«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
16 de agosto de 2013
A no ser que sufra delirio poético innato, un hombre sin vicios ni perversiones difícilmente podrá alcanzar una auténtica inspiración.
A no ser que sufra delirio poético innato, un hombre sin vicios ni perversiones difícilmente podrá alcanzar una auténtica inspiración.
El crítico es un escritor que habla de otro escritor
El crítico es un
escritor que habla de otro escritor (claro, de su altar literario), asumiendo
un compromiso ambiguo y desfigurado, tamizado de cautelas para no lesionar los
egos e intereses de los pichones y palomas que surcan los cielos de la
burocracia estatal y del empresariado cultural. Al tiquitaca, de lo que se
trata es de amarrarse a Juanita en la fiesta y no hacer buracos
1 de agosto de 2013
27 de julio de 2013
¿Acaso quieren que vivamos dándoles mordidas a los libros?
—¡Malditos sean! --les gritan sus conciencias—, han hecho trato con la policía."
—"Se trata de salir en la foto" --contesta el bato, y luego pregunta—:
—¿Acaso quieren que vivamos dándoles mordidas a los libros?"
—¿Están mandando a la mierda sus ideales y principios!" —espetó una de las conciencias y agregó—:
—"Estas jodido, men. Es más decente robar un banco que alquilarte en esa puta caseta de información del Pentágono. Pero tú sabes lo que haces, yentelman."
—"Sí, que te compre el que no te conoce" —dijo la otrora conciencia que enseguida le reclama a la ruca:
—"Y tú feminista sin pancarta, ¿le vas seguir el rollo a este eyaculador precoz? ¿No te das cuenta que sólo eres una amante de ocasión? Mejor, regálale una foto tuya en braguitas y con escotes, y mándalo a dormir a la carraca de doña Soledad."
—"No la hagan tanto de pedo —alega el bato—, pues total, lo que no separa la realidad lo separa la conciencia. Para algo le sirve a la mente la abstracción. Así que al diablo con los pros y contras."
Y es que la pareja después de arder juntos en la hoguera de piel deciden hacer vida marital, ofcors sin acudir a la cita con Melchor Ocampo, quien bastante enfadado esperó inútilmente a los esponsales susodichos para recitarles la epístola del desconsuelo. Ellos nunca llegaron ni la Iglesia ni al Registro Civil, pero sí a infinidad de bares.
—"¡Pero don Melchor está pendejo!".
—"Se trata de salir en la foto" --contesta el bato, y luego pregunta—:
—¿Acaso quieren que vivamos dándoles mordidas a los libros?"
—¿Están mandando a la mierda sus ideales y principios!" —espetó una de las conciencias y agregó—:
—"Estas jodido, men. Es más decente robar un banco que alquilarte en esa puta caseta de información del Pentágono. Pero tú sabes lo que haces, yentelman."
—"Sí, que te compre el que no te conoce" —dijo la otrora conciencia que enseguida le reclama a la ruca:
—"Y tú feminista sin pancarta, ¿le vas seguir el rollo a este eyaculador precoz? ¿No te das cuenta que sólo eres una amante de ocasión? Mejor, regálale una foto tuya en braguitas y con escotes, y mándalo a dormir a la carraca de doña Soledad."
—"No la hagan tanto de pedo —alega el bato—, pues total, lo que no separa la realidad lo separa la conciencia. Para algo le sirve a la mente la abstracción. Así que al diablo con los pros y contras."
Y es que la pareja después de arder juntos en la hoguera de piel deciden hacer vida marital, ofcors sin acudir a la cita con Melchor Ocampo, quien bastante enfadado esperó inútilmente a los esponsales susodichos para recitarles la epístola del desconsuelo. Ellos nunca llegaron ni la Iglesia ni al Registro Civil, pero sí a infinidad de bares.
—"¡Pero don Melchor está pendejo!".
La vida obliga a chupar el caramelo de la tristeza
La
vida obliga a chupar el caramelo de la tristeza; el que no quiso lamer
Caín cuando era un niño y terminó arrojándolo a los pies de Abel.
