estratagemas sicológicos del patriarcad
En los procesos de abstracción de la mística uterina
hay una variopinta presteza de las turgencias erótico-sexuales. Y en la
competencia literaria se sacan a la colada toda clase de trapitos y bisuterías
retóricas. En la difusión del sermón erótico se reporta con prez el surtido de
la despensa, desde una perorata de sermones y flores, pasando por vocingleos de
viejas gruñonas a canturreos de adalides del matriarcado, sacramentos del
coito, sublimaciones de la penetración fálica, autoelevación femenina que no se
alcanza por culpa de rufianes a cuyos pies se arrodillan putas y maricones,
rapsodias de liberación sexual obstruida por el pecado y el sentimiento de
culpa, objetivación del egocentrismo y la vanidad. Todo esto en la inveterada
situación de la mujer convertida en encanto lúbrico. Además de una catarsis,
prexiste un compendio de histeria sexual expresada en confitería poética. Sobre
la mujer recae todo el peso del erotismo, la candidez épico-sexual. Por lo
regular, casi todos los contactos sexuales cumplen el mismo cometido y, cuando
no es así, los ensueños son sólo masturbatorios. Coño y polla se estafan y se
regatean mutuamente las delicias del placer. Toxicomanía sexual a la que es
difícil renunciar.
En los apriorismos ideológicos y moralizantes no hay
otra prueba de amor que flores, chocolates y bombones. Entonces el «yo» se
sublima en una experiencia casi platónica de las blandengues nalgas carnosas.
Otra vez los estereotipos oficiales del amor; y lo que bien podría haber sido
un detalle genuino de erotismo queda sepultado por el pundonor. ¿Cómo se mide
la resistencia sexual que la fémina opone a sus deseos lúbricos? ¿Es un acto de
afirmación? Digo, porque la frigidez, la castidad y la negativa contra el coito
son estratagemas sicológicos del patriarcado, tendientes a limitar y restringir
la libre cochadera. Falacias que las feministas aplican para no capitular ante
la hegemonía del macho. Y así se arrastran las frustraciones cuando en tales
comedias el verdadero actor del coito es el pene.