Los culturosos ya no sirven a la cultura, sino que se sirven de ella. Subsiste en el fondo una sociología de difusión del engaño, un rótulo anfibológico con el que se pretende seguir contrabandeando los simulacros de capilla y cofradía en un pueblo de ignorantes y desposeídos, una simulada idealización del problema cultural en manos de ilusos que, vanamente, creen que pueden hacer lo que los políticos no hacen. El quehacer intelectual ya no tiene sentido ni ubicación precisa, se ha descongestionado. Y el cambio de intención que antes era un fin, hoy es un medio. Y la vida culturosa es un banquete o una inanición. Y más ahora que hay portentosa hambruna de artistas, intelectuales y promotores independientes.
«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
19 de abril de 2011
Contrabandeando los simulacros de capilla
Los culturosos ya no sirven a la cultura, sino que se sirven de ella. Subsiste en el fondo una sociología de difusión del engaño, un rótulo anfibológico con el que se pretende seguir contrabandeando los simulacros de capilla y cofradía en un pueblo de ignorantes y desposeídos, una simulada idealización del problema cultural en manos de ilusos que, vanamente, creen que pueden hacer lo que los políticos no hacen. El quehacer intelectual ya no tiene sentido ni ubicación precisa, se ha descongestionado. Y el cambio de intención que antes era un fin, hoy es un medio. Y la vida culturosa es un banquete o una inanición. Y más ahora que hay portentosa hambruna de artistas, intelectuales y promotores independientes.
Adaptación social y el proceso de aculturamiento

No es un ninguna exageración, los bienes inmateriales que se producen con acelerada velocidad en la sociedad post-industrial deben ser fiscalizados para asegurar la adaptación social y el proceso de aculturamiento, donde un criminal de guerra, gracias a la manipulación ideológica, se transforma de la noche a la mañana en un ídolo de las masas; donde una pandilla de corruptos brilla como representante de la democracia y portavoz de las buenas costumbres y los valores morales. Los medios son fuente de purificación y metamorfosis de intereses mezquinos y pregonan falsamente ideales de justicia social ahuecada. La inmaculación la determina la publicidad, acepción grotesca de la posmodernidad. Hoy puedo ser empleado de banco y mañana un gran artista. Dos realidades perfectamente combinadas y casi imposibles de distinguirse: el mundo fenomenológico y la realidad virtual, el mundo de los sentidos y la ilusión cibernética carecen de líneas divisorias. Una existencia asimétrica, la alegría y la tristeza metidas en un solo paquete para que nadie sienta la diferencia y confunda el placer mundano con la felicidad. El verbomotor del discurso y la representación de la imagen suelen ser rápidas, fugaces. La tragedia de hoy mañana se olvida. la información llega fragmentada, en pedazos, para impedir la anagnorisis (transformación de la ignorancia en conocimiento). La velocidad y fragmentación del discurso tienen su razón de ser: creer que se emprende una carrera en búsqueda de la verdad, cuando la única meta es llegar a concebir la mentira como si fuera la verdad misma.
7 de abril de 2011
"ESTA RUCA HIZO TODO ESTE PANCHO NOMÁS PA QUE ME LA FLETARA" / Un cuento medio colorao

