9 de marzo de 2011

La Sidharta Ochoa • Una pequeña escritorzuela tonta


Esta ruca, la Sidharta Ochoa (angelesidharta.blogspot.com), se erige en las barruntas cultureras como otro de los engendros metaficcioneros del gallofero Erasmo Katarino Yépez (académicamente hablando, claro está, y no al intercambio de semen y jugos vaginales); y por las secuelas que produce la estúpida idolatría, recurre al cómodo sistemita inculcado por su mentor y que puede emplearse hasta en las papelinas de los baños y meaderos del lumpendesarrollo tijuanaco.

Y con los mismos clichés lingüísticos de un Rafadro o de un Erasmo Katarino Yépez, es lo que insufla en sus apuntitos. Puertas mágicas de la insensatez. Se trata del afán de causar enredos (desde los conceptuales hasta los sintácticos), amontonar meras impresiones sacadas de retacitos de lecturas, sin emitir juicio ni dar explicaciones; pues ni siquiera un roñoso criterio quintopatiero alcanza a vislumbrase en los textículos de esta sirvienta de las artes metaficcioneras. Sin duda que aprendió sintaxis y lógica, entre risitas, cuchicheos y sobaditas de panocha, trepándose en el camastro de alguna lobera. Al menos las llamadas mujeres ociosas de antaño parían chilpayates a lo baboso. La chamaca no es más que una pequeña escritorzuela tonta y… quién sabe si, acaso, con entrenamiento sexual.

escritores como personajes de farándula y televisión


Considérese la metamorfosis del intelectual; es decir, con los cambios de perspectivas estéticas y culturales el escritor provinciano ha dejado ya de existir. O sea, la marginalidad como punto de estrategia en el discurso es aprovechada por industrialización de la creación literaria. Después de América Latina, cuando ya se anunciaba la muerte del «bum» a principios de los años setenta, le tocó a España, específicamente a Barcelona, partir el bacalao en la circulación del discurso literario por vía de la distribución masiva. El libro se volvió un negocio muy redituable de las compañías multinacionales, sin que importara para ello el bajo perfil intelectual de los autores. Y no importaba porque el renacimiento letrero apuntaba a una banalización cultural, a la falacia editorial, que situaba a la literatura en el mundo del espectáculo y convertía a los escritores en personajes de farándula y televisión.

Talacheros del preservacionismo subliterario


El Humberto Félix Berumen, quien forma parte del ejército de macutenos cultureros de la coima y que, debido a que éticamente padecen una especie de hibernación moral, son los encargados de poner emplaste, maquillaje, engrudo y papel a los muñecos y monas de cartón-yeso que se exhiben en los escaparates de la subcultura tijuanense. Talacheros del preservacionismo subliterario y del decorado banal en las miserias culturales, planchadores de imágenes fitichizadas que no usan la plancha sino la lengua.
—Y en el entendido de que ésta (o sea, la lengua) no es complemento para hablar, sino para tirar brochazo sobre el morral de escroto a la mera hora del guagüis, como dijera la Yeny Rivera.

los movimientos del trompo y el yoyo


Y mira tú, señor periodiquero, lo que te platicaré. Hará cosa de no pocos años, cuando yo era todavía un niño, jugaba y jugaba a veces con un trompo y en ocasiones seguidas también con un yoyo. A esa edad yo ignoraba que los movimientos del trompo y el yoyo eran unas tautologías, Y ahora que ya lo sé solamente conservo las tautologías.

la hija de su jefe


De una cosa sí va a estar orgullosa la hija de su jefe; de que el bato siempre tuvo los güevitos bien puestos a la hora de menjurje crítico-literario y que jamás de los jamaces fue «coptado» como puta barata por el oficialismo culturero...

la mitomanía institucional del servilismo culturoso


Ilusiones refrendadas por una elite cuya concepción del mundo se respalda en la falsedad y el engaño. Afianzamiento conservador y, por ende, deshumanizado de la cultura. Es la vieja necesidad de justificar la mitomanía institucional con el servilismo culturoso y la picaresca intelectual. Pero se requiere más perspicacia para poder electrizar el complejo de inferioridad de los humildes, pues la plusvalía del egocentrismo se solaza sólo en la mente de aquellos imbéciles que creen que la cultura no es elitista.

