Gramsci) e incurren en la reabsorción convenenciera de su propio materialismo pragmático de «quítate-que-ai-te-voy», adecuándola en grado tal que pueda coincidir con cualquier corriente política, sea ésta marxistoide, agnóstica, liberal o reaccionaria.



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos que al plantear sus premisas, encaminadas a cuestionar el orden existente, no escogen salivazos o fuego, sino suavidad y buenos sentimientos para llenar el mamoncete discurso que prodigan. Deben ser muy cautelosos cuando hay que «criticar» a la burguesía, a cuyas expensas hacen carrera, fama y logran «estatus», grados de distinción, años sabáticos, premios, becas y galardones.



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos que no representan peligro alguno para clase dominante ni trastocan algún interés político o económico; se les permite vociferar tratando de encubrir el mensaje con una retórica dualista, ambigua, confusa o abstracta. Estertilizan y estilizan las expresiones que orquestan en temas de jerga rígida y pedantesca.



Algunos de los miembrillos y miembrillas de la pequeñoburguesía culturosa tijuanaca suelen ser más descarados y, a pecho abierto, lengüetean la gastada demagogia tratando de reivindicar lo que no existe. Siguen siendo lo que son y serán siempre: mercenarios de la mentira institucional con relación al birote de la cultura.



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos enquistados en las instituciones oficiales o enganchados a pulpos empresariales que difunden chatarra mediática, los seudointelectuales que pretenden justificar un papel de “independencia” crítica, de plastiquera posición progresista; una «ilusión activa» que choca con la realidad del drama social y su monstruosa falsificación histórica.



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos que, de un putacazo, arrojan al vacío histórico aquellos esfuerzos y acciones de lucha llevaron a cabo nuestros antepasados para reivindicar las prerrogativas que de manera pingüe somos sus depositarios; ríos de sangre vueltos pura abstracción y charlatanería.



Pequeñoburgueses culturosos tijuanacos, a quienes no les importan las libertades de expresión y pensamiento, o si les importan a leguas se ve que son unos ingenuos inconsecuentes que no tienen conciencia para vislumbrar la magnitud de las atrocidades y melolengueses que cometen con el pensamiento ajeno, el que por supuesto no es de su agrado.



Pequeñoburguesía culturosa de Tijuana cuyas formas de encubrimiento verbal son múltiples y con la gacha intención de que los agentes receptores a quienes dirigen sus mamelucadas no puedan encontrar la intelección teórica. Y es que las estructuras ideológicas dominantes imponen las maneras de expresar un discurso con jedor libresco y de cubículo.



Y este pobre parásito burriciego, y que parece imitar a los cursilones autores del sicologismo «new age»— se autoencarna como hipócrita contestatario de sí mismo y en comentarista suyo, echándose porras él solito, extirpando todo aquello que no se adecua con su desgastada imagen de rabioso literatuelo de cartoncillo (la verdad es que es un culón de siete suelas) para jugarla al magarre y taparle el ojo al macho. Este desdichado chupapijas, además de desabrido cursilesco, ahora se anda parando el culo de “crítico” del sistema del cual mama, vomitando estúpidas alusiones abstractas en contra de nadie y de él mismo.

15 de junio de 2009

LUPERCO CASTILLO, EHRENBERG Y EL MARFUZ VIRGILIO [DE POETAS, CARROÑEROS Y PAYASOS…]


Vertedero de cretinadas


Por Éktor Henrique Martínez



LUPERCO CASTILLO, EHRENBERG Y EL MARFUZ VIRGILIO
[DE POETAS, CARROÑEROS Y PAYASOS…]





«...la fatua ingenuidad de los papagayos que creen poseer, con unas cuantas fórmulas estereotipadas, la llave para abrir todas las puertas…»

Antonio Gramsci



LOBO QUE SE HARTA DE CARNE SE DISFRAZA DE CORDERO

Ya son escasísimos —por no decir: inexistentes— los literatuelos que —luego de mamar placenteramente el choto del culturalismo oficialista— se convierten en becerros topilleros, renegando entonces de aquello que antes no renegaban y prejuzgando como intolerable lo que ayer también toleraban. Roberto Castillo Udiarte, alias don Luperco, es uno de ellos; y, dando cabezazo y patada, quiere cercenar de su memoria un pasado que, sin duda alguna, todavía le provoca hondas melancolías. Pero ahora alberga otros anhelos (huelga decir: manchados de comedia, sensacionalismo y ridiculez), queriendo comenzar de cero la marcha de su caminata “moral”. Y en un arrebato de fingida indignación, el bato se ha proclamado miembro de la «liga de la decencia» (político-culturera) y en un falso reivindicador de la perfectibilidad ética que chilla como novicia ultrajada.

—No hay que tragarse el churro, se trata de momentáneos sacudimientos.

Faltándole garra, sinceridad y seriedad, Luperco Castillo Udiarte, nuevo prócer de la “decencia”, se lanza en el ejercicio de sus predicamentos con una «carta» que publica el semanario esotérico-seudocultural «Bitácora» (edición #629, de fecha 4 de junio de 2009), y en la expone siete sinrazones.
Este es el proemio de su epístola:

«Lic. Héctor Villanueva G. • Subdirección de Promoción Cultural • Presente.- • Por medio de esta carta doy una respuesta a la invitación editorial tuya, fechada el pasado 12 de Febrero del presente año, y al mismo tiempo hago de tu conocimiento mi decisión para que sea cancelada, temporalmente, la publicación de mi libro, Nuestras vidas son otras (reunión de poemas), que había sido seleccionado por el jurado de la Convocatoria de la Colección Editorial del Centro Cultural Tijuana 2009, por las siguientes razones…» [Roberto Castillo, Bitácora #629, 4 de junio de 2009].

—Las desproporciones que causan su malestar se verán en renglones venideros.

Estolidez y pedantería en vana retorica es lo que muestra, de entrada, míster Luperco. Sus divergencias son únicamente de carácter terminológico, nominalista y palabrero; o sea, mamonas y demagógicas. Se defiende por interés particular encubriéndolo bajo un blandengue «moralismo» exhibicionista que se ventila hipócritamente como un interés general. Es la etiología burguesa del egoísmo —en la que hizo blanco Marx en su estudio de la Contribución a la crítica de la filosofía de Hegel— y que aún degenera en misticismo y apología de la meritocracia: «hago de tu conocimiento mi decisión para que sea cancelada, temporalmente, la publicación de mi libro, Nuestras vidas son otras».

—Y tú nieve, ¿de qué la quieres, señor Luperco?

Y, porque se trata de uno más de nuestros carismáticos hombres de letras, de los inspirados por la divinidad, de los prestigiosos de alto rango moral y estético, de los elevados intelectualmente, de las superioridades en el estatus sapiencial, de las trascendentales voces de la conciencia colectiva, etcétera, mucho caso le harán a este partidario de la autofagia culturosa, ahora convertido en una Penélope que se niega a tejerle chambritas a su Ulises.
Ridícula y cínicamente, don Róber Castillo parte de circunstancias que ya no admiten inescrupulosidades en la elección de los medios para llegar a un fin. Pero, además de que la convicción no es sincera, ya es demasiado tarde para el giro ético. El discurso del marrullero poetastro de Playas de Tijuana adquiere un ritmo y una orientación de paradoja, un modo marché de dupes o juego de ilusionistas, pues pretende hacerse independiente de sus propios fines, cuando en su conciencia adulterada, éstos ya habían sido concebidos como medios.

—Así, hasta la infalibilidad resulta barata; basta con meterse la moral en el bolsillo y… san Camaleón.

En la manoseada cantilena epistolar que garrapatea nuestro invitado, ésta es la primera [de las sinrazones] que hace valer:

«Soy uno de los firmantes en la carta que se mandó a la Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), para protestar y para que reconsidere la decisión de nombrar a un director del Centro Cultural Tijuana sin haber realizado mínimamente una consulta o un consenso entre la comunidad cultural de la región, lo cual la hace aparecer como una decisión de puro compromiso político» [Roberto Castillo, Bitácora #629, 4 de junio de 2009].

Tal parece que el señorón no anda muy sólido en los temas de la nueva “ciencia política”. Sin embargo, él quiere saltar de burraca a superhombre y se cubre con un oropel de rígida aversión a la congruencia, parapetando un finalismo teleológico similar al de los priístas «renovados». En vez de andar pegando de gritos por la impresión y publicación de un libraco, el jesuítico vate debería, cuando menos, procurarse en sus dones una mezcla de habilidad técnica y capacidad imaginativa; y, por supuesto, dejarse de macanas.

