«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
22 de agosto de 2012
materia tan esencial
Ni tanto ni tan poco: ni el profesor autoritario de la escuela tradicional, vinculado a la enseñanza de la historia basada en la memorización de grandes nombres, fechas y batallas, "clases magistrales" y alumnos pasivos; ni el profesor como el simple facilitador y coordinador del autoaprendizaje de los alumnos de la escuela posmoderna, que proclama el "todo vale" en cuanto a historia enseñada, inc
luyendo el contenido corrientemente tradicional de la historia oficial correspondiente. Sostenemos que el papel activo del alumno es complementario con la función docente y social del profesor, pero no puede reemplazarla, como se pretende, ni siquiera con la valiosa ayuda de la red. Alumnos y maestros activos, y comprometidos, son unos y otros imprescindibles, al mismo tiempo, si lo que se quiere son unas comunidades de aprendizaje realmente inteligentes. Rebajar el profesor de historia a monitor de clases prácticas, testigo mudo sobre todo de aquello que implique interpretación, tiene sus consecuencias perversas: abrir la puerta a un mayor control administrativo de una materia tan esencial para formación de los ciudadanos, no se trata de una propuesta políticamente inocente. Aunque lo peor es que la "comunidad de aprendizaje" entendida a la moda anarco-conservadora conduce a un fracaso pedagógico que beneficia a las tendencias restauradoras de la escuela autoritaria.
Carlos Barros
como si la putería fuera una fe de erratas
Es una verdad latente que el feminismo ya es un marasmo, un falso shopping, una especie extravagancia de telepantalla y hasta un mero escarceo de exhibicionistas de la moda sexual. El discurso feminista de hoy no pasa de simples comentarios frívolos, un chantaje mujeril atado al cordón umbilical. El feminismo es la muerte de la femineidad, y la prueba de ello está en la androginia que nada tiene d
e imparcial para dar cabida a hembras y machos. En realidad es que ese aplastamiento de la sexualidad está instituido en favor de la autoridad masculina; ésa es su misión reguladora, que en su versión más extrema representa un factor de represión. Por otra parte, Los alardeos de la doble moral para desvanecer con golpe sicologista de las palabras que sirven para designar a quienes ejercen el oficio más viejo del planeta, la puta y la putería, «ese cáncer que corroe la rosa de la galantería», dijera Ruskin. Qué afán de querer convertir a las leandras en fantasmas, como si fueran encarnaciones del mal. Con trasposiciones lingüísticas la mochería, vanamente, intenta hacer de la esencia una apariencia. Qué payasada, como si la putería fuera una fe de erratas.
EL JANDICAP CULTURAL
EL JANDICAP CULTURAL
las clases económicas
se han transformado en clases culturales
instrumentación parapolítica de una doctrina falaz
las clases económicas
se han transformado en clases culturales
instrumentación parapolítica de una doctrina falaz
violencia simbólica y enfrentamiento
como chou y comedia
la patología como resistencia social
democracia como distribución de privilegios
situación de parasitismo y apoliticidad
pequeños intelectuales del handicap cultural
revoltosos que chillan para mamar la pacotilla
atroz simulacro de la libertad
y por causa de cierta pereza
de Semiramis a Marta Sahagún
ya no hay distinción.
como chou y comedia
la patología como resistencia social
democracia como distribución de privilegios
situación de parasitismo y apoliticidad
pequeños intelectuales del handicap cultural
revoltosos que chillan para mamar la pacotilla
atroz simulacro de la libertad
y por causa de cierta pereza
de Semiramis a Marta Sahagún
ya no hay distinción.
21 de agosto de 2012
retórica desfasada y vetusta cursilería
Huecas voces en el trasplante de las consignas oficiales del poder cultural, donde la conciencia de la posición social siempre está en primer término. La nequicia de la supervisión depende entonces de los estilos de hacer arte y el eje referencial estriba en escamotear la expansión de la cultura y distribuirla sólo en fragmentos, en particularidades del cliché monolítico, de la endogámica mentira.
