JAIME CHÁIDEZ BONILLA Y GILBERTO LICONA: DÍPTICO DE FARISEOS Y PROMOTORES SEUDOCULTURALES


EL TRUEQUE DE LAS GAÑANADAS EN JAIME CHÁIDEZ BONILLA

Antes de hallar “coyuntura” de la cual servirse, ablandar el rejo, adornarse los cascuelos y enseñar la longura de sus calzones, la vitela del Jaime Cháidez Bonilla se punteaba con este inopinado retrato:

«Cháidez le parte la madre a todo mundo de una forma encantadora; y eso no cualquiera lo hace y lo dice; y este cabrón sí se avienta. Dice las cosas más soeces y más vergonzosas, ruines y feas, y las más repugnantes. La gente dice: "¡Mira nomás las chingaderas que escribió ahora!". Pero no dejan de leerlo. Él es un columnista, tiene sus lectores. Pero económicamente está muy jodido; no tiene chamba. En su programa de radio gana muy poquito; y hay anda palomeando la cosa. Y otra, a los demás periodistas no les cae muy bien porque es bueno para madrear gente; es medio temible, medio temerario. En lo personal, se lleva bien con sus colegas, pero como que no lo aceptan, le tienen miedo por vacilador y rompemadres. Pues se lleva entre las espuelas a medio mundo. Es víctima del desdén, en los periódicos no lo aceptan» [Rubén Vizcaíno Valencia, julio de 2003].

Pero, luego de un par de sucedáneos años, el pretérito pluscuamperfecto desemejó con el presente, el lorocutor mudó el registro e hizo trueque de gañanadas. Con simpatía retocada comenzó a lozanearse como vieja tertulera con aires de chamaca quintita, batiéndole palmas a los burócratas culturales, descocándose como la ofrecida gurrumina que quiere ligarse al chulo parásito, enseñando el lazo de ligas cual morocha braguetera que complace al chichifo, celebrando chungadas en favor de la mediocridad artística y dando respingos de fantoche culturoso. Qué barbaridad, el «rompemadres» de antaño, hoy hermanastro de la publicidad, vuelto un laxo cobero y un fariseo culturalmente desarrapado y con una moral de tahúr. Y, como muchos mamoncetes e inútiles haraganes, ahora abre sus pompas de gallina polainuda para presumir que es un periodista y promotor cultural independiente. Mas, tal falsedad no puede imponerse como si fuera una verdad. Eso lo podrá hacer entre los borregos que son miembros de su rebaño y están trasquilados con las mismas tijeras del parapeto panchero. Jaime Cháidez Bonilla se esfuerza en aparentar los atributos y cualidades que no tiene; réditos simbólicos que enmascara con dispositivos de autopropaganda y servilismo cultural, tanto oficial como de capilla. O sea, para ser más disimulado se recurre al interjuego de significados ambiguos, como le llaman los semiólogos a esos rollitos cabuleros que los vivales utilizan en acción de jactancia, aparentando que son lo que no son.

—Pero, como los efectos son cuestión de eficacia, resulta entonces que los amores habidos entre una monja y un fraile, en realidad fueron puro pedo y aire.

Buen practicante del nomadismo político y la doblez moral es el bato; y como periodista trasluce en su talacha el facilismo escritural, la ignorancia, la coba y todo aquello que incumbe a la información basura. Para el pesar de los desengaños, se corroboran algunos fermentos de su ruindad seudocultural, de la vacuidad del revés que muestra su gracia anfibia de poder respirar dentro de una pila de mierda. Y no se trata de un caso excepcional, rastreen en el ambiente culturero de Tijuana y verán que gente así, de irredenta pedantería bufonesca, fomenta mitos y camelos como si fuera una epidemia sicológica de cretinismo.

—Sus viejos ideales nomás eran oscuras promesas que el bato se hizo a sí mismo.
—O sea que, siempre fue un hipócrita o se desvió de su franqueza.