Campoamor


«La poesía verdaderamente lírica debe reflejar los sentimientos personales del autor en relación con los problemas propios de la época: no es posible vivir en un tiempo y respirar en otro» Campoamor

una vieja taimada que busca yernos


Una definición ex-post-facto: la literatura es una vieja taimada que busca yernos con harta pasta para consolidar una base de expresión que sea caricia a priori y onanismo a posteriori. Diálogo y dinero para el uso particular del hombre pícaro de las letras que se sermonea a sí mismo; moción de la gracia y la oportunidad, de acuerdo con los factores económicos.

EL RAFADRO, EL CHARKITO Y DON GORGOJO TECHUNPALO


Un miembro menos versátil que el miembro viril es el señorito —puro, casto y honesto— Rafaelín Saavedra, alias el Rafadro; ujier del Centro Cultural Tijuana (CECUT), donde —revestido con la capa de panbolero— triscaba la carroña del “apoyo” becaril y el «scortum» de las subvenciones para zánganos, zanganillos y zanganotes. Ahora con la llegada del Virgiliano Muñoz al changarro culturero, por andar de grillero y sacalepunta con esa mamadita del «mundo pequeño», tendrá que ponerse a zurcir sus calcetines mientras encuentra a quien cargarle el santo de las limosnas.

A este partidario de la autofagia institucional de la cultura (que, contradictoriamente, la juega de muy underground), y quien, además, no anda muy sólido en los procustos de la literatura.

Hace poco menos de seis años, y ya prevenido (aunque sin imaginarse el tamaño de la solfa), el cangalloso Rafaelito Saavedra posteaba en su chichi de vidrio la certidumbre de su incertidumbre, anotando lo que sigue:

Leyendo blogs me entero que:

Que ya tengo nuevo apodo.*

EL PRÍNCIPE DEL POCHOÑOL

El día de hoy en una conversación con el mismísimo Éktor, el controversial editor de El Charquito, aprendí que Rafadro tiene un nuevo epíteto.

-Ya estoy cocinando la crítica para “El Príncipe Pochoñol” –exclamó Éktor con una sonrisa.

-“¿Príncipe de Pochoñol?” –Pregunté confundido – ¿qué es eso?

-Es él… ¿cómo se llama?… el mano derecha de Yépez

-¿Rafa Saavedra?

-Ése mero.

Las cosas se ponen interesantes

—Bueno, ya me cansé de decir que mis textos no entran en el «pocho style»… (no offense, but it´s true); lo de «príncipe» tiene su gracia. Lo de «el mano derecha del Yépez», ni al caso (somos compas, pero hasta ahí). BTW, espero con cierto entusiasmo la crítica (no creo que me vaya peor que a Aurely Monraz. O si?).

[Rafa Saavedra, 4 de noviembre de 2003, http://crossfadernetwork.wordpress.com/].

—Se hará lo que se pueda, señor Rafaelo —le dijo don Gorgojo Techunpalo que, en ese momento, asomaba la cabeza desde una bolsas de palomitas ranciadas.

Y fueron los siguientes articulejos los que le rasgaron el velo de su aurora:

«EL RAFA SAAVEDRA Y SUS “RADIANTES” ENGENDROS», «LA GERETA DE LOS CALCAÑOS LE ABRE LAS NALGAS AL ATARDECER [EL RAFA SAAVEDRA, LA PATY BLAKE Y OTROS PÁJAROS CILANTREROS]» y «LA TRADICIÓN LITERARIA DE TIJUANA [SE FUNDA EN UNA BIG Y PUTOTA FALSEDAD]: LOS BOCADILLOS DE JAEZ DEL RAFA SAAVEDRA [MUY AL ESTILO DE LOS METATEXTOS DE LA JUANITA JIMÉNEZ]»

—¡Uf!

Al padrotín del «Tijuana bloguita front» no le fue mejor que la protopoeta existirosa Aurely Monraz. Sin embargo, quédale a nuestro invitado el consuelo de saborear, por siempre jamás, y por importancia a las atenciones que merece su merced, las mencionadas tanditas de «Vertedero de cretinadas».

—¡Uf!

http://209.85.129.132/search?q=cache%3AvIgnjqU4xjAJ%3Acrossfadernetwork.wordpress.com%2F2003%2F11%2F04%2F1414%2F+Leyendo+blogs+me+entero+que+rafadro&cd=1&hl=en&ct=clnk&ie=UTF-8

LUIS HUMBERTO CROSTHWAITE • UN ESCRITOR DE SEGUNDA CATEGORÍA / Por Rubén Vizcaíno Valencia


«A los escritores tijuanenses no les gusta escribir sobre Tijuana. Y si lo hacen, por ejemplo, en el caso de Crosthwaite, lo hacen en una forma divertida. Y lo que es más, se preocupan especialmente por las cosas más populacheras, más típicas. A veces, incluso, por las cosas perfectamente más folklóricas de la ciudad. ¿Qué quiero decir con eso? O sea, que él, Crosthwaite, quisiera penetrar en sí, en un cierto campo no sólo del lenguaje, si no de la realidad. De hecho, lo ha tocado.

Para mí, no ha logrado, hasta ahora, nada muy trascendente. Sin embargo, yo…

Un día me lo encontré y le dije: mira, a mí siempre me has parecido un escritor de segunda categoría. Espero que un día me des una obra definitiva, una verdadera gran obra, una obra tuya, madura.
Si, de un tiempo acá, he vuelto a releer tus cosas, te podría decir que, a lo mejor, sin que tú te lo hayas propuesto, y con el afán de encontrar cosas típicas, curiosas y divertidas, simpáticas de la ciudad (que es lo que a ti más te atrae), a sabiendas, o no, has encontrado ciertos tipos humanos a los que no les has podido sacar provecho; porque solamente lo encuentras en la realidad, una realidad que tú no conoces a fondo; porque no te quieres involucrar en ese medio; porque tú ni siquiera tienes carácter para eso. Pero a ti te producen una gran curiosidad ciertos agujeros de la ciudad de Tijuana, ciertos callejones, ciertos rincones, ciertos basureros.

Ciertas cosas que te parecen muy simpáticas y muy divertidas. Y no creo que las conozcas a fondo; no te interesan; las ves un poco desde afuera.

Pero, independientemente de eso, creo que eres uno de los primeros escritores que ha cubierto un cierto tipo de sujetos; algunos que aparecen periódicamente por los dictados de las modas de vestir, de peinarse, de hablar, de giros, etcétera, etcétera; y los has captado un poco superficialmente.

Pero, independientemente de eso, leyendo las cosas que has escrito —ya en los últimos años—, digo que —quién sabe—, si ahí, en esos pequeños atisbos haya algo que alguna otra persona pueda profundizar donde tú dejaste una chispita, un hallazgo, una lucecita, donde tú has querido hacer literatura; y en donde has querido, o no, has descubierto una verdad. Y eso es valioso» [Rubén Vizcaíno Valencia, de la biografía Un moralista en casa de putas, broli casi terminado a cargo del Éktor Henrique Martínez, alias el Charcomen].

1 de febrero de 2011

EL POETA QUE ARRASTRA LAS PATAS


Nadie puede negar el éxtasis que experimenta «el poeta que arrastra las patas» cuando, en tertulias y centros de reunión social, se foguea con tipazos como el Bruno Ruiz, el Rafa Saavedra, el Erasmo Katarino, el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Tijuana Gringo, el Juan Carlos Reyna (a quienes, antes de obtener membresía en el forúnculo «Apancho y laurel», no bajaba de batos vergueros, mecos y puñeteros) o con excelsas poetizas como la Aída Méndez o la Petra Bonilla (y a quienes, antes de obtener la membresía de «apancholaurelero» no bajaba de viejas piratonas y putañeras). Más que poeta, este charanguero posee el egregio mérito de ser un besamanos, un chupapollas y un zampaboñigas. Y desde que se convirtió en un detractor de «El Charkito», la «práxis» de su apostolado —de arribismo ideológico-político y repugnante justificación de doble moral— se ha desarrollado casi al último extremo como una especie de «causa sui» de sus propias actitudes (políticas, religiosas, morales, estéticas), perfiladas en deslealtad, charlatanería, oportunismo, pusilanimidad, exacerbada lambisconería y demás lacras y patologías.

—Como quien dice, todo un gañan que no respeta ni cumple los sacramentos que jura en voz alta.