Un día de no-me-acuerdo-qué-año llegué a una escuela preparatoria –en Tiyei- a pedir trabajo de tícher. La escul todavía opera con la razón social –o giro comercial- de Instituto Educativo del Sagrado Corazón de Jesús. Ahí me topé con la profa Raquel, directora académica y licenciada en derecho. Una ñorsa que frisaba los cincuenta y tantos años de edad (casi pegándole a los sesenta, aunque bien conservada; lo digo porque la ruca tenía las nalgas bien paradas; aguantaba dos que tres cholasos); guapa, alta, esbelta, cabello corto y teñido de rubio escarlata, con lentes a la John Lennon y con la piel a punto de convertirse en hotel de arrugas.
Previo el protocolo de rigor, necesitado de chamba, le mostré mi currículum; la ruca lo leyó, mientras yo estudiaba la geografía de su cuerpo (eso es de rigor en un macho; te voy meter la verga, mamacita, pensaba yo). Enterada de mis antecedentes académicos, me citó para que me presentara la semana siguiente. Y el día que la vi nuevamente, ultimamos detalles acerca de la asignatura que iba a impartir y sobre el número de de clases. Luego conversamos sobre asuntos referentes a la vida personal tanto del uno como del otro. La maestra era un ser bípedo a quien le sobraban las desdichas. Confundía los dictados de la Providencia con los caprichos del azar. A veces se confundía y no sabía quién era ella; la fatalidad le daba mil nombres. Era perversa e ingenua. No había forma de definirla porque la virtud que mide la moral estaba sucia
[No hay vicio u orfandad que no hayan nacido del bien. Cualquiera que sea la virtud todo acaba en una estúpida frivolidad, en una conducta desenfrenada].
Me contó, entre otras cosas, que estaba a punto de divorciarse porque su marido le era infiel. Lo único que yo pude agregar era que lo sentía y que era una lastima que su esposo no valorara la calidad su cónyuge.
[Decíamos lo contrario: la hiperactividad es la matrona de todos los vicios. El mal y el bien son, al fin de cuentas, incentivos morales de igual proporcion].
Una tarde la profa Raquel llegó muy alterada a la escuela y por más que trataba de disimular el problema que traía, su semblante la delataba. Le pregunté si en algo podía yo ayudarle y me contestó, agradecidamente, que una vez que terminara de dar mis clases la esperara para conversar. Intuí que se trataba del algún problema de índole familiar. Y así fue, pasadas la nueve de la noche la profa Raquel nuevamente me agradeció que la hubiese esperado para platicar. Salimos de la institución y nos dirigimos a una café internet ubicado cerca de la escuela. Después de aludir una serie de pormenores a cerca de mi existencia, verbigracia: que yo le había caído bien; que había despertado confianza en ella; que le recordaba a un novio que había tenido en la preparatoria, etcétera, etcétera. Por mi condición de viejo lobo, tinto viejo en el oficio, de volada deduje que las intenciones de la profa rebasaban los lineamientos de una simple charla o peticion de consejos.
Dado que la ruca era beata de hueso colorado, ya entrados en gürigüiri y el chacoteo y medio le recité de memoria pasajes de la Biblia (específicamente lo relativo al libro de Job), que había macheteado en mis tiempos de monaguillo. La maestra quedó encantada con los churros místicos que yo le aventaba. Después de que terminamos de parlar, y dado que yo no traía carro, la señora se ofreció a darme un raite a mi cantona. Por supuesto que acepté, no sin antes rechazar tal propuesta jugándola al cochi con maldiojo, y desde luego dándole gracias por tal cometido, después de hacerme el interesante. Abordamos su vehículo y durante el trayecto me pidió, de favor, que si podía acompañarla al departamento que habitaba para recoger ciertas cosas –ropa y libros-, ya que después de la conversación que tuvimos había tomado la decisión de mudarse de dicho lugar para irse, por un tiempo, con su madre mientras conseguía un sitio donde residir. Obviamente acepté a ayudarle y nos dirigimos al citado departamento. Cuando llegamos al lugar la profa se puso muy nostálgica debido a que empezó a hacer remembranza de los años felices que vivió durante su matrimonio; veía las fotografías de su boda y le brotaban las lágrimas. Yo me sentía consternado ante tal situación y lo único que le decía era que se tranquilizara y que ya no llorara. La abracé tratando de consolarla para darle ánimo. Me dijo que se sentía muy sola porque su esposo la había abandonado haciéndola menos –y cambiándola- por una jovencita de veintitantos años.
Después me enteré que la amantona del marido de la profa era nada más y nada menos que la secretaria del ruco. Entre moqueo y moqueo, la profa, de forma reiterada, me decía que sufría mucho, mientras yo la consolaba con abrazos y arrullos. De pronto, la profa acercó su rostro al mío, parecía que sus labios buscaban mis labios. Yo me desconcerté (momentáneamente), y pensé: "esta ruca hizo todo este pancho nomás pa que me la fletara" (anda urgida por un paliacate, sincho). Y en efecto, así fue. Después que nos besamos y nos manoseamos recíprocamente, procedimos a desnudarnos. Una vez que yo me quité la camisa comenzó a besarme el pecho; me desabrochó el zíper del pantalón y agarró mi pene fuertemente; lo apretujaba y lo meneaba, y una vez erecto, comenzó a lamerlo. Estrepitosamente me chupaba la verga, desde la glande hasta debajo de los huevos. Mientras daba lengüetazo tras lengüetazo, yo me deleitaba gozaba, mandando a chingar a sus madres a todos los filósofos y teólogos como Platón, Orígenes, San Agustín y santo Tomás y sólo alcanzaban a pensar: "qué puta es la maestra"
REFLEXIONES DE UN ALBAÑIL MARIGUANO.

