«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
26 de agosto de 2012
el arte en el más ruin discurso escolástico
La coerción, la mediatización y la imposición de valores inicia en los niveles superestructura les de la cultura. Los proyectos culturales adquieren connotaciones políticas casi imperceptibles que refuerzan los bastiones del poder. Si la cultura se ha de entender como sociedad (capitalista) de relaciones pervertidas y sublimadas, entonces los intelectuales, desde el punto de vista ideológico, son coincidentes con los intereses de las clases dominantes. A un manojo de mitos, que son una serie de contradicciones, se les intenta dar el nombre de uniformidad cultural. El punto de arranque para toda consideración histórica-cultural sigue siendo la mistificación y la falsedad, degradación de las cualidades creativas del arte en el más ruin discurso escolástico.
a empujones batidos se juntan para fornicar
Los suicidas románticos y las mujeres fatales
a empujones batidos se juntan para fornicar
bienaventurada mortandad que también florece en primavera
los cadáveres duermen en los brazos de la noche
no importan los sentimientos
si la carne se pudre
añejamiento antropológico
o anestesia que proviene del raciocinio
traducción evangélica del llanto de una bestia enferma de amor
territorio extranjero que se cruza con pasaportes falsos
aquí joder no es solamente practicar el coito
es una subversión técnica del espíritu
defecante ritmo fonético.
añejamiento antropológico
o anestesia que proviene del raciocinio
traducción evangélica del llanto de una bestia enferma de amor
territorio extranjero que se cruza con pasaportes falsos
aquí joder no es solamente practicar el coito
es una subversión técnica del espíritu
defecante ritmo fonético.
garbanzos literarios de penurias provincianas
En la «kulturkampf» telúrica las perrerías equivalen a genialidades y el «humus» que alimenta la literatura es una repelia de vanidad y bufonería, de existencia bastarda que supone la unión envejecida de la escuelas sesenteras setenteras y de alocuciones corrientes y facilonas, cuya producción letrera es el resultado de una puja mediocre y sin talento. Y al decir que el «humus» que alimenta la literatura es una repelia de vanidad y bufonería, de existencia bastarda que supone la unión envejecida de la escuelas sesenteras setenteras y de alocuciones corrientes y facilonas, cuya producción letrera es el resultado de una puja mediocre y sin talento, me refiero que sus puntos de contacto que le dan marcada influencia y potajes para insuflar los garbanzos literarios de penurias provincianas en los recovecos de la geotextualidad. Y para aliviar el lastre, se desentrañan dentro de dicho «contexto» literario, protoliterario y cuasiliterario, manifestaciones que no parecen plasmadas por vía de la convicción interna de la disciplina estética de la palabra, sino por el azar concurrente de los ditirambos retóricos, la ominosa charlatanería, el diletantismo chabacano, la monstruosa ignorancia y los prejuicios del narcisismo capillero. Todo un sistema que gira en torno a la podredumbre literaria, al vulgar pregón de chichisbeos simuladores de poesía, novela y cuento. Aprendiendo a capturar vocablos para armar un mazacote de frases, sin habilidad imaginativa e inocua sensiblería, y siguiendo los poligráficos ejemplos de Octavio Paz, Juan Goytisolo, Juan Marsé y demás linajudos escritores, se cree que ya se tiene consumado el hecho literario, el viaje que tanto han soñado los petulantes pajecillos y secuaces de la cauda oficial de la cultura, hoy degradados en máquinas reverberas del convencionalismo literario.
Un montón de basura que crece hasta el cielo
En abrumadora mayoría, el nivel de calidad estética del quehacer escritural suele ser predominantemente rastrero y el avance cultural nugatorio, la derruida ornamentación de la literatura que aquí se produce contiene un mismo decorado de fondo en sus particularidades expresivas. Una literatura como símbolo de creación arbitraria e inmadura, recapturada a través de un prisma falsificado por el fariseísmo, la pedantería, el esnobismo y los alicientes oportunistas. Cenáculos exclusivistas incorporados al proyecto cultural oficialista, capillas gambeteando el apoyo institucional para sobrevivir parasitariamente del mecenazgo, grupúsculos parapetados en mafias que cortejan los estipendios, monopolizan las becas y agandallan los premios. Entre la runfla de literatos atados al pesebre, y que se desenvuelven sin trabas en el palacio de la mierda del perro (como le decía Brecht a la cultura), con todo su carácter de casta privilegiada, están los siguientes pichones, palomas y pisaflores: el Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal, el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte, el Alfonso García Cortez, el Tijuana Gringo (Charles Daniel Thomas), el Juan Martínez, el Raúl Linares, el Daniel Serrano la Aída Méndez Flores, la Teresa López Avedoy, el Francisco Morales, el Horacio Ortiz Villacorta, el Juan Carlos Reyna, la Mónica Morales, el Adolfo Morales Moncada, la Paty Blake, la Julieta González Irgoyen, el Antonio Mercado, la Ariadna Hitchel, el Juan Salpri, la Luxia López, el Miguel Quivira, el Roberto Navarro, el José Manuel di Bella, la Hadia Farfán, la Paula Elena Castillo Hurtado, la Elizabeth Salcedo, el Juan Antonio di Bella, la Diana Licéaga, la Miryam Ruiz, la Mariana Martínez, la Lorena Cienfuegos, el Tomás di Bella, la Sharon Vázquez, el Gilberto Licona, la Amaranta Caballero, el Roberto Partida, el Gerardo Navarro, la Mayra Luna, el Ricardo Mendoza, la Olga García, el Francisco Bustos, la Bibiana Padilla, la Paulina de la Cueva, la Rosa Espinoza, el Fernando Vizcarra, la Isabel Velázquez, el Sergio Gómez Montero, la Jissel González, el Javier González Cárdenas, el Jorge Ortega, el Bruno Ruiz, la Alejandra Rioseco, la Elizabeth Algrávez, el Luis Cortés Bargalló, la Bibi Padilla, la Abril Castro, la Violeta Villavicencio, la Brenda Yáñez, el Pedro López Solís, el Omar Pimienta, el Eduardo Cong, la Jenny Donnovan, la Margarita Valencia, el Fidel Lucero, la Andrea Escudero Curiel, la Aglae Margalli, la Martha Edna Castillo, la Mara Longoria, la Alma Delia Martínez, la Adriana Sing, el Pedro Camacho, La Esalí (Estela Alicia López Lomas), la María Edma Gómez, la Ruth Vargas Leyva, la Ana María Fernández, el Gilberto Licona, la Petra Bonilla, la Vianet «Beyina» Medina, el Julio Álvarez «El Chamuco», el Jonnathan Curiel, la Rosina Conde, el Daniel Serrano, el Erasmo Katarino Yépez, el Víctor Soto Ferrel, la Elizabeth Algrávez, la Ivonne Arballo, la Elizabeth Cassezús, la Ariadna Hitchel, el Josué Peñaloza, la Luxia López, el Miguel Quivira, la Hadia Farfán, la Mónica Morales, la Sharon Vázquez, la Luisa Ruiz, el Thomas Di Bella, la Guadalupe Rivemar, el Humberto Félix Berumen, el Sergio Romel Alfonso, el Horacio Ortiz Villacorta y demás figuras representativas de lo más podrido y trucado que se puede encontrar en el muladar de la cultura fronteriza, la gran masa de la pacotilla literaria, como dijera Gramsci, que se cree la gran detonadora del arte literario, extraviada en medio de sus recursos expresivos y de sus propias incongruencias; cada uno esperando turno en la pasarela y el «momento de la coyuntura» para extenderle la mano a la canonjía, la dádiva y la compensación; es decir, ese dinero que sale de los bolsillos de la perrada, propiciando más el sangrado económico de la miserable dieta alimentaría de chinchina popular. Mientras el panorama se ensombrece, ellos reactivan el «chou», con estilo y elegancia, en la cloaca de una cultura palaciega y de postín, estrechamente vinculada a los sistemas verticales de explotación económica y de las superestructuras simbólicas que mistifican la idea de que no existe diferencia entre aparatos de dominio y sociedad. Son relativistas que aún consideran al conglomerado humano como una totalidad abstracta (arte para toda la sociedad), cuando en realidad es para unos cuantos, para ellos, como un derecho feudal de usufructo para sacar provechos particulares. «Es el sexenio de la cultura y de las artes en general, gracias al gran apoyo que estamos recibiendo del gobernador José Guadalupe Osuna Millán», declara en una entrevista el director del ICBC, Ángel Norzagaray, y agrega: «y esto se puede corroborar: Un apoyo por igual a todas las disciplinas y a todos los sectores sociales». Cultureros del barbarismo avanzado repitiendo los mismos arquetipos y mitos del pasado. Un montón de basura que crece hasta el cielo, como decía Walter Benjamin.
una buena relación con el poder
Brincan mejor que las pulgas cuando se trata de asegurar su sobrevivencia (de canonjía y mecenazgo), estableciendo una buena relación con el poder, besándoles las brillosas peloneras a los dadores de los estipendios y estímulos.
senderos de la mediocridad y la complacencia
Tocante a tal Evelina Gil, ¿cómo es posible que esta vieja cochina y chapucera se diga seguidora de Simone de Beauvoir y perogrulle luchas feministas y debates de género?; cuando, a decir verdad, su tono defensivo es una afirmación machista de tomo y lomo en tales cuestiones Con lambisconería explicita y ha hecho muladares asquerosos en el submundo de las letras, consolidando aún más los mezquinos intereses y las inmoralidades de las mafias cultureras. Pasa a primer plano en asuntos del cuchupo y los arreglos debajo del agua para privilegiar a gente de su capilla. Ha surgido de la escoria misma de la artisticidad literaria que da cartas de privilegio a los fanfarrones que se hinchan en el vacío de la túrgida charlatanería. La julana se ha erigido como una de las principales pandereteras de los grupúsculos seudoliterarios que predominan en la escena tertulera de este tafanario fronterizo. En páginas del suplemento «Identidad», no pierde ocasión para deslenguarse en hipertrofiados textos en los que grulla la mediación chapucera y la lambisconería desbozalada. Y no hay articulejo de esta tía en el que no se lea repugiña de adulación rastrera en favor de ciertas madmuaselas y cretinos que como escritores o versificadoras andan muy tirados al catre. Y la pelafustana se entrega en cuerpo y alma (lo cual no quiere decir que con seriedad intelectual) a su iconoclastia de párvulo, atestando sus libelos con chatarra idolátrica de ciertos bichos fantásticos, pertenecientes a las ya consabidas bandas de seudoliteratos. Bueno, al menos la maula le saca provecho a la imbecilidad cultural. Meterse a fullero tiene su chiste y también cansa, pues hay que recoger en un tambo de 200 litros la baba de los bulcheteros. Hay que reconocerle a la ruca dos cosas: su desfachatez para abrevar la coima en nombre del prevaricato cultural y la capacidad para decantar la máquina reverbera con longos chorizales grafológicos por los senderos de la mediocridad y la complacencia.
son los léperos y los hombres de talento
Revueltos todos en viejas y nuevas camarillas donde ya no se sabe quiénes son los léperos y los hombres de talento. Cualquiera sabe cómo se precisa el “apoyo” o la parola hacia los protegidos y recomendados, es decir, la complicidad de capilla, simplemente se les pide a la terna de los «dadores» en turno la dejadez de su responsabilidad moral en aras del prevaricato y la arbitrariedad. Con una cultura dominadora que impone la falsedad de sus monigotes ya no se le puede devolver al arte la inocencia creativa, su libre ejercicio espiritual. Y ante tal imposibilidad de enderezar lo torcido, la única salida de combate ha de ser entonces una crítica despiadada y de carnicería analítica en el tratamiento de los temas.
El Satiricón
Políticamente funcionales, a eso están obligados, y en palabras dichas por Petronio, obrando «como los aduladores de comedia cuando mendigan una cena entre los ricos, no piensan más que en decir lo que creen que será más agradable al auditorio, pues no conseguirían lo que piden si no halagasen los oídos» [El Satiricón].
José Sant Roz
Aquí sí sobran los bichos. Gente lastimosamente ladina, sin delicadeza, sin consideración ni capacidad para el trato ni el respeto humano. Tienen un título y deambulan por sus nichos como eso, digo. Como saben sacar cuentas, o saben dar recetas, o saben relacionar cuentos, morcillas o chuletas, hasta allí llegan y se conforman. Van a Congresos, encuentros y seminarios y vuelven peores. Rumiando habladurías, comadrejas, preguntando siempre cuándo pagarán y cuándo llegara el bono extra. Y los memoranda con lo del ascenso, el título o la jubilación (la gloria). No se enteran en absoluto del mundo que cruje afuera, ni les interesa.
Pero en esas casas (inferiores) del saber no hay lealtad, no hay valores, no hay coraje para cambiar positivamente nada. Los profesores saben lo poco que saben y de ahí en adelante, retroceden. Pequeños soberanos de sus taifas. Morisqueteros cuando traicionan. Eso: academía (según Bierce) una escuela donde enseñan el fútbol.