Y en cuanto a los dizque poemas que escribe, los fundamentos de su lirismo son muy angostos, la forma literaria descuidada y los versitos que contienen se hayan alimentados con la culequera más deslavada del romanticismo. En vuelco de sensiblería, el poetastro junta las palabras y va escribiendo lo que se le viene en mente; y, así, por medio de notitas descriptivas, producto de sensaciones visuales y boberías que lo turban y lo emocionan, se ciñe el objeto de la lírica.
En definitiva, se trata de composiciones hinchadas de naderías y de cursilerías extremadamente patéticas. Guachen el baladro de quinterías que enseguida copio:

MEJOR

los relámpagos de tu hermosura me han dejado moribundo destellos de belleza coros del cielo que anuncian tu destreza movimientos celestes fotos con el flash del mundo cuando miras el cielo se ilumina con tu sonrisa y la noche parpadea como un ciervo sorprendido los canes aúllan y yo prefiero contestarles con silencio

Juan Martínez http://deljuan.blogspot.com/

—¡Ay, miren cómo le salen los versitos al pillete!

¡Pero qué tontería! Ahora resulta que dejan también yertos de moribundez, no solamente las acciones de los sicarios, de los matones, de los maridos golpeadores, los accidentes automovilísticos, los atropellamientos, las picaduras de alacranes, las enfermedades y las guerras, sino los «relámpagos de la hermosura». El refitolero debe haber sentido que esos «relámpagos» de «hermosura» le picaban el corazón, le tostaban la mollera, le quemaban el rabo y casi lo mandan a velorio. La belleza inextricable es la que está a punto de causarle la muerte al cachichán hacedor de triviales versitos; «los relámpagos de tu hermosura me han dejado moribundo». Y esparciendo estos vahos se llega a ser poeta: «destellos de belleza», «coros del cielo», «movimientos celestes» y gua-gua-guá. Y entre todo ese chorizal de lugares comunes, ni guiñapo de auténtica poesía que sirva para cubrir el alma; únicamente pellejuelos de puerilidades; síntomas de un trabajo poetizado muy a la brava, de tonalidades y ritmos baratos. No hay manera de engañar a la poesía, a su fuerza contenedora no se le enmascara con expresiones verbales de una voz falsa e imitadora y en la que no subsiste un mínimo de dirección en el sentido de la disposición que debe tener un buen poema. Pero aquí la transfiguración lírica, injertada de misticismo, estalla en incoherencias soltadas a boca-jarro: «cuando miras / el cielo / se ilumina con tu sonrisa / y la noche parpadea / como un ciervo sorprendido».

—¡Qué maravilla! El símil habla de un «un ciervo sorprendido» que «parpadea».

Habrase visto semejante idiotez; ésa de que un ciervo sorprendido (y, por ende, asustado) puede parpadear. La saturación emocional encara lo que la razón debería de dictarle a la conciencia; pues, ni el venado, ni la gacela, ni el ñu, ni el conejo o la liebre, estando en tal situación de “sorpresa” no pueden reaccionar parpadeando ante tal estímulo.

—A veces, ni siquiera las chamacas de mirada pizpireta hacen eso; se quedan pelando tamaños ojotes. Pero... en fin. Pasemos a otro rollo.

De los arcanos de la confusión surge un mundo de «hiperconciencia», un espíritu que se potencializa como objeto (una sonrisa hace que el cielo se ilumine y que la noche parpadee); transposiciones sin fondo real, signos de negación como determinaciones arbitrarias de un mecanicismo metafísico que muda a idealismo místico platónico, y viceversa. Se trata de un círculo viciosamente repetitivo en el que, instantáneamente, el objeto pasa a ser sujeto (la noche que parpadea) y luego el sujeto se convierte en objeto (la hermosura que deja moribundo), y así sucesivamente.

—Además de un zaratán de cursis miriñaques y zalamerías chabacanas, ¿qué se ofrece con esas imágenes?

Un extrañamiento del hombre que, como poeta (y que arrastra las patas), ensimismado por la inercia de sus sentidos, por la conciencia enajenada, acaba expresando solamente las fantasías e ilusiones de un paraíso enajenado. Y esta enajenación de los sentidos, en términos de «ensimismamiento» —afirma el máster Revueltas— no únicamente se refiere a la incapacidad de inteligir, sino a la imposibilidad de activar la imaginación real de los sentidos; siendo «el acto que permite transformar la memoria en una creación libre del espíritu: una sinfonía, un poema, una ciudad; imaginación que «ha sido realmente mediatizada por la ilusión sensible de un conocimiento extraviado en las cosas, y él mismo cosificado en ellas» [José Revueltas, Dialéctica de la conciencia, en Obras completas].

