15 de julio de 2013

ELIZABETH ALGRAVEZ.



Muy zorrocloca para el camelo nos ha salido la exfuncionaria culturosa. Ante todo, la estrategia del loro enyerbado; cotos de lambisconería y complacencia en torno a la nada. Más que a una literata, la licenciada Algrávez semeja a una repugnante vieja alcahueta. Y pobre de aquel tontoculo que caiga hechizado y se deje llevar por esa “límpida sinceridad”, pues acabará contaminado de jeringas, excremento y basura. Toda la verborrea que la ruca suelta en su bártulo es pura cábula; detrás de su frenesí se aboceta un acto de politiquería barata. La comadre Algrávez debería de comportarse educadamente y bajarse un poquito de la demagogia para evitar que sea mayor el desprestigio que se carga. Es cosa ya de desvergüenza comparar al Gilberto Licona, partidario de la inoculación mediocre de la literatura, con el «yo trascendental» de un Paul Verlaine, de un Guillaume Apollinaire, de un Vicenzio Cardarelli o de un Camillo Sharbari. Desprovista de hueso alguno que mordisquear, ahora a la señora Algrávez tiene tiempo suficiente hasta para evangelizar canónigos. Pero sus planteos no se pueden aceptar, pues habla de un refinamiento exagerado en pro de los textos del Gilberto Licona y, prescindiendo de un mínimo análisis estilístico, arenga en sus parrafadas que el mentado libraco, «Bajo la noche tijuanense», es un detonante de «auténtica poesía», de «bendita locura» y «que ha sido preparado con gusto y con pasión, además de finos ingredientes y buena mano». Detrás de ese aprecio y magnánimo reconocimiento hay un discurso plastiquero y de mucha soba, amontillado en la ingenuidad, la ignorancia y la conveniencia camelera. Jaleo de bombo y palma, tiroteo de cohetes cortijeros y retintines de campanillas y cencerros.
Al chendear al Gilberto Licona como si fuera un artífice de altos grados de elaboración estética, la repentista Algrávez subordina la literatura a la metafísica, porque volteándole al bato la cachaza de excelso poeta, lo que se descubre en tal bambolla es la pinta real de un tosco y apresurado contrabandista literario.

la publicidad se conceptualiza

Los imperativos del mercado para allegarse ganancias han modificado el rol de los consumidores, y a través de la publicidad se conceptualiza la noción de la cultura en sentido diametralmente opuesto, introduciéndose la visión ultraligera, es decir, culturalista. «Hoy ya damos por sentado —dice el máster Eduardo Subirats— que el concepto de cultura no es idéntico con aquel significado de libertad y autorrealización que tuvo para los intelectuales de la Ilustración moderna. Y se acepta sin mayores reflexiones que tampoco la cultura es el medio, privilegiado porque marginal, en donde se dan expresión los conflictos sociales e individuales a través de una responsabilidad colectiva de los lenguajes intelectuales o artísticos». Categoría que se sitúa en una pretensión de cultura vacía de sentido, recreada como una glosa romántica pero a la vez perversa, una noción de cultura de poca o nula visión crítica, generada como un mero proceso de intelectualización, abstraída del contexto de la lucha de clases, controlada y reproducida por los miembros más oportunistas, nefastos y parasitarios de la pequeña burguesía; cultura neoescolástica, excluyente, idealista y que, como refiere Antonio Gramsci, «sigue siendo la cultura de una restringida aristocracia intelectual, que a veces tiene influencia sobre la juventud, solamente cuando se convierte en política inmediata y ocasional». Conceptos como «agenda cultural», «balance alternativo de la cultura», «comunidad cultural», «propuestas artísticas», «función pública», «espectro cultural», «desarrollo creativo», «gestor cultural», «promotor artístico», etcétera y demás etcéteras, son usados como si fueran ungüentos o jaleas que le servirían a cualquier hembrita para paliar escozores en la chutama.

«se cree que la gorra es la cabeza y el hábito hace al monje»

Opinólogos y jilguerillos de la cuestión culturosa no cesan de pregonar el supuesto «bum» cultural que vive la frontera norte de México. La idea de que en Baja California se está gestando un moviendo cultural de repercusión universal más parece un prejuicio de inferioridad cultural o un desvarío de conciencia. Y, además, para colmo de los colmos, también se alega que la cultura local, es decir, bajacaliforniana, ha roto sus esquemas clasemedieros y se ha vuelto ya un fenómeno de aprehensión pluralista, es decir, de multiplicidad global. Pero, como decía Gramsci, por casualidad o razón tendenciosa, en este tipo de vaniloquios «se cree que la gorra es la cabeza y el hábito hace al monje».

La morra no se ha abierto de capa porque tú no le has dado quebrada



Ganas no le faltan de darle rienda suelta a la lujuria reprimida que se carga. La morra no se ha abierto de capa porque tú no le has dado quebrada. La tienes cautivada pero no se anima a sacar a flote su putañería, te cree un hijito obediente. ¿No te la cogerías si se pusiera de pechito? ¡Mírale las regiones pudendas cómo las tiene! Las encantadoras tetas, las preciosas nalgas, y su changuito peludo que casi grita pidiendo disparos; ¿para qué te digo? No te apendejes, no dejes escapar ese suculento culo que la perra te ofrece. Hazla feliz, arrímale una verguiza; la está pidiendo a gritos, y tú ni reviras. Su única ambición, aparte de ganar lana, es disfrutar de un palo tras otro. ¡Imagínatela cómo aullaría de placer dándose unas sentadotas encima de ti! Ya parece que la escucho gritando 'más, más, más'... y desmayándose en el éxtasis. No te inhibas, pendejo, ajérale y verás que se mocha. Suéltale cualquier verbillo balazo y te capeará.

pretenden estar fuera del rol político

Los "intelectuales" son mezquinos porque se ligan al poder, cumpliendo la función de difusores de una cultura abstracta, individualista y de casta. Artistas y escritores viven estrujados por las contradicciones, usando como parapeto la «sensibilidad» y fiados por una filosofía de «intuición», pretenden estar fuera del rol político.

Conaculta, Coca Cola, Televisa, etc

Tanto en el aspecto socioeconómico y en su dinámica culturosa, la pequeña burguesía se haya condicionado porque así conviene a sus intereses materiales e ideológicos, por una parte, por la política cultural del oficialismo institucional, inducida por la dádiva, la artificiosa promoción mediática y el cuatachismo; y, por la otra, en razón de la incapacidad de lograr por méritos propios abrirse como grupo independiente y proyectarse mas allá de la periferia por medio de sus talentos y virtudes. Su actividad no relumbraría —ni la pueden llevar a cabo— sin la ayuda y colaboración de las instituciones culturales y de sectores dominantes de la iniciativa privada (Conaculta, Coca Cola, Televisa, etc). Sólo así son capaces de hacer ruido y sentirse los protagonistas del ilusorio auge cultural que vive la frontera norte de México, un espejismo que consideran una hecho cierto, sin darse cuenta que se trata de una engañifa más de la oligarquía que detenta y controla rumbos de la cosa pública; y que, dicho sea de paso, considera al trabajo creativo y estético solamente como otra forma de negocio privado.

Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales

Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporc...