«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
26 de agosto de 2012
garbanzos literarios de penurias provincianas
En la «kulturkampf» telúrica las perrerías equivalen a genialidades y el «humus» que alimenta la literatura es una repelia de vanidad y bufonería, de existencia bastarda que supone la unión envejecida de la escuelas sesenteras setenteras y de alocuciones corrientes y facilonas, cuya producción letrera es el resultado de una puja mediocre y sin talento. Y al decir que el «humus» que alimenta la literatura es una repelia de vanidad y bufonería, de existencia bastarda que supone la unión envejecida de la escuelas sesenteras setenteras y de alocuciones corrientes y facilonas, cuya producción letrera es el resultado de una puja mediocre y sin talento, me refiero que sus puntos de contacto que le dan marcada influencia y potajes para insuflar los garbanzos literarios de penurias provincianas en los recovecos de la geotextualidad. Y para aliviar el lastre, se desentrañan dentro de dicho «contexto» literario, protoliterario y cuasiliterario, manifestaciones que no parecen plasmadas por vía de la convicción interna de la disciplina estética de la palabra, sino por el azar concurrente de los ditirambos retóricos, la ominosa charlatanería, el diletantismo chabacano, la monstruosa ignorancia y los prejuicios del narcisismo capillero. Todo un sistema que gira en torno a la podredumbre literaria, al vulgar pregón de chichisbeos simuladores de poesía, novela y cuento. Aprendiendo a capturar vocablos para armar un mazacote de frases, sin habilidad imaginativa e inocua sensiblería, y siguiendo los poligráficos ejemplos de Octavio Paz, Juan Goytisolo, Juan Marsé y demás linajudos escritores, se cree que ya se tiene consumado el hecho literario, el viaje que tanto han soñado los petulantes pajecillos y secuaces de la cauda oficial de la cultura, hoy degradados en máquinas reverberas del convencionalismo literario.
Tijuana es el culo de San Diego
Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...
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