El
gran sistema de la retórica chapucera y la maroma mental es todavía una especie
de patente de corzo en el submundo de los literatos. Y es que detrás de esa
palabrería confusa y enmarañada se esconde una forma esnobista de expresión
discursiva. Y habrá quien alabe o exprese satisfacción ante esa desbozalada
incoherencia. Qué cómoda es la conciencia que no piensa en los demás y obliga
al lenguaje a distanciarse de la realidad para erigirlo en sustitución de ésta.
Esperpento de metafísica a la que recurre la competencia lingüística; una forma
atrasada de cartesianismo. Pero —como ha
dicho Timpanaro— el lenguaje no puede concebirse como realidad en sí mismo.
Pues, «lo concreto es lo concreto», como ha dicho míster Marx.
«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales
Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporc...

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