EL «MAMÓNICO» GERARDO NAVARRO Y SUS GARRAFALERAS MENSTRUACIONES SINTÁCTICAS


Vertedero de cretinadas

Por Éktor Henrique Martínez



EL «MAMÓNICO» GERARDO NAVARRO
Y SUS GARRAFALERAS MENSTRUACIONES SINTÁCTICAS



UN NUEVO APÓSTATA DE LAS INTRASCENDENCIAS PAPIRESCAS

Entre los prebendados de oficio, y que aún continúan encenegando las páginas del suplemento anexo al pápiro que regentean los discípulos del Eligio Valencia Roque, está el “esposo” de la «Nueva Tijuana» y el que también se llama Gerardo Navarro, alias el «Mamónico»; uno de los personajes tartuferos más emblemáticos de la degradación de la literatura norbajacaliforniana y del filisteísmo culturero. [1]
Y para la reputación del caso concreto me referiré a un garnache suyo, intitulado «Agramatical, el grado cero de la letra: lenguaje y política mental», publicado en la edición 1886, correspondiente al domingo 19 de julio de 2009, y en el que hace gala de las siguientes gracejadas:

«Hay una tendencia de ciertos escritores tijuanenses “posmodernistas”, en tratar los textos como “pacientes”, sicoanalizando a través de él a su autor con un ferviente “estructuralismo”, evadiendo o minimizando el valor del mensaje a favor de una “pseudocrítica” de los elementos textuales, que cae en la criticonería. Esta práctica obtusa y tendenciosa es una forma de destruir la presencia pensante, creativa y experimental, en aras de la “escritura correcta”» [Gerardo Navarro, suplemento Identidad, 19 de julio de 2009].

Lo que queda muy claro es que a este güevonazo nadie le disputa su derecho a la estupidez. Pero, ¿qué es todo ese bochinche de disparates y peroratas? Y lo anterior es sólo una parte de todo el arsenal de idioteces que eructa el mentado «Mamónico» en su célebre articulejo. Pasemos a despedorrar algunas de las muchas sandeces que glosa el alumno más destacado de don Aniceto Burrerías.
A falta de inteligencia, el bato quiere emplear la astucia en sus enclenques pastiches. De entrada, sus elaboraciones verbales son ramalazos de inconsistencias y vaguedades; la emanación sapiencial se lleva marcada por la ignorancia, y dicha ignorancia es el impulso principal de la escritura.
Que diga lo que diga, pero que el cabrón lo haga a título personal, sin trampas ni cretinismos. Remendando imprecisiones con el ovillo de los circunloquios, el batillo se queda con todos y ninguno de los «ciertos escritores tijuanenses “posmodernistas”».
Qué habilidad para licenciarse en la gasificación de los nombres, sobrepujando la contumacia del silencio. Es preferible afarolarse en el hermetismo y dejar las cosas a medio chile. Tamaña servidumbre hacia la julapería debe tener su compensación. Discurso oblicuo en el que no se permiten las referencias directas a «fulano», «zutano», «mangano» y «perengano», a no ser que se trate de halagos y complacencias; porque allí sí, sueltan con desenfreno toda la babería de detalles y entran hasta los apodos de los gorgojos y los guaguanos. Azotan hasta la cachaza en pleno pavimento, queriéndole sacar lumbre con la lengua deslenguada.

—Gambullar, haciéndose de la vista gorda, es siempre lo ordinario cuando se manejan constantes alusiones a seres «in-nombrables».

Y así son muchos de los garrapateadores que pululan en este tafanario fronterizo; y como ejemplo, en el que los datos informativos se dejan a la buena de Dios, a fin de que lector se atenga únicamente a lo que dicte la casualidad o a la ley de las semejanzas, reproduzco esta notícula que pepené del blog de la hermana putativa del Gerardo Navarro, o sea, la Sidharta Ochoa, quien nos ha salido más cabrona que bonita en el arte de aludir sin aludir. Refiriéndose, debo suponer que al mismísimo míster «Mamónico» y al forúnculo papiresco en el que publica sus descalabros mentales, la ruca —eso sí, muy fufurufa— conceptualizó esta plétora de pedanterías. [2]

«Los neoconservadores. Es penoso como muchos conceptos malentendidos, descontextualizados y tomados al azar de wikipedia son publicados en periódicos que yo creía serios» [http://angelesidharta.blogspot.com/, post del 6 de julio de 2009].

—¡Ole, mi gorda! Así se lleva la luz a las cuevas oscuras; con palabras que parecen escombros tirados al azar.