Jaime Cháidez Bonilla, despostillado moral e intelectualmente, como un gacetillero plano, resbaladizo, vacío y sin compromiso ideológico, en la sección «Fama» del periódico El Mexicano, tiene a su cargo un recoveco denominado «AGENdiario» en el que se aboca a publicitar las fantasías de gaceta de la falsa cultura tijuanense, haciendo resonar puñetas y mafufadas como la que a continuación pongo a ojos de lectoras y lectores:

NOTA: me reservo la osadía de marcar los desatinos de la follosa sintaxis y la vergonzosa prosodia de la nota en comento, que al parecer es de la autoría de un ágrafo del autismo sapiencial.

«CONVOCATORIA / TIJUANA POÉTICA. Se invita a todos los escritores de Baja California para que participen enviando una frase, fragmento o extracto (no mayor a 60 golpes), de su obra impresa ya publicada (en forma impresa). La frase debe estar escrita en lenguaje sencillo y que emita un mensaje de esperanza, reflexión y humanidad ante los tiempos difíciles que se viven. • Cada frase que el autor autorice utilizar, será impresa en gran formato digital en una lona de 1 por 2 metros que la contenga, junto con su nombre y el título de la obra de la que fue tomada. La lona tendrá una imagen de Tijuana en color como fondo. Se imprimirán 100 lonas con 100 frases de diferentes autores. Las lonas estarán en exhibición en durante seis meses, de junio a noviembre, en espacios públicos de Tijuana. Se imprimirán 10 lonas cada semana desde la tercera semana de junio y hasta la última de agosto. “Tijuana poética… porque la mejor forma de prevenir es educar” es una convocatoria que queda abierta desde el momento de su publicación. Mayores informes en revista_existir@hotmail.com y al (044 664) 112.9238 con Gilberto Licona» [Agendiario, periódico El Mexicano, nota de Jaime Cháidez Bonilla, 29 de junio de 2008].

—Quién más, quién menos… Así anda la crápula culturera, inspirando las ofertas de «una frase que emita un mensaje de esperanza, reflexión y humanidad ante los tiempos difíciles que se viven» y que «será impresa en gran formato digital en una lona de 1 por 2 metros que la contenga, junto con su nombre y el título de la obra de la que fue tomada».

—Y miren de dónde proviene ese cacareo tan postizo, como un billetito falso.
—De la capilla tertulera que regentea el Gilberto Licona.

PIDE CHICHI CON AFÁN Y PRESUPUESTO TE DAN

El protopoeta Gilberto Licona, un arribista que se conduce de acuerdo con las circunstancias y las impresiones pasajeras, acompañado de su ganga de lagartonas, no pierde el hábito para decidir el porvenir de cierta gentuza de emociones poco densas. Compungido «ante los tiempos difíciles que se viven», ahora hace muecas con una máscara llorona, aspeando los brazos y pegando taconazos ante el altar de San Patrocinio, quien le autoriza al bato esa extravagancia.

—Y para pelar la pava, déjense guiar y cúbranse de ridiculez.

Considerando el absurdo de la docta estupidez que propone el padrotín del «Proyecto Editorial Existir» y, suponiendo que algunos cascabeleros y golleteras se tomen a pecho la bobada, entonces cien mantillas farfollarán en postes, bardas y paredes, ondulando las esquinas sueltas, desteñidas por la resolana, arrancadas por los vagos, arrojadas al suelo y aventadas en pedazos al basurero. Ya hay demasiadas desilusiones en el mundo para seguir abultando los muladares con más chingaderas, ridículas e inservibles. Ya hay muchas vejaciones y despilfarros para continuar desfondando el saco y tirar morlaca de esa forma tan mentecata. ¿Alguien de ustedes cree que los gastos que se generen por la adquisición y la maquilada de dichas lonas —de uno por dos metros e impresas en formato digital— correrán por cuenta del propio peculio del señorón Licona? Por lo bajito, y según cálculos monetarios, cada lona debe costar unos quinientos pesos. ¿Acaso de su cartera sacará el buen Licona la suma de cinco mil bacs para sufragarle a los escribanos elegidos la publicidad de sus cursilonadas de «esperanza, reflexión y humanidad» y así dosificar los malestares espirituales que provocan «los tiempos difíciles que se viven»?

