TIJUANEO: UN TÍTULO QUE SE ACOGE AL CLICHÉ


TIJUANEO: UN TÍTULO QUE SE ACOGE AL CLICHÉ

Sumidos en sopor letárgico de sus contradicciones, y como si compitieran para concebir las más sublimes ideas de la humanidad —pero igual que los ciegos que no ven el sol en el cenit— los anónimos editorialistas del fanzín «Tijuaneo» (año 2, número 14, enero de 2008), pensando que su islilla es la única que existe, echan así el arrebato de sus campanillas:

«Porque Tijuana es nuestra hermosa ciudad, nuestro nido, en la que muchos nacieron y en la que otros han sido adoptados con el paso del tiempo, pero a fin de cuentas es la ciudad de todos los que vivimos aquí y la hacemos crecer, es un auténtico bastión para el futuro del país».

Qué barbaridad. La realidad es ahora una figuración y, mientras se cantan loas, Tijuana se columbra con sus «dosis de asaltos, extorsiones, secuestros y encobijados, situación que mantiene en vilo a la sociedad bajacaliforniana» [Tijuanazos y tijuanaches, «Tijuaneo» # 14, enero de 2008, página 5]. Tijuana es una «hermosa ciudad» y «un auténtico bastión para el futuro del país», debido a «la inaguantable cantidad de basura que se acumula en algunas áreas de la ciudad y que además de causar un espantoso y desagradable espectáculo, es un foco de enfermedades» [Tijuanazos y tijuanaches].
Las palabras cobran sentido para quien las escribe pero no para quien las lee, y más cuando las hipótesis de refutación se apoyan en evidencias empíricas. Considérese lo siguiente: «Sea lo que fuere, una ciudad sucia no califica para ser un atractivo turístico y no es lo que se merecen los tijuanenses» [Tijuanazos y tijuanaches].
Ahora esto: «Hace pocos días, el Ejército capturó en Baja California a 20 personas entre sicarios y capos del cártel de los Arellano. El gobernador Osuna Millán presumió el hecho ante los medios como un triunfo» [Raúl Ramírez Bahena, Mandos militares a seguridad pública, «Tijuaneo» #14, enero de 2008, página 60].

—Y todas las citas fueron extraídas del mismo fanzín, pa que no se crea que hubo cachirulazo.

Mas allá de ensimismarse en espejismos, los tijuaneos deberían contribuir a que la verdad desbarate las patrañas. La fantochesca manía de ver con esos ojitos lagañosos a Tijuana parece seguir una línea bastante ortodoxa de mitos y supersticiones tan vacíos que pueden ser llenados con cualquier contenido histórico. Como si los lectores que nos chutamos el pápiro que regentea míster Rocktavio Hernández fuéramos unos bobalicones. Se les agradece el servicio de información que prestan al público de leyedores y que, por su importancia, dicha labor de escritura comunicativa y de difusión como apuntaba don Antonio Gramsci, «no puede confiársele a cualquier chapucero aprendiz de redactor, como suelen hacer algunos periódicos: exige el máximo de responsabilidad poética e intelectual y el máximo de capacidad literaria y de inventiva en las ideas, en los encabezados, etc.» [Cuadernos de la cárcel].

—No hay que olvidar que las quimeras siempre se rompen como las pompas de jabón.

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