Ahora, ¿cuál es el verdadero fondo del asunto: la «designación» (el acceso al cargo público) o el «designado» (el núcleo moral de la personalidad)? No se necesita mucha tatema para averiguarlo, aplíquese nada más la ley de la causalidad y la respuesta es pan comido. Pero don Luperco la juega al magarre y hace como que la virgen le habla. Como buen servidor de la plutocracia culturosa y convenenciera, el bato sucumbe ante el autoengaño ético. Sus convicciones corren el pobre vuelo de un eticismo impotente y de cínicas coartadas.
Y con este tipo de rollitos quiere penetrar en las legitimaciones:

«Segunda [de las sinrazones].- Aclaro que la carta en ningún momento se opone a la persona designada, tampoco propone a otra alterna; respetuosamente, la inconformidad se manifiesta en cuanto a la falta de transparencia en la designación. Si bien estas decisiones centralistas son parte de una tradición política común en nuestro país, considero que si tanto se pregona el arribo de la democracia, creo que éste es sólo un acto demagógico más de las instituciones nacionales y con las cuales estoy, y estaré, en total desacuerdo» [Roberto Castillo, Bitácora #629, 4 de junio de 2009].

—¡Ájale!, y el punto clave es: ¿el güevo o la gallinuca?

El método de exposición no puede ser otro que desentenderse de lo que se tiene guardado en la memoria desde hace mucho tiempo; es decir, que don Luperco no se haga pato, pues él ya sabe que —por su naturaleza y funcionalidad— los mecanismos, procesos y ajustes tácticos en materia de cultura son centralistas. Si el bato sabe que el desarrollo y la promoción cultural de “provincia” se gestiona desde las iniciativas del centro, entonces ¿porqué hasta ahora hace hogaño y motivo de hilaridad con tales temas tan trillados? Eso no lo berreaba cuando, participando en cacería de limosnas, rozaba compensaciones, dádivas, apoyos y canonjías.

—Quebrantos que, por el bacilo de su hipocresía, el redomado poetastro no confiesa.

De seguro que ya se siente un ser depurado y con suficiente autoridad moral para descalificar la cutrerías que antes no lo irritaban ni le crispaban los nervios.

—Y que no diga que no participaba en tales jubileos y gollerías.




PAYASO, SOY UN PINCHI PAYASO QUE RÍE EN LA PENUMBRA

En similar tesitura que don Luperco Castillo Udiarte, otro payaso se adhiere a «la inconformidad [que] no es contra de una persona [de nombre y apellido Virgilio Muñoz] sino en contra de la manera en que llega al puesto. Se trata del Felipe Ehrenberg, quien —para escurrir el bulto y adelantándose demagógicamente a cualquier acontecimiento molesto para su persona y perjudicial a sus intereses— mueve la víbora de esta manera:

«Firmo una de las cartas publicadas por un segmento importante de Tijuana por considerar que es la única que cuestiona, no al recién designado director, sino a la forma en que acaba de ser designado. Atentamente Felipe Ehrenberg Enríquez».

Puede demostrarse sin dificultad la forma rastrera, y por demás disparatada, de enderezar la queja. O sea, al sucesor de la Tere Vicencio lo quieren hundir y joder, pero no tienen nada en contra de él. Entonces ¿qué anhelan con ese móvil de loca santidad neoquijotesca?; ¿la cruz del martirio? Exhibir públicamente la forma negativa y cochina que medió en el nombramiento del burócrata cultural es, al mismo tiempo, imputarle colusión en el cuchupo.
Y otro personaje de pabellón cirquero, y que se ha vuelto zarandillo mataperros, es el fulanete Gustavo Torres, quien —antes de la morriña que ahora se carga— se engullía sus botanas y se chupaba sus aguas-locas con el billete que recibía como colaborador del Virgilio Muñoz en el pápiro «Diario 29».

—Pero sigamos pelando las antítesis de lo que ayer y anteantier eran puras alabanzas.

Para hacer prevalecer pureza y claridad en el orden de los asuntos relacionados con los retruécanos de la cultura política o la política de la cultura, don Lobo Castillo nos ha salido muy demócrata y honrado.

«Tercera [de las sinrazones].- No es mi posición una forma de resistencia al cambio, sino a la permanencia de los mismos métodos y estrategias de antaño para designar los puestos directivos a través del compadrazgo, las relaciones sanguíneas, los favores políticos, y no por los méritos requeridos o por la experiencia en el campo cultural» [Roberto Castillo, Bitácora #629, 4 de junio de 2009].

Deveras que el excompadre del «decadente Elvis Presley tijuanense» (como dijera la hinchadita de la Regina Swain, refiriéndose al Guicho Crosthwaite), es un caradura de tres varandas. Todas las acciones que don Luperco afirma repudiar subyacen latentes en su manera de actuar. Cómo olvidar que la señora Tere Vicencio, anterior titular del CECUT, es —por bautismo y no por simples borracheras— comadre del bato. Luego-entonces (como espetan los leguleyos), y en el supuesto que la ruca aún estuviera meneando el changarro culturoso, la felicidad personal del poetazo Castillo Udiarte estaría subordinada a «una forma de resistencia al cambio». Por tanto, la descripción que hace en su libelo se haya vinculada muy «ad hoc» a esas tendencias de «compadrazgo, relaciones sanguíneas y favores políticos», quedando arrejoladas a segundo o quinto plano las máximas “realizaciones” intelectuales de «méritos o experiencia en el campo cultural».

—Así que… señor Luperco: no mameyes que son plátanos.

El estricto y puritano código moral que ufana nuestro invitado, sicológicamente, no tiene fe sincera porque se trata de una retórica ideológica, muy del estilo de los representantes de la oligarquía estatista-empresarial, destinada a disimular sus particularismos. ¿Cuál devoción hacia el arte y la cultura?, lo más importante es la adecuación en la politocracia que se convierte en la condición indispensable para adquirir ventajas, privilegios, canonjías y recibir la luz del candelabro publicitario. A falta de auténticas convicciones, míster Luperco tiene la conciencia oficial muy desarrollada para dar complacencia al «Leviatán» en turno.

—Enorme arquetipo de cambiar para no cambiar.

Aunque no se abre de capa, el batillo pregona la ruptura de las estructuras vetustas, pero nada pendejo, lo hace desde el énfasis de la derecha y como el invisible muerto que ya han devorado los gusanos. Dijera Georges Bataille en La conjuración sagrada: «tan chocante como la aparición del yo dentro del todo metafísico, o más bien, para regresar al orden concreto, como la de una mosca en la nariz de un orador».
Pasemos al ritornelo en el que nuestro lobo inferoz se muestra muy inflamado:

«Cuarta [de las sinrazones].- Sin embargo, ahora agrego también que las palabras de soberbia, el ninguneo y el desprecio por parte del nuevo director del CECUT hacia la comunidad cultural, públicamente y a través de los medios por haber cuestionado el nombramiento, son una manera de manifestar su necesidad de censurar, negar o descalificar a la diversidad de opiniones en una sociedad preocupada por los quehaceres de la cultura» [Roberto Castillo, Bitácora #629, 4 de junio de 2009].

La decadencia y la estulticia de la producción artística de los literatos y seudoestetas tijuanenses no sólo consisten en su mediocridad y talentismo huero, sino en su negligente oportunismo. Por livianas razones se suelta una incontenible pedorrera. Sinceridad y magnimidad o, bien, elitismo y sectarismo. Don Roberto Luperco Castillo chilla y se estremece de asco, pidiendo además que no se publique su libro mientras el Virgilio Muñoz siga de director del CECUT.

—El güey ya parece publicista de partido.

¿No sabe, el cabrón, que la mentada «comunidad cultural» se conforma tan sólo de una porción muy minúscula del conglomerado social, y cuyas masas periféricas tienen vedado el paso al mundo de los aromas poéticos y demás dulzuras artísticas? Cuando el bato dice «sociedad preocupada por los quehaceres de la cultura», se refiere únicamente a los pequeñoburgueses que integran la «comunidad cultural»; una bola de arribistas y parásitos chupabecas, melolengos a quienes invoca como si fueran unos seres dotados de facultades sobrehumanas. Para don Luperco y sus congéneres de piso lo que menos importa es el hombre en general, la pelusa de orden común, el «honest man», como decía Oscar Wilde.