—Nahh. Esa firula viene de las arcas presupuestales de alguna institución cultural oficiosa, porque en cuestiones de solvencia moral, nuestro anfitrión, como dicen los indios yaquis, pues nomás «cáita tomi» (no hay dinero).

Si alguna cualidad distintiva tiene míster Licona es la de un madruguero atrapador de dádivas institucionales y resuelto a seguir por el rumbo donde brinca la liebre de las oportunidades, predicando chapuceramente en su fanzín subliterario la «presencia cultural creativa», anunciando que su revistón «es un medio apolítico y sin tendencias religiosas» (lo cual en líneas postreras ya veremos qué tan cierto es el churrito). Él ni de loco arañaría sus bolsillos para sacar chelines y pagar, por iniciativa propia, material y talacha para la impresión de las lonitas que quiere colgar en las alturas de la ciudadela. No es parte de su misión ponerse de disparador; eso sería su ruina, pues el bato está para que le den, no para dar. Por tanto, se deduce que el biyuyu sale de la buchaca de los contribuyentes fiscales, de los pagaimpuestos, de la pelusa o pueblo llano; y por disposición de los “estímulos” que otorgan los organismos oficiales cultureros a «presencieros creativos», el famélico editor Licona, recibe con la trinca de muy “merecedor”, guiñándole las pestañas a su runfla seudoestetas y sintiendo que su proyecto tertulero será como las mil y una noches. Después de amacucar la mosqueta, en la casa de la Laura Jáuregui convida unos chatos de pisto y una madre de loquera para amansar el espíritu del gorila que llevan dentro.

—Te capearon con la lana, Gilberto —le dice, con un tonito de efusividad lisonjera, uno de sus acólitos.
—Psssss… Ya me sé la faena, bróder —responde el Licona, mientras suelta un suspiro que se evapora entre risotadas, carraspeos, discusiones incoherentes, ruido de botellas y ladridos de un perro (al que su dueña le advertía por enésima vez que dejara de estar chingado porque sus invitados no podían tripear a gusto las rolas del Nicho Hinojosa).
—¡Yónatan!, ¿dónde dejaste la vonga y los zig-zag?

Pausa. Un estruendoso soplo de aire se escucha. Alguien se ha tirado un pedo. Y una vieja cachichana que está en un rincón, semirrecostada en un sofá de ciertopelo, se ríe y grita:

—¡Eso fue vesánico!

PREVARICATO CULTURAL Y COHORTE DE AMAÑADOS

Pero una cosa sí es cierta, esos mensajitos de «esperanza, reflexión y humanidad» que, por medio de mantitas, el mortificado Licona pretende darles consagración literaria, al día siguiente de su reconocimiento publicitario se caerán en pedazos. Además, qué ocurrencias de facundiar ese tipo mensajes con la flema poética. Si en los ensalmos de la poesía el mensaje es lo que menos incumbe, no es de interés en la poesía el significado que tengan las palabras; eso se reserva para los teólogos o para los filósofos, pero no para los poetas. Y que el Licona y su ganga de existirosos hayan denominado a su chuscada de versitos «Tijuana poética», solamente demuestra que estos infelices andan chapaleando todavía en desatinos y que, a estas alturas, no han hecho esfuerzo alguno por mantenerse en la cordura. Y en el mismo lodazal histórico se baten de nalgas los burócratas frusileros y paladines de la inoculación mediocre, o sea, los responsables de rutilar el patrocinio en favor del canchanchán del clubecito sensiblero «Existir».