No hay fecundidad histórico-cultural, solamente individualismo de cofradías, ebullición momentánea de grupúsculos asilados sin trascendencia ni aportación en los procesos sociales y estéticos; inconsecuencia de literatos que quieren superar el presente con los ojos volteando hacia el pasado; hierocracia pedante de poetastros, adscritos a herméticos cenáculos cuyos versitos, tautológicos, copiones y de poco ingenio, apestan a retórica desfasada y vetusta cursilería. Y así se reactivan sus aflicciones, sin sustancia lírica en las entrañas y en un quehacer que concibe la literatura como objeto de veneración fetichista y no como forma plausible de expresión, conocimiento y reflexión estética. La mayoría de quienes han sido llamados a parir versitos, son precisamente los que han desacreditado la poesía; y creen que estimulando la irracionalidad se llega a ser poeta.
los culturosos
La visión que se tiene de la cultura es meramente intelectualosa, libresca, frívola y de farándula; como el humanismo de hoy en día, es una abstracción ajena a la vida concreta. Es la misma concepción que tanto los culturosos como los conservadores tienen de la cultura y no se ha logrado objetivamente un mínimo grado de función social. Cuando se pone de moda es fácil que cualquier cretino u oportu
nista la reivindique con ligeros respingos, tan serviles como pendencieros. A partir de los años setenta, luego del fracaso y de la subsunción oficial de las protestas radicales sesentaiocheras, para anestesiar y paliar las gravideces del aparato dominador se recurre a las concepciones antropológicas de la cultura, determinaciones academicistas en las que se aplica la teoría de la «hegemonía cultural» planteada por Gramsci y que señala que los elementos esenciales del orden, control de dirección, dominio y sujeción, no se encuentran en los factores de la producción económica, sino en las categorías superestructura les, es decir, en aquellos requerimientos de índole político-moral, y los intelectuales son las piezas fundamentales en la conformación y reproducción de dicha hegemonía. La coerción, la mediatización y la imposición de valores inicia en los niveles superestructura les de la cultura. Los proyectos culturales adquieren connotaciones políticas casi imperceptibles que refuerzan los bastiones del poder. Si la cultura se ha de entender como sociedad (capitalista) de relaciones pervertidas y sublimadas, entonces los intelectuales, desde el punto de vista ideológico, son coincidentes con los intereses de las clases dominantes. A un manojo de mitos que son una serie de contradicciones le intenta dar el nombre de uniformidad cultural.
los roles dominantes de un idealismo disolvedor
Desde que finiquitó la inteligibilidad objetiva del estructuralismo, en el entrecruzamiento de lo moderno y lo posmoderno, se relativizaron los fetiches de la historia, se aligeraron los aparatos conceptuales de la crítica y los teóricos se apartaron del estudio de las contradicciones del sistema literario y centraron su atención en los fenómenos particulares de la hegemonía neoliberal (industria
del libro, objetos textuales, equidad de género, etcétera); exagerando las particularidades, el arte comenzó a expresar la vivencia del aislamiento y la cultura la heterogeneidad persuadida por las pautas y los roles dominantes de un idealismo disolvedor. Del hecho concreto se desprendió un flagrante fraude culturero asentado en el poder, los elementos de la confrontación quedaron subordinados a los principios conservadores del sistema dominante y a los referentes igualitarios para tratar de subsanar de manera abstracta, es decir, con meras ilusiones, los desequilibrios culturales y las condiciones de desigualdad económica y social. En el acto de los postulados conceptuales la modernización bifurcó los mismas fórmulas que la tradición duplicada; culta y popular, tecnificada y escueta, refinada y vulgar. El corpus ideológico se propaga como la idea de la entonación, como cliché generado desde de la parte superior de la pirámide. Un lenguaje de configuración asimétrica ocupa la posición hegemónica en lo que Bourdieu llamaba el «campo» o «contexto»; el mito local se fetichiza en un símbolo de universalidad, la parte como el todo: un mismo sentimiento se amolda y se expresa en el conjunto general simbolizado.
