YO RECOJO LA BASURA DESDE EL CALLEJÓN: EL CHARKO / ENTREVISTA

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Por Marco Tulio Castro

La literatura, para la chingada en Baja California


Si alguien sabe que ser crítico es sinónimo de recibir portazos en la nariz, es un cabrón que se llama Éktor Henrique y se apellida Martínez.
“Oye, pues te debería yo mandar un texto para que lo publiques aquí. A mí ya no me quieren publicar en ningún pinchi lado, nada más escribo en Sequoyah Virtual, revista electrónica de poesía, artes y literatura”, me dice el Charko.
No es para menos: desde 2003, desde la blogósfera y luego en algunos suplementos, Éktor ha sido de las pocas plumas vigentes que destrozan, lo mismo a poetas y reporteros, que a funcionarios públicos vinculados a la cultura, y lo hace a través del blog, su único recurso.
“Tengo como unos 10 blogs; el de gramática; lingüística; sintaxis; crítica literaria; literatura femenil; del pro Rubén Vizcaíno; de poesía y hasta de dossier que incluye antologías de poetas”. Pero no es cierto: el Charko tiene 17 blogs que actualiza casi cada mes.
Licenciado en derecho por la UABC y autodidacta en la lingüística y la semántica, el Charko –que por cierto lo significa mandíbula o mordida de tiburón–, es un perro solitario en las calles de Tijuana. Un perro solo, que no puede pasar desapercibido.
“Yo estoy juzgando con un rasero muy superior, es cierto. Amigas de España me lo han dicho: tú les exiges mucho a los escritores de Tijuana, y ¡no creo que puedan darte más!”, me cuenta en tono de burla.

Intelectuales, guerra de tribus

—Entonces, Charko, Para qué criticas, ¿a dónde quieres llegar con todo esto?
—Ah cabrón, nunca lo había pensado. Creo que hay que desinflar a los que se dicen poetas y escritores que no lo son. Hay que escudriñar hasta el fondo para que la gente vea que los intelectuales son gente inflada, bloferos que viven de puras apariencias y los artistillas, una bola de melolengos, imitadores de las peores fórmulas seudoestéticas, cazadores de limosnas institucionales y sumidos, además, en una vida pasiva y hedonista para e evadirse de los problemas reales y concretos del mundo.
—¿Y tienen remedio?
Éktor calla, voltea al techo de la redacción, luego a la pared, luego a mí, y pregunta:
—¿Se puede fumar aquí?
—Ahí está el cenicero.
—Sabes que, soy apocalíptico en eso: creo que no tienen remedio y creo que la cosa se va a poner cada vez peor.
—¿Peor?
—Pues se va a llegar a un punto en el que no se distinga qué es literatura y qué no lo es. La gente ha pervertido la poesía y la literatura.
Sin pena, el Charko truena sin que se lo pida: “Todos los escritores son engendros que han salido de la escuela de humanidades”. Cuando le pregunto sobre los poetas, dice casi encabronado “Y Gilberto Licona, por ejemplo, es uno de tantos culpables”, porque publica cualquier barruntada en la revista Existir.
—¿Y por qué?
—Mete cualquier basura, efusiones seudolíricas y masturbaciones mentales, dizque para promover la literatura.
—¿Por qué dices eso?
—No hay un cuerpo colegiado que diga qué se debe publicar y qué no. Los textos que mete Licona en su redrojo desfallecen de consistencia; textos de escasa envergadura literaria en los que priva la falta de recursos estilísticos; no usan la metáfora, la imagen ni la musicalización; y es que aquí cualquier chamaco de 20 años ya se dice poeta, cuando los literatos franceses consideran que un poeta ¡es joven a los 40!
Experto en ortografía, semántica y en sintaxis, las críticas del Charko no tienen madre. Destroza las cabezas del periódico Frontera y luego su análisis lo carga contra el “perpetuo becario”, Heriberto Yépez.
¿Pero, por qué creerle a la crítica de Éktor? La respuesta es sencilla: porque nadie más sienta en el banquillo a Ángel Norzagaray, a Rafa Saavedra o a Nortec, todos inmaculados en la cultura fronteriza.
“Parece que Heriberto Yépez y Rafa Saavedra están concursando para ver a quién de los dos se le entiende menos en sus textos, y no salen del kitsch, o sea del temita de la frontera. Saavedra ese el príncipe del pochoñol y Yépez el rey del texto encriptado; ambos sanguijuelas gigantes que chupan y chupan del bote presupuestal, pero que se sienten y se ofrendan como auténticos increpadores del sistema que los promueve y les da de mamar; transfiguradores desenfrenados del metalenguaje, esa pinche modita que pregona el texto dentro del texto”, dice.
“Ninguno tiene un compromiso social, ¿sabes para qué escriben? ¿Sabes por qué hay intelectuales en Baja California? Para mamar del presupuesto. Vivimos una guerra de tribus cultureras —luego, ríe— mafiecitas de arribistas que ven como botín y casas de asalto a las instituciones de cultura”.