—Yo quisiera saber cómo le seseó la idea de colgar letreros al bicharraco del Gilberto Licona.
—Tal vez la copió del INRI, tú.
—¿Del INRI?
—Sí, güey; del letrero que le pusieron a Jesucristo cuando lo crucificaron en medio de los ratones Dimas y Gestas.
—Yo más bien creo que empleando la metodología de los narcomensajes que están de moda.
—Pues… meibi. Y, gracias a esa campechana que arrancó de cuajo del INRI y los narcomensajes, ahora el cabrón está de pasta.
—Con decirte, compa, que ahora que trai dinero, hasta les anda echando mal pelo a los mariguanos de su barrio; cuando, hará cosa de dos meses atrás, el culero no dejaba de procurarlos pa que le curaran la malilla.
—No me extraña. Ese ruido de pisadas ya se las conocía. Como también le conocía la canturrera «pide chichi con afán y presupuesto te dan».

Y ansina fue, ante un organismo de gobierno el cínico del Gilberto Licona presentó su gran proyecto cultural, y los brutos encargados de la evaluación lo aprueban y le sueltan la ración de plata para que el bato materialice tal mafufada; sellada con el «nihil obstat» y rumiada con la propaganda publicitaria que incrustó el Jaime Cháidez en su pendeja columnita periodiquera, el domingo 29 de junio de 2008, como si se tratara de un plan de humanidad muy digno para el arte y de gran trascendencia sociocultural.

—¿Y la contundencia crítica del supuesto “periodista cultural”?
—Ni sus luces.
—Será porque el güey es un ignorante o un convenenciero.
—Yo diría que ambas cosas.

Ahora, que en la convocatoria de marras se haga extensiva la invitación a los escritores bajacalifornianos para participar en el sedimento de mensajería fraseológica que mangonea el Gilberto Licona, tal formalidad se ventila públicamente por exigencia burocrática que la ley de mecenazgo estatal impone al beneficiario del «estímulo» monetario. Y aquel escribano que empine sus deseos a participar en dicha propuesta y envíe su mensajito de fraternidad, por más chinguetas que sea como poeta, tal virtuosismo de nada servirá para ser uno de los cien elegidos, porque la expectativa la determina el cuatachismo o, en su defecto, el apalabre por recomendación del compadrazgo. Esto quiere decir que la frase, el fragmento o el extracto de la obra que se va a seleccionar, en rigor, ya fue preseleccionada. Por ende, no hay que hacerse ilusiones, el mérito a publicar en las lonitas del Licona no tiene como eje referencial el talento, la sabiduría o la imaginación creadora, sino los tendones del tráfico de influencias y los acuerdos de capilla y de mafiecitas literarias, previamente amañados. Y en efecto, nadie yerraría en caso de un escrutinio de los nombres de las entidades poéticas que ya apalabraron sus respectivos nichos en el reparto estelar de las lonas —de uno por dos metros de saiz— en las que se publicitará el mensaje de “humanidad” no menor de 60 golpes (de teclado). Y, sin dudarlo, entre los afortunados y agraciados que llenarán los huecos, cinchada la venada que estarán más puestos que un calcetín: el Luperco Castillo Udiarte, la Esalí, la Aída Méndez, el Alfonso García Cortez, la Elizabeth Cassezús, la Luxia López, la Hadia Farfán, la Mónica Morales, el Daniel Charles Thomas, la Julieta González Irigoyen, el Francisco Morales, el Omar Pimienta, el Adolfo Morales Moncada, el Horacio Ortiz Villacorta, la Paty Blake, la Laura Jáuregui, la Lorena Cienfuegos, la Teresa López Avedoy, la Elizabeth Algrávez, el Roberto Navarro, la Mariana Martínez Esténs, el Jhonnatan Curiel y demás corucos de la esencialización frívola del verso y la decantación rutinaria culturosa.

—Gilberto Licona y sus reclutas, mejor deberían dedicarse a la explotación sexual.
—Simón, así no afectarían a la literatura ni a la economía de la gente que, como siempre, acaba pagando el pato y ningún beneficio recibe a cambio de la despelucada monetaria que le arriman.