Claro que nadie les inculcó que la sabiduría está más en la bondad y en el procurar ser justos que en cultivar una habilidad. Hábiles en sobar fórmulas, en caracolear combas, recetear pompas y cuadricular gambas. La universidad nuestra es un archipiélago de pequeñas y taimadas mafias (sobre todo la que arma equipos y cuadros para las elecciones). Porque heredamos el concepto de la supervivencia en el cargo no a través del valor propio sino mediante la transferencia de lo que decide e impone el jefe.
José Sant Roz
Ysaac Mosqueda
A veces un título universitario, una simple promoción a un mejor puesto de trabajo, una posición política o unos bolsillos con más dinero del que acostumbramos traer, se convierten en el elíxir causal de la metamorfosis del carácter y mostramos así nuestra real tendencia a ser. Así, quien fue siempre de apariencia humilde, puede mostrarse de la noche a la mañana como el ser más altanero y prepotente, por el simple hecho de poseer un poco más en lo económico, en lo político, en lo social o en lo académico. Mucho hemos visto de estos últimos entre algunos profesionales, que por un puesto o por una Maestría, trucan su actitud amigable y desinteresada en otra totalmente opuesta. (Gusanos sintiéndose mariposas) Mi abuelo decía:-"Si quieres conocer a un hombre… dale poder, o dale dinero; si no cambia para mal, es un ser que vale, pero si cambia, sigue siendo un miserable"-.
Ysaac Mosqueda
Marx y Engles
“La burguesía no puede existir, si no es revolucionando permanentemente los instrumentos y los medios de la producción, que es como decir, todo el sistema de la producción, y con él todo el régimen social . Todo lo contrario que las clases sociales que la precedieron, pues estas tenían como causa de su existencia y pervivencia, la inmutabilidad e invariabilidad de sus métodos de producción. La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las precedentes, por un cambio continuo en los sistemas de producción, por los continuos cambios en la estructura social, por un cambio y una transformación permanente. Se derrumban las relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, junto con todo su séquito de ideas y creencias antiguas y venerables, y las nuevas envejecen ya antes de echar raíces . Se esfuma todo lo que se creía permanente y perenne. Todo lo santo es profanado, y al final, el hombre se ve constreñido por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás. La necesidad de encontrar permanentemente nuevos mercados, espolea a la burguesía de una punta o la otra del planeta. En todas partes se instala, construye, establece relaciones”. Manifiesto Comunista, Marx y Engles
Sergio Estévez Pérez
Una característica de la doctrina liberal vulgar, tal como la encontramos en Tocqueville, es la proclama de que toda persona es libre, porque puede hacer uso y usufructo de sus bienes; es libre de comprar, vender y contratar. Las consecuencias de la libertad desde el punto de vista político son irrelevantes, ya que pertenecen a la esfera privada de cada persona. El patrono es libre de contratar yofrecer el salario que a bien tenga; el obrero es libre de aceptar o no ese salario ofrecido; el contrato es celebrado entre iguales; que lleve a la miseria, sobre trabajo y tiranía en el centro de labores, no es problema de la sociedad. Tal hecho no tiene valor para medir si una sociedad es o no libre. Es más, debe verse como una consecuencia de la libertad misma. Lo que es más, estos mismos liberales vulgares (Constant, Tocqueville o ]ohn S. Mill), consideraban a la Declaración de los Derechos del Hombre de la Gran Revolución Francesa como una abominación, producto de ideas abstractas y metafísicas. Rechazaban el concepto mismo de "hombre"; no existe el "hombre" (ser humano), nos decían, solo existen ingleses, rusos, persas, italianos, existen comunidades, razas, con una tradición y leyes devenidas de una comunidad ancestral, por tal razón, la afirmación de la igualdad del género humano, de la equidad, es un sinsentido.
Sergio Estévez Pérez
¡Tú, cabrón!
Una simple intoxicación de palabras:
todos aquellos que se han extraviado en el tiempo se creen vanguardistas.
Los ensambladores del verbo se han expresado muy bien:
la resignación es el antecedente de la desdicha, la sustancia del sufrimiento.
¿Se trata de un espejismo que se desdobla en una segunda persona?
—¡Tú, cabrón!