No hay que paniquearse con chuchadas. Restándole el fatalismo providencial y sin apechugar la tesis de darvinismo social que estila, podemos parafrasear aquella sentencia de Mariano José de Larra cuando afirmaba que Dios, el Chamuco, o lo que usted quiera, determinó la mortificación de un bicho en la naturaleza de otro bicho: «como crió el sacre para daño de la paloma, la araña para tormento de la mosca, la mosca para el caballo, la mujer para el hombre, y el escribano para todo el mundo, así crió en sus altos juicios a la trapera para el perro, especies que se aborrecen, se ladran, se enganchan y se venden».
Efectivamente, hasta el más ortodoxo seminarista está tentado a convertirse en un chulo padroteador de suripantas.
Atrae más un monte púbico que una filosofía

¡Qué poderoso es el dios-pene! Dos personas apenas se conocen y al cabo de un rato terminan «ensartadas de la vida». La calentura concupiscente no tiene patria ni límites morales. Siempre sucede así, la carne domina. El amor es instintivo, bestial, cuestión de lubricantes. El sexo empieza por la boca, por eso saludamos de a besito. Las personas cuando se conocen apenas se hablan, son perezosas en el parlar. Las atrae más un monte púbico que una filosofía.
El único patrimonio que tengo son tus nalgas

¡Puta madre! Mi signo del zodiaco es un feto ya podrido. No hay cosa más mala que un escupitajo de Dios. No sé cómo deshacerme de mis sueños; hace días que los escondo bajo la almohada y me persiguen. Me gusta caminar por tus caderas; bailar sobre tu enorme trasero. Me gustan más tus tetas que tu espíritu. El único patrimonio que tengo son tus nalgas. Cuando no estés contenta pellízcate los pezones. Yo te besaré las ingles; lo demás es cuestión de hormonas y semen. Muérdeme el cuello y quítame la tanga. Siento que ardo. Tu clítoris es una flor que mata mi tristeza.
—Entonces, ¿qué chingados quieres, baboso?
—Yo nada, beibi... (tengo que aprovechar la oportunidad, pensó el lujurioso).
19 de marzo de 2011
Empequeñecidos animales que buscan algo nuevo que adorar

Más que «artistas, intelectuales, promotores de la cultura, profesionistas y personas interesadas en el devenir de las instituciones de cultura y en las políticas culturales», los susodichos dicentes parecen ingenuas máquinas que balbucean absurdos caprichos infantiles; empequeñecidos animales que buscan algo nuevo que adorar, con que contentarse y calmar sus necesidades; oligofrénicos que se arrodillan ante la publicidad y el protagonismo, pidiendo que les suministren sus terroncitos de azúcar, que les meneen el rabo y les toquen campanitas.
—Bola de mantenidos.
No anda errado Julio el Sueco cuando dice que la cultura tijuanense es patrimonio de «una mafia, de una élite que no deja que otras personas ajenas al círculo de dinero que presume cierta clase social de Tijuana entre nada más porque sí. Todos se conocen y todos se pasan el tip en dónde está la beca y así, un largo sinfín de ayudas monetarias para los mal llamados artistas cuya visión de Tijuana gira en torno a trilladas y regurgitadas expresiones que las quieren vender cual figura de yeso de piolín o bugs bunny en los múltiples puestos de artesanías que la ciudad presume».
9 de marzo de 2011
Quesque el Jorge Ortega ya es doctor