En qué contradicciones incurren estos seudointelectuales de botica con esas mojigateces de alusión a «los tiempos difíciles que se viven» en una vida que, claro, ellos detestan pero que, con admirable destreza de pragmatismo, se le acomodan sin perder la oportunidad de hincarle el colmillo y chuparle el tuétano hasta dejarla seca como un bagazo.
Y cuando se difundan los mensajitos, ¿se comprenderá la justa aserción del sentido que le quiso dar el autor a su texto? Y, si se comprende ¿qué ganará aquel pobre diablo —sea proletario, lumpen o pequeñoburgués—, una vez que lea la enfática pedantería de los escritoretes que participan con la camarilla “ideadora” de la «Tijuana poética»? Acaso con esas frases, átomos disgregados del lenguaje y fragmentos de discurso (dixit Marcuse) ¿se cultivarán los incultos, disminuirá la criminalidad, se les ablandará el corazón a los usureros sin escrúpulos? De acuerdo con del cliché, en su tónica de que «la mejor forma de prevenir es educar», si el motivo no es una payasada, entonces su propósito debe ser de comunicación pedagógica, pero en un terreno más ficticio que real y de implicaciones estériles. O sea, se trata de misticismo gramatical, trasladado al plano de la ideología de la enseñanza y que encuentra su origen en movimientos sociocomunicativos, cuyos mecanismos de control en la emisión y circulación de los mensajes (verbales y no verbales) los detenta la clase dominante, utilizando a sus «trasmisores subalternos» (que, en este caso, son Licona, Cháidez, la runfla de merolicos, las mulas de carga ideológica del sistema, titiriteros y demás entenados del oficialismo cultural habidos y por haber).

—Y, esa advertencia de que la revista «EXISTIR es un medio apolítico y sin tendencias religiosas», entonces ¿es puritito pedo?
—En tu pregunta va la respuesta.
—¡Úfame, lión!

¿Alguien puede proporcionar ejemplos de literatos apolíticos? No, porque no los hay. La conciencia de su posición social siempre es política y está en primer término. Y en la función social que desempeñan aportan pruebas de sus actitudes morales, estéticas y políticas, difícilmente ocultables en la praxis de la escritura. El cubil de don Gilberto Licona se pliega a la línea oficial de la cultura, y subvencionado con presupuesto estatal-corporativo del panismo tricolor, edita y publica sus cuadernitos y revistones subliterarios, primordialmente para cumplir un compromiso práctico-político que por motivos puramente estéticos.

—Qué cabrones, imploran las limosnas del FONCA y todavía con toda la desfachatez se dicen apolíticos.

La vieja necesidad de justificar con la literatura la fuente de su genuino apoliticismo (de corte muy politizado), pronunciándose charlatanamente por una arte neutro, sin filiación política y ajeno al partidismo. Según el “purista” Licona, en su fanzín no hay cabida para la lucha ideológica, cuando su asepsia se trasparenta como eminentemente política. La actividad literaria, además de una labor lingüística, es una actitud cuestionadora, crítica y demoledora de estigmas y de prejuicios. Por ende, tiene una función moral, es decir, política y estética. Mediante el churrito ese de que son “apolíticos”, Licona y su ganga culturera pretenden esconder los intereses que representan y ocultar el carácter de clase y fragmentario de la cultura. Pelotudamente descalifican cualquier compromiso político, pero ideológicamente delatan una postura de neutralidad que es, precisamente, la que interesa a la clase dominante.

BURDAS FABLAS DE PALABRERÍA INSULSA

Parapetado en su cofradía «Existir» y editando, desde un hace par de lustros, una revistita en la que publica una seudoliteratura que parece ser anterior al Gilgamesh (cuyos correctores y redactores, como diría don Ramón Villaamil, tienen peor ortografía que un perro), Gilberto Licona —a la orden de una mendicante lírica, y sabedor de que no hay tradición literaria y cultural en este culo de San Diego—, con balidos que no llegan al ínfimo nivel de calidad estética, se ha llevado al baile a más de dos generaciones de escuelantes de la carrera de literatura que aspiran a convertirse en poetas o literatos. En su inveterada miseria cultural, algunos cuantos, y a duras penas, han logrado ser portadores de cierta parcialidad seudoestética o protoliteraria. Y, amparados en una chirle profusión sentimental y una emotividad deslavada, se han adjudicado la etiqueta de poetas, y son todo lo contrario. Rotos los hilos que le daban a los poetas el sentido de orientación, la gárrula boba, los irresponsables afeites seudolíricos y las burdas fablas de palabrería insulsa, pueril, machacada de boludeces y lugares comunes, se trabucan en poesía.