«Quinta [de las sinrazones].- Y si la dirección ya inició su política cultural desde la intolerancia, o con prebendas en busca del silenciamiento a las ideas diferentes, entonces es un mal presagio para los creadores, los públicos, la práctica y la creación de la cultura tanto regional como nacional e internacional» [Roberto Castillo, Bitácora #629, 4 de junio de 2009].

Seamos francos y no nos hagamos pendejitos, estos nos son los motivos por los que se pide la destitución del ruco Muñoz.

Antes de firmar su cartita bitacorera y aventarse al ruedo con posterior «libelus», el Luperco Castillo Udiarte debió haber consultado al Carlitos Salinas de Gortari para que lo aconsejara de no regar el tepache e incurrir en payasadas.

—A estas alturas, el pobre cabrón, ha de ser el hazmerreír de sus colegas y alumnos.


9 de junio de 2009

DUELO DE CARROÑEROS O EL FRACASO DE UNA RETÓRICA AUTOMATIZADA POR LA ARISTARQUÍA TIJUANACA



Vertedero de cretinadas


Por Éktor Henrique Martínez




DUELO DE CARROÑEROS O EL FRACASO DE UNA RETÓRICA AUTOMATIZADA POR LA ARISTARQUÍA TIJUANACA



Collones, miedosos, pusilánimes, maritornes, apocados, medrosos, culones, encogidos, irresolutos, gallinas, acoquinados, menguados, pávidos, turbados, cagones, chamaquitas, asustadizos, temerosos, sacatones, cortos, capados, culipandeados, timoratos, temientes, rajones, paniquiados, cerotones, gingirines, jindamas, cangueleros, chavalas, julepes, furifais, mansejones, formidolosos, cuitados, pacatos y mariquitas sin calzones.



UN SIMPÁTICO BRIBONAZO DE SONRISILLA SIMIESCA

Aunque cada vez más carcomida y mordisqueada por la enana colmilluda llamada inmoralidad política, la prelación burocrática se impone como una suerte de «bingo» en favor del zutanete de nombre Virgilio Muñoz, quien pela una sonrisota simiesca porque fue elegido como uno de los subcaciques político-cultureros del CONACULTA. Sonrisota simiesca que suelta no solamente por ser el ungido matacuás del Centro Cultural Tijuana (CECUT), sino que tal mueca le sirve para anunciar a los chillones que le andan moviendo el tapete que se ha columbrado y, por ende, se la han pelado.
En efecto, el ruco ya amacucó el hueso y, por lo que parece, todos los intentos persistentes para tumbarlo del macho han quedado precisamente en eso, en intentos. Y aunque le han colgado en su calaca una chaqueta malandrinesca, nadie se ha encargado de arrojar datos certeros sobre su perdularia conducta; y, si acaso lo han hecho, ha sido por encimita y de un modo muy ligero, con desinformación y escasa reflexión. [1]
Tanto los opositores del ruco (léase, mejor, detractores) y los que le hacen cohorte y procesión, son culturosos que despliegan acciones (y, en su mayoría, por conveniencia de lograr un interés particular) predestinadas a promover y difundir la idea de la cultura oficial. Esperando que brinque la liebre, sus devotos hacen votos para que el perseverante esfuerzo rinda frutos y aviente —ya de perdis— el quichi de las uvas o las tres del tabiro.
He aquí una muestra donde hacen pasarela, desde simpatizantes, allegados, prosélitos, correligionarios y hasta secuaces: el Roberto Limón, el Luis Ituarte, el Fran Ilich Morales, el Carlos Fabián Sarabia, el Alex Zúñiga, el Armando García Orso, el Alfonso López Camacho, el José Galicot Behar, el Leobardo Sarabia, el Manuel del Postigo, el Alfredo Álvarez Cárdenas, el Armando Vidal «El Gume», el Octavio Hernández, la Guadalupe Rivemar, la Vianka R. Santana, el Oscar Ortega, el Mario Castillo, el Mario Ortiz Villacorta Lacave, el Javier Bátiz, el Gabriel Trujillo Muñoz, la Aurely Monraz, el Diego Moreno, el Adolfo Morales Moncada, el Ángel ValRa, el Abyss Borboa, entre otros aplaudidores y corretones de la dádiva.
Entanto que a mí me importa un cacaguate quien meta las pezuñas en la oficina principal de «La Bola», el «club de admiradores» del VM chirigotea con buenos ojos «la designación» del mixturizado burócrata “priísta-panista” como director del establecimiento multicitado; «tijuanense con arraigo y décadas de trabajo en el ámbito educativo y cultural en nuestra región», arguyen los piroperos y panegiristas; y quienes, a través de sus alegorías y loas que le dedican al cañiquero tecnócrata prianista, contraídos por la absorción acrítica y mecanicista de la ingenuidad, el pliegue convenenciero o el cínico arribismo, camelean, choricean cábula e incurren en el mismo onanismo intelectualoso que los defenestradores de don Virgiliano.
Guachen qué putota mentira se avientan:

«El proceso seguido para la designación, iniciado a principios del mes de abril pasado, incluyó propuestas de parte de la comunidad cultural, lo que aportó argumentos a la decisión de la presidencia del Conaculta y le restó unilateralidad, a esa facultad ejecutiva».

Como sabrán los que aún recuerdan, el recién designado director del Centro Cultural Tijuana (CECUT), para hacerse de tal hueso recurrió al parolazo del FECAL por interposición de su hijo (de él, no del Fecal). Así, cuáles propuestas, cuáles argumentos —dizque— para «restarle unilateralidad» al «proceso seguido para la designación».

—¡Ah, qué cabrones los del club del VM! Nos quieren mandar a la panadería con el manual del perfecto comprador de pan y escrito por el mismo panadero que vende el pan.
—Son chingaderas —como decía la Yudit Cosmibitch. [2]




LA COBARDE EXPOSICIÓN EX-NIHILO
[O CUANDO LA CENSURA ES CENSURADA POR LA AUTOCENSURA]


Con su cara de Bart Simpson huehueche, con sus lentes de culo de botella, y amparado en un falsa «resistencia» que apesta a rockstarismo, reproche taimado y cabulita lenguaraz, el Erasmo Katarino Yépez —acompañado de una recua de mamertos, entre los que destacan socios y secuaces, invitados y amigos de ocasión— hace gala de sus marrullerías que, como siempre, sólo devienen en cacareos engreídos.
Con el unto de hisopar giña sobre la calaca del fulanete que apenas comienza a calentar el sillón de machincuepas del Centro Cultural Tijuana (CECUT), esta vez sus inquietantes vértigos se expresan de manera colectiva y mediante esta malograda retórica:

«Consuelo Sáizar Guerrero • Presidenta • Consejo Nacional para la Cultura y las Artes • Por medio de esta carta, los abajo firmantes —artistas, intelectuales, promotores de la cultura, profesionistas y personas interesadas en el devenir de las instituciones de cultura y en las políticas culturales aplicadas por los tres niveles de gobierno en Tijuana— solicitamos atentamente la reconsideración del nombramiento del director del Centro Cultural Tijuana (CECUT)».

—¡Úfame, león! Conque se solicita «atentamente la reconsideración del nombramiento del Centro Cultural Tijuana (CECUT).

Luego, Katarino y sus «firmantes» invitados, en un intento muy vano y suato de cuajar su punto petitorio, apuntalan que el bribonazo prianista del «Virgilio Muñoz es una persona que merece nuestro respeto pero cuya trayectoria no cumple con el perfil indispensable en esta área específica de la cultura».

—Oh, sí… claro. Virgilio Muñoz es una persona que merece nuestro respeto pero… qué chingue a su madre (agregarían en voz-off los susodichos «firmantes»); porque el güey «no cumple con el perfil indispensable» en quién-sa-be-qué «área específica de la cultura».
Antítesis de los desfiles alabatorios: detrás de la aceptación hay un rechazo. Sin la negación no podríamos darnos cuenta que el mundo está podrido. Por eso Hegel, puesto al revés, es un horror para el burgués. Y ahora la pregunta del millón, aparte de querer distinguirse: ¿qué pretende lograr el Erasmo Katarino Yépez con sus arengas y parrafadas? ¿La risa, la burla, la envidia, el odio? Esos ya son instintos primitivos.

«No se trata de un profesionista que haya tenido responsabilidades previas en la gestión cultural o en la administración de instituciones culturales; tampoco cuenta con la presencia activa o el conocimiento de la comunidad cultural y de los creadores artísticos de la región; no ha encabezado ningún proyecto de índole cultural en años recientes; estamos seguros su trabajo ha sido valioso y será valioso en otra áreas, pero la dirección de CECUT requiere de un perfil activo mucho más claro. • Por lo cual solicitamos que se reconsidere la designación».