Contrariando las coordenadas, ¿qué provecho habrá de obtener de don Jorge Ortega el pueblo contribuyente y a cuyas expensas fue becado? ¿Pagará con el almodrote infumable de 927 páginas?, ¿o con trabajo en favor de la comunidad en un país con poca tradición democrática y escaso desarrollo cultural? Mediante la ayuda prespuestívora, la autopromoción mediática y las componendas de la jerarquía se adquieren los nuevos títulos nobiliarios y se construyen los privilegios, recibiendo los trozos de la plusvalía que los capitalistas extraen de la estratos pobres en el proceso productivo, sin tiempo para ilustrarse o beneficiarse de los productos de la alta cultura. El populacho, la canalla, la jaquería, muy lejos está de ser retribuida por el doctorcito Ortega, pues el bato, no tiene más providencia que prestar servicio en la alcurnia burocrática de academia o servir en calidad de cortesano estatal. No hay oportunidades de empleo (o escasean), el ingreso de la mayoría es paupérrimo, los estándares de vida son deplorables, los servicios públicos son magros, uno de cada tres habitantes urbanos no cuenta con recursos o ingresos para satisfacer las necesidades más elementales, mientras el crimen, la impunidad, la corrupción y la ineficiencia laceran todo el entramado social. Pero qué importa que se sigan engendrando infamias, Jorge Ortega ya es doctor y, a costa de los contribuyentes mexicanos, seguirá mamando la chichi del «Sistema Nacional de Creadores de Arte» (SNCA), conciente de su posición social y condición lacayuna en el medio cortesano, de sangre y abolengo.
figuras relumbronas del submundo culturero

A poco de ventear por el submundo de la cultura, surge con claridad la existencia de las entidades literarias y poéticas que lo constituyen, pero que sin embargo participan en los asuntos del arte de modo muy diferente a lo que podría ser una actividad estética. Y aunque tales personeros están inexorablemente incluidos como enunciadores y trasmisores de tales manifestaciones, cabe afirmar que se encuentran apartados de los axiomas fundamentales de la creación; pues la idea o eje que los mueve suele ser una pretensión de éxito; la esencia real de los «logros» encuentra la justificación en estímulos de codicia y prioridades que son compatibles con las artimañas políticas y la sicología tradicional que da abolengo y prestigio hasta en el lúgubre fango. Y los perfilamientos que matizan promueven mediáticamente a estas figuras relumbronas del submundo culturero son más de las veces perogrulladas o sutilezas de circunstancias triviales. En la unción de la ignorancia y las cursilerías emotivas, librar una lucha en vano contra la estupidez y fustigar contra los cacareos engreídos es lo que a mí me toca. Ni pedo. Ya lo decía el máster Rubén Vizcaíno, «alguien tiene que recoger la basura del callejón; y ese jale te tocó a ti, men». Y con la cero tolerancia de la crítica que los pone en jaque, pues a uno lo miran como si apestara a mierda.
Promoción cimentada en líneas de obstrucción

Promotoría cultural o nomenclatura vomitada por merolicos de ocurrencias disparatadas para designar de alguna manera una labor baladí. Se construye una «casuística» de falacias que conviene a la incapacidad y a la insuficiencia, ya sea en el talento artístico o en las instancias del sistema cultural unitario. O sea, cultura significa en este caso relativismo, oportunismo moral e ideológico; forma banal de subjetivarse a través de sofismas y supercherías escolásticas. Y la postura de promotor o promotora cultural se ha venido embrollando con las mismas fórmulas que aplican los aparatos oficiales de la política cultural, orientadas a impedir que la clase dominada pueda allegarse de los beneficios —tanto materiales como espirituales— de las expresiones del arte y la cultura. Promoción cimentada en líneas de obstrucción, y cultura como forma diletante de apasionamiento por las artes. Promotores y promotoras culturales que tienen un campo de proyección estrictamente localista, excluyente y clasemediero; difusores y difusoras que actúan por conveniencia o por emoción, tratando de llenar el vacío con la deformación arbitraria de la noción de cultura, restringiéndola a una expresión artística de casta, de camarillas y cenáculos herméticos.
burocracia cultural o provisión de turismo culturero