El último berrido del poema finaliza con este coto de debilidad mental: «los canes aúllan y yo / prefiero contestarles con silencio». Pobres perros, ni golpeando la puerta van a hacer atendidos. Es más, ni siquiera ejerciendo la «perrogativa» constitucional —que establece el artículo 8 como derecho de petición— van a recibir respuesta.

—O sea que el bato canta con voz sorda.

Un hombre que no tenga güevitos y dignidad en el momento preciso de retachar copa, fácilmente puede convertirse en objeto de desprecio y ridículo; porque contestar con silencio, consabido está que significa no contestar.

—Y, a propósito, esos perros, tú; ¿no serán «Luzbel» y «Belial»?

EL POETA QUE ARRASTRA LAS PATAS


Estando los asuntos de la poesía como ya se ha ha visto que están, he aquí lo que es pertinente hacer, y esto lo vuelvo a repetir una vez más: avocarse con una crítica despiadada de las estrecheces, lacras, melolengadas y contradicciones que vive la culturosada local. El arte impele a trasmitir calidad, pero aquí no hay linaje estético. Más que expresiones y productos del arte lo que se contrabandea en los círculos, agrupaciones e instituciones dedicadas a tal menester, parece una vengadora desfiguración del talento y la imaginación artística.
Seamos testigos de las altas efusiones que barbotan de este genio creador y cuyos principios y presupuestos estéticos (por llamarlos de algún modo) provienen de la precariedad, la ligereza y de la conciencia del desorden.


PISTA

tu calma tu más fuerte virtud tus manos esquinas de mi alma tus ojos se enfocan para discernir el futuro porque la mitad de tu sonrisa es americana la energía de tus pensamientos puede plantar ciudades modificar nubes mostrar los secretos del corazón desatar los ayes del día alas de palabras que no dejas despegar

Juan Martínez
http://deljuan.blogspot.com/

—Pero eso no es poesía, son únicamente signos de fugaz abstracción en el cerebro.

Y, efectivamente, en su sentido total no vale como expresión del arte. Si acaso, como partículas de símbolos que ya no encajan en los niveles de lo real. Ni un germen de originalidad creadora se vislumbra en cualquiera de sus piececitas subliterarias que, en conjunto homogéneo, no valen como arte pero bastan para recordarnos y dar fe que, hoy en día, cualquier pendejo puede hacerla gacha y figurar como poeta.