Pero ahora es tan valiente que inclusive soporta al aburrido y denso maricón de Marcel Proust
Asignatura pendiente en la escuela de humanidades; gracias a Marx y a Sartre él se creerá un napoleón chiquitito. Pero nunca ha roto un plato ni ha matado una mosca. Dicen quienes lo conocieron de niño que se asustaba al escuchar las canciones de cuna. Pero ahora es tan valiente que inclusive soporta al aburrido y denso maricón de Marcel Proust.
toda relación amorosa es enfermiza
Huyeron
hacia Taiwanajuato del sureste asiático porque la monotonía empezó a
devorarlos como perro hambriento. El nerd boy hace tremendas muinas de
la nada, y, además, padece uno de los más temibles vicios de la
humanidad: el egoísmo; que combinado con el pecado nefando de la
soberbia lo hará creerse un genio, a tal extremo de burlarse de las
limitaciones intelectuales de la morra. No pudieron sacarle
partido a los ideales deteriorados de la burguesía. Solamente los
sofistas logran, y a veces, conciliar las contradicciones del
postmodernismo. Así que cualquier intento panegírico que hagan los
amasios será en vano.
Se sabe de muy buena tinta que toda relación amorosa es enfermiza; no es más que un montón de hierro que se enmohece tarde o temprano. Y eso es tan sabido como el hecho de saber que en el invierno hace más frío que en el verano.
En pocos meses ha brotado el tedio y el desencanto. La relación es ya un desparpajo y todo ese amor que se juraron, es ya un cadáver que apesta y casi tiene un pie dentro del sepulcro.
Se sabe de muy buena tinta que toda relación amorosa es enfermiza; no es más que un montón de hierro que se enmohece tarde o temprano. Y eso es tan sabido como el hecho de saber que en el invierno hace más frío que en el verano.
En pocos meses ha brotado el tedio y el desencanto. La relación es ya un desparpajo y todo ese amor que se juraron, es ya un cadáver que apesta y casi tiene un pie dentro del sepulcro.
¡Todas las mujeres son iguales!
La
habitación esta cargada de mal humor; es un preludio avisando que las
cosas entre los enamorados se van a poner feas, color de hormiga. El
huésped parece un león enjaulado que se niega a comer la carne de burro
porque ya probó la de gladiador.
Esa noche el batillo soñó con serpientes y perdió los estribos cuando su amasia llegó con una cara que anunciaba que había tenido sexo con otro macizo.
—"¿Dónde estabas?"
—"Salí con la Natacha a tomar una sangría."
—"¡Sangría la que te voy a sacar del hocico! ¡No me mientas! ¡La Natacha estaba en su casa y en ningún momento salió!"
La ruca no dijo nada, se quedó absorta pensando que había sido pillada de ingenua, víctima de un cuatro. Y en efecto, la Natacha con una astucia que la misma serpiente bíblica envidiaría, semanas antes había aceitado la máquina de la perfidia planeando reventar los delgados hilos de la relación disfuncional. Supo convencer a la jaina y presentole un tipo, paisano suyo (lamento haber olvidado su nombre), quien al darse cuenta que la mujer del batillo cachudo tenía un alma infantil no le fue difícil bajarle la luna y las estrellas.
El bato, vestido con una ridícula piyama que una de sus sectaristas le regaló el día del estudiante, sólo abría la boca para decir maldiciones y groserías.
—"¡Dónde chingados está la mujer que decía tener ojos sólo para mí?" —furioso y como poseído gritaba—:
—"¡Si ahorita tuviera a mi alcance una pistola, te juro que te la encañonaba en el entrecejo y te la vaciaba! ¡Todas las mujeres son iguales!".
Debido a los esputos, gritos, maldiciones, ofensas, improperios, bofetadas, aruñones y tortazos, la historia de marras se enreda en lo indescifrable. Y Omito exponer otros destellos purulentos que parecen sacados de la poesía maldita.
Esa noche el batillo soñó con serpientes y perdió los estribos cuando su amasia llegó con una cara que anunciaba que había tenido sexo con otro macizo.
—"¿Dónde estabas?"
