El amor intelectual que el filósofo Spinoza atribuía al conocimiento se ha convertido en un gargajo de simpatías, en un depósito para rendir homenajes y pleitesías. Es el modelo a seguir y la mejor manera de renovar la charlatanería, toda vez que en los grupúsculos protoliterarios y desideologizados por conveniencia, las apariencias son las que más cuentan para figurar en el canon de las inmundicias cultureras. Ahora que el arte es pacotilla y los artistas ya no necesitan de la capacidad ni talento para afianzar su orientación creadora, pocas son las virtudes que se mantienen en los parámetros de la auténtica producción estética.
—Todo sea por la artificialidad de la falsa creación, la degeneración libresca, la pedantería y el simulacro.
—Amén.
«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales
Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporc...

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La función cultural de la mayoría de los artistas y escritores que han emergido —con más precipitación que talento— es de escaparate y apari...
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Y, a vuelco de impresiones y adjetivaciones inútiles, y con muy poco sentido de proporción estética, el protopoeta se sumerge en una ensoñac...