Siempre la cangalla y la contumacia de forma muy campechana para no enjaretarle a otros los famosos dimes y diretes. Al decir esos «muchos conceptos malentendidos» y «descontextualizados», refiérese la chaflana Sidharta, ni más ni menos, que al charlatán del Navarro. Y cuando la catequista con pujos de filosofastra, ejerciendo el ministerio de las ambigüedades, las ambivalencias y el dato cifrado, como si fuera una súbita manifestación de «ideas polivalentes», y en el instante que dice «periódicos que yo creía serios»; luego-entonces (como dirían mis colegas chupatintas), y dejando a un lado los riesgos de la especulación, «periódicos que yo creía serios» significa literalmente periódico «El Mexicuín», y en su expresión más concreta su reducto culturero; o séase, el suplemento «Identidad».

La Sidharta Ochoa, siendo lo que es, una bufona de la frusilería seudointelectual tijuanaca, fracasa en el intento de escabullirse de sus propias manías y perversiones metatextualeras. No obstante que, desde su alma dividida, la promotora de la filosofía chimoltrufiana, en determinados lugares y con algunos personeros ha encontrado una cómoda y barata justificación para no decir ni «sí» ni «no». O, en contacto más «profundo» con los estereotipos de los Deleuzes y Guattaris, un «ir» y «venir» en la «intercalación de los planos discursivos». O, si se prefiere, y bajo la tesitura borgeana, la indecisa «disyunción tlöniana». [3]

—«Tlön, Uqbar, Orbis Tertius».

Lo que la Ochoa aduce es parte sustancial de la misma propensión que ella padece, «conceptos malentendidos» y «descontextualizados». Muy satisfactoria la ética que formula para superar obstáculos teóricos. Conqué desfachatez se opone a sus propias interpretaciones y maromas mentales. Y ¿qué eficacia puede tener el sermoneo de valores que la ruca perora?. Nadita de nada. Pues ella misma, conjuntamente con el Navarrín y demás payasos del elitismo rastacuero, encarna la impotencia en la acción; porque si la dimensión moral, por las consecuencias del dualismo kantiano, no puede apelar, más que en teoría, a la unidad entre el ser y el deber.

—Pero ahora resulta que el burro anda hablando de orejas.
—O el comal le dice a la olla: «qué tiznada estás, manita».

En fin, qué se puede esperar. Con bastante anticipación, en su «Miseria de la filosofía», ya lo había dicho el joven Marx: «Este es el tiempo en que inclusive cosas que hasta allí se habían trasmitido, nunca se cambiaban; se deban, pero no se vendían nunca; se adquirían, pero nunca se compraban: virtud, amor, convicción, saber, conciencia, etc., en que, en una palabra, todo se convirtió en objeto de comercio. Este es el tiempo de la corrupción general, de la venalidad universal…».

—Y lo más ridículo de la mina en cuestión, es que cree que lleva metida debajo de las pantaletas la biblioteca de Alejandría.

Y, ahora que andamos en tópicos de moralidad e inmoralidad, para darle sabor a las enseñanzas que la cretina de la Sidharta Ochoa quiere proporcionar, pues podría tener algo de atractivo la invitación que hace Guzmán de Alfarache en la página 484 de su broli:

«Si me ves caído por mal reglado, haz de manera que aborrezcas lo que me derribó, no pongas el pie donde me vistes resbalar y sírvate de aviso el trompezón que di. Que hombre mortal eres como yo y por ventura no más fuerte ni de mayor maña. Da vuelta por ti, recorre a espacio y con cuidado la casa de tu alma, mira si tienes hechos muladares asquerosos en lo mejor della y no espulgues ni murmures que en casa de tu vecino estaba una pluma de pájaro a la subida de la escalera».

Y el Guzmanillo no se queda trastabillando; y he aquí una de sus tantas y vigorosas disquisiciones:

«¡Oh, qué gentil consejo que me das ése, amigo mío! ¡Tómalo tú para ti! ¿Quieres por ventura sacar las brasas con la mano del gato? Dilo, si lo sabes; que lo que yo supe ya lo dije y no quiero que conmigo hagan lo que dices que con los otros hacen».

—Pero, mejor prosigamos revisando los febriles delirios del «Mamónico».


