EL APRIORISMO PLATÓNICO O EL SUICIDIO DE LA CLASE DOMINANTE



EL APRIORISMO PLATÓNICO
O EL SUICIDIO DE LA CLASE DOMINANTE


Las prédicas que berrean los merolicos en torno a difusión de la cultura en beneficio de todos individuos son meras falacias, puro apriorismo platónico, porque cumplir como acto concreto tal abstracción sería el suicidio de la clase dominante. Por ello es conveniente a los intereses de la clase dirigente sobreponer la ficción a la base económica, ignorando sus articulaciones. Una racionalidad que no es racional, como dijo Carlos Marx; porque el hecho empírico, en su existencia empírica, tiene otro significado.
El interés por el pueblo sólo existe en sentido formalista gracias al «espíritu objetivado». En los «Manuscritos de París» (Anuarios francoalemanes de 1844), Marx elabora una crítica acerca de la manera tan ridícula en que el estado, como aparato político de gobierno, pretende erradicar los problemas y las crisis que se originan en el seno de la sociedad, aplicando únicamente medidas administrativas que resultan ineficaces para erradicar un mal que es inherente y consustancial a la estructura misma de la organización social. El estado —escribe el joven Marx— no podrá nunca admitir que el origen de los "males sociales" radica en la organización de la sociedad, porque el estado es precisamente dicha organización.
Por tanto, admitir tal conjetura implica reconocer que el origen del mal esta en la esencia misma de estado. Por tal razón, el estado, cuando busca el origen de los problemas, sus argumentos discursivos se extravían en sofismas o en leyes naturales; otras veces atribuye la culpa a los gobernados o al personal administrativo. En esa contradicción entre vida pública y privada las medidas que aplica resultan inoperantes.
Si el estado moderno en verdad decidiera actuar para acabar con la impotencia de su administración, tendría que acabar con la actual vida privada; y eso sería suprimirse así mismo, ya que sólo existe por oposición a ella. [p. 236-240]. Esa contradicción —como bien lo señala don Antonio Gramsci— explica porqué el estado burgués es tanto más fuerte —en el interior y en el exterior— en la medida en que los ciudadanos menos controlan y siguen las actividades del poder.

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