—"Salí con la Natacha a tomar una sangría."
—"¡Sangría la que te voy a sacar del hocico! ¡No me mientas! ¡La Natacha estaba en su casa y en ningún momento salió!"
La ruca no dijo nada, se quedó absorta pensando que había sido pillada de ingenua, víctima de un cuatro. Y en efecto, la Natacha con una astucia que la misma serpiente bíblica envidiaría, semanas antes había aceitado la máquina de la perfidia planeando reventar los delgados hilos de la relación disfuncional. Supo convencer a la jaina y presentole un tipo, paisano suyo (lamento haber olvidado su nombre), quien al darse cuenta que la mujer del batillo cachudo tenía un alma infantil no le fue difícil bajarle la luna y las estrellas.
El bato, vestido con una ridícula piyama que una de sus sectaristas le regaló el día del estudiante, sólo abría la boca para decir maldiciones y groserías.
—"¡Dónde chingados está la mujer que decía tener ojos sólo para mí?" —furioso y como poseído gritaba—:
—"¡Si ahorita tuviera a mi alcance una pistola, te juro que te la encañonaba en el entrecejo y te la vaciaba! ¡Todas las mujeres son iguales!".
Debido a los esputos, gritos, maldiciones, ofensas, improperios, bofetadas, aruñones y tortazos, la historia de marras se enreda en lo indescifrable. Y Omito exponer otros destellos purulentos que parecen sacados de la poesía maldita.
ramalazos de opacidad literaria
Figurones
que se precian de ser escritores independientes, underground y
contestatarios. Luminares de la falsa contracultura que —gracias al
charlatanismo, al chupapollismo y al cuatachismo— han contribuido a
engrandecer los basureros de papel y a dar de comer a los roedores con
sus ramalazos de opacidad literaria que logra establecer comunicación
con la pelusa deseosa de leer. Dueños de un hermetismo
deliberado y de ciertas antinomias, manejadas por comodidad, han
publicado libros que ni siquiera alcanzan el mínimo rango en los
estatutos de las mercancías rentables en la industria editorial. No hay
otra manera para gestionar su reconocimiento ante los demás. Oh, pero
cuidado. Les gusta andar disfrazados de «demócratas avanzados», usando
una jerga «seudomarxista» (que nada tiene que ver con Marx) tomada de
los discursos que la izquierda arrepentida de los años 60 y 70 no cesa
de repetir en los salones de clase (fantoches que nada tienen qué ver
con los marxistas de carne y hueso).
cuando menos un poco seso en la faena escritural
Cuando
encañono mis baterías cretinescas lo hago en contra los cretinos que se
lo merecen y, además, como ya lo he dicho en uno de tantos textículos
que he redactado, la crítica de los asuntos de la literatura y el arte
no se puede orientar con simples melindres y bagatelas cuando no dispone
de armas teóricas, ya que toda faena escritural exige cuando menos un
poco seso y contener elementos demostrativos para no quedar en la
contumelia, el baldón y el gazpacho clamorero.
jinetes dementes que mendigan su pitanza
Ya
no somos legisladores del pensamiento, somos reclutas imberbes,
corriendo como caballos extenuados bajo jinetes dementes que mendigan su
pitanza.
EL CLICHÉ CONSUMISTA EN GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Sin hacer menoscabo de la vertiente mítica que subyace en su
narrativa, ni subestimar la magistral capacidad de aprehensión de
representaciones simbólicas que revelan sus libros, y que le ha
dado legitimidad de virtuoso hombre de letras, con sus dos últimas
obras («Vivir para contarlo» y «Memorias de mis putas tristes») que, en
comparación con alguna de las novelas precedentes, son simples
elaboraciones de secuencias descriptivas, Gabriel García Márquez ha
evolucionado hacia el cliché consumista. Ahora escribe para satisfacer
las necesidades del mercado, escribe para que sus libros sean consumidos
en vez de leídos. La praxis escritural ha sido transformada en
estrategia y el autor de «Cien años de soledad» se acomoda en un mercado
de libros que se encuentra atestado de subproductos mentales. Como
quien dice, su repudio al capitalismo coincide con una similar
fascinación que demuestra al involucrarse en sus mecanismos de
mercadotecnia voraz e insertar y someter sus productos literarios en los
mecanismos y leyes de la industria cultural de dicho sistema. Son
apetencias estético-comerciales de naturaleza transitoria, dirá don
Gabito para autoconsolarse. Quienes se dejan embelecar por el embrujo
mercadológico que se cargan las ultimas producciones letrísticas de
Gabriel García Márquez, como dice Álvaro Marín, son seres incapaces de
valorar la literatura colombiana en su conjunto.