OTRA SEÑORONA LLAMADA «PRESENCIA PENSANTE»

Repitamos de nueva cuenta el parágrafo inicial para despepitarlo (y, por favor, no se rían que esto es serio). Sin delimitar las circunstancias en que escribe, y sin expurgar qué hay de verdad en lo que afirma, estropajosamente el baturro teatrero declara en sus vacuidades y retruécanos que «hay una tendencia de ciertos escritores tijuanenses “posmodernistas”», [¡a la puta!; ¿porqué mete coma donde no va?] «en tratar los textos como “pacientes”» [¿cuáles textos y qué tipo de pacientes?],« sicoanalizando a través de él» [¿no será a través de ellos?] «a su autor» [¿cuál autor?, autista engreído] «con un ferviente “estructuralismo”» [¿qué cosa?], «evadiendo o minimizando el valor del mensaje a favor de una “pseudocrítica” de los elementos textuales, que cae en la criticonería» [y ¿quién cae en la criticoneria?]. «Esta práctica obtusa y tendenciosa» [¡obtusa y tendenciosa es la chingadera que usted escribe, cabrón!] «es una forma de destruir la presencia pensante, creativa y experimental» [y ¿quién es esa señorona apodada “presencia pensante”?], «en aras de la “escritura correcta”» [y, precisamente, escritura correcta es lo que te hace falta, mi buen].

—¡Puta, madre!, ¡qué manera tan atroz de escribir!
—Y, encima de todo, llorón y con un estilacho vagaroso y disparatado.

Este individuo necesita, pero de urgencia, acudir a una escuela de primeras letras para que en ella aprenda a pulir su mafufera prosa y adiestrarse en los avatares de la redacción más o menos sensata y correcta. Y todavía el ridículo enano pretende incursionar con tales devaneos —propios de un cerebro trastornado— en el procedimiento literario y jalársela de “concienzudo analista”, “guionista interactivo” y no sé qué otras mamadas.

—Además, el infeliz no sabe siquiera dónde carajos van colocadas las comas.

Y el güey no siente escrúpulos al engañarse y barbotar tontos refritos mediante los cuales revela el vacio insondable que padece en su cavidad craneana. Quienes han contribuido a sufragar los gastos de su educación en el Southwestern College, en la Universidad de San Diego (UCSD), en el Centro de Artes Escénicas del Noroeste (CAEN), en la Casa de la Cultura, con la cresta humillada, seguramente, no hallan fleco alguno que les tape la pena y el abochornamiento que hoy se cargan como si fuera jiricua o vitíligo.
A pesar de todas las medallas, diplomas y corcholatas que el bato se cuelga por méritos y dizque estudios académico, es vergonzosa la baja instrucción y la miseria intelectual que detenta. Pero todo eso se embadurna con el esnobismo provinciano y las conjeturas sofísticas para darse ínfulas de falso erudito y encubrir con apariencias su mediocre e inepta capacidad literaria. Reitera los mismos fetiches de sus correligionarios de capilla, contigua y vecina.
El desdichado «Mamónico», incapaz de encontrar los términos adecuados, trasplanta mecánicamente a su papanduja escritural una serie de términos que acaban en desperdicio y en un informe apocado, incongruente, ridículo y nebuloso. Saca a colación palabrejas tales como «posmodernistas», «sicoanálisis», «ferviente estructuralismo», «valor del mensaje», «criticonería» como «práctica obtusa y tendenciosa», «presencia pensante» y etcétera. Con arreglo a un criterio poco menos que zarrapastroso, y sin recurrir a metodología alguna que le sirva para ordenar toda su porquería de dislates, atentando contra las sindéresis y peregrinando en la orfandad sintáctica y ortográfica, el chaval se lanza publicar en gacetillas cultureras sus pamplinas textualeras.
Esas connotaciones que utiliza, y que por desventura terminan hechas pelotas, tienen un propósito claro y deben ser entendidas y tenidas en cuenta en su área o disciplina específica.

—Pero esto qué puede importarle a don «Mamónico», pues, guarro al fin, a él sólo le basta el recurso de la mentida labia.

Ahora, si la «criticonería» y la «pseudocrítica» no son de su agrado, entonces ¿qué quiere el cabrón?; ¿un enjuicimiento consolidado como expresión puramente optimista?; es decir, una crítica «consuelera», abúlica, rastrera y complaciente. Sin duda, esas son las bazas necesarias para una crítica que, muy del gusto del Navarruco, a merced de la inanidad se rebaje a demagogia y que, como decía el máter Leopoldo Alas Clarín, sea el «refugio de los superlativos encomiásticos, que tiene consonantes para toda clase de vanidades, y de allí hacer caer lluvia de palabras, gordas todas, apestando a incienso, y en lenguaje tosco, vulgar, macarrónico, pedestre, como quiera, alaba y más alaba, seguro de que al paladar más delicado le sabe a cielo la lisonja, aunque venga envuelta en la más indigesta prosa».

—«Tlön, Uqbar, Orbis Tertius».
—Muchacho, muchacho zonzo, se te resbala lo deslenguado.