No voy a negar que existan en estos lares auténticos promotores culturales, pero la justificación ha de buscarse en el plano empírico y no en la simple vertiente nominal, porque en esta última el calificativo no representa valor alguno. La palabra cultura figura entre aquellas más utilizadas y de las cuales más se ha venido abusando; y el mero hecho de promoverla supone a la vez una forma de propaganda ideológica con auxilio de las tensiones emocionales que proporcionan las bellas artes y el refinamiento estético. Igual que los apologetas que ya no reconocen a su sociedad como capitalista, paralelamente así está la cuestión de la promotoría cultural. No se le pueden ya reconocer sus propiedades ni expresar en su favor una actitud positiva. ¿Por qué? Por los efectos ilusorios que hay detrás de su estructura semántica, además de las divergencias de opinión que se adoptan en cuanto a su función significativa in abstracto. De ahí que al sintagma nominal promotor cultural sea nada más una definición “persuasiva”, motivada más por la metafísica que por el intelecto. Y es que fuera de la concreción ya dada, la definición parece no tener fin y su extensión se utiliza infundadamente, al grado hasta de confundirse con burocracia cultural, provisión de turismo culturero, suministro de clientela a determinados espectáculos, democracia cultural sin pueblo, etcétera.
La Sidharta Ochoa • Una pequeña escritorzuela tonta

Esta ruca, la Sidharta Ochoa (angelesidharta.blogspot.com), se erige en las barruntas cultureras como otro de los engendros metaficcioneros del gallofero Erasmo Katarino Yépez (académicamente hablando, claro está, y no al intercambio de semen y jugos vaginales); y por las secuelas que produce la estúpida idolatría, recurre al cómodo sistemita inculcado por su mentor y que puede emplearse hasta en las papelinas de los baños y meaderos del lumpendesarrollo tijuanaco.
Y con los mismos clichés lingüísticos de un Rafadro o de un Erasmo Katarino Yépez, es lo que insufla en sus apuntitos. Puertas mágicas de la insensatez. Se trata del afán de causar enredos (desde los conceptuales hasta los sintácticos), amontonar meras impresiones sacadas de retacitos de lecturas, sin emitir juicio ni dar explicaciones; pues ni siquiera un roñoso criterio quintopatiero alcanza a vislumbrase en los textículos de esta sirvienta de las artes metaficcioneras. Sin duda que aprendió sintaxis y lógica, entre risitas, cuchicheos y sobaditas de panocha, trepándose en el camastro de alguna lobera. Al menos las llamadas mujeres ociosas de antaño parían chilpayates a lo baboso. La chamaca no es más que una pequeña escritorzuela tonta y… quién sabe si, acaso, con entrenamiento sexual.
escritores como personajes de farándula y televisión
Considérese la metamorfosis del intelectual; es decir, con los cambios de perspectivas estéticas y culturales el escritor provinciano ha dejado ya de existir. O sea, la marginalidad como punto de estrategia en el discurso es aprovechada por industrialización de la creación literaria. Después de América Latina, cuando ya se anunciaba la muerte del «bum» a principios de los años setenta, le tocó a España, específicamente a Barcelona, partir el bacalao en la circulación del discurso literario por vía de la distribución masiva. El libro se volvió un negocio muy redituable de las compañías multinacionales, sin que importara para ello el bajo perfil intelectual de los autores. Y no importaba porque el renacimiento letrero apuntaba a una banalización cultural, a la falacia editorial, que situaba a la literatura en el mundo del espectáculo y convertía a los escritores en personajes de farándula y televisión.
Talacheros del preservacionismo subliterario

El Humberto Félix Berumen, quien forma parte del ejército de macutenos cultureros de la coima y que, debido a que éticamente padecen una especie de hibernación moral, son los encargados de poner emplaste, maquillaje, engrudo y papel a los muñecos y monas de cartón-yeso que se exhiben en los escaparates de la subcultura tijuanense. Talacheros del preservacionismo subliterario y del decorado banal en las miserias culturales, planchadores de imágenes fitichizadas que no usan la plancha sino la lengua.
—Y en el entendido de que ésta (o sea, la lengua) no es complemento para hablar, sino para tirar brochazo sobre el morral de escroto a la mera hora del guagüis, como dijera la Yeny Rivera.
los movimientos del trompo y el yoyo

Y mira tú, señor periodiquero, lo que te platicaré. Hará cosa de no pocos años, cuando yo era todavía un niño, jugaba y jugaba a veces con un trompo y en ocasiones seguidas también con un yoyo. A esa edad yo ignoraba que los movimientos del trompo y el yoyo eran unas tautologías, Y ahora que ya lo sé solamente conservo las tautologías.
la hija de su jefe
la mitomanía institucional del servilismo culturoso