Como si las mentadas «responsabilidades previas en la gestión cultural o en la administración de instituciones culturales» contarán mucho en el momento del dedazo y de ajuariarse con el hueso.

—¡Esas mamadas son solamente para que se las crean los pendejos que desconocen quién es quién en la grilla! —gritarían al unísono los miembros del gabinete del desgobierno del Felipe Calderón Hinojosa.

Y si el ganón del CECUT «tampoco cuenta con la presencia activa o el conocimiento de la comunidad cultural y de los creadores artísticos de la región», ¿para qué le serviría? Lo que cuenta es la carencia de honradez.

— Y si es ampliamente conocida, pues qué mejor.

Y si el mordisqueador del choncho hueso «no ha encabezado ningún proyecto de índole cultural en años recientes», está demostrado en innumerables situaciones que con la incompetencia y la ineptitud basta. Que no se tenga el mínimo sentido de lo que es cumplir una función pública es algo que le tiene sin cuidado al señorón Muñoz. Y, dada la ambigüedad de las proposiciones blandengues que muestran los respingones en sus faltriqueros desplegados, un «perfil activo mucho más claro» también podría ser entendido en la persona del titular, algo así como gozar de la suculenta chuleta presupuestal, hacer trácalas, soportar acusaciones de gacetilleros muertos-de-hambre y dejar una estela de rapacerías. O, díganme, ¿de qué otra manera puede explicarse que pelafustanes y pelafustanas —charlatanes, corruptos, ignorantes, ineptos o malintencionados, según sea el caso— tales como el Sergio Vela, la Sari Bermúdez, la Elba Esther Gordillo, el Emilio Gamboa Patrón, la Josefina Vázquez Mota, el Luis Carlos Ugalde, el Vicente Fox, el Jesús González Reyes, el Jorge Ramos, etcétera, hagan de las suyas en el arte de la polaca y los asuntos de gobierno?
Más que «artistas, intelectuales, promotores de la cultura, profesionistas y personas interesadas en el devenir de las instituciones de cultura y en las políticas culturales», los sedicentes suscriptores y firmantes del quejumbroso libelo parecen ingenuas máquinas que balbucean absurdos caprichos infantiles; empequeñecidos animales que buscan algo nuevo que adorar, con que contentarse y calmar sus necesidades; oligofrénicos que se arrodillan ante la publicidad y el protagonismo, pidiendo que les suministren sus terroncitos de azúcar, que les meneen el rabo y les toquen campanitas.

—Bola de mantenidos.

No anda errado Julio el Sueco cuando dice que la cultura tijuanense es patrimonio de «una mafia, de una élite que no deja que otras personas ajenas al círculo de dinero que presume cierta clase social de Tijuana entre nada más porque sí. Todos se conocen y todos se pasan el tip en dónde está la beca y así, un largo sinfín de ayudas monetarias para los mal llamados artistas cuya visión de Tijuana gira en torno a trilladas y regurgitadas expresiones que las quieren vender cual figura de yeso de piolín o bugs bunny en los múltiples puestos de artesanías que la ciudad presume» [Julio Sueco, Tijuana a secas, desde Suecia, 10 de junio de 2006].

Pero continuemos con el divertido disparatario que nos abona la casta de descastados seudointelectuales, quienes ahora se quejan de los mismos topillos que ellos mismos han creado, propiciado y fomentado.

«De ser ratificada, estaríamos corriendo el riesgo de entrar en un largo proceso de división, y se pondría en entredicho los procedimientos de selección de funcionarios por parte de la presente administración y creemos que esto será tomado por un sector considerable de la comunidad de la frontera como un golpe contra el avance de la cultura de la región y contra el propio CECUT».

—¡Ay, santísima Trinidad! Eso sería el colapso de la cultura oficialista y, por consiguiente, el quebrajamiento y ruina de los cánones de fabricación institucionalizada.

Del mismo modo en que el fenómeno de la cultura es una estructura de clase; trasmisor subalterno con su bello estilo de mistificar las relaciones.

«En la ciudad de Tijuana y la región hay personas que cuentan con la preparación profesional, la trayectoria reciente y la experiencia que se requiere para desempeñarse exitosamente como directoras o directores del CECUT».

—Ajá, igual de rufianes que el míster Muñoz y con un carácter burocrático, acostumbrado siempre a recibir órdenes de los de arriba, lamberles las patas y comportarse despóticamente con los de abajo.

Pongan a quien pongan se van a repetir las mismas cosas. Manotearán de lo lindo los ratas recién llegados, se repartirán enormes sumas de morlaca para difundir patrañas, entre los “ilustrados” y la perrada habrá el mismo abismo infranqueable, los oportunistas, parásitos y arribistas hallarán sus caminos de sobrevivencia y los solitarios defenestrados continuarán predicando en el desierto. La crisálida solamente se sacudirá su vieja envoltura y continuará la irresponsabilidad, la hipocresía, el cuatachismo, el prevaricato y demás lacras ancestrales.

—Pero la requisitoria de los inconformes es también cursi y amorosa:

«Pedimos, pues, respetuosamente: • A. Se permita superar la situación de creciente inconformidad entre la comunidad cultural, propiciando y conduciendo una selección comprometida con el desarrollo cultural de la región que favorezca los auténticos consensos con la ciudadanía, por encima de cualquier criterio político. Consideramos que la dirección de CECUT debe quedar en manos de una persona que no ponga en duda la seriedad de las decisiones de su gestión. • B. Que la selección del director del CECUT sea un proceso en el que los nombres y perfiles de los candidatos, la auscultación de los mismos y el nombre de quien resulte seleccionado, sean fases abiertas a la ciudadanía y donde rijan los intereses estrictamente culturales».

La gente sin pretensiones cultureras y que, día tras día, a chingadazos se abre paso en la vida (y que, dicho sea de paso, no está ligada al arte pero tiene un espíritu más sensible que los estetillas pajaronalgonescos), ténganlo por seguro que se mofará de todas esas mamadas.

«Esta carta no está apoyando a ningún candidato alterno. Lo que estamos solicitando es que se transparente una decisión tan importante para esta región».

—¡Bah! ni siquiera tienen los huevitos para aventar su gallo.
—¡Ay, ay!, «esta carta no está apoyando a ningún candidato alterno».
—¿Recomiendan algunas medidas correctivas para el pillazo del Muñoz? Por ejemplo, darle unos doscientos chicotazos en cada nalga.
—Ni como ocurrencia, son unos cobardes.

Los argumentos que espetan los dolidos «firmantes» —con relación al compromiso que dicen tener en el «avance de la cultura de la región» y «en el devenir de las instituciones de cultura y en las políticas culturales»— son semejantes a los que enseguida transcribo:

«Considero que nuestra misión artística tiene una importancia trascendental para el pueblo, en estos momentos en que debemos elevar el espíritu y la mentalidad del pueblo (sic); estoy segura que todos los mexicanos superaremos el presente y habrá un futuro mejor, pero por supuesto se logrará con la colaboración de todos, no es tarea de un hombre únicamente sino de todo un pueblo de fuerza moral».

Son palabras que —como diría el máster Nikito— salieron de la popa de la filósofa «coñosuriana» Thelma Tixou, mientras enseñaba carnes y meneaba el cacharro frente al entrevistador. [3]
Ahora, en el supuesto de que el pipón designado como macizo del CECUT no fuera un nuboso malcarado, sino todo lo contrario; es decir, un compinche de caterva y compatible al celebrado cretinismo de los supuestos “agraviados”, ¿le dedicarían mentadas de madre y le chingarían la borrega con cartitas plieguitos y minutas?

—De ninguna manera, se refrenarían, esconderían la cachava y guardarían compostura de señoritas modosas.

«Sin otro asunto, confiamos en la prudencia de las decisiones a tomar, porque lo que está en juego es algo muy importante y sabemos que no hay necesidad de convertir esta designación en una arena política que se preste al desgaste de las instituciones y al desprestigio de la presente gestión. Le enviamos un cordial saludo».

Nefandos cañamazos. ¿A poco creen que la «bicicleta que anda sola», la Sáizar Guerrero, va a acudir en auxilio de estos pobres güeyes? Y es que traen el culo en la mano, pues temen que el Virgilio Muñoz les aviente al olvido sus privilegios y canonjías. Y ya se escucha el borregazo de que el ruco quiere chingarse a los cabrones que andan soliviantando pendejos. Pues que se agarren los que le han aventado caca y melcocha; ahora sí va cumplir lo que ha dicho (algo que es muy raro en él): que les hará la pinchi vida de cuadritos.

