LA «BITÁCORA» CULTURERA O CUANDO PRIVA EL ADAGIO «PIENSA MAL Y ACERTARÁS»



LA «BITÁCORA» CULTURERA
O CUANDO PRIVA EL ADAGIO «PIENSA MAL Y ACERTARÁS»


La imprecisión de los significados: «Semanario cultural Bitácora • Periodismo cultural independiente».
La nomenclatura transcrita supone la vaguedad de las expresiones y, al mismo tiempo, implica la indeterminación de la verdad y la falsedad. Qué puede importarle a la flaquirucha directora del hebdomadario «Bitácora» si le refunfuñan el guacal de camelos y demás variantes de un lenguaje que ya perdió su sentido.

—Desbozaladamente la cábula nace y crece como lo que es, un trucho fenómeno culturero.

Y así se fecundan los modos de expresión «periodismo cultural independiente»; aplicando criterios torcidos e inadecuados para incurrir en la vaguedad, entendida como un fenómeno difuminador de los límites y las diferencias de los referentes significativos del discurso.

—Y cada año se hace mas larga la lista de las postizas adaptaciones de farolearse como entidad «independiente».

Total, pasado el sarampión y consumada la pletórica acción de creerse o sentirse un ser «independiente», lo que sigue —porque así lo amerita la política— es incorporarse en las filas de los entes «dependientes». Pero, desde luego, sin afinar las distinciones entre una y otra cartelera, se asume un compromiso desfigurado y que sobrexcede la incertidumbre de lo ambiguo.
Y aquí esta la llave maestra del periodismo «independiente».

«Ayúdanos a enriquecer este sitio enviándonos información sobre eventos, conciertos, tocadas, paseos, en fin, todo lo que a ti te gustaría que apareciera en esta página»
[http://bitacoracultural.com/].

La Alma Delia Martínez Cobián y su banda de bufones, sin inmutarse en lo más mínimo por la largueza de sus panchos, choros y matracas, se escudan detrás de un arbitrario discursito que pretenden justificar como si fuera el «dictum» de una verdad. Y, además, hay deformaciones que hasta pueden pasar inadvertidas.
Guachen:

«Si te gusta escribir, envíanos tus colaboraciones sobre cualquier tema de interés local: cine, literatura, gastronomía, arte y cultura, diversión, música, moda, salud, etcétera. La extensión máxima es de dos cuartillas a renglón seguido, en Times New Roman de 12 pts. bitacorabc@gmail.com» [http://bitacoracultural.com/]

Ajá. Usted mande su colaboración y después ya veremos si el gesto de candidez se vuelve una sórdida traba, o se antoje imponer un estúpido requisito que frustre la publicación de la nota. Se trata de que los artilugios parezcan lo que no son: un abecé para melolengos.

—Y es que hay embelecados que no despiertan ni aunque les unten un jiricuazo entre cachete y oreja.

Sí, «periodismo cultural independiente», tamizado de cautelas y compromisos, defendiendo intereses y posiciones en el muladar de la cultura; y los pichones que lo ejercen, maniatados al tutelaje oficial, guisan la palabra como suelen hacerlo los cortesanos de la era esotérica-electrónica, como adoban el verbo los publicistas de pacotilla. Se repite la palabra independencia como si fuera mantra. Oímos decir el mismo proloquio y, tras la lectura del texto, vemos que la expresión independiente se emplea con una ligereza más crónica que el de una mujer de cascos livianos.

—Como una etiqueta de quita-y-pon, como un chicle o gargajo pegado en el trasero.

Si los batillos, rucas o grupos culturosos son independientes, esto significa que son autofinanciables y no necesitan de subsidios ni de canillazos institucionales. Al decir que son autónomos, en realidad dan a entender que son unos redomados mentirosos dependentistas, pues nada tienen de autosostenibles por sí mismos; su sobrevivencia está supeditada al mecenazgo estatal y a la dádiva de los dueños del dinero. Por más «independientes» que se autoproclamen no existe en nuestros lares organización o grupo cultural en cuya actividad se encuentre excluida la intervención estatal y que se soflame esa elocuencia motriz de «independencia» para persuadir incrédulos o pegar el chicle, pues nomás son trinos de pájaros nalgones.

—Si se sienten o se consideran muy «independientes», ¿porqué, en su acusado esnobismo y formidable influjo de refractación pluridimensional del arte, mantienen una actitud satélite con las instituciones de la cultura oficial?

Hasta donde yo sé, no se realiza ningún proyecto, programa o festival artístico sino es de acuerdo con las necesidades históricas y materiales de los intereses de la oligarquía dominante. Entonces, ¿para qué jalarse los pelos y gargarear que son independientes si estiran la mano para recibir el óbolo del IMAC, del ICBC o del CONACULTA?
Sí, «periodistas culturales independientes» moflean nuestros ilustres «bitacoreros»; y que no pierden la oportunidad de transustanciarse en gacetilleros seudoculturales dependientes. Y su semanario «Bitácora», un espacio mítico en el monopolio petrificado de la culturilla local, vestal cuasioficial del prianismo culturero.

—¿Para qué hacerse maje con esa cantaleta de «independencia»?

No nos autoengañemos, los forliculeros, gacetilleros y demás sanguijuelas gigantes de la artisteada, solamente pueden ser independientes si preponderan ellos mismos sus propias vituallas de poder económico, como fue el caso de los intelectuales en la época del sacro imperio romano.


NOTA FINAL
[O GÜEVOS DE COCHI]


Para efectos de ampliar el menjurje, véanse los Vertederos de cretinadas intitulados «LA ALMA DELIA MARTÍNEZ COBIÁN / CULTUROSOS CONTRA PARROQUIANOS», «ALICUIJES DEPENDIENTES DE LA CULTURA OFICIAL», «TALACHA PAPIRESCA Y PERIODISTAS RAPAPOLVOS», «PEQUEÑO PERIODISMO MIOPE Y ESTÚPIDO [O EL CUENTO DE LAS MIL Y UNA BARRABASADAS]» y «GAMBERRISMO OFICIAL Y PARASITISMO CULTUROSO».

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