25 de julio de 2013
Lo que en realidad campea en el ámbito cultural y artístico de Tijuana y poblaciones circunvecinas de la Baja California,
La mediocridad intelectual, el protagonismo de diva, el feminismo aburguesado y la frivolidad cínica, son lacras que tienen a la pintura y a la literatura al borde del abismo. ¿Eso puede entenderse como arte ambicioso? Lo que en realidad campea en el ámbito cultural y artístico de Tijuana, y poblaciones circunvecinas de la Baja California, además de lo banal, es un provincianismo rascuacho que agobia a quienes se dedican a la artisteada y a los asuntos vinculados con la literatura, la pintura o la poesía. Puede que en acciones y conciencia sean proclives al cosmopolitismo pero, al final de cuentas, se delatan como lo que son: aldeanos sin convicción ni compromiso serio con los rollos de la estética. Y ya se sabe que, al final de la comedia, una vez desenmascarada la concha de nácar, aparece la penuria localista de seres simplones, rústicos, vulgares y pueblerinos que explayan el recogimiento individualista y la cerrazón telúrica (es decir, sicológica) de un entorno sociocultural donde solamente —algunos pocos— tienen derecho a ostentar la membresía del club de literatos, el carnet de capilla de pintores o la cartilla que los habrá de legitimar como afiliados a determinada ganga de anacoretas y jaraneros del absolutismo ilustrado. Una minoría de privilegiados cada vez más exigua, entes fantásticos hechos a remiendos, encumbrados en una nube de pedos y rebosando en sus propias heces.
23 de julio de 2013
pedanterías indescifrables
Ensayistas,
críticos, investigadores, literatos y poetas (a quienes llamaremos
«intelectuales» sólo para estirar el término), raramente ablandan la rigidez de
su jerga abstracta e indescifrable; su retórica obnubilada. Se entregan al
despilfarro verborreico como si compitieran para ofrecer un producto literario
no apto al sentido común; y con tal nebulosidad expresiva acaban espantando a
los lectores.
Toda lectura conduce siempre a este
resultado: o el pensamiento se aclara o se confunde. «Si la literatura —declara
Ignacio Taibo II— no baja de las supuestas alturas, para convivir con los
ciudadanos comunes y corrientes, no tiene un espacio real, está fuera de la
realidad» [Letras sobre papel, abril de 2000].
Y las alteraciones parecen hechas a
propósito, quedando traslapadas las normas léxicas corrientes en un hermetismo
o en ambigüedad de arrebatada elocuencia que huele a oportunismo, sin más
compromiso que responder al encargo de la autocensura para generarse ventajas o
para impresionar a la grey de mamertos con pedanterías indescifrables.
una forma atrasada de cartesianismo
El
gran sistema de la retórica chapucera y la maroma mental es todavía una especie
de patente de corzo en el submundo de los literatos. Y es que detrás de esa
palabrería confusa y enmarañada se esconde una forma esnobista de expresión
discursiva. Y habrá quien alabe o exprese satisfacción ante esa desbozalada
incoherencia. Qué cómoda es la conciencia que no piensa en los demás y obliga
al lenguaje a distanciarse de la realidad para erigirlo en sustitución de ésta.
Esperpento de metafísica a la que recurre la competencia lingüística; una forma
atrasada de cartesianismo. Pero —como ha
dicho Timpanaro— el lenguaje no puede concebirse como realidad en sí mismo.
Pues, «lo concreto es lo concreto», como ha dicho míster Marx.
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