—Y lo peor del caso es que la topografía tijuanense cuenta con pocos lugares para esconderse.

Ahora bien, como se advierte en los rituales de la imperfecta publicidad y militancia de espectáculo, estos son los superdotados genios de chafetán que se han alzado cuales si fueran inquisitivos bichos de cartelera:

NOTA: con escasas excepciones, la mayoría son pájaros cilantreros, cochis con maldiojo y corucos chupapijas.

Melisa Arreola, Mónica Arreola, Hebert Axel González, Mely Barragán, Paty Blake, Álvaro Blancarte, Amaranta Caballero, Flora Calderón, Carmen Campuzano, Roberto Castillo, Carmela Castrejón, Franklin Collao, Rosina Conde, Luis Humberto Crosthwaite, Jaime Cuanalo, Marvin Durán, Alfonso García Cortes, Fidel Ernesto González Hernández, Edmundo Lizardi, Alfredo Lucero-Montaño, Lorena Mancilla, Karla Martínez, Pepe Mogt, Ana Karenina Ochoa, Sidharta Ochoa, Jaime Orozco, Julio Orozco, Roberto Partida, Omar Pimienta, Raquel Presa, Juan Carlos Reyna, Roberto Rosique, Miryam Ruiz, Rafa Saavedra, Víctor Soto Ferrel, Regina Swain, Margarita Valencia, Yvonne Venegas, Adrián Volt Saénz, Heriberto Yépez.

Cabe destacar que ninguno de los baturros y rucas, ni por descuido o efímera laguneta mental— se sustrae del gusto y la vanidad de acompañar los nombres con un montículo de abombadas adjetivaciones como: «ejecutante musical, periodista cultural, videoartista, gestor cultural, artista de performance, promotor binacional, artista multidisciplinario, promotor de nuevas ideas, promotora de la lectura, organizadora comunitaria por justicia ambiental, realizador visual» y etcétera.

—Entonces, que muera el pueblo y viva la culturosada.
—¡Putamá!

Un síntoma para trazar mejor el cuadro de blasonería muy propia de los principados y señoríos de la baja Edad media. Además, pretenden que sus “enjuiciamientos” reprobatorios se mantengan en un nivel de ambigüedad y de simulada parábola ideológica; meollo de la insuflera vida “poética” y “literaria” que —dicho sea de paso— es de podridas flatulencias. Y como bien afirma mi compa el Julio Martínez, «son pocos los que tienen acceso a una literatura que exija un pensamiento crítico, simplemente, es una minoría la que sostiene las riendas de la cultura en México y Tijuana es mi mejor ejemplo para ello porque es nada más de ver qué clase de personas exporta cultura al exterior para darse cuenta de ello. Puro pinche junior que nunca ha visto una escoba de paja en sus manos de señoritas» [Julio Sueco, Tijuana a secas, desde Suecia, 10 de junio de 2006].

—Cabrones. Reaccionan como si se tratara de un pedotete mundial de magnitudes semejante a las del «caso Padilla».
—Pero… dioquis… porque la dirección de los intelectuales en la cosa pública ha perdido influencia en las funciones hegemónicas. [4]

¡Ah!, ya casi se me pasaba. No faltaron algunas almas caritativas que —en calidad de invitados de piedra— se sumaron a la lista de fieles y aceptaron sumisos el disparate. Así, siguiéndoles el rollo a la tropa de cretinos, impúdicamente dieron su anuencia y repitieron el bochinche: el Luigi Amara, el José Vicente Anaya, el Mario Bojórquez, el Luis Cortés Bargalló, el Alberto Chimal, el Felipe Ehrenberg, el Evodio Escalante, el Guillermo Fadanelli, la Eve Gil, el Jorge Moch, el Carlos Monsiváis, el José Emilio Pacheco, el Daniel Sada, el Juan Villoro, el José Javier Villarreal y el Rogelio Villarreal.

—Pues, qué bien. Bendito sea el «contexto» de los constructos mentales en el que la ideología se ha vuelto una entidad etérea, invisible e imperceptible.



NOTAS FINALES O GÜEVOS DE COCHI

1.- En efecto, sólo cositas así pepenadas: «Nota de Reforma y Excélsior. "En 1995, Centro Binacional de Derechos Humanos (CBDH) acusó a Virgilio Muñoz Pérez, entonces delegado regional en Baja California del Instituto Nacional de Migración, de haber participado en el tráfico de personas migrantes. El funcionario fue destituido y se le abrió una investigación"» [EL BLOG DE SIDH. RESEÑA, MINI CASI FICCIONES, 21 de mayo de 2009].

2.- Si desea chutarse completita la cábula, aquí la tiene: «CARTA CECUT. POSTURA COLECTIVA‏ • POR UN CECUT RENOVADO • Mtra. Consuelo Sáizar Guerrero • Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes • A la comunidad cultural de Tijuana • A la opinión pública • Los aquí firmantes, trabajadores, organismos y activistas de la cultura tijuanense, deseamos fijar nuestra postura acerca del proceso de transición que experimenta el Centro Cultural Tijuana (CECUT). La mayoría de nuestros proyectos son de índole independiente y contribuyen a forjar el calendario cultural anual de nuestra ciudad. Por eso nos interesa la marcha de las instituciones gubernamentales de cultura, como contraparte a la energía ciudadana que caracteriza a Tijuana. • 1. Respaldamos la designación del nuevo director del Centro Cultural Tijuana, Virgilio Muñoz, tijuanense con arraigo y décadas de trabajo en el ámbito educativo y cultural en nuestra región. El proceso seguido para la designación, iniciado a principios del mes de abril pasado, incluyó propuestas de parte de la comunidad cultural, lo que aportó argumentos a la decisión de la presidencia del Conaculta y le restó unilateralidad, a esa facultad ejecutiva. • 2. Son válidas e importantes las manifestaciones de sectores universitarios sobre el destino del CECUT; enriquecen la vida cultural de la ciudad. Confiamos que su participación no se limite a coyunturas como ésta y aporten su reflexión crítica en forma permanente. La intervención de personajes culturales foráneos expresa compromiso y buena fe, vínculo con la cultura fronteriza. Estos últimos han sido aliados invariables de la cultura tijuanense y es explicable su aprensión, desde su lejanía y desinformación de lo que sucede en Tijuana. • 3. Las primeras declaraciones del director del CECUT, Virgilio Muñoz son relevantes en el sentido de propiciar una apertura que incluya a todos los sectores. Tomamos nota de su esfuerzo por establecer un diálogo con la comunidad y fomentar los foros públicos para la discusión del proyecto de la institución. Entre otras urgencias advertimos: presentar un programa de trabajo, ampliar el registro de escritores, incorporar artistas visuales a la cartelera mensual, abrir la puerta a jóvenes rockeros y otros géneros musicales, establecer foros de reflexión sobre nuestra cultura e interactuar con proyectos, espacios independientes y festivales locales. La cultura binacional asimismo es una fuente de intensidad y recreación cultural. La ubicación estratégica de Tijuana debe ser aprovechada como cruce de culturas y detonante de proyectos artísticos. Asimismo, el Centro Cultural Tijuana debe realizar un esfuerzo para ser un puente con otras dependencias del orden federal (Fototeca, Festival Cervantino, Centro de la Imagen, INBA, Vinculación Cultural) y atraer parte de la vasta oferta cultural nacional a nuestra ciudad. • 4. Urge impulsar un pacto entre la comunidad cultural y el CECUT, para potenciar lo que se realiza habitualmente en proyectos, espacios independientes, colectivos, festivales y en el activismo cultural binacional. El inicio de esta gestión en el CECUT puede ser el momento de adaptar nuevos esquemas operativos y decisiones no tomadas antaño. Eficacia antes que trama burocrática. Diálogo y proyecto de gestión consensado. Decisiones efectivas para atenuar la centralización cultural. La nueva directiva del CECUT debe activar cauces de comunicación con creadores y promotores. En el cambio, las instituciones se superan y combaten las inercias. Es la oportunidad de contar con un CECUT renovado y al servicio de la enérgica y trepidante cultura tijuanense. • Tijuana, Baja California, 3 de junio de 2009»
3.- Nikito Nipongo, Un culo filósofo, en Museo Nacional de Horrores, editorial Océano, México, 1986.