Ilusiones refrendadas por una elite cuya concepción del mundo se respalda en la falsedad y el engaño. Afianzamiento conservador y, por ende, deshumanizado de la cultura. Es la vieja necesidad de justificar la mitomanía institucional con el servilismo culturoso y la picaresca intelectual. Pero se requiere más perspicacia para poder electrizar el complejo de inferioridad de los humildes, pues la plusvalía del egocentrismo se solaza sólo en la mente de aquellos imbéciles que creen que la cultura no es elitista.
Campoamor
una vieja taimada que busca yernos
Una definición ex-post-facto: la literatura es una vieja taimada que busca yernos con harta pasta para consolidar una base de expresión que sea caricia a priori y onanismo a posteriori. Diálogo y dinero para el uso particular del hombre pícaro de las letras que se sermonea a sí mismo; moción de la gracia y la oportunidad, de acuerdo con los factores económicos.
EL RAFADRO, EL CHARKITO Y DON GORGOJO TECHUNPALO

Un miembro menos versátil que el miembro viril es el señorito —puro, casto y honesto— Rafaelín Saavedra, alias el Rafadro; ujier del Centro Cultural Tijuana (CECUT), donde —revestido con la capa de panbolero— triscaba la carroña del “apoyo” becaril y el «scortum» de las subvenciones para zánganos, zanganillos y zanganotes. Ahora con la llegada del Virgiliano Muñoz al changarro culturero, por andar de grillero y sacalepunta con esa mamadita del «mundo pequeño», tendrá que ponerse a zurcir sus calcetines mientras encuentra a quien cargarle el santo de las limosnas.
A este partidario de la autofagia institucional de la cultura (que, contradictoriamente, la juega de muy underground), y quien, además, no anda muy sólido en los procustos de la literatura.
Hace poco menos de seis años, y ya prevenido (aunque sin imaginarse el tamaño de la solfa), el cangalloso Rafaelito Saavedra posteaba en su chichi de vidrio la certidumbre de su incertidumbre, anotando lo que sigue:
Leyendo blogs me entero que:
Que ya tengo nuevo apodo.*
EL PRÍNCIPE DEL POCHOÑOL
El día de hoy en una conversación con el mismísimo Éktor, el controversial editor de El Charquito, aprendí que Rafadro tiene un nuevo epíteto.
-Ya estoy cocinando la crítica para “El Príncipe Pochoñol” –exclamó Éktor con una sonrisa.
-“¿Príncipe de Pochoñol?” –Pregunté confundido – ¿qué es eso?
-Es él… ¿cómo se llama?… el mano derecha de Yépez…
-¿Rafa Saavedra?
-Ése mero.
Las cosas se ponen interesantes
—Bueno, ya me cansé de decir que mis textos no entran en el «pocho style»… (no offense, but it´s true); lo de «príncipe» tiene su gracia. Lo de «el mano derecha del Yépez», ni al caso (somos compas, pero hasta ahí). BTW, espero con cierto entusiasmo la crítica (no creo que me vaya peor que a Aurely Monraz. O si?).
[Rafa Saavedra, 4 de noviembre de 2003, http://crossfadernetwork.wordpress.com/].
—Se hará lo que se pueda, señor Rafaelo —le dijo don Gorgojo Techunpalo que, en ese momento, asomaba la cabeza desde una bolsas de palomitas ranciadas.
Y fueron los siguientes articulejos los que le rasgaron el velo de su aurora:
«EL RAFA SAAVEDRA Y SUS “RADIANTES” ENGENDROS», «LA GERETA DE LOS CALCAÑOS LE ABRE LAS NALGAS AL ATARDECER [EL RAFA SAAVEDRA, LA PATY BLAKE Y OTROS PÁJAROS CILANTREROS]» y «LA TRADICIÓN LITERARIA DE TIJUANA [SE FUNDA EN UNA BIG Y PUTOTA FALSEDAD]: LOS BOCADILLOS DE JAEZ DEL RAFA SAAVEDRA [MUY AL ESTILO DE LOS METATEXTOS DE LA JUANITA JIMÉNEZ]»
—¡Uf!
Al padrotín del «Tijuana bloguita front» no le fue mejor que la protopoeta existirosa Aurely Monraz. Sin embargo, quédale a nuestro invitado el consuelo de saborear, por siempre jamás, y por importancia a las atenciones que merece su merced, las mencionadas tanditas de «Vertedero de cretinadas».
—¡Uf!
Tijuana es el culo de San Diego
Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...
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