Revueltos todos en viejas y nuevas camarillas donde
ya no se sabe quiénes son los léperos y los hombres de talento. Cualquiera sabe
cómo se precisa el “apoyo” o la parola hacia los protegidos y recomendados, es
decir, la complicidad de capilla, simplemente se les pide a la terna de los
«dadores» en turno la dejadez de su responsabilidad moral en aras del
prevaricato y la arbitrariedad. Con una cultura dominadora que impone la
falsedad de sus monigotes ya no se le puede devolver al arte la inocencia
creativa, su libre ejercicio espiritual. Y ante tal imposibilidad de enderezar
lo torcido, la única salida de combate ha de ser entonces una crítica
despiadada y de carnicería analítica en el tratamiento de los temas.
«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales
Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporc...

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La función cultural de la mayoría de los artistas y escritores que han emergido —con más precipitación que talento— es de escaparate y apari...
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Y, a vuelco de impresiones y adjetivaciones inútiles, y con muy poco sentido de proporción estética, el protopoeta se sumerge en una ensoñac...