El engendro mocho y de nota roja
¿Quién más puede llegar a compartir la burrada esa de que los sones patrios de la mayoría de los países de América Latina descienden de La Marsellesa? Como bien se sabe, el himno francés es un inflamado cántico, producto del movimiento práctico de 1789, que nace de la efervescencia —auténtica— de la multitud revolucionaria y que, tres años después, Rouget de Lisle traslada al papel. El engendro mocho y de nota roja al que llaman nuestro glorioso himno nacional mexicano, es una desorbitada alabanza al granuja de Antonio López de Santa-Anna y al pillo de Agustín de Iturbide, y no obstante su devaluación histórica, todavía opera como una infamia con la que le siguen chingando la borrega a los inocentes chamacos; un revestimiento ideológico para reforzar el concepto crepuscular de nación. Las diferencias entre ambos himnos son abismales: el de los franceses es de factura ascendente, o sea sale del pueblo; mientras el himno mexicano es el resultado de un decisión mediatizadora, dictada desde el poder como conciencia individual y abstracta, o sea de arriba hacia abajo.
No hay cosa más mala que un escupitajo de Dios
¡Puta madre! Mi signo del zodiaco es un feto ya podrido. No hay cosa más mala que un escupitajo de Dios. No sé cómo deshacerme de mis sueños; hace días que los escondo bajo la almohada y me persiguen. Me gusta caminar por tus caderas; bailar sobre tu enorme trasero. Me gustan más tus tetas que tu espíritu. El único patrimonio que tengo son tus nalgas. Cuando no estés contenta pellízcate los pezones. Yo te besaré las ingles; lo demás es cuestión de hormonas y semen. Muérdeme el cuello y quítame la tanga. Siento que ardo. Tu clítoris es una flor que mata mi tristeza.
—Entonces, ¿qué chingados quieres, baboso?
—Yo nada, beibi... (tengo que aprovechar la oportunidad, pensó el lujurioso).
Eduardo Subirats, Realidades artificiales y mentiras globales
«Hace unos meses se ha pagado por un cuadro de Andy Warhol, ahora no recuerdo si son 40 millones de dólares, una cantidad absolutamente escalofriante. Andy Warhol es para cualquier persona que todavía tenga la capacidad de pensar, el pintor más mediocre del siglo xx, el más estúpido del siglo xx, es la banalidad. En realidad es un pintor de anuncios de sopa y hoy tiene la importancia de un icono; es tan importante él como la bandera estadunidense, y criticarlo vale, en este momento para la ortodoxia absolutamente nacionalista de Estados Unidos, como atacar a su mismísima alma. Toda obra de arte tiene que tener una visión reflexiva. Si no dice nada, si los ojos de un cuadro de Rembrandt, de su autorretrato, no nos dijeran algo muy profundo, no los iríamos a contemplar con tanta devoción. Lo ojos que pinta Andy Warhol, ya sea Mao Tse-tung o Marilyn Monroe, da lo mismo, no dicen absolutamente nada, son una payasada» [Eduardo Subirats, Realidades artificiales y mentiras globales, 24 de mayo de 2008].
Eduardo Subirats, Realidades artificiales y mentiras globales
«Toda obra de arte debe de ser también una dimensión normativa, es decir, Rembrandt no solamente vale por la intensidad de la mirada que nos reflejan sus cuadros, sino además porque sentó una comprensión de la interioridad humana que ha sido válida para la conciencia europea durante muchos siglos. Es decir, ahí teníamos un modelo moral, un modelo intelectual, un modelo espiritual de lo que teníamos que entender como profundidad humana. ¿Tiene dimensión normativa Andy Warhol? Pues claro que tiene dimensión normativa, Andy Warhol es el arte popular fuera de todo lo demás, todo lo demás no debe existir, todo debe de medirse en función de ese parámetro, y además debe medirse globalmente, porque todo lo que es estadunidense es al mismo tiempo global en función de la ideología imperial. Esa es la permisión que hoy tiene lo que se llama arte global, es un arte producido, subvencionado. Cuando se dan tantos millones a un cuadro, no se los dan porque el cuadro valga millones, el cuadro no vale nada; el cuadro vale porque se dan tantos millones. Si hay mil colores y mil matices en un cuadro de Rembrandt, hay uno en los pastiches de Warhol» [Eduardo Subirats, Realidades artificiales y mentiras globales, 24 de mayo de 2008].
Esa jaina es bien jariosa
cachorear.
Prodigar abrazos y besos, y en ocasiones tocamiento de genitales, sin llegar a la cópula carnal.
Construcción: «Esa jaina es bien jariosa; cualquier güey se la agasaja» (Voz popular).
<-(de gasajo <- gótico gasali <- al. geselle).
Véase: Amacucar; Chacalearse; Agasajo.
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