4.- «La sociedad intelectual no trata problemas de la ciudad porque simplemente no es popular tanto a lo que concierne audiencias e intereses locales como nacionales, simplemente no le conviene a la mafia cultural de país y su títere Tijuana hablar de pobreza, ecología, crimen, abusos otros y cómo es que estas infrahistorias revelan los fracasos de una clase media que se da ínfulas de grandeza en las páginas de Sociales de los periódicos de México ni mucho menos cómo es que Tijuana es cuna de defraudadores especialistas ni cómo es que Tijuana es una gran escuela donde el fraude es una forma de vida cotidiana» [Julio Sueco, Tijuana a secas, desde Suecia, 10 de junio de 2006].





Continuará.

5 de junio de 2009

LA PEQUEÑABURGUESÍA CULTUROSA



LA PEQUEÑABURGUESÍA CULTUROSA

Símbolo vivo de la dimensión sicológica
concentración de inmundicia
epítome del sistema de actitudes parasitarias
sopor de frivolidades que venden al mejor postor
todavía portan el simiente de la doctrina tomista
método de asedio y resbaladiza moral
y en sus extremos fascismo atenuado
aunque suene a indolente fanatismo
el deseo es la madre de las perversiones
sin ningún melindre el mejor ejemplo de metáfora
para representar cuerpo y espíritu son el pedo y culo
pandilla de merengueros como unidad orgánica sustancial
fraternidad y lealtad sólo es posible entre pantaleta y mierda
ni siquiera pedacitos de minúscula poesía
¿será verdad que la imaginación se pierde en abstracciones
en la medida que se enciman los años?
dichosa María que tuvo al mesías quedó como señorita •


El que disimula no necesariamente es un bato hipócrita o prejuicioso; puede ser un mentecato que va caminado por la vida como si fuera un pollo espinado.

LA PEQUEÑABURGUESÍA CULTUROSA



LA PEQUEÑABURGUESÍA CULTUROSA


«Que fácil es trascender con fama de original
pero se sabe que entre los ciegos el tuerto suele mandar
que fácil de apuntalar sale la vieja moral
que se disfraza de barricada
de los que nunca tuvieron nada
qué bien prepara su máscara el pequeño burgués»


Silvio Rodríguez, Canción en harapos



Porción de raza usurpadora
y de una parte de su cuerpo al arte
imitadores que se parecen al mono que imitan
merolicos que no se entienden ni ellos mismos
ensalivando el diálogo con mucha frescura
manojos de patrañerías, borbollonadas de turulateces
figuras de dicción y proverbios sustantivados
deben demandar a las musas cuando no les sale la poesía
loca sublimación de personajes jactanciosos
otra atmósfera sentimental
el placer por las fantasías más puras
expresan algo para liberarse de algo
y con la espuma en la boca replican que son artistas
necesitan creer en la necesidad de aquello que no es necesario
para las emociones centrales de la vida
verdadero berenjenal de galimatías y antifaz de seudoliterato
hay quienes se hacen las víctimas para despertar lastima
por omisiones y abusos en materia de derechos culturales
pero no hay que ser… como dijo el compadre Cantinflas
cuando el resentimiento llega a ser un poderoso motivador poético •


Hay que aprender a soportar a los poetas malos para que éstos no puedan ser soportados por los buenos poetas.

4 de junio de 2009

AUTOTÉLICO MENSAJE ELECTRONICO



AUTOTÉLICO MENSAJE ELECTRONICO

Va esta aclaración en dirección post-fáctum, es decir, por consecuencia y no por alegato apriorístico de querer ser lo que no se quiere ni se puede ser. Las señales obscenas de un sistema semiótico verbal, por más que se pretendan ocultar o camuflar, siempre llevan el sello distintivo-estilístico de quien redacta un texto con el que se intenta atribuirle la autoría alguien que nada tuvo que ver con su redacción.
¿A qué me refiero? A que algún ser incróspidamente melolengo y de cultura cerril, ostentándose con el nombre de «Héktor Henríque, Charcomen» (y no Éktor Henrique Martínez, alias el Charcomen, como yo rubrico mis reseñas o articulejos), se ha dado ha la gran faena de abrir la cuenta de correo (charkoman@gmail.com) para enviar un libelo, supuestamente, escrito y firmado por miguel (o sea, por mí); y en el que —pasticheándose algunas expresiones usuales de mi cosecha verbística— despotrica contra el recién nombrado director del CECUT, contra la anterior titular de dicho organismo buenoparanada y contra la casta culturera tijuanaca.
Nada de lo que contiene el referido libelo es de mi autoría ni de mis proporciones imprecativas.
Advierto que mis dos cuentas de correo electrónico son estas:

ektorcharkito@yahoo.com.mx y ektorcharkito@hotmail.com; y nunca de los nunca jamases he abierto alguna otra con gmail.com.

Por otra parte, es cierto que soy cabronamente grosero, pero tengo mi estilacho, y, a no ser que míster Crósguait fuera mi enemigo o, bien, un perfecto pendejo para elaborar literatura, me atreveria a decirle «huevos de cochi», pues es uno de los pocos letreadores que respeto; como tampoco proferiria en contra de la madre de sus hijos, su exguaifa la doña Tere Vicencio, el epíteto de tapu. Y en lo que toca a la ruca de nombre Ernestina Fidelia Gónadas, ni en el mundo la hago y nada tengo en contra de ella para llamarla malparida (hasta ahora sé de su existencia).
Cuando encañono mis baterías cretinescas lo hago en contra los cretinos que se lo merecen y, además, como ya lo he dicho en uno de tantos textículos que he redactado, la crítica de los asuntos de la literatura y el arte no se puede orientar con simples melindres y bagatelas cuando no dispone de armas teóricas, ya que toda faena escritural exige cuando menos un poco seso y contener elementos demostrativos para no quedar en la contumelia, el baldón y el gazpacho clamorero.
El discurso que contiene el ímeil del supuesto y apócrifo «Héktor Henríque» se haya fraguado bajo formas expresivas que parecen extraídas de un larvario estado mental, infantilismo primitivo y pobretería mental, arrogancia, un apasionamiento insensato por simples estupideces. Y no está de más decir que lo que «mi doble» empitona es una puerilidad nefasta, un desplante de sinrazón, un nihilismo de reproche taimado, o sea, politiquería barata como ajuste de cuentas. Y todo para no instalar el cerebro en una polémica o debate de ideas.
Es verdad que una «crítica» ejercitada con balizajes estrepitosos es la que yo me impongo, una crítica rompedora de madres, pero siempre tratando de argumentar mis posiciones (teóricas, sociales o sexuales, según sea el caso).
Y cito lo que ya he dicho antes: hay libertad para escupir sobre quién sea, faltaba más. Yo mismo lo he estado haciendo, lo hago y lo seguiré haciendo. Pero al desplegar la contundencia sobre el sujeto que critico, siempre me he puesto frente a él, procurando no zarandear las cenizas que ya ardieron.
Mi punto de partida es el producto que elabora el bato o la ruca a quien le aviento putacazo. Todo parte del objeto analizado, y la declarada tendencia de hacerlo figurar como un papanatas, babosete, blofero o cretino —espetándole en su cara todo tipo de descalificativos, imprecaciones o virulencias verbales— es por desmérito propio y no porque a mí se me antoje decir tales chingaderas o porque las suelte nomás de puras barbas.
Si he despotricado en contra de un guataclán de cabrones —escritores, supuestos intelectuales, estetas de fibracel, cretinos inflados de chinguetas, etc— lo hago porque me respaldan argumentos válidos para ello. Y si tildo de chupapollas, zampaboñigas, vergueros o sarreados a ciertos huéspedes de mis cretinadas, es porque tengo mis razones fundadas: he leído, releído, analizado y espulgado pormenorizadamente lo que escriben mis «criticados» y sé lo que representan como hacedores de productos culturales. Suficiente motivo tengo para decirles a dos tres cabrones que son pendejetes o chinguetas, según sea el caso.
Bastantes razones hay de mi parte para esgrimir que el fulano o zutano es un charlatán de la literatura o un babiecas cuando ejerce su talacha escritural.
Las mismas razones fundadas para arremeter contra oportunistas y malabaristas del lenguaje y demás mamertos. Y para legitimar la escupidera que aviento no me baso en simples especulaciones o deducciones de bajo perfil sicologista (aunque sirven como elementos auxiliares pero no son suficientes para justificar el discurso). Me sirvo de la fuente teórica o empírica para que el manojo de palabras no se sostenga solamente con ganzúas hipotéticas o con probabilidades de escasa concreción expositiva.
Por último, cabe destacar que el autor del texto es un ignorantazo del calado del Gerardo Navarro que no sabe ni siquiera como se escriben los términos voluptuoso («voluptuso»), excremento («escremento») y sesera («cesera»); inserta apóstrofo y pluraliza indebidamente el adjetivo numeral sustantivado 90 («90’s») y, además, mete acentos donde no corresponden («Henríque») y omite colocarlos donde la entonación silábica lo requiere, verbigracia: «cuñaaa, cuñaaa...», que correctamente debe escribirse cuñá. A mas de otros desarreglos gráficos, tales como apuntalar letras mayúsculas donde no corresponden: «Grilla», «Azote», por no tratarse de nombres propios ni apelativos que así lo requieran. Y lo más vergonzoso —y párele, usted de contar— resultar ser que el infeliz «usurpador» no sabe conjugar en tiempo pretérito el infinitivo verter, palabreja que verbaliza de esta manera: «vertieron», cuando debe anotarse virtieron (igual que el verbo venir, vinieron).
He aquí algunas expresiones del estúpido infantilismo que contiene el referido epistolario cibernético:

«la malparida Ernestina Fidelia Gónadas, alias el Azote del FOCUC»
«huevos de cochi Eleache Crósguait»
«la puta de closet y hoy directora del cecut, Virgilia Muñones»
«son nacidos sin culo ni cesera»
«el Katarino Yépez abriéndose el culo que lleva un sello MATASELLOS PANISTA, y nos saca una lengüetina de excremento indignado por la puta que ha dejado la silla a un padrote priísta»
«Y El FOCUC está en 200 bajo cero de escremento de cochi»
«al firmar este documentillo victimario, lo hacen con la finalidad de reafirmar su “pertenencia” a la yetzetero escusado culturoso de Tijuana»
«se la pasan “picando piedra” en la sopa cultural, haciendo presencia en cafés, presentaciones de libros y exposiciones sólo para exhibir su voluptuso culo putañero»
«Todos los firmantes son “PUTAS” de la cultura»
«se les acabó la chichi, cuñaaa, cuñaaa...»


El bato que se hizo pasar por miguel, seguramente, ha de creer que su adaptación es bastante provechosa para sí mismo. Pero como decía mi jefita, el que es buey hasta las coyundas lambe.

Posdata: a mí me da igual el mono que designen como macizo del CECUT; que pongan al frente de tal changarro al «Tío» que vende tacos de birria en las afueras de la delegación de San Antonio de los Buenos o el trapeólo del bar «La Capirucha» es una cosa que me tiene sin cuidado. Aunque debo decir que la persona quien mejor desempeñaría ese cargo, sería el Pancho del tugurio el Zacazonapan, amortiguaría bien los enconados intereses de los resentidos picacabras.




22 de mayo de 2009

AVISOTE DEL CHARCO MEN


En lo que editorial «EL CHARKITO» prepara las nuevas preseas, y cuyos galardonados habrán de ser, ni más ni menos, que el Gerardo Navarro y la Sidharta Ochoa, agraciados del «PREMIO SINTAXIS DE VERDULERA 2009»; asimismo, la Regina Swain y el Erasmo Katarino Yépez como merecedores del «PREMIO ESTUPIDEZ LITERARIA 2009», el titular de esta teta de vidrio entrará en semestre sabático, y por razones de chamba y firula el horno de «Vertedero de cretinadas» no estará por un tiempo para bollos. El "impasse" se debe a que el cretino autor se dedicará a elaborar un compendio de filosofía del derecho.

Saludotes y que descansen una temporada.


Posdata: si el «altísimo» (billete) me da licencia, estaré publicando aquí merengues de gamesa.


21 de mayo de 2009

«INTELLIGENTZIA» ALQUILADA [O EN BUSCA DE LA SOCIEDAD DE LOS TRASEROS]



«INTELLIGENTZIA» ALQUILADA [O EN BUSCA DE LA SOCIEDAD DE LOS TRASEROS]

Al analizar y documentar con perspicacia las lacras de las instituciones fantasmagóricas, el máster Raúl Prieto de la Loza, en su libro «Madre Academia» (editorial Grijalbo, 1981), acertadamente apunta que «México es un país que hizo una revolución para darse gobiernos de contrarrevolucionarios, es un país que emprendió la reforma agraria para que los hacendados porfiristas fueran sustituidos por los pequeñopropietariolatifundistas, y es un país que instauró la democracia para fundamentar a la plutocracia oligárquica más hipócrita de la historia» [La Academia Naca, página 684].
Y son pan de cada día los practicismos clientelistas que agudizan la desigualdad social y los privilegios, como en los vaivenes de la cultura oficial prevalece todavía eficacia de sugestión para estimular e impulsar los perendengues de la «intelligentzia» alquilada a la distrófica razón de estado.
O sea, una «práxis» político-cultural de astucia mezquina y de fariseísmo intelectual que —sin desvalorizar las correspondientes virtudes de sus obras literarias— pudiera encontrar sus primeras ramificaciones en figuras del calado de Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Payno, Federico Gamboa, pasando por los actuales “intelectuales orgánicos” como Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Homero Aridjis, Fernando Benítez, Héctor Aguilar Camín, Hugo Hiriart, Rolando Cordera, Adolfo Castañón, Sealtiel Alatriste, Víctor Flores Olea, Ignacio Solares, Arnoldo Kraus, Jorge Volpi y un fárragoso etcétera.
Desde el sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) se hizo alarde de fomentar y promover en favor la sociedad mexicana una cultura democrática, crítica y popular. Y prueba de ello fue que, en 1973, la Secretaría de Educación Pública, a través de la Dirección de Información y Relaciones Públicas, sacó a balcón un folleto titulado «Los intelectuales, las instituciones de estudios superiores y el Estado Mexicano», en el que destacan (con la evidencia ocular de flachazo fotográfico) gran parte de los intelectuales «orgánicos» que, cegados por el «aufklarung» del cesarismo echeverriano, se extraviaron en el asilo de los invidentes y los mudos.
Y entre los señorones prebendados y coptados en el protectorado de esa galerna, so pretexto —idiota, ingenuo o farsesco— de llevar a la práxis la XI tesis de Febuerbach (o sea, transformar al mundo de sus antípodas clasemedieras), quedaron matriculados para la complicidad indirecta de la ignominia, los chichudos que a continuación arriban a pasarela: Rodolfo Usigli, Juan O’Gorman, Luis Sánchez Medal, Antonio González Ochoa, Isaac Costero Tudanca, Federico Bracamontes, Eugenio Méndez Docurro, Julio Bobadilla Peña, Roger Díaz de Cossío, Leopoldo Zea, Rufino Tamayo, Raúl Anguiano, Ricardo Martínez, Carlos Chávez y Pablo González Casanova, entre otros que no dieron causa de desaire ni se atrevieron tan siquiera a sacudirse sus propias moscas (verbigracia: José Luis Cuevas, Carlos Fuentes).

—Como las matronas que arrullan a sus hijos y los cachetean cuando se portan mal, así se condujo Luis Echeverría con ellos.

Y he aquí, tipografiada la hilaridad de las emociones de un escritor que alguna vez se creyó comunista y que no tuvo reparos en arrastrase ante los pies del señor presidente y daba espectáculo de mísera ofrenda.

«Siento que en esta solemne circunstancia no sólo debo dar voz emocionada a mi agradecimiento personal por el palio de honor que se extiende sobre mi cabeza y las de mis hijos —tan limpiamente mexicanos todos— y nos dispensa una grata y refrescante sombra, sino que me convierte a la vez en un deudos obligado a corresponder de algún modo, a la altísima distinción que hoy recae en un hijo de emigrantes europeos, mexicano de primera generación que h dado lo bastante para agradecer la savia, el alimento terrestre que ha permitido vivir, y a ser libres, de todos los hombres del mundo. Por eso solicito la venia de usted, señor Presidente, para confiar a una institución fiduciaria la mitad del monto del Premio Nacional que se destinará a la creación de una beca para jóvenes poetas dramáticos que tendrá por nombre Beca México Teatro» [palabras de Rodolfo Usigli, Los intelectuales, las instituciones de estudios superiores y el Estado Mexicano, página 30].

El sexenio de bonapartismo echeverriano fue un periodo de conversión de infieles y en el que brotaron a chorrazos gigantescos los manantiales de mentiras y de abyección demagógica. Moros y cristianos, patricios y manumitidos, fueron metidos a la misma barcaza, saboreando por adelantado el estipendio y perdiendo el último tren de la dignidad tercermundista. A los rejegos que le turbaban el sueño, el tlatoani los mandó como embajadores a lejanos países de África o Asia; y a los más quisquillosos e indomables, les reservó una carraca en la chirona y a otros, sencillamente, los reventó en sangre y mierda.
Venderse como putas baratas equivale a lo que el máster Leopoldo Alas Clarín denominó la falsa gárrula de la filantropía moderna; la alianza nefasta con el poder —trabajada en complicidad recíproca— mediante una gruesa costra ideológica de metafisica para soliviantar (y no enfrentar) los problemas pragmáticos de una sociedad que al tambalearse se saca provecho personal de las conmociones que se sufren.

—Como el degenerado que se aprovecha de una mujer completamente ebria para saciar sus apetencias lúbricas.

En los pasajes que siguen se encontrarán fragmentos de las alocuciones que escupió Luis Echeverría para solazarse de tal contubernio:

«Reuniones como estas deben ser oportunidad, señores y señoras, para hacer hincapié en algunas preocupaciones de nuestros días, en que el Estado Mexicano necesita de la colaboración y la opinión independiente y crítica de la comunidad intelectual y artística de nuestro México» [palabras de Luis Echeverría Álvarez, Los intelectuales, las instituciones de estudios superiores y el Estado Mexicano, página 50].

Y una vez incubada la estratagema del truco político, viene el zarpazo que aguijonea la pata de palo de la vanidad:

«Cuando la nación premia a sus intelectuales, a sus científicos, a sus hombres de letras, reconoce lo mejor de sus esencias. El concepto de héroe en una sociedad moderna ya no puede ser el que nació en la época medieval, sino que debe referirse a quienes proporcionan a la sociedad instrumentos para su liberación, para la elevación de su espíritu» [Mario Moya Valencia, Los intelectuales, las instituciones de estudios superiores y el Estado Mexicano, página 90].

La concertación entre el echeverriato y la «intelligentzia» fue un asunto de cotización en el que influyeron predisposiciones que ya estaban trazadas por la situación histórica del momento; y el motivo de tal maridaje no era la búsqueda estética-cultural (o sea, moral) por la vía de la cosificación y el fetichismo. Para usar palabras de la escuela de Francfort, no fue un proceso de “identificación” masoquista con los “agresores” tecnológicos colectivistas, como sucedió en el caso de los intelectuales que participaron en la procesión triunfal de Carlos Salinas de Gortari. El consenso aún se nutría con los determinismos volitivos de las viejas ideologías y el sistema político funcionaba a través de un habilidoso y vulgar populismo, aplicado al hecho económico y que aparentaba ser una versión latinoamericana del «welfare state», vinculada a una retórica choricera, a un tupido discurso de embaucamiento nacionalista, más próximo a la estructura que a las superestructuras (anacrónico ya para nuestro tiempo) que recurría a interpretaciones fraudulentas del marxismo legal para legitimar a la burguesía dominante como un bloque dirigente democrático.
Y el trabajo de los teóricos y cabezas pensantes, consistió en disfrazar a los manejadores del aparato estatal en «turiferarios de todos los santos consagrados del capitalismo», como los llamaba Gramsci. Todo el sexenio echeverrista fue «globo hinchado de retórica demagógica» con la raída bandera del izquierdismo cuchupletero, moldeado alrededor del sistema presidencialista e igual de sangriento y corrupto que los posteriores y sucedáneos gobiernos.
Pero hoy —gracias a la amnesia vacía del «yo» genérico y a la uniformidad benéfica de la cultura y las artes— ha nacido el antiminotauro, un monigote de la pequeña burguesía que, secundando la virtud que recomienda Mahoma y piden los Evangelios, busca un amo que le patee el culo.

—O sea, que se lo fabiruchee.


Fabiruchis.

«DE COMO NO POCOS CRÍTICOS LITERARIOS —SINTIÉNDOSE COMO MÓNICA LEWINSKI— CREEN QUE GARCÍA MÁRQUEZ ES UNA ENCARNACIÓN MACONDIANA DE BILL CLINTON



Es anoréxica y raquítica la comprensión de las novelas y demás textos narrativos de Gabriel García Márquez; la mayoría de los lectores que figuran como críticos literarios llevan a cabo una lectura literal, seria, sin ludismo alegórico y casi ausente de toda sensibilidad. Se deslumbran con lo superficial sin profundizar en lo más mínimo en el carapazón de las apariencias. En vez de producirse en ellos un alumbramiento estético, lo que se provoca es un legrado de academia en la valoración de las obras del colombiano. En la mayoría de los análisis lo medular, lo importante, lo chacaloso, no se dice ni se descubre.
Uno, cuando decide acudir a los estudios de las obras garciamarquianas, no tiene más remedio que abrir las obras como si quisiera abrir una lata de conservas sin utilizar abrelatas.

—Hágale, usted, como pueda —parecen decir los pedantes y acartonados críticos literarios.
—Chingada madre. Eso sí que está cabrón.

El ruco es un buen escritor porque a su edad, y en lo que respecta al plano de lo literario y de la creación estética, ya no tiene tiempo para equivocarse. A la edad de los veintitantos años, García Márquez (Aracataca, Colombia, 6 de marzo de 1927) se inició en los menesteres de la escritura, interesado por el mito y la literatura, específicamente la de corte norteamericano y la producida por los predecesores del realismo mágico y que dieron a las letras latinoamericanas un nuevo giro estético (Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias), aunque se afirma que durante los años cuarenta, don Gabriel comenzó a esbozar su primera novela a la que tentativamente intitularía «La casa», y en la que inauguraba la literatura no realista. Sin embrago, habrá de ser la obrita «Isabel viendo llover en Macondo» el preludio de su primera novela, «La hojarasca» (1955), un texto monológico de raigambre cuasiautobiográfico y en el que se denota marcadamente influencia de William Faulkner.

Perdonando el retruécano, al esencializar lo absoluto o al absolutizar la esencia de la literatura garciamarquiana, siempre se afirma lo mismo: que sus cuentos y novelas se hayan estructurados mediante parábolas, símbolos, recursos poéticos y encriptamientos de signos míticos y políticos y mensajes de crítica social, y blablablá; que no han sido elaborados con un lenguaje directo, es decir, literal, sino a través de una estupenda fenomenología simbólica que, en su nivel antropológico, se presenta como una hermenéutica de la historia latinoamericana, y blablablá.


LOS PERICLITADOS ÉMULOS GARCIAMARQUIANOS Y CUANDO SE CONFUNDE AL PREMIO CON EL PREMIADO


LOS PERICLITADOS ÉMULOS GARCIAMARQUIANOS
Y CUANDO SE CONFUNDE AL PREMIO CON EL PREMIADO


En torno a la literatura del «bum» se ha forjado una generación de discípulos cuyas obras son de menor aliento que las producidas por los maestros que las sustentan y avalan. Particularmente no hay todavía en ellos ningún escritor que supere a Gabriel García Márquez. La mayoría de los émulos letreros son repetidores mediocres que no aportan ni dicen nada, nada verdaderamente nuevo, nada verdaderamente actual. Lo que más abunda y permea en los ámbitos literarios son producciones de hechuras relativamente facilonas, corpus de escrituras que no tendrán memoria histórica. Una retórica de elocuencia kitch y sin rigor fenomenológico que se reduce a una serie de impresiones que ya guardan poca relación con los referentes metafóricos de una gran literatura.

—Y así esta la situación del presente tiempo letrado e iletrado de la postmodernidad.

La mayor parte de toda esa literatura está de la chingada, jodidísima. Y para acabarla de amolar, por si fuera poco, al bato —sujeto enunciador del discurso narrativo —y de una corriente literaria que marcó hitos en las literaturas intercontinentales— se le confunde con el objeto y se le hipostasia su chingonometría narrativa más de lo que vale (aclarando que dicha obra vale mucho, faltaba más).

—Y así se burrifica, confundiendo al premio con el premiado:

«Literaturas.com no podía pasar por alto el merecido homenaje a una de las obras cumbres de la literatura universal: Cien años de soledad, del Premio Nóbel Gabriel García Márquez» [Cien años de soledad, Gabriel García Márquez, Alfaguara, 2007, http://www.literaturas.com/].


Tijuana es el culo de San Diego

Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...