—Confusa aglomeración de letreadores que hacen más insignificante la personalidad del poeta.

En parágrafos de articulejos anteriores he anotado que la mayoría de los poemarios que ha publicado el «Proyecto Editorial Existir» que el batillo regentea, exhiben poca o nada de consistencia estética, textos que son un rejuego de desperdicios poéticos y no llegan a constituirse en trabajos literarios de mediana calidad. Desde el punto de vista estético, sus publicaciones no ofrecen algo más o menos decente en el plano de lo lírico; resalta la orfandad de impulsos creativos, son materiales expresivos que no tienen verdadera poeticidad y se hayan afectados por el facilismo huero, la imprecisión, la espontaneidad y la banalidad. Casi todo el arsenal dizque poético que detenta la empresa del Licona es deficiente y ligero; intrascendente y sin virtud. Basura de poemas en los que permean el mal gusto, la cursilonada y la incompatibilidad con las musas. La capilla liconiana selecciona los trabajos a editarse y no distingue entre aquello que es auténtica poesía y lo que apenas es un soplo de lirismo. La empresita «Existir» publica libracos cargados de burundanga, solipsismo, sensiblerías baratas, desvíos léxicos y efímeras patochadas. Apilando palabrería y media en supositorios seudoculturales, degradan moral y estéticamente a quienes sí son verdaderos poetas. Pero qué les importa, pues si el Jaime Cháidez, portando falsas credenciales, se ufana de ser un periodista y promotor cultural, los liconianos se consideran unos iluminados poetas, solamente porque escriben algunos versitos estúpidos y confusos, poemitas tristemente idiotas que, por su oligofrenia mamona pudieron ser barruntados por cualquier plomero o lozetero del fraccionamiento Santa Fe o por cualquiera de los trapeólogos que clinea los pasillos de la UABC.


NOTAS FINALES
[O GÜEVOS DE COCHI]


1.- El Jaime Cháidez Bonilla. Lorocutor de radio y promotor del la «cultura del autismo», o sea, ese tipo de mentalidad que —como afirma el marqués de la colonia Liberad, Mauricio Ramos—, busca bloquearse para seguir en el juego, como si nada estuviera pasando realmente. Encarna los pecados de la ineptitud periodística pero, eso sí, nadie le quita la paternidad de la lambisconería y el cuchupo publicitario.
Para complementar, remito a los textículos «JAIME CHÁIDEZ BONILLA Y JORGE ORTEGA O LAS ARGAMANCIAS DE LA CULTURILLA LOCAL» y «MOMENTOS DE SATRAPÍAS CULTURALES [ALEJANDRO RODRÍGUEZ Y JAIME CHÁIDEZ BONILLA]»; del libraco «Regüeldos tertuleros» el CAPÍTULO XXI, «EN EL VELORIO DEL PROFE RUBÉN VIZCAÍNO», el CAPÍTULO XXII, «LA CULTURA EN MANOS DE LA INCULTURA», el CAPÍTULO XXIV, «LAS LEONAS ACORRALADAS EN SU PROPIO CUBIL», el CAPÍTULO XXV, «EL ARRIBISMO CHAQUETERO DE JAIME CHÁIDEZ BONILLA», el CAPÍTULO XXVI, «EL HIJO PUTATIVO DEL PROFE RUBÉN VIZCAÍNO» y el CAPÍTULO XXVII, «EL PRO VIZCAÍNO HOMENAJEADO POR LOS FARISEOS».

2.- Véase del libraco «Regüeldos tertuleros» el CAPÍTULO XLII, «EL GILBERTO LICONA SE LA FUMA VERDE».

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