Criticar no por necedad
El día que recibí a Éktor en la redacción de la Diez4, un metro antes de entrar, se detuvo. Agitado por las escaleras, con voz fuerte, casi de grito, el bato preguntó:
—¿Ustedes no son becarios, también agarran feria de las instituciones de cultura?
No lo conocía en persona, pero sabía de su trabajo, así que me pareció una forma sensata de iniciar una entrevista con un crítico que es realmente aborrecido por, prácticamente, casi todos los intelectuales del estado. En otras palabras, el Charko pintó su línea.
—No wey, pásale.
Para Éktor, la crítica severa es una necesidad. “Para mí la literatura y la crítica no son unos hobbies; son actividades inherentes a mi propia existencia y formación”. Cuando escribo un artículo en mi blog le dedico unas seis horas al texto, con apuntes que guardo en libretas. Voy en el carro, o leo un periódico, un broli, y luego analizo, armo el esquema mental y dejó pasar tiempo antes de sentarme a escribir”.
Hay días que el Charko se levanta a las 3:00 de la madrugada a golpear el teclado y termina a las 10:00 u 11:00 de la noche.
—¿Y ha servido?
—Pues por lo menos creo que algo, ahora hay morros interesados en la literatura que ya se atreven a cuestionar y criticar a los chupapollas de los intelectuales de Baja California. Ahora hay blogs que son tronadores, que, aunque escasos, analizan, critican y dejan en ridículo a cualquier intelectual inflado.
—¿Cómo cuáles?
—Aarón el Papasquiaro, Julio el Sueco, el primer Chango 100, Pan y Circo, por ejemplo.
Luego, el bato nada en la teoría: “el master Antonio Gramsci dice que cuando alguien es criticado severamente puede reaccionar de dos formas: o se retira y deja de escribir idioteces, o, bien, se compone y se mejora el cabrón”.
—Y bueno, ¿qué estás haciendo tú? A ellos les publican libros.
—Libros que se empolvan en las bodegas, en las librerías, y que nadie lee, me interrumpe.
—Ellos escriben, acoto.
—Bueno, yo también; y lo hago, no por la calle, sino entrando por el callejón, desde allí recojo la basura.

Charko al ataque

—A ver, Éktor, te voy a dar una lista de nombres y quiero que me los califiques.
—Échale, pues.

Heriberto Yépez: charlatán.
Luis Humberto Crosthwaite: buena pluma pero muy superficial.
Rafa Saavedra: malo, a secas.
Gabriel Trujillo: caja de resonancia la política cultural oficialista.
Rosina Conde: feminismo literario huehueche y desfasado.
Federico Campbell: buena pluma, pero ya achilangada.
Daniel Salinas: ignorante con pretensiones de sabiondo y oportunista doble cara.
Enrique Mendoza: difusor de la chatarra mediática.
Jaime Cháidez Bonilla: lambiscón mamacallos y otro difusor de chatarra mediática.
Juan Carlos Domínguez: poco lacerante.
Fausto Ovalle: impresionista sin crítica.
Ángel Ruiz: mejor bloguero que reportero.
Gabriela Olivares: desgranadora de patrañas seudoculturales.
Samantha Luna: en la incipiente vía y en aras de ser buena, o mala.
Octavio Hernández: enciclopedia ambulante del rock.
Nortec: salvavidas de los culturosos y de donde se cuelgan para denar o llevar agua a su molino.
Pedro Beas: buen musiquero y el más honesto de todos los nortecos.
Tere Riqué: caja de resonancia del panismo.
Ángel Norzagaray: caja de resonancia de la cultura panista.
Virgilio Muñoz: extensión del sistema putrefacto cultural.
Fernando del Monte: ex periodista pacheco.
Carlos Bustamante: prolongación de los dinosaurios e incubadora local de los neobebesaurios.
Carlos Torres: pobre iluso que no le supo medir al agua a los camotes.
Enrique Peña Nieto: prototipo del bebesaurio en aras de seguir partiéndole la madre al país

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