LUIS HUMBERTO CROSTHWAITE • UN ESTILO DE GUSTOS EXTRAVIADOS Y OTRAS NADERÍAS


Jorge Munguía Espitia es un sedicente "crítico literario” que, semana tras semana, amontona confituras en la revista Proceso, y en cuyas páginas deja caer repetitivas cascadas de babas, queriéndonos hacer creer que una perra embarazada es capaz de parir lechones. Y en efecto, de manera tan ladina el mentado reseñista solapero dispara ...ta con frenesí, y sin saber cómo corre el agua, su opinión respecto de la obra literaria de nuestro paisano Lewis Júmbert Crosguait: «Las novelas y cuentos de Luis Humberto Crosthwaite recuperan las maneras de vivir, comer, beber, cantar» [vivo de tres animales..., ta-ra-rá], «amar y morir» [sí, amar y mamar, porque el mundo se va acabar; calaqueando como los caguamos, es decir, arriba de guayabo, o cuitiar bien pasado, por haberse picado la venada con una erre hasta el culo de chiva pura, traída de "Meca de la goma", o sea, de Badiraguato, Sinaloa] «de los de abajo». Y no crean ustedes que la chercha aduladora de míster Munguía para allí, endenantes; pues el chilango reseñista, desconocedor —tergiversador— de la realidad fronteriza, en un estado de conmoción cerebral, y casi a punto de quemar incienso con olor de violetas africanas, se hincha de pasión efímera —la que, por cierto, le es ajena— dejando caimán sobre la nuca de los despistados leyedores. Y esta la tomadura de pelo con la que, diatiro se pasa de riatas: «La gran fidelidad lograda es producto no únicamente de la imaginación y el oficio, sino de la actitud del escritor que lo ha llevado a estar en permanente contacto con obreros» [¡sí, señor!; los trescientos sesentaicinco días del año vemos a LHC en las afueras de las maquiladoras de la Mesa de Otay, agarrando cura y compartiendo vivencias con los explotados proletarios], «emigrantes» [¡sí, todos los paisas y pollos, arremolinados desde el Cañón Zapata, en la Líber, hasta la Dairy Mart, en San Ysidro, saben quién es Luis Humberto; ¡joder!], «cholos» [que, por cierto, ya casi no hay; y los que quedaban se volvieron metrosexuales o los acaparó el excachorro del Jorge Bustamante, es decir, el “Cholólogo” Manuel Valenzuela, por que ellos —o sea, los cholillos, no los investigadores ostiones antes mencionados que se dedican a folklorearlos— están en vía de extinción, iguanas como estaban la vaquita y la totoaba], «cantores» [¡uuuy!, qué pasado de riatas, pues el único que yo creo que conoce al Crósguait ha de ser el panzón Gume Vidal, porque los rascaguirnaldas y tololocheros, parquiados en la Plaza Santa Cecilia de este culo de San Diego, ni fu ni fa], «prostitutas» [¡redíez con estas suripantosas!, de cincho, han de ser las putillas incultas que desprestigian la literatura con sus diletantismos panocheros al abortar galimatías tremebundos, porque las paraditas del Cagüilón ni en el mundo lo hacen] «y drogadictos de la frontera» [claro, empezando por los morros tinacos, mocochangos, tacheros, chemostriles, artanes, captagones, robotriles, reinos, morisquetos, jaiporrones, cocodrilos, peyoteros y un longo etcétera de locochones, sin contar a los saicos que ya se quedaron encaramados con tanta mierda, o los superlocos que ya cuitiaron por andarse golosiando con la loquera que rola]. Al reseñista Munguía Espitia nomás le faltó mencionar a los pulmones y mayates [¡ah!, y a los padrotes, olso]. La esponjosa mafufada que, en horas de pereza mental, fragua ese pillín camelero del Jorge Murguía Espitia, no es más que una cretinada tendiente a embaucar mirones. El mampirri, o ignora la realidad, o bien —mejor dicho mal— pretende dar pellejo por chuleta cuando afirma que la narrativa del Crosthwaite recupera las maneras de vivir, comer, beber, cantar, amar y morir de "los de abajo" y que su "actitud" lo ha llevado a estar en permanente contacto con obreros (¡jaja!) y emigrantes (¡jojó!), campesinos (¡jijí!), cholos (¡jujú!), cantores (¡jijú!), prostitutas y drogadictos (¡jují!). Pobre batillo, no sabe el güey que Luis Humberto es ajeno a todo ese pedernal, pues su relación con la clica de nivel macuarro es tan lejana como la distancia que hay entre Tijuas a Yucatán; a no ser que con tal verbena salivosa se refiera al "contacto permanente" que el escritor tijuanense mantiene con su chacha.

23 de enero de 2011

Rehenes de la estupidez que le dan credibilidad a la runflería


uscando la simpatía del hombre de la calle, el gobierno presume que arresta y persigue a los responsables del crimen organizado, pero todo es un blof. Las autoridades son corruptas y oportunistas; y, por ende, sus representantes son tontos, sobornables, solapadores y hasta cómplices de la delincuencia. Así que esa lucha es inefectiva, estéril y vana. Ambas partes son una unidad cosificada, cuajada en lo personal y colectivo por poderes abusivos que vuelcan lo negativo en positivo y viceversa. Y si se desmascaran las bribonadas es porque hay conflictos de intereses particulares, falta de concordancia en algunos métodos o desenfrenos de alebrestados que no se han podido domar por medios austeros y persuasivos. Y, si ahora, presidentes, gobernadores y secretarios de estado han dicho que es indispensable limpiar la mugre del establo, lo cual es totalmente ajeno a la justicia y seguridad para el pueblo llano, no hay que fiarse mucho de lo que vociferen, se trata de la acostumbrada demagogia, tan repulsiva y degenerada como la epidemias que dicen que quieren combatir. El gobierno no tiene voluntad política para erradicar o inhibir las acciones criminales. A ver, ¿porqué no comienza por prepararles carracas a Mario Marín, a Ulises Ruiz y a los hijastros de Vicente Fox? En la Baja California se chapotea en los mismos lodazales, pues el virrey Guadalupe Osuna Millán simula que arrecia dura faena en contra de las bandas delictivas, pero en realidad no mueve ni el dedo meñique porque —y esto lo saben hasta los espíritus más comunes, como dijera el Dante Alighieri— su compromiso no es con el pueblo, sino con los capos que, a cambio de recibir concesión de plaza, le patrocinaron la campaña política durante los lindes en que se candidateaba como aspirante a desgobernador del estado. Y ahora que ya no puede deslindarse no le queda otra que demagogiar con la celebrada «Alianza por la Seguridad» y suscribir mentecateces como el mentado «Convenio por la Seguridad, la Justicia y la Convivencia Social en Baja California». Solamente los rehenes de la estupidez pueden darle credibilidad a la runflería llamada «Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad» y que, sin una pizca de calidad moral, Felipe Calderón Hinojosa alza como su principal banderita.

