retórica desfasada y vetusta cursilería

Huecas voces en el trasplante de las consignas oficiales del poder cultural, donde la conciencia de la posición social siempre está en primer término. La nequicia de la supervisión depende entonces de los estilos de hacer arte y el eje referencial estriba en escamotear la expansión de la cultura y distribuirla sólo en fragmentos, en particularidades del cliché monolítico, de la endogámica mentira. No hay fecundidad histórico-cultural, solamente individualismo de cofradías, ebullición momentánea de grupúsculos asilados sin trascendencia ni aportación en los procesos sociales y estéticos; inconsecuencia de literatos que quieren superar el presente con los ojos volteando hacia el pasado; hierocracia pedante de poetastros, adscritos a herméticos cenáculos cuyos versitos, tautológicos, copiones y de poco ingenio, apestan a retórica desfasada y vetusta cursilería. Y así se reactivan sus aflicciones, sin sustancia lírica en las entrañas y en un quehacer que concibe la literatura como objeto de veneración fetichista y no como forma plausible de expresión, conocimiento y reflexión estética. La mayoría de quienes han sido llamados a parir versitos, son precisamente los que han desacreditado la poesía; y creen que estimulando la irracionalidad se llega a ser poeta.

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