alguien tiene que recoger la basura del callejón
A poco de ventear por el submundo de la cultura, surge con claridad la existencia de las entidades literarias y poéticas que lo constituyen, pero que sin embargo participan en los asuntos del arte de modo muy diferente a lo que podría ser una actividad estética. Y aunque tales personeros están inexorablemente incluidos como enunciadores y trasmisores de tales manifestaciones, cabe afirmar que se e
ncuentran apartados de los axiomas fundamentales de la creación; pues la idea o eje que los mueve suele ser una pretensión de éxito; la esencia real de los «logros» encuentra la justificación en estímulos de codicia y prioridades que son compatibles con las artimañas políticas y la sicología tradicional que da abolengo y prestigio hasta en el lúgubre fango. Y los perfilamientos que matizan promueven mediáticamente a estas figuras relumbronas del submundo culturero son más de las veces perogrulladas o sutilezas de circunstancias triviales. En la unción de la ignorancia y las cursilerías emotivas, librar una lucha en vano contra la estupidez y fustigar contra los cacareos engreídos es lo que a mí me toca. Ni pedo. Ya lo decía el máster Rubén Vizcaíno, «alguien tiene que recoger la basura del callejón; y ese jale te tocó a ti, men». Y con la cero tolerancia de la crítica que los pone en jaque, pues a uno lo miran como si apestara a mierda.
la metamorfosis del intelectual
Considérese la metamorfosis del intelectual; es decir, con los cambios de perspectivas estéticas y culturales el escritor provinciano ha dejado ya de existir. O sea, la marginalidad como punto de estrategia en el discurso es aprovechada por industrialización de la creación literaria. Después de América Latina, cuando ya se anunciaba la muerte del «bum» a principios de los años setenta, le tocó a E
spaña, específicamente a Barcelona, partir el bacalao en la circulación del discurso literario por vía de la distribución masiva. El libro se volvió un negocio muy redituable de las compañías multinacionales, sin que importara para ello el bajo perfil intelectual de los autores. Y no importaba porque el renacimiento letrero apuntaba a una banalización cultural, a la falacia editorial, que situaba a la literatura en el mundo del espectáculo y convertía a los escritores en personajes de farándula y televisión.
hacia un totalitarismo legitimado
...el país marcha hacia un totalitarismo legitimado por sus tres órdenes de gobierno, cuyas acciones hacen imposible el acceso a la justicia... Raúl Vera López, obispo de Saltillo.
Susan Sontag
«Rimbaud ha ido a Abisinia para enriquecerse con el tráfico de esclavos, Wittgenstein, después de desempañarse un tiempo como maestro de escuela en una aldea, ha optado por un trabajo humilde como enfermero de hospital. Duchamp se ha dedicado al ajedrez. Al mismo tiempo que renunciaba de manera ejemplar a su vocación, cada uno de estos hombres proclamaba que sus logros anteriores en el campo de la poesía, la filosofía o el arte habían sido triviales, habían carecido de importancia» [Susan Sontag, La estética del silencio, página 16].
solamente hay dos tipos de ruca
El Chango #100 dijo que solamente hay dos tipos de rucas; las que cogen y las que están «muridas»....
del «yetzet» culturero
Pareciera que la pequeña burguesía no tiene modo de superarse. Sus miembros se creen muy supersensibles cuando hacen ruido con sus trompetas y falsean deliberadamente su nihilismo, pavoneándose en la protesta como descarados esnobistas. Son como los monos enjaulados que buscan encontrar la salida para hacerse hombres; no quieren libertad, solamente una salida, sea hacia la derecha o la izquierda; por donde esté no importa. En el ambiente del «yetzet» culturero aparecen como tipos solidarios que luchan en abstracto por las causas sociales en favor de los pránganas; pero lo hacen sin conciencia de clase, dada su condición clasemediera.
Todos lo demás weyes se dicen ateos
El único escritor independiente que hay en este culo de San Diego soy yo. Todos lo demás weyes se dicen ateos, pero tienen a sus santos y dependen de las catedrales...
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Tijuana es el culo de San Diego
Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...
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Y, a vuelco de impresiones y adjetivaciones inútiles, y con muy poco sentido de proporción estética, el protopoeta se sumerge en una ensoñac...
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