«Todas las mujeres son putas, menos mi mamá y mi hermana»


«Todas las mujeres son putas, menos mi mamá y mi hermana»

Servilismo culturoso y la picaresca intelectual


Ilusiones refrendadas por una elite cuya concepción del mundo se respalda en la falsedad y el engaño. Afianzamiento conservador y, por ende, deshumanizado de la cultura. Es la vieja necesidad de justificar la mitomanía institucional con el servilismo culturoso y la picaresca intelectual. Pero se requiere más perspicacia para poder electrizar el complejo de inferioridad de los humildes, pues la plusvalía del egocentrismo se solaza sólo en la mente de aquellos imbéciles que creen que la cultura no es elitista.

Rucailo


En cuestiones de sexo, ya de rucailo uno solamente puede dar dos cosas: o das dinero o das lástima.

bato sicario, güey becario


En el entorno culturoso, es mil veces preferible ser un bato sicario que un güey becario.

Un poquito de insecticida por aquí, otro poquito de fungicida por allá


Éktor, mi Éktor no está solo.
Somos mas de uno y mas de dos, mamados de soplapollas académicos literantes recalcitrantes petulantes poetizando con la misma sobada insulsa pedantería. De antes. Pero hubo un antes y un después, el problema es que la mayoría de los que venden y consumen no se han enterado. Mundo caduco.

Éktor lo sabe y tiene la definición exacta para cualquier jodiondez.
Un poquito de insecticida por aquí, otro poquito de fungicida por allá. Sin finuras ni protocolos. Y vuelven las luces.
Quevedo a su manera y en su tiempo, ya lo hacía.

El lenguaje vuela tanto como la mente, la red. Ya no se aguanta ni los diccionarios. Inventen, inventen ideas, conceptos, palabras, invéntense a si
mismos y el gran Éktor, respeta.

Con un fervor parecido al de las pubertas aficionadas a poner el culo sobre el sofá


Dice la Diana Palaversich que el poeta Francisco Morales «es uno de los escritores tijuanenses que de mejor manera ha sabido captar el pulso de Tijuana y sus múltiples rostros» y que el bato, a través de su cochino libraco «tiene poco interés en la descripción concreta del predicamento del ser humano»; porque en su registro expresivo «la ciudad misma es el protagonista del poema», a quien se evoca como un «ser personificado» y que a instancia de la enunciación que instaura el poeta, la manola —supuesta crítica «corrosiva»— interpreta por vía de «apareamiento» como «ciudad-mimética», «ciudad-texto». En su artículo, «La ciudad que recorro. Un flaneur en Tijuana», la presunta estudiosa del fenómeno cultural fronterizo manifiesta —con un fervor parecido al de las pubertas aficionadas a poner el culo sobre el sofá y prestar las nalgas a quien le haga un iris— que el autor del panfletillo lírico en cuestión, comparado con otros güeyes («muchos otros», dice la ruca) que «escriben sobre la ciudad», el Panchito Morales es diferente a ellos —casi-casi se atreve a decir que es el único que se la saca pa miar— porque este noble pitoflero «escribe la ciudad» y no «sobre la ciudad», como suele hacerlo el resto de la perrada.

—¡Repámpanos! Ora si que estamos jodidos con la doctora croatense. Y miren si no. Precisa es la tía para lucir su habilidad en misa de aguinaldo.

—Petrarca recuperando a Quintiliano.

—O Garcilaso de la Vega salvando los papeles de Blas Valera del asalto de los ingleses a Cádiz.

—Jojojo, jejee, ijiji…

Tijuana es el culo de San Diego

Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...