REALIDAD DESBARRANCADA HACIA EL TEXTO

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Desbarrancar la realidad hacia al metatexto equivale a rechazar sus exigencias en aras del puro «goce estético» y sin salirse del cauce de la belleza. Todo sea por la fluidez del metatexto, el anticuento o la antinovela. Así acaba la pertinencia del discurso conmovedor, elevando lo que no se puede aniquilar. La emergencia de la "otredad" narrativa transformada en silencio que se expresa desde el balbuceo incoherente, la fragmentación y la ambigüedad. O sea, el origen de una nueva estética, autista, ramplona y convenciera. Sintaxis como tartamudeo filosófico al estilo Michel Foucault en el orden del discurso y la «literariedad», escritura desarticulada. Y las feministas desfasadas son tan tontas o ingenuas que pretenden insertar su discurso en la frontera, y no al revés como debiera ser. Y van más lejos en su oligofrenia, pues, no conformes insertarles un valor puramente semántico, a los cuerpos de las mujeres pretenden consignarles (ya sea de manera real o simbólica) la dimensión telúrica de la región fronteriza. Los cuerpos femeninos son poesía; el desierto es un cuerpo de jermu. En síntesis, puras pinchis mariguanadas. Quieren conjuntar en un sólo receptáculo (literario o metaliterario) las dos vertientes que le dan visión y configuración al mundo: hechos históricos e ideas polivalentes. El desierto clama, la ciudad canta y espacio territorial fronterizo equivale a lo mismo que el bari de una candonga o chumascona.

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