NOTAS FINALES
[O GÜEVOS DE COCHI]


1.- Al final de un redrojo que garrapateó nuestro invitado («El pequeñol, novísimos neoconservadores»), y que además tuvo la desfachatez de sacarlo a la luz pública en el suplemento que regentea el mamacallos del Jaime Cháidez Bonilla, don «Mamónico» intenta justificar una supuesta “neutralidad” oficialista y salirse por peteneras. Mas sin embargo, el babotas lo que hace es dejar muy explícita su postura de disimulado carroñero, y en su picaresca de hincharse el buche de hipocresía; y, lleno de ensueños en favor de la «Nueva Tijuana», postiga esto que a continuación copio:

«Nota de aclaración: Todas mis presentaciones de Nemónico, El futuro es un instante, fueron agendadas durante la administración de Teresa Vicencio, por Javier González Cárdenas del departamento de Literatura, CECUT. Fue él quien me agendó la sala de video para mi temporada de verano. Además, no estoy recibiendo un sólo centavo ni estoy cobrando al público. Es 100 por ciento trabajo social por una nueva Tijuana. Gerardo Navarro, Nemónico, 29 Junio 2009».

El güey, tal vez para no pensar en el abuso del derecho de pensar mal, con tales suatadas pretende quitarle un poco de carga a su tartufera conciencia truhán culturoso. Azotando la bandeja de la limosna, a veces con descaro y a veces sin él.

2.- He aquí el resto del cretinismo planificado que a la rucaila de nombre Sidharta Ochoa, seguramente. le ha de servir mucho para impresionar a su runfla de cofrades y demás melolengos.

«Hice mi disertación de licenciatura sobre Neoconservadurismo en los Estados Unidos. Tiene que ver con la reformulación de la Teoría Realista o sea de una tradición gringa en Ciencia Política muy particular, que se basa en la apropiación del discurso trostkista a principios de siglo XX y de su utilización para fines imperialistas. • Aguas, esos conceptos no pueden ser usados sin antes informarse recomiendo en particular un artículo de David Rieff sobre este tema, da un panorama general y básico de lo que significa el término neoconservador» [Sidharta Ochoa, 6 de julio de 2009, http://angelesidharta.blogspot.com/]

Imagínense nada más el lector las tremendas sacudidas de nalgas que la pavonera ha de pegar cuando algún embelecado con sus rumiaciones metatextualeras le hace trismo al chafallo de altanería, petulancia, egocentrismo y demás vanistorios.

4.- En el capítulo segundo («Escritura postsimbólica»), contenido en el extenso ensayo «Tercer Espacio, Literatura y Duelo en América Latina», Alberto Moreiras reflexiona con rigor y profundidad acerca del invocado artificio borgeano.

«“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius,” el relato que abre Ficciones, de Jorge Luis Borges, permite, entre otras cosas, una lectura basada en tres elementos: el primero tiene que ver con lo que llamaré el encriptamiento o neutralización del lenguaje; el segundo, con la utilización digamos potenciadora del efecto que llamaré de pérdida de mundo; el tercero, con lo que es reconocible como una vuelta de tuerca o torsión catastrófica de elementos alegóricos, que llevan la alegoría hacia el descubrimiento de las posibilidades epistémicas de una cierta alternativa postsimbólica. • Las tres características se relacionan en su raíz misma con la escritura de duelo. Con “neutralización del lenguaje” me refiero al efecto de des-trabajamiento mencionado por Maurice Blanchot en La escritura del desastre:69 cómo, a partir de cierto momento, la descripción de la lengua de Tlön empieza a contaminar la nuestra y a llevarla hacia el fracaso; cómo la lengua de Tlön se hace la nuestra en el movimiento mismo que pretende conjurar su avance; cómo, en una palabra, la lengua común se encripta y hace ajena en virtud de una narrativa que encontrará en tal pérdida la fuerza suficiente para instalarse en una negatividad apenas contrarrestante, pero quizá suficiente: en la más peligrosa de las cercanías con respecto del destrabajarse de nuestro mundo, Borges acierta a paralizar el dominio del feroz antisimbolismo tlöniano mediante el recurso engañosamente simple de reconducirlo hacia su propio desastre. Lo que resta no es sin embargo una nueva afirmación triunfante del símbolo, sino meramente la negación de su contrario, y así, dialécticamente, la entrada en una nueva posibilidad de escritura: escritura postsimbólica, escritura de duelo, traducción de epitafios» [Alberto Moreiras, Tercer Espacio, Literatura y Duelo